DICCIONARIO
DE MEDICINA Y CIRUGÍA.
Se hallara en la librería de Pascual y Compañía , Calle de
ios Preciados y frente día de la Zarza.
DICCIONARIO
DE MEDICINA Y CIRUGÍA,
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BIBLIOTECA MANUAL MÉDICO-QUIRÜRGICA.
POR D. A. JB.
TOMO QUARTO»
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; caíais, .
MADRID EN LA IMPRENTA REAL
ASO DI 1807.
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DICCIONARIO
DE MEDICINA Y CIRUGÍA.
EsPASMO. ( Med.) El carácter clásico de esta enfermedad es la
contracción constante ó alternada de los músculos destinados al mo-
vimiento local, y no á la respiración ni á la circulación propiamente
independiente de la voluntad. Neuter distingue esta clase con el título
de motus excedentes spatuo -convulsivos ; Junter con el de convul-
siones en general ; Bart de Moor con el de morbi spasmis ; Heis-
ter con el de spasmi et convulsiones , y Etmulero con el de motus
inordinati spirituum animalium , y viene á reducirse entre los an-
tiguos al espasmo y tétano de Hipócrates, al spasmodea pathe de
Galeno, á las distensiones nervorum de Celso, conductiones de
Celio Aureliano , y morbi motorii de Linneo.
Se toma pues el espasmo como sinónimo de convulsión , princi-
palmente entre los autores griegos y latinos, y en este sentido sir-
ve para designar la contracción preternatural de alguna parte. Al-
gunos Médicos franceses han querido distinguir estas dos voces, lla-
mando espasmo á la disposición de las partes, y convulsión al com-
plemento de esta disposición , ó á un espasmo mas fuerte y sensible.
Esta distinción podrá ser aun mas bien fundada, si consideramos que
el espasmo ó la convulsión puede atacar dos especies de partes, unas
que tienen un movimiento considerable , pero sujeto al imperio de
la voluntad, quales son los músculos destinados á executar los mo-
vimientos animales, y otras cuya acción es mas oculta, y ménos no-
table su movimiento, aunque independiente del arbitrio de la vo-
luntad ; y tales son todos los órganos que sirven para las funciones
vitales y naturales. El espasmo y ia convulsión no pueden regularse
del mismo modo en ambos casos ; pues los músculos sujetos á la vo-
luntad están en una contracción preternatural quando esta no es vo-
luntaria, y esto es lo que propiamente se llama convulsión. Este
cálculo seria defectuoso con respecto á las partes que se contraen
naturalmente sin participar de la voluntad, y por consiguiente no
$e puede decidir su contracción por preternatural miéntras no llega
á un grado muy alto , aumentándose el movimiento tónico, de mo-
do que produce una lesión sensible en el exercicio de las funciones.
A esta segunda especie conviene mejor el nombre de espasmo. Así
dirémos con propiedad que un enfermo padece una convulsión en
un brazo , y un espasmo de la vexiga.
Y ¿qué es en fin este desorden interior, y quál es la causa que
le produce? He aquí ua campo vastísimo en donde se han dilatado
TOMO IV. A
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todos los teóricos, y al mismo tiempo un manantial fecundo de
discusiones , de errores y absurdos. Unos le han atribuido á un vicio
mas ó ménos considerable del cerebro; otros á un infarto irregular
de los canales nerviosos: algunos á un fluido nervioso espeso y gru-
moso , que pasaba con dificultad y desigualdad por los nervios ex-
citando así aquella irregularidad de movimientos: muchos á los vasos
sanguíneos del cerebro , cuya disposición viciosa consistía en una espe-
cie de aneurismas pequeños sumamente multiplicados, que impedían
la circulación de la sangre , espesa ya y resecada, y alteraban al mis-
mo tiempo su uniformidad ; y todos finalmente han recurrido á cau-
sas particulares casi todas vagas, quiméricas, ó mal probadas para la
explicación de un hecho mas general de lo que comunmente se piensa.
Consideremos nosotros para aclarar de algún modo este punto
lleno de obscuridad , las condiciones que se requieren para la acción
de las fibras motrices en el estado sano, y su defecto en el de enfer-
medad. En el exercicio de las diferentes funciones de la economía
animal , las contracciones de las fibras motrices se excitan por la vo-
luntad, ó por ciertas causas, que pueden llamarse, según Cullen,
naturales , establecidas especialmente por la naturaleza para excitar
estas contracciones. En el estado de salud las fibras motrices se con-
traen solo por la potencia de la voluntad , y por las causas natura-
les. La fuerza y la velocidad de las contracciones se arreglan al
mismo tiempo por la voluntad ó por las circunstancias que acom-
pañan á las causas naturales, y á estas contracciones sucede siempre
con prontitud un estado de relaxacion , sin que se reiteren sino
quando las mismas causas obran de nuevo. Pero en el estado enfer-
mo las contracciones de los músculos y de las fibras motrices , que
por lo común dependen de la voluntad, se hacen sin su concurso, 6
de un modo opuesto á la voluntad, y las otras funciones tienen que
executarse de precisión por la acción de causas, que ni son ordina-
rias ni naturales; y en este estado ya hemos dicho que puede haber
dos especies de contracciones.
Reconocemos en el hombre un compuesto armónico de diferen-
tes resortes, que movidos cada uno en particular contribuyen todos
al movimiento general. Una propiedad igualmente general, limita-
da particularmente á los compuestos orgánicos , conocida con el
nombre de irritabilidad, se halla inherente á todos los resortes, los
anima, los vivifica y excita sus movimientos, aunque modificada en
cada órgano, y por ella unos resortes resisten á otros, obran y tie-
nen un influxo recíproco, y esta acción y reacción mutua es la que
mantiene los movimientos; tal es el continuo antagonismo de accio-
nes, de donde resulta la vida y la salud. Pero todas las partes per-
derían inmediatamente su fuerza si no hubiese medios para reno-
varla y renovar los movimientos, y este es el uso de las seis cosas
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no naturales, ó mas bien de todos los agentes externos é internos
que obran sobre la sensibilidad é irritabilidad. Apénas esta última
propiedad , que crece en razón directa de la debilidad , se halla en
un grado de exaltación excesivo, se manifiestan los fenómenos mor-
bosos dependientes de este estado, y los mismos agentes naturales
bastan para producir grandes desórdenes. Otras veces la acción de
estos nociva ó preternatural, ó la de otras potencias extrañas, co-
mo una degeneración humoral, una substancia venenosa, son las can-
sas excitantes de la irritabilidad en ciertos órganos ó en todo el sis-
tema. No siempre nos es dado conocer la naturaleza y carácter esen-
cial de estos agentes preternaturales, ni es posible calcular por ellos
el grado de excitación en una parte irritable, porque en las fuerzas
vitales no caben los mismos cálculos que en las físicas; pero al Mé-
dico solo toca corregir los males que ve presentes; y de poco le ser-
virían semejantes cálculos por muy exactos que fuesen, si no cono-
cía la enfermedad en sí misma , y los remedios oportunos para com-
batirla.
Baxo este punto de vista todas las enfermedades merecian la ca-
lificación de espasmódicas ó convulsivas, puesto que en todas pue-
de observarse un estado de espasmo mas ó menos general ; pero es
claro que en unas será secundario, producido tal vez por un vicio
humoral, y esencial en otras, á las quales con particularidad llama-
mos espasmódicas.
Los principios de las convulsiones pueden ser predisponentes ó
excitantes; en ellos se comprehenden todos aquellos estímulos que
obran sobre la sensibilidad animal ú orgánica, como las punturas, las
dislaceraciones, las erosiones, las distensiones de partes sensibles é
irritables, y ciertos agentes materiales, como una esquirla de hueso
que punza las meninges , una lombriz , un veneno &c. Si obran pues
en el sistema vascular producirán un espasmo febril; si en un múscu-
lo particular una convulsión particular ó parcial; si de este se pro-
paga simpáticamente su acción á todo el sistema, ó si desde luego
obra sobre el origen de los nervios, ocasionará una convulsión gene-
ral. En un cuerpo en que se hallan ciertos órganos ó sus plexos ner-
viosos mas sensibles, ó que tiene efectivamente un exceso de irrita-
bilidad en toda la economía, es por lo común una pasión de áni-
mo la causa excitante de los espasmos ó de las convulsiones, así co-
mo su impresión constante es predisponente también en quanto de-
bilita y exalta la sensibilidad é irritabilidad ; de suerte que el mal
se manifiesta con la presencia de qualquiera de los agentes expuestos.
Una constitución sumamente irritable y sensible, la pusilanimidad,
la debilidad natural ó adquirida por el método de vida, y la educa-
ción son asimismo causas predisponentes para el espasmo.
Reuniendo pues los principios ya establecidos , parece que de-
b¿mos desechar todas las divisiones que se han formado de esta cla-
se de enfermedades por varias modificaciones accidentales , y así las
consideraremos ó en el estado en que la causa obra constantemente
sin que dexe en las fibras motrices ningún intervalo de relaxacion, ó
quando esta alterna con las contracciones violentas y preternatura-
les, y quando ataca simultáneamente. Por tanto dividimos esta clase
en quatro órdenes, á saber: i. a espasmos tónicos parciales: 2. a espas-
mos tónicos generales: 3. a espasmos clónicos parciales; y 4. a espas-
mos clónicos generales.
Orden primero. Espasmos tónicos parciales.
En estos el síntoma principal y característico es la rigidez invo-
luntaria y constante de una parte con impedimento para el movi-
miento, ó por lo ménos disminuido este. Y así se distinguen de los
generales en que á un mismo tiempo quedan inmobles muchas partes,
y su inmovilidad se diferencia también de la paralítica por la sensi-
bilidad y rigidez que acompañan á aquella, y de la que proviene de
un dolor qualquiera en que siempre esta es voluntaria. Asimismo es
fácil conocer la diferencia entre los espasmos tónicos y los clónicos,
porque en los primeros , como hemos dicho , es constante la inmo-
vilidad de la parte, y en los segundos alternativa.
Género 1. Estrabismo , cegri str abones.
Es un espasmo tónico de los ojos, que consiste en una dirección
depravada del globo, y así el paciente mira atravesado hácia arriba,
hácia abaxo, ó á los lados. Es opinión general que esta indisposi-
ción depende de la contracción de algunos músculos del ojo, y de
la relaxacion de sus antagonistas, y que los contraidos tiran el glo-
bo del ojo de su lado , mientras que los otros ceden á su acción.
Así lo prueba la observación diaria, pues los niños adquieren fácil-
mente este vicio por el descuido de ponerlos en la cuna, de modo
que no ven sino obliqüamente la luz, ó algún objeto notable, y ha-
bituados los músculos á esta contracción , se afirman en ella , y vuel-
ven siempre los ojos á aquel lado. Antonio Maitre Jean cree que el
estrabismo no depende de la acción de los músculos , sino de una
mala conformación de la córnea transparente, mas vuelta á un lado
que á otro; y añade que siendo un vicio natural es irreparable; pe-
ro las curaciones felices dirigidas á remover el obstáculo en el mo-
vimiento de los músculos , como manifestarémos en sus diversas es-
pecies, destruyen esta opinión. Este género consta de doce especies.
1. Estrabismo a luscitate de Boerhaave y Portersield, ó mi-
rar bizco. Se llama así quando el mal ataca solamente uno de los ojos.
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Puede provenir de la disminución de sensibilidad en el medio de la
retina, por cuya causa mirados los objetos directamente se ven mal,
y es menester para verlos con claridad mirarlos en una situación
obliqüa, vicio que se arrayga con el hábito, y se cura como la
amaurosis paralítica (V. este artículo.)-, de estar alterada la conve-
xidad de la córnea, y en este caso era cierta la opinión de Antonio
Maitre Jean: de la posición obliqüa del cristalino por una contu-
sión, defecto no ménos difícil de corregir, y por último de una
nube de la córnea que hace que no se manifieste la pupila sino cer-
ca del gran canto del ojo, y la curación está cifrada en el uso de
los fundentes, resolutivos &c. (V. el articulo correspondiente.)
2. Estrabismo vulgar. Así se llama el que proviene del abuso
ya insinuado de colocar á los niños en mala situación respecto de la
luz. Es muy fácil precaver esta especie , y para curarla inventó Ce-
lio Aureliano una carántula con dos pequeños agujeros correspon-
dientes al centro de la vista para recibir directamente los rayos lu-
minosos. También es útil hacer á los niños que miren de frente á
un espejo.
3. Estrabismo de Buffon. Tomó el nombre de su inventor esta
especie, que depende de la debilidad de uno de los ojos, y de la
distancia del objeto desigual con respecto á la actividad de ambos.
Esta debilidad puede ser constitucional, y entonces es casi incura-
ble, ú originada de una parálisis ó de un insulto epiléptico. [V. la
historia y curación de estas enfermedades.) Las variedades del
estrabismo son de la misma dirección viciada de la vista, y por tanto
se divide en convergente , divergente y de desigual altura quando un
ojo mira arriba y otro abaxo.
4. Estrabismo espasmódico. Es el que resulta de la convul-
sión de algún músculo de uno ó de los dos ojos , producida por una
eclampsia ó otra simple convulsión precedente; de suerte que aquel
músculo pierde su movilidad , y queda el ojo en un estado de rigi-
dez. ( V. su curación en la contractura.)
5. Estrabismo por parálisis. Si uno de los músculos rectos
queda lánguido y relaxado por una parálisis, una herida, una úlce-
ra , ó qualquiera otra causa , entonces el antagonista convulso per-
manece inmoble, como sucede con la boca en la hemiplegia, ó ata-
ca la parálisis á todo el ojo, y en tal caso está inmóvil y fixo. Se dis-
tingue este estrabismo del espasmódico en que el ojo puede volverse
fácilmente hácia el músculo relaxado. Su curación es la misma que
en la parálisis.
6. Estrabismo catarral. El que resulta de una congestión do-
lorírica catarrosa ú otra semejante en uno de los músculos , que le im-
pide su movimiento. Los fomentos resolutivos y anodinos , los vexi-
ga torios pequeños en las partes inmediatas, como detras de la oreja
6
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ó las sienes, y en los sugetos pictóricos las sangrías son los remedios
mas oportunos y eficaces. (V. catarral )
7. Estrabismo sintomático. En esta especie el oj ) est.i vuelto
hácia arriba: se observa en la declinación de las graves enfermeda-
des, y sobreviene á los niños en la eclampsia, en el hidrocéfalo in-
terno, en las calenturas &c. poco antes de moiir. Solo será curable
siéndolo la enfermedad que le produce.
8. Estrabismo lagof taimas , vista de liebre. Es la retracción
constante del párpado superior hácia arriba, de modo que por aque-
lla parre está descubierto el ojo, aun durante el sueño, como se nota
en las liebres ; mas que una enfermedad es un vicio de conformación
ó de hábito.
9. Estrabismo de los miopes. Así se llaman los que ven dis-
tintamente solo los objetos cercanos, pero los distantes con mucha
confusión, ó en quienes es cortísima la extensión de la vista; de suer-
te que quando quieren ver algún objeto distintamente se le ponen
junto á un ojo , y así le miran en frente de la luz con uno solo obli-
qüamente para no quitársela, y el otro como inútil queda inmóvil.
(V. MIOPIA.)
10. Estrabismo equinoccial de Battel. Propio de los habi-
tantes de la parte septentrional de la Abisinia y de los Albinos ó
Negros- blancos; como que es un defecto dependiente del clima no
le consideramos aquí baxo un aspecto patológico.
11. Estrabismo caliginoso. Damos este nombre con Sauvages
al que padecen los que por algún vicio externo y sensible no pue-
den ver claramente los objetos. [V. enfermedades de ojos.)
12. Estrabismo cristalino. Esta especie pende de la disloca-
ción del cristalino, ó por hallarse este situado obliqüamente hácia la
pupila; pero Sauvages sospecha que sea imaginaria.
Genero ii. Trismo.
Es la convulsión tónica ó clónica de la mandíbula inferior. Por
lo común es síntoma de otras enfermedades , como de la epilepsia,
del tétano &c. , y en ella se convelen los músculos maseteros y ero-
tafites, los pterigoideos internos y externos , y los digástricos. Con-
viene tener presente que los nervios destinados á estas partes son los
maxilares superiores é inferiores ramos del quinto par, y los peque-
ños simpáticos que vienen del séptimo par: los ocho músculos que
elevan la mandíbula son mucho mas fuertes que los dos digástricos,
y así su elasticidad sola basta para contraerlos y cerrar la boca , co-
mo se advierte en el síncope, en el caro y en la apoplegía. Quando
permanecen contraidos constituyen un espasmo tónico, y si se agi-
tan al mismo tiempo clónico; pero no por eso debe dividirse en dos
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géneros. Es necesario conocer la causa que le produce , en cuya des-
trucción principalmente está cifrada su curación metódica. Este gé-
nero consta de diez y nueve especies.
X. Trismo de los recien nacidos. En algunas provincias de Es-
paña le llaman barretas. Hablan de él Heister, Hofer y Cleghorn,
que le observó en Menorca. Acomete por lo común en el invierno, y
en una temperatura húmeda, desde el dia tercero hasta el doce del
nacimiento ; y quanto mas pronto se manifiesta es mas peligroso , aun-
que siempre es muy difícil de curar. Se anuncia con los síntomas si-
guientes: lloran las criaturas con dificultad, su boca se cierra, que-
dando las quixadas separadas como dos líneas, y no pudiendo apar-
tarse mas sin exponerse á fracturarlas: los labios apénas se mueven,
aunque pueden tragar los líquidos contenidos en la boca; imposibi-
lidad de tragar; estreñimiento é inflamación de vientre; el pulso
parece sano en los dos primeros dias; y muchas veces termina con
la muerte , aun en los mas robustos, sin variar nada de los síntomas.
Alguna vez sobreviene el tétano, y no por eso es el mal mas grave:
el músculo quadrado del lado inferior se pone sumamente duro ; si
pasa del quinto dia puede darse un pronóstico favorable.
La curación consiste en moderar la violencia del espasmo por
medio de los antiespasmódicos y corroborantes; en limpiar las pri-
meras vias , si resulta ó está acompañado el trismo , como sucede
con freqüencia, de una indigestión , con un agua ligeramente emeti-
zada, el xarabe de chicorias con ruibarbo y magnesia, las lavativas
y calas caseras, y en fin en sostener sus fuerzas vitales, dándole la
leche aguada y azucarada á cucharadas, ó las papillas acomodadas
á su naturaleza y edad. Exteriormente pueden aplicarse las unturas
del xaboncillo amoniacal, ó del bálsamo tranquilo con láudano y
tintura de cantáridas. Alguna vez ha acometido esta enfermedad á
los adultos, como se lee en las Actas helvéticas , tomo i.
2. Trismo traumático. Proviene de las heridas de los músculos
de la mandíbula, de la aponeurosis del crotafites, de la puntura de
los nervios, que en este parage son muy numerosos, de la aplicación
de los agentes irritantes , de la ligadura y compresión de los ner-
vios &c. En eitos casos , si existe una substancia irritante , es menes-
ter extraerla ó neutralizarla prontamente: si hay puntura del nervio,
cortarle del todo; y si la causa es una simple herida, debe recurrirse
á los auxilios que ofrece la Cirugía , cuidando de precaver ó mode-
rar sus accidentes. En qualquiera caso es útil usar al mismo tiempo
de los antiespasmódicos, y con preferencia del opio.
3. Trismo infamatorio. Es resultado de una inflamación de
los músculos de la mandíbula ó de las agallas. Entonces siendo esta
verdadera y legítima, conviene el plan antiflogístico general y local.
4. Tétano escorbútico , rigidez de las mexillas. Es una rigidez
ESP
de los tendones y ligamentos que unen en su articulación á la man-
díbula inferior, que se observa alguna vez, aunque rara, en los es-
corbúticos, y excita mayor dolor al bostezar, y en la masticación:
se cura como la contractura escorbútica. ( V. esta especie.)
5. Trismo verminoso. Es muy freqüente durante el sueño, y
viene acompañado del rechino de dientes por la convulsión de los
músculos pterigoideos, originada de la irritación que causan las lom-
brices en las túnicas d¿l estómago, y se propaga al esófago y par-
tes circunvecinas. Los remedios mas oportunos contra esta especie
de trismo son los antihelmínticos.
6. Trismo caballar. Pertenece á la Medicina Veterinaria, aun-
que Sauvages le coloca en su Nosología.
7. Trismo crepitante. Es el que se observa con el temblor en
la invasión de las calenturas intermitentes. (V. este artículo.')
8. Trismo hipocondriaco. Sauvages establece esta especie, fun-
dada en la observación de un sugeto que desde niño le rechinaban
los dientes estando durmiendo , sin habérsele seguido otro daño que
el desgastarse la dentadura. Puede reducirse á ella la contorsión in-
voluntaria producida por el hábito de los músculos que mueven las
mexillas , los ojos y la mandíbula.
9. Trismo artrítico , 6 gota de los dientes , de Strobelverg. Es
una dificultad muy grande y dolorosa de abrir la boca , á causa de
la rigidez del músculo crotafites ó masetero , que dura algunos me-
ses, con un ptialismo abundante, desvelo y continua agitación de
los músculos inmediatos. Se cura con los calmantes , los vexigatorios
á la nuca, y las unturas antiesp3smódicas.
10. Trismo febril. Rechino de dientes en las enfermedades agu-
das y en los delirios : es síntoma muy funesto según Hipócrates.
(V. CALENTURA.)
11. Trismo capristrato. Es la imposibilidad de separar la man-
díbula inferior de la superior por haberse adherido la parte interior
de las mexillas á las encías. Por lo común se verifica á conseqüencia
de un ptialismo mercurial muy copioso, © de úlceras ; y su curación
exige una operación quirúrgica para cortar y separar las adherencias,
poniendo después en medio lechinos cada vez mas gruesos , y al fin
unas planchuelas de plomo ó de box.
12. Trismo occipital. André vió un clérigo atormentado mu-
cho tiempo de dolores y convulsiones en la cabeza, cuello y hom-
bros , de que se alivió con la aplicación de un cauterio á la nuca ; y
en este caso funda la especie Sauvages.
13. Trismo maxilar. Funda Sauvages esta especie en una ob-
servación de André. Un hombre padecía , habia ya quince años , un
dolor atroz de la mandíbula inferior dia y noche , hasta ponerse de-
lirante, ni podia mascar ni tener quietud; hacia horribles contorsio-
nes al tragar los alimentos. Tenia continuamente afirmada la barba
contra un cuerpo duro sin poder hablar ni ocuparle en sus nego-
cios. Los paroxismos empezaban con dolores y quejidos , y termi-
naban con acentos compasados interrumpidos, respiración acelerada
por la nariz., con extensión y distensión de esta, de los labios, de
la boca y de toda la cara , pareciéndole que le arrancaban la sien y
el parietal del mismo lado siniestro. La lesión era del nervio maxi-
lar superior, al que no podia tocarse sino en el agujero barbado;
pero al fin se destruyó con un cáustico, y sanó el paciente.
14. Trismo dolorífico. Es una dificultad grande y muy dolorosa
de abrir ó cerrar la boca con copioso ptialismo , vigilia , una agi-
tación continua , y convulsión de los músculos inmediatos. ( V. las
observaciones de Andró.) Parece que el estímulo que produce esta
especie de trismo es constantemente el vicio reumático , y de con-
siguiente en su artículo respectivo debe buscarse su curación.
15. Trismo catarral. También establece Sauvages esta especie
en una observación particular. Su causa es sin duda la supresión de
la transpiración ocasionada por una atmósfera húmeda y fría , y por
lo mismo, en promoverla está cifrada su curación.
16. Trismo cínico , 6 espasmo cínico de Bontio. En esta espe-
cie se retraen los labios hácia uno ó hácia ambos oidos, los ojos y el
rostro se ponen encendidos ó cárdenos, rechinan los dientes, mor-
mullan los enfermos confusamente como si su voz saliese de un sub-
terráneo, y no pueden tragar. El vulgo suele tenerlos por en-
demoniados; y se curan con los sudoríficos, con los polvos de
Dower, ó una combinación del opio con el tártaro emético, con
la aplicación de cantáridas á la nuca , con los eméticos , con enemas
irritantes; en fin, procurando aumentar la sensibilidad é irritabilidad
en partes distantes , calmándolas en la afectada , y mudando su
estado y acción.
17. Trismo cinogeles. Debe reducirse al trismo 6 espasmo cí-
nico, con cuyo nombre le designan los autores, y es el que resulta
del conato que hace la naturaleza para deprimir el diafragma en los
esfuerzos del parto, en la evacuación loquial &c.
18. Trismo sardónico , gelos sardónicos de los griegos: es-
pasmo sardónico , sardiasis de Linneo: risa sardónica. Sus sín-
tomas son delirio, cardialgia y vómito, y los pacientes mueren
riéndose. Proviene del uso del ranúnculo scelerato de Linneo , ó
yerba sardonia de Dioscórides, del acónito; aunque también se ob-
serva en ciertas calenturas nerviosas: sin duda en esta especie hay-
una convulsión del diafragma. Su curación consiste en evacuar ei
veneno, ó neutralizarle por medio de los eméticos, de los embotan-
tes &c. , ó se comprehende en el método curativo general quando
es síntoma en las calenturas agudas.
TOMO IV. »
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ESP
19. Trismo diastrofe. Así se llama la torcedura de la boca,
que anuncia ó resulta de una hemiplegia. El músculo cigomático y
buccinador del lado sano, trae hacia sí la boca, y la mantiene retraí-
da de aquel lado. ( Para su curación V. el articulo hemiplegia.)
Género ni. Obstipicidad , cuello torcido, loxoi de los griegos t
torticoli de los franceses.
La cabeza se mantiene levantada y movible al arbitrio de la vo-
luntad por el equilibrio de fuerzas opuestas. Á la parte posterior la
llevan los músculos erectores ó extensores, á saber, el esplenio, el
complexo, y á los lados los laterales ó externo- mastoideos , cuya
acción favorecen los mastoideos laterales mayor y menor , el recto,
el obliqüo superior, el recto anterior largo y corto, y el primer
transverso anterior, que se atan desde las vertebras del cuello á la
cabeza , y á estos ayudan también otros que se atan desde las verte-
bras del cuello á otras como el segundo transverso anterior, el
obliqüo inferior, el sacro lumbar &c. Contraidos pues los laterales
del lado derecho, se doblan hacia él la cabeza y el cuello, y por el
contrario relaxados estos cae hácia el izquierdo. La cabeza se incli-
na adelante por su propio peso. Estas diferencias constituyen dife-
rentes especies.
1. Obstipicidad negativa 6 renuente. Es aquella en que que-
da la cara exteriormente vuelta hácia el hombro por la fuerza exce-
siva de los músculos laterales, á saber, los esterno-cleid; -m istoideos
de cada lado, y los posteriores. También suele verificarse por estar
estos paralíticos. Con arreglo á estas condiciones debe prescribirse
el plan curativo.
2. Obstipicidad concesiva ó anuente. Es aquella en que la ca-
beza se inclina á la parte anterior recta ú obliqüamente , permane-
ciendo en esta posición por la relaxacion de los músculos posterio-
res. Convienen contra esta los fomentos aromáticos espirituosos,
los calmantes y antiespasmódicos, los frotes con xaboncillo amonia-
cal, y tintura de cantáridas &c.
3. Obstipicidad catarral. Es aquella en que duelen y se hin-
chan ligeramente, quedando inmobles, los órganos destinados á mo-
ver el cuello por la impresión del frió estando el cuerpo caliente.
Por tanto suelen acompañarla el romadizo, la tos y los afectos an-
ginosos. Para su curación se prescribirá una dieta moderada, usando
algunas unturas anodinas y resolutivas, fomentos cálidos, bebidas
teiformes, y en general sudoríficas.
4. Obstipicidad gibosa. Es la que resulta de la configuración
viciosa de los huesos por un exóstose,una distorsión ó corvadura de
las vertebras del cuello, en cuyo caso se vuelve la cabeza y queda
ESP
1 1
inmoble hacia arriba , hacia abaxo ó á los lados: regularmente es
incurable.
5. Übstipicidad lateral. En las consultas de Boerhaave, p. 220,
se halla un caso de esta especie, en que habia una contracción espas-
módica del músculo externo-cleido-mastoideo derecho. Entre los
remedios que Boerhaave prescribió se cuentan los riegos de agua
caliente por espacio de seis semanas dos veces al dia, y por el tiem-
po de siete minutos; unturas de ungüento de altea compuesto ; frie-
gas secas en el músculo antagonista &c: mas útiles nos parecen las
unturas del bálsamo tranquilo con láudano, y los vexigatorios en
el músculo del lado opuesto.
6. Obstipiiidad espasmódica. Sauvages cita un caso en que
funda esta especie, y en que habia un movimiento de la cabeza es-
pasmódica, alternativa á ambos lados. Su causa parecía ser la dema-
siada intensión en el estudio. Sauvages prescribió con suceso los fo-
mentos emolientes á la nuca, los calmantes, la leche de burra, los
baños caseros &c.
Género iv. Contrac tur a , anquilose.
Es la inmovilidad de miembros, como en los brazos ó piernas,
por la rigidez de las partes: sobreviene lentamente, ó por lo ménos
permanece con bastante constancia. Se diferencia por la rigidez de
los tendones y ligamentos de la anquilose, porque en esta solo están
inmobles los huesos cerca de las articulaciones, y de los espasmos le-
gítimos en que la contractura es duradera, y no sobreviene repen-
tinamente sino con lentitud. Este género consta de diez especies.
1. Contractura hipocondriaca de Bonet. Es síntoma de la me-
lancolía, en que hay rigidez, estupor y hormigueo de las extremi-
dades. Su curación esta cifrada en la de la enfermedad principal.
2. Contractura dolorífica. Es bien notorio que de resultas de
una gota inveterada ó de un reumatismo se contraen y tuercen las
articulaciones de las extremidades , quedándose inmobles, y al mis-
mo tiempo doloridas ó adormecidas con debilidad de la parte. Esta
especie exige para su curación los fomentos, los baños de aguas ter-
males sulfúreas, y la electrización.
3. Contractura escorbútica. Es común entre los marineros, en
quienes se endurecen y ponen rígidos los tendones de las corvas: á
veces se extiende el mal á todas las articulaciones, ó viene acompa-
ñado de dolor é hinchazón de las rodillas en el segundo período del
escorbuto, por lo que se asemeja á \z gonagra. (V- la curación del
escorbuto en el artículo correspondiente .)
4. Contracción paralítica. En la parálisis inveterada y fomen-
tada por el reumatismo, y que á la verdad es freqüente , se contraen
12
ESP
las manos, los dedos, las muñecas y los codos, poniéndose rígi-
dos los músculos flexores. Algunas veces en esta especie se conserva
el sentido de las partes, y se pierde su movimiento y flexibilidad. El
uso continuado del baño eléctrico y al fin las conmociones es el re-
medio mas oportuno.
5. Contractura raquidlgica. Es la que sobreviene en los cóli-
cos metálicos. (V. esta enfermedad en su respectivo articulo.)
6. Contractura Bohémica. Es la que resulta del uso de un vino
austero hecho con fruta aun no bien madura, la qual es freqüente
en el Austria. Los remedios principales son los diluentes combinados
con los álcalis fixos; por exemplo, doce gotas del aceyte de tártaro
por deliquio en quatro onzas de agua. También son útiles las aguas
minerales que contienen bastante cantidad de sales alcalinas.
7. Contractura artrítica. Es una variedad de la dolorífica.
8. Contractura catarral. (V. catarro.)
9. Contractura anquilose. ( V. el artículo anquilose. ) Debe
comprehenderse en ella como una variedad la sifilítica.
10. Contractura espasmódica. Es un afecto nervioso semejan-
te al calambre, pero mas duradero y pertinaz, que acompaña á la
convulsión llamada rafania común en la Suecia, y á la necrosis
combustiva y epidémica. En ambos casos viene con estupor y una
sensación de ardor , estando exteriormente cárdena y fria la parte,
y si se aplican fomentos cálidos es mas atroz el dolor. ( V. los artí-
culos CONVULSION^ NECROSIS.)
Género v. Calambre , espasmo Jlatulento de los autores , cramp
Áe los ingleses , cranchio de los italianos , rampe de los alemanesy
y cramjpe de los franceses.
Es la rigidez de un músculo, que de repente acomete y des-
aparece , por lo común , con dolor atroz en los miembros ó en el
cuello. Este género consta de dos solas especies.
1. Calambre idiopdtico. Es el que ataca repentinamente los
músculos de la pantorrilla , de la pierna, ú otros, ya sea en un baño
frió, ó estando expuestos al fresco de la noche, ó por una posición
viciosa del mú-culo. Acomete igualmente á los músculos digástricos,
quando se expone el cuello desnudo á las mismas causas. En la des-
trucción de estas contracciones vehementes consiste la curación.
2. Calambre simpático. Es el que resulta del cólera-morbo, y
ataca principalmente la pantorrilla con fuerte distensión de la tibia,
y dolor intolerable , que les hace prorumpir en gritos, y se aumen-
ta siempre que viene el vómito. El mejor remedio es el opto y la
bebida de agua de nieve.
ESP
*3
Género vi. Priapismo.
Es una enfermedad breve, cuyo principal síntoma es la erección
molesta y sin placer del miembro viril. Por esta circunstancia de
faltar el apetito venéreo se distingue de la satiriasis. Este género
consta de quatro especies.
1. Priapismo disúrico. Á la disuria calculosa acompaña con
freqüencia una erección del miembro dolorosa, con la particularidad
de que no se hincha como en la erección de placer , sino que se pone
rígido, y se endurece sin aumentar su volumen. Ademas no se in-
clina hácia arriba sino hacia abaxo, y hay un fuerte dolor en la ex-
tremidad de la glande, que parece ser la única que se hincha. Se cu-
ra destruyendo la enfermedad que le origina. (V. disuria.)
2. Priapismo gonorraico. Es el que se observa en las gonor-
reas recientes , desagradable y doloroso , en que el miembro se encor-
va por lo común , y por lo mismo se llaman de garabatillo en espa-
ñol. (V. este artículo.)
^ 3. Priapismo producido por el frió. Sauvages funda esta espe-
cie en un caso particular ; debe curarse dando fricciones al miembro
con nieve.
4. Pritpismo producido por cantáridas. Del uso interior de
las cantáridas íesultan disuria, hematuria, un priapismo doloroso, y
convulsión de varias partes , según la dosis del veneno y la sensibi-
lidad del individuo. Á esta terrible dolencia se exponen los liberti-
nos que buscan medios para excitar su potencia ya amortiguada con
sus excesos. Convienen contra esta especie los calmantes; pero sobre
todos el alcanfor como específico en dosis repetidas de seis, ocho ó
mas granos. (V. cantáridas.)
Se observa en los ahorcados una tensión del miembro , que sin
duda nace de la retención de la sangre acumulada en el cuerpo ca-
vernoso por la contracción espasmódica de la raiz del miembro.
Orden segundo. Espasmos generales tónicos.
Son aquellos que afectan los miembros y el tronco, 6 en que casi
todo el cuerpo se mantiene rígido é inmoble.
Género vii. Tétano.
Es una enfermedad aguda , que consiste en la rigidez de todo el
cuerpo , acompañada por lo común de dificultad en la respiración,
conservándose ilesos los sentidos.
Los síntomas generales que aparecen en el principio son bostezos
14 ESP
y dolores, que según la especie de tétanos afectan ciertas partes co-
rno la cabeza, la parte posterior de la boca, un lado del pecho , la
región epigástrica, el abdomen, la región lumbar ó las extremida-
des; unas veces hay ptialismo , síncope, y temblor de los miembros;
otras tensiones en los músculos, risa sardónica, contracciones de la
mandíbula inferior, y deglución difícil ó imposible.
Quando ya se ha manifestado el tétano, hay rigidez é inmovili-
dad del tronco y de los miembros, como si todo se hubiese endure-
cido, ó bien se encorva en diferentes direcciones. El color del ros-
tro unas veces es pálido y otras encendido, y los ojos están lagri-
mosos, clavados y convulsivos. Hay tensión en el abdomen, con-
tracciones fuertes y permanentes de los músculos agregándose á veces
un temblor muscular , y vibración de los tendones. Los dolores
algunas veces son agudísimos, que hacen prorumpir á los pacientes
en gritos descompasados: tienen ensueños pertinaces; el pensamien-
to y las sensaciones están unas veces libres, y otras hay perturba-
ción en las ideas , delirio y enagenacion completa del alma , y ma-
yor (5 menor lesión de la voz, igualmente que de la digestión y res-
piración.
En la declinación sobreviene una especie de comezón ú hormi-
gueo en la espina dorsal, y se siente como un líquido que fluye des-
de las espaldas hasta el hueso sacro, cesando sucesivamente y por
grados los síntomas.
Las diversas causas del tétano son las fuertes afecciones del alma,
ciertos alimentos, venenos, lombrices intestinales , evacuaciones
abundantes, metástasis, calenturas, dislocaciones, heridas, é irrita-
ción de algunos nervios. Se conoce fácilmente quan varia deberá ser
la curación s^gun la diversidad de estas causas.
Sin embargo se ha logrado generalmente un feliz éxito con el
uso délos antiespasmódicos y sudoríficos , de la quina, almizcle,
alcanfor, castor, opio y mercurio. Wenceslao Trunka refiere la cu-
ración de un tétano por medio de un enfisema artificial. Este género
consta de trece especies.
i. Tétano tónico. En esta especie todo el cuerpo desde la cabeza
á los pies está recto y rígido como una estatua, el semblante muy en-
cendido, los ojos prominentes, la respiración fuerte y freqüente, el
pulso febril y lleno , el calor intenso , y después sobreviene un sudor
con que todos los síntomas remiten, y termina en el espacio de sie-
te dias. Se cura con las sangrías repetidas, principalmente si el suge-
to es pletórico, con baños tibios, y el uso también de algunos an-
tiespasmódicos.
"2. Tétano emprostotonos 6 anterior. Es común entre los indios
y en él se dobla el cuerpo hácia la parte anterior, clavándose lá
•barba en el pecho. Ademas de los síntomas generales le acompañan
ESP , 5
la risa sardónica, rechino de dientes, un murmullo sordo, ronquera,
y aigunas veces una ligera disuria; de suerte que entre los indios se
tienen por demoniacos. Se cura con los opiados, ligaduras en los
miembros, fricciones espirituosas, ventosas y enemas irritantes.
3. Tétano opistotónico , raptus posterganeus de Celio Aure-
liano. Esta especie se distingue por estar la cabeza doblada hácia
atrás: proviene regularmente del uso de ciertos venenos, como la
cicuta , y también se ha visto originada de una herida del tendón
de Aquiles. ( V. venenos.)
4. Tétano holotonico , pasmo de los peruanos. Es muy común
en ciertos parages de América, de resultas de haberse expuesto,
después de acalorado el cuerpo, repentinamente al ayre húmedo y
frió. Su curación se comprehende en la de la clase.
5. Tétano indiano. A la misma especie debe reducirse el té tana
indiano de Sauvages emprostotónico ú opistotónico endémico en la
América, que dexando ilesas las partes vitales y naturales, quita la
vida muy en breve entre terribles tormentos, sin que los infelices
pacientes puedan tragar nada sólido ni líquido. Sus miradas son fe-
roces, particularmente si les sobreviene el espasmo cínico, el color
de su rostro verde obscuro , rechinan los dientes, murmullan y sue-
na su voz como si saliese de un subterráneo. La enfermedad aco-
mete repentinamente , de suerte que quedan rígidos como una esta-
tua. Se cura con sangrías en los que pueden tolerarlas, con friegas
y ligaduras fuertes, con unturas oleosas, antiespasmódicas , con la
aplicación de ventosas, eméticos, sudoríficos, enemas estimulantes,
baños y opio. Los ingleses usan con acierto y preferencia de estos
dos últimos remedios.
6. Tétano lateral. Fernelio refiere un caso de esta especie en que
el mal aparecía anualmente solo en el invierno , y dos ó tres veces al
dia; y quando llegaba á fixarse en la pierna ó brazo de un lado , se
contraían estos miembros de modo que no bastaba fuerza alguna
para extenderlos.
7. Tétano sifilítico. Suele observarse con freqüencia esta espe-
cie de resultas de la supresión de una gonorrea por la intempestiva
aplicación de remedios astringentes, y casi siempre quando las cau-
sas generales del tétano recaen en un sugeto atacado del virus ve-
néreo. Su curación se cifra en el uso de los mercuriales.
8. Tétano verminoso. En la inspección anatómica de algunos
cadáveres de los que han fallecido de tétano se ha hallado una mul-
titud de lombrices en los intestinos, que sin duda eran causa de esta
enfermedad. En este caso convienen los antihelmínticos. [Véase
lombrices)
9 Tétano hemiplégico. Especie rara en que una mitad del cuer-
po está rígida y dolorida , y la otra paralítica é insensible , con ca-
16 ESP
lentura aguda, delirio &c. Se cree que proviene de un absceso en
el cerebro.
iü. Tétano febricoso. Tal es quando acompaña como un sínto-
ma á las accesiones de una calentura intermitente, por cuya razón se
cura con la quina ú otros medicamentos semejantes. [Véase ca-
lentura.)
11. Tétano traumático. Es el que se sigue á la herida o pun-
tura del tendón de Aquiles: su curación debe buscarse en el artícu-
lo correspondiente de Cirugía. (V. heridas.)
12. Tétano histérico. Es una variedad del epistotono que se ob-
serva en ciertas mugeres histéricas, y acomete por períodos. Es ne-
cesario para curarle recurrir á los antihistéricos.
13. Tétano maravilloso. Debiera considerarse como una varie-
dad , puesto que Sauvages forma esta especie por el caso particular
y raro de una muchacha delirante y cataléptica , que en contradi-
eiéndola á su delirio , ó pronunciando la voz peluca , se convelía y
ponia -tetánica. (V. los artículos catalepsis delirante y CA-
TALEPSIS HISTERICA..)
Género Yin. Catoco de Galeno.
Pudiera considerarse esta enfermedad como una variedad del
tétano , pues La historia de sus síntomas es la misma ; pero se distingue
de él en que el catoco es crónico , y no le acompaña aquella vio-
lenta agitación del pecho y dificultad de respirar que es considera-
ble en el tétano. Este género consta de seis especies.
r. Catoco holotonico. Se diferencia esta especie del tétano , por
la inmovilidad del pecho, y del éxtasis y la catalepsis por la infle-
xíbilidad del cuerpo. Galeno fué el primero que le observó en un
condiscípulo suyo.
2. Catóco cervino de los veterinarios. Esta especie es propia
de los caballos y ciervos , caracterizada por la dureza extraordinaria
de la piel, palpitación de corazón y continuo girar de los ojos; pero
puede tener lugar en nuestras Nosologías por haberse observado al-
guna vez en la especie humana 9 como lo manifiesta el caso que en la
suya refiere Sauvages. Se curó á los treinta dias con las cataplasmas
calientes de estiércol de caballo aplicadas á las mandíbulas , con ei
uso interior de una mixtura hecha con el espíritu de sal amoniaco , y
friegas al espinazo con aceyte de verbasco y espíritu de sal amoniaco.
3. Catoco cutáneo es aquel en que toda la piel del cuello y ca-
ra se endurece como un cuero seco. Se cura con los baños tibios y
de vapor , y el mercurio en fricciones.
El catoco somniculoso , el histérico y el frenético de Galeno
pertenecen los dos primeros al caro y el tercero á la tifomanía: el
ESP 17
verminoso de Schenck era sin duda un tétano 6 una catalepsís.
4. Catóco escorbiílico. Es el que viene complicado ó acom paña-
do de los síntomas del escorbuto, y por consiguiente se cura con los
antiescorbúticos. ( Véase artritis escorbútica y raquialgia
ESCORBÚTICA. )
5. Catóco porcino. Un niño monstruoso, dice Sauvages para
distinguir esta especie, tenia la piel parecida á la de un cochinillo
tostado, amarilla, sonaba tocándola, y estaba hendida en algu-
nos parages. (V. la Colección Académica , tomo iu f observa-
cion 61. )
6. Catóco diaris. Se funda esta especie en el caso de una mu-
ger melancólica, que se halla en el Diario de Medicina año de 1755,
la qual todos los dias se ponia soporosa , rígida é inmóvil, desde salir
el sol hasta la tarde, en cuya época le sobrevenían convulsiones, llo-
raba , deponia el vientre , tomaba alimento , y velaba toda la noche,
para caer al dia siguiente en un nuevo paroxismo; por lo que se la
llamó la marmota de Fldndes.
Orden tercero. Espasmos clónicos parciales.
En estos se observa una contracción y relaxacion alternativas de
una parte determinada. Parece sin duda que el estímulo obra enton-
ces sobre la irritabilidad por intervalos manifiestos. A veces se con-
funden con los movimientos naturales de los niños, de los deliran-
tes, de los rabiosos y de los frenéticos, si no se atiende al motivo
que los determina.
Género ix. Nystagmo.
Es un movimiento alternativo del ojo , de los párpados y aun
del iris, ó un temblor de los ojos. Este genero consta de solas tres
especies.
X. Nystagmo epiléptico. Se ha observado en algunos ataques
epilépticos una convulsión de solas las pestañas. En este caso se cu-
ra como la enfermedad principal.
2. Nystagmo del bulbo del ojo. Ataca no los párpados , sino el
mismo bulbo del ojo , y aun produce una contracción y dilatación
continuas de la papila.
3. Nystagmo catarral. Consiste en los dolores espasmódicos pa-
sageros, pero vivos, en el globo del ojo, que repiten dos ó tres veces
al dia, y duran tres ó quatro horas. Se ha visto provenir del infarto
de la membrana pituitaria y de la congestión del moco en los senos,
que comprimia los nervios orbitarios. Por consiguiente se curará en
este caso promoviendo las secreciones de moco y saliva, moviendo
el vientre &c.
TOMO IV. C
iS
ESP
Género x. Carphologia.
Es un movimiento casi convulsivo de las manos, con que parece
que los enfermos quieren quitar hilachas de la ropa, coger moscas ó
pajitas, y puede reducirse al salto de tendones. La carphologia es ver-
daderamente espasmódica, ó depende de una alucinación de la vis-
ta. Como es siempre un síntoma en las enfermedades agudas , su cu-
ración se cifra en la general de la enfermedad primitiva. ( V. calen-
tura. ) Este género consta de tres especies.
1. Carphologia de los delirantes. Crocidismus de los autores.
Proviene ó de un vicio de la vista ó de una ansiedad peculiar de
las manos. Mas es una variedad que una especie.
2. Carphologia espasmódica : Salto de tendones. Es un movi-
miento trémulo de los dedos ó simplemente de los tendones, que
principalmente se manifiesta en el carpo. Es síntoma de la debilidad
nerviosa en las calenturas malignas , de funesto presagio por lo co-
mún. A veces anuncia el delirio , que se precave con la aplicación
de un gran vexigatorio á la nuca: los tónicos nerviosos antiespas-
módicos, como el almizcle, el alcanfor, el licor anodino mineral y
el láudano le moderan.
3. Carphologia simple. Es común en las histéricas, en los hipo-
condriacos y gotosos; y entonces no es un sistema peligroso.
Género xr. Pandicidatio , estiramiento, scordinoma
de Hipócrates.
Es un síntoma leve, que consiste en la distensión violenta de mu-
chos miembros , ó de muchos sucesivamente , por lo común con bos-
tezos. Parece que este movimiento depende en parte de la volun-
tad y en parte de la naturaleza, y que sirve para excitar la trans-
piración , sacudir el entorpecimiento , y disponer los músculos á
obrar. Tres solas especies forma este género.
1. Estiramiento de los perezosos. Debe excluirse este de una
nosología patológica , puesto que por ningún aspecto puede mirarse
como una enfermedad,
2. Estiramiento febril. Sobreviene en la invasión de las calen-
turas intermitentes, y viene á ser casi una señal característica de
ellas. ( V. calenturas. )
3. Estiramiento histérico. Acompaña á los paroxismos histéri-
cos. (V. HISTÉRICO.)
Género xii. Apomytósis.
Es un sacudimiento lateral , espasmódico y casi trémulo de la ca-
ESP j 9
baza, con resoplido y agitación del tronco. En los brutos es real-
mente una enfermedad ; pero en la especie humana es un movimien-
to natural análogo al estornudo.
Genero xiii. Convulsión: espasmo de los griegos.
Es un movimiento espasmódico, crónico, agudo ó pronto en los
miembros , quedando libre en el paroxismo el exercicio de las funcio-
nes del alma. Se diferencia pues de la epilepsia y eclampsia por esta
última circunstancia: del histerismo, porque la convulsión no es ha-
bitual ó crónica, del estiramiento y apomytosis por ser involuntaria,
y de los demás movimientos convulsivos parciales, porque en ella
son los miembros los que se convelen. Se cura con arreglo á la cau-
sa que la produce. Este género consta de diez y seis especies.
1. Convulsión por inanición. Es la que proviene de resultas de
las evacuaciones excesivas y de algunas enfermedades agudas graves,
en que los enfermos están aniquilados. Se cura con los buenos ali-
mentos arreglados al estado del paciente , los tónicos &c.
2. Convulsión por la puntura de un nervio. Es la que resulta
de la puntura de un nervio, de un tendón, de una aponeurosis ó de
una membrana. Quando se punza en una sangría del brazo la apo-
neurosis ó el tendón del biceps no se siente el dolor al instante en la
herida, sino doce horas después de la sangría, y no en el parage
mismo de la puntura , sino mas arriba, donde se fixa y se aviva al
extender el brazo: en la parte ofendida se presenta un tumor co-
mo una avellana , dolorífico , y sale cierto humor ¡coroso. La cura-
ción consiste principalmente en completar la sección del nervio,
quando no ha bastado el uso del aceyte de trementina , echando al-
gunas gotas de él en la puntura. (K heridas.)
3. Convulsión febril. ( V. la sintomatologi a febril en el artí-
culo CALENTURA. )
4. Convulsión por un golpe en la cabeza. Es la que se sigue á
un golpe, á una contusión, herida ó conmoción de diversas partes
de la cabeza. En los cadáveres se han hallado por esta causa derra-
mes de pus, sanies ó suero, el plexo coroides lleno de sangre, la
pia-madre inflamada &c. Según la diversidad de causas está indica-
da la operación del trépano , ó la aplicación de un gorro de cantá-
ridas ó el uso de sangrías copiosas &c. (V. heridas de cabeza.)
y. Convulsión por hidrocéfalo. (V. este artículo.)
6. Convulsión nefrdlgica. Esta especie es consiguiente á la pre-
sencia de cálculos en los ríñones ó en los uréteres. Su curación no
puede ser mas que paliativa. (V. cálculos. )
7. Convulsión rafamia. Resulta de la planta venenosa llama-
da rábano silvestre , y es común entre los Suecos y Alemanes.
20
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8. Convulsión por usar de centeno con tizón. Viene á ser la mis-
ma que la anterior, pues solo se diferencia en la naturaleza del agen-
te que la produce.
9. Convulsión indiana. La impresión del frió en una herida 6
puntura produce en ciertos parages de América , y principalmente
en la isla de Borbon, una convulsión, que empieza por calambres
en la parte afecta; y se cura con los sudoríficos cordiales, friegas se-
cas , ligaduras , y con la cauterización de la herida.
10. Convulsión del abdomen. Sauvages señala esta especie por
haberla observado en un sugeto, que se curó inmediatamente con una
evacuación de sangre hemorroidal y el uso de los anodinos.
11. Convulsión universal. Se distingue por una agitación con-
tinua violenta de todas las partes del cuerpo , y de cada una de por
sí , de dia y de noche, conservándose ilesas las funciones del alma.
Su curación debe establecerse con arreglo á la causa y disposición
del paciente.
12. Convulsión habitual. Se diferencia de la anterior solamente
en ser particular, como de un pie, de la cabeza &c. , y habitual; de
suerte que dura meses y años repitiendo todos los dias.
13. Convulsión por el onanismo. Resulta del detestable vicio
de la masturbación. La continencia, los buenos alimentos , los tóni-
cos y los baños frios son sus principales remedios. [V. onanismo.)
14. Convulsión de las preñadas. No se debe confundir con la
eclampsia que también padecen , porque la convulsión ni les ofusca
los sentidos, ni ocasiona el aborto, antes bien cesa al acercarse el
parto.
15. Convulsión hemitotonos. Es la que acomete solo en un lado.
Realmente es una variedad.
16. Convulsión intermitente. Es la que acomete en períodos de-
terminados y constantes. Igualmente puede mirarse como una variedad
de otras especies.
Género xiv. Temblor.
Es una agitación ligera de los miembros ó de la cabeza, en que
involuntariamente, aunque sin impedirse del todo el libre movimien-
to, tiemblan sin tener una sensación intensa de frío. En esto se dis-
tingue del rigor febril , y en que ademas no se contrae y arruga
repentinamente la piel. Se distingue igualmente de los demás espas-
mos en que cesa afirmando la parte trémula, y solo vuelve en que-
riendo moverla de nuevo. Este género consta de diez y nueve es-
pecies.
1. Temblor por debilidad. Es común á los convalecientes y á
los que hacen un exercici© activo hasta fatigarse no estando acostum-
brados: la quietud , el sueño y el alimento curan esta especie.
ESP
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2. Temblor senil. Es propio en los viejos , y siempre incu-
rable.
3. Temblor temulento (de Plater) y con mas propiedad vinoso.
Re alta del largo y excesivo uso de licores fermentados: también le
producen el op ; o, el beleño y otras substancias narcóticas. En este
caso se desvanece con el vinagre. Los que preparan el tabaco llegan
á padecer este mismo temblor.
4. Temblor por el abuso del café. Se manifiesta principalmente
en las manos, y en los estudiosos y melancólicos que han usado con
exceso del café. Cesa pues con la abstinencia de esta bebida, con el
uso de la leche y de condimentos picantes y salados.
5. Temblor metálico. Es propio de los que trabajan en las mi-
nas de plomo, azogue y otros metales, y en sus elaboraciones, con
el cuerpo desnudo, ó exponiéndose al ayre frió. Se cura, según
Haen, con la electricidad; y son no ménos útiles los sudoríficos y los
baños termales sulfúreos. (V. raquialgia. )
6. Temblor coacto ó violento. En esta especie sigue temblando
la parte aun quando se sostenga y afirme. Es un grado pequeño de
la convulsión , y por lo común la precede ó se sigue á ella. Su cura-
ción debe arreglarse á la causa que la produce.
7. Temblor vertiginoso. Esta especie está fundada en la histo-
ria de una epidemia , que refieren Bonet y otros autores en el año
de 1571 , en que al temblor acompañaban fuertes cefalalgias y vér-
tigos mortales en pocos dias. En la disección de los cadáveres se ha-
lló un gusano en el cerebro.
8. Temblor por hidrocéfalo. Suele sobrevenir á esta enferme-
dad ( V. el articulo hidrocéfalo. )
9. Temblor de tendones : salto ó sobresalto de tendones. Es
síntoma de las calenturas malignas, del frenesí y de otras enfermeda-
des agudas en que domina el carácter nervioso. (V. carphologia. )
10. Temblor escorbútico. Viene á ser el mismo que el me-
tálico.
11. Temblor paralytodes. Áeste acompañan la insensibilidad ó
la impotencia para el movimiento como á la parálisis, y se cura co-
mo esta. ( V. su artículo. )
12. Temblor saburral. Alguna vez se ha visto sobrevenir un
temblor universal á un aparato saburral de primeras vias. Por consi-
guiente se cura con los eméticos y purgantes.
13. Temblor por plétora. Se distingue por presentarse al mismo
tiempo todas las señales de plétora ; y por lo mismo se disipa con
las sangrías , dieta , porgantes suaves &c.
14. Temblor por pasiones de ánimo. La ira, el miedo, el gozo
excesivo y otras pasiones exaltadas producen un temblor, que la se-
renidad de la razón y á veces los calmantes hacen desaparecer.
22
ESP
if. Temblor Asturiano. ( V. la lepra elefantiasis.)
16. Temblor palpitante. Es el que se nota no en un miembro,
sino solo en uno de sus músculos y con cierta irregularidad en sus
movimientos. Parece que la causa de esta palpitación muscular es lo-
cal , esto es , existe en el mismo músculo. Los antiguos la atribuían á
la explosión de un flato, que al salir elevaba las partes. Es afecto
muy pasagero, y no debe confundirse con las pulsaciones de las ar-
terias ó de los aneurismas , ni con los movimientos de la respiración
en una parte del pecho ó del vientre, pues estos son siempre regu-
lares y ordenados.
17. Temblor traumático. Es el que viene de resultas de una
contusión de la cabeza, con cefalalgia y debilidad universal: una in-
cisión crucial en todo el parage contuso ó la aplicación de un gran
vexigatorio á la cabeza son los remedios mas eficaces en esta es-
pecie.
18. Temblor reumático. Es el que se manifiesta en una parte
atacada de dolores reumáticos. Cesa por lo común con la curación
de estos , mediante los remedios oportunos indicados en el artículo
REUMATISMO.
19. Temblor tifodes. Síntoma del tifo. (V. este artículo.)
Género xv. Palpitación. Palmos de los griegos: Cardiogmos
de Galeno , vulgarmente palpitación de corazón.
Es una contracción del corazón , que se executa con mas rapidez
y aun casi siempre con mas fuerza que lo acostumbrado. Alguna vez
late el corazón con tanta violencia contra lo interior de las costillas,
que produce un sonido considerable. Es efecto de causas muv di-
versas, á veces dependientes del estado de todo el sistema, y á ve-
ces puramente locales. Así su etiología debe buscarse en sus diversas
especies, que, según Sauvages, son quince.
X. Palpitación por aneurisma del corazón. (V. ANEURISMA.)
2. Palpitación por osificación del corazón. No se conoce re-
gularmente sino por la inspección de los cadáveres.
3. Palpitación calculosa. Otro tanto podemos decir de esta,
pues solo se funda en la observación de algunos autores , que halláron
cálculos en los corazones de sugetos que habían padecido palpi-
tación.
4. Palpitación trémula. Es un movimiento trémulo del cora-
zón y de todo el pecho, con pulso desigual é intermitente. Provie-
ne por lo común del aneurisma de las aurículas del corazón , 6 de
una dilatación notable de este, que ya no fiexa percibirse la palpita-
ción completa en el lado izquierdo, sino que ocupa todo el pecho.
De aquí la dificultad de respirar, y al fin el hidro tórax, la disfagia,
la náusea, la cardialgía, la tos, el esputo de sangre, ansiedad &c.
Es incurable.
5. Palpitación por pólipo. (V. este artículo.)
6. Palpitación poliposa. Esta presenta los síntomas de una ma-
yor congestión de sangre en el pulmón, como la disnea, el asma
sin tos , la hemoptisis , ademas de los signos propios de la especie
precedente.
7. Palpitación apostematosa. Su diagnóstico es tan difícil co-
mo el de las demás; y así solo se ha distinguido esta especie por ha-
berla padecido sugetos en cuyos cadáveres se halláron abscesos en el
corazón.
8. Palpitación por aneurisma de la aorta. ( V. el articulo
ANEURISMA.)
9. Palpitación por estrechez de la aorta. No solamente se ha
visto estrechada, sino también osificada esta gran arteria en suge-
tos hipocondriacos y vinosos que padeciéron freqüentes palpita-
ciones.
10. Palpitación por causa del páncreas. Se funda esta especie
en una observación de Storck. Á una muger de resultas de un vó-
mito violento le sobreviniéron (suprimiéndosele repentinamente la
menstruación) ansiedad en los hipocondrios , palpitación de corazón,
frió de las extremidades, pulsación en el epigastrio, y al menor es-
fuerzo deliquios ; apareció finalmente un tumor debaxo del estóma-
go , y todos los síntomas crecían en el tiempo de la menstruación.
En su cadáver se halló el páncreas hecho un saco , que contenia tre-
ce libras de sangre grumosa.
11. Palpitación artrítica. Parece que esta especie resulta de
suprimirse en parte el humor artrítico, retrocediendo al cora-
zón. Los medicamentos que sirven para llamar la artritis al sitio
correspondiente son los únicos que directamente curan esta palpi-
tación.
12. Palpitación clor ótica. Es síntoma regularmente de la clo-
rosis, y se cura como esta con las preparaciones del hierro. ( V. clo-
rosis. )
13. Palpitación histérica. Es la que acompaña al histerismo.
Cesa con el uso de qualquier bebida antihistérica ó con el mismo pa-
roxismo.
14. Palpitación melancólica. Se observa en los hipocondriacos
como un efecto de su excesiva sensibilidad é irritabilidad.
1 5 . Palpitación febricosa. Solo Storck señala esta especie como
síntoma de ciertas calenturas.
24 ESP
Genero xvt. Coxera. Balotes y coleta de los Griegos.
Cholma del Diccionario de Castel.
Es un modo vicioso de andar , en que el tronco á cada paso se
Inclina á esta ó la otra parte , moviendo una pierna irregularmente
y con dificultad. En esta dolencia el exe del cuerpo no cae como en
el estado natural, paralelo sobre el centro de gravedad, situado en
el pie que movemos hacia adelante. Se cura con arreglo á sus causas
diversas. Este género consta de siete especies.
1. Coxera por dolor. Los dolores ceática y artríticos, las he-
ridas , las contusiones , una inflamación , una erisipela , ó qualquier
otro afecto capaz de excitar ó aumentar el dolor al andar constitu-
yen esta especie. Por consiguiente cesa curado el dolor según sea su
naturaleza. (V. dolores. )
2. Coxera raquítica. Es la que se nota en los niños raquíticos
por la mala conformación de los huesos de las extremidades inferio-
res á causa de la raquitis. No poniendo á los niños á andar demasia-
do temprano, suele corregirse este vicio con la edad. (V. el artícu-
lo raquitis. )
3. Coxera por fractura. Proviene del dolor que ocasiona una
fractura reciente , ó de haber quedado mas corta la extremidad por
haberla reducido mal. (V. el artículo fractura.)
4. Coxera por dislocación. Resulta igualmente de las dislocacio-
nes recientes ó mal reducidas. (V. dislocación. )
5. Coxera por contractura. La contractnra de los tendones, co-
mo en la raquialgia, en la hemiplegia escorbútica, artrítica &c. , da
origen á esta coxera , que por lo común viene sin dolor, y suele cu-
rarse con el exercicio , los baños termales y de chorro , los vexiga-
torios &c.
6. Coxera de los mutilados. Es propia de aquellos á quienes se
ha amputado el muslo, la pierna ó el pie. Ultimamente se han inven-
tado excelentes máquinas, que imitan muy bien los movimientos na-
turales. (V. AMPUTACION.)
7. Coxera por debilidad. Sobreviene de resultas de la debili-
dad paralítica de una pierna, de la hemiplegia, y aun de la paraplegia
de ambas. En cada una de estas dolencias es muy diverso el mo-
do de andar, y así curan como la enfermedad que las produce.
Orden quarto. Espasmos clónicos universales , á los quales
deben añadirse algunas especies de convulsión y de temblor.
Siendo el cerebro el origen de todos los nervios , es verosímil
que exista en él el principio próximo de las enfermedades de este ór-
ESP 25
den. En los espasmos parciales por lo común la causa está fuera del
Cerebro, como en la palpitación , que reside en el corazón mismo.
Am no es extraño que en las enfermedades espasmódicas universales
haya lesión de ciertas funciones del alma, como sucede en la epilep-
sia , las quales subsisten intactas en las parciales.
Genero xvii. Rigor ¡ rhigos y price de los griegos^ horripilación
de los latinos , de speluz amiento.
"Es un sacudimiento trémulo violento de la cutis con sensación
de frió, por lo qual se diferencia del temblor, en que no es la piel
la que se coarruga y agita sino los miembros. Este género consta de
siete especies.
1. Rigor febril. Es el que regularmente principia las calenturas
con frió ó sin él, ó solo sensible al enfermo, conservando en lo ex-
terior su calor natural,© tal vez mayor. Suele dividirse en crítico y
morboso, según el dia en que sobreviene, y los efectos nocivos ó
saludables que á él se siguen. Las bebidas teiformes moderan este
6Íntoma. (V. el artículo calenturas.)
2. Rigor catarral. Precede y acompaña á las afecciones catar-
rales; acomete por intervalos ; se mitiga comprimiendo el aliento, y
no mudando de postura en la cama: comienza regularmente por la
espalda y espinazo, y á veces desde la nuca. Quando viene en la
invasión de una intermitente sencilla, se sigue á él un calor igual en
intensión, y termina con sudor; en las malignas apénas se sigue pire-
xia, ó á lo ménos es muy corta, y no siempre termina con sudor;
ero quando el rigor es puramente catarral no se sigue pirexia nóta-
le ni sudor. (V. catarral.)
3. Rigor supuratvrio. Después de una afección inflamatoria,
que pasa á supuración , sobrevienen y anuncian esta ciertos calofríos
anómalos que acometen por las tardes, y les suceden sudores leves
y calenturas. Balloni observó un rigor con temblor universal en un
enfermo , que tenia toda la sangre blanquecina como pus ó quilo.
4. Riqor por pasión de ánimo. Es análogo en todo al temblor
por pasión de ánimo descrito anteriormente. (V. este articulo.)
5. Rigor por frió. Acomete á los que están expuestos á la acción
del ayre en medio de la nieve, en el hielo &c. Se desvanece cubrien-
do el cuerpo con ceniza caliente, dándole friegas con nieve, con
franela &c.
6. Rigor tercianario. Chaptal comunicó á Sauvages la observa-
ción de una muger sexagenaria , que por espacio de dos años padeció
un rigor universal cada tercer dia, con frió que le duraba veinte y
quatro horas , pulso pequeño y raro; y al fin después de haber usado
inútilmente varios remedios, que solo la aliviaban por espacio de al-
TOMO IV. D
a6 ESP
gunos días, se curó del todo tomando diariamente una infusión de
cassis. En esta observación funda Sauvages la especie de vigor ter^
cianario.
7. Rigor febricoso. Es un síntoma terrible de las intermiten-
tes malignas. ( V. este artículo.)
Género xviii. Eclampsia , convulsión infantil.
Es una convulsión general acompañada de un estado soporoso,
por lo común con un gesto convulsivo de la cara, que imita la son-
risa, aguda, y á veces remitente y aun continua, en lo quai se dis-
tingue de la epilepsia , no dexando como esta una impresión capaz
de renovar periódicamente los paroxismos. Es propia de los niños,
por las diferentes causas que concurren en ellos , compatibles con la
edad adulta: se llama también alferecía. Este género tiene diez y
siete especies.
x. Eclampsia tifodes. Se observó una epidemia de estas con-
vulsiones, en que habia delirio , enagenacion del alma, y á veces ca-
lentura , el año de 1 595 en el obispado de Colonia y Westfalia. Pue-
de verse su descripción en la Nosología de Sauvages , que por ella es-
tablece esta especie. Se curó con los catárticos , antiespasmódicos , y
fomentos nervinos , aromáticos &c.
2. Eclampsia verminosa. Es la que proviene de la presencia
de lombrices en las primeras vias, y es muy freqüente entre los ni-
ños. Se cura con los antihelmínticos.
3. Eclampsia de las parturientas. Acomete á las mugeres en
el momento del parto, y es siempre peligrosísima, particularmente
si la paciente se pone soñolenta , y su boca está llena de espuma. El
remedio mas seguro es la extracción del feto por los medios opor-
tunos , y la sangría si puede tolerarla su constitución. Las convul-
siones no cesan del todo con la extracción del feto, sino que van
disminuyéndose poco á poco ; y si continúan sin intermisión con la
misma energía , es perdido el caso. Quando esta eclampsia se anuncia
con dolor fuerte de cabeza , amaurosis repentina &c. suele precaverla
la sangría.
4. Eclampsia por dolores. Es la que sobreviene algunas veces
á los dolores de qualquiera especie, y por consiguiente deben com-
prehenderse en esta especie como variedades la eclampsia raquiál-
gica , la que resulta de la otalgia , ó dolor de oídos , y la que vie-
ne de la dentición , para cuyo conocimiento y curación se verán
los respectivos artículos de cada una de estas afecciones.
5. Eclampsia por saburra. Quando las nodrizas dan el pecho
á las criaturas inmediatamente después de un rapto de ira, de un sus-
to &c. suelen á estas resultarles eclampsias , que son las de esta espe-
ESP a 7
cié. Se curan con el uso del agua emetizada ó del xarabe de chico-
rias con ruibarbo.
6. Eclampsia por iscuria. Es la que se sigue á la supresión de
orina , y por consiguiente cesa con la extracción de este líquido y
el uso de los calmantes.
7. Eclampsia pletórica. Es la que reconoce por principio una
plétora sanguínea; se cura con sangrías, aplicación de sanguijuelas al
ano , y dieta tenue.
8. Eclampsia por inanición. Esta por el contrario proviene de
las grandes evacuaciones , y por consiguiente sus remedios son los
analépticos, cordiales y aromáticos.
9. Eclampsia traumática. Es consiguiente á las contusiones 6
fracturas del cráneo. (V. el artículo heridas de cabeza.)
10. Eclampsia exantemática. Es la que precede ó sobreviene
en las viruelas: la primera es freqüente en las discretas, y no tiene
conseqüencias funestas.
1 1. Eclampsia por el uso de la belladona. Es efecto del en-
venenamiento de esta planta, {y. su curación en el artículo corres-
fondiente.)
12. Eclampsia por el uso del cenante. Es semejante á la anterior.
13. Eclampsia por la cicuta. Otro tanto podemos decir de
esta especie. Sauvages refiere varias historias de este género de enve-
nenamiento.
14. Eclampsia por el uso de la coriaria. También debe con-
siderarse como una variedad; de suerte que esta y las tres anterio-
res pudieran comprehenderse baxo una especie con el título de
eclampsia por envenenamiento. Sus síntomas y la curación deben
deducirse de la historia del veneno particular que las produzca.
(V. VENENOS.)
15. Eclampsia de los recien nacidos. La padecen los recien
nacidos débiles por constitución , ó por el mismo parto siendo la-
borioso. Se conoce por las señales generales de debilidad, y pueden
dárseles para corregirla alguna cucharadita de vino, reparos externos,
enemas corroborantes &c.
16. Eclampsia por hidrocifalo. Es enfermedad muy freqüente,
hereditaria en algunas familias, y por lo común mortal. Acomete á
los niños de constitución escrofulosa , y por tanto su curación pre-
servativa consiste en la destrucción de este virus. (V. escrófulas.)
17. Eclampsia febricosa. Es la que repite, guardando el pe-
ríodo de una calentura intermitente, aunque en el pulso no hay una
alteración sensible. La quina , y en general todos los amargos , los
vexigatorios y los antiespasmódicos son los medicamentos mas efica-
ces contra esta especie. (V. calentura.)
28
ESP
Genero xix. Epilepsia, enfermedad divina de Platón, her-
cúlea de Aristóteles , comicial de Plinio, sagrada y mayor de
Celso , caduca de Paracelso , analepsia de Riverio, mater jpue-
rorum de Schneider , mal de corazón: ¿ota coral x
alferecía.
Es una interrupción repentina de todos los sentidos internos
y externos, acompañada de una contracción y relaxacion violenta
y alternativa de casi todos los músculos voluntarios de mas ó menos
duración , hasta que el paciente vuelve á su antiguo estado y quie-
tud, sin saber absolutamente lo que le ha pasado durante el paro-
xismo, el qual repite por lo común periódicamente. En general pre-
ceden á este los mismos síntomas que á la apoplegía , á saber , pesa-
dez de cabeza, vaidos, ruido de oidos, ponerse delante de la vista
chispas y ráfagas de luz , torpeza en la lengua y balbucencia , sueño
profundo ó vigilia extraordinaria, ensueños agitados, tristeza ó
propensión á la ira, falta de memoria, entorpecimiento, estupor,
temblor, estornudos y bostezos freqüentes, abundante salivación,
náuseas; ó por el contrario hambre, percepción de olores fétidos, ó
extraños y falsos, constricción del pecho, de la garganta y del vien-
tre, contracción de algún músculo , dolor en las escápulas, palpita-
ción del corazón , opresión , angustia y excreción de orinas aquosas
y crudas. Algunos sienten poco antes del paroxismo dolor en alguna
parte, espasmo ó calambre, ó subir de ella un ayre fresco, ó cierta
hormigueo. Sin embargo muchas veces acomete, sin haber precedida
ninguna señal, repentinamente.
En la accesión cae el hombre de repente sin sentido con una
convulsión clónica, queda después inmóvil y vuelve á convelerse ; se
le pone el rostro encendido, pálido, amoratado é hinchado, sa-
cando fuera de la boca la lengua, que á veces se despedaza con los
dientes, y en algunos casos mas graves evacúa sin sentir las materias
fecales, la orina y aun el semen. El pulso , que por lo común es
fuerte, grande y acelerado, desaparece y vuelve alternativamente;
los ojos unas veces están abiertos y fixos , otras se tuercen extraor-
dinariamente; de suerte que no pocas veces quedan vizcos y torci-
dos después del paroxismo. A algunos se les excita cierto silbido en
la garganta y pecho, y aun estertor: á otros les sobrevienen hipo ó
vómito; los mas arrojan una espuma de la boca y de las narices,
particularmente al acercarse el fin de la accesión , y les suda la cabe-
za, el cuello y aun todo el cuerpo. Alguna vez se observan ciertas
conmociones en los miembros, y gestos raros y maravillosos, y al-
gunos al tiempo de la invasión dan aullidos, voces, gritos, ó pro-
nuncian algunas palabras confusamente ; pero las mas veces es tan
: esp 29
fuerte la agitación y convulsión de los miembros , que se han visto
torcerse y dislocarse aun en los hombres mas robustos.
Luego que cesa el horrible paroxismo, que dura en unos pocos
minutos, en otros mas tiempo, y aun en algunos horas enteras, se
relajan , y reposan los miembros, los ojos parecen empañados y tur-
bios, las venas de la frente, de las sienes y de la cara permanecen
todavía hinchadas, las facultades intelectuales están entorpecidas, los
labios aparecen amoratados ó cárdenos , la lengua vierte sangre , los
sentidos y los movimientos voluntarios van volviendo lentamente,
pero sin conocer ni recordar los pacientes nada de lo que les ha suce-
dido , quejándose solamente de dolor de cabeza , pecho y miembros.
En la descripción genérica de la epilepsia comprehendemos todos
los síntomas que la constituyen en el mayor grado ; porque á veces
es mucho mas leve , y entonces se llama imperfecta , como quando
el movimiento clónico se observa solo en ciertas partes ; pero con
el tiempo va creciendo por grados y llega á hacerse perfecta.
En quanto á sus causas no pueden ser otras que las que general-
mente señalamos en los espasmos, aunque el estímulo puede existir
en diversas partes , y obrar á veces sobre todo el sistema nervioso,
en su origen, ó un punto determinado, desde donde se propaga su
acción simpáticamente. Sin embargo debemos tener presente que en
la disección de los cadáveres de los epilépticos se han hallado va-
rias cosas á que se puede atribuir el origen de la enfermedad , á sa-
ber, dureza en el cerebro y sus membranas, caries en la superficie
interna del cráneo, y exóstoses de este, que comprimen el cerebro,
derrames de serosidad y de pus, y también concreciones de tierra en
algún punto de la cavidad del cráneo, y otras varias substancias
preternaturales que refieren los autores.
Mas estando fundada la división de sus especies en la variedad
de sus causas debemos buscarlas en ellas particularmente. Con arre-
glo á su naturaleza debe también establecerse su curación. Sin em-
bargo se han preconizado mil específicos para aquellos casos en que
la causa es desconocida , y solo depende una mudanza particular del
sistema nervioso; pero por desgracia la experiencia ha manifestado
su inutilidad. Entre estos remedios empíricos se han celebrado el
cráneo humano , el moho que se forma en él quando está expuesto
al ayre , la uña de la gran bestia , el aceyte animal de Dippel , las ho^-
jas de naranjo, y aun el vitriolo azul; la quina, la valeriana y ser-
pentaria se recomiendan igualmente, formando electuarios y otras
composiciones farmacéuticas con dichos remedios. Últimamente en
el Repuesto Médico de Nueva-Yorck se hace mención de algunos
enfermos curados con el uso del nitrate de plata en la dosis de una
quarta parte de grano interiormente ; pero á mas de ser remedio muy
arriesgado, nos faltan observaciones propias que lo compruebes,
3 o ESP
El plan de una cura profiláctica en general debe reducirse al uso
de alimentos ligeros y nada estimulantes , y procurar que los enfer-
mos estén tranquilos y libres de pasiones excitantes: se deberán pres-
cribir algunas aguas minerales [V. este articulo.)', los baños de agua
de mar y naturales frios, y las fuentes en la nuca ú otro sitio se reco-
miendan por algunos autores; los purgantes laxantes y algunos emé-
ticos de tiempo en tiempo convendrán para que impidan Ja acumu-
lación de saburra en el estómago. En el acto de la accesión no se
debe hacer otra cosa que cuidar de que no se maltrate el enfermo,
principalmente que no se coja la lengua entre los dientes; siendo
inútil todo quanto se hace para abreviar su duración. Este género
consta de catorce especies.
1. Epilepsia pletórica. Es la que reconoce por causa una plé-
tora del cerebro , y suele ser consiguiente á la supresión de ciertas
evacuaciones de sangre. Se cura principalmente con la menstruación.
Las muchachas que la padecen , no habiendo todavía menstruado,
se curan regularmente en llegando esta época. En otros casos es
necesario recurrir á las sangrías, aplicación de sanguijuelas, ligaduras
á los muslos &c.
2. Epilepsia caquéctica. Es la que proviene en los caquécticos
por obstrucciones de los hipocondrios ó de otras visceras del vien-
tre, por clorosis, escorbuto, úlceras &c; y se cura según estas afec-
ciones particulares.
3. Epilepsia estomática. Es consiguiente al infarto del estóma-
go por una excesiva cantidad de alimentos, precediéndola dolores
de este órgano, eructos, inapetencia, náuseas y vómitos. Se cura
con la dieta , eméticos y purgantes.
4. Epilepsia uterina. Se distingue por el sexó de la persona que
la padece, por haberla precedido ó acompañado insultos histéricos,
por guardar los paroxismos los mismos períodos que la menstrua-
ción , y porque durante la accesión las sensaciones se ofuscan ; pero
no se suprimen del todo. Se disipa fácilmente con el uso de las be-
bidas antihistéricas, sinapismos y ligaduras á los muslos en el acto
del paroxismo.
5. Epilepsia fingida. Es la que afectan y fingen algunas mu-
geres,y casi todos los mendigos, aquellas por algún interés parti-
cular, y estos por excitar la compasión. No debia comprehenderse
esta en nuestra Nosología , pues á mas de no ser una enfermedad
real, solo la astucia del Profesor puede á veces descubrirla, y en-
tonces con solo ordenar ciertos remedios crueles y dolorosos se
disipa.
6. Epilepsia pedisintomdtica. Sauvages establece esta especie
por un caso particular que Boerhaave refiere en sus consultas de un
joven que sentía subir el aura epiléptica, principiaba el paroxismo,
ESP 31
en un pie que había tenido dolorido dos años. La curación mas
acertada en estos casos es hacer insensible ó destruir el ramo ner-
vioso donde se manifiesta la afección primitiva.
7. Epilepsia por pasión de ánimo. Esta especie es muy co-
mún : el terror , un rapto de ira , otra pasión vehemente qualquiera
la produce , y aun se ven niños epilépticos por haber sus madres,
durante la preñez y en la lactancia, recibido un susto, ó tenido un
acceso de cólera. £1 horror que causa la vista de un epiléptico en
sugetos muy sensibles é irritables, se la ha ocasionado también algu-
nas veces. Entonces el mejor remedio es excitar ideas enteramente
opuestas, y mudar, digámoslo así, la imaginación. El hacer cos-
quillas á los niños suele tener esta funesta conseqüencia.
8. Epilepsia simpática. Es la que sobreviene á conseqüencia
de alguna enfermedad local distante del cerebro , precediendo la
sensación de una especie de vapor que parece levantarse de la parte
afecta. A veces se disipa con solo poner á ella una ligadura, 6 darla
una friega. A la epilepsia simpática debian reducirse muchas de las
especies que señala Sauvages. ( V. la descripción de este género.}
9. Epilepsia febricosa. Así se llama la que es un síntoma, ó
bien producto de las calenturas intermitentes. Se cura generalmente
con la quina &c.
10. Epilepsia por dolor. Así como los fuertes dolores ocasio-
nan la convulsión , también á veces producen una epilepsia formal,
y entonces los calmantes son el remedio mas seguro.
11. Epilepsia exantemática. Sobreviene en las enfermedades
exantemáticas quando hay un retroceso de los exantemas , y se dis-
tingue de la eclampsia de esta especie en que esta acomete en las
agudas , y aquella en las crónicas , como la sarna , la tiña &c.
12. Epilepsia sifilítica. Es la que resulta de los tofos y exós-
toses venéreos formados en el cráneo, que comprimen ó irritan la
substancia cerebral , y se cura con los mercuriales. ( V. venéreo.)
13. Epilepsia traumática. Proviene de las heridas ó golpes
en la cabeza. (V. heridas.)
14. Epilepsia raquiálgica. Es la que resulta de la raquialgia
melancólica , ó de un vicio artrítico. Se cura como la enfermedad
principal de donde se origina.
Género xx. Histerismo.
El histerismo es un conjunto de síntomas convulsivos, pasageros
y variables , acompañados de una gran pusilanimidad , que se aumen-
ta con las pasiones de ánimo , y qualquiera otra causa debilitante.
Quando se manifiesta por grados, sus síntomas precursores son el
sopor, los intervalos de delirio, el entorpecimiento de los miem-
bros , una inercia casi invencible , y alternativas de rubicundez y pa-
32 ESP
lidez del rostro. A proporción que se va aumentando el paroxismo,
la enferma siente en el abdomen como una especie de gli bo, que se
dirige hacia las partes superiores. Estas afecciones espasmódicas de
los intestinos están acompañadas alguna vez de fuertes rrgidos de
tripas, y sus movimientos son muy irregulares. Otras veces por el
contrario el vientre está deprimido y tirante con sumo estreñimien-
to; pero en todos los casos hay contracciones espasm. dicas en la
garganta, ó mas bien una especie de agarrotamiento; entonces la
respiración es casi siempre imperceptible ó nula, el pulso insensible,
las extremidades están frias, y muchas veces existen todas las apa-
riencias de la muerte, la que también suele alguna vez sobrevenir.
Algunos paroxismos se manifiestan por síntomas de convulsión ó*
delirio, según las complicaciones del histerismo, con otras afeccio-
nes nerviosas. A la declinación del paroxismo se advierte por grados
un restablecimiento de fuerzas, color natural del rostro, disminu-
ción progresiva , y cesación de todos los síntomas espasmódicos,
aparece nuevamente la sensación y el movimiento , y sobreviene la
lasitud de las partes naturalmente flexibles.
Generalmente el histerismo es mas común en las jóvenes de cons-
titución ardiente que en las mugeres de qualquiera edad , que volun-
tariamente ó por razón de sus circunstancias guardan castidad. El
asiento pues de esta afección parece ser el sistema nervioso uterino .
Se cura paliativamente con los calmantes y antiespasmódicos en el
acto del paroxismo; pero metódicamente rara vez: el uso de los tó-
nicos, los baños frios, y alguna vez templados , y las aguas minerales
gaseosas son unos excelen' es remedios profilácticos de esta enferme-
dad. Este género consta de ocho especies.
1. Histerismo verminoso. Las lombrices se enmascaran freqüen-
temente con los síntomas de varias enfermedades, y entre ellas de los
del histerismo. He aquí la razón de esta especie en la Nosología de
Sauvages , la qual por consiguiente cede al uso de los antihelmínticos.
2. Histerismo clorótico. El que acomete á las mugeres cloróti-
cas. (V. CLOROSIS.)
3. Histerismo por memrragia. Es el que trae su origen de los
partos difíciles, de ciertas enfermedades agudas , del uso inmoderado
de las sangrías y purgantes, y de los fluxos de sangre. Los buenos
alimentos y los medicamentos corroborantes combinados con los an-
tiespasmódicos curan esta especie.
4. Histerismo por leucorrea. Es conseqüencia muy común de
esta enfermedad. (V. el articulo correspondiente.)
5 . Histerismo emphráctico. Así se llama el que reconoce por
causa las obstrucciones de las entrañas del abdomen , como el bazo
hígado y páncreas. Se cura con los xabonosos, aperitivos marciales,
aguas minerales &c.
ESP 33
6. Histerismo libidinoso. Es el que proviene de una excesiva
continencia, que ocasiona el infarto de los ovarios; y á veces del
desaseo, degenerando los humores mucosos, que barnizan los órganos
de la generación, en una acrimonia capaz de estimularlos extraordina-
riamente. Los desobstruentes , y entre ellos con preferencia la cicu-
ta, los lavatorios detergentes, el uso interior del alcanfor y los ba-
ños fríos, son los medicamentos mas eficaces.
7. Histerismo estomático. Es el que depende de varios vicios
del estómago , y por tanto se cura con arreglo á la diversa naturale-
za de estos.
8. Histerismo febricoso. Se caracteriza esta especie por el período
que guardan sus paroxismos, semejante al de las calenturas intermiten-
tes. £1 alcanfor, el almizcle , el opio y los demás remedios antiespas-
módbos, administrados á cortos intervalos antes del ataque, le disipan
radicalmente.
Género xxi. Escelotirbe : Corea.
Esta enfermedad consiste en movimientos convulsivos , que so»
en parte voluntarios , y que acomete á los niños de ambos sexos,
que no han llegado todavía á la edad de la pubertad , y mas á los
que están entre la edad de diez y catorce años. Estos movimientos
afectan por lo común el brazo y la mano de un solo lado , y pare-
cen pantomímicos. Aunque la extremidad esté quieta, el pie está sin
cesar agitado de movimientos convulsivos, que le hacen mover al-
ternativamente hacia adelante y hacia atrás. Quando el enfermo quie-
re andar la pierna se afecta, rara vez se levanta , como se practica al
andar, antes sí se arrastra del mismo modo que si estuviera paralítica.
Se cura generalmente con los antiespasmódicos y tónicos, el electua-
iio antiepiléptico de Fuller, los baños frios y la electricidad. Este
género consta de quatro especies.
1. Bayle de S. Vito. Así se llama esta especie por acudir los que
padecen este mal á la ermita de este Santo en la Suabia. Se distingue
de las demás por el compás de los movimientos, y su curación es
igual á la del género.
2. Escelotirbe apresurada. Será mas fácil distinguir esta es-
pecie por la historia siguiente, que refiere Sauvages. Un pintor, de
edad de cincuenta años , tenia la particularidad no solo de andar
apresurado involuntariamente, sino que le era imposible volverse á
derecha ni á izquierda hasta que hallaba una resistencia suficiente;
y deteniéndose entonces , volvía poco á poco el cuerpo para seguir
de nuevo vía recta. Mas bien es una variedad.
3. Escelotirbe instable. Consiste en los movimientos extraordi-
narios y pantomímicos de todo el cuerpo. Su curación es conforme á
la genérica y á la constitución del paciente.
TOMO IV. E
34 ESP
4. Escelotirbe intermitente. Es la que guarda un período ter-
cianario, y por consiguiente debe combinarse con los remedios ge-
nerales la quina.
Género xxii. Beriberia.
Es un espasmo de las extremidades en que los enfermos tienen
contraidas las rodillas, y andan como las ovejas. Por lo común su
causa es la impresión de un frió excesivo. Se cura con los baños tibios,
antiespasmódicos , exercicio &c. Este género consta de dos especies,
1. Beriberia indiana. Á esta especie acompañan un movimien-
to trémulo de manos y pies , un entorpecimiento doloroso , el tacto
obscuro, hormigueo en las partes afectas, ronquera y disminución
de la voz, y á veces calambre en los músculos del pecho. No es
mortal, pero sí difícil de curar , y crónica. Los remedios mas efica-
ces son las fricciones y fomentos resolutivos, los sudoríficos, como
el guayaco , la raiz de china &c.
2. Beriberia espuria. Es realmente una variedad fundada en
un caso particular. El espasmo ataca en ella la mitad inferior del
cuerpo , ó desde el diafragma á los pies. Faltando el movimiento tré-
mulo , debe reducirse á la paraplegia.
ESPÁTULA. * Instrumento de que se sirven los Cirujanos y
Boticarios, que es chato por un extremo, y redondo por la parte
que forma su mango, y sirve para extender los ungüentos. Los Ci-
rujanos tienen unas espátulas pequeñitas de acero: los Boticarios tie-
nen también unas espátulas muy grandes de madera para menear al-
gunas composiciones quando las deslien , las mezclan y las hacen co-
cer &c. La espátula de los Cirujanos tiene de largo cinco pulgadas
y tres ó quatro líneas: se divide en dos partes; la una de ellas, que
es la verdadera espátula , se llama paleta , la otra mango. La pale-
ta va aumentando desde el mango hasta el fin ; tiene dos pulgadas
de largo y línea y media de ancho , uno de sus lados es exactamente
plano, y el otro va redondeándose poco á poco. El mango es un tro-
zo irregularmente cilindrico; va disminuyendo poco á poco hasta su
extremidad , donde termina diversamente según la voluntad de los
Cirujanos. Unos hacen añadir unas muescas pequeñas transversales
después de haberla achatado y encorvado un poco, lo que consti-
tuye un elevador; otros hacen añadir una tienta abotonada ó ca-
nalada. El mango debe tener de largo tres pulgadas y tres ó quatro
líneas, y suelen ser ó de hierro ó de plata: las primeras son mas
fuertes, y son buenas para la construcción de un elevador: las otras
son mas aseadas , y tienen la ventaja de no tomarse.
La paleta de las espátulas sirve para extender los ungüentos te-
naces y los emplastos sobre lienzo, cuero ó tafetán, y para cargar
las planchuelas con, los medicamentos convenientes , como por exem-
ESP 35
pío bálsamos, digestivos y toda clase de ungüentos blandos; y co-
mo esta paleta tiene un lado chato y el otro de una redondez en-
sanchada, los mismos medicamentos son extendidos y cargados en
mayor ó menor cantidad : la parte redonda sirve para cargar los le-
chinos algo gordos, y el lado chato sirve para cargar los menos
gordos. *
ESPERMA. (V. semen.)
ESPERMÁTICAS. (arterias y venas) (Anat.) Son dos y al-
guna vez mas; por lo común salen de la parte anterior de la aorta á
cosa de una pulgada, de donde salen las emulgentes; después baxan
suministrando algunas ramificaciones colaterales: en los hombres pa-
san por las aberturas aponeuróticas ó anillos de los músculos del ab-
domen: quando llegan cerca del testículo, se dividen en dos ra-
mas principales, de las quales la una se distribuye en la substancia
misma del testículo, y la otra en el epididimo. En las mugeres no sa-
len del vientre, y se distribuyen en los ovarios y el útero.
Las venas espermáticas acompañan las arterias del mismo nombre,
y van á descargar la derecha á la vena cava inferior , y la izquierda
á la vena renal del mismo lado.
Las arterias , las venas y los nervios de este nombre con el canal
deferente forman el cordón espermatico. ( V. este artículo. )
ESPERMATICO {Anat.) y adjetivo, que viene del latin sper-
maticus, a, u?n, y pertenece á todo lo que tiene relación con el
semen, y también con las partes de la generación: su origen primi-
tivo es griego de <r7ríp[x* semen. (V. generación.)
ESPERMATOCELE. (Cir.) Se da este nombre á un tumor de
los testículos y de los vasos deferentes causado por la detención y es-
pesura de la materia espermática ó el semen. La retención de la ma-
teria prolífica causa una hinchazón muy dolorosa, que se disipa con
sangrías, dieta, un régimen atemperante y cataplasmas anodinas. Si
á esta enfermedad no aplacan pronto estos remedios , suele degene-
rar en sarcocele. ( V. sarcocele. )
ESPICA. (Cir.) * Se da este nombre á una especie de vendaje,
porque representa ó figura en sus vueltas á una espiga de trigo. La
espica es diferente según á qué parte se aplica. Hay una para la lu-
xación del humero y para la fractura del acromion y extremidad ex-
ternal de la clavícula; también se hace otra para el bubonocele y pa-
ra la luxación del hueso del muslo.
Para hacer la espica conveniente á la luxación del humero , se
toma una venda de tres dedos de ancho y unas ocho ó* nueve varas
de largo doblada por un extremo: la extremidad de la venda se
pone baxo del sobaco opuesto: se dirige uno de los lados de la ven-
da de atrás adelante, cruzando obliqüamente ambas escápulas; se
pasa sobre la cabeza del hueso luxádo por debaxo del sobaco , y se
36
ESP
viene á cruzar sobre el músculo deltoides; se baxa obliqüamente so-
bre la parte interior del pecho: se lleva la venda por baxo del soba-
co opuesto, y se sujeta la extremidad de ella: se vuelve por detras
de la espalda sobre el primer cabo de la venda para pasar al rededor
de la cabeza del humero , formando un vendaje obliqüo con la pri-
mer circunvolución de la venda; se hacen tres ó quatro obliqüos y
luego un circular al rededor de la parte superior media del brazo.
Este circular dexa un espacio entre el ángulo equilátero con el pri-
mer crucero de la venda ; luego se vuelve á subir , y se lleva el glo-
bo de la venda baxo del sobaco opuesto para terminar en circulares
al rededor del cuerpo ; y últimamente se sujeta la venda con unos
alfileres en el lugar en que concluye. Antes de aplicar este vendaje
se procuran poner en la parte enferma y debaxo del scbaco unas
quantas compresas.
La espica para la clavícula se hace del mismo modo , á excep-
ción que los cruzados de la venda se hacen sobre la clavícula.
Para hacer la espica de la ingle se pone el cabo de la venda so-
bre la espina del hueso ilion del lado de la enfermedad; se baxa obli-
qüamente sobre la ingle entre las partes naturales; se envuelve el
muslo posteriormente; se vuelve, y se cruza anteriormente sobre la
ingle ; se lleva la venda sobre el hueso pubis por debaxo del hueso
ilion del lado opuesto ; se rodea el cuerpo por debaxo de las nalgas,
y se vuelve el cabo de la venda para continuar: después de haber
hecho obliqüamente quatro ó cinco circunvoluciones como la ante-
rior , se concluye con unas circulares al rededor del cuerpo. El ven-
daje del muslo se hace del mismo modo, excepto que los cruzados
que forman la espica se hacen sobre la parte exterior y superior del
muslo. (V. venda y vendaje.) *
ESPINA. ( Anat.) Se da este nombre á la columna huesosa que
constituye la parte posterior del tronco , formada de muchas piezas
llamadas vertebras (V. esqueleto.): en castellano se dice espina-
zo , y los Anatómicos espina del dorso.
Espina ventosa. ( Cir. ) * La espina ventosa es una enfer-
medad, que consiste en una caries interna de los huesos, princi-
palmente hacia las articulaciones: suele principiar sin dolor; luego
se va corrompiendo la parte interior del hueso y hasta el mismo tué-
tano ó medula. La caries penetra poco á poco hasta la superficie ex-
terior; los huesos se ponen blandos ó carcomidos, y se quiebran al-
gunas veces , no pudiendo resistir al esfuerzo de los músculos en los
movimientos violentos y repentinos á que se hallan expuestos, ó bien
se hinchan y dan lugar á exóstoses. Quando el hueso está cariado
se desprende, y se corrompe también el periostio, sin que aparezca
humor alguno por fuera. Mientras el humor que causa esta enferme-
dad va royendo el periostio por razón de su sensibilidad, se siguen
ESP 37
dolores vivos y punzantes, como si le pasasen al enfermo una espi-
na, de donde proviene el nombre de esta enfermedad. Consumido
ya el periostio cesa el dolor, el humor se esparce en las carnes,' y
forma un tumor floxo , blando, indolente, sin mudanza de color en
el cutis ; y como aquel tumor parece estar lleno de un humor ven-
toso ó flatulento , que imita al edema , y que ventosidad en árabe
significa humor edematoso } á la voz espina se ha añadido el adjeti-
vo ventosa. Quando se abre esta especie de absceso , sea por sí mis-
mo ó por la operación, arroja un pus seroso, de lo que resulta una
úlcera sinuosa ó fistulosa, que no puede curarse hasta que se corrija
la caries, sea con hierro ó con fuego. A esto suele agregarse regular-
mente una calentura lenta, y el enfermo muere muchas veces de
consunción.
La causa de esta enfermedad es muchas veces un virus venéreo
degenerado, ó un virus escorbútico ó escrofuloso. Esta enfermedad
ataca principalmente á los niños y á los muchachos de poca edad , y
rara vez se ve en los que pasan de veinte y cinco años, á ménos que
ya lo tuviesen antes, y no hubiesen sabido curarles. Su pronóstico es
muy dudoso; muchas veces se ha visto que después de haber quitado
esta enfermedad de una parte del cuerpo se ha reproducido en otra.
Á los principios , quando el hueso todavía no está ulcerado , po-
drá curarse esta enfermedad con los remedios generales, con un ré-
gimen conveniente, con el cocimiento de algún palo sudorífico, la
aplicación exterior de las cataplasmas resolutivas y aromáticas , las
unciones mercuriales y otros remedios según la sagacidad del Facul-
tativo. Si estos socorros, léjos de disminuir los accidentes parece
que aumentan los dolores , es señal que se forma absceso en el hueso;
conviene entonces abrirlo inmediatamente para evitar los progresos
de la caries, que el pus aumenta en lo interior. Mr. Petit refiere en
su Tratado de las enfermedades de los huesos , artículo caries,
haber dado salida, por medio de la operación del trépano , á un abs-
ceso en la cavidad de la tibia. Un hombre habia sido tratado metó-
dicamente para curarle el mal venéreo , y de resultas desapareció un
tumor de la parte media de la tibia: los dolores no cesaron enteramen-
te, antes fuéron aumentando hasta quince dias después de haber sa-
lido de casa de Mr. Petit. El enfermo tenia calentura , la pierna se
le habia puesto encarnada y aun dolorosa en la parte exterior. En
una consulta que se tuvo se determinó abrir la parte en que habia es-
tado el tumor para dar salida á alguna materia que creían haberse
filtrado en el periostio , que causaba aquellos accidentes. Dos dias des-
pués, viendo que la incisión no habia producido ningún alivio, se de-
termináron á la aplicación del trépano, lo que procuró una evacua-
ción muy considerable de un pus muy fétido. La medula se habia en-
derezado enteramente, y el canal estaba casi vacío. Aquel Faculta-
38 ESP
tivo aplicó otras tres coronas de trépano, y cortó los puentes que
quedaban de uno á otro: se aplicaron varios cauterios actuales para
destruir la caries , y el enfermo sanó enteramente. Hay varias obser-
vaciones de esta naturaleza, y el éxito es casi seguro quando la ope-
ración se hace á tiempo. Esta espina ventosa es un exóstose supura-
do. (V. EXÓSTOSE.)
No siempre se pueden destruir los exóstoses y las caries. Quando
por su situación son inaccesibles , es preciso acudir al remedio extre-
mo, que es la amputación del miembro. Mr. Luis refiere haber abier-
to un tumor, que parecía aquoflatuoso, en la parte interna é inferior
del muslo de un mozo de veinte años. Este tumor , sin mudanza de
color en la piel , habia sido precedido de dolores muy vivos en el hue-
so del fémur, lo que caracterizaba una espina ventosa. Después de
haber dado salida, por medio de una incisión , á una gran cantidad
de materia bastante fétida, dice aquel Facultativo que metió el dedo
en el centro de aquel absceso, que lo pasó por cima del músculo
vasto interno á la parte posterior del fémur , donde sintió un agu-
jero en el hueso , que penetraba en su cavidad , y que entonces fue
absolutamente necesario cortar el muslo , viendo que no era posible
destruir la caries en un hueso que estaba cubierto con una gran can-
tidad de músculos y vasos considerables. *
ESPINAL (Anat.), adjetivo que tiene relación con la espi-
na del dorso ó espinazo. Hay varias partes que le pertenecen , y
tienen los nombres de espinales: i.° la arteria vertebral, luego que
entra en el cráneo, produce dos ramos, que se unen con otros, y
de la unión de estos salen dos ramitos, que el uno baxa todo lo lar-
go de la medula por la parte anterior, y el otro por la parte poste-
rior, y se llaman arterias espinales anteriores y posteriores: 2.° la
medula de la espina, que se llama también espinal, y la describire-
mos en su respectivo artículo (V. medula. ): 3. 0 el nervio espinal,
que nace de la medula espinal , y se conduce de abaxo á arriba , y
entra en el cráneo por el grande agujero occipital, camina siempre
al lado del último par , y sale junto con él del cráneo para continuar
su camino.
ESPINAZO es lo mismo que espina. (V. este articulo.)
ESPINOSO, adjetivo que tiene relación con las espinas, pues
varias partes del cuerpo se nombran así por razón de la semejanza
que tienen con las partes punzantes de los espinos; y así hay apofi-
ses espinosas &c. , arterias y agujeros que toman el mismo nombre
por estar inmediatas á estas eminencias espinosas ; lo mismo que va-
rios músculos, que por razón de sus ataduras ó apofises espinosas se
llaman igualmente espinosos, como el espinoso de la espalda , que
se ata á las apofises espinosas de las dos primeras vertebras lumbares,
y de las dos últimas dorsales y las mismas apofises de algunas de las
ESP 39
vertebras dorsales, que sirve para sostener la espina dorsal , la ende-
reza, la dobla atrás y al lado.
ESPÍRITU ALCALINO. ( Mat. Méd.) Se llamaba así antes
el amoniaco puro ó álcali volátil cáustico, que se obtenía de la des-
tilacion del amoniaco con la cal. ( V. amoniaco.) F.
Espíritu ardiente es uno de los nombres del alcohol.
Espíritu de azufre. Se preparaba en otro tiempo el ácido sul-
furoso, quemando el azufre en polvo debaxo de una campana de vi-
drio , que se impregnaba de una corta cantidad de agua , y se llama-
ba entonces este ácido espíritu de azufre por campana. Se sabe
hace mucho tiempo que este método es ridículo, pues se obtiene por
otros medios mas simples. ( En quanto d las propiedades véase el
artículo de Ácido sulfúrico.) F.
Espíritu de minderero. Este nombre es sinónimo de acetite
amoniacal ó de amoniaco. ( V. este artículo en las adiciones. )
Espíritu de nitro fumante. Se designaba otras veces con es-
te nombre el ácido nítrico mezclado de ácido nitroso, que sumí-
ristra el nitro descompuesto por el ácido sulfúrico. [Véase ácido
mítrico. ) F.
Espíritu de nitro dulcificado ó dulce. Se llama en Far-
macia así la unión del ácido nítrico con el alcohol. (V. ácido nítri-
co , alcohol y éter. ) F.
Espíritu de sal. Este nombre se daba antes al ácido muriá-
tico.
Espíritu de sal dulce ó dulcificado. La combinación del
ácido muriático y el alcohol , aunque no suministra el éter , es sus-
ceptible de debilitar y dulcificar el ácido: á esta combinación se le
ha llamado espíritu de sal dulce , y en el dia se dice alcohol mu-
riático. Se emplea esta composición algunas veces como aperitiva,
diurética, cordial, antiséptica &c. F.
Espíritu de vinagre. Sinónimo de vinagre radical.
Espíritu de vino. Se daba este nombre antiguamente en Quí-
mica, y aun hoy se usa en varias obras de Materia Médica, para
nombrar el alcohol. ( V. este artículo. )
Espíritu de vitriolo. Se llamaba así antes el ácido vitriólico,
y aun se conoce con dicho nombre en muchos libros de Materia Mé-
dica y Medicina. ( V. ácido sulfúrico. ) F.
Espíritu de orina. Quando se destila la orina se obtiene el
amoníaco ó álcali volátil. Este producto , que se ha celebrado otras
veces como cordial , no tiene mas virtud que la del amoniaco puro.
( V. amoniaco. )
Espíritu rector. Boerhaave llamaba así el líquido oloroso que
se obtiene de los vegetales aromáticos destilados, al qual llamamos en
el dia aroma. ( V» este artículo.) F.
4o ESP
Espíritu volátil de cuerno de ciervo, de cráneo huma-
no, DE SAPO, DE SEDA, DE TELARAÑA, DE VÍBORA &C. Todas laS
materias animales , destiladas por la retorta , suministran el amonia-
co y el carbonate de amoniaco. La parte de esta sal , disuelta en el
agua, que pasa por producto de estas materias destiladas, se ha lla-
mado hace mucho tiempo espíritu volátil de tal ó tal substancia:
de qualquiera manera que se le obtenga , se sabe en el dia que siem-
pre es de la misma naturaleza , y que no debe tener propiedades par-
ticulares. En otros tiempos se creia que cada uno de estos espíritus
tenia qualidades diferentes , hasta que una análisis química mas exac-
ta ha hecho ver la identidad de todos estos productos , destruyendo
la preocupación nacida en los tiempos de la ignorancia. F.
Espíritus. ( Mat. Méd.) Los Químicos llamaban en otro tiem-
po espíritus todos los productos líquidos volátiles y olorosos que
obtenían en sus análisis: se ha dado también este nombre á estos mis-
mos productos, que se han empleado como medicamentos: la ma-
yor parte de estos nombres se ha abandonado por los modernos.
Espíritus animales. ( Fis.) Se da este nombre á un fluido muy
sutil y extremamente movible, que se supone se segrega en la substan-
cia cortical del cerebro, que de esta pasa á la medular, y después á
los nervios por donde circulan, por lo que se llaman también fluido
ó suco nervioso; pero en el dia no están de acuerdo los Fisiologistas
sobre la existencia de los espíritus animales. Las hipótesis y la doc-
trina de esta materia la expondremos en el artículo nervios.
ESPLANCHNOLOGIA (Anat.), splanchnologia. Significa
esta voz discurso de las visceras de <T7rxiyvov viscera , y Kóyo; discurso.
La esplanchnologia es una de las partes en que se divide la anatomía.
(V. este artículo.)
ESPLÉNICO ( Anat. ), adjetivo que corresponde al latino
splenhis, y que pertenece á cosa del bazo, á saber: i.° la arteria
esplénica, que es una de las ramas de la celiaca, que se distribuye
en la substancia del bazo: en su camino da varios ramos, y entre
ellos los que se llaman vasos breses , que se distribuyen en el cue-
llo del estómago: 2.°los nervios esplénicos y demás vasos (V. bazo.):
3. 0 la vena esplénica ó del brazo: ios antiguos llamaban así á la vena
basílica del brazo izquierdo , y á la del derecho hepática.
ESPLENIO. ( músculo) [Anat. ) Cada músculo esplenio de la
cabeza es un compuesto de dos porciones , de las quales la una per-
tenece á la cabeza , y es la que se llama esplenio de la cabeza , y la
otra al cuello, por lo que le viene el nombre de esplenio del cuello.
Estas dos porciones , que están estrechamente unidas la una á la otra
en su parte inferior, tienen sus ataduras fixas á las espinas de las qua-
tro ó cinco vertebras superiores de la espalda, y de las tres ó qua-
tro inferiores del cuello, y se termina distintamente, á saber; su
ESP 41
porción inferior, que pertenece al cuello, va á las apofises transver-
sas de la primera y segunda vertebra, y la porción superior á las
partes laterales del occipital, adelantándose hasta la apofise mastoi-
des, por lo que se ha llamado también mastoideo posterior. El uso
del músculo esplenio es de concurrir á llevar la cabeza atrás, 6 de
extenderla.
ESPLIEGO. (Maí. Méd.) Planta bastante conocida, de la
qual hay varias especies: se conoce también con los nombres de
alhucema y lavanda. Las especies son i.° lavendula lat ¡folia de
Tournefort ó lavendula spica de Linneo, ó el espliego macho: 2. 0
lavendula angustifolia de Tournefort, ó el espliego común 6 hem-
bra: 3. 0 lavendula multijida foliis duplicato-pinnatifidis de Lin-
neo: 4. 0 lavendula dentata foliis pinnato-dent atis de Linneo, ó
espliego rizado.
El espliego contiene una porción considerable de aceyte esen-
cial de un olor bastante agradable , por lo que es un poderoso esti-
mulante del sistema nervioso , obrando en él como todos los de-
mas cuerpos difusibles. Se usa en Medicina interior y exteriormen-
te , no solo las hojas , sino también que es lo mas común las flo-
res. El aceyte de esta planta se llama de spica; el espliego macho
es el que da mayor cantidad de aceyte esencial, y se cree sea mas
estimulante. Este aceyte, como igualmente el agua destilada, el es-
píritu, el bálsamo y las demás preparaciones de este vegetal, son bas-
tante estimulantes, carminantes y cefálicas, esto es, que pueden
excitar la acción del cerebro y los nervios , conmoviéndolos y cor-
roborándolos , por lo que se recomiendan en las perlesías, los va¡-
dos, supresión de menstruos, y generalmente en todas las enferme-
dades de la cabeza, de los nervios y la matriz, que provengan de
debilidad de sólidos y viscosidad de humores. Se recomienda par-
ticularmente el aceyte de espliego para matar los piojos , ladillas y
otros insectos, que se adhieren en la cutis, y aun se añade que mata
la polilla. Algunos autores, y entre ellos Murray, temen el uso del
espliego interiormente, por ser demasiado estimulante, y le pretie-
ren para el uso externo en las cataplasmas y cocimientos con sus flo-
res y hojas, y en los emplastos y fomentos con su aceyte esencia!.
ESPONJOSO. (Anat.) Adjetivo bastante usado en la Anato-
mía , que viene del latino spongiosus , que se usa para expresar la
semejanza que tienen varias partes del cuerpo con la esponja , como
la substancia esponjosa de los huesos (V. huesos.), los cuerpos es-
ponjosos. (V. cavernosos &c.)
ESPORÁDICAS, (enfermedades) (Med.) Morb us s por a di-
Cus. Las enfermedades esporádicas son aquellas que atacan indistin-
tamente á varios sugetos en diferentes tiempos y distintos lugares;
siendo así que las enfermedades epidémicas (V. efidemia.J son
TOMO IV. F
42 ESP
particulares y determinadas á ciertos tiempos y estaciones, y las en-
démicas á ciertos lugares. La palabra esporádico es derivada de un
verbo griego que significa sembrar , y así enfermedad esporádica
quiere decir que se halla sembrada, dispersada aquí y allá.
ESPUTAR. (Med.) Acción por la qual evacuamos voluntaria-
mente los humores que se depositan en la boca. Hay diferentes mo-
dos de esputar, ya sea en el estado de salud ó en el de enfermedad,
que se expresan en nuestro idioma con diferentes palabras, esto es,
babear, expectorar, gargajear , escupir y salivar. Los Médicos deben
examinar con cuidado, no solamente la forma y las calidades de les
esputos de los enfermos, sino también el modo como los arrojan;
pues les suministrará este exámen algunos signos útiles para formar
el diagnóstico y el pronóstico de las enfermedades.
La sequedad de la boca ó la supresión de la saliva y del moco es
uno de los signos en que los Médicos prestan bastante atención , y
con razón , pues esta puede suceder en las enfermedades agudas, por
el espasmo de los órganos secretorios de estos humores y del sistema
vascular, pudiéndola producir la diátesis inflamatoria, y también el
trastorno del cerebro y de las funciones del alma y del principio vi-
tal. Por esta razón el exámen continuo de esta sequedad en toda la
carrera de una enfermedad es de mucha importancia, y puede ilus-
trar al Médico , el que debe en cada visita examinar la lengua y to-
do el interior y partes inmediatas de la boca; pues quando estas
partes se ponen húmedas anuncian un buen éxito, en lugar que la
sequedad y aridez de la lengua é interior del paladar son el presagio
del delirio y su malignidad. (V. calentura.)
El modo de arrojar la saliva los enfermos en las enfermedades
agudas enseña á juzgar á los Médicos el estado moral de aquellos; y
así los Prácticos conocen en el modo de escupir los enfermos, esto
es, quando lo hacen á menudo en la cama &c. , que debe venir el
delirio.
La expectoración mas ó ménos difícil en las enfermedades infla-
matorias y de otra naturaleza del pecho nos conduce al conocimien-
to del estado del pulmón, si este está infartado, catarroso ó ulcerado,
si hay espasmo, atonia &c. Si la tos es fuerte, freqüente y penosa;
si el enfermo tiene que hacer esfuerzos para arrancar el esputo; si
este no sale sino por un movimiento de expectoración violento por
causa de la espesura de material que se ha de arrojar &c. Estas mane-
ras diferentes de arrojarle dan á conocer al Médico el estado del pul-
món y de la enfermedad. Sin embargo es prudente añadir á estos
signos los que suministra el pulso &c. ( V. pulmonía, tísis, catar-
ro crónico &c.)
Los hidrófobos arrojan de un modo particular el esputo; su sa-
liva es espumosa y espesa. La espuma babosa de los epilépticos inte-
ESQ 43
rin el ataque o accesión indica el estado del cerebro y los órganos
salivales de estos enfermos , dando idea también de la fuerza del pa«
roxísmo. En el pirosis los enfermos arrojan en abundancia aguas cla-
ras por la boca ; esta evacuación se aproxima á los esputos y á la sa-
livación catarral. Los escorbúticos salivan del mismo modo que los
que toman mercurio.
El estertor es un síntoma de la agonía; se halla también acom-
pañando á algunas enfermedades de los niños , que no son mortales,
y suele suceder en estos porque no saben arrojar el esputo.
ESPUTO. ( Med.) Sputum. Se da este nombre á la porción de
humores que arrojamos voluntariamente quando se hallan en la boca
reunidos ; los quales unas veces son el resultado de los líquidos sa-
livales y mucosos que se hallan en la boca, y otras quando en ciertos
casos salen directamente de los pulmones por la expectoración ; es-
tos últimos son únicamente mucosos.
Los Médicos de todos los siglos han fixado la atención, no solo
en los esputos, sino también en el modo de esputar. [V. esputar,
salivar , expectorar &c.) Los griegos y los latinos, cuyas len-
guas son mas ricas y abundantes, han expresado con mas exactitud
que nosotros las diferentes modificaciones de esta función, y así se
valen de las voces sputaiio , secretio , expectoratio , salivatio,
ptialismus , anacatharsis , hemotipsis &c. ( los artículos de las
correspondencias castellanas de todas estas voces.)
Los esputos formados de la saliva y demás humores de la boca,
esófago, laringe &c. en su estado natural se expondrán sus caracte-
res en los correspondientes artículos. (V. saliva, humor de las
agallas &c.) Los esputos de varias consistencias y colones de na-
turaleza mucosa puriforme, ó mucosa, que salen en la tisis, catarro,
pulmonía &c. se describirán en los artículos de todas estas enfer-
medades.
ESQUELETO. (Anat.) Se da este nombre á la unión de to-
dos los huesos del cuerpo humano unidos entre sí por ataduras arti-
íiciales ó naturales: se dicen naturales quando los huesos están sos-
tenidos por sus propios ligamentos, y artificial quando por vínculos
artificiales, como por alambres. Uno y otro esqueleto son necesarios
para adquirir un conocimiento exacto de los huesos; pero el primero
solo es útil mientras se mantiene fresco, porque en secándose, los
ligamentos se encogen , mudan de forma , esconden las extremidades
de los huesos , y no permiten examinar todas las partes de cada hue-
so en particular. El esqueleto artificial es útil en todos tiempos, y
así se prefiere para la enseñanza de la osteología seca ; pues para la
fresca es preciso recurrir al esqueleto natural, cuyos huesos, recien
descarnados , conservan sus membranas, ligamentos y ternillas.
El esqueleto se divide en cabeza, tronco y extremidades. La ca~
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beza se subdivide en cráneo y cara,t\ cráneo se compone de ocho
huesos, que son el coronal, el occipital , los dos parietales , los dos
temporales , el esferoides y el etmoides. Ademas de estos ocho
huesos suelen contener otros supernumerarios llamados ivo? míanos,
cuyo número y volumen varían considerablemente. La cara se com-
pone de dos mandíbulas ó quixadas, una superior y otra inferior. La
superior consta de quince huesos, dos grandes llamados maxilares,
de quienes toda esta porción de cara toma el nombre de mandíbula
superior, dos propios de la nariz, dos unguis , dos pómulos , dos
conchas inferiores de la nariz , dos palatinos , otras dos conchas,
á quienes Bertin da el nombre de esfenoidales , y que otros Jas mi-
ran como apéndices del esfenoides, y un hueso impar llamado Vomer.
La quixada inferior es un solo hueso que lleva este nombre. Ambas
quixadas contienen ordinariamente diez y seis dientes cada una; es á
saber, quatro dientes incisivos, dos colmillos y diez muelas.
El tronco se divide en tres partes, una común llamada espinazo,
y dos propias que son el pecho y la pelvis.
El espinazo es una columna compuesta de veinte y quatro pie-
zas situadas una encima de otra , nombradas vertebras , divididas
en siete cervicales , doce dorsales y cinco lumbares, y ademas
el hueso sacro , que le sirve de basa , y de su apéndice llamado co-
xis ó rabadilla.
El pecho consta de las doce vertebras dorsales , de las costi-
llas y del esternón. Las costillas son doce en cada lado , unidas por
detras á las vertebras dorsales. Las siete superiores se llaman verda-
deras , y las cinco inferiores falsas. El esternón, situado anterior-
mente, se compone de dos ó tres piezas colocadas una encima de
otra , y atadas á las costillas verdaderas.
La pelvis la forman 'principalmente dos grandes huesos dichos
innominados , ó huesos de las caderas, unidos por delante entre sí,
y atados por detras al hueso sacro, que acaba de formar dicha ca-
vidad junto con el coxis que constituye la extremidad inferior y
posterior de la pelvis.
Las extremidades del esqueleto son quatro, dos superiores, una
á cada lado del pecho, y dos inferiores, una á cada lado de la pel-
vis. Las superiores se llaman vulgarmente brazos , y las inferiores
piernas.
Cada extremidad superior se divide en hombro, brazo, ante-
brazo y mano. El hombro se compone de dos piezas, una anterior
llamada clavícula, y la otra posterior, dicha omoplato ó espaldi-
lla. El brazo es un solo hueso llamado hiímero. El antebrazo consta
de dos, que son el ctíbito , ó hueso del codo, y el radio. La mano
se divide en carpo ó muñeca, metacarpo y dedos. El carpo se com-
pone de ocho huesos puestos en dos filas ; los de la fila superior son
EST 45
el hueso navicular y el semilunar , el cuneiforme y el pisiforme , y
los de la inferior el trapecio, trapezoides , el hueso grande y el
cu teiforme 6 gancho. El metacarpo comprehende cinco huesos , que
se distinguen con el nombre de primero , segundo , tercero &c, ó
con los nombres de los dedos que sostienen. Los dedos , que son
cinco, es á saber, el pulgar, el índice, el medio, el anular y el
auricular ó meñique , están compuestos cada uno de tres piezas lla-
madas falanges , excepto el pulgar que no tiene sino dos.
Cada extremidad inferior se divide en muslo , rodilla , pierr.a
y pie.
El muslo consta de un solo hueso, que es el fémur. La rodilla
de otro nombrado rótula ó choquezuela. La pierna de dos , que
son la tibia ó canilla mayor , y el peroné ó canilla menor. El pie
se divide en tres partes como la mano , es á saber , en tarso , meta-
tarso y dedos. El tarso ó empeyne del pie está formado de siete
huesos , que son el calcáneo ó hueso del calcañar , el astrdgalo ó
talón, el navicular 6 esquife , el cuboides, y las tres cuñas dividi-
das en grande , mediana y pequeña. El metatarso se compone de
cinco huesos distinguidos con los nombres de primero , segundo, ter-
cero, quarto y quinto', y los dedos de tres piezas llamadas falan-
ges , excepto el pulgar que solo tiene dos.
Ademas de los huesos dichos hay otros pequeños que ordinaria-
mente no se conservan en el esqueleto , como son el hueso hioides
ó de la lengua , los huesecillos del oido , los pequeños huesos que se
hallan á veces al extremo de cada apófisis petrosa, y los huesos se-
samoideos, que suelen encontrarse en los cóndilos del fémur, en la
extremidad inferior del peroné, en el talón, en el hueso cuboides,
y en los dedos de la mano y del pie: los que hay en el pulgar de
cada pie, por ser bastante notables, los conservan algunos en el es-
queleto.
Según la enumeración que acabamos de hacer es fácil computar
el número de huesos de que regularmente se compone el esqueleto;
pues los huesos de la cabeza , sin contar el hioides , ni los huesos del
oido, ni los wormianos, son cincuenta y seis. Los del tronco , toman-
do el coxis por una sola pieza, y el esternón por dos, son cincuenta
y quatro; y los de las extremidades, sin contar ningún sesamoideo,
son ciento veinte y quatro , de donde resulta la suma de doscientos
treinta y quatro huesos. B.
ESQUINANCIA. (V. angina.)
ESSERA. (Med.) Se da este nombre á una enfermedad erup-
tiva que constituye el género nueve de la clase de inflamaciones de
la Nosología de Sauvages. (V. inflamaciones.)
ESTAFILINO. (Anat.) Adjetivo que pertenece á la uvula ó
campanilla, en griego ¡ttu^jkíi, de donde trae origen dicha paia-
46 EST
bra. Se llaman míisctilos estafiür.os los que mueven la campanilla y
el velo del paladar. (V. velo del paladar, boca/ campanilla.)
ESTAFILOMA Ó CAIDA DE LA UVEA. (Cir.) * El
estafiloma es una enfermedad del ojo formado por la membrana
uvea, que pasa al través de la córnea, abierta por una llaga ó una
úlcera. Esta voz derivada del griego proviene del color de aquella
membrana por su semejanza al de la uva. El estafiloma se diferencia
Según el volumen del tumor; quando es considerable causa mucha
deformidad en el ojo y dolor al enfermo, por la irritación que causa
el encuentro de las pestañas con el movimiento de los párpados.
Esta especie de tumor quita enteramente la vista, pues no puede
curarse- sino ligando el tumor si la base es estrecha , ó abriéndolo si
la base es ancha; pero en uno y otro caso se vacia el ojo, é inme-
diatamente con la incisión , ó luego con la caida de la ligadura , y el
enfermo pierde el órgano afectado. Si la abertura ó la úlcera de
la córnea es pequeña, el tumor de la uvea se llama miocefalon , ca-
beza de mosca, por su semejanza con la cabeza de este animalito. El
modo de curar estos últimos se reduce á hacer poner en el ojo dos
ó tres veces al dia un colirio seco con tucia y azúcar piedra pulveri-
zada. Si hay inflamación en la conjuntiva es preciso atender á aquel
accidente. (V. oftalmía.)
El estafiloma es una especie de hernia de la uvea; se podia in-
tentar curarla, con tal que no fuese muy abultada , comprimiéndola
ligeramente con unas compresas y un vendaje aplicado sobre el pár-
pado en el lugar que corresponde al tumor, ó, como lo propone
Mr. Déla Faye, con una pequeña hojuela de hasta muy delgada y
cóncava, que puesta entre el ojo y el párpado, esta volviese inme-
diatamente el globo del ojo; cuyo medio, dice aquel autor, podría
hacer volver á su lugar la parte de la uvea que forma el estafiloma *.
ESTRANGURRIA. (Cir. ) * Enfermedad que causa emisión
de orina freqüente é involuntaria, pero en muy corta cantidad , y
por decirlo así de gota en gota, acompañada de dolores muy vio-
lentos: esta enfermedad debe ser combatida con los dulcificantes in-
teriores y exteriores aplicados baxo diferentes formas , como lavati-
vas, medios baños, fomentos &c. (V. en la clase de fluxos el
género x.) Si la orina se suprimiese enteramente, seria preciso re-
currir á la Cirugía. (V. retención de orina.) *.
ESTEATOMA. (Cir.) * Especie de tumor enkistado formado
en las partes blandas por una materia semejante al sebo. Los estea-
tomas provienen de la gordura , que no pudiendo salir de las celdi-
llas adiposas, forma tumores, y degenera en una especie de sebo; es-
tos tumores tienen una membrana , que se espesa y puede separarse
de todas las partes vecinas ; y no tiene duda que dicha membrana
ó bolsa ha sido en su origen una celdilla adiposa. El método cura-
EST 47
tivo de aquel accidente es el mismo que el del ateroma y del meli-
Cer'lS [V. TUMORES ENKISTADOS.)
ESTEATOCELE. (Cir.) * T umor del escroto que está com-
puesto de una substancia grasa semejante al sebo que se ha amonto-
nado en aquella parte. (V. esteatoma.)
ESTENICAS, (enfermedades) (V. doctrina de brown.)
ESTENON. (Nicolás) {Biog.) Nació en Copenhague en 1638.
Su padre era luterano, Platero de Cristiano iv, Rey de Dinamarca.
Estudió la Medicina Estenon baxo la enseñanza del sabio Bartoli-
no , que se miraba como uno de sus mejores discípulos. Para per-
feccionarse viajó por Alemania, Francia, Holanda, y después pasó
á Italia , donde Fernando 11 Gran Duque de Toscana, conociendo
su mérito le hizo su Médico, y le dió una pensión considerable. Es-
tenon fué conmovido por la eloqüencia victoriosa del gran Bossuet,
por lo que abjuró la heregía luterana en 1669. El Rey Cristiano v
quiso emplearlo en sus Estados, y le nombró Catedrático de Ana-
tomía en Copenhague, con la condición de exercer libremente la
Religión Católica; pero la mudanza de religión le acarreáron algu-
nos disgustos en su pais, por lo que se volvió á Florencia , y conti-
nuó la educación del Príncipe , hijo de Cosme 111 , que le habian
confiado; después abrazó el estado eclesiástico. Inocencio xn le con-
sagró Obispo de Titiopolis en Grecia. Juan Federico , Duque de
Hannóver, Príncipe de Brunswick, habiendo abjurado el luteranis-
mo, se llevó consigo á Estenon, á quien el Papa le dió el título de
Vicario apostólico en todo el Norte. Este sabio Médico se convirtió
en un zeloso Misionero. Munster , el Electorado de Hannóver y el
Ducado de Mecklebourg fuéron el teatro de su zelo y de sus suce-
sos. Este Prelado murió en Schwerin en 1686; su cuerpo se trasladó
á Florencia , donde se le enterró en el panteón de los Grandes Du-
ques. Se tiene de este autor un excelente discurso de la anatomía
del cerebro, impreso en Leyden en 1683, en 12. 0 , y otras varias
obras. Este sabio Médico era tio de Wislow. D. H.
Estenon. (conducto) (Anat. ) Se da este nombre al conducto
excretorio de las glándulas parótidas , y también el de salivar. Se
dice que Estenon le descubrió. (V. parótidas.)
ESTERILIDAD. ( Med. Leg.) Se da este nombre á la inapti-
tud de concebir , la que se opone como la impotencia á la propaga-
ción de la especie; pero sin embargo se diferencian. (V. impoten-,
cía.) La impotencia puede ser solamente relativa, y la esterilidad
es absoluta ; y hasta ahora no se ha encontrado ningún remedio pa-
ra la verdadera esterilidad , ó á lo ménos no ha llegado á nuestra
noticia.
Se puede también tener disposición para el acto venéreo , y con
todo eso no estar dotado de fecundidad. Á esta clase pertenecen los
4 8 EST
eunucos, de los quales hay muchas especies: i.° los que nacen con
este defecto, esto es, los que están naturalmente privados de testí-
culos, y continúan toda la vida del mismo modo: 2.° los que han
perdido estos órganos por algún accidente , como de resultas de una
contusión, de un escirro, supuración, esfacelo &c: 3. 0 aquellos á
quienes se les han amputado en virtud de una decisión médica
para conservar la vida; ó los que sufren la misma pérdida con la mira
de un vil interés, como sucede á los cantarines de Italia. Sin embar-
go, estas personas pueden gozar de una muger, pero son incapaces
de fecundarla, por estar privadas del licor seminal; y aunque se
dice que en la eyaculacion derraman cierto licor, no es otra cosa
mas que el humor de las próstatas. Se verán todavía otros exemplos
de esto mismo por parte de los hombres, así como puede haberlos
con respecto al sexo femenino*
Se infiere de aquí que aun para la práctica importa mucho dis-
tinguir exactamente la impotencia de la esterilidad.
Hemos notado ya que se puede tener la aptitud necesaria para
el acto venéreo sin que resulte la fecundación. Las personas que
están constituidas de este modo se llaman estériles. La esterilidad
por parte del hombre tiene tres causas principales bien conocidas:
i. a la privación ó la mala disposición de los órganos secretorios del
licor prolífico, que son los testículos: 2. a existiendo estos órganos se
separará el licor; pero no podrá eyacularse, ya sea á causa de los
obstáculos que encuentre para la salida, ó ya por la convulsión ó
parálisis de los músculos eyaculadores : 3. a aunque se eyacule el licor,
puede no llegar á tener efecto la generación , si hay algún error de
lugar en la abertura con que termina la uretra.
Se puede asignar otra causa , aunque ménos conocida á la este-
rilidad masculina , esto es, la mala qualidad del semen. (V. este ar-
tículo^) Los que no tienen testículos , ya sea naturalmente ó por al-
gún suceso casual, son estériles por su propia constitución. Sin em-
bargo, aunque no se encuentren testículos en el escroto, no debe
creerse ligeramente que es estéril la persona que tiene este defecto,
en especial si se observa por otra parte que es activa y vigorosa,
que muestra mucho valor y resolución en los lances peligrosos ; que
tiene buen color , bastante vello en el cuerpo , y principalmente en
las partes genitales ; la voz fuerte y gruesa y la barba bien poblada,
que es todo lo contrario de lo que se nota en los eunucos. En efec-
to, ha habido muchos hombres, cuyos testículos han estado siem-
pre ocultos y encerrados, por decirlo así, dentro del cuerpo; y á
pesar de esto , no solo executaban fácilmente las acciones viriles , sino
que tenian mas vigor, salacidad y virtud prolífica que los que se ha-
llaban con estos órganos constituidos en la forma ordinaria ; porque se
puede conjeturar que estando colocados en parage mas cálido , ha-
EST 49
cen una secreción mas abundante que los que están de fuera en su
posición regular.
Quando se ofrece examinar semejantes casos, es necesario ver
desde luego si hay en el escroto alguna cicatriz que indique haberse
executado la castración. Si se halla esta señal , juntamente con los
caracteres propios de los eunucos, se puede declarar que hay ver-
dadera esterilidad; pero si no aparece ninguna cicatriz, y se obser-
van por otra parte todos los indicios de virilidad, deberemos abste-
nernos de formar este juicio. Suele suceder también que habiéndose
quedado los testículos en el anillo, no se perciben al tacto, y por
lo mismo es necesario asegurarse siempre de esta circunstancia.
La falta de un testículo puede ser causa de impotencia, quando
el que se halla solo es pequeño y está flácido y extenuado; pero si
estuviese bien conformado, basta para que el hombre sea capaz de
engendrar, especialmente si su volumen compensa la falta del otro.
La multiplicación de testículos es por lo común señal de mayor
virilidad , quando son de regular tamaño y consistencia , y están pen-
dientes de un cordón bastante dilatado; pero los que tienen dos tes-
tículos pequeños, flácidos, extenuados y pendientes de un cordón
muy tenue, ó los tienen multiplicados hasta tres ó quatro , y son en
todo semejantes á los que acabamos de explicar, deben reputarse
por estériles; porque, como dice Zacchias, este estado trae ordina-
riamente consigo la frialdad; y las personas así constituidas apenas
experimentan erección alguna, ó en caso de experimentarla, no dura
mas que un instante, sin producir eyaculacion prolírica.
El volumen excesivo de los testículos no es tampoco de buen
presagio para la virilidad; porque, como dice Deveaux, todo ex-
ceso es vicioso en la conformación de los órganos del cuerpo ; y
quando se hinchan por causa de enfermedad, y están atacados de
inflamación, de sarcocele, hidrocele &c. , ó padecen alguna excres-
cencia, de qualquier clase que sea, se interrumpen ó desordenan
siempre sus funciones.
Subiendo los pequeños conductos prolíficos hasta la parte supe-
rior del testículo, donde forman el epididimo por medio de sus cir-
cunvoluciones , es muy poca la esperanza que queda de aptitud para
la generación quando hay tumor y dureza en esta parte esencial , co-
mo sucede freqüentemente después de las enfermedades venéreas. Yo
he conocido muchas personas que padeciéron este mal en su juven-
tud; y habiéndose casado, no pudiéron lograr jamas la satisfacción
de tener hijos
Hay varios tumores que pueden comprimir los testículos, y ser
causa de que no exerzan debidamente sus funciones; tales son las
hernias considerables, los varioceles, y las varias infiltraciones, ya
de la túnica propia del cordón , y ya de la del testículo; pero es-
TOMO IV. G
5o EST
pecíalmente las hernias pueden servir de obstáculo á la generación,
produciendo una tensión excesiva en los vasos espermáticos , ó com-
primiéndolos de modo que al fin venga á obliterarse su diámetro, lo
que se conoce por la dureza de estas partes y por la falta de semen.
Se han observado muchos vicios capaces de impedir la eyacula-
cion : i.° la obstrucción de los vasos deferentes ó de las vesículas se-
minales: 2. 0 el endurecimiento del veru- montano , que cierra el ori-
ficio de estos vasos en la uretra: 3. 0 la contracción de la uretra de re-
sultas de gonorreas virulentas ó de qualquiera otra enfermedad de
este órgano: 4. 0 el infarto escirroso muy considerable de la glándu-
la próstata: 5. 0 el espasmo de la uretra, que acomete algunas veces
durante el coito , que le llama Sauvages dispermatismum spasmo-
dicum.
No pudiendo penetrar en el útero el licor prolírico quando es
muy considerable la obliqüidad y tortuosidad del pene, no trae uti-
lidad alguna su separación y eyaculacion.
Lo mismo sucede quando el orificio de la uretra , que debe estar
en la extremidad de la glande, se halla colocado en parage poco con-
veniente ; bien que Zacchias no considera este vicio como señal ab-
soluta de esterilidad, y cita en prueba de ello el exemplo de un pla-
tero , que tuvo muchos hijos sin embargo de que la abertura de la
glande estaba inmediatamente debaxo de la corona. Es constante que
este vicio puede ser solo relativo , pues aun el mismo cuello de la
matriz no está siempre en la debida dirección con la entrada de la
vagina; y por otra parte no carece de remedio, supuesto que se pue-
de executar una abertura en el parage ordinario , y obliterar la pre-
ternatural.
Por ultimo produce el mismo efecto la excesiva longitud del pre-
pucio, que cubriendo enteramente y apretando la glande, presenta
un obstáculo á la salida y dirección del licor seminal; lo qual ha da-
do motivo á la circuncisión entre los turcos y en algunos otros paí-
ses donde es bastante común esta deformidad incómoda.
De la esterilidad de las mugeres.
El orden de cosas en que vamos á entrar ahora no es tan cons-
tante ni tan perceptible como lo que se ha dicho hasta aquí ; porque
si es cierto que se puede demostrar la impotencia y la esterilidad mas-
culina, como también la impotencia por parte de las mugeres, lo es
igualmente que nos vemos muchas veces en la precisión de valemos
de conjeturas , quando se trata de establecer las causas de la esterili-
dad en el sexó femenino, miéntras vive la persona que da motivo á
la duda. Sucede , por exemplo , que una muger bien constituida en
todas las partes externas, y dotada de una robustez perfecta, no pue-
EST 51
de tener hijos, aunque esté casada con un hombre que haya dado
pruebas de fecundidad ; de suerte que muchas veces es necesario ate-
nerse á la experiencia, que favorece al marido, para decidir quál de
los dos esposos es el estéril: al mismo tiempo vemos varias mugeres,
que deberían padecer la nota de esterilidad sí hubiésemos de fundar-
nos en la débil razón de las suposiciones, y con todo eso acreditan
freqüentemente que están muy léjos de tener este defecto.
He aquí los verdaderos motivos que han echado por tierra la
mayor parte de las señales de esterilidad que estableciéron los anti-
guos en sus escritos ; porque al paso que se ha ido perdiendo el res-
peto supersticioso que se tenia á la antigüedad, se ha tratado de des-
cubrir y averiguar las verdades útiles, y se ha dirigido la atención
hacia la observación ilustrada por la anatomía. Vesalio, Falopio,
Morgagni, Littre, Haller y otros muchos han hecho en esta parte
unos descubrimientos, que no pudiéron alcanzar los antiguos; á lo
que no han contribuido poco las diligencias practicadas para pene-
trar el misterio de la fecundación. Asimismo de las disputas que se
miran como ociosas han resultado ciertos datos fisiológicos, que aun-
que no sean siempre demostrativos , son por lo ménos mas confor-
mes á la razón que los preceptos ridículos que les precediéron.
Habiendo demostrado la anatomía que tal privación ó tal con-
formación determinada de órganos era común en las mugeres que ha-
bían sido estériles, se recurrió á las señales conmemorativas; y quan-
do se vió que eran semejantes en las que habian padecido este defec-
to, se juzgó que los órganos internos de la generación estaban en la
misma disposición que los de las mugeres cuyos cadáveres se ha-
bian disecado; de suerte que la anatomía , la inducción y la analogía
han sido las tres basas en que se ha fundado la certeza de las señales
generales de esterilidad , de que hablaré inmediatamente. Ya cono-
cen los hombres de instrucción y talento el grado de confianza que
se puede dar á estas señales, sin embargo de que nos es sumamente
necesario el conocimiento de las fuentes de donde proceden ; pues es
constante que no pueden reputarse por verdades sino quando tienen
en su favor una experiencia repetida ; pero siendo muy raro que de-
xe de haber algunas excepciones, debemos admitirlas siempre como
verosímiles , quando son conformes á lo que sucede con mas fre-
qüencia. Baxo este aspecto se debe considerar lo que voy á decir de
las señales de esterilidad en las mugeres; advirtiendo que adquirirán
mayor certeza al paso que sean favorecidas por todas las circunstan-
cias en que pueden hallarse los casados.
Por no separarme del orden que he seguido en la explicación de
esta doctrina, r. <e parece que debo empezar hablando del defecto y
conformación viciosa de los órganos internos de la generación , que
ha descubierto la anatomía en las mugeres estériles ; y pasar después
$2 EST
á exponer los caractéres generales de estas mugeres, los quales pare-
ce son una conseqüencia del estado de la matriz, ó de sus partes in-
mediatas y dependientes.
Las causas orgánicas de la esterilidad son: i.° quando falta total-
mente el útero, como se ha verificado alguna vez, ó quando esta vis-
cera es sumamente pequeña: 2° se ha visto un exemplo en que no te-
nia el útero cavidad alguna , y se ha encontrado también algunas ve-
ces escirroso, cartilaginoso, con varias concreciones oseas, inver-
so &c. : 3. 0 el orificio interno del útero se ha hallado exactamente
cerrado por algún tumor, callosidad, pólipo &c. , ó imperforado,
ya sea por alguna membrana , ó por la aglutinación de sus bordes:
4. 0 se ha encorvado este orificio, colocado en una situación impro-
pia, para recibir el licor seminal, ya por estar muy cerca del intes-
tino recto ó lateralmente, siendo así que debe estar en línea parale-
la á la entrada de la vagina: 5. 0 ha solido hallarse esta viscera con
erupciones escamosas ó muy esponjosas , y llena de mucosidad ca-
tarral, que obstruía el orificio de esta parte y la comunicación con
las trompas, y se ha encontrado también corroida con úlceras fage-
dénicas: 6.° en fin se ha descubierto en los cadáveres de las mu-
geres, que habían sido estériles , que faltaban las trompas falopianas,
ó estaban imperforadas , obstruidas , rotas ó confundidas con los
ovarios; faltando también estos, ó hallándose escirrosos, hidrópi-
cos &c.
Á causa de la gran simpatía que hay entre el útero y los pechos,
suelen considerarse como estériles las mugeres que tienen estos últi-
mos muy pequeños, ó que, por decirlo así, no tienen mas que la
areola y el pezón. Efectivamente asegura Morgagni, que en las di-
secciones anatómicas se ha visto también que estas mugeres tenían el
útero muy pequeño y demasiado estrecho.
Es generalmente cierto que las mugeres solo son á propósito
para concebir desde la época en que se manifiestan los menstruos
hasta que cesan de todo punto, esto es, hasta los quarenta y cinco
<5 cincuenta años ; pues aunque hay algunos casos raros en que se ve-
rificó la concepción antes de la pubertad , ó en la vejez , pueden
considerarse como hechos extraordinarios , que no destruyen la re-
gla general ; y así no hay inconveniente en creer que la menstrua-
ción periódica es un requisito esencial para la fecundidad , pudiendo
mirarse por lo mismo como poco á propósito para ella toda muger
que no experimenta esta evacuación.
Veamos en qué términos se explica Zacchias sobre este punto:
,, Aunque las mugeres, dice, no deben considerarse idóneas para la
generación hasta el instante en que empiezan á menstruar, ha habido
sin embargo algunas que han concebido sin haber experimentado ja-
mas la menstruación , de lo que pueden verse algunos exemplos ra-
EST 53
ros en Schenkio. Se infiere de aquí que es mucho mas fácil que pue-
da concebir la muger que no ha menstruado jamas , pero se halla to-
davía en estado de menstruar, que aquella en quien ha cesado ente-
ramente esta evacuación á causa de la edad. Por consiguiente si su-
cediese que una muger, que no ha menstruado nunca , pero que está
en disposición de executarlo, fuese acusada de suposición de parto
por presumir los Médicos que no era capaz de concebir , seria esta
una presunción que no podría convertirse en certeza , ni servir de
prueba convincente; sucediendo todo lo contrario si se tratase de
una muger de edad avanzada, la qual no puede concebir sin que in-
tervenga un milagro semejante al que hizo Dios para fecundar á Sa-
ra y á Santa Isabel."
La doctrina de Zacchias seria generalmente cierta si hubiese he-
cho este autor una distinción, que se le pasó por alto.
La patología de los menstruos se divide naturalmente en reten-
ción , suspensión y cesación total.
Se llama retención el estado de la muger que , habiendo llegado
á cierta edad, no ha experimentado todavía la evacuación periódica;
y si está constituida según el orden natural, viene á ser para ella es-
ta retención una enfermedad verdadera, ó se halla sujeta á varios
síntomas procedentes de la acumulación y plenitud de sangre en el
útero, la qual no puede evacuarse por lasvias ordinarias. En este es-
tado puede concebir la muger, porque el útero está dispuesto á ello;
y en efecto hay algunas observaciones que acreditan haber teni-
do hijos varias cloróticas antes de experimentar la evacuación pe-
riódica.
Pero en ciertos casos que , aunque raros , son sin embargo muy
posibles, sucede que no hallándose la muger bien conformada para
este acto, no padece ningún síntoma ni incomodidad con motivo de
la retención. Por la disección de los cadáveres se ha visto que las
mugeres que habian vivido sin menstruación y con buena salud ca-
recían absolutamente de útero , ó tenían esta viscera sumamente du-
ra y estrecha ; de lo qual hemos presentado un exemplo en la histo-
ria que se cita , y pueden verse otros muchos en las varias cartas del
tratado de Morgagni , de secL scammis , que tienen relación con es-
ta materia.
Regla general : toda muger bien conformada, que no tiene mens-
truación, es indispensable que esté enferma, porque esta es una ley
constante de la naturaleza ; pero si se halla robusta , es prueba de
que carece de los órganos propios para la maternidad. Por consi-
guimte, quando una muger pasa de los veinte ó veinte y dos años
sin menstruar ni haber experimentado incomodidad alguna, y antes
bien está sana y con buenos colores , creo que puede decidirse sin
ningún género de duda que es verdaderamente estéril.
54 ES T
La suspensión 6 supresión de menstruos se verifica siempre que
habiendo empezado á fluir, se suprimen por qualquier causa que sea.
Luego que aparecen , aun quando no se hayan manifestado mas que
por una sola gota de sangre, basta para que se crea que la muger es-
tá en disposición de concebir; á ménos que por ser la supresión de-
masiado larga , haya resultado algún desorden en el sistema de la ge-
neración , como el infarto y la hidropesía de los ovarios, que pue-
den conocerse por sus señales particulares quando llegan á un grado
muy considerable.
La cesación total de los menstruos por causa de la edad produ-
ce naturalmente la esterilidad , sin embargo de que hay en esto al-
gunas excepciones. Hasta los cincuenta años se puede mirar la cesa-
ción de esta evacuación periódica como una simple supresión , á pe-
sar de que si en una muger que ha llegado á los quarenta años se su-
primen los menstruos , es muy raro que se manifiesten de nuevo , á
causa de la resistencia que halla en los vasos; pero atendiendo á la
ley mas común, no se las puede acusar de esterilidad hasta los cin-
cuenta años cumplidos.
Todos los extremos son viciosos: la muger que no menstrua tie-
ne poca aptitud para la generación , y la que menstrua demasiado es
también estéril con bastante freqüencia. Se ha observado que L¿ me-
norragü constante 6 el fluxo inmoderado de sangre menstrual es co-
munmente un indicio de los pólipos, excrescencias ó úlceras que pa-
dece el útero , en especial si la sangre no es muy encarnada , si exá-
la mal olor y tiene poca consistencia.
La leucorrea acre, pútrida y sanguinolenta es también muchas
veces indicio de la esterilidad. Esta enfermedad depende freqüente-
mente de un vicio psórico de los órganos de la generación ó de los
cuerpecillos glandulosos colocados en el texido de la matriz , los qua-
les son capaces de inflamarse y de ulcerarse periódicamente , del mis-
mo modo que los tubérculos del pulmón ; de lo qual he visto mu-
chos exemplos, no obstante que las mugeres en quienes se verifica-
ron habían sido fecundas antes que se manifestase esta enfermedad.
Algunas veces no pasa este fluxo por la vagina , sino por el intestino
recto , como lo vi la primavera del año anterior en la muger de un
Boticario de la villa de Bozolo cerca de Mantua , la qual tenia vein-
te y siete años , y habia sido siempre estéril. Suele pasar también es-
te fluxo á un mismo tiempo por el intestino recto y por la vagina,
como lo estoy presenciando actualmente en una joven, que se halla
en el hospital de Marsella , y es igualmente estéril. En todos estos
casos es doloroso el coito para la muger y de poca satisfacción para
el marido.
Me parece que la leucorrea simple, pero muy abundante y con-
tinua, tiene contra sí la sospecha de que algunas veces es favorable
EST 55
á la esterilidad ; porque aunque es cierto que esta enfermedad es muy
común , y no impide el que varias mugeres sean fecundas , lo que
yo puedo asegurar es que conozco muchas estériles, en quienes es
muy abundante este fluxo; en cuyo caso parece que las trompas y
el orificio del út.ro no se secan jamas, sino que están continuamente
humedecidas, como decia Lommio siguiendo en esta parte el dicta-
men de Hipócrates, lo qual favorece poco á la fecundidad.
Los tumores crasos y extraordinarios del vientre producen co-
munmente la esterilidad en las mugeres que no han tenido hijos, y
son una señal poco equívoca de esterilidad futura en las que los han
tenido. Hipócrates era de parecer que el omento comprime el útero
con su peso ; pero los modernos han negado esta explicación : de qual-
quier modo que sea, lo que no tiene duda es que el hecho se reali-
za con bastante freqüencia, sin que hasta ahora se le haya encontra-
do ningún remedio.
Hablando generalmente las personas muy gruesas pierden la fa-
cultad de engendrar, de la misma manera que los vegetales que se
cultivan con mucho esmero en un terreno fértil. Si campean las flo-
res en nuestros jardines , lo hacen á expensas de sus estambres; y si
adquieren las frutas la carne deliciosa de que carecen quando las fal-
ta el cultivo, es también á expensas de su semilla. Así vemos que en-
gordan todos los animales castrados; y que qua ido adquiere el hom-
bre una gordura excesiva , pierde por lo común la facultad efe re-
producirse, lo que se aplica igualmente á los dos sexos.
Se han hecho las dos observaciones siguientes: i.' que las muge-
re"; cuya piel , léjos de ser suave y delicada al tacto , es , por el con-
trario, áspera y escamosa, están sujetas á la esterilidad, y son al
mismo tiempo muy lubricas: 2. a que las que llamaban los latinos vira-
gines, las quales, en vez de participar de la dulzura , suavidad y fle-
xibilidad propias de su sexo, se parecen á los hombres en la fuerza
de los músculos y en las facciones; tienen el cabello negro y encres-
pado, el color moreno, los labios con bozo ó vello, las extremida-
des inferiores y los dedos muy cortos, la voz fuerte, y el sudor y
aliento con un olor semejante al que despide la lexía: se ha observa-
do, repito, que estas mugeres están muy expuestas á los afectos his-
téricos , á la esterilidad y á la salacidad , porque en general vienen
casi siempre juntos estos tres vicios.
No es fácil explicar por qué una muger que ha sido fecunda el pri-
mer año de casada se está después doce ó quince años sin concebir,
y luego vuelve á hacerse embarazada sin que se haya notado la me-
nor novedad en sus facultades corporales. Fstas cosas son obscuras,
y lo serán siempre; pero como ocurren con freqüencia semejantes
casos, deben servir para conocer y persuadirnos que la muger que ha
parido una vez puede executarlo de nuevo, á no ser que la sobre-
56 EST
venga alguna de las enfermedades de que acabamos de hablar. Fo-
deré.
ESTERNAL, (extremidad) Se llama así la extremidad anterior
de la clavícula. (V. este artículo.)
ESTERNON. ( Anat. ) Se da este nombre á un hueso impar,
simétrico entre sí , que se halla situado en la parte media y anterior
del pecho: es largo y como achatado ó plano, mas ancho por arri-
ba que por abaxo, terminando inferiormente en punta: puede divi-
dirse en caras, bordes y extremidades; de las caras una es anterior 6
externa, y otra posterior ó interna: la primera es algo convexa, coa
desigualdades , donde se insertan los músculos ; y la segunda es algo
concava : los bordes son laterales , y se hallan llenos de caras articu-
lares , donde se unen las costillas : las extremidades son dos , una su-
perior y otra inferior. En los niños este hueso es compuesto de mu-
chas piezas , que se unen por cartílagos ; pero con el curso de la edad
se osifican , y solo quedan las señales. En la descripción de este hue-
so algunos Anatómicos le consideran en tres piezas: una superior,
gruesa y corta: otra media, mas delgada y larga; y otra inferior,
mas pequeña que las otras dos, que es la que constituye el xifoides,
después de haberse osificado (V. oxifoides): á esta ternilla llaman
mucronata , y el vulgo espinilla.
El esternón se articula con las dos clavículas por artrodia, con
las dos primeras costillas por anfiartrosis, y con las demás verdade-
ras por artrodia. Este hueso sirve de punto de apoyo á todas las cos-
tillas verdaderas, y por medio de estas á la mayor parte de las fal-
sas , por lo que se le puede mirar como la clave de la bóveda , que
íorma la parte anterior del pecho : contribuye á la interesante fun-
ción de la respiración por los movimientos lentos que suministra.
ESTERNO - CLEIDO - BRONCO - CRICO - TIROIDES.
{Anat.) Por esta palabra tan compuesta se entiende los músculos
esterno- tiroides <6 músculos bronquiales, que son en número de dos,
que tienen su atadura fixa á la parte superior é interna del esternón
y a las clavículas, y suben á buscar el cartilago tiroides, estando
cubierto por el músculo fixo llamado tiroides. Este músculo sirve
para baxar hacia el pecho la laringe. (V. este artículo.)
Esterno-cleido- hioides (músculo) ó simplemente estemo-
hioides. Se da este nombre á un músculo, que se ata inferiormente
á la parte superior é interna del esternón y á la clavícula , y se ter-
mina superiormente á la parte inferior de la base del hueso hioides.
Este músculo sirve para tirar hacia abaxo el hueso hioides.
Esterno-costales. (músculos) Son cinco pares, de planos car-
nosos , dispuestos mas ó ménos obliqüamente á manera de vendole-
tes á cada lado del esternón sobre la cara interna de los cartíla-
gos de la segunda, tercera, quarta, quinta y sexta de las costillas
EST 57
verdaderas: fe atan por un extremo á los bordes de la cara interna
de toda la mitad interior del esternón; después van, el primero de
cada lado sube obliqüamente hacia la segunda costilla verdadera,
atándose en su cartílago. El segundo menos obliqüamente á atarse al
cartílago de la tercera. Los otros van también á atarse por grados á
las costillas siguientes , haciéndose menos obliqüos , de suerte que el
último está casi transversalmente. Los usos de estos músculos son
baxar las costillas superiores y tirar hacia adentro las inferiores.
Esterno-cleido-mastoideo. ( músculo ) (Anat.) Este mús-
culo también se llama mastoideo anterior; es largo, poco ancho y
medianamente grueso , situado obliqüamente desde detras de las ore-
jas hasta la parte mas baxa del cuello. Tiene inferiormente dos ata-
duras, las dos planas, de las quales la una se une al borde superior
de la primera pieza del esternón, y la otra á la parte mas inmediata
de la clavícula, dexando un espacio triangular que lo cubre una
membrana. Estas dos porciones, que los Anatómicos llaman á la pri-
mera esternal, y á la segunda clavicular, se reúnen después y van á
terminar á la apofise mastoides del hueso temporal , representando
dos músculos en su situación una V, cuya punta está en lo inferior
del cuello, y las ramas se dirigen detras de las orejas. La acción de
estos músculos es volver obliqüamente la cabeza á su lado , y junta-
mente adelante, encorvando hacia la misma parte la cerviz, y vol-
viendo un poco la cara al lado opuesto.
Ester.no -tiroideo, (músculo) (Anat.) Se da este nombre á
uno de los músculos de la laringe, que toma origen de la parte su-
perior del esternón, subiendo en línea recta á lo largo de la parte
anterior, y un poco lateral de la traquiarteria , y después teimina
en el borde inferior del cartílago tiroides anteriormente. Los usos
de este músculo son baxar la laringe, y al mismo tiempo tirar un
poco atrás la ternilla ó cartílago tiroides.
ESTILETE. (Cir.) Se da este nombre á una especie de aguja
mas ó ménos gruesa, que termina en punta, suele ser de acero, plata
ú oro, que se emplea en la Cirugía con freqüencia para registrar fís-
tulas , senos &c.
ESTILO-CER ATO-HIOIDES. ( músculo ) ( Anat.) Este mús-
culo se ata á la extremidad inferior de la apofise estilo-hioides del
temporal (V. hueso tempcral.), y se termina en el hueso hioides
en la unión de su base con los cuernos. ( V. hueso hioides.) Las
fibras carnosas de este músculo por lo común están separadas para
dar paso al tendón del músculo digástrico. (V. este arttnilo.) El
uso de este músculo es mover obliqüamente el hueso hioides.
Estilo- faríngeo. {Anat.) Adjetivo que pertenece á laapofife
estiloides y á la faringe, y este es el nombre de dos músculos que
se originan de las apofises estiloides , y terminan en la faringe.
TOMO IV. ií
58 EST
Estilo-gloso, (músculo) (Anat.) Se da este nombre á uno
de los músculos que van desde la apofise estiloides á la lengua. ( Véase
este articulo.)
Estilo-hioides. ( músculo ) [Anat.) Este es un pequeño mús-
culo, que tiene origen en la apofise estiloides del hueso temporal , y
termina en el cuerno del hueso hioides; su uso es llevar obliqüa-
mente y lateralmente de abaxo á arriba el hueso hioides.
Estilo-mastoideo. [Anat.) Adjetivo que pertenece á las dos
apofises que nombra esta voz; hay varias partes que se conocen con
esta denominación: i.° la arteria estilo-mastoidea , que pasa por el
agujero estilo-mastoideo: 2. 0 este mismo agujero. (V. temporal.)
ESTILOIDE. ( Anat.) Se da este nombre á una apofise del hue-
so temporal, por razón de la semejanza que tiene á un estilete.
ESTIMULANTES. Stimulantia, irritantia. (Mat. Méd.)
Quando el movimiento de las fibras es lento, y pecan en general por
debilidad , para restablecerle y ponerle en su estado natural se em-
plean los medicamentos que se llaman estimulantes. Estos remedios
obran de tres maneras diferentes , excitando el movimiento que se
ha disminuido , y entonces son estimulantes propiamente dichos , 6
restablecen las fuerzas abatidas , y constituyen en este caso los for-
tificantes ó corroborantes,© en fin producen una contracción dura-
ble y una reunión enérgica de las fibras , y obran como astringentes.
Los estimulantes propiamente dichos son los que ocasionan un
movimiento pronto y repentino en los músculos y otras partes, que
aceleran con energía la circulación de los fluidos. Se deben contar con-
seqüentemente en esta clase todos los medios mecánicos de excitar
la acción vital, y aumentar la fuerza de los órganos; tales son entre
otros la agitación del cuerpo, esto es, el exercicio , las fuertes sa-
cudidas, las friegas con cuerpos ásperos, la flagelación, la urticacion,
el cruximiento de las manos, los pellizcos, las picaduras, las quema-
duras , la torcedura de los dedos , un fuerte ruido y repentino &c.
Los medicamentos estimulantes de esta misma especie son todas las
substancias que tienen un olor vivo y fuerte, el sabor acre y violen-
to; y se cuentan entre ellos la conmoción eléctrica, el ácido sul-
furoso volátil, el álcali volátil ó amoniaco, el agua de Luce, la sal
amoniaco ó muríate de amoniaco, la sal marina ó común , el vinagre
radical , el éter bien rectificado , el humo de tabaco , el que resulta
de las plumas y cuernos quemados, el agua fria, el hielo &c. La ma-
yor parte de estos remedios no se emplean sino exteriormente , ó ha-
ciéndolos respirar á los enfermos , ó aproximándolos á las narices;
pero esto debe evitarse quanto sea posible , porque introduciéndolos
en las narices , como la mayor parte de los medicamentos son cáus-
ticos, queman dichos órganos , y solo la sal marina ó la de amoniaco
es la que se puede aplicar sobre la lengua, el humo del tabaco
EST 59
puede introducirse en el ano en forma de lavativas. Si se usan estos
medicamentos interiormente, solo se pueden dar diluidos en un gran
vehículo, particularmente el álcali y el vinagre radical.
Los estimulantes que hemos indicado se deben administrar prin-
cipalmente en los síncopes, las asfixias, la apoplegía y todas las de-
mas afecciones soporosas ; en las parálisis , en los accesos histéricos
é hipocondriacos &c. En todos estos casos se debe principiar por los
medios exteriores , en seguida por los interiores , eligiendo los mas
apropiados según la edad del enfermo, naturaleza de la enferme-
dad &c.
Fourcroy, de quien hemos formado este artículo , sigue expo-
niendo en su arte de conocer y aplicar los medicamentos las otras
dos especies de estimulantes, que son los fortificantes, corroborantes
y los astringentes; nosotros lo omitimos remitiéndonos á dichos ar-
tículos. (V. CORROBORANTES, FORTIFICANTES y ASTRINGENTES.)
En el artículo alterantes del mismo autor se hallarán ideas que
pertenecen á la doctrina de los estimulantes.
Qualquiera que lea la reducida lista de estimulantes , que pone
Fourcroy, echará de ménos las cantáridas, la mostaza, la serpenta-
ria, la árnica &c. Pero como este autor sí propuso en su Materia
Médica un plan clasifico de los medicamentos distinto de otros au-
tores, se hallan dichos medicamentos, y otros también estimulantes,
en otro lugar; ademas que la acepción de estimulantes es muy variada
entre los autores de Materia Médica, y aun diremos mas, es bastan-
te vaga, por tanto dice sabiamente Cullen: „Es difícil explicar el
modo de obrar de los estimulantes, ya se consideren baxo un aspec-
to extendido, ó mas bien limitado, porque todavía no conocemos
bien el principio vital ó la potencia nerviosa, ni las varias modifica-
ciones de sus diferentes estados de movilidad. Algunos Médicos se
han imaginado que la acción de los estimulantes se podia explicar
mecánicamente por la figura de las partículas de que se componen;
pero la Filosofía corpuscular está hoy tan abandonada, que no creo
necesario examinar aquí las utilidades que se han sostenido acerca de
este punto. Sea el que fuese el modo de obrar de los estimulantes,
creo basta advertir que solo sabemos que la potencia nerviosa puede
tener diferentes estados de movilidad, y que hay substancias que
aplicadas á los nervios pueden aumentar o disminuir la movilidad del
fluido que está contenido en ellos ; llamaremos á las primeras esti-
mulantes , y á las segundas sedativas. Se deben pues mirar en ge-
neral los estimulantes como substancias capaces de aumentar la mo-
vilidad, y de excitar el movimiento de la potencia nerviosa; pero es
preciso notar aquí, que por la potencia nerviosa, en la que obran los
estimulantes, entendemos con rigor no solo á este fluido fácil á po-
nerse en movimiento , que está en el cerebro y los nervios , sino tara-
6o
EST
bien al fluido, que está sujeto á una modificación particular en las
fibras motrices, y que las da lo que llamamos la potencia inherente.
También es preciso notar, que se debe distinguir la potencia esti-
mulante de la potencia tónica: ambas obran en la misma potencia,
y por lo común se confunden ; verdad es que pueden aumentar mu-
tuamente los efectos que dependen de cada una; pero se deben con-
siderar tanto por razón de su naturaleza , como de su acción , como
objetos separados y diferentes, aunque con claridad no se pueda ex-
plicar en qué consiste su diferencia."
Carminan tiene por estimulantes á todo lo que es capaz de ex-
citar en el cuerpo humano vivo el sentido ó el movimiento , ó am-
bos al mismo tiempo ya obre desde luego en los nervios, ya en
las fibras musculares. Muchos remedios estimulantes producen ambos
efectos, pues la sensibilidad y movilidad, aunque de diversa natu-
raleza , tienen mucha analogía ; de modo que estas dos dotes de los
nervios y de los músculos se suelen excitar por el mismo remedio;
pero no todos los remedios estimulantes son capaces de excitar al
mismo tiempo el sentido y el movimiento, pues como nota el mis-
mo Carminan , hay ciertos remedios , que al mismo tiempo que dis-
minuyen la potencia nerviosa del cerebro y los nervios, por el con-
trario excitan , aumentan ó hacen mas viva la irritabilidad de los
músculos; por otra parte los olores y sabores excitan la sensibilidad
de los órganos particulares del olfato y gusto, sin originar la movi-
lidad de otros órganos. Son varios y distintos los verdaderos estimu-
lantes en quanto á su acción ; así unos tienen una acción mas direc-
ta en el sensorio común; otros producen sus efectos próximos é
inmediatos en otras partes; algunos obran con tanta mas vehemen-
cia, quanto mas viva es su acción en la parte á que se aplican, quan-
do por el contrario otros estimulantes producen poco ó ningún efec-
to, ni alteración ó mutación en la parte en que se ponen, excitán-
dolos evidentes y grandes en otras partes distintas del cuerpo: no
pocos excitan la sensibilidad y movilidad en una parte, y en otra la
apagan; y no faltan algunos de ellos que solo estimulan una parte
determinada del cuerpo , mientras que hay algunos que propagan y
extienden su estímulo, su energía y virtud á todo el sistema nervioso
y á todo el cuerpo: por esto se han distinguido los estimulantes en
generales y particulares, y estos en específicos; y los específicos en
específicos simples y en específicos evacuantes , según que se ha creido
tenían virtud determinada de promover tales ó tales evacuaciones.
Todo el mundo sabe que hay varios medicamentos que obran
específica y determinadamente en ciertos órganos , al paso que no
afectan ni producen ninguna mudanza en otros, y así se ve que apli-
cado el tártaro emético á los ojos no los estimula, y lo hace en un
grado extraordinario en el estómago: otros medicamentos estimulan.
EST 6r
las vías de la orina y no el estómago y los intestinos, y otros lo ha-
cen en estos y no en el estómago ni en las demás partes; de aquí han
nacido las varias clases de medicamentos purgantes, eméticos, diuré-
ticos &c v ( V. todos estos artículos y el de doctrina de brown.)
ESTIO. {Hig.) [ El estío es una de las estaciones del año, que
principia quando la distancia meridiana del sol al zenit es la mas
corta, y acaba precisamente quando esta distancia está entre la mas
corta y la mas larga, es decir, en el término medio entre las dos,
que es el otoño.
El verano ó estío tiene sobre los cuerpos una acción muy cono-
cida, rarefaciendo el ayre, relaxando las partes sólidas, y dando mo-
vimiento á todos los humores. La acción de los rayos del sol , ó del
que traen ellos abre los poros del cutis, excita una transpiración
violenta , y á veces un sudor tan abundante , que impide ó estorba la
digestión y demás funciones. La reacción de los sólidos sobre los lí-
quidos es incompleta, la circulación lenta, el cuerpo abatido , la cabeza
débil, y el espíritu lánguido; lo que regularmente dispone las enfer-
medades á tomar caractéres evidentes de putridez y de malignidad.
Por lo dicho se ve quan imprudente seria hacer tanto exercicio
en verano como en las demás estaciones, sobre todo en medio del
día, en que el sol produce mayor cantidad de calor: apénas el ayre
dexa respirar en aquellos momentos, y lo mismo quando se acerca
alguna tempestad. Entonces es bueno frotarse las manos con vinagre,
respirarlo y esparcirle por el quarto en que uno habita, ó regarlo
con agua; por cuyo medio se consigue respirar mas fácil y agrada-
blemente. Quando en verano ó en qualquier otra estación se acaba
de hacer un exercicio violento , y la transpiración es abundante,
es muy peligroso ponerse á descansar en parte donde corra el ayre;
pues aun los mismos que no han hecho exercicio alguno no dexan de
tener algún riesgo en semejante parage. Esta falta de cuidado es
ciertamente la causa de una multitud de resfriados, de fluxiones, in-
flamaciones locales, reumatismos y otros muchos males.
Los italianos y españoles nos enseñan que para librarse del gran
calor del verano se deben cerrar bien las habitaciones antes que el sol
haga sentir toda la fuerza de su acción. Este método se observa muy
poco en Francia ; abren inconsideradamente las habitaciones con
riesgo de ser sofocados por el ayre caliente que viene del Mediodía,
ó incomodados del ayre frió que viene del Norte.
En general deben abrirse los quartos quando uno sale de ellos,
pero tenerlos bien cerrados quando uno está en ellos con sosiego : es
menester poner mucho cuidado en que no quede ninguna puerta ni
ventana abierta miéntras uno duerme, ni ponerse en camisa á laven-
tana con pretexto de tomar el ayre; esto puede impedir la transpi-
ración y causar gravísimos daños.
62
EST
Quando uno hace ejercicio y suda es menester no descansar muy
de repente, sino andar un poco mas despacio algún tiempo des-
pués , para ir templando de este modo el excesivo movimiento de los
sólidos y de los fluidos. Sobre todo es menester evitar el sentarse
sobre mármol, piedra ó yerba fresca; cuidado que se debe tener en
ciertas épocas, y que puede ser de mas importancia para las mugeres.
Quando se siente mucho calor es bueno mudarse la camisa y
frotarse todo el cuerpo con un pedazo de bayeta ó lienzo -bien se-
co; y si esto no puede hacerse, beber un vaso de vino puro , que no
esté ni frió ni caliente. Es muy malo en tal caso el echarse en el
agua, aunque tenga un temple igual al de la atmósfera; es preciso
aguardar que los sentidos estén sosegados y la transpiración dismi-
nuida: no digo con esto que en verano no sean muy útiles los baños
frios, pues como se tomen con precaución , es decir , por la noche ó
por la mañana, serán muy saludables aun á las personas mas delicadas.
En las provincias meridionales puede uno vestir ropas muy lige-
ras en verano; pero en las septentrionales siempre debiera ser de pa-
ño la casaca ó vestido exterior, procurando ponerse los calzones y
chaleco de una cosa fresca y ligera. Por la noche es preciso abrigar-
se algo mas en aquellos paises en que el ayre suele refrescar; esto es
importante, sobre todo en los puertos de mar, y para las gentes ya
de cierta edad. En los parages en que se siente el sereno es peligro-
so ponerse á él sentado y sin movimiento quando uno se levanta , y
con mas razón el dormir en él , pues los vapores húmedos y frios
que produce pueden traer accidentes funestos. Por esta causa varias
gentes han adquirido reumatismos rebeldes , otros han sido entera-
mente privados de la facultad de moverse , y no pocos han perdido
la vida.
En verano suele uno comer mucho ménos que en las demás de
las estaciones, por cuya razón deberemos poner mucho cuidado en
la qualidad de los alimentos. Las carnes muy substanciosas y los ali-
mentos cálidos deben usarse con mucha parsimonia. La naturaleza nos
presenta en verano con abundancia los alimentos que mas nos con-
vienen. Para esto cubre la tierra de plantas leguminosas, frescas y
húmedas , y de frutas blandas y aquosas , es decir , para que sea nues-
tro principal alimento.
En los paises cálidos vemos que las gentes comen parcamente al
medio dia, contentándose con alimentos poco nutritivos y de fácil
digestión , y por la noche toman únicamente frutas ó helados que dan
tono á sus estómagos.
En verano es preciso beber mucho en la comida. El vino agua-
do, la cerveza y la cidra son muy saludables á todo pasto, y al úl-
timo de la comida se puede beber un vaso ó dos de buen vino. Tam-
poco es malo , como sea con moderación , el uso de los licores espi-
EST
rituosos, para restituir á los sólidos un vigor perdido, y de este rr.o-
do llamar al calor, que continuamente se escapa desde el centro á la
circunferencia. Esta es la costumbre de los pueblos que habitan los
climas mas ardientes de las Américas.
Acabado de comer es menester abstenerse de toda bebida fresca
por naturaleza , como xarabes , agua de limón , horchata &c. , porque
cortan la digestión ; pero algunas horas después será muy buena qual-
quiera de las bebidas insinuadas; pero particularmente la cerveza,
que nutre al mismo tiempo que refresca , y por esta parte no puede
confundirse con ningún otro refrescante. J
ESTIPTICO. (Mat. Méd.) * Esta voz viene del griego, 5' sig-
nifica encoger. Los estípticos son unos remedios propios para detener
las hemorragias. Quando una hemorragia considerable se ha deteni-
do por medio de absorventes ó de estípticos , la causa de la supre-
sión es siempre un cuajaron de sangre, que está contenido por la com-
presión de modo que tapa el orificio del vaso : este cuajaron tiene dos
partes, una afuera y otra adentro del vaso; la de adentro está for-
mada por la última gota de sangre, que coagulándose se ha incorpo-
rado con las hilas, el agárico y los polvos que han servido para de-
tener la sangre ; aquellas dos partes no forman muchas veces mas que
un solo cuajaron todo de una pieza, que por afuera el vaso hace co-
mo una especie de cobertera , y tiene por la parte de adentro la figu-
ra de un tapón : una y otra contribuyen á detener la sangre por me-
dio de la solidez que adquieren con la coagulación, por su adheren-
cia interna con las partes interiores de los vasos, y externa con su
orificio exterior. Con los estípticos y los escaróticos el cuajaron se
forma mas pronto que quando no se emplean sino absorventes ó sim-
ples astringentes. En el primer caso el cuajaron ocupa mayor espa-
cio en la cavidad del vaso, y el tapón entra mas adentro; la tapa-
dera ó la porción externa del cuajaron es también mas espesa, pues
al mismo tiempo que los estípticos y los escaróticos coagulan la san-
gre, queman también una porción del vaso y de la carne adyacente,
que incorporándose con la sangre coagulada, forman con ella una
tapadera mas espesa y mas ancha.
El mas común y acaso el mejor de todos los estípticos es ei al-
cohol ó espíritu de vino puro; con él se detienen las hemorragias in-
mediatamente; se precave la putrefacción , y se forma una escara só-
lida aunque delgada: por esto es la base de los secretos mas celebra-
dos para detener las hemorragias, pe>o no es un estíptico universal,
ni conviene en todos los casos: lo mismo sucede con el estíptico de
Colbach, con el estíptico balsámico del Dr. Catón, con el estíptico
real, y con el estíptico, que llaman bola medicinal, compuesto de
limaduras de acero, y de una cantidad igual de tártaro, porfirizados
con aguardiente que sea bueno ( V. astringentes.) *.
6 4 EST
ESTÓMAGO. (Anat.) Es una viscera ó entraña que los latinos
llaman stom.uhus y ventriculus , y los griegos cró^yoí , y según
otros gaster y saccus. Esta viscera forma un grande saco membra-
noso destinado á !a digestión de los alimentos, que recibe por el con-
ducto del esófago. Su figura se parece algo á la de una gayta: es
oblonga, corva , ancha por un extremo y angosta por el otro; pero
esta figura se presenta mejor en un estómago lleno de ayre. En este
estado todas las secciones del estómago son circulares : las que cor-
responden al sitio del esófago son las que tienen mayor diámetro: el
de las demás va en diminución hacia una y otra extremidad. Se dis-
tinguen en el estómago dos caras , una anterior y superior , y la otra
posterior é inferior: dos bordes, uno superior y posterior, cóncavo
y de poca extensión, llamado corvadura pequeña, y otro inferior
y anterior, convexo y mucho mas extenso, que es la grande cor-
vadura; y dos extremidades, una izquierda muy grande, que es el
fondo del saco , y otra derecha mucho menor. En el feto estas ex-
tremidades están tan juntas, que el estómago parece casi redondo.
Se hallan en el estómago dos aberturas , una superior y un poco an-
terior, en la qual remata el esófago, y se llama cardia\ y otra in-
ferior y posterior, en que comienza el intestino duodeno, y tiene
el nombre de piloro. El estómago está echado transversa y obliqüa-
mente en la región epigástrica ; pero de modo que la mayor porción
de su parte media y toda su grande extremidad ocupan el hipocon-
drio izquierdo, y la extremidad pequeña el epigastrio, adelantán-
dose un poco hácia el hipocondrio derecho ; y su grande extremidad
se halla un poco mas alta que la pequeña. Sin embargo , esta situa-
ción no es la misma en el cadáver que en el hombre vivo. En el ca-
dáver el esófago baxa, y el piloro sube; la grande corvadura del es-
tómago es enteramente inferior y la pequeña superior , y su cara
anterior toca al peritoneo. En el hombre vivo como la resistencia
de los intestinos empuja al estómago, su cara anterior es un poco
superior, y la posterior algo inferior; la pequeña corvadura se incli-
na atrás, y la grande adelante; y aun todo esto varía después que
hemos comido , porque entonces el estómago se eleva de modo que
Ja grande corvadura toca al peritoneo, la pequeña está totalmente
atrás , y de sus dos caras la una se hace visiblemente superior , y la
otra inferior.
El hígado cubre casi todo el estómago, excepto por detras y
la izquierda, donde esta viscera toca inmediatamente al diafragma; y
por delante hácia su parte media , en que toca al peritoneo. El bazo
está apoyado contra su grande extremidad , á la que le ata el gran-
de omento. La cara posterior é inferior del estómago descansa sobre
el mesocolon transverso , y sobre una porción del intestino colon.
El apéndice xifoides corresponde cerca de la parte media del estó-
EST 65
«lago. Sus dos orificios miran atrás, y su intervalo le ocupa el lóbu-
lo de Spigelio , y mas posteriormente el tronco de la aorta. El gran-
de y el pequeño omento nacen , como hemos dicho , de las dos cor-
vaduras del estómago, y este tiene detras de sí parte del páncreas,
de las cápsulas renales, y del hígado. Hemos dicho que el estómago
recibe los alimentos por el esófago (V. este artículo.), y también
hemos expuesto la situación, figura y conexiones de este saco: solo
nos resta exponer las membranas que le forman , los vasos que le
riegan , y los nervios que le hacen tan sensible.
La membrana externa) llamada también tíinica común, por-
que viene del peritoneo , que da una túnica semejante á la mayor
parte de las visceras del vientre, es una membrana simple, firme,
exteriormente lisa, y sembrada de vasos pequeños, la qual afirma las
fibras musculares del estómago , de suerte que rota ella no puede el
estómago retener el ayre, ni conservar su figura. Viste esta mem-
brana toda la superficie del estómago, excepto sus dos corvaduras,
donde apartadas las dos láminas de uno y otro omento, dexan un
espacio desnudo de membrana externa , mas ancho en la corvadura
menor, y mas angosto, pero mas largo en la mayor, que le llena
un texido celular floxo y pingüedinoso. En la corvadura menor se
alojan en este texido los principales ramos de los nervios vagos y
de las arterias y venas coronarias , muchas glándulas conglobadas , y
grandes vasos absorventes. El texido celular de la corvadura mayor
recibe las arterias y venas gastro-epiploicas , algunos nervios pequeños,
y una serie de glándulas conglobadas. En todo el resto del estóma-
go, conforme este texido celular se aparta de una y otra corvadura,
se adelgaza y condensa de manera , que en medio de una y otra cara
del estómago une tan estrechamente la membrana externa con la
musculosa , que es muy difícil separar la primera de la segunda.
La túnica musculosa consta de muchos planos de fibras, que
pueden reducirse á tres. El primero, que es el externo, le com-
ponen las fibras longitudinales del esófago, las quales quando lle-
gan al estómago , se esparcen por él á modo de estrella. Parte de
ellas por la corvadura pequeña del estómago van al piloro, y al-
gunas pasan al duodeno, donde desaparecen. Estas son las que prin-
cipalmente elevan el piloro, y le arriman al esófago. La mayor par-
te de las fibras de este plano, entre los dos orificios del estómago,
mudando de dirección baxan á una y otra cara del estómago, y si-
guen su longitud. Otra porción en fin se dirige á la izquierda á bus-
car el fondo del estómago. El segundo plano se compone de fibras
transversales, que forman círculos que circuyen el estómago. Los pri-
meros círculos ó anillos rodean el fondo de esta viscera, y los demás
van sucesivamente hasta el piloro, donde forman un anillo robusto
en el sistema de la válvula, deque hablaremos mas adelante. Los
TOMO IV. I
66
EST
mas de estos anillos son obliqüos, y se entrecortan ligeramente, y
todos angostan la cavidad del saco. Las fibras del tercer plano mus-
cular vienen de las circulares del esófago, las quales atrayendo este
conducto por el lado izquierdo , pasan por delante y por detras de
él al lado derecho á modo de dos vandas anchas, que se echan so-
bre una y otra cara del estómago , y siguen su longitud hasta cerca
del piloro donde rematan. Estas fibras parece que pueden cerrar el
esófago.
En medio de las dos caras de la pequeña extremidad del estó-
mago, se encuentran dos tiras blancas, que corriendo entre la túni-
ca musculosa y la externa, muy asidas á esta, van á fenecer en el
piloro. Estas tiras son las que Haller llama ligamentos del piloro.
•Todas las fibras de la túnica musculosa son ramosas , de modo que
se cortan unas á otras en ángulos obliqüos, y se anastomosan mutua-
mente; por lo que dexan entre sí varias areolas, en las quales no
hay túnica muscular entre la externa y la nérvea.
Media entre la túnica muscular y la nérvea la segunda tela ce-
lular mas floxa que la primera, por la qual se desparraman los mas
de los vasos sanguíneos del estómago , y forman en ella una red , cu-
yas pequeñísimas ramificaciones pasan á la túnica nérvea. Así en esta
tela como en la primera se exhala un vapor, que en muchas enfer-
medades se condensa , se pega á ellas , y las endurece.
La túnica nérvea , que es continuación del cútis de la boca , de
las fauces y del esófago, es blanca , firme, muy sensible , y mas grue-
sa que en los intestinos. Su cara externa continua con la segunda tela
celular es lisa: la interna forma varias eminencias, que son la basa y
fundamento de las arrugas de la túnica vellosa. Si se sopla la túnica
nérvea por una pequeña incisión , se disuelve en un texido esponjoso
blanquísimo como en los intestinos. Fundado Sabatier en este expe-
rimento, duda de la existencia de esta túnica, y cree que en nada
se diferencia de la segunda tela celular. Pero la grande sensibilidad
de la túnica nérvea parece que la distingue bastante de una tela que
tiene muy poca , lo que prueba , que los filamentos de gran parte
de los nervios , que van al estómago, rematan en aquella túnica. Por
otra parte, que el ayre introducido en las celdillas de la membrana
nérvea la convierta en un texido celular denso, como lo demuestra
la maceracion. Ata la túnica nérvea á la vellosa la tercera tela celu-
lar, gruesa y bien perceptible si se sopla por un agujerito hecho en
la membrana vellosa. En esta tela se halla la última red vasculosa,
formada por ramitos tan sutiles como numerosos , que vienen de la
túnica nérvea, y rematan en la vellosa que penetran.
La tánica vellosa ó felpuda, que los antiguos llamaron con
bastante propiedad fungosa , es una membrana simple , blanca , pa-
jiza ó bermejiza, y muy blanca quando se separa de la túnica nér-
EST 67
vea. "Es continuación de la epidermis, y como á tal destruida fe re-
genera , y con su insensibilidad modera la sensibilidad de la túnica
nérvea, á la que desnuda solo el contacto de los alimentos causaría
un continuo dolor. Tiene la túnica vellosa mucha mas extensión que
las demás del estómago, pues envuelve todas las eminencias de la
túnica nérvea , y forma muchos pliegues ó arrugas que se ven en la
cara interna del estómago mas ó ménos elevadas , según esta viscera
está mas ó ménos dilatada. Parte de estas arrugas son continuación de
los pliegues longitudinales del esófago , que al rededor del cardia se
extienden algún trecho á modo de rayos. Los demás pliegues, que
son mayores , corren casi longitudinales, aunque variamente entrela-
zados, desde el fondo del estómago hasta el piloro. Aquí los dos
planos interiores de la túnica muscular , ia nérvea y la vellosa, forman
un pliegue mayor , blando y resbaladizo, en figura de anillo cónico,
cuya base mira al piloro, y su punta fruncida al duodeno. Á este
pliegue circular se da nombre de válvula del piloro ; porque se
opone por su estrechez á que los alimentos pasen del estómago al
duodeno antes que estén suficientemente preparados (V. digestión.)
En la cara interna de la túnica vellosa se ven algunos pelitos á
modo de vello mas cortos que en los intestinos, de donde le vino
el nombre de vellosa. Se encuentran también muchos poros mas nu-
merosos cerca del piloro , que exhalan continuamente una especie de
linfa que baña toda la cavidad, de suerte que por mas que se enxu-
gue luego vuelve á humedecerse , como lo ha observado muchas ve-
ces Spallanzani. Algunos autores dicen que estos poros son los ori-
ficios de los conductos excretorios de otras tantas glandulitas aloja-
das en la tercera tela celular, que segregan el xugo gástrico \ pero
ni el humor que se exhala de aquellos poros creemos que él solo
constituye el xugo gástrico, ni el gran número de glándulas, que
según aquellos autores debería haber, se han descubierto hasta ahora
en el estómago.
No por eso negamos absolutamente como Sabatier la existen-
cia de estas glándulas. Haller las ha visto una ó dos veces bien dis-
tintas, para poder conocer que eran unas criptas ó folículos mem-
branosos simples, lenticulares, huecos, situados en la tercera tela
celular, y cuyo corto conducto excretorio se abría en la túnica ve-
llosa; y Spallanzani las ha visto también en algunos animales de es-
tómago membranoso como el del hombre. Esto supuesto, de que
algunas veces no se halle ninguna de estas glándulas, solo podemos
inferir, que por ser pocas y pequeñas es difícil descubrirlas. No du-
damos que estas glándulas segreguen un verdadero xugo gástrico;
pero la gran cantidad de este humor, que se recoge en el estómago,
no permite creer que no tenga otro manantial que aquel ; y la singu-
lar, y tan compuesta naturaleza de este xugo parece que no es
68 ÉST
compatible con que se segregue de la sangre por meros poros exha-
lantes sin ningún aparato glanduloso, quando vemos que la natura-
leza ha puesto tantas glándulas en la boca para la secreción de la
saliva , y en el esófago para la del humor esofágico. Creemos pues
que el xugo gástrico en el estómago es un compuesto de la saliva y
del humor esofágico, que baxan á aquella viscera, de la linfa que se
exhala en su cavidad, y del xugo que segregan las glándulas estoma-
cales. (V. DIGESTION^ XUGO GASTRICO.)
^ El estómago tiene muchos vasos sanguíneos y nerviosos. Sus ar-
terias son la coronaria estomática, la pilorica superior, y la gastro-
epiploica; los vasos breves anteriores; las arterias gástricas superio-
res, y la gastro-epiploica izquierda. Las venas que corresponden á
estas arterias son las pilóricas , las coronarias estomáticas derecha é
izquierda , las gástricas posteriores , las gastro-epiploicas derecha é
izquierda , y los vasos breves venosos. Los vasos absorventes de esta
entraña se han descrito en el artículo absorventes. Los principa-
les nervios del estómago son los vagos después que toman el nombre
de^ cordones estomáticos. El gran plexo que el cordón posterior
unido con algunos filamentos del anterior forma á modo de corona
al rededor del orificio superior del estómago, es el que da á esta
parte su exquisita sensibilidad. Con los ramos de los nervios se jun-
tan otros del plexo coronario estomático, que van á la grande ex-
tremidad del estómago, y del mismo plexo el ramo gastro-epli-
ploico izquierdo que sigue la grande corvadura de esta entraña. De
los plexos epático y esplénico salen también ramos, que mezclados
con otros de los vagos van al estómago. Atendiendo al gran número
y calidad de tantos nervios que van al estómago, no es de admirar
ni su mucha sensibilidad ni su gran correspondencia con tantas partes
del cuerpo.
Los usos del estómago quedan expuestos en el artículo diges-
tión , adonde nos remitimos. Ext. de B.
ESTORAQUE LÍQUIDO. (Mat. Méd.) Se da este nombre
á una substancia resinosa, tenaz, un poco mas espesa que la tremen-
tina, de un color pardo, un olor muy subido, y de un sabor acre,
penetrante y aromático. La mayor parte de autores dudan que sea
un producto de la naturaleza , y le miran mas bien como una subs-
tancia facticia. En esta incertidumbre , que impide tomar un partido
seguro, nos hemos determinado á decir con algunos botánicos que
el estoraque líquido se extrae de unos árboles que llaman liquidam-
bar arbor, seu styraciflua aceris folio ,fructu tribuloide. Linneo
designa esta planta con esta frase liquidambar foliis palmatis an-
gulatis. Este árbol parece se cria en América en varias partes de
aquella región. También se dice que se cria en las islas del mar Ro-
xo. En qualquiera parte que se crie , y tenga el origen que quiera esta
ETE 69
droga, su uso interior no es muy seguro, y así es que se emplea
mas comunmente al exterior como que es un emoliente, resolu-
tivo y digestivo. Entra en un ungüento que se llama de estoraque,
que es muy útil para corregir la putrefacción y la gangrena. X)íC-
iionnaire de Matiere Medícale.
Estoraque sólido. ( Mat. Méd.) Hay dos especies de esto-
raque sólido, el calamita y el ordinario ó en masa; el primero es
una substancia resinosa, gomosa, grasa, tenaz, frágil ó quebradiza,
compuesta de pequeñas masas informes, de un olor muy suave y de
un color rosado. El segundo, que es el común, no se diferencia del
precedente sino en el color, que es de un rosado amarillo ó negro,
y está en trozos mas gruesos. El primero dicen que son las lágrimas
que destilan los árboles de donde se extrae, y por consiguiente es el
mas puro ; y el segundo sale abundantemente por las grandes incisio-
nes que se hacen en los árboles para extraer dicha substancia. Esta
goma-resina que se extrae del styrax vulgaris off. se coloca en el
número de las substancias aperitivas, tónicas, incindentes y pecto-
rales ; se administran á los asmáticos y á los que no tienen tos , en
forma seca desde quatro granos hasta quince. Esta substancia se em-
plea en fumigaciones para los adormecimientos , la parálisis y el reu-
matismo. Dictionaire de Matiere Medícale.
ESTORNUDO. {Med.) (V. el género 11 de la clase de an-
helaciones.)
ESTORNUTATORIOS. Se da este nombre también á los er-
rinos. (V. este artículo.)
ESTRAMONIO. { Mat. Méd.) Son varias las especies que hay
de esta planta; pero la que se emplea alguna vez en Medicina es el
que caracteriza Linneo con la frase siguiente Datura pericarpíís
sfinosis erectis datura stramonium &c. Esta planta es un pode-
roso narcótico tomada interiormente , y se ha tenido como un vene-
no, que no debia emplearse hasta que Stork la empleó en sus ensa-
yos con otras plantas de su especie, y así es que reduxo el xugo es-
pesado de esta planta á la consistencia de extracto, y lo empleó con
alguna utilidad en la manía, epilepsia, y en otras enfermedades con-
vulsivas ; pero otros autores no convienen en la utilidad de este re-
medio. Aunque el estramonio no tenga una virtud específica, como
los narcóticos suelen alguna vez convenir en las manías y epilepsias^
no es extraño que esta planta, siendo igualmente narcótica, haya
surtido buenos efectos , como refiere Stork en los Ensayos que hizo
en Viena , y Obhelio en Stockolmo con feliz éxito.
ÉTERES. {Mat. Méd) Llamamos éteres á unos licores que
preparamos con el alcohol y los ácidos concentrados. Esta voz, que
usamos en plural , por distinguir tantas especies de éteres como ácidos
hay susceptibles de eterificarse con el alcohol, ha venido sin duda de
7o ETE
la volatilidad de estos licores que han comparado al rarísimo fluido,
que suponían existir mas arriba del ayre , y de que varios físicos lle-
naron á su satisfacción el sistema de sus mundos planetarios. Sin em-
bargo de conocerse quatro especies de éteres , esto es, el éter sulfú-
rico ó vitriólico , el éter nítrico 6 nitroso , el muridtico y el acético;
se indica mas particularmente con el simple nombre de éter la primera
especie , que es la que se usa mas general y freqüentemente. £1 éter
sulfúrico ó vitriólico fué descubierto primeramente por un químico
alemán llamado Frobenio. El modo de prepararlo es destilando una
mezcla de alcohol rectificado y de ácido sulfúrico concentrado en
partes iguales; esta operación se describe por menor en el Diccionario
de Química y Farmacia de Fourcroy. Aquí haremos únicamente al-
gunas observaciones generales que el Médico debe tener presentes an-
tes de recetar este medicamento: i.° el éter no se destila hasta que la
mezcla del ácido sulfúrico y del alcohol está elevada al temple del
hervor: 2° á la primera destilación sale siempre con mezcla de áci-
do sulfúrico, y debe rectificarse con un álcali ó una tierra alcalina
antes de hacer uso de él: 3. 0 las qualidades que distinguen el éter
son un olor fragranté aromático muy agradable, una ligereza y una
volatilidad tales como al temple de treinta y dos ó treinta y quatro
grados del termómetro de Reaumur; está en vapor ó en fluido elás-
tico, una gran inflamabilidad con una llama elevada y un poco de
hollín , una apariencia oleosa , tal como queda en la superficie del
agua, sin que parezca mezclarse con ella, aunque se disuelve ente-
ramente en diez partes de este líquido, la fácil unión con las resinas,
las partes colorantes vegetales , los acey tes volátiles , algunas sales &c:
4. 0 aun no se ha encontrado completamente la teoría de la forma-
ción del éter ; únicamente se sabe que es una modificación del alco-
hol, que no producen con facilidad sino los ácidos cuyo oxígeno se
separa fácilmente; que el oxígeno de los ácidos se dirige á una parte
del hidrógeno del alcohol, y que se forma de agua. Todo esto, co-
mo se ha dicho en el Diccionario de Química de Fourcroy con toda
la extensión y exactitud que exigen los profesores de esta ciencia;
por lo que en este artículo insistiremos mas particularmente sobre
las propiedades medicinales del éter. Observamos primeramente que
el éter sulfúrico por razón de su volatilidad no debe quedar en el
estómago baxo forma líquida, antes al contrario debe tomar y con-
servar la forma de gas, penetrar en todas las cavidades, ocupar un
grandísimo espacio casi inmediatamente después de introducido en
el cuerpo, y obrar á un mismo tiempo sobre un gran número de
puntos. Mr. Lavoisier en una Memoria insertada con las de la Socie-
dad de Medicina , ha insistido mucho sobre este estado del éter en
la economía animal , y ha hecho ver de quánta influencia debia ser
este conocimiento sobre la administración medicinal, siendo en el dia
ETE 71
mas exacto que el que se tenia hasta ahora. Este medicamento es
uno de los que han tenido mas uso de quarenta años á esta parte, y
cuyos efectos sabemos apreciar y dirigir mejor; también podemos
decir que se ha adelantado mas sobre esto de veinte años acá , que
desde el primer descubrimiento de este producto químico. Las luces
de los Médicos químicos, y la experiencia medicinal que han produ-
cido, han dado sobre todo á conocer que se podia dar en mas dosis
que se daba antes, y que aun se podían esperar con esta dosis efec-
tos mucho mas útiles. Antes apénas se atrevían á recetarlo en la
dosis de algunas gotas, y aun estas mezcladas en alguna bebida para
tomarla á cucharadas ; hoy dia se toma media dracma en tres ó qua-
tro veces. Está igualmente reconocido que no debemos hacer un
uso continuado de este remedio, no sea que su acción se debilite y
quede reducida á nada con el hábito; y que vale mas emplearlo de
seguido en pocos dias y en buena dosis , quando está realmente in-
dicado , que continuarlo por mucho tiempo en cantidades que equi-
valían á infinitos males.
Son infinitos los usos del éter en la Medicina, lo mismo que sus
propiedades y sus virtudes. Aunque las mas veces se recete como
tónico, antiespasmódico, carminativo y calmante, al parecer pro-
duce muchas veces efectos encontrados; tal es sobre todo su acción
emética y purgante- El primer efecto suele verificarse muchas veces
quando se da en los dolores ó cólicos de estómago en los casos en
que esta viscera está cargada; en las indigestiones ó digestiones muy
lentas , como reduciéndose á gas distiende repentinamente el estó-
mago, provoca en tal caso el movimiento antiperistáltico, y alivia
de repente evacuando esta viscera. Esta observación puede aprove-
charnos para emplear el éter como vomitivo para las personas deli-
cadas y sensibles , para quienes es temible el efecto del tártaro esti-
viado ó emético, y aun de la ipecacuana; haciendo tomar primera-
mente tres ó quatro vasos de agua tibia , y tras ella la quarta parte
de una dracma de éter desleído con agua y azúcar , se logrará el sa-
cudimiento del estómago. Quando penetra hasta los intestinos pro-
duce á veces por distensión el efecto pungente. Las mas veces se da
el éter sulfúrico como calmante, tónico, antiespasmódico en los ac-
cesos histéricos é hipocondriacos, en los dolores idiopáticos ó sinto-
máticos, en las convulsiones , en los cólicos ventosos y nerviosos, y
en las calenturas nerviosas y malignas. Unas veces se prescribe solo y
en la dosis de algunas gotas con azúcar, encargando á los enfermos
que lo traguen apriesa y cierren luego la boca; otras veces mezclado
con agua y azúcar , con agua, xarabe, aguas destiladas aromáticas,
tinturas alcohólicas &c. No se debe mezclar con las substancias has-
ta el preciso momento en que se ha de tomar, pues de otro modo
se reduce absolutamente á cero algunas horas después que se ha pre-
72 ETE
parado en las bebidas mas ó ménos compuestas con qoe se mez-
cla , y que á veces están veinte y quatro ó treinta y seis horas en
casa del enfermo antes que este las acabe de tomar.
También produce excelentes efectos en caso de envenenamiento*
y siempre que á un dolor muy agudo se une la debilidad con ansias
y convulsiones. Se dexa conocer claramente que no puede traer el
menor peligro en razón de su volatilidad extrema y de su estado
de gas. Su virtud carminativa depende de esta misma propiedad de
reducirse á gas , y de forzar á los intestinos á desembarazarse de los
fluidos elásticos que los tienen distendidos en las afecciones ventosas.
De algunos años á esta parte se ha mirado como específico en
dos casos que se presentan muy á menudo en la práctica ; el uno es
relativo á su virtud sedativa, que hace calmar, y aun destruir ente-
ramente el movimiento periódico de las calenturas; en tal caso se une
con el láudano líquido de Sidenham ; y regularmente corta las calen-
turas intermitentes, que resisten muchas veces á la curación metódica.
Mr. Duchanoy y Desbois, Médicos de París , describen el buen éxito
que Iográron por este método. La otra propiedad es relativa á la
disolución y evacuación de las piedras biliares , aplicación útilísima
de que somos deudores á Mr. Durande, Médico de León ; este cree
que el vapor del éter llega por el canal colidoco , y aun atravesando
los intestinos hasta la vesícula de la hiél, donde ablanda el cálculo
biliar; este cálculo expuesto al vapor del éter se ablanda efectiva-
mente por la acción de este vapor según la experiencia del sabio
Médico de Dijon; quien asocia la trementina con el éter para las per-
sonas poco sensibles , y lo mezcla únicamente con la hiema de huevo
para las gentes que padecen dolores, constipación, dolor de entra-
rlas &c. Los éxitos favorables que ha logrado con esto, y que ha da-
do á conocer en varias disertaciones, deben llamar la atención de
los Médicos.
Resulta de lo dicho que las propiedades y usos del éter son ex-
tremadamente útiles y variadas en la Medicina, que habrá pocos re-
medios que puedan llenar tantas indicaciones, ni corresponder á tan-
tas miras; sin embargo aquí Ijemos expuesto únicamente las genera-
lidades, y no hemos descrito todos los casos en que tiene uso el éter,
y cuya variedad numerosa se dexa conocer fácilmente por la de los
diversos efectos que hemos descrito. Baste decir que hay muy pocos
casos en que se trate de calmar y hacer cesar el espasmo, en que
no sea de la mayor utilidad; que administrado como conviene no
puede traer el menor inconveniente esta especie de medicamento, y
llena una multitud de indicaciones importantes. Ha habido personas
que lo usaban habitualmente, y que lo tomaban diariamente después
de comer, del mismo modo que un licor qualquiera; pero es preciso
convenir qae esta costumbre casi inutiliza del todo sus efectos ea
ETI 73
caso de enfermedad , y que contraerla es de consiguiente privarse de
un recurso de la mayor utilidad. F.
Eter acético. ( Mat. Méd. ) Es el nombre que damos al éter
formado por el ácido acético ó vinagre radical. No suele tener uso
en la Medicina , aunque algunos autores lo han recomendado como
mas suave que los demás éteres. Es preciso notar que es el menos
eterado y ménos activo que todos los éteres que se emplean ordi-
nariamente. F.
Eter nítrico. [Mat. Méd. ) El éter nítrico es el formado por
el ácido del mismo nombre. El pormenor de su preparación, igual-
mente que el de la preparación de los demás, se halla como se di-
xo en el Diccionario de Química y Farmacia , adonde pertenece. Al-
gunos Médicos han creido que este éter tenia mas volatilidad , y era
mas calmante que el éter sulfúrico ; pero los mas no hacen de él nin-
gún uso, y acaso este partido es el mas prudente si nos acordamos
que Scheeí ha encontrado en todos los éteres algún resto del ácido
con eme se formó. F.
Eter sulfúrico. ( Mat. Méd. ) El éter sulfúrico es el que re-
sulta de la acción del ácido de este nombre sobre el alcohol: esta
misma especie de éter es la conocida también con el nombre de éter
vitriólico , y es el mas usado. F.
Eter vitriólico. ( Mat. Méd.) (V. éter sulfúrico.)
ESTEVE (Pedro Jay me) ( Biog. ), natural de Morella en el
Reyno de Valencia , fue muy diestro en la disección de cadáveres,
instruido en las Matemáticas y en la Poesía. Escribió In Hippocra-
tis librum secundum E/r;J\u/W , sen popularum morborum com-
mentariorum. Valencia 1551 y 1 582 , en folio.
ETIOLOGIA ( Med. ) Se da este nombre á la parte de la Me-
dicina que trata de las cawas ( V. este artículo. ) , y es una de las
que constituye la Patología. Esta voz es compuesta de dos palabras
griegas ^que significan discurso ó tratado de causas.
ETÍOPE MINERAL. {Mat. Méd.) El etíope minerales una
preparación química formada por la combinación del azufre y el mer-
curio: el sulfureto de mercurio negro es el que se ha señalado con la
denominación de etíope mineral por causa de su color: hay dos mo-
dos de prepararlo , la simple trituración , y la fusión : el primero se
hace con la mayor sencillez , moliendo en un mortero de vidrio mer-
curio líquido con azufre en polvo; poco á poco se va desaparecien-
do el mercurio , y se pierde en el azufre , tomando un color muy
negro: es menester continuar la trituración por mucho tiempo para
que se acabe de mezclar bien, y no quede nada de mercurio líqui-
do. Algunos Médicos prefieren esta preparación á la que se hace por
medio de la fusión ; sin embargo parece que esta última tiene mayor
exactitud , y la combinación que se hace con el mercurio y el azu-
TOMO IV. K
74 E TI
fre, fundido á la lumbre, triturados con fuerza uno y otro, es sin
duda mucho mas íntima. Sea como fuere, hoy dia se cree que ni en
una ni en otra de estas operaciones se divide simplemente el mercu-
rio con el azufre, ó que no se pierde enteramente en él como se pen-
saba antiguamente, sino que experimenta un principio de oxidación
como en todos los casos en que el mercurio está dividido fuerte-
mente con el contacto del ayre. Esta opinión, que es enteramente de
la jurisdicción de la Química, se aclara en el Diccionario de esta
ciencia ya citado. Aquí debemos considerar únicamente lo que intere-
sa á la Medicina , porque la adición del oxigeno en una combinación
de mercurio debe aumentar la eficacia ó actividad de un medicamen-
to mercurial. Sin embargo la experiencia prueba , según algunos Mé-
dicos, que el etíope mineral ó el sulfureto de mercurio negro no tie-
ne en sí grandes virtudes: estos Médicos lo comparan al cinabrio á
quien no atribuyen propiedad ninguna. No me parece muy fundada
esta opinión , pues tiene analogía manifiesta con la de Boerhaave y
su escuela sobre el azufre; y sabemos positivamente lo errado de la
proposición que el azufre no tiene acción alguna sobre la economía
animal. Este mineral combustible , aunque aparentemente indisolu-
ble con los licores animales , produce ciertamente efectos muy noci-
vos en el cuerpo humano, y así deben producirlos igualmente sus
composiciones. Por esto muchos observadores están persuadidos por
nuevas experiencias que el etíope mineral empuja hácia al cutis, au-
menta la transpiración, y cura las enfermedades cutáneas, que pa-
recen originadas de una estancación del humor linfático y á una al-
teración particular de este humor. Sobre todo el etíope mineral es
muy provechoso en los dartos y sarnas inveteradas , en los infartos
de las glándulas que hay en el camino de los vasos linfáticos superfi-
ciales y en todos los males que dependen de estos accidentes primi-
tivos. La dosis regular de este medicamento es de seis ó doce granos
á la vez, y se toman varias dosis en el dia; ó se toma solo con oblea,
ó mezclado con xarabes , polvos, extractos amargos &c.
Realmente es preciso confesar que el etíope mineral tiene un lu-
gar muy inferior entre las preparaciones mercuriales, en razón de su
actividad, que hay otros mil remedios preferibles, y que no tiene
ventajas reales sino en el caso en que, indicados los mercuriales, y
reconocida su necesidad por la naturaleza del mal , el enfermo sea de
naturaleza débil , sensible , excesivamente nervioso , sujeto á convul-
siones , dolores, irritaciones, y por lo mismo no se le pueda aplicar
ninguno de los otros mercuriales, por el riesgo que trae en estos últi-
mos el mucho estímulo y energía en su modo de obrar. También se
debe notar que para que el etíope mineral pueda producir los efec-
tos que uno quiere, debe usarse mucho tiempo seguido. Yo he visto
curar (dice el autor de este artículo) dartos ya muy viejos con el
ET Ai 75
uso de muchos años del etíope mineral dado constantemente todos
los dias en una dosis, que insensiblemente habia ido aumentando des-
de veinte y quatro á treinta granos. Este es casi único caso en que
hoy dia se receta el etíope mineral, pues la mayor parte de los Fa-
cultativos no hacen de él ya ningún uso. ( V. los artículos mercu-
rio y AZUFRE.) F.
ETMOIDAL ( Anat.), adjetivo que pertenece al hueso etmoi-
des; viene del latino etmoidalis : hay varias partes que tienen este
epíteto, como son los senos etmoidales y la sutura etmoidal. (V. ET-
MOIDES y SUTURAS.)
ETMOIDES. (hueso) ( Anat. ) Se da este nombre y el de cri-
boso á un hueso que está situado en la parte anterior de la base del
cráneo: se dice criboso por la porción de agujeros que tiene, que
perforan una de las caras. El hueso etmoides representa en alguna
manera un cubo; pero su interior está hueco y lleno de células y ca-
vidades, de muchos rodeos y iiguras. La parte superiores formada
por una lámina huesosa, horizontal, agujereada, cuyos agujeros son
ele diferente magnitud , aunque todos pequeños: esta lámina se llama
cribosa; por dichos agujeros pasan los filetes del nervio olfatorio.
Esta lámina es la pieza fundamental , sobre la qual está edificada la
estructura del etmoides, que dividiremos en dos caras, la una exter-
na , y la otra interna , y dos extremidades. La cara externa es la que
hace parte de la cavidad del cráneo, y la cara interna es la que con-
tribuye á formar las fosas nasales. De las dos extremidades la una es
anterior y la otra posterior: la anterior se articula con la escota-
dura etmoidal del coronal , y la posterior con la espina anterior
del hueso esfenoides y con los bordes de las pequeñas alas de este
mismo hueso. De la parte media de la lámina cribosa se eleva una
eminencia en forma de cresta, llamada apqfise cresta galli. De la
mitad de la cara externa ó inferior de la lámina cribosa desciende
una lámina huesosa, delgada y larga, que va á unirse con el borde
superior del vómer, y se llama lámina perpendicular del etmoides,
la que divide en dos mitades las fosas nasales en el sitio que compre-
hende, y lo restante lo divide el vómer y el cartílago triangular de
las narices. Á cada lado de la lámina cribosa se halla como suspen-
dida ó colgante una masa celular huesosa , que forma varios contor-
nos y cavidades á manera de conchas: todas estas cavidades tienen
comunicación con los senos esfenoidales y demás cavidades de las fo-
sas nasales, y adonde se adhiere tembien la membrana pituitaria. Es-
tas masas tienen dos caras, dos bordes y aun dos extremidades: de
las caras la una es externa, lisa, y forma parte de la órbita, que los
Anatómicos llaman hueso plano ; la otra es interna y desigual, lle-
na de células, que mira á la lámina perpendicular, y en ella se ha-
llan colocados los cometes de la nariz, que son dos de cada lado,
76 EUF
el superior y el inferior. (V. cornetes.) El hueso etmoides se arti-
cula con trece huesos, que son el frontal ó coronal, el esfenoides,
el vómer, los dos palatinos, los dos maxilares, los dos unguis, los
dos propios de la nariz y los cornetes inferiores- Este hueso tiene va-
rios usos , pues contribuye á formar parte de la cavidad del cráneo
y de las fosas orbitarias y nasales, comunicándose con los senos fron-
tales , maxilares y esfenoidales , y por este medio da mas extensión
á la membrana pituitaria , y por consiguiente al sentido del olfato:
sirve igualmente este hueso de dar paso por su lámina cribosa del
cráneo á la nariz el primer par de nervios, y de la órbita al cráneo
dos arteriales, que son ramas de la arteria óptica, y dos filetes de
nervios, que son ramos de la primera rama del quinto par : da tam-
bién este hueso inserción al tendón del músculo orbicular. La subs-
tancia de este hueso casi toda se compone de células ; solo la apofise
cresta g'illi es de substancia compacta.
ETMULERO ( Miguel) (Biog.) nació en Leipsick el año 1646,
y murió en la misma ciudad en 1683 , donde se distinguió en la Bo-
tánica , Química y Anatomía. Es autor de varias obras de Medicina,
compiladas en Nápoles en cinco tomos en folio en el año de 1728.
Su Cirugía Médica se ha traducido en francés en León en 1698,
en 12. 0 , y casi todas sus obras están igualmente traducidas. Etmule-
ro, sabio en la teórica y feliz en la práctica, ofrece investigaciones
curiosas y observaciones útiles en todos sus escritos. D. H.
Etmulero (Miguel Ernesto) (Biog.), hijo del anterior y tan
famoso como él, diá á luz la vida y obras de su padre. Profe-
só y exerció la Medicina con crédito, y murió en Leipsick el año
de 1732 , dexando varias disertaciones sobre varios puntos de su pro-
fesión. D. H.
EUFORBIO. ( Mat. Méd. ) Se da este nombre á una goma-re-
sina, unas veces amarilla y otras casi negra , según que está mas ó
menos purificada: tiene sabor cáustico y muy acre. Sale por medio
de una incisión de una especie de titímalo, á que los Botánicos han
dado nombres diversos
Esta especie de planta abunda mucho en la Libia , en la Mauri-
tania, en Etiopia y otras partes de Africa, en el Malabar y en las
Indias occidentales. El euforbio sale por una incisión que se hace en
los troncos mayores baxo la forma de un xugo lechoso, que se va
espesando poco á poco.
El euforbio amarillo es mejor que el negro , porque no está tan
cargado de arena y otras partículas eterogéneas. Le traen á Berbería
de los países de Africa mas apartados del mar, y de allí se trasplanta
á Europa por la via de Salé.
• En las obras de Hipócrates no se habla ni se hace mención del
xugo del euforbio. Dioscórides dice que fue descubierto en tiempo
EUF 77
de Juba Rey de Libia; y Plinio dice que el mismo Juba lo dio á co-
nocer , y que le dio este nombre por Euforbio, Médico suyo y her-
mano del célebre Antonio Musa, Médico de Augusto. Sin embargo
Saumaise, de homo nimis, observa que se hace mención del euforbio
en un autor mucho mas antiguo que Juba , que es el Poeta Meleagro,
contemporáneo de Menippo el Cínico ; y la obra que habla de él es
el poema intitulado ^.kh^uvoí (la corona).
El euforbio es tenido por uno de los hidragogos mas activos y
mas acres: purga con tanta violencia, que causa desfallecimien-
tos, sudores frios y á veces úlceras en los intestinos: es un ver-
dadero veneno , cuyos efectos peligrosos conoció Mesué , y lo mo-
deraba siempre mezclándolo con otras substancias. Lo mismo han
hecho Fernelio y otros; pero, á pesar de todo, no han podido qui-
tarle sus qualidades nocivas. Hoffman , Wedelio &c. prohiben en-
teramente su uso, á ménos que sea en las enfermedades en que las
visceras se ven atacadas de una parálisis , y no pueden avivarse si-
no con remedios muy irritantes; como en las afecciones soporo-
sas , el letargo , la apoplegía , la parálisis , en las quales se puede
dar desde dos hasta seis granos , teniendo siempre muchísima pre-
caución.
Estos remedios, que eligen toda la atención del Médico sobre los
efectos que podrán producir, vale mas no darlos , mayormente co-
nociéndose otros medios ménos sospechosos para conseguir el mismo
fin. La misma falta de seguridad hay en el otro modo de adminis-
trarlo, que consiste en tomar uno ó dos granos por las narices en los
casos de apoplegía , letargo y otras afecciones soporosas ; pues la
membrana pituitaria puede inflamarse, causando grandes hemorra-
gias y acaso la desorganización del cerebro. Se ha celebrado mucho
el euforbio contra la caries de los huesos; pero yo ni aun en este,
caso lo creo saludable.]
EUFRASIA. (Mat. Méd.) Esta es una planta que Linneo la de-
nomina Eufrasia ojjicinalis foliis ovatis linneatis argute dentatis.
Es muy amarga , y su suco enroxece los colores azules de los vege-
tales : se cree tiene la propiedad de fundir los humores espesos y vis-
cosos, y hacerlos conducir al frente de la circulación; ademas es un
poco astringente y tónica. Se usa sola ó con otras substancias , como
las macias , el hinojo &c. Se emplea mas particularmente para las
enfermedades de los ojos. Fabricio Plildano dice que muchos han re-
cobrado la vista , aun siendo muy viejos , con el uso de esta planta
en las grandes debilidades ; sin embargo otros autores no lo aseguran
tanto, y aconsejan se use con precaución. Para emplearla exterior-
mente puede servir de vehículo á los varios colirios oftálmicos, en
cuya agua destilada ó cocimiento se pueden disolver las varias subs-
tancias que se emplean en los oftálmicos &c. Interiormente se usa
78 EVA
en polvo 6 en cocimiento: la dosis en polvo es desde una dracma
hasta tres.
EUPATORIA. {Mat. Méd.) La eupatoria de Avicena, ó eu-
patorium cannabinum de Linneo, es una planta de un sabor amar-
go y de un olor fuerte: debe sin duda tener virtudes muy activas,
sin embargo que no está en uso. Su xugo, tomado en gran canti-
dad, excita el vómito según Boerhaave, y promueve el vientre con
abundancia. Por su amargura se concibe su propiedad tónica, como
lo cree Tournefort, quien la celebra para curar las obstrucciones y
debilidades de las entrañas, del vientre, que suelen seguirse á las ca-
lenturas intermitentes, y también para la hidropesía. El modo de
usar este vegetal es en infusión teiforme para el uso interior, y pa-
ra el exterior en cataplasmas, que surten buen efecto en las hin-
chazones edematosas del escroto y otras partes.
EUSTAQUIO (Bartolomé) (Biog.), Profesor de Medicina y
Anatomía en Roma por el año 1550: dexó unas Tablas anatómi-
cas, publicadas allí en folio el año 1728, muy buenas para dar á co-
nocer la estructura del cuerpo humano, y que también se hallan en
el Teatro anatómico de Mangeto. Albino las ha publicado nuevamen-
te en Leyden en 1744, en folio, con explicaciones latinas. También
ha escrito Eustaquio: i.° Opuscula , Delft 1726, en 8.°: 2. 0 Ero-
tiani collectio vocum , qiite sunt apud Hippocratem. Venecia 1 566,
en 4. 0 D. H.
EVACUANTES. {Mat. Méd.) Los remedios llamados alte-
rantes {V. este artículo. ) producen unos efectos, que solo son sen-
sibles después de mas ó menos tiempo de su administración , y que
solo se manifiestan por medio de unas mutaciones lentas en los flui-
dos y en los sólidos: los que vamos á examinar en este artículo pro-
ducen t na acción mas pronta , anunciada por la salida de un humor
qualquiera. Este efecto es el que les ha hecho dar el nombre general
de evacuantes. Se distinguen por la especie de humor que cada uno
de ellos es susceptible de evacuar , y observamos que no exercen es-
ta acción sino por la impresión que producen en los órganos , que
producen la secreción de tal ó tal fluido. Hay diez clases conocidas,
á saber: eméticos, purgantes, sudoríficos, diuréticos, ptármicos, si-
lagogos , expectorantes , galactoforos , espermatopéos y emenagogos.
A esto añadimos la evacuación de la sangre por medio de la sangría
para completar el total de los evacuantes.
Considerando estas diez clases de remedios, vemos que obran so-
bre cinco órdenes de órganos, cuyas funciones están congeneradas en-
tre ellas en cada uno de los órdenes. Así es que los vomitivos obran
sobre el estómago y los purgantes sobre los intestinos, que forman
con esta viscera el órgano continuo de la digestión, y que absoluta-
mente tienen la misma estructura que él. Los humores gástrico é in-
EVA 79
testinal tienen mucha analogía entre sí, uno y otro son linfáticos, y
sufren las mismas alteraciones de parte de unos mismos agentes. Por
esta razón estas dos clases de remedios son poco mas ó menos de la
misma naturaleza, y se hacen eméticos ó purgantes según el modo
de administrarlos, ó según el estado de las dos visceras , que consti-
tuyen el total de las primeras vias.
Los diaforéticos aumentan la transpiración ; los diuréticos hacen
igual efecto sobre la orina ; todos los fisiólogos saben la analogía que
hay entre el cutis , los ríñones y la vexiga, y la relación que tienen
entre sí las funciones de estos órganos. Una de estas evacuaciones re-
emplaza muchas veces á la otra , y ocupa su lugar, como observamos
en las mutaciones repentinas de temperatura á que el hombre se ha-
lla expuesto. Así sucede muchas veces que los diaforéticos se hacen
diuréticos, y estos últimos obran en el cutis quando la naturaleza
ha dispuesto uno ú otro de estos órganos de modo que su secreción
ó excreción se aumentan.
Lo mismo sucede con los errinos comparados con los silagogos
ó apoplecmatizantes. Estas dos clases de remedios son congéneres : los
unos excitan la salida de los mocos de las narices , y los otros la de
la saliva y de los humores mocosos de la boca , del paladar , de las
amígdalas &c. La continuidad , la identidad de estructura de la mem-
brana de Schneider y de la que reviste la cámara posterior de la bo-
ca y el velo del paladar, la inmediata comunicación de las cavidades
nasales y bocales demuestran que el humor que sale de las narices y
el que separa las criptas mocosas de dicha cámara son de la misma na-
turaleza: luego los errinos y los apoplecmatizantes tienen una vir-
tud congénere , y son propios para evacuar uno y otro de estos hu-
mores.
Aunque no pueda decirse enteramente lo mismo de los expecto-
rantes y de los galactoforos , porque los primeros están destinados á
favorecer la salida de los humores de las vesículas pulmonares , y los
segundos no sirven sino para aumentar la secreción y la excreción de
la leche ; sin embargo si notamos que estas dos clases de evacuantes
obran ambas sobre el pecho , y que sus substancias son capaces por
su qualidad dulce y nutritiva de aumentar la formación de la leche , lo
son igualmente de lubrificar los órganos de la respiración , y de fa-
cilitar la excreción de los humores bronquiales, por lo que recono-
ceremos una analogía bastante clara entre estos dos remedios, y
veremos que se puede aproximar el uno al otro. Por lo que mira á
las dos últimas clases de evacuantes, á saber, los espermatopeos y
los emenagogos , no tienen mas relación entre sí que el obrar sobre
los órganos de la generación, los unos en los hombres, y los otros
en las mugeres.
Estas consideraciones sobre la aproximación de los evacuantes,
8o
EX A
comparados entre sí, nos obligan á dividir este orden de medicamen-
tos en cinco artículos: en el primero, baxo la denominación de eva-
cuantes de las primeras vias, comprehendemos los eméticos y los pur-
gantes: en el segundo reunimos los diaforéticos y los diuréticos: el
tercero comprehende los erriuos y los sialagogos : el quarto reúne los
expectorantes y galatoforos; y el quinto considera los espermatopéos
y los emenagogos. F.
EVAPORACION. (Mat. Méd.) La evaporación, hablando
con propiedad, es la reducción de una materia qualquiera á vapor:
el arte valiéndose de una constante observación de la naturaleza la ha
rivalizado muy pronto en la evaporación. Este fenómeno se ha he-
cho en algún modo uno de los principales instrumentos de los ela-
boratorios: es una operación del arte químico y farmacéutico , cu-
yas reglas , principios y aplicaciones son tan freqüentes, que casi es
indispensable en la preparación de los medicamentos. En las obras de
química se hallará todo lo que baxo este respecto puede aclarar el
arte de preparar los medicamentos compuestos ; y se verá quanto se
usa en las preparaciones necesarias para sacar en la Farmacia sales
cristalizadas , extractos , xugos espesados , ssles esenciales &c.
Otra consideración relativa á la evaporación , y que interesa in-
mediatamente á la Materia Médica , es que este fenómeno de la natu-
xaleza produce alteración ó variación, ó en la naturaleza de los re-
medios , ó en su acción sobre la economía animal. Todos los medi-
camentos muy volátiles y susceptibles de transformarse fácilmente en
vapor ,es decir, de sufrir una evaporación mas ó ménos rápida, mu-
dan poco á poco de naturaleza si se guardan mucho tiempo, mayor-
mente al contacto del ayre; pero sobre todo es indispensable el te-
ner bien tapados los medicamentos volátiles , etéreos y alcohólicos,
pues sin esta precaución pierden mucha parte de sus virtudes , y aun
se llegan á desvirtuar enteramente.
La evaporación no puede hacerse en el ayre sin quitar una can-
tidad mayor ó menor de calórico, ó bien al ayre mismo, ó á ios
cuerpos de cuya superficie se evaporan los cuerpos volátiles. Así es
que una gran porción de calórico introducida por medio de la respi-
ración en los cuerpos animales Se exhala poco á poco mediante la
transpiración , cuyo humor arrastra consigo la cantidad de calórico
que necesita para mantenerse en vapor. Puede aumentarse mucho es-
ta causa natural de la enfriacion del cuerpo animal colocando en la
superficie del cutis algunos licores muy evaporables, como el alco-
hol , el éter &c. Este medio puede acaso procurar un proceder en-
friante, de que algún dia podrá sacarse tal vez mucho partido en la
Medicina para las enfermedades que traen mucho calor, para las in-
flamaciones locales , las quemaduras &c F.
EXANTEMAS. Se da este nombre á varias erupciones de la
EXC 81
piel, que se describirán en la clase de inflamaciones. ( V. este ar-
tículo. )
EXCESOS. ( Hig. ) [ Llamamos excesos á los abusos ó intem-
perancias de toda especie , pero particularmente á los que provienen
de comer ó beber , de mugeres , de juego y de exercicios violentos,
sean físicos ó morales. Seria inútil repetir aquí lo que decimos en ca-
da uno de estos artículos, donde hacemos ver lo perniciosos y con-
denables que son los excesos, ó cómo concurren á la pérdida de to-
das las facultades físicas y morales, y quántos males acarrean á los
que se constituyen víctimas suyas antes que venga la muerte á liber- .
tartos. ]
EXCITA MIENTO. ( Patolog.) Voz bastante usada entre ios
brownianos. ( V. doctrina de brown. )
EXCRECENCIA. ( Cir. ) * Generalmente se llama excrecen-
cia á todo tumor preternatural formado por el mecanismo del cre-
cimiento en la superficie del cuerpo; así es que las berrugas son ex-
crecencias , y lo mismo los higos, los pólipos, los sarcomas &c. *
EXCRECIOM. {Hi^ ) [Llamamos excreción á una acción por
medio de la qual la naturaleza separa de los órganos las substan-
cias que en ellos se han preparado , y que pudieran perjudicarles si
se detuvieran mas tiempo. Los órganos por cuyo medio se hace la
excreción se llaman excretorios : se diferencian de los que llamamos
secretorios en que estos últimos separan los humores del torrente
de la circulación, en lugar que los primeros los reciben para echar-
los enteramente fuera del cuerpo.
La Fisiología determinará el mecanismo de todas estas funciones;
aquí basta notar que la salud solamente se mantiene en su estado de
perfección quando todas las excreciones se hacen debidamente , quan-
do la transpiración es fácil y los excrementos no se detienen mas ni
ménos tiempo del regular , quando las orinas salen con libertad , y
quando la expectoración es fácil. En este mismo Diccionario y en
Cdda una de estas excreciones , es decir, en su artículo particular, se
hallará el modo de favorecerlas, y los perjuicios que su interrupción
pueJe causar en la economía animal ; por lo que podrán consultarse
cada uno de ellos en particular.] {V. saliva, transpiración,
ORINA &C )
Excreción. ( Fisiol.) Viene de excretio: es la acción por la
qual la naturaleza expele fuera del cuerpo las materias y los humores
excrementicios ó dañosos. Esta voz tiene también otra acepción , es-
to es , para nombrar los mismos excrementos ó las materias excre-
menticias evacuadas.
EXCRECIONES. [Semeiótica.) [Por esta voz entendemos
las materias y humores excrementales que salen del cuerpo , sea en
su estado de salud ó en el de enfermedad. Las excreciones sirven
TOMO IV. L
EXC
mucho para determinar ya el diagnóstico , ó ya el pronóstico en las
enfermedades. Los esputos, por exemplo, dan á conocer la existen-
cia de una tisis pulmonar , y la feliz terminación de una pleuresía ó
de una peripneumonia. (V. los artículos diagnóstico, pronosti-
co, ESPUTO, SUDORES, ORINA &C. )
EXCREMENTO, excrementum. (Fistol.) Se llama así lo que
sale naturalmente del cuerpo del animal por las vias naturales y or-
dinarias.
Excremento. (Hig.) [Por lo general damos el nombre de
excremento á las materias fecales que forman el residuo grosero de
las digestiones. Quando el hombre está enteramente sano , y digiere
bien, debe deponer una vez al dia: la falta ó exceso de esta excre-
ción es un verdadero defecto. Vemos muchísimas gentes que por cos-
tumbre y temperamento tienen el vientre muy floxo. Este desarre-
glo los debilita, los enflaquece y los quita las fuerzas: incomodidad
muy sensible si llega á aumentar, pues de ella pueden muy bien ori-
ginarse el marasmo, la consunción, la hidropesía general ó particu-
lar, las afecciones vaporosas ó tal vez la caquexia.
Las personas muy relaxadas deben guardarse pues de los alimen-
tos irritantes y laxantes, los que son aquosos y de difícil diges-
tión : el exceso en la cantidad no es menos perjudicial. No se debe
beber con mucha abundancia , y sí se deben emplear las aguas ferru-
ginosas minerales , beber buen vino rancio un poco mas de lo acos-
tumbrado , y mezclarle un poco de azúcar , y el de Alicante ó tin-
tilla de Rota ; comer pocas legumbres , nada de guisados , pero sí
la carne asada ó en parrillas: será bueno evitar la vida sedentaria, y
hacer un exercicio moderado. Estos medios serán suficientes para res-
tituir á los excrementos su natural estado de solidez , y asegurar la
salud en esta parte. ( V. diarrea. )
Las personas que tienen el defecto opuesto al que acabamos de
tratar , es decir , que rara vez arrojan sus excrementos , ó que están
estreñidas, logran por lo regular una vigorosa salud: sin embargo,
quando tardan quatro 6 cinco dias en deponer , están á riesgo de va-
rios males , que son conseqüencias de esta detención , como es un
gran pujo en el vientre, dolores sordos, cólicos, tensión, vérti-
gos , xaqueca , infartos &c. Por otra parte si los excrementos se de-
tienen mucho tiempo en los intestinos, como se recalientan se hacen
mas acres, y comunican esta qualidad á los fluidos que los rodean;
y reabsorbidos estos en los demás humores por la via de la circula-
ción , pueden causar otros varios males y enfermedades crónicas mas
ó menos rebeldes.
Para evitar estos inconvenientes no debe hacerse ningún exerci-
cio violento que pueda forzar la transpiración , el sudor ó qualquier
otra excreción. Deben usarse alimentos laxantes , y mas bien vegetales
EXC 83
que animales con poca composición , mezclar mucha agua en el vino,
tomar bebidas disolventes y fruta bien madura , no ir á caballo con
mucha freqüencia, no dormir demasiado, ni tener una vida seden-
taria.
Si no fueren suficientes estos medios , se beberán en ayunas dos
ó tres vasos de agua pura , comer legumbres, y tomar lavativas, cu-
yo uso se repetirá mucho si hay sospecha de que esto pueda proce-
der de alguna almorrana.
Quando la detención proviene de la dificultad de la secreción de
la bilis , que no es bastante abundante para una buena digestión , el
estado se hace morbífico ó enfermizo : entonces se debe consultar al
Médico, que dispondrá, según los síntomas y las circunstancias, los
remedios que se han de emplear. ]
EXCREMENTOS. (Mat. Méd.) Ya hemos dicho en otros
varios artículos que el deseo de sanar, la credulidad, la ignorancia,
la charlatanería, el mismo fanatismo de la Medicina, que así puede lla-
marse, la ciega confianza en ciertos remedios han introducido en la
Materia Médica una multitud de substancias inertes é insignificantes.
En esta clase debemos poner todos los excrementos de los animales
que han sido propuestos para curar varias enfermedades , y á los quá-
les se han atribuido virtudes casi milagrosas; tales son entre otros el
excremento humano, el del perro, condecorado con el título álbum
gracum , los de la vaca , del ciervo, de la zorra, de varias aves &c.
Hace ya mucho tiempo que la sana física, que por desgracia no siem-
pre ha guiado los pasos de la Medicina , ha desterrado unos medica-
mentos tan absurdos y asquerosos. Nos admiramos al ver en varias
obras escritas á principios del siglo xvn, y aun después de esta épo-
ca, que sus autores han hallado la razón de sus propiedades útiles en
la misma repugnancia que los enfermos han de tener á los pretendi-
dos remedios de esta naturaleza: aquí es quando debemos traer á la
memoria aquel axioma, de que presenta demasiadas demostraciones
la historia humana : no hay nada de que los hombres no hayan abu-
sado. Permítasenos pasar en silencio semejantes absurdos , y los que
forman el asunto de este artículo, mayormente advirtiendo que da-
remos noticia de las principales virtudes á los excrementos de varios
animales en los artículos particulares de dichas substancias. F.
EXCREMENTOSO, EXCREMENTAL Y EXCREMEN-
TICIO son epítetos sinónimos que damos á todas las materias de
los excrementos en general.
EXCRETOR Ó EXCRETORIO (Fisiol. ) , adjetivo deri-
vado de excretorius , que se aplica á varios conductos, porque con»
ducen los excrementos fuera del cuerpo.
EXCRETORIOS, (vasos ó conductos) (Fistol.) Se llaman
así los conductos que dan paso á los xugos , á los líquidos ó humores
84 EXE
que se separan de la masa de la sangre en las glándulas y los diferen-
tes colatorios del cuerpo , los quales se distinguen de los vasos secre-
torios en que estos separan y filtran los humores de la masa de la
sangre , en lugar que los excretorios los reciben después que los pri-
meros los han filtrado, arrojándolos enseguida. Los uréteres, por
exemplo, y la uretra son conductos excretorios. Los conductos pe-
queños, que reciben la serosidad de las arterias capilares de los ríño-
nes para depositarla en su pelvis, son los vasos secretorios; pero hay
vasos que son secretorios al principio y excretorios en su extre-
midad.
EXERCICIO. {Hig.) [Llamamos exercicio á una serie de mo-
vimientos musculares que hace el hombre naturalmente y las mas
veces con placer. Buchan observa que, según la estructura de todas
las partes del cuerpo humano , no es menos necesario para su conser-
vación el exercicio que los mismos alimentos.
Muchas veces se ve que aquellos á quienes obliga la pobreza á un
trabajo continuo son los hombres mas fuertes y mas felices. En este
caso se hallan particularmente los labradores, hortelanos &c. La gran
oblación de las colonias y la vejez á que regularmente llegan los la-
radores en todo pais, á no sufrir una extremada miseria, prue-
ban evidentemente que la agricultura es el exercicio mas útil y mas
sano.
El hombre descubre muy temprano su afición al exercicio , y es-
ta inclinación es tan fuerte , que un niño que esté sano no puede es-
tar en sosiego aun á pesar de las amenazas y castigos. El amor natu-
ral al exercicio es sin contradicción la mayor prueba que se puede
dar de su utilidad, y no en baLde nos inspira tales disposiciones la
naturaleza.
Es ley universal para todos los animales que sin exercicio no
puede haber salud: el hombre es el que mas se aparta de esta primi-
tiva ley , y evidentemente el que recibe mayor castigo.
Veamos quáles son las ventajas del exercicio, y de qué modo
puede afectar las partes sólidas y fluidas del cuerpo humano. Todo
el mundo conviene en- que nada contribuye mas á la perfección de
todas nuestras funciones como una buena digestión , la qual exige
cierto movimiento; en Tos órganos destinados para esta operación.
Por esto siempre que la sangre ó los demás humores pecan en canti-
dad ó calidad-, antes de emplear ningún medio artificial , se ha reco-
nocido siempre que el exercicio habia bastado en muchas circuns-
tancias para- dar sobre todo á los sólidos la fuerza y energía que ne-
cesitan para evacuar los humores nocivos ó superfluos.
Tenemos experiencia que aquellos órganos que exercitamos mu-
cho adquieren una fuerza extraordinaria, se ponen mas carnosos y mas
nerviosos: prueba de ello son los mozos de cordel, los carniceros, ta-
EXE 85
honeros , partidores de leña &c. Sabemos que el hábito de cantar y
hablar recio fortifica los pulmones y aumenta la voz. Las uñas y los
cabellos crecen mas ó menos á proporción de que se les corta con
mas ó menos freqüencia. Aun podemos facilitar ciertas evacuaciones
particulares hasta debilitar todas las demás. Haciendo uso de un ór-
gano con mucha freqüencia y de un modo muy fuerte se hace entrar
en él con mucha, abundancia la sangre y los espíritus animales , lo que
nunca dexa de aumentar su robustez y carnosidad. Estos son unos gé-
neros de exercicio, que podrán ser con el tiempo infinitamente útiles.
Ademas de esto el exercicio causa una sensación agradable en las par-
tes sólidas y nerviosas, y una ligera agitación de los espíritus animales
capaz de disipar ó aplacar un dolor local, que ningún remedio hubie-
ra podido enlazar con tanta prontitud ni con tanta ventaja.
Por otra parte podemos decir que sin el exercicio no se puede
hacer bien una de las funciones principales del cuerpo animal, que
es la sanguificacion; sabemos que los pulmones son los únicos que
agitan y atenúan la sangre de los que hacen una vida sedentaria. Es-
ta viscera hace entonces su función con mucha mayor negligencia,
porque no es ayudado por la acción de ningún músculo, que propor-
cione la aceleración de la sangre venosa ; y por lo mismo este principal
agente de la economía animal se ve muchas veces alterado en aque-
llas personas en quienes el espesor y viscosidad de la sangre , que cir-
cula con dificultad, causa infartos en los vasos capilares, ocasionan-
do una multitud de inconvenientes, que necesariamente son conse-
q.üencias de la falta de exercicio.
Todo el mundo conviene en que el exercicio y el movimiento
disponen todas las demás facultades animales para executar bien sus
diferentes funciones , y facilitar á la naturaleza todos los medios de
vencer los obstáculos con que tiene esta que combatir , que son su-
mamente favorables á la salud , aliviando la transpiración, llamando
los espíritus animales , y fortificando toda la máquina del hombre; y
podemos añadir que hay muchas enfermedades que puede curar el
exercicio, y cuyo remedio se ha buscado en vano en el arte de
curar.
La inacción relaxa siempre los sólidos, de donde se originan mu-
chísimas enfermedades , pues quando los sólidos están relaxados , ni
la digestión ni ninguna de las secreciones puede hacerse como con-
viene , y de ahí resultan las mas fatales conseqüencias. ¡Quán rela-
xadas no estarán las fibras de una persona que pasa ociosamente to-
do el dia tendida en un sota ó canapé, y toda la noche en una cama
sobre colchones de pluma!
El andar siempre en coche ó silla de manos es igualmente querer
muy mal á su salud: son tan comunes estas producciones del luxo,
que puede justamente rezelarse que los grandes señores lleguen á per-
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der el hábito de andar ; y hay muchas gentes que no parece sino que
se avergüenzan de andar en dos pies según el afán que tienen de ha-
cerse llevar arrastrando. ¡Quán ridículo no ha de parecer un hombre
gordo y rollizo sacrificado al ocio, y víctima las mas veces de las
enfermedades que le han causado la falta de exercicio y el buen tra-
to á que se ha entregado !
Hay muchísimas señoras que, sin otro mal que una delicadeza
imaginaria , no quieren fiarse de sus piernas , no creyéndolas capaces
de sostenerlas. Con tal molicie y tal inacción , ¿quál puede ser la sa-
lud de esta especie de mugeres? ¿de qué sirven en la sociedad? ¿qué
constitución han de dar á los niños que puedan dar á luz? Así suce-
de que los hijos de los grandes señores ó de algunos pudientes sue-
len salir al mundo débiles y delicados, son unos esqueletos vivien-
tes, son ya viejos á los treinta años, y mueren á los quarenta.
Sin embargo el único medio de resucitar estos vivientes es el exer-
cicio. Sabemos que César, á pesar de su constitución delicada, llegó
á hacerse un héroe infatigable; y debió esta complexión únicamen-
te á los exercicios de la guerra y del campo de Marte. Henrique IV
no fué deudor de su fuerza sino á las grandes fatigas que le procurá-
ron sus desgracias y á la educación rústica y frugal que recibió de su
sabio abuelo. Los ricos imaginan haber hecho mucho exercicio quan-
do se han paseado un par de horas en una berlina con muelles á la
inglesa para ir á hacerse ver en algún paseo público; pero están muy
equivocados. Esto no es un verdadero exercicio con respecto á una
persona sana, y apénas es suficiente para un convaleciente ó para
una persona realmente muy delicada. El verdadero exercicio es el
que pone en movimiento todas las partes del cuerpo , y que se hace
al ayre libre; pero por desgracia las varias especies de exercicios,
que tanto cultivaban los antiguos , han decaído de tal manera , que
la gente llamada de forma en todas las poblaciones grandes creería
perder de su honor, y se avergonzaría de darse á semejantes exerci-
cios. No quieren acabar de conocer que el abandono de estos útiles
placeres es causa del aumento de las enfermedades crónicas.
Deseamos sinceramente que se erijan hoy dia establecimientos de
educación , en los quales se incline á la juventud á toda suerte de
exercicios , y entonces veríamos con gusto resucitar en nuestros dias
aquella parte de la Medicina tan cultivada por los antiguos, esto es,
la gimnástica , que abraza todos los movimientos del cuerpo para la
conservación y restablecimiento de la salud. Sobre todo debe per-
mitirse á las niñas que se entreguen algo mas que hasta ahora á va-
rios exercicios que , sin oponerse á la decencia , pueden dar vigor
y fuerza á sus constituciones.
Quando se aconseja el exercicio á gentes cuyos males provienen
de la inacción y ociosidad , hallan siempre razones para eludir el pa-
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recer y dictamen del Médico : dicen que son precisados á estar se-
dentarios por estado ó por gusto ; y algunos , para paliar su terque-
dad, autorizan sus vicios con el exemplo de algunos ancianos que han
conservado mucho tiempo su salud sin hacer exercicio, ó con el de
las mugeres , que en realidad hacen habitualmente menos exercicio
que los hombres : los literatos se hallan muchas veces en este caso;
pero se alucinan muy á su costa.
Si realmente hay algunas mugeres que estén sanas sin hacer casi
exercicio , es porque tienen varios medios naturales) que las desocu-
pan de lo que pudiera serles superfluo. Tienen evacuaciones periódi-
cas muy favorables para ello ; tienen por otra parte sensaciones mas
delicadas , mas movibles que las de los hombres , y comen también
mucho ménos ; tienen á veces ciertas pasiones , que hasta cierto pun-
to hacen en su cuerpo el efecto del exercicio calentándolas y ani-
mándolas.
La falta de exercicio es la que generalmente causa las obstrucciones
de las glándulas, que es tan común hoy dia, y que luego se convier-
ten en enfermedades rebeldísimas. Miéntras los riñones y el hígado
exercen bien sus funciones hay razón para creer que está bien esta-
blecida la salud ; pero amenazan mucho daño en llegándose á poner
malos. El exercicio es uno de los mejores remedios que se conocen
para las obstrucciones : es cierto que no siempre ha probado como
remedio ; pero quando se emplee con método y á tiempo , es cierto
que habrá muy pocos que hagan un efecto tan eficaz. Podemos estar
seguros que aquellos que hacen mucho exercicio rara vez padecen de
infartos.
La delicadeza de nervios debe ser una conseqüencia precisa de la
falta de exercicio; solo este y el ayre libre puede fortificar los ner-
vios, precaviendo una multitud de enfermedades que se originan de la
relaxacion de estos órganos. Rara vez se ve que las personas activas
y laboriosas se quejen ele enfermedad de nervios : esta clase de en-
fermedades pertenece á los esclavos del placer y de la molicie. Se
han visto varios enfermos de esta especie que , arrojados desde los
brazos de la opulencia al seno de la miseria, y precisados á vivir
del trabajo de sus manos, han sanado perfectamente. Así es que, se-
gún lo dicho , se ve quál es muchas veces el origen de las enferme-
dades nerviosas , y quál es el medio de curarlas ó librarse de ellas.
El exercicio , dice Witt , es de tanta utilidad para fortificar el
sistema nervioso, que sin él serán vanos é infructuosos quantos re-
medios se apliquen á las personas atacadas de nervios por mas que
sean propios para aquellas enfermedades. De todos los diferentes
exercicios la equitación lleva con razón el primer lugar para fortifi-
car. Este es el consejo que da Sidenham para los enfermos hipocon-
driacos é histéricos.
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Si no se transpira habitualmente y con facilidad , hay que temer
una multitud de inconvenientes que trae siempre consigo la falta de
exercicio: la materia de la transpiración detenida en los humores los
vicia, causa la gota, el reumatismo y varias especies de calentu-
ras &c. Solo el exercicio podría curar una infinidad de males, que se
tienen por incurables, y precaver aquellos contra quienes son in-
fructuosos los remedios.
Cheyne en su excelente Tratado de la salud observa que los su-
getos débiles y valetudinarios deben hacer del exercicio una práctica
religiosa. Nosotros somos de su dictamen, no solo para la gente dé-
bil y valetudinaria, sino también para todas aquellas perdonas cu) as
ocupaciones no exigen un movimiento suficiente; tales son los litera-
tos, los tenderos y los artesanos que, sin faltar á sus negocios, de-
bieran tener ciertas horas destinadas para el exerucio, asi como las
tienen para comer. Mr. Duplanil observa que las ocupaciones seden-
tarias deberían pertenecer más particularmente á las mugeres que á
los hombres, porque ellas sufren mejor el estar encerradas, y son
mas propias para los trabajos de poca fuerza. Si se criara generalmen-
te á las niñas enseñándolas algún oficio de los que están á su alcance,
no se verían tantas prostitutas víctimas de la necesidad, y no habría
tanta falta de hombres para la agricultura , la navegación y otros
exercicios de fuerza. Todo lo perteneciente á la sastrería ¿no debie-
ran hacerlo las mugeres? Los antiguos no conociéron los sastres > y
todos los vestidos los hacían las mugeres. No hay muchacho, dice
el Filósofo de Ginebra, que de propio impulso haya aspirado á ser
sastre; es necesario el arte para inclinará t-se oficio de muger un sexd
que no nació para él ; una misma mano no puede manejar la espada y
la aguja. Yo, Soberano, solo permitiría la costurería á las mugeres,
á los coxos y á los hombres achacosos , que se ven reducidos á vivir
como ellas.
Los impresores, los encuadernadores, los zapateros, los pelu-
queros y otros artesanos están en el mismo caso. La mayor parte de
sus trabajos los puede hacer una muger ; y la translación de estos ofi-
cios, que afeminan y debilitan á los hombres á los que les son pro-
pios , restituiría al estado una multitud de hombres, que se darían
entonces á otros oficios de mayor utilidad para ellos y para la so-
ciedad.
El tiempo mas conveniente para el exercicio es la mañana, por-
que el estómago está vacío, y el cuerpo ha encontrado en el sueño
el medio de restablecerse ó recobrar sus fuerzas. Por otra parte el
ayre puro de una buena mañana da firmeza á los nervios; la indo-
lencia en nada ha perjudicado tanto á la salud como introduciendo
la costumbre de estar mucho en la cama. Si en lugar de levantarse á
las ocho ó las nueve, se levantasen las gentes á las seis, y empleasen
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«n par de horas en pasearse á caballo ó á pie , se hallarían todo el día
eon el cuerpo mas libre, y el espíritu mas alegre y sereno. Seria ma-
yor el apetito, mejores las digestiones, y el cuerpo necesariamente
se haria mas fuerte.
Las personas inactivas se quejan continuamente de dolores de
estómago , flatos, hinchazones, indigestiones &c. Estos males, orí-
en de otros mil, no ceden á los remedios: solo puede curarlos un
uen régimen, y un exercicio fuerte y continuado, al qual rara vez
pueden ellos resistir. Importa notar que no es bueno entregarse á
un exercicio violento luego después de haber comido.
El exercicio, en quanto se pueda, debe hacerse siempre al ayre
libre; si las circunstancias no lo proporcionan de otro modo es bue-
no exercitarse en casa á tirar la espada, á correr, saltar, baylar,
pasearse muy apriesa &c.
Aquí no consideramos el bayle y los demás exercicios como unas
artes únicamente agradables, sino como unos exercicios favorables á
la salud ; por lo tanto nos importa muy poco el hacer pasos , arre-
glarlos en cadencia , describir círculos ni diagonales. Los saltos , el
correr , la sociedad y la alegría que suele acompañar esta clase de
exercicios , es lo que nos los hace desear ; los miramos como unos
medios muy favorables de facilitar la circulación , las excrecio-
nes &c. , y sobre todo como propios para suplir las ocupaciones se-
dentarias en que regularmente se emplea todo el mundo y con par-
ticularidad las mugeres.
No es bueno fixarse en una sola especie de exercicio: es mucho
mejor ir variando , y detenerse mas tiempo en aquel que parece mas
propio á la constitución y á las fuerzas del sugeto. Generalmente es
preferible aquella especie de exercicio que pone en acción mayor
número de órganos, como el paseo, el correr á pie y á caballo, el
nadar, cultivar la tierra &c.
Es lástima verdaderamente que no estén en uso los antiguos pla-
ceres de la gimnástica ; estos placeres inclinarían al pueblo á exercitarse
mas de lo que acostumbra regularmente, y serian de muchísima utili-
dad á las gentes que no tienen precisión de trabajar para comer. Co-
mo ha pasado la moda de estos placeres, los de un genio sedentario
han prevalecido ; los que regularmente solo sirven para perder tiem-
po, y requieren á veces mas estudio y aplicación que los estudios y
negocios mas importantes. Todo lo que obliga á estar sentado y apli-
cado no puede mirarse como una diversión de gran utilidad.
Los placeres que procuran mayor exercicio son la caza, la lan-
za, el florete , la pelota , el villar, el mallo y las bochas. Todos es-
tos exercicios favorecen la transpiración, fortifican los pulmones, y
dan igualdad y firmeza á todo lo demás del cuerpo. Traeria muchí-
sima utilidad que en todos los lugares se establecieran , sobre todo
TOMO 1Y. 21
po EXE
para los jóvenes, una especie de corridas á pie y á caballo, y unos
exercicios de nadar, que vendrían á ser unas escuelas en que se ad*-
quiriria fuerza, salud y vigor. Todo exercicio debe tener unos lími-
tes razonables: la fatiga le quita todo su valor, y en lugar de forti-
tícar el cuerpo y mantener la salud , los va debilitando , y al fin lo
destruye enteramente.
Todos los hombres deben imponerse el exercicio como una espe-
cie de necesidad: la indolencia, como todos los demás vicios, hace
que nos entreguemos á ella, y va tomando imperio sobre nosotros,
y liega á hacérsenos agradable. Así hay gentes que quando mozas
gustaban, del exercicio, y lo miran ya después con aversión; pero
nunca iexan de ser castigados con males muy incómodos , tales co-
mo la gota , la hipocondría , la obesidad &c.
Uno de los grandes secretos de la educación es que los exerci-
cios del cuerpo y los del espíritu se sirvan unos á otros de descanso.
El sabn que sepa hacer instrumentos matemáticos, anteojos , teles-
copios &c. hallará en estas ocupaciones un excelente medio para
llenar agradablemente los instantes en que el espíritu fatigado rehusa
el alimento á la imaginación , y la imposibilita el componer : un hom-
bre de negocios, hallará un descanso agradable en las ocupaciones
del torno ó en las obras mecánicas; pero los artistas,, los operarios,
y en general todos los hombres, hallarán en la agricultura un antído-
to contra el mayor de los enemigos, que es el fastidio de la ociosi-
dad , preservándose, al mismo tiempo de una multitud de enfer-
medades.
La falta de exercicio no solo causa mil enfermedades, y destru-
ye la economía del cuerpo humano, sino que corrompe necesaria-
mente el corazón , y da margen á una multitud de vicios. Así , decir
que un hombre es ocioso es peor que llamarle vicioso, pues no es-
tando el espíritu ocupado, necesariamente ha de ir en pos de los pla-
ceres, se ha de entregar á ellos con exceso, y de consiguiente es
capaz de cometer qualquiera maldad para proporcionárselos. De aquí
se infiere nuevamente que el hombre no ha sido criado para la indo-
lencia, pues que esta no solo causa daño al que se: entrega á ella, si-
no á toda la sociedad ; y al contrario la vida activa no solo es mas
firme apoyo de la salud, sino también de la virtud.
Por lo tocante á las precauciones que deben tomarse , ya dixi-
mos que era peligroso ponerse al ayre después de haber hecho algún
exercicio violento , que eran temibles las bebidas heladas y aun el
agua fria, siendo mejor el vino en tales circunstancias. En el artículo
friegas hablaremos de la especie de exercicio que esto propoiciona
á la gente sedentaria.]
EXERESIS. (Cir.) * Esta voz significa la operación por la
qual se extrae del cuerpo humano alguna materia extraña, inútil ó
EXF 9 i
perniciosa. Esto se hace de dos modos, ó por medio de lo qne se
llama propiamente extracción, que es sacar del cuerpo alguna cosa
que se habia formado dentro de él, ó por detracción, sacando del
cuerpo algo que se habia introducido de afuera. La operación de la
piedra ó litotomia, el parto forzado &c. son de la primera clase: la
extracción de una bala pertenecerá á la segunda. Algunos autores
no llaman detracción á la acción de sacar un cuerpo extraño que se
habia introducido en el cuerpo , sino quando es preciso hacer una in-
cisión en diversa parte de aquella por donde el cuerpo se habia in-
troducido ; pero esta distinción es de poquísima utilidad. Lo que im-
porta es examinar con atención : i .° quál es la parte de donde que-
remos extraer alguna cosa, y enterarnos bien de su estructura y
situación: 2.° qué cuerpos extraños queremos extraer; quál es su
forma y su naturaleza; sisón duros, blandos, desmenuzables , com-
presibles, redondos, quadrados, romboydes, triangulares &c. : 3.®
de qué instrumentos nos hemos de valer, eligiendo ó inventando
los mas á propósito para el efecto: 4. 0 cómo y quándo se deberán
poner en uso. Los demás principios generales concernientes á la exéi
resis quedan expuestos en el artículo cuerpos extraños.)*
EXFOLIACION. (Cir.) * Se llama así la separación de las
partes de un hueso que se deshace en hojas muy delgadas. Esta
voz está compuesta de las latinas ex y folium. Quando una parte
de la superficie del cráneo ha estado algún tiempo desnuda está
muy expuesta á exfoliarse. Nunca debemos apresurar demasiado la
curación de las heridas de los huesos , sino darles tiempo de que se
restablezcan por sí mismas ; lo que hacen algunas veces sin exfoliarse,
mayormente en los niños. La caries de los huesos es imposible curarla
sin hacerse la exfoliación: por lo demás los huesos descubiertos no
siempre se exfolian: se han visto desnudaciones considerables que
han durado seis meses con supuración , y en que la superficie del
hueso, lejos de exfoliarse, se ha consolidado. También llamamos ex-
foliación á la separación de una membrana , de un tendón ó de otras
partes blandas destrozadas ó amortecidas por alguna causa externa,
ó alteradas por la impresión del ayre que ocasiona una llaga , ó por
materias purulentas: la falta de aquella separación en esta última cir-
cunstancia es una de las causas de la fístula.
Era opinión muy común entre los antiguos que todo hueso
descubierto debe exfoliarse , y por esto dexaban mucho tiempo abier-
tos los labios de una llaga esperando la exfoliación. La experiencia
y la razón han destruido aquel error, haciendo ver que tapando las
llagas en que los huesos están simplemente descubiertos, se retarda
la curación y se expone á los pacientes; sin embargo la exfoliación
de los huesos es obra casi siempre de la naturaleza , y las mas de las
precauciones que tomamos para producir la exfoliación son inútiles
9* EXO
auando no perjudiciales: esta es una verdad que no debe callarse.
Efectivamente ¿quántos Cirujanos vemos que durante meses enteros
se lisonjean en vano de hacer exfoliar algún hueso por medio de
la hila seca ó del espíritu de vino , de los cáusticos y de la legra,
quando otros sin recurrir á nada de esto logran ver en poco tiem-
po una feliz exfoliación? La naturaleza, vuelvo á decir, es la única
que puede producir la exfoliación, y todo el secreto del Cirujano
está en, dexarla obrar , ir observando sus pasos , no poner estorbo- á
sus operaciones , y conservar á la parte su calor natural, ó aumen-
tarlo si es necesario. Lo mas interesante , pero también lo mas difi-
cultoso en todas las artes, está en conocer los límites de donde no
pueden pasar. Los buenos Profesores no pierden nada en confesar
su limitación, y los impostores hallan ménos víctimas de su credu-
lidad *.
EXFOLIANTE. (Cir.) * Exfoliante se llama el remedio propio
para hacer exfoliar los huesos cariados, es decir T para hacer separar
en hojas la caries de la parte sana. (V. caries^ exfoliación.).
Se llama trépano exfoliante un instrumento que perfora el hue-
so, rayéndolo y levantando varias hojas una después de otra: el ár-
bol y demás partes de este instrumento no se diferencian en nada
de las del trépano coronado ,. pues se arma en el árbol del trépano
lo mismo que las coronas una especie de legra que roe el hueso.
El uso del trépano exfoliante no es muy freqüente ;. sin embar-
go puede tener su utilidad , y por lo mismo no debemos desterrarlo
de la Cirugía , aunque algunos Prácticos lo tengan por inútil *.
Las incisiones y taladros que aconseja Belloste se tienen por unos
medios auxiliatorios de la exfoliación; pero ya se ha dicho quando
se ha tratado de esta operación , que la naturaleza es quien lo hace
todo, y es poco lo que puede contribuir el arte,
EXONFALO. {Cir.) * Se da este nombre general que com*-
prehende todas las especies de hernias que sobrevienen al ombligo
causadas por la dislocación de las partes sólidas contenidas en la ca-
vidad' del vientre ; y así los autores han errado en clasificar en el
número de las hernias del ombligo unos tumores humorales, que no-
tienen ningún carácter particular por estar situados en aquella parte.
El hidrónfalo es un tumor aquoso del ombligo ,que no presenta otra
indicación que la del edema , de quien es una especie. ( V. edema.)
Lo mismo diremos del neumatónfalo ó tumor ventoso del ombligo.
Las partes internas que forman dicho tumor exterior, por haber pa-
sado por el anillo del ombligo, son el intestino y el epiploon t si
únicamente sale el intestino se llama enterónfalo ; si el epiploon solo
forma el tumor epiplónfalo; y si el tumor es formado á un mismo
tiempo por el epiploon y por el intestino se llama entero epiplónfalo.
Esta enfermedad no se diferencia de las demás hernias sino en su si-
EXO 93
tuacion, pues tiene las mismas indicaciones, produce iguales sínto-
mas , y es susceptible de los mismos accidentes , por lo qual se ha-
blará de él en el artículo hernia.
La reducción de las partes que forman aquella hernia debe ser el
objeto principal del Cirujano (V. reducción.): reducidas ya las
partes, es preciso contenerlas con un vendaje ó braguero propor-
cionado *.
EXOSTOSIS. (Cir.) * El exóstosis es un tumor extraordinario
que sale en un hueso, y es muy freqüente en las enfermedades vené-
reas , en el escorbuto y en el vicio escrofuloso. Para curar los exos-
tosis es preciso combatir la causa interna con remedios generales , si
no hay un específico conocido contra el principio de la enfermedad,
como se logra en el venéreo. Las causas de los exóstosis pueden ser
destruidas , y sin embargo subsistir el vicio local , como se ve igual-
mente en la hinchazón de los huesos producida por el venéreo. Hay
exóstosis que se supuran , y la situación de los quales permite hacer
su abertura y su extirpación : en tal caso podremos emplear todos
los medios que se han indicado en el artículo de la caries y de la
exfoliación. Para atacar los exóstosis, que no se han fundido con
la cura del venéreo ó de qualquiera otra causa interna, debemos des-
cubrir el tumor del hueso haciendo una incisión crucial; debemos
luego extraer una parte de los ángulos; hacer la cura en seco; quitar
el aparato al dia siguiente, y valemos entonces del trépano perfo-
rativo; con él se hacen varios agujeros hondos y bastante arrimados
unos á otros, haciendo que ocupen todo el tumor que queremos ex-
traer; luego nos valemos de un cincel ó de una gubia que corte
bien t y de un martillito de plomo , con lo qual vamos poco á poco
cortando todo lo que ha pasado el trépano. Aquellos agujeros dismi-
nuyen el hueso , y por su medio se corta con mucha mas facilidad
sin miedo de que se abra quando se le va á cortar con el escoplo: del
mismo medio se valen los ebanistas para que la madera no se abra
quando trabajan con el escoplo. Si el tumor es considerable y se ne-
cesita dar muchas cinceladas r será bueno hacer la operación en dos
veces, esto es, la mitad en un dia, y la otra mitad el dia siguiente,
pues los golpes reiterados podrian lastimar la medula del hueso , y
causar luego después un absceso. Quando está todo quitado, se hace
la cura del hueso como se ha dicho; y para que la exfoliación sea
mas pronta r se aplica sobre él la disolución de mercurio , hecha en
agua fuerte ó en espíritu de nitro. Este es uno de 'os mejores re-
medios que podemos emplear; y solo preferimos el fuego quando la
caries es muy profunda , ó quando hay alguna excrecencia de carne
considerable *.
EXÓTICOS, (medicamentos) {Mat. Méd.) Se ílaman así to-
dos los que vienen de países extrangeros y distantes del que se era-
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plean: se aplica esta voz mas particularmente á las substancias vege-
tales ó animales que vienen de otra parte del globo en que habita-
mos. Ha habido y aun hay preocupación en el uso de los medica-
mentos exóticos , dexando acaso los indígenos ó del pais , debiendo
estos tener la preferencia. En la Medicina siempre ha habido este lu-
xo , y seria de desear que los Médicos investigadores examinasen me*
jor las producciones de su suelo , y evitarían á sus enfermos, ademas
de los dispendiosos gastos, los malos efectos de algunos medicamen-
tos que se adulteran , ó por vicisitudes inevitables , ó por la codicia
y ambición del comercio.
EXPECTORACION. ( Pat. ) Se da este nombre á la materia
que se arroja quando se expectora. Los fenómenos que se advierten
en esta materia morbosa se describen en varios artículos. ( V. catar-
ro, tÍsis, pulmonía &c.) Por esta voz se comprehende también
el acto pasado de expectorar , y así decimos la expectoración se ha
hecho sin fatiga &c.
EXPECTORANTES. (Mat. Méd.) Se da el nombre de ex-
pectorantes á los medicamentos que tienen en general la propiedad
de favorecer la salida de los humores detenidos en los bronquios y
sus divisiones. Estos medicamentos pueden producir este efecto de
tres modos diferentes , ó bien dulcificando ó lubrificando las vias de
la respiración , y llamaremos expectorantes dulcificantes ; ó estimu-
lando y excitando estas partes , y los llamaremos estimulantes ; ó
atenuando y fundiendo las materias espesas y viscosas que embara-
zan la traquíarteria y los bronquios , y los llamaremos expectoran*
tes incindentes. Los Médicos prácticos determinarán estas varias
especies según las circunstancias y estado de las materias contenidas
en los vasos aéreos del pulmón.
Quando hay viscosidad y acritud en los humores que se separan
en las vesículas pulmonares , hay tos y esfuerzos inútiles para arrojar
aquella materia extraña, y suelen facilitarlo los lubrificantes y emo-
lientes (V. estos artículos.); pero los que se suelen usar con mas
freqüencia son la raiz de malvavisco , de consuelda y regaliz; las flo-
res de tusílago, las hojas de malva, los higos, las azofayfas, los dáti-
les , las pasas, el azúcar, los aceytes dulces, los xarabes de malva-
visco y de las substancias arriba indicadas &c. , la esperma de baile-
ña, la miel y otros.
La tos es el medio que la naturaleza emplea para hacer salir los
diversos humores morbosos que se separan en los bronquios y en la
traquiarteria , y algunas veces el arte ayuda y debe excitarla con
los remedios propios; lo que se consigue irritando los nervios, que sé
distribuyen en los bronquios y en la faringe , y aun en las inmedia-
ciones de la laringe. Son varias las substancias qué pueden desempe-
ñar esta indicación, como son las irritantes. Fourcroy propone los
EXP 95
humos de varias substancias ; pero esta práctica está reprobada por
los Médicos instruidos y acostumbrados á ver los malos efectos de
Jos vapores introducidos por la boca, pues sofocan infinito á los en-
fermos; y como estos tienen dañada precisamente la función de la
respiración , se aumentan los males creyendo dar un remedio útil
fundado en una vana teoría; bien que el mismo Fourcroy confiesa
mas adelante que es muy difícil propinar con utilidad esta especie de
remedios , y así aconseja los mas suaves.
Los expectorantes, que facilitan la salida de los esputos dividien-
do los humores espesos, y haciéndolos mas fluidos, son de grande
utilidad en la mayor parte de las enfermedades de pecho; por lo re-
gular pertenecen en general á la clase de atenuantes; pero hay
algunos que tienen una acción particular sobre los humores bronquia-
les y los demás fluidos animales de estos órganos, y se cuentan en-
tre ellos el azufre, los bálsamos de la misma substancia, el antimo-
nio, el kermes mineral, el tártaro emético, pero en corta dosis, el
succino y su sal volátil,, las aguas minerales hepáticas y sulfúricas,
las raices de lirios de Florencia, énula campana, de ipecacuana, la
cebolla albarrana , las hojas de yedra terrestre , de hisopo, de mar-
rubio, de polígala, pulmonaria, borraxa, buglosa &c. , el azafrán,
benjuí (con preferencia sus flores), el estoraque, la goma- amonia-
co &c. Ext. de F.
EXPECTORAR. (Pat.) Se usa de esta voz para expresar la
acción , el acto mismo de arrojar las materias contenidas en la tra-
quiarteria y los bronquios; se diferencia de esputar en que esta ope-
ración parece que es propia de lo que ya esta en la boca, y aquella
de lo que ocupa las cavidades aéreas del pulmón; pero no se puede
expectorar sin esputar. ( V. este artículo.) .
EXPERIENCIA. ( FU. Míd.) Esta palabra en un sentido ri-
guroso significa el conocimiento adquirido por medio de observado-
nes continuas, y por un largo uso de quanto puede contribuir á la
salud y á la curación de las enfermedades.. Pero ¡quánta falsedad en
Jas ideas , quántas equivocaciones groseras han reynado y por des-
gracia rey nan todavía entre el vulgo y aun entre algunos Médicos
acerca de sus caractéres legítimos! Esta sola causa basta para que
nos detengamos algún tanto en la explicación de un objeto tan im-
portante , extractando la mayor parte de nuestras ideas del tratado
del inmortal Zinmerman sobre la experiencia , cuya lectura llena de
erudición , de solidez y filosofía no nos cansaremos de recomendar
así á los principiantes como á los mismos Profesores.
La experiencia pues en la Medicina como en todas las artes es
aquella justa reunión de conocimientos , que manifestando la natura-
leza y relación de los objetos aclara las dudas, disipa la ignorancia,
y afirma la verdad de las cosas eu quanto puede alcanzar el espíritu
96 EXP
humano. Ella fué la base primera de la ciencia , hasta que Hipócra-
tes , genio destinado á cultivarla y engrandecerla , reuniendo sus
partes groseras é informes, compuso un cuerpo de doctrina fundada
en las observaciones de sus predecesores y en las suyas , y estableció
la verdadera teoría experimental. Mas lastimosamente sus sucesores,
dando demasiada extensión al raciocinio, y libertad á su imagina-
ción, se separaron de la senda que él les nabia abierto, y de aquí
la multitud de sistemas caprichosas que mas de una vez han hecho
volver á la Medicina á la cura de su infancia. Podemos decir que
hasta fines del siglo diez y siete no empezó á ensalzarse y cultivarse
la Medieina experimental , época en que brilláron algunos talentos
observadores , y en que se recomendó y fomentó con ardor el estu-
dio de la medicina clínica.
Para distinguir á un mismo tiempo los escritos que llevan el sello
de la verdadera experiencia, y discernir los medios oportunos que
conducen á ella, conviene desde luego conocer sus caractéres y las
qualidades que debe tener.
No es la experiencia aquel simple conocimiento délas enferme-
dades , que qualquier hombre puede adquirir asistiendo con atención
á algunos enfermos. Esta simple intuición de las enfermedades aun no
es ni puede ser una observación médica , miéntras el observador no
tenga las disposiciones preliminares para juzgar bien del objeto que
se le presenta. En efecto , dice Zinmerman , todo hombre que ignora-
se lo que debe observar directamente , ó que no posea el arte de
reflexionar sobre lo que ha visto , podrá muy bien recorrer toda la
tierra sin haber al fin conocido nada. La verdadera experiencia de-
pende principalmente de la cabeza del que desea adquirirla ; y así la
proporción de ver mucho no es la que constituye las buenas obser-
vaciones, sino la aptitud para ver bien. El vulgo decide general-
mente de los conocimientos prácticos de un Médico por el mayor
iwímero de enfermos que ha visto , aun quando carezca de los conoci-
mientos preliminares para considerar su enfermedad ; de suerte que
por esta regla un enfermero antiguo de un hospital debe ser á sus ojos
un excelente práctico ; pero es bien sabido que estas qualidades pro-
ducen solo observaciones vagas, falsas, por lo común ilusorias, y
siempre incapaces de servir de base á la experiencia.
Esta en la Medicina debe fundarse no en algunas observaciones
particulares y limitadas , sino en una larga serie de hechos , que in-
dependientes de las personas y de los paises se critican y confirman
unas á otras. Por lo mismo su base principal viene á ser el resultado
general de las observaciones dichas , ó de todos los Médicos sensa-
tos. Supone ademas la capacidad de notar y distinguir todas las
partes del objeto que se propone, y exige un espíritu reflexivo y
pronto para juzgar con discernimiento de los auxilios mas oportunos
EXP 97
para destruir ó combatir la dolencia: cíe este modo se reducen á dos
los medios necesarios para poseer la experiencia médica á adquirir
el conocimiento histórico, que nos dispone para ver bien las enfer-
medades , y á formarse un espíritu observador, que nos enseñe á dis-
cernir bien estas mismas enfermedades en los pacientes.
El primero es indispensable para llegar á conseguir la experien-
cia, y sin él la práctica es una miserable rutina. Por falta de instruc-
ción en este punto se ven hombres incapaces de hacer las combina-
ciones mas simples, exerciendo impunemente y á satisfacción suya
el arte mas difícil, y cometiendo errores gravísimos, que solo pue-
de disimularlos su crasa ignorancia. Es verdad que el Médico al en-
trar en la práctica tiene un campo inmenso que recorrer; mas tam-
bién es cierto que el que ya va instruido por el estudio lleva consi-
go la carta geográfica de este vasto pais, miéntras que los demás ca-
minan toda la vida guiados únicamente por una reminiscencia vaga,
por una analogía falaz 6 á tientas en medio de espesas tinieblas. He
aquí las ventajas del estudio razonado de las ciencias auxiliares y de
la lectura escogida y reflexiva.
El espíritu de observación , que enseña á discernir bien las enfer-
medades en los mismos enfermos, consiste en la habilidad de verlas
tales quales son , y atinar en su conjunto con los puntos principales
en que debe fixarse nuestra atención. Es menester para formar un
buen observador que haya recibido de la naturaleza una disposición
para considerar los objetos en su verdadero aspecto ; y esta organi-
zación primitiva, que da lo que se llama tacto ó tino , es con res-
pecto al juicio lo que el golpe de ojo en la pintura y el oido en U
música. No todos pueden gozar de este don de la naturaleza; mas
la buena educación , si no basta á reformar una organización vicio-
sa, consigue á lo ménos rectificar el espíritu, y hacerle adquirir el
hábito de formar juicios exactos y verdaderos.
Para esto es necesario formarse un método de clasificar las enfer-
medades en géneros y en especies bien distintas , y ninguno mas cla-
ro y sencillo que el nosológico adoptado por los escritores moder-
nos. (V. nosología.) Los buenos observadores aconsejan ademas á
los principiantes el formar un diario exacto de los enfermos que asis-
ten , en que noten la carrera , progresos y particularidades de sus
males desde el principio hasta el fin.
Hay una edad propia para la observación , que es aquella en que
los sentidos tienen á un mismo tiempo vigor y despejo, y en que el
entendimiento es tan curioso y dócil como pronto para concebir.
Petit decia que habia visto pocos hombres que , pasada la edad de
treinta años, estudiasen la Medicina Práctica con aprovechamiento;
y advertia que los años mas favorables para aprenderla eran desde
los diez y nueve á los veinte y seis. Antes de esta época es demasía-
TOMO IV. N
98 EXP
do viva la imaginación , y después los órganos no están ya bastante
flexibles , ni el entendimiento puede sujetarse fácilmente al yugo de
la experiencia.
Siendo pues necesario reunir muchas quaüdades apreciables como
el caudal de nociones extensas y exactas para distinguir y clasificar
oportunamente las enfermedades, una atención constante para exa-
minarlas en todas sus relaciones , y un talento perspicaz para con-
siderarlas baxo el punto de vista mas esencial , se infiere que la ex-
periencia es don que poseen pocos Médicos, y por consiguien-
te el mayor número tiene solamente una experiencia falsa ó incom-
pleta.
La primera está fundada en sistemas , preocupaciones , observa-
ciones viciosas ó mal hechas, ó en fin en conseqüencias falsas, aun-
que á veces deducidas de una buena observación. Esta es de la que se
glorian los Médicos rutineros , que visitan gran número de enfermos
sin previsión ni reflexión, que aunque ven gran número de ellos,
ven muy pocas enfermedades, siempre con los ojos corporales, y
nunca con los del espíritu , al modo que los enfermeros de un hos-
pital.
La experiencia incompleta es la que , reuniendo en cierto gra-
do las condiciones indispensables para adquirir la verdadera , aun
no ha llegado al último de perfección por falta de aplicación ó de
los conocimientos suficientes, ó por vicio de la organización ó poco
exercicio.
Muchos adquieren el nombre de buenos observadores porque en
efecto en lo exterior aparentan aquella actividad y atención cons-
tante que caracteriza á los Médicos experiméntalos; pero es muy
fácil padecer en este punto graves equivocaciones. Hay muchos que
dan este título tan apreciable á un Médico si visita con freqüencia á
sus enfermos, si examina con una inquieta y prolixa curiosidad sus
excreciones , hace mil preguntas á los asistentes , y acompaña todas
sus acciones con un gesto y un tono misterioso; pero esta atención
de nada sirve si no sabe simplificar los fenómenos en medio de su
complicación, distinguir lo constante de lo variable y lo esencial de
lo accidental.
En qualquier parte se presentan ocasiones en que manifestar un
Médico su talento observador, ó adquirir este talento particular;
pero es indudable que ningún parage reúne circunstancias mas favo-
rables para este objeto que los hospitales. En estos asilos de la huma-
nidad doliente y menesterosa es donde puede el Médico estudiar
la historia de las enfermedades y el valor de los remedios, distinguir
los casos en que las fuerzas de la naturaleza bastan para curar una en-
fermedad , en que exige los auxilios del arte, ó en que es necesario
contener su vigor y sus esfuerzos. Una multitud de preocupaciones
EXP 99
han pretendido entre el vulgo obscurecer 1 esta verdad palpable , que
los hospitales eran siempre la mejor escuela de los Médicos, al modo
que una galería de pinturas lo ha sido de los pintores.
Dos son las principales objeciones que el vulgo hace en esta ma-
teria, á saber: que en los hospitales no se executan con exactitud las
órdenes del Médico ; pero si es dable que en un hospital bien orga-
nizado y dirigido se cometa alguna vez esta falta, ¿qué diremos de
las casas particulares, en que ademas se notan una negligencia y de-
licadeza culpables, y una mala fe para adoptar los consejos del Mé-
dico, que en verdad jamas se advierten en los hospitales? En estos
el cuidado y la atención de los asistentes son proporcionados á las
circunstancias , y por otra parte no hay la precipitación ni las im-
portunaciones que en una casa particular quitan al enfermo la tran-
quilidad y el reposo de que necesita.
La segunda objeción es que los Médicos de hospital gastan muy
pocos minutos en la visita de sus enfermos, y que por consiguiente
no pueden conocer su dolencia , ni prescribir con acierto el méto-
do curativo. Estos impugnadores ignoran que el que examina á un
enfermo con mas prolixidad y le molesta con mas preguntas no es
el que conoce mejor su mal, sino aquel cuyo golpe de vista es mas
exacto y perspicaz; y esta aptitud desaparece con freqüencia dete-
niéndose y confundiéndose por mucho tiempo con las relaciones de los
pacientes : es verdad que no siempre se perciben en el momento la na-
turaleza y complicaciones de las enfermedades; pero la duda en que
queda entonces el Médico y el juicio provisional que hace por el pron-
to son por lo común mas útiles para el enfermo que una decisión aven-
turada. En prueba de estas aserciones podríamos añadir que las me-
jores obras de Medicina práctica han nacido en los hospitales, y que
en ellos se han formado los mas célebres Profesores de este siglo.
EXPERIMENTO. Se da el nombre de.experimento en Medi-
cina al ensayo ó prueba que se hace de un remedio ó de un método
curativo qualquiera : para que estos ensayos sean útiles y tengan efec-
to en ella es necesario observar ciertas reglas, que pueden reducir-
se á las siguientes:
1. a Se debe determinar el estado actual en que se_ hal'a el cuer-
po humano ó el hombre enfermo al tiempo del experimento , y co-
nocer y caracterizar distintamente la enfermedad.
2. a Es muy importante tener ya una noción exacta del remedio
por el uso anterior y las observaciones que otros hayan hecho.
i. a Es muy esencial, previos estos conocimientos, el observar
con la mayor atención, exactitud y despreocupación los fenómenos
que se presenten en el experimento.
4.* Ademas es necesario ordenar y dirigir los experimentos de
modo que todos los ensayos sean decisivos y concluyentes. Para es-
100
EXT
to se elegirán siempre casos bien caracterizados é idénticos baxo to-
das sus relaciones sensibles.
Si según los principios que acabamos de establecer juzgamos las
observaciones presentadas en la Medicina con el título de Ensayos
6 experimentos particulares, no nos admiraremos que sean tan po-
cos los que conserven el carácter de veracidad y de autoridad que
en ellos se requiere.
EXPIRACION. (Fistol.) Se da este nombre á uno de los mo-
vimientos de la respiración, por el qual el ayre contenido en el pul-
món se echa fuera de él : con este movimiento termina la vida ; y así
decimos ya expiró para expresar por antonomasia que murió el hom-
bre. Este movimiento es el opuesto al de inspiración, que es con el
que principiamos á vivir.
EXPR ESION. ( Mat. Méd. ) Se da este nombre á una opera-
ción mecánica , que freqüentemente se emplea en la Farmacia para
la preparación de algunos medicamentos, particularmente para la ex-
tracción de algunos xugos de las plantas, de los aceytes dulces, vo-
látiles &c. Se executa con solo el auxilio de las manos ó por medio
de un instrumento bastante conocido, que se llama prensa. Los pre-
ceptos particulares, las precauciones &c. pertenecen á la Farmacia,
y solo observamos en este artículo que la expresión no altera jamas
los productos que se extraen por este medio de las substancias vege-
tales y animales ; y por razón de la pureza con que se executa de-
ben merecer gran confianza de los Médicos estas preparaciones. Por
esta razón los xugos extraídos por expresión tienen una gtan ventaja
sobre las infusiones, los cocimientos, los extractos y otras prepara-
ciones en que el fuego altera sus principios. F.
EXPULSIVO. (Cir. ) * Llamamos así á una especie de venda-
je, que sirve para echar fuera el pus del fondo de una úlcera fistulo-
sa ó cavernosa, y proporcionar por este medio ó que la cavidad se
llene de buenas carnes, ó que vuelvan á unirse sus bordes. Este ven-
daje no es mas que un contentivo de las compresas graduadas, lla-
madas expulsivas y el qual se dispone de modo que las circunvolu-
ciones de la venda se apliquen de modo que compriman desde el
fondo de la úlcera hácia su abertura. *
EXTASIS. (Med.) (V. el género xxvi de la clase de debi-
lidades. )
EXTEMPORÁNEA. ( Mat. Méd. ) Esta palabra se emplea en
el arte de recetar y en la Farmacia para designar un medicamento
compuesto ó una receta que se hace preparar inmediatamente, esto
es, que no está ya preparada en la botica, como la triaca, el dias-
cordio , los xarabes &c. Se usa también en Química para designar el
arte de obtener prontamente un producto , que no se pudiera conse-
guir sino muy lentamente por otro medio. Con respecto á la Mate-
EXT 101
na Médica la palabra receta extemporánea es casi sinónima de ma-
gistral: sin embargo esta última denominación no significa necesa-
riamente la pronta preparación como la receta extemporánea. (Véa-
se RECETA. )
EXTENSION. (C/r.)* Usa mos de esta voz para expresar la ac-
ción con que extendemos una parte luxada ó fracturada para restituir
los huesos á su situación natural : se hace con las manos , con lazos
ó con otros instrumentos convenientes : suponiendo siempre la con-
traextension , por la qual detenemos el cuerpo para que no siga
la parte que se estira. ( V. dislocación. ) Para que la extensión y
la contraextension se hagan como es menester, es preciso que las
partes se vayan tirando y deteniendo con una fuerza igual , y que las
fuerzas que tienen y que retienen sean en quanto se pueda aplicadas
á las mismas partes que necesitan de la extensión y contraextension.
Las extensiones deben hacerse por grados, y proporcionalmente á la
distancia de las partes y á la fuerza de los músculos que resisten. Si
tirásemos de repente con violencia, nos expondríamos á rasgar ó
romper los músculos, porque sus fibras no habrían tenido tiempo de
ceder á la fuerza que se les prolonga. Quando no bastan las manos,
empleamos las lazadas. *
Extensión. ( Anatomía. ) Esta voz viene de la latina exten-
sto: significa el movimiento por el qual se extiende un miembro,
y es principalmente producido por la acción de los músculos exten-
sores.
EXTENSORES. ( músculos ) ( Anat. ) Se da este epíteto á
diferentes músculos, que sirven para extender las partes , y son los
antagonistas ó contrarios de los flexores; pero á estos músculos se les
añaden otros epítetos , que especifican mas su denominación , pues la
voz extensores es bastante general; y así los extensores del antebra-
zo se describen en el atrículo anconeos , y de otros como los vas-
tos, que son extensores de la pierna &c. &c.
EXTIRPACION. [Cir.) Se da este nombre á una especie de
operación cruenta , que pertenece á la diéresis ( V. este artículo. ),
y se emplea para separar ó arrancar alguna parte del cuerpo de mala
condición ; y así se extirpan los pechos y las glándulas quando están
cancrosas &c. (V. cancro^ escirro. )
EXTRACCION. (Cir.) * La extracción es una operación por
Ja qual, mediante algún instrumento ó con solo la mano, extraemos
del cuerpo alguna materia extraña que se habia formado ó introduci-
do en él contra ei orden de la naturaleza; tal es la extracción de la
piedra que se forma en la vexiga ó en los riñones. (V. litotomia..}.
La extracción no es mas que una especie del género exéresis. (Véa-
se EXERESIS y CUERPOS EXTRAÑOS. )*
EXTRACTOS. (Mat. Méd.) Aunque la palabra extracto se
102
EXT
ha empleado antiguamente para designar todas las substancias que se
separaban de materias mas compuestas que ellas, se ha aplicado des-
pués á uno de los principios inmediatos que se extrae de los vegetales,
sea evaporando sus xugos exprimidos , ó las infusiones y cocimien-
tos que se preparan á este efecto. El extracto , considerado quími-
camente, se miraba como una especie de xabon , ó un compuesto
natural de aceyte y álcali. Se han distinguido en otros tiempos mu-
chos géneros de extractos. Rouelle ha admitido tres especies , á sa-
ber: el extracto mucoso, que creia era un mucilago con color: el
extracto xabonoso, esto es, el propiamente tal; y el extracto resi-
noso ó el resinoso-extractivo , según que el extracto domine en él
como en el primer caso , ó que la resina sea mas abundante como en
el segundo. Cada una de estas especies se distingue por sus caracte-
res naturales, que los Farmacéuticos deben distinguir
La Materia Médica nos enseña, después de todo Jo expuesto,
que empleando los extractos que nos ofrece la Farmacia , sin duda
no se sabe exactamente lo que se da á los enfermos , y que segura-
mente nos conduciremos en este punto por un ciego empirismo. Na-
da se ha hecho para disipar esta incertidumbre sin que haya siquiera
un principio de análisis de las especies de extractos los mas comunes
y usuales. Me he empeñado mucho tiempo en buscar todos los me-
dios para disipar esta obscuridad: he aconsejado á los Boticarios mu-
chas veces que hagan investigaciones sobre tan importante objeto.
Yo he principiado á hacerlas, y he hallado relativamente á la análi-
sis de la quina , que el extracto propiamente dicho es un verdadero
xabon y una especie de materia suigeneris muy propia para absorvec
el oxígeno , mudando de naturaleza á medida que esta absorción se
verifica , haciéndose indisoluble en el agua, y aproximándose enton-
ces al estado aceytoso quando es saturado de este principio , toman-
do diferentes estados por razón á las diversas proporciones de oxi-
geno que contiene.
Se atribuye en general á los extractos las propiedades de ser ape-
ritivos , tónicos , atenuantes y depurantes ; pero estas propiedades de-
ben variar infinito, por lo que no se puede determinar con exacti-
tud las propiedades de los extractos quando se habla en general; y
así es necesario consultar los artículos de las varias plantas de que se
extraen. F.
Los extractos que se hallan en nuestra Farmacopea son los si-
guientes:
Extracto de achicorias. iy. Hojas de achicorias las que se
quieran : se cuecen en suficiente cantidad de agua; se cuela, se eva-
pora á fuego manso , y por último se pone á evaporar hasta que se
consolide en el baño aquoso , meneándolo incesantemente con una
espátula : se conservarán en rodajas dentro de un vaso cerrado. De la
EXT 103
misma manera se efectúan los extractos del taraxacon , bofraxa y
otros semejantes.
Extracto de bayas de enebro, r/. Bayas de enebro recien-
tes quatro libras: habiéndolas partido, se infundirán por espacio de
dos ó tres dias en doce libras de agua hirviendo ; se cuece hasta que
se consuma la mitad del líquido ; se cuela el vehículo exprimido y
defecado por subsidencia, y se evapora en el baño aquoso hasta
que tome la consistencia de extracto. Su. dosis es desde una á tres
dracmas.
Extracto de quina. r¿. Quina pulverizada una libra : se in-
funde por espacio de dos dias en doce libras de agua pura, meneán-
dola muchas veces, en el baño aquoso ó á un fuego lento: se repi-
ten las infusiones con nuevas cantidades de agua hasta que los líqui-
dos aparezcan insípidos ; entonces se filtran y evaporan en un vaso
de bronce tapado con estaño, y al último en el baño aquoso hasta
que tome la consistencia de un extracto sólido. Su dosis es de un es-
crúpulo á dos dracmas..
Extracto de regaliz, r/. Raices secas de regaliz limpias y
partidas en pedacitos quatro libras, agua común hirviendo diez y
seis libras: se evapora el líquido colado y decantado al fin en el ba-
ño aquoso para que tome la consistencia de extracto sólido. Su dosis
es de media á una dracma.
Extracto de raíz de ruibarbo, r¿. Raiz de ruibarbo se-
lecto partido en pedacitos una libra, agua común diez y seis libras:
se hace la infusión en una olla de barro vidriada por espacio de tres
dias en un parage frió; después se cuece con un ligero hervor por un
quarto de hora , y se cuela sin expresión; en seguida se evapora has-
ta que tome consistencia de xarabe el cocimiento depurado por sub-
sidencia á fuego lento, meneándolo sin parar con una espátula de
madera; por último se inspisa en el baño aquoso hasta que se pueda
amasar con las manos á modo de emplasto, y se conserva para el uso
en rodajas. Su dosis es hasta dos escrúpulos. Del mismo modo se
preparan los extractos siguientes: el de azafrán, el de las hojas de
sen y otros semejantes..
Extracto aquoso de opio. (láudano simple) r;. Opio pulveri-
zado y partido menudamente quatro onzas: se machaca en un mor-
tero de mármol , añadiendo en varias veces la suficiente cantidad de
agua fria, y se pone en digestión en un sitio caliente hasta la perfec-
ta disolución de la parte extractiva: se evapora el líquido colado en
el baño aquoso hasta la sequedad de él. Su dosis es de dos granos.
Extracto regalizado de opio. ( láudano ordinario ) r/. Ex-
tracto de regaliz tres onzas, alcanfor dos dracmas, azafrán ocho es-
crúpulos, bayas de alquequenge y trementina de Venecia de cada co-
sa una onza , goma tragacanto y resina de almáciga de cada cosa una
io4 EXT
dracma, extracto aqnoso de opio medía onza. Los extractos se dilu-
yen con un poco de agua en un mortero para que se haga un líqui-
do de consistencia de miel , después se añade trementina , y se mez-
clan perfectamente; luego se mezclan los demás polvos para que se
forme una masa de pildoras, de la que se constituyen trociscos, los
que se ponen á secar, y se guardan para el uso. Su dosis es un es-
crúpulo.
Extracto crocado de opio, (láudano opiado) ly. Extracto
aquoso de opio dos onzas, azafrán una onza, conchas de margaritas,
piedra de jacintos y corales, de cada cosa dracma y media, tierra
sellada una dracma , piedra bczoar quatro escrúpulos , cuerno de cier-
vo crudo dos escrúpulos: se pulveriza todo sutilmente, y se hacen
pastillas con un poco de agua, dejándolas secar para el uso. Su do-
sis es de quatro granos.
Extracto cinabarino de opio, (láudano cinabarino) iy. Ex-
tracto aquoso de opio seis dracmas , azafrán pulverizado y sulfureto
de mercurio nativo preparado de cada cosa tres dracmas: hágase una
masa de pildoras con un poco de agua; se seca, se hacen rodajas, y
se conserva para el uso.
Extracto de la raíz de zarzaparrilla. ly. Raiz de zarza-
parrilla partida y cortada menudamente dos libras, agua común vein-
te libras: se pone en infusión en una olla de barro vidriada , y se ma-
cera por espacio de veinte y quatro horas en un lugar caliente: des-
pués se cuece en un vaso abierto por espacio de dos horas , y se cue-
la : el residuo se combina de nuevo con agua común , se cuece de
nuevo como antes hasta quedar en ocho libras, y se cuela; se depu-
ran y decantan por subsidencia las aguas coladas; después se evapo-
ra como se dixo en el extracto de la raiz de ruibarbo. Su dosis es de
dos dracmas. Del mismo modo se preparan los extractos siguientes:
de raiz de tormentila, palo de Guayaco, raiz de bistorta, de heleno
y otros semejantes.
Extracto de raíz de eléboro negro, iy. Raiz de elé-
boro negro contundido una libra, agua hirviendo de la fuente ocho
libras , alcohol y vino puro quatro onzas : se pone en digestión por
espacio de doce horas; después se cuece en un vaso bien tapado á
un fuego lento por el término de dos horas; luego que está medio
frió el cocimiento se cuela por expresión , y se evapora, depurándo-
le por subsidencia, y se procede en lo demás de la manera que que-
da explicado antes. Del mismo modo se preparan los extractos si-
guientes: el de agárico, el de la pulpa de la coloquíntida y otros se-«
mejantes.
Extracto aleótico de agárico (extracto católico) r;. Ex-
tracto de eléboro negro y de agárico de cada cosa una onza , colo-
quíntida seis dracmas, escamonio selecto pulverizado una onza , aloe
FAL 105
sucotrino pulverizado dos onzas , sulfate de magnesia media onza,
agua de la fuente quants sea necesaria. Se machacan los extractos en
un mortero para que se haga una masa blanda; en seguida de esto se
añaden los polvos, y habiendo mezclado bien todo se forman unos
trociscos, los que se ponen á secar para el uso común. Su dosis es de
media dracma.
EXTRAVASACION. (Pat.) Es una efusión de algunos hu-
mores que salen de sus propios vasos. Quando la serosidad se extra-
vasa en el texido celular ó en alguna grande cavidad es la materia
de las diferentes especies de hidropesía. (V. derrame, anasarca,
HIDROPESÍA &C.)
EXTREMIDADES. (Anat.) Se da este nombre al remate de
una cosa ó la parte que la termina; por esta razón y en este sentido
llamamos á los brazos extremidades superiores , y á las piernas
extremidades inferiores. (V. esqueleto.)
EYACULACION. (Fisiol.) Se llama así la acción por la qual
se arroja el semen con deleyte. (V. generación.)
EYACULATORIOS. (vasos) (Anat.) Se llaman así los con-
ductos excretorios que arrojan el semen á la uretra. (V. semen/ ge-
neración.)
FABRICIO. (Gerónimo) (Biog.) Mas conocido por el nom-
bre de Aquapendente , de donde era natural; fué discípulo y sucesor
de Falopio en la cátedra de Anatomía en Padua, la que desempeñó
quarenta años seguidos con mucha distinción. La República de Ve-
necia le dio una pensión de cien escudos de oro, y le honró con una
estatua y con una cadena de aquel metal. Este sabio Médico muiió
en Padua en lóo - ; , dexando varias obras de Cirugía, Anatomía y
Medicina, con razón estimadas por los que se dedican á estas artes
útiles. Sus obras anatómicas se han impreso en Leyden en 1738 en
folio. Fué el primero, en 1574, que notó las válvulas de las venas;
pero no conoció ni sn estructura ni su uso. Fabricio creyó con ra-
zón que era menester reunir la teoría de la Medicina con la prácti-
ca, y esta con la Cirugía. Á sus experimentos y á sus meditaciones
debemos sus obras quirúrgicas, que igualmente han sido recopiladas
en Holanda en 1729 en folio. Fabricio trabajaba mas por la gloria
que por el interés. Habiéndole sus amigos hecho varios regalos para
recompensar su generosidad, los mandó poner en un gabinete con
esta inscripción: Lucri neglecti /nerum. D. H.
FACULTAD. ( Fisiol.) Facultas. Es la potencia de obrar, de
la qual traen origen las funciones (V. este artículo.) como los efectos
de sus causas; y así en la Fisiología decimos facultad animal, vital
y natural &c.
FALANGES. (Anat.) Se da este nombre á las filas paralelas
TOMO IV. o
io6 FAN
de los huesos que forman los dedos (V. este artículo.), que cada uno
tiene tres , menos el pulgar que solo tiene dos. El nombre de falanges
les viene á estos huesos por razón de que en otro tiempo se llamaban
los cuerpos de infantería de Macedonia y otras Naciones falanx , y
sin duda por comparación se ha dado este nombre á los huesos de los
dedos, porque están dispuestos en filas como las tropas; tienen estos
huesos distintas figuras y longitud entre ellos , y el último sostiene
la uña.
FALCEMESORIA. (Anat.) Se da este nombre á una de las
dobleces de la dura-mater. (V. este artículo.)
FALOPIO. (Gabriel) {Biog) Médico italiano de últimos del
siglo xiv ó principios del xv ; fué muy profundo en la Botánica,
Astronomía, Filosofía, y sobre todo en Anatomía. Viajó por Eu-
ropa para perfeccionarse en su arte. Era metódico en sus lecciones,
pronto en sus disecciones, y feliz en sus curaciones. Aunque se dice
que descubrió aquellas partes de la matriz llamadas las trompas de
JFalopio, es preciso confesar que no fueron desconocidas de los anti-
guos. Se le atribuyéron otros descubrimientos, que se le han dispu-
tado. Sus numerosas obras han sido recopiladas en quatro tomos en
folio. Venecia 1584, 1606. En el tomo primero están sus institucio-
nes y sus observaciones anatómicas, sus tratados de los remedios sim-
ples, de las aguas minerales, de los metales y de los fósiles. El segun-
do comprehende sus tratados de llagas, úlceras, tumores &c. D. H.
FANON. (Cir.) * El fanón es una pieza de aparato para la
fractura de las extremidades inferiores , y consiste en dos palitos del
grueso de un dedo cubiertos de paja que se sujeta al rededor con un
hilo ó qualquiera otro medio. Los fanones son mas ó ménos largos,
según el tamaño de los sugetos y de la parte fracturada. Los que
sirven para las piernas deben estar hechos á la medida de estas desde
encima de la rodilla hasta quatro dedos mas allá del pie. Los de los
muslos deben ser desiguales; el de la parte de afuera debe llegar
desde el pie hasta mas allá del hueso de la cadera; el interno es mas
corto , y debe terminarse por la parte superior en la doblez del mus-
lo sin que lastime las partes genitales. La voz fanón significa palo
de hacha: para servirse de él es menester envolver cada uno de ellos
con un lienzo que sea bastante para que la parte se adapte á él con
todo el aparato que se le ha de aplicar. Los fanones se aprietan á los
dos lados del miembro ; pero antes de atarlos por medio de tres ó
quatro ligaduras ó cintas de hilo que se han puesto debaxo, se tiene
cuidado de poner unas compresas que llenen los vacíos, como por
exemplo debaxo de las rodillas , y sobre las maleólas ó canillas, á fin
de que los fanones hagan una compresión igual en todo el largo del
miembro, y que no lastimen las partes, como sucedería si no se pu-
siesen dichos auxilios. Por esta descripción se ve bien quál es el uso
FAR 107
de los fanones ; con ellos se mantiene la parte fracturada en la di-
rección que le hemos dado, y se evitan todos los movimientos vo-
luntarios é involuntarios mas que con ninguna otra parte del apara-
to: también sirven para .evitar que se descomponga el miembro
quando se ha de transportar el enfermo de una cama á otra. Quan-
do están ya aplicados los fanones debemos colocar el miembro so-
bre una almohada ó coxin en una situación algo obliqüa , de modo
que el pie esté mas elevado que la rodilla, y esta mas que el muslo;
con cuya posición se favorece la vuelta de la sangre de las extremi-
dades hacia el centro. (V. fractura.) *
Pueden suplir muy bien para las fracturas á los fanones que aca-
bamos de describir unos rollos formados con unas sábanas, que ade-
mas de ser blandos tienen la ventaja de poderse lavar, y se hacen en
pocos minutos; y no tienen peligro de lastimar tanto, aunque se
compriman con las cintas ó vendas que se sujetan.
FAGEDÉNICA. (úlcera) (Cir.) Se llama así una úlcera de un
carácter corrosivo, que consume y corroe las partes vecinas. (V. ul-
cera.) Esta palabra es griega y significa comer.
También hay medicamentos que se llaman f age dénteos y y son
los que se emplean para consumir las carnes fungosas; y así hay
aguas fagedénicas &c.
FARINGE. (Anat.) Se da este nombre y el de fauces á un
gran saco musculoso, ancho superiormente, mas angosto hacia el
hueso híoides; pero vuelve á ensancharse en el sitio que abraza pos-
teriormente la laringe. La cara posterior de este saco es muy larga;
pues de la apofise cuneiforme del occipital, á que está asida, baxa
por delante de las vertebras cervicales á formar un tubo continuo
con el esófago ( V. este artículo.)) cuya entrada mas ancha, á manera
de embudo es la faringe, que está atada á las vertebras por un texi-
do celular bastante grueso, que no la impide sus movimientos. Las
partes laterales del dicho saco se atan en uno y otro lado á las apo-
fises terigoideas del esfenoides, á la mandíbula inferior, á la lengua,
al hueso hioides, cartílago, ó ternilla tiroides y cricoides de la la-
ringe. Viste interiormente á las fauces una membrana , que es con-
tinuación del cutis y cutículas que vienen de las narices y de la boca.
Tiene este saco varios músculos , que le dilatan y contraen á su debi-
do tiempo para contribuir á la deglución (V. este artículo.) como
veremos después. Las arterias que dan sangre á esta viscera vienen
de la faríngea inferior ó ascendente, y de la superior; las venas pro-
ceden de las tiroideas superiores y de la faríngea. Recibe este órga-
no sus nervios del gloso faríngeo, del vago y del ganglio cervical
superior &c. La faringe es el órgano principal de la deglución. l a
lengua es la que principalmente conduce los alimentes á las fauces;
y como al mismo tiempo el velo del paladar cierra el paio á las
108 FAR
narices , la ternilla epiglotis á la laringe , y las mismas potencias ó*
músculos que levantan á esta elevan y ensanchan la faringe; los ali-
mentos impelidos por la lengua no encuentran otro paso libre que
las fauces, cuyos músculos irritados por los mismos alimentos se
contraen y los empujan sucesivamente hasta el esófago. Ext. de B.
FARINGEA, (arteria) La arteria faríngea inferior es un ramo
de la carótida externa, y se distribuye por varias ramificaciones en
la faringe y sus músculos á los terrigoideos , algunas veces á la lengua,
al velo del paladar y partes vecinas.
FARINGOTOMO. (Dr.) Se llama así un instrumento que sir-
ve para escarificar las amígdalas y demás partes del fondo de la boca,
quando la necesidad lo exige, particularmente quando la inflama-
ción es tal que amenaza una sofocación, gangrena &c. ( V. angina.)
La palabra faringotomo es compuesta de dos griegas, de las quales
la una significa faringe, y la otra incisión. Este instrumento inven-
tado por Petit es una especie de lanceta introducida en una vayna
que la cubre, y por medio de un resorte sale la punta á voluntad
del Cirujano, que solo la pone en acción quando el instrumento
está introducido en la boca, y aplicado en el sitio que se ha de sajar;
comprime el resorte, sale la lanceta, hace la incisión, y después se
oculta por medio del resorte, y no hay peligro de herir las partes
sanas por donde tiene que pasar el faringotomo.
FARMACIA. (Phar.) Es el arte de distinguir y conocer cien-
tíficamente los cuerpos de los tres reynos de la naturaleza que tie-
nen uso en la Medicina , de elegir y preparar los medicamentos sim-
ples, y de elaborar, mezclar y componer los compuestos.
FARMACÉUTICOS, (remedios) (Mat. Méd.) Se llaman así
los remedios que se preparan en las boticas.
FARMACOPEA. ( Mat. MU.) Se lia ma así el libro que con-
tiene las fórmulas de preparar, mezclar ó componer los medica-
mentos que se han de despachar en las boticas. Se llaman también
estos libros formularios , antidotarlos , códigos de remedios &c. Por
lo regular cada nación y algunas ciudades y provincias tienen su far-
macopea peculiar á que por autoridad del Gobierno se han de atener
á ella los Boticarios en sus operaciones y composiciones oficinales,
magistrales y extemporáneas (V. estos artículos.), sin que se prive
á los Profesores de disponer otras composiciones de su invención ó
de su uso, con arreglo á algunas de las Farmacopeas extrangeras. La
que sirve de norma en nuestra España es la Hispana, publicada en
1 794 , y en su defecto la Matritense. Se reformó esta con el fin de
abolir la multitud de composiciones monstruosas, inexactitudes quí-
micas &c. , que la sana crítica y los conocimientos ulteriores obligan
á desterrar, mandando substituir á la Matritense la Hispana , que
se reimprimió el año de 1797, y presenta en ambas ediciones com-
FAT 109
posiciones mas sencillas; y por último en 1803 se publicó añadida la
tercera edición, que actualmente rige, por la Junta superior guber-
nativa de Farmacia; y aunque conocemos la instrucción y respe-
to que se debe á los miembros de tan ilustre Cuerpo , no dexamos
de' extrañar que se hallen insertas y añadidas varias composiciones
amontonadas , dispendiosas &c. , que aunque autorizadas por la an-
tigüedad , las reprueba la Química moderna, y grita á cada paso la
Materia Médica contra ellas, como lo hemos hecho en varios artí-
culos de este Diccionario dictados por Fourcroy ; pero sin embargo
nosotros seguimos en nuestra obra la misma Hispana , exponiendo
en los artículos correspondientes literalmente sus composiciones, aca-
so animados de los mismos sentimientos que los autores de dicha
Farmacopea ; pues aunque conozcan sus defectos, presentan com-
posiciones antiguas y modernas ínterin se destierra la polifarmacia y
el fárrago; y estando uniformes las ideas terapéuticas se podrá en-
tonces simplificar las composiciones. Nosotros no tenemos autoridad
para reformar, pero recomendaremos á nuestros lectores la simplici-
dad; que conozcan sí las composiciones, pero que elijan las sencillas,
y desechen las farragosas , valiéndose de los conocimientos químicos
del dia , de la observación clínica y de la sana crítica.
FASCIALATA. (Auat.) Esta es una palabra latina que conserva
la Anatomía, que significa faxa ó vanda ancha, y es precisamente el
nombre que se da á una aponeurosis del muslo y al músculo que le
corresponde. La fascialata tiene sus ataduras fixas por un principio
aponeurótico al labio externo del hueso ileon , adelantándose hasta
su espina anterior y superior. El cuerpo carnoso de este músculo,
cuya longitud quando mas es de seis dedos, produce una aponeuro-
sis, que comunicándose con las fibras aponeuróticas del grande y
mediano glúten, se va extendiendo mucho después, por lo que se
la ha dado el nombre de faxa ancha ó fascialata. Esta aponeurosis
da varios septos, que se introducen por los intersticios de los mús-
culos que cubre, que son los que sirven para mover la pierna, que
están colocados en el muslo , y así es que ocupa casi toda la parte
externa de dicho muslo, uniéndose á lo largo de la línea áspera del
fémur ; después baxa sobre la cara externa de la pierna pasando por
la parte superior del peroné, en donde parece termina el músculo
fascialata; sirve para la abducción del muslo y su aponeurosis , para
contener los músculos que envuelve , y servirles como de un punto
de apoyo para que obren con mas fuerza.
FATIGA. {Hig.) Es el efecto de un trabajo considerable, sea
del cuerpo ó del espíritu ; por lo regular es conseqüencia de los ex-
cesos en el exercicio y las acciones corporales, por lo que nos de-
bemos referir al artículo exercicio. Patológicamente, ó en el esta-
do de enfermedad por fatiga , se entiende quando los enfermos tie-
110
FEM
nen la respiración alterada, y también quando se hallan en un esta-
do de inquietud y ansiedad. (V. anhelación y ansiedad.)
FECALES, (materias) Se da este nombre á todos los excre-
mentos que salen por el ano. (V. digestión y humor.)
FECULA. (Mat. Méd.é Hig.) Se da este nombre á una subs-
tancia pulverulenta y gelatinosa que se separa de las plantas laván-
dolas ó poniéndolas en disolución en el agua con la ayuda del calor.
Se deben mirar como féculas los almidones que se sacan del trigo y
otros cereales, las harinas que suministran las patatas, el cazabe &c.
(V. el artículo alimentos.) La fécula es la parte verdaderamente
nutritiva de las plantas, y por consiguiente es la que en el reyno
vegetal suministra las mayores ventajas al hombre; de ella saca mu-
cho partido la Materia Médica; pues satisface muchas indicaciones,
como se ha manifestado en varios artículos en que la fécula es el
principal agente medicinal.
FECUNDACION. (Fistol.) Esta voz se explicará en el artí-
culo GENERACION.)
FEMUR. (Anat.) Se da este nombre al hueso que sirve de
fundamento al muslo llamado también del muslo, el qual es grueso
y fuerte, y el mas largo y grande de todos los del cuerpo humano.
Hay que considerar en él el cuerpo y sus dos extremidades. El cuer-
po es su parte media, es casi de figura cilindrica, está como conve-
xo adelante y cóncavo atrás , en cuya concavidad se alojan muchos
músculos ; se observa en casi toda la longitud de su cuerpo una línea,
que se llama áspera , en donde se insertan varios músculos. En la ex-
tremidad superior hay que observar la cabeza, el cuello y dos gran-
des apofises. La cabeza es semiesférica estando inclinada hacia aden-
tro para acomodarse en la gran cavidad cotiloides de los huesos inno-
minados; se nota en ella una foseta , donde se ata un ligamento que
ata dicha cabeza con la cavidad. El cuello está casi horizontal, y
se halla inmediatamente debaxo de la cabeza. De las dos apofises la
exterior, que se llama gran trocánter es bastante considerable; la
interior no es tan grande , que es el pequeño trocánter , uno y
otro sirven para dar ataduras á varios músculos. La cabeza entra
en la cavidad articular, como hemos dicho, y ademas de colocar-
se profundamente se halla revestida esta articulación con un fuerte
ligamento, que la reviste al rededor, y otro que la ata interior-
mente. Esta cabeza articular se mueve en todos sentidos. Se obser-
van en la extremidad inferior dos gruesas apofises , que se llaman
cóndilos , de una figura oval y una cavidad en medio de ellos, cu-
yas eminencias y cavidades se acomodan en otras proporcionadas
del hueso de la tibia , y forman la articulación por charnela ó
ginglimo. Entre los cóndilos hay posteriormente una cavidad ó de-
presión para que se alojen los vasos y nervios que van á la pierna
FEN ni
para qne no se compriman en la flexión. Hay á los lados externos
de cada cóndilo varias asperezas ó tuberosidades, donde se atan los
ligamentos que llaman laterales , que se unen también en la tibia.
Los usos del fémur son formar la parte mas considerable de la ex-
tremidad inferior, de sostener todo el peso del cuerpo, y de dar
atadura á muchos músculos y ligamentos &c.
FENOMENO. Voz que se usa en la Física y también en la Me-
dicina para expresar todo lo que descubrimos en los cuerpos y en el
hombre mismo, y que se percibe por medio de los sentidos, que
observan freqüentemente los Médicos y los hombres ocupados en el
estudio de la naturaleza. En otra acepción , esto es antiguamente,
llamaban fenómeno una cosa extraordinaria que aparecía en el cielo,
ó que se observaba en la tierra ó entre los hombres; pero los filósofos
modernos restringen esta palabra, y la limitan á lo que aparece, en
qualquiera cosa que sea, con tal que esté al dominio de los sentidos,
y para expresar las cosas extraordinarias que se observan también
con los sentidos, que igualmente son fenómenos, se les añade el epí-
teto de raro ó extraordinario, procediendo de este modo con mas
exactitud. Los Médicos en el día suelen usar la voz de fenómeno
morboso como sinónimo de síntoma; y así Sauvages, refiriéndose á
Boerhaave , dice que el fenómeno morboso es quando se percibe sen-
siblemente que alguna función ó qualidad del cuerpo se halla de un
modo diverso y distinto que en el estado sano.
,, Los fenómenos son siempre la piedra del toque de las hipóte-
sis, dice Brison; y para que qualquiera de estas adquiera algún gra-
do de probabilidad , es indispensable que por su medio puedan ex-
plicarse algunos fenómenos, siendo la probabilidad de la hipótesi en
razón del número de fenómenos que explica. Newton nos dexó ad-
mirables reglas para la explicación de los fenómenos de la naturale-
za, que por su importancia expondremos aquí: i.° Solo deben ad-
mitirse por verdaderas causas de los fenómenos de la naturale-
za las que se conocen por verdaderas , y cuya verdad se ha de-
mostrado con experimentas , observaciones repetidas muchas ve-
ces y de varios modos, y que basten para explicar los fenómenos
que lo exigen: luego únicamente se han de admitir por causas las
que indican manifiestamente los fenómenos de la naturaleza. Estas
serán verdaderas : i.° s¡ es constante que existen en la naturaleza, y
si todos los fenómenos concurren á demostrar su existencia: 2.° si
no solamente pueden deducirse de ellas los fenómenos, mas tam-
bién si tienen necesaria conexión con las causas : 3. 0 si los cuerpos en-
sayados y manejados de varios modos nos indican constantemente
las mismas causas de los mismos fenómenos : 4. 0 si no pueden supri-
mirse estas causas sin destruirlos mismos fenómenos Siempre que
la naturaleza, algunas veces misteriosa en sus secretos, nos oculta las
112
FER
causas de los efectos que nos permite considerar , entonces conviene
mas bien confesar nuestra insuficiencia que inventar causas puramen-
te probables para querer explicar ciertos fenómenos: una ciencia sen-
cilla , pero estable y cierta , siempre debe preferirse á otra que fuese
incierta, vaga y errónea , aun quando estribase en cimientos supues-
tos ingeniosamente, y estuviese adornada de argumentos especiosos y
propios para inducir error." (V. causas.)
Desde que la Medicina ha seguido los pasos de la Física , y ha
abrazado los admirables principios que acabamos de exponer , ha
principiado á desechar hipótesis, examinando con mas crítica los fe-
nómenos naturales y morbosos que se advierten en el hombre, y
desprendiéndose por consiguiente de la multitud de teorías, que so-
lo sirven de abrumar la ciencia y multiplicar los errores. En el dia
confesamos francamente lo limitada que es nuestra inteligencia en la
explicación de muchos fenómenos ; y el tiempo que se había de em-
plear en conjeturas violentas y en hipótesis arbitrarias lo gastamos en
cosas mas útiles ó en el exámen de otros fenómenos , que su explica-
ción está mas á nuestro alcance. Excusamos de repetir loque ya he-
mos dicho en otros artículos 'sobre este objeto. (V. medicina, ex-
periencia , EMPIRISMO &C. )
FERINA, (tos) (Mecí.) Se halla en el género v que constituye
la clase de anhelaciones. (V. este artículo.}
FERMENTADOS, (licores) Se llaman así el vino, aguardien-
te &c. (V. tóalos estos artículos.)
FERMENTO y FERMENTACION. (Mat. Méd.) El fer-
mento es una materia qualquiera capaz de mudar todas las substan-
cias posibles en una naturaleza semejante á la suya por un movimien-
to de fermentación que excita. Fermentación es un movimiento
excitado ó espontáneamente, ó por el fermento en las materias de
diversa naturaleza , dándolas un carácter nuevo , sea de alcohol quan-
do los cuerpos son azucarados, fea ácida si toma otra vez el estado
de nuevo azucarado , ó pútrida quando produce el amoniaco , como
sucede en todas las substancias animales. Por lo que acabamos de es-
tablecer se ve que hay tres especies de fermentación, y que se debe
por esta razón admitir tres especies de fermentos. No es difícil con-
cebir que un fenómeno como el de la fermentación, que tiene tanta
extensión en los conocimientos humanos, debe precisamente tener
un gran influxo en la Medicina, y servir para explicar otros fenó-
menos en muchas partes de esta ciencia. No solamente se ha admiti-
do la fermentación como principio de muchas causas de un gran nú-
mero de efectos en la economía animal, sino también se ha mirado
como el origen de varias enfermedades, de las mutaciones que ocur-
ren en ellas, la depuración y las crisis que anuncian la determinación
feliz. Los fermentos, las levaduras, los movimientos espontáneos se
FER 113
han multiplicado infinito en la Fisiología y Patología; pues apénas
hay una función en la naturaleza y un fenómeno en el hombre en-
fermo que no dependa de ellos. Se ha creido que habia otros tantos
fermentos como humores se separan en los órganos respectivos, y
que cada uno de estos fermentos tiene la propiedad de convertir en
su propia naturaleza la sangre ó la linfa que acude al órgano secre-
torio; y así el fermento biliario debia formar la bilis en el hígado,
el urinario en los riñones, el salival en las glándulas parótidas maxi-
lares &c. Luego que el sistema químico se adaptó en la Fisiología,
y que ha servido de fundamento á la Física animal, se ha extendido
igualmente á la Patologia: las enfermedades eran originadas por fer-
mentos; se admitiauna levadura ó fermento pútrido, otro febril &c.
La facilidad que estos sistemas presentan , para explicar la comunica-
ción de las enfermedades contagiosas , ha contribuido mucho á su ex-
tensión. Se puede ciertamente creer en un fermento varioloso, ve-
néreo, hidrofóbico, psórico &c. , y que para concebir la producción
del sarampión, la rabia &c. , se podia pensar acaso que los fermen-
tos mezclados en nuestros humores les hacian fermentar cada uno
de distinta manera, desenvolviéndose así las enfermedades que ca-
racterizaban cada uno de ellos. Es necesario convenir que esta teo-
ría , conforme en muchos fenómenos químicos que se hallan con mu-
cha freqüencia en la naturaleza , y análoga al mismo tiempo á la po-
tencia generatriz de los animales, ofrece al entendimiento humano
una simplicidad , que casi le convence , y se aquieta por una semejan-
za persuasiva y eficaz; pero por desgracia no hay pruebas exactas
de la existencia de estos fermentos , y la Física actual no se debe
contentar con analogías en que esta teoría está únicamente fun-
dada. F.
FERNELIO. ( Juan Francisco) ( Biog.) Natural de Mont-didier
en Picardía, nació en 1496. Después de haber consagrado algunos
años á la Filosofía y á las Matemáticas , se aplicó á la Medicina , y
la exerció con mucho aplauso. Dicen que hizo fortuna en la Corte de
Henrique 11, de quien llegó á ser primer Medico, por haber hallado
el secreto de hacer fecunda á Catalina de Médicis, la que le hizo re-
galos de mucha consideración. Este sabio murió en 1558. Ninguno
de los modernos desde Galeno acá ha escrito mejor, antes que él,
sobre la naturaleza y causas de las enfermedades , prueba de ello es su
Patologia; viviendo el mismo Fernelio ya se leia en las escuelas pú-
blicas. Ha dexado otras varias obras no ménos estimadas, como son
principalmente: i.° Medicina universa , Utrech 1656 en 4. 0 Es una
colección de varios tratados de Fernelio , que los mas se han tradu-
cido en francés: 2. 0 Medici antiqui graci qui de febribus scripse-
runt , Venecia 1 594 en folio. Los Médicos latinos , sobre la misma
especie, se han impreso en 1 5 47 en folio &c. Este ilustre restaura-
TOMO IV. P
■9
114 FET
dor de la Medicina no aprobaba el uso muy freqiíente de la sangría;
y se le aplaude con razón el haberse apartado del método de Hege-
íio, demasiado pródigo de sangre humana. Al mérito de excelente
Médico reunía Fernelio el de buen escritor ; hablaba y escribía en la-
tí n con tanta pureza, que era la admiración de los sabios de la otra
parte de los Alpes , que reprochan el latin bárbaro de nuestras es-
cuelas. El estudio era su pasión dominante, en tal grado , que muchas
veces dexaba los convidados en la mesa para retirarse á su gabinete
á estudiar. D. H.
FERREIN. (Antonio) (Biog.) Nació en Frespech en el Age-
nois el año 1693 » ^ Profesor de Anatomía y Cirugía en el Real
Jardin Botánico de Paris , Profesor de Medicina en el Colegio Real,
y miembro de la Academia de Ciencias. Tomó sus grados en Mom-
peller; era tenido por un hombre muy docto, y tuvo muchos dis-
cípulos. Sus lecciones de Medicina , y las otras de Materia Médi-
ca, publicadas después de su muerte, cada una en tres volúmenes en
octavo, en 1783 por Mr. Amoldo de Nobleville , prueban que había
meditado bien sobre el arte de curar: todo en ellas está conforme á
la mas sana doctrina y á la mas sabia experiencia. Exerció la Medi-
cina con crédito hasta su muerte sucedida en Paris en 1769. Sus
principios de honradez , de justicia y de humanidad le hiciéron tan
recomendable como sus obras. D. H.
FERRUGINOSO. ( Mat. Méd. ) Adjetivo que pertenece al
hierro, y así decimos, medicamentos ferruginosos, aguas ferrugino-
sas &c. (V. HIERRO.)
FETO. (Anat. y Fisiol.) Se llama así el embrión de un animal
quando los órganos se han desenvuelto ya, conservando este nom-
bre hasta su nacimiento.
La situación del feto en el útero es muy incierta en los primeros
meses del preñado, y miéntras es mucha la cantidad de agua conte-
nida en el amnion; porque entonces el feto, como puede volverse
libremente en su cavidad, muda quanto quiere de situación, tanto
que á las vueltas que en esta época da el feto, atribuye el Conde
de Buífon las retorceduras del cordón umbilical. En casi todas las
posiciones está el feto encorvado , la cabeza apoyada sobre^ el pe-
cho, los brazos doblados, los muslos y las piernas en la flexión mas
perfecta , las rodillas apartadas , y los talones arrimados uno á otro
y aplicados contra las nalgas. Doblados así todos los miembros del
feto forman un cuerpo casi oval , que se acomoda á la cavidad de la
viscera que le encierra; y como la extremidad pequeña de este cuer-
po oval es la cabeza , y la extremidad grande la componen las nal-
gas y los muslos, piernas y pies doblados, es preciso que para aco-
modarse el feto á la cavidad del útero tenga la cabeza en la parte
inferior de esta cavidad , y las nalgas y muslos en su fondo , que es
FET 115
el sitio mas capaz. Sin embargo todos los antiguos, y la mayor par-
te de los modernos , han creido hasta estos últimos tiempos , que la
situación mas regular del feto en el útero después del quarto mes del
preñado era tener la cabeza arriba, las nalgas abaxo , y la barriga
adelante; pero que en los últimos meses, esto es, hácia el fin del
séptimo ó del octavo mes del preñado, daba una vuelta, y entonces
su cabeza se dirigía al orificio de la matriz, su cara hácia atrás, sus
espaldas adelante, y sus nalgas y piernas arriba. Es cierto que algu-
nas veces la situación del feto es qual la creyéron los antiguos , y que
otras veces se halla en posiciones muy diversas, tanto en los prime-
ros como en los últimos meses del preñado, como se observa en los
partos trabajosos. ¿ Pero creemos por esto que la situación que los
antiguos daban al feto sea la mas regular, y que después dé una
vuelta, con la que mude enteramente de situación para disponerse á
salir del útero? Ni uno ni otro es compatible con la razón y la ex-
periencia. Así la estructura como la relación de las partes del feto
con las del útero contradicen aquella situación y la supuesta vuelta,
como plenamente lo ha demostrado Baudelocque; y la experiencia ha
dado mil veces á conocer, que la posición mas natural y regular del
feto , desde que toma una situación constante , es la que representan
las incomparables láminas del célebre Hunter, esto es, que el feto
tiene la cabeza abaxo, situada diagonalmente á la entrada de la pel-
tís, vuelto el colodrillo hácia una de las cavidades cotiloideas, y la
frente hácia la sinfisis sacro-iliaca opuesta; que en este estado las
nalgas, los muslos, las piernas y los pies del feto se hallan arriba y
hácia el lado del vientre á que se inclina el fondo de la matriz, de
suerte que el gran diámetro del cuerpo del feto corta á ángulos agu-
dos la columna lumbar.
Es incomprehensible lo que el feto crece en los nueve meses que
está en el útero. Su extrema pequeñez á las seis ó siete semanas de
concebido hace parecer muy corto el incremento que en este tiem-
po toma, y sin embargo nunca crece mas que entonces; pues supo-
niendo que á esta época tenga el feto una pulgada de largo, si se
compara este tamaño con el de un punto invisible, que era siete se-
manas antes, se ve que ha crecido en una razón inconmensurable; al
paso que desde este tiempo hasta cumplir los nueve m¿ses, su longi-
tud no es mas que de diez y ocho á veinte veces mayor; pues un
feto nacido á tiempo, regulada su magnitud por un término medio,
tiene de diez y ocho á veinte pulgadas de largo, y de seis á ocho li-
bras de peso. No nos detendremos en señalar por meses las dimen-
siones del feto; porque es tanta la variedad en longitud, grosor y
peso que se observa en fetos de igual edad , que tenemos por muy
arbitrarias las medidas que fixan algunos autores, y así es que todos
«Uscordan en ellas; por lo que no se puede determinar exactamente
1 16 FET
el tiempo del preñado por las dimensiones y peso de la criatura.
Quando el feto cumple nueve meses, le arrojan de la matriz las
contracciones reiteradas de esta viscera, ayudadas de las del dia-
fragma y de los músculos del abdomen. Este es el término que el
autor de la naturaleza ha ñxado para el parto natural en la especie
humana, así como le ha determinado también para las demás espe-
cies de animales, cuyas hembras paren constantemente al tiempo
prefixado , sin que influya en la diferencia de períodos ni su tem-
peramento particular ni el volumen del feto. (V". parto.)
La conformación del feto quando nace es muy diferente de la
que adquiere después. El feto encerrado en el útero, privado de
toda comunicación con el ayre atmosférico, no respira; sus pulmones
no se dilatan , y los vasos de esta viscera comprimidos admiten poca
sangre de las arterias pulmonares. Por razón de este estado de los
pulmones ha establecido la naturaleza en el feto otros conductos
para la circulación de la sangre, que supliesen el defecto del círculo
pulmonar. Estos conductos son el agujero oval y el canal ó conduc-
to arterioso. El agujero oval es una abertura bastante grande , cuyo
nombre dice su figura, que atraviesa el septo de las aurículas del
corazón por el sitio en que en el adulto se halla la fosa oval. Este
agujero es á proporción tanto mayor quanto mas tierno es el feto;
pero le tapa por la aurícula izquierda una válvula ancha y casi se-
milunar , cuyo borde convexo y fixo está abaxo , el borde cónca-
vo y suelto arriba; y sus dos astas, una derecha y otra izquierda
mas corta y mas ancha, se atan al seno izquierdo. Sabatier niega es-
tas astas en el feto humano ; pero el testimonio de Halle , que dice
que constantemente las ha visto en el feto adulto , es demasiado au-
téntico para dudar de su existencia. La situación obliqüa de esta vál-
vula y sus ataduras hacen que ceda fácilmente á la presión de dere-
cha á izquierda , y no al contrario ; por lo que dexa entrar libremente
la sangre por el agujero oval á la aurícula izquierda , mas no permite
su regreso. Casi todos los Anatómicos creían que el uso del agujero
oval era dar paso de la aurícula derecha á la izquierda á una parte
de la sangre que ambas venas cavas vertian en la primera aurícula;
pero las razones que Sabatier alega en su Memoria , inserta en el ter-
cer tomo de la última edición de su Curso de Anatomía, demues-
tran que el agujero oval conduce á la aurícula izquierda la sangre
que viene por la vena cava inferior , miéntras que la cava superior
vierte la suya en la aurícula derecha; y que el uso de la válvula de
Eustaquio en el feto es impedir que la sangre de la vena cava infe-
rior entre en la aurícula derecha dirigiéndola al agujero oval. El
nombre de agujero de Botal , que le dan algunos autores, por creer
.que Leonardo Botal fué su inventor, tiene poco fundamento, pues
ya Galeno le conoció y describió.
FET 117
El tronco de las arterias pulmonares en el feto, mayor que lá
aorta en su origen , en vez de dividirse en dos grandes ramos como
en el adulto, sigue graduando su dirección nativa hasta la parte in-
ferior del cayado de la aorta , debaxo y un poco mas allá de la sub-
clavia izquierda, donde se abre en la cavidad de la aorta, formando
con ella un ángulo agudo. Los dos ramos que da en este camino son
muy pequeños; el que primero nace del tronco es mayor, y va al
pulmón derecho; el segundo va al pulmón izquierdo, y la porción
de tronco pulmonar que corre desde el nacimiento del segundo ra-
mo hasta la aorta es la que se llama canal ó conducto arterioso. La
área de este conducto es mayor que la suma de las áreas de los dos
ramos pulmonares: por consiguiente vierte en la aorta mas de la mi-
tad de la sangre del tronco pulmonar ; y como en el adulto toda
esta sangre pasa al ventrículo izquierdo del corazón , y de él á la
aorta, de aquí es que en el feto quando esta arteria sale del corazón
es menor que el tronco pulmonar,
Si porque el feto no respira le ha provisto la naturaleza para la
circulación de su sangre de los conductos particulares que acabamos
de explicar, también por razón del alimento que recibe de la ma-
dre , le ha dado los vasos umbilicales que hemos descrito ya. Todos
estos conductos propios del feto hacen que el círculo de su sangre
sea muy diferente de lo que es después del nacimiento. La sangre
que la vena umbilical conduce de la placenta al feto, va por esta
misma vena al hígado, donde una parte de ella pasa inmediatamente
por el conducto venoso á la vena cava inferior, y la otra porción,
después de distribuirse por el hígado como la sangre de la vena
porta, pasa con esta por las venas hepáticas á la misma cava inferior.
Aquí se mezcla con la demás sangre que esta vena recibe de las ex-
tremidades inferiores , de las demás visceras del vientre , y de otras
partes del cuerpo, y toda junta pasa de la vena cava inferior por el
agujero oval á la aurícula izquierda del corazón , al mismo tiempo
que la vena cava superior vierte en la aurícula derecha del corazón
toda la sangre que vuelve de la cabeza , cuello y extremidades supe-
riores. Esta sangre de la aurícula- derecha entra en el ventrículo de-
recho , y de este pasa al tronco pulmonar ; pero solo la porción me-
nor de esta sangre va por las arterias pulmonares á los pulmones, de
donde las venas pulmonares la conducen á la aurícula izquierda del
corazón , en la que se junta con la sangre que ha recibido de la vena
cava inferior. Toda esta sangre de la aurícula izquierda pasa al ven-
trículo de su lado , que la expele á la aorta, y esta por los grandes
ramos que salen de su arco envia la mayor parte de ella á la cabeza
y á las extremidades superiores. La restante en la parte inferior del
cayado se junta con la porción mayor de la sangre del tronco pul-
monar, que por el conducto arterioso va á la aorta, la que por su$
n8 FET
ramos arteriosos la distribuye, como en el adulto, por todas las de-
mas partes del cuerpo; con sola la diferencia , que la mayor parte de
la sangre que baya á las iliacas primitivas entra en las arterias um-
bilicales, que la conducen á la placenta, de donde las ramificaciones
Capilares de estas arterias pasa á las raices de la vena umbilical que
la vuelve otra vez al feto.
Con este primoroso mecanismo precave la naturaleza el que et
tronco pulmonar agovie los pulmones del feto con una cantidad de
sangre á que no podría dar paso : hace que la grande columna de san-
gre , que baxa por la aorta impelida por las fuerzas reunidas de
ambos ventrículos del corazón , adquiera la velocidad que necesita
para andar el largo y tortuoso camino de los vasos umbilicales y de
la placenta: no permite, en fin , que la sangre que por la vena umbi-
lical viene de la placenta vuelva á esta hasta después de haber cor-
rido la mayor parte del cuerpo del feto, para darle lugar de repar-
tir por el todo el xugo nutricio que en la placenta ha recibido de
la madre. ( V. placenta.)
Apénas el feto nace, como luego respira, y se alimenta de la le-
che que mama, cesa la necesidad de esta temporal circulación, y se
establece para toda la vida la circulación de la sangre, que hemos
descrito en el correspondiente artículo; así inutilizados los conductos
propios de la circulación de la sangre en el feto se ciegan poco á po-
co. La mayor facilidad con que la sangre entra en los pulmones des-
pués del nacimiento, hace que las arterias pulmonares reciban cada
dia mas sangre de su tronco , y ménos el conducto arterioso , el qual
ademas encuentra mas dificultad en verter la suya en la aorta , por
la mayor columna de sangre que esta recibe del ventrículo izquier-
do; por lo que la sangre se estanca poco á poco en el conducto ar-
terioso, y se convierte en una substancia filamentosa ó pulposa, que
al fin le obstruye enteramente. La sangre que entonces las venas
pulmonares conducen al ventrículo izquierdo en mas cantidad y con
mayor rapidez, aplica con mas fuerza la válvula del agujero oval
contra ia circunferencia de este orificio; al paso que la sangre que
sube por la vena cava inferior , ya por ser en ménos cantidad . por-
que le falta la de la vena umbilical, ya porque halla mas facilidad
en verterle en la aurícula derecha, empuja ménos aquella válvula
hácia la aurícula izquierda: así manteniéndose la válvula aplicada
contra el agujero oval , al cabo se pega á su periferia , y le cierra casi
enteramente. El modo como la vena umbilical y el conducto venoso
se ciegan puede inferirse, por lo que queda dicho; pero se consulta-
rán los artículos cordón umbilical y botal. La porción obstrui-
da de estas arterias se convierte en dos cordones , que junto con el
uracho componen el ligamento superior de la vesiga de la orina,
como hemos dicho en el articulo de esta viscera; y la mayor canu-
FIB 119
dad de la sangre que estas arterias recibían en el feto de las iliacas
primitivas, pasa después del nacimiento á los ramos hipogástricos.
Mas no son estas las mismas mutaciones que se observan en las
criaturas después de nacidas; apénas hay parte en su cuerpo que no
experimente a'guna. Las diferencias que sucesivamente se notan en-,
tre los huesos del feto y los del adulto las hemos expuesto ya en
la osteología. Aunque las criaturas después que nacen siguen crecien-
do hasta la edad de veinte y un años poco mas ó menos , es en razón
mucho menor que en el tiempo en que estuviéron en el útero , y aun
algunas partes menguan á proporción de las demás, como sucede á
la cabeza , al hígado , al apéndice vermiforme del intestino ciego , á
las cápsulas atrabiliarias , á la glándula timo, á la tiroidea, y en ge-,
neral á todas las glándulas conglobadas. La membrana pupilar, que
en el feto cierra las niñas de los ojos, á lo menos hasta la edad de
siete meses, desaparece mas ó menos presto. La membrana mucosa,
que en el feto se pega á la epidermis de la membrana del tambor,
se quita después del parto. Las bolsas del intestino colon y del in-
testino ciego se puede decir que se forman después del nacimiento.
La vexiga de la orina, larga y angosta en el feto , se ensancha des-
pués, se acorta y se hunde mas, como el útero, dentro de la pul-
vis. Los testículos no baxan á veces al escroto hasta después del
parto. La pubertad produce en uno y otro sexo las mutaciones que
todos conocen ; y seria nunca acabar si quisiésemos referir las varia-
ciones que la edad induce en las demás visceras , y de las quales he-
mos dado ya noticia en la exposición de ellas.
Las alteraciones generales, que desde que nacemos van aconte-
ciendo en toda nuestra máquina por un efecto necesario de la vida,
son las que mas importa conocer. La pulsación alterna del corazón
y de las arterias ; la contracción de los músculos ; la presión y con-
fricación de unas partes contra otras , empiezan desde luego á endu-
recer y dar mas firmeza al sólido; algunos vasos capilares se ciegan; el
texido celular se condensa, y exprime de sus celdillas parte del xu-
go que constituye la suave pastosidad de nuestro cuerpo en la in-
fancia; los humores adquieren mas consistencia ; el impulso de la cir-
culación se aumenta; los vasos se dilatan; la nutrición es mayor; y
el cuerpo crece en razón de lo que las partes sólidas ceden al im-
pulso de los líquidos; por lo que el incremento va siendo sucesiva-
mente menor, porque la extensibilidad de las partes sólidas se dis-
minuye á medida que se aumenta su solidez. El incremento del
cuerpo en longitud cesa quando los huesos no son capaces de alar-
garse mas, que es hasta el fin de la pubertad; pero sigue el aumento
de corpulencia y robustez en la juventud , en que el sistema nervioso
se halla con toda su sensibilidad , y el muscular con toda su fuerza;
con lo que todas las funciones del cuerpo se hacen en esta edad con
120
FIE
vigor y agilidad, y las del espíritu con viveza y energía.
Este florido estado del hombre parece que no se altera durante
la edad consistente , pero no es así ; porque las mismas causas que le
conducen á su mayor lozanía, le están ya labrando la época mar-
chita de la vejez. La acción continua de estas causas cada dia endu-
rece mas las partes sólidas, quita á las líquidas su blandura gelati-
nosa, condensa la sangre, ciega mayor número de vasos, aprieta
mas el texido celular , y disminuye su flexibilidad. El cuerpo se seca
y extenúa; todas sus funciones se debilitan; las secreciones y excre-
ciones se alteran ; la máquina se gasta mas de lo que se repara; los
huesos faltos de xugo se hacen quebradizos ; las muelas se caen ; las
membranas se vuelven semicallosas; la piel seca se arruga; y muchos
tendones y ternillas adquieren una consistencia osea ; la sensibilidad
se amortigua ; los sentidos se embotan ; las potencias se entorpecen;
el sistema absorvente , disminuido y debilitado , no chupa de las ca-
vidades los líquidos que en ellas se exhalan; los pulmones se cargan,
y la respiración se hace anhelosa; los músculos rígidos pierden su
irritabilidad, y su acción es débil é insensible; el corazón late coa
menos freqüencia y ménos igualdad , y las arterias resisten mas al
impulso de la sangre; en una palabra, al paso que todas las fuerzas
decaen , crecen las resistencias , hasta que equilibrándose estas con las
potencias motrices, se extingue el movimiento y con él la vida. De
esta suerte la misma acción vital, que conduce al hombre desde la
primera infancia á la pubertad , á la juventud y á la edad consistente,
le lleva después á la vejez, á la decrepitud y á la muerte; así el
hombre desde que nace camina necesariamente á la muerte natural ó
senil, la que en todos seria el término de nuestra vida , si en el dis-
curso de ella no sobreviniesen tantas otras causas, que comunmente
nos acarrean una muerte anticipada B.
FIBRA. (Anat. y Fisiol.) Se da este nombre y el de hebra á
varios hüitos reunidos por un cierto gluten, ya sean blancos ó ro-
xos , que constituyen varias partes. El exámen de las partes sólidas
de los animales y vegetales nos enseña que sus partes las mas finas
son siempre formadas por fibras , sirviendo estas como de trama y
fundamento á las demás.
Un conjunto de filamentos mas ó ménos sólidos, mas ó ménos
delicados, largos, paralelos, y dispuestos en dirección recta, cons-
tituye la estructura fibrosa. Estos filamentos hacinados unos encima
de otros, se reúnen por medio del texido celular, y concurren á
formar músculos , vasos , nervios, visceras &c: cada fibra por sí sola
y separada de la masa carnosa puede dividirse en otras mas pequeñas,
estas en otras todavía menores, y así sucesivamente, hasta hacerse
imperceptibles; de modo que la división de las fibras de un músculo
llegaría al infinito , si la delicadeza de nuestros instrumentos nos per-
FIE
121
mltiese tocar e! último término de ella. Sus principios tienen entre sí
una continuidad y coherencia tal , que no dexan ni vacío ni espacio
sensible: la tenacidad de su adhesión mutua es tan fuerte, que no
se puede separar ni disolver de otro modo que con el auxilio de la
putrefacción ó del fuego.
La substancia fundamental de la fibra , como de todas las partes
del cuerpo animal , parece ser una especie de gluten mucoso , que liga
sus diversos elementos : esta materia existe también en los vegetales,
y parece pertenecer en general á todos los seres que gozan de vida.
Sin embargo posee diferentes qualidades que son relativas á cada
cuerpo viviente y á cada una de sus partes, como veremos tratando
de la descomposición de los sólidos.
La fibra animal , despojada de este gluten por la acción del fue-
go , ó por una larga putrefacción , pierde su solidez y toma una con-
sistencia blanda ó friable, según que ha sido corrompida ó calcina-
da. De este hecho se ha concluido que el estado de solidez natural
á los músculos , ligamentos , cartílagos y huesos, dependía de su subs-
tancia glutino-gelatinosa; y esta conseqiiencia parece estar tanto
mejor fundada, quanto se ha visto que los sólidos mas duros, como
son los huesos, vuelven á adquirir la solidez y dureza que habían
perdido por la calcinación , dándoles un nuevo gluten gelatinoso.
Schaw había experimentado que era fácil reducir los huesos calcina-
dos á su primer estado, metiéndolos en una masa de jalea extraída
por la máquina de Papin. Boerhaave y Buta han demostrado que
el agua y el ayre tienen igualmente la facultad de restablecer estos
sólidos á sus primeras qualidades. Otras experiencias análogas á las
de Buta han hecho creer á algunos Físicos que el principio de la
cohesión de los cuerpos era de la naturaleza de los aceytes. ( Véase
PRINCIPIOS CONSTITUTIVOS DE LOS CUERPOS ANIMALES.) Dumas.
FIBRILLA Y FILAMENTO. Se llaman así las fibras mas
delgadas ó simples, teniéndose estas voces como diminutivas de fibra.
FIBROSO. Se da este epíteto á todo lo que tiene semejanza
con la fibra.
FIEBRE AMARILLA. {Med.) Si se recorren las obras de los
mas célebres Prácticos hasta la mas remota antigüedad , parece que
esta calentura ha reynado en todos tiempos en los climas cálidos,
modificada por la diversa constitución de los individuos y las va-
riaciones del clima ; pero por lo mismo pocos concuerdan en quanto
á su origen ; y si examinamos á los historiadores Médicos modernos,
parece que pretenden limitarla á la América , en donde se manifestó
dos siglos después de su descubrimiento. Debe pues creerse con so-
brado fundamento, que si en ciertos parages no se ha manifestado
constantemente hasta una época determinada y baxo diversos aspec-
tos, ha dependido de no haberse combinado todas aquellas causas y
TOMO IV. Q
12 2
FIE
circunstancias que la desenvuelven y propagan, y que donde quie-
ra que se han manifestado la han producido y difundido sus estra-
gos. En Cartagena y su costa, según Ulloa, no se conoció hasta
los anos de 1729 y 30 con el nombre de vómito prieto; aunque
el Dr. Gamble ya hizo mención de ella, como que habia reynado
en el año de 1691 con la denominación de enfermedad nueva ó ca-
lentura de Kendal. Juan Ferreyra de Rosa la describió en Fernam-
buco en 1794, siete años después de su primera invasión: los escri-
tores franceses pretenden que fué llevada á la Martinica en 1734:
después se ha ido propagando por diferentes comarcas de la Améri-
ca ; y últimamente vino á Europa é infestó á Cádiz en el año 1800,
á Medina Sidonia y Sevilla en 1801 , y asoló á Málaga en 1803; si
bien consta que ya en los siglos anteriores se habia observado algunas
veces en las costas de la Andalucía , por exemplo , en Málaga en 1741,
y en Cádiz en 1731. Para tener una idea cabal del origen é historia
de la fiebre amarilla , puede verse el erudito prólogo del traductor
de la obra de Rush publicada en 1793 en Madrid.
Se han ocupado muchos en descubrir su analogía con la peste; y
á la verdad no parece difícil de encontrarse comparando sus sínto-
mas , sus progresos y sus conseqüencias , y suponiendo las grandes
modificaciones que debe sufrir por la mayor benignidad del clima y
por todas las causas topográficas, los metéoros, las afecciones astro-
nómicas, las variaciones de la atmósfera &c. Si la carrera pronta,
repentina y tumultuaria de la enfermedad, dice el traductor del
Rush, los vómitos de bilis amarilla, porrácea y glutinosa, el dolor
intenso de cabeza , el entorpecimiento de los miembros y las coyun-
turas, el ardor de la cutis, el encendimiento y la rubicundez de los
ojos con el ayre desatalentado se miran como síntomas pestilencia-
les, siendo muy eventual la aparición de las secas, landres y carbun-
cos; la calentura amarilla se desplega á veces con violencia, y pare-
ce que la ponzoña pestilencial combate al principio vital, atacándo-
lo en su mismo origen , é impidiendo su distribución por el sistema,
ya acometiendo en forma' de apoplegía, ya acarreando la postración
repentina de las fuerzas, produciendo vaidos, aturdimiento y el es-
tado comatoso &c. : en otros casos, fixándoseen el estómago y otras
porciones del canal intestinal, inflama, corroe, descompone y di-
suelve las entrañas, difundiendo sus estragos á tr>do el sistema , sin
hallar oposición alguna, por cuya falta de reacción suele notarse la
languidez y debilidad general en el primer estado , las manchas es-
corbúticas, las hemorragias, el delirio sordo, las convulsiones, las
alteraciones del color en la cutis &c. , que parecen terminar por la
descomposición orgánica , que se anuncia con el dolor y rescoldera del
estómago, el vómito negro, y se manifiesta coi la disección de los
cadáveres: finalmente quando el veneno pestilencial encuentra una
FIE 123
reacción proporcionada , se produce la disposición inflamatoria con
un tiro violento á la cabeza y á otras entrañas vitales, caminando
precipitadamente á una desorganización por exceso de acción, resul-
tando las calenturas violentas, acompañadas de mucho calor, dolor
de cabeza , encendimiento de los ojos y de la cara, delirio feroz &c. ,
manifestando las disecciones de los cadáveres las pruebas indubita-
bles de las congestiones, ingurgitaciones, y los derrames sanguino-
lentos y serosos en varias cavidades. ( V. la historia del tifo icte-
rodes,^ la de la especie 10 del género remitentes en la clase 6
artículo calentura.) Suelen notarse, así en las varias epidemias
como en una misma, todas las modificaciones, desde la mas benig-
na hasta la mas maligna y pestilencial , preponderando unas á otras;
ni debe suponerse que estas varias formas distintas existen realmente
en un estado simple, no siendo mas que resultados de la abstracción
mental por hallarse estas formas combinadas de diversas maneras,
mezcladas y confundidas entre sí , sin dar otro lugar á distinciones
que el predominio de una ú otra forma, que imprime un carácter
peculiar á la constitución , siendo mas funesta y maligna en una épo-
ca que en otra , en tanto grado, que los remedios que se han acredi-
tado de eficaces en una constitución han sido infructuosos y débiles
en otra. Unas veces se asemeja al causón en su carrera y progresos;
otras se presenta inflamatoria al principio para degenerar luego en
tifo, constituyendo el sinoco maligno de Catrall, el sinoco ictero-
des de Currie 6 el sinoco atrabilioso de Escote, ó se manifiesta co-
mo remitente, biliosa inflamatoria en el primer período para dege-
nerar en pútrida en el segundo, ó se presenta desde el principio con
toda la postración y falta de reacción en forma de tifo, ó de calen-
tura maligna ó pestilencial.
Hiciéramos un discurso muy dilatado si hubiésemos de exponer
aquí las pruebas y fundamentos harto poderosos de los que dan á la
fiebre amarilla un carácter pestilencial , sin embargo de que los secta-
rios de la opinión contraria no dexan de presentar innumerables ra-
zones en apoyo de ella. De todos los hechos, dicen , se infiere con
bastante probabilidad, ó por mejor decir con evidencia, que la fie-
bre tiene su origen de causas locales puestas en acción por un grado
de calor excesivo. Quando este pase de los veinte y ocho grados de
la escala de Reaumur en lugares en que hay qualquiera foco de pu-
trefacción, se debe temer la fiebre amarilla , y quanto mas alto sea el
grado de calor, su marcha será mas violenta y sus síntomas mas ani-
mosos. Se infiere también que no es contagiosa , ni por la atmósfera
del enfermo, ni por contacto con él , siempre que se ponga fuera de
la esfera de la actividad del foco de la infección. Así unos y otros
se afirman en las observaciones, y dexan siempre en un estado de
confusión é incertidumbre á los que no han podido hacerlas por sí
124 FIE
mismos. Nosotros, examinando los autores clásicos con una crítica
imparcial y despreocupada, creemos que puede adoptarse un juíto
medio, y conciliarios en los principales artículos. La liebre amarilla
será ciertamente producida muchas veces por las causas topográficas,
atmosféricas &c. mas activas y enérgicas de k> común , al modo que,
no siendo tales, solo alcanzan á producir calenturas intermitentes ó
remitentes biliosas simples, pero exaltadas á cierto grado; y una vez
capaces de dar origen á una enfermedad tan terrible, ¿quién duda
que podrán engendrar miasmas, estos agentes desconocidos, que por
una emanación de un cuerpo infectado pasan á otro , y modifican y
alteran su economía con los mismos síntomas ó con algunas variacio-
nes accidentales dependientes del temperamento del individuo y de-
mas circunstancias individuales? ¿que trasladados como los de te pes-
te levantina de un pais á otro sin descomponerse, causarán los mis-
mos estragos siempre que las causas locales favorezcan á su desarro-
llo y acción? Cada cuerpo infectado, en llegando á cierta época,
debe considerarse rodeado de una atmósfera propia, en que vagan
innumerables gérmenes del mal , y que fácilmente se comunican por
el simple contacto ó por la corriente del ayre á una corta distancia.
Muchos autores ingleses han considerado la fiebre amarilla baxo tres
aspectos: como endémica en parages en que las causas topográficas y
demás bastan á producirla : como epidémica en aquellos en que á es-
tas se agregan otras muchas, y principalmente las estacionales, para
fomentarla por cierto tiempo ; y como contagiosa quando sin su con-
curso se propaga de unas personas á otras: aunque también algunos
han querido limitar algún tanto esta idea, llamándola en vez de con»-
tagiosa infecciosa ó infectante.
Si por otra parte atendemos á los felices resultados de las fumi-
gaciones minerales en nuestra España, dispuestas por el Gobierno,
como destructoras de los miasmas, tendremos una nueva prueba del:
carácter contagioso de esta dolencia ; pero sobre todo> no intenta-
mos que nuestro juicio se tenga por decisivo en una materia contro-
vertida por los Profesores de mejor nota , cuya lectura recomendamos
á nuestros lectores. {En el artículo desinfección hemos expuesto
las noticias que hemos podido adquirir.) Un temperamento que no
pase de veinte y siete grados de calor en el termómetro de Reaumur,
el aseo y la extinción de pantanos ú otros manantiales de miasmas son
los mejores preservativos. Los que pasan una vida alegre , usan de bue-
nos alimentos y bebidas, y evitan los ardores del sol, tanto como
la atmósfera húmeda de las madrugadas y de las noches , se libertan
generalmente de ella, y con mas seguridad si durante la epidemia to-
man la buena quina en substancia diariamente. Las modificaciones
particulares y los diferentes aspectos que ha tomado la fiebre amari-
lla han hecho que se multipliquen extraordinariamente los métodos
FIE 12$
curativos , recomendando cada qual el sayo como el mas eficaz.
Rush prefiere las sangrías copiosas y repetidas, el uso de los calo-
melanos y de la xalapa á todos los demás remedios farmacéuticos,
apoyando esta opinión en su propia experiencia y en las observacio-
nes de otros muchos. En quanto al uso del emético discrepan casi
toctos los Prácticos , sin embargo de que muchos ensalzan sobrema-
nera el bejuquillo dado en el principio. La quina, cuyos buenos efec-
tos se han preconizado generalmente, ha hallado en retorno una
gran contradicción de parte de otros, que consideraron á la calen-
tura amarilla como inflamatoria ; y no estamos lejos de creer fundada
su ¡opinión , porque pudiera muy bien haber manifestado entonces
este carácter : lo mismo diremos del virio y de todos los estimulan-
tes , la corteza de angustura , el capsicum canadiense y otros mil
pretendidos específicos que han debido su reputación al deseo de en-
contrar un remedio universal y directo contra esta terrible enferme-
dad. El baño trio ha sido muy útil en varios casos, mientras en otros
ha producido funestos efectos. Omitimos innumerables remedios,
como el zumo de limón caliente, el elixir ftbrífugo de Crutton, la
cerveza , las lavativas de agua de mar, los vexigatorios , el éter sul-
fúrico &c. , que han tenido la misma suerte, y para cuya aplicación
no debe ningún Práctico dexarse arrastrar de un sistema caprichoso,
sino de los fenómenos que presente la fiebre , de su estado y progre-
sos, de la constitución del paciente y demás circunstancias. Desde
que el Dr. Mitchill publicó su Teoría sobre la calidad acida del
septon ó ácido séptico , han usado muchos de los remedios al-
calinos contra la liebre amarilla con resultados felices si hemos de
creer á Barker, Vaughan, Harris y Warchewits. {Véase des-
infección.)
Pero ateniéndonos ahora á la historia de esta enfermedad en
nuestra España y á las observaciones de los mejores Prácticos que
la han examinado en todas sus épocas, parece que el uso de la quina
en grandes y repetidas dosis ha sido el medicamento mas seguro , y
el que quasi pudiera llamarse específico » , según puede verse en el Tra-
tado del Sr. Lafuente. Y á la verdad la naturaleza de esta calentura
y de las causas que la producen, sus diferentes grados, sus efectos y
terminaciones indican que d^sde el principio se halla atacada la vita-
lidad y la masa humoral en un estado de tendencia á la putrefacción,
y que por consiguiente exige la administración de los tónicos mas ac-
tivos y todos los antipútridos; si bien habrá muchos casos en que
sea necesario combinar otros diversos remedios en razón de las va-
riedades que presente , ó de los auxilios que pidan ciertos síntomas
particulares y extraordinarios.
En estos últimos tiempos se ensalzó como un preservativo pro-
digioso el uso de las friegas de aceyte; pero recorriendo la. historia
126
FIM
de la Medicina, pareee que desde Próspero Alpino y Oribasio hasta
nuestros dias las han empleado muchos Médicos, entre ellos Juan
Ferreyra de Rosa, Scheell , Davidson, Miller, y varios Españoles,
como Francisco Franco , Jayme Ferrer, Porcel Sardo y Rosell ; y
aunque debamos diferir á su autoridad con respecto á sus observa-
ciones, no parece que sus ventajas hayan sido tan generales ni su
eficacia tan segura como han querido deducir de varios hechos par-
ticulares. (V. aceyte. )
FIGUEROA (Francisco de) (Biog.), Sevillano, Doctor en
Medicina : dio á luz una obra con el título de Luxus in judicium
vocatos , et ad recta evocatus; gélida salutífera , sive de innoxio
frígido potu. Otra obrita con este título Aciam , de qua loquitur
Celsus capite vigesimosexto libri quinti filum semper, acum num-
quam significare : in fibulationem et suturam utramque ex acia
molli non nimis torta, sive ex molli jilo non nimis torto ser ico t
lineo, vel ex alia materia molli , non autem aereo , férreo , ar-
génteo, aut áureo , secundum ejusdem Celsi mentem semper fieri
deberé. Sevilla 1633 » 4*° ^ os Tratados: uno de las calidades y
efectos de la aloja , y otro de una especie de garr Otilio ó esqui-
nencia mortal. Lima 16 16, 4. 0 , donde estuvo de Médico del Mar-
ques de Montesclaros , Virey.
FILAMENTOSO , adjetivo que pertenece á filamento.
FILTRACION Y FILTRO. ( Mat. Méd. ) Se emplea para
obtener líquidos transparentes y separados de los cuerpos sólidos que
los alteran: la filtración es necesaria para hacer los medicamentos
compuestos ó las preparaciones medicinales mas puras , ménos des-
agradables á los enfermos , y freqüentemente mas ó ménos activas
de lo que serian sin esta operación.
FIMOSIS. (Cir.) Se da este nombre á una enfermedad del miem-
bro viril, en la qual el prepucio se halla muy estrechado , en térmi-
nos que no puede descubrirse el glande ó balano, estando por lo
regular muy alterado, con inflamación, hinchazón &c. Esta palabra
es griega , y significa ligadura ó atadura con cuerda. Muchas veces
los fimosis ocultan las úlceras que se hallan en el glande , y algunas
veces son tan violentos , que producen fuertes inflamaciones de estas
parres , y aun la gangrena.
Se diferencian los fimosis en naturales y accidentales : los pri-
meros vienen de nacimiento, y por lo regular no son peligrosos. Los
accidentales son benignos ó malignos: los benignos suelen ser produ-
cidos por una causa externa, que irrita el prepucio, ocasionando en
él una inflamación , hinchazón &c. El maligno es parecido al prece-
dente ; pero es causado por un vicio venéreo, y suele ser conseqüen-
cia de las gonorreas , úlceras y demás enfermedades locales vené-
reas. El fimosis natural puede exigir alguna vez la operación cruenta
FIS 127
aunque no haya inflamación ; pues si la abertura del prepucio no
corresponde á la de la uretra, en este caso no sale bien la orina, la
que se derene; y derramándose entre el prepucio y el glande , cau-
sa varios daños, como concreciones petrosas en estas partes &c. ; y
también están inhabilitados por este vicio de conformación los que la
padecen para la generación.
Quando el fimosis es accidental, es preciso tratar al enfermo con
un plan antiflogístico interior y exteriormente siempre que sea de un
carácter inflamatorio, valiéndose de baños, vapores, cataplasmas,
inyecciones anodinas y resolutivas, las sangrías proporcionadas, dieta
tenue y bebidas acídulas &c. Si fuese de causa venérea , se entabla-
rá una curación metódica para combatir al mismo tiempo la causa.
(V. venéreo. ) Si no alcanzasen todos los medios propuestos , y se
teme gangrena , y no se puede vencer por ningún otro medio esta
enfermedad , será preciso recurrir á la operación ; para la qual se co-
locará el enfermo echado en el borde de la cama; el Cirujano toma
el miembro con la mano izquierda, y con la derecha unas tixeras rec-
tas y de punta roma; introduce una de sus puntas entre el prepucio
y el glande hasta mas allá de la corona; se levanta un poco la hoja
de la tixera introducida, y en seguida se corta toda la porción de
prepucio que comprehenden las dos: esta incisión debe hacerse en
medio de la parte superior á la opuesta del frenillo : si el prepucio
estuviese cancroso ó como gangrenoso, es necesario quitarlo todo,
juntando los labios obliqüamente para terminar en el frenillo, y
esto se hace 6 con las tixeras ó con el bisturí : después se detiene la
sangre con hilas secas; y luego que viene la supuración , se trata co-
mo una úlcera. ( V. Úlcera. )
FISIOLOGIA. Este nombre es formado de dos palabras grie-i-
gas yúnf natura , y hoyos sermo, que quiere decir Discurso ¿Tra-
tado de la naturaleza y pero esta voz tiene una acepción mas li-
mitada: significa el estudio del hombre; y así es que se define la Fi-
siología en una ciencia práctica, que tiene por objeto el conocimiento
de Jas cosas naturales que constituyen el cuerpo, y son necesarias
para el exercicio de sus funciones. El sugeto es el cuerpo humano;
su objeto es la consideración del estado natural del cuerpo, de la
naturaleza de los fluidos y del exercicio de las funciones. Este objeto
no se limita á la Anatomía ; pues supone aun conocimientos accesorios
6 auxiliares, que estriban en el conocimiento de toda la naturaleza.
Se puede concebir por lo expuesto la diferencia que hay entre la Fi-
siología y la Anatomía, pues la primera se dirige á conocer al hom-
bre vivo en su estado natural, y conocer mejor en qué consiste la
vi ja y la salud ; y la segunda solo enseña lo que es el hombre muer-
to y ^indiferentes órganos. (V. anatomía.)
FISÓMETRA, ( Med.) Es un tumor de corta extensión y elás-
FIS
tico que se halla en la región hipogástrica de las raugeres. (V. el gé-
nero xvi de la clase de caquexias.)
FISTULA. ( Cir. ) * Es una úlcera , cuya entrada es estrecha
y el fondo regularmente ancho, acompañada por lo regular de
durezas y callosidades: su denominación proviene de que hay en.
ella una cavidad larga y estrecha como si fuera una -flauta , que en
latin se llama fístula. Casi todos los autores admiten la callosidad
por carácter específico de la úlcera fistulosa ; pero la experiencia ha
comprobado que hay fístulas sin estar acompañadas de callosidades,
y que también se encuentran muchas cuya callosidad no es mas que
un accidente consecutivo , del qual se debe prescindir en la curación.
Hay en efecto fístulas que se curan perfectamente por medio de la
destrucción de las causas particulares que las habían originado, y
cuya callosidad subsiste aun después de verificada la consolidación
completa.
Las fístulas se presentan en todas las partes del cuerpo ; provie-
nen en general de tres causas, que es muy importante distinguir
bien si se quieren reducir fácilmente á la curación: estas son: i.° la
trasudación de un fluido qualquiera por la perforación de un con-
ducto exterior ó de un receptáculo destinado á contener qualquiera
líquido: 2. 0 la presencia de un cuerpo extraño: 3.°las carnes duras
y con callosidades en una herida ó en una úlcera.
Las señales de la trasudación de un fluido al través de las partes,
cuya continuidad dividida le permite salir, son sensibles por la sola
inspección , á la que se añaden ios conocimientos anatómicos. La in-
dicación curativa de estas clases de fístulas consiste en determinar el
curso de los humores por sus vias naturales y ordinarias , quitando
los obstáculos que se opongan á él, ó en formar por el arte un nue-
vo rumbo para dicho fluido. Se satisfacen estas indicaciones genera-
les por procedimientos diferentes y relativos á la diversa estructura
de los órganos afectados , ó á las diversas complicaciones que pue-
den tener lugar. Esto es lo que yo veo exponen en la descripción
del método curativo que conviene á muchas especies de fístulas com-
.prehendidas baxo este primer género.....
La fístula salival consiste en una trascolacíon de saliva por cau-
sa de una herida ó de una úlcera en las glándulas, que están destina-
das á la secreción de este humor, 6 en los canales excretorios, por
los quales pasa. Se lee en las Memorias de la Academia Real de Ci-
rugía de las Ciencias en el año de 17 19 que un soldado, á quien le
dieron un sablazo en el carrillo, habiéndole dividido el conducto
salival de estenon , se le formó una fístula pequeña , por la que ca-
da vez que masticaba salia una abundancia prodigiosa de saliva, has-
ta llegar á empapar muchas servilletas quando dormía, aunque el sue-
no no era muy largo. Se observa también el mismo síntoma en la
FIS 129
fístula de la glándula parótida. Esta observación es de grande conse-
qüencia para la práctica; porque los medios que se emplean para cu-
rar esta segunda fístula salival , serian enteramente nulos para la
curación de la que ataca el canal del estenon. Pareo , Cirujano cé-
lebre, refiere la historia de un soldado herido de una cuchillada re-
cibida en la mandíbula superior; aunque se tomaron todas las pre-
cauciones para la reunión de esta solución morbosa , quedó sin em-
bargo un agujero pequeño , en el qual apénas se podia meter con tra-
bajo la cabeza de un alfiler, por donde salia una excesiva cantidad
de agua muy clara quando el enfermo hablaba ó masticaba. Pareo
llegó á curar radicalmente esta fístula , habiéndola cauterizado hasta
su fondo con agua fuerte , y habiendo aplicado en ella alguna vez
los polvos de vitriolo quemado. La situación de la fístula, y los su-
cesos de esta curación , que hubieran sido insuficientes y al mismo
tiempo perjudiciales en la perforación del canal salival, manifiestan
que la trascolacion de la saliva venia en este caso de la glándula pa-
rótida. Mr. Ledran , habiendo abierto un absceso en el cuerpo de di-
cha glándula, no pudo conseguir terminar la curación ; pues quedaba
un agujero pequeño , por el que salia una grande cantidad de dicho
vehículo, principalmente quando el enfermo mascaba. Mr. Ledran
aplicó sobre el orificio de esta fístula un pequeño tapón de hilas em-
papado en aguardiente; le sostenia con quatro compresas graduadas,
y lo mantenia todo puesto por medio de un vendaje bastante com-
presivo: levantando este aparato al cabo de cinco ó seis dias, duran-
te los quales el enfermo no se alimentaba mas que con líquidos, el
agujero fistuloso se llegó á cicatrizar. La compresión exacta habia
borrado el punto glanduloso , cuya ulceración proveía esta grande
cantidad de saliva. Se sigue de estos resultados que la trascolacion de
la saliva no es un síntoma particular ni propio de la perforación
del canal salival, y que se puede agotar quando proviene de la
glándula parótida con la aplicación de los remedios desecantes , ó de
los cateréticos; y asimismo estos y la simple compresión son los me-
dios capaces de consolidar la úlcera perfectamente.
La curación del canal salival no se consigue tan fácilmente; es
necesario recurrir á medios mucho mas eficaces. En una herida que
habia interesado el canal superior, y que quedaba fistuloso, Mr. le
Roí , Cirujano de Paris, juzgando que seria inútil el emplear los de-
secantes mas poderosos y los consuntivos mas eficaces, discurrió que
era menester abrir un nuevo camino, por el qual la saliva pasase á
la boca como en el estado natural. Echó mano de un cauterio actual
para penetrar el carrillo desde el fondo de la úlcera hasta la boca,
con el deseo de ocasionar una pérdida de substancia , á fin de que la
saliva pudiese pasar libremente, sin que se hubiese llegado á rezelar
la obstrucción de este canal artificial antes de la perfecta consolida-
TOMO IV. B.
130 F IS
cion de la úlcera externa; y en efecto la abertura externa fistulosa
se curó en muy poco tiempo, y sin la menor dificultad. En esta
curación, la primera que conocemos de este género, se ve que la
Cirugía ha creado, por decirlo así, un nuevo conducto, y ha mu-
dado la fístula externa en interna con grande alivio de los enfermos.
Según estos mismos principios, aunque con un procedimiento un
poco diferente, es como Mr. Monró, Profesor de Cirugía en Edim-
burgo, ha curado una úlcera de la misma naturaleza; pues el enfer-
mo en cada comida empapaba una servilleta puesta en ocho doble-
ces, por causa de la saliva que salia de un agujerito que habia en la
parte media del carrillo, en conseqüencia de la aplicación de un cáus-
tico. En la inspección de esta enfermedad Mr. Monró juzgó que era
necesario hacer verter la saliva en la boca por medio de una abertura
artificial, y aconseja se execute esta operación dirigiendo la punta
de una gruesa lesna de zapatero en la abertura del conducto obli-
qüamente hacia dentro de la boca y hácia adelante. Se pasa un cor-
don de seda por esta abertura, y se atan los dos cabos hácia el án-
gulo de la boca sin apretar esta asa. El tránsito, por el qual se halla
el cordón, se pone calloso, lo que se conoce, dice Mr. Monró, en
la libertad que se encuentra para mover el sedal en dicha abertura
sin ocasionar dolor al enfermo. Al cabo de tres semanas se quita el
cordón , y se cura la úlcera en muy poco tiempo. He aquí los recur-
sos que hasta el presente ha conocido la Cirugía moderna para curar
las fístulas del canal excretorio de estenon. La precisión en que yo
me he visto , sigue Mr. Luis , de responder á algunas consultas sobre
esta enfermedad , me ha dado motivo á hacer algunas reflexiones , que
me han recordado un método mas sencillo, mas suave, y mucho mas
natural. La operación propuesta , á pesar de los sucesos que ha teni-
do , me parece hallarse muy distante de la perfección que se debe
buscar. El orificio superior de la abertura artificial , que se executa,
se encuentra mas separada del manantial de la saliva, que la misma
fístula que proponemos curar; el humor debe pues hallar menos di-
ficultad en salir por el agujero fistuloso que por la abertura interna;
y no era nada de extrañar si después de esta operación , el enfermo
se quedaba con un agujero fistuloso en el carrillo, y que vertiese la
saliva igualmente por el carrillo que por la boca. Mr. Contavoz,
miembro de la Academia Real de Cirugía , me ha comunicado un
hecho, que comprueba la verdad de esta reflexión, y de la que yo he
usado en una disertación sobre esta materia en el tercer tomo de las
Memorias de la Academia. Yo he tratado en el año de 1753 con un
vecino de Paris, que tenia una úlcera fistulosa en el conducto salival
de estenon; salia por ella una considerable cantidad de saliva, prin-
cipalmente quando hablaba ó tomaba algún alimento; su constitu-
ción se iba mudando por la excesiva pérdida que experimentaba de
FIS 131
e<te humor salival. Yo sondeé el canal desde la fístula basta la boca,
y le hallé perfectamente libre. La saliva se conducia en este conduc-
to hasta cerca de su orificia en la boca, desde donde era arrojada
por el recodo que el conducto salival de estenon formaba en su
extremidad ; porque comprimiendo ligeramente el carrillo desde la
comisura de los labios hacia la fístula, le hacia salir una determina-
da cantidad de saliva. La resistencia de la embocadura del canal en
la boca, determinaba la expulsión constante de la saliva por la aber-
tura de la fístula , que no ofrecia obstáculo alguno. Yo me determi-
né á restablecer el uso natural del conducto dilatándole con una me-
cha compuesta de seis hebras de seda. Pasé un hilo en forma de asa
por medio de una aguja de plata flexible por el orificio de la fístula
á la boca , el que me servia para tirar de dicha mezcla. Esta opera-
ción no ocasionó el mas leve dolor. Desde el mismo dia en que se
puso este sedal, sirvió para que filtrase la saliva, y no se trascolase
ya sobre el carrillo sino algunas gotas miéntras el enfermo mascaba.
Los dias siguientes pasé ligeramente la piedra infernal sobre las car-
nes de la úlcera, porque se hallaban demasiado blandas. Para abre-
viar la relación , se pusiéron en muy poco tiempo comprimidas y
roxas. Al dia décimo quité al sedal dos hilos porque notaba un
poco de tensión á lo largo de dicho canal. A la mañana siguiente
quité los otros hilos restantes de seda. La saliva continuó pasando
por la rotura natural, y se llegó á conseguir la perfecta consolida-
ción al cabo de algunos dias. El sedal habia aumentado el diámetro
de dicho conducto y enderezado su extremidad: la dilatación de los
orificios de los canales excretorios es suficiente para procurar una
trascolacion abundante del humor expresado al tiempo de pasar para
servirse de él. La lectura de esta observación á la Academia Real de
Cirugía ha llamado de nuevo la atención de Mr. Morand quien
habia tratado á un hombre quince años antes, el qual, en conse-
qüencia de un absceso en el carrillo, tenia hacia ya un año una
fístula en el canal salival de estenon. Mr. Morand ensayó el son-
dear dicho conducto desde la fístula hasta llegar á la boca; y ha-
biéndole encontrado libre, pasó por él algunas hebras de hilo ar-
rolladas en forma de sedal : esta práctica ha tenido los mas felices
efectos. Este hecho confirma mas la doctrina que yo habia esta-
blecido.
Las fístulas urinarias provienen ó consisten en la trascolacion
morbosa de la orina.
La perforación preternatural de las partes, que sirven para su
morada ó para su tránsito; las piedras detenidas en los ríñones oca-
siona alguna vez abscesos en la región lumbar, cuya abertura permite
paso á la orina. La extracción de la piedra es absolutamente nece-
saria para poder curar estos conductos fistulosos. Mr. Verdir, anü-
132 FIS
guo Profesor y Demostrador Real de Anatomía en las escuelas de
Cirugía, refiere en una Memoria sobre las hernias de la vexiga, que
un Cirujano de un lugar pequeño habia abierto la vexiga por la
ingle creyendo abrir un absceso. La salida continuada de la orina
por la herida no dexaba duda alguna sobre el verdadero carácter de
la enfermedad primitiva. Para curar una fístula de esta naturaleza , es
suficiente el determinar el curso de dicho fluido excretorio por la via
natural por medio de una algalia. La experiencia ha demostrado que
es útil en este caso hacer acostar al enfermo del lado opuesto á
la herida de la ingle. El uso de la sonda es absolutamente necesario
en las soluciones morbosas del cuerpo de la vexiga, para impedir la
estancación de la orina en la cavidad del vientre, lo que ocasionaría
la muerte...
La fístula del perineo es una úlcera en el canal de la uretra, y
el tegumento que la cubre, la que da salida á la orina. Las solucio-
nes hechas para la extracción de la piedra quedan alguna vez fistulosas
por la mala disposición del enfermo, que incurre en una consunción
extremada ; la robustez hace que se regenere y consolide fácilmente
estas fístulas ; alguna vez provienen del mal método de curarlas , quan-
do nos servimos indiscretamente de bordones , tientas , cánulas u
otros dilatadores. Si la fístula proviene de esta causa , se halla entre-
tenida por estar las carnes callosas; se curará esta consumiendo estas
durezas morbosas por el uso de trociscos hechos con el minio ó con
algún otro escarótico. La causa mas freqüente de las fístulas en el
perineo son los depósitos gangrenosos producidos por la retención
de orina quando hay carnosidades en la uretra &c... (V. carnosi-
dad y RETENCION DE ORINA.)
Las fístulas urinarias no vienen solamente al perineo por la
causa que acabamos de citar. La abertura que se forma en la uretra,
entre el obstáculo y la vexiga , dexa pasar á la orina, que se difun-
de por el texido celular, y ocasiona abscesos gangrenosos en dife-
rentes partes del perineo. Dichas fístulas urinarias se manifiestan en
el escroto, en las ingles, hácia las nalgas, y alguna vez por encima
y aun hasta por debaxo del ombligo. En este caso es necesario hacer
una abertura en todos los tumores que producen fístulas. Se ven
muchos enfermos que se han libertado del riesgo de semejantes acci-
dentes; pero la orina brotaba por todas estas aberturas siempre que
se comprimían. El objeto principal para la curación de estas fístulas
es procurar dar salida al fluido urinario por una parte solamente , sea
restableciendo el conducto natural para sus funciones , lo que se puede
conseguir con el uso metódico de las candelillas apropiadas para el
caso [V. candelilla y carnosidad.) , sea haciendo una incisión
en el perineo para conducir una cánula á la vexiga, á fin de que la
orina salga directamente, y dexe de difundirse por todos los senos
FIS 133
fistulosos. El primer partido es mas suave; es por consiguiente pre-
ferible si la disposición de la fístula permite que se cure por esta via.
Luego que , según el principio general , que debe servir de regla en
la curación de toda fístula , que se halla formada por la perforación de
un conducto excretorio nuevo que establezca una via única para la
salida de la orina , todas las fístulas que no estén entretenidas mas
que por un tránsito morboso de este fluido , se curarán casi por sí
mismas. Las callosidades , si es que las hay , no son mas que acciden-
tales, y no impiden el que se consoliden los senos. Se hallan asimis-
mo exemplares de enfermos que estaban resueltos á llevar por todo
el resto de su vida una cánula en el perineo, y habiéndosela quitado
porque les incomodaba para sentarse, han experimentado que la ori-
na, que se trascolaba por la fístula, y en parte por la uretra, no salía
ya después masque por su via natural; porque la fístula se fué cer-
rando ella misma poco á poco, y el conducto artificial vino por úl-
timo á obliterarse sin emplear recurso alguno.
Hay exemplares de fístulas del abdomen en la región del hí-
gado por la abertura de la vexiga de la hiél, que estaba adherida al
peritoneo. Estas fístulas no se curan de otro modo mas que estable-
ciendo el curso natural de la bilis por el canal , que la va á deposi-
tar al intestino duodeno. Si las piedras formadas en la vexiga de la
hiél impiden que esta pase del modo dicho, se puede hacer la extrac-
ción de ellas. (V. sobre esta operación la Memoria de Mr. Petit
sobre los tumores de la vexiga de la bilis en el primer vohímen
de la Academia Real de Cirugía.)
El segundo género de fístulas, que hemos establecido con rela-
ción á sus causas, comprehende aquellas que se han formado por la
presencia de un cuerpo extraño ; tales son las balas de fusil y los pe-
dazos de vestidos que se llevan por delante: en fin todos los cuerpos
que se introducen de afuera, ó bien una esquirla, una porción de
hueso cariado, de membrana <5 aponeurosis, que debe desprenderse.
(V. cuerpos extraños, caries y exfoliación. ) Quedándose
todas estas cosas contra el orden natural en el fondo de una herida
ó de una úlcera, mantienen las carnes blandas y fungosas, propor-
cionan un material sanioso, que impide la consolidación externa, y
constituye la fístula. Si la úlcera fistulosa llega á cicatrizarse exte-
riormente, esto es, mas que por una temporada, el material forma
depósitos por su acumulación , y la abertura de estas clases de abs-
cesos conduce freqiientemente al Cirujano al foco del tumor , en
donde le descubre la causa de la duración de la enfermedad. No se
curarán jamas las fístulas producidas por la presencia de un cuerpo
extraño qualquiera sin hacer antes la extracción de ellos, y no pue-
de haber aquí otra indicación. Para satisfacerla es necesario hacer las
incisiones convenientes, ó unas contraaberturas, de las que no se
134 FIS
puede determinar generalmente la dirección y la extensión por nin-
gún precepto. Se sabe que estas incisiones están sujetas á muchas va-
riedades que no se pueden determinar; pero exigen mucha habilidad
de parte del Cirujano: un juicio sano es el que le hace distinguir el
camino mas conducente , y un gran cúmulo de conocimientos ana-
tómicos para penetrar hasta el fondo de estas fístulas al través de las
partes delicadas que es menester manejar.
Baxo el tercer género de fístulas se hallan comprehendidas aque-
llas, que son producidas por la presencia de carnes fungosas, duras
y callosas, que la detención de la supuración las hace ser tales, co-
mo sucede en las fístulas del ano; ó que el descuido, el mal trata-
miento , y el uso de bordones metidos los unos sobre los otros lle-
gan á ocasionarlas: en general estas fístulas se curan con la extirpa-
ción de las callosidades, ó el instrumento cortante, ó la aplicación
de remedios cauterizantes.
La fístula del ano es una iílce*a cuya entrada es estrecha,
situada cerca de su margen, con salida de una supuración fétida, y
casi siempre acompañada de callosidades. Esta es siempre la conse-
qüencia de un absceso mas ó menos considerable en el texido adipo-
so que rodea al intestino recto. Las causas del absceso que ocasiona
esta fístula son internas ó externas. La inflamación que produce la
obstrucción de los vasos hemorroidales es la causa interna mas ordi-
naria; de este mismo modo todo lo que pueda causar las almorra-
nas , debe ser colocado en el número de las caasas remotas de la fís-
tula del ano. Las causas externas son los golpes, las caídas y las con-
tusiones de estas partes. Las personas que montan á caballo treqüen-
temente están muy sujetas á padecerla: el exceso en los placeres ve-
néreos; y en fin todo lo que puede retardar é impedir el curso de la
sangre en esta parte, ocasionan inflamaciones, las quales terminan
fácilmente en supuración , por no haber en el texido celular de esta
parte bastante resorte ó energía para resistir á la acumulación de los
numores. Por el contrario , los movimientos del diafragma y de los
músculos del vientre, tan necesarios para las principales funciones na-
turales, se oponen al retroceso de los fluidos, y es la causa principal
de la dilatación de las venas hemorroidales. Las fístulas del ano pro-
vienen alguna vez de los huesos ó de los cuerpos extraños que se han
tragado, o que se han detenido en su fondo.
La diferencia de las fístulas del ano se toma de su antigüedad,
de su extensión, de su composición y de su salida: por su antigüe-
dad, en que las unas son antiguas, y las otras recientes: por su ex-
tensión, en que su trayecto es mas o menos profundo: por su com-
plicación , en que pueden constituir un solo seno , ó bien están acom-
pañadas de madrigueras ó huecos, de muchos senos, de muchas ca-
llosidades, de abscesos, y también caries de huesos, de putrefacción,
FIS 135
de intestino &c. "Las fístulas se diferencian por el sitio de su salida;
y con relación á esta diferencia las hay completas é incompletas. La
fístula completa tiene una abertura en el intestino , y otra exterior-
mente. Las fístulas incompletas ó tortuosas son internas ó externas;
aquellas son las que solo tienen una salida á la margen del ano, y no
penetran nada al intestino recto ; estas solo tienen una abertura ex-
terna, y la materia purulenta sale por el orificio fistuloso abierto en
la extremidad del recto.
Los signos diagnósticos de estas fístulas son fáciles de percibir.
Por el examen de la parte se distingue el sitio por donde se trasco-
la la supuración, y se ve si hay un orificio exterior. No se puede
juzgar de la profundidad de las fístulas, sino es sondeándolas quan-
do son externas; sin embargo los rodeos de los senos fistulosos pue-
den estorbar que el estilete penetre por toda la longitud de su tra-
yecto. La altura de las fístulas internas en el recto se distingue in-
troduciendo en el ano un lechino de hilas cubierto de algún ungüen-
to , y bastante largo ; entonces se verá á qué altura se impregna de
pus, de la que se va trascolando del 2giijero fistuloso. El pronósti-
co se toma de la causa productora de la enfermedad , de sus dife-
rencias, y de la buena ó mala constitución ó disposición del sugeto.
La curación exige desde luego un tratamiento preparatorio con
relación á dicha disposición. La enfermedad tópica presenta diferen-
tes indicaciones según sus diversas circunstancias. Un simple seno,
que no es muy antiguo, y que no ataca en nada al intestino recto,
no tiene necesidad mas que de otra abertura. Luego que se haya mu-
dado la disposición de la úlcera, que se haya dilatado su entrada, y
que se haya detergido su fondo con los remedios convenientes, se
hará una sólida cicatrización. Si la fístula es completa, será necesa-
rio hendir todo lo que se halle comprehendido entre los dos orificics,
y hacer escarificaciones en su fondo para formar de un seno anti-
guo una úlcera reciente ; pero si tiene durezas y senos, no se puede
lograr la curación radical sino extirpando todo lo que haya allí de
callosidades, sea por medio del instrumento cortante, ó con los
cáusticos. Cúrese por uno ú otro método, se prefiere, generalmen-
te hablando, el instrumento cortante, porque se hace en uno ó dos
minutos lo que no se conseguirá con la aplicación reiterada de los
cauterios, que atormentan cruelmente al enfermo por espacio de al-
gunas horas cada vez que se hace uso de ellos. Un Práctico consu-
mado puede hallar razones de preferencia para la elección de uno ú
Otro de estos métodos. Después de haber preparado al enfermo con
los remedios generales y con los medicamentos particulares, si su es-
tado lo exige , es necesario tener la precaución de que no tome el
enfermo alimento sólido por la noche , echándole una lavativa dos
horas antes de operar, á fin de limpiar el intestino recto de las ma-
136 FIS
terias fecales , que el enfermo podría arrojar á la cara del Cirujano al
tiempo mismo de la operación ; lo qual seria capaz de impedir el que
se concluyese como se debía; ó bien estos materiales podrían dar
al enfermo conatos de obrar en el acto mismo de efectuarse la ope-
ración , lo que obligaría á levantar el aparato y lavar en seguida la
herida , inconveniente que es muy útil precaver.
Para hacer la operación es menester colocar al enfermo á la ori-
lla de su cama, en la que se tendrá el cuidado de poner un paño con
muchos dobleces, tomando la misma situación y en los mismos tér-
minos como si fuese á recibir una lavativa; de manera que la nalga
del lado enfermo esté apoyada sobre la cama. Un ayudante se pondrá
de rodillas sobre la cama ; aplicará la una contra el enfermo en un án-
gulo que formará con su cuerpo y sus muslos para que no pueda des-
viarse del operador: este ayudante levanta la nalga sana; debe haber
otros ayudantes para que sostengan los muslos y las espaldas del en-
fermo. Estando todo dispuesto de esta manera , y el aparato conve-
niente , el Cirujano coloca una de sus rodillas en tierra , y pasa á
executar la operación. Si la fístula fuese completa, se introduce en
su centro el dedo índice de la mano izquierda untado en aceyte ó*
manteca; se tiene en la mano derecha un estilete de plata flexible,
ó una aguja, ó una sonda plana destinada para este uso; se introduce
suavemente hasta que su punta toque al dedo, que se halla dentro
del intestino recto, hasta donde se mete solo después de tener intro-
ducido el estilete por el trayecto de la fístula ; la extremidad de
dicho dedo dobla el estilete, y sirve para llamarle hácía afuera: en
este caso forma una asa , que abraza la fístula y la porción de intes-
tino que la corresponde. En la fístula completa externa se recomien-
da el llevar la extremidad del estilete por encima de las callosidades,
y apretando un poco, horadar el intestino para formar el asa: en esta
ocasión es en la que es necesario servirse con preferencia de la aguja
puntiaguda, porque el estilete de botón seria ménos conveniente.
Si la fístula es tortuosa é interna, es necesario hacer con la lan-
ceta una abertura externa en un punto blando , que manifiesta el saco
que constituye el seno; quando este sitio no es muy manifiesto , se
mete en el ano por espacio de doce ó quince horas, ó por mas tiem-
po si las circunstancias lo exigen , una tienta , la que tapando el orificio
de la fístula , impide que se derrame la supuración entonces ; se acu-
mula allí lo suficiente para formar exteriormente una tumorosidad,
que indique el lugar en que se debe hacer la incisión. Luego que se
ha pasado el asa por la fístula, se cogen con los dedos de la mano
izquierda las dos extremidades del estilete, y tirando con cuidado se
sostienen las partes, y con un bisturí recto, que tendrá asido de la
otra mano, se extirpa todo lo que se halla comprehendido en el es-
tilete; de suerte que después de verificada la extirpación, las callo-
FIS 137
sidades sé encuentran libres. Tres ó quatro golpes de bisturí dados
con tino son suficientes por lo regular para esta operación. Si el ori-
ficio exterior de la fístula está tan distante del centro, que haciendo
la operación del modo que acabamos de describir, es indispensa-
ble el ocasionar una grande pérdida de substancia , entonces se po-
drá pasar una sonda acanalada por el conducto fistuloso, y en segui-
da se abrirá con el bisturí. Este es el método que acabamos de ex-
poner como conveniente para los casos mas sencillos, y en los que
se echa mano con provecho de una especie de faringotomo. Si en
las fístulas muy prolongadas y complicadas no fuese suficiente el ha-
ber abierto el seno por la parte anterior, es decir, por el lado ex-
terno, será indispensable cortar posteriormente en toda su exten-
sión , teniendo cuidado de tocar las partes antes de escarificarlas con
la extremidad del dedo índice de la mano izquierda. Las callosida-
des que no hayan podido ser comprehendidas en esta incisión , de-
ben quitarse de los dos lados con el bisturí ó las tixeras: se esca-
rifican aquellas que la prudencia dicta que no se pueden cortar, ó
se aplican en el curso del tratamiento curativo remedios caute-
rizantes.
La curación de la úlcera consiste en meter en todo el hueco unas
hilas informes y suaves; se introduce en seguida una tienta gruesa,
y de la longitud del dedo pequeño, por el intestino recto; se cubre
todo esto con tres ó quatro compresas, lengüetas estrechas y gra-
duadas sostenidas con un vendage de T, cuya rama transversal an-
cha de quatro dedos forma un circular alrededor del cuerpo por
encima de las caderas, y comprime la cintura , y la rama perpendi-
cular está hendida desde su extremidad hasta ocho dedos de la cin-
tura: el centro de ella se coloca sobre las compresas, y los dos ca-
bos pasan cada uno por las partes laterales de los órganos de la ge-
neración , para no estorbar la acción de estos , viniendo después á su-
jetarse en la parte anterior de la cintura.
Si durante la operación se llega á interesar algún vaso, que des-
pida mucha sangre, para poder precaver la cantidad de ella, que
pueda perder el enfermo , convendrá tomar las precauciones de apli-
car el aposito; porque se ha visto salir la sangre del intestino mien-
tras que no se suponia hemorragia alguna, porque el aposito no lle-
gaba bien allí. Se puede cuidar de precaver este accidente aplicando
el agárico, y haciendo una compresión con método: será necesario
desde luego reconocer la situación precisa del vaso, que da la san-
gre, apoyando el dedo alternativamente en diferentes puntos de la
cortadura, hasta que se llegue á comprimir el manantial de la he-
morragia. Es muy prudente mantener el dedo puesto sobre el orifi-
cio del vaso por mucho tiempo , para dar lugar á que se oblitere: en
lugar del agárico se puede emplear con utilidad una compresa pe-
tomo ív. s
138 FIS
quena empapada en agua de rabel ; se sostiene allí por algunos minu-
tos; se cubre después con unas hilas informes, y se aplica lo restan-
te del aposito del modo que viene ya descrito.
No se levanta este aparato hasta haber ya pasado quarenta y
ocho horas, si no hay cosa alguna que obligue á hacerlo antes; sin
embargo no se deben desprender las hilas que estén en el fondo, prin-
cipalmente si ha ocurrido el haber hemorragia ; á la supuración es á
quien pertenece el dexarlas caer. En seguida de esto, las curaciones
deben ser muy simples; nos serviremos desde luego de los remedios
digestivos, después de los detergentes, y se termina la curación con
los desecantes según las reglas generales del arte para la curación de
las úlceras. (V. úlcera.) Se disminuye el lechino de dia en dia según
los progresos que se vayan advirtiendo en la consolidación de la he-
rida; y según los últimos tiempos, se cura con una porción de hilas
ó un lechino plano introducido en el intestino recto. Una conside-
ración, que es esencial quando se introduce el lechino en el recto, es
la de introducirle á lo largo de la parte sana de su fondo del lado
opuesto á la incisión : por este medio no se comprime pues el ángu-
lo de la abertura del intestino, y se evita el dolor, que se haria sufrir
al enfermo inútilmente ; y sin esta precaución habría el riesgo de al
pasar el lechino hacer un camino falso en la gordura al lado del in-
testino. Algunas personas se han propuesto refutar el uso del lechino
en el recto; pero la experiencia ha manifestado que es seguido de
una constricción del ano, que es muy incómoda para los enfermos,
que después se ven obligados á emplear muchos esfuerzos para arro-
jar los materiales por una abertura demasiado estrecha... *
En estos últimos tiempos se ha simplificado infinito la curación
de la fístula del ano; y apénas se echa mano del cuchillo para ope-
rar en los términos que hemos expuesto anteriormente , quando mas
se dividen simplemente los senos fistulosos; pero es de mucha mas
utilidad, y se producen ménos dolores, y aun se logra mas pronta-
mente la curación , pasando un hilo de plomo por los orificios de la
fístula , el que lentamente y sin incomodidad va destruyendo una
enfermedad tan molesta; método que han adoptado en el dia la ma-
yor parte de los Prácticos.
Para curar la fístula del ano por el método del hilo de plomo, es
preciso examinar antes si la fístula es completa ó no ; sí es incompleta
se hace completa , rompiendo el intestino para que pueda pasar el
estilete; después se toma un hilo de plomo como de una línea de diá-
metro, y de una longitud proporcional, y se acomoda á lo largo de
un estilete flexible ; y si este está acanalado, se introduce mejor el esti-
lete y el hilo juntos por el orificio exterior, los que se conducen hasta
el interior, penetrando el intestino; y con un dedo que se introducirá
por el ano, se coge la punta del estilete, y se sacará fuera de dicha
FIS 139
abertura ; se toma solo el extremo del hilo de plomo , y se saca el
estilete de suerte que quede introducido solo el hilo de plomo y en
términos que con el otro extremo de dicho hilo queda como un asa;
se retuercen estos dos cabos hasta formar una ligera compresión , la
que se irá graduando sucesivamente, pues todos los dias se apretará
un poco aumentando una vuelta ó dos al retorcido , hasta que no
quede nada que comprimir en el círculo que forma el hilo , el qual se
cae espontáneamente , dexando curada una enfermedad tan rebelde,
que por otro medio cruento causa infinitos dolores. ínterin está pues-
to el hilo es preciso tener limpieza y aseo, procurándolo por los me-
dios ordinarios, proporcionando una compresión que no sea incó-
moda. Son muchos los casos que refieren los autores curados con el
hilo de plomo en los términos que se ha descrito; y muchos mas
hemos visto curar en esta Corte, propagándose este método á las
provincias de España , en donde ha sido igualmente feliz el resultado.
FISURA. (Ctr.) * Se llama así la fractura longitudinal de un
hueso , ó la solución de continuidad de un hueso que está solamen-
te cortado ó serrado. Mr. Petit , en su tratado de enfermedades
de los huesos , prueba con razón y experiencia , que los huesos de
las extremidades no pueden fracturarse á lo largo como creian los
antiguos: no admite esta especie de fractura mas que en las heridas
de armas de fuego , en las que se advierte á cada paso que partido
el hueso por su parte media se arroja hasta sus extremidades. Las
fracturas á lo largo de los huesos grandes de las extremidades son
muy difíciles de conocer, porque no ocasionan deformidad alguna
en la parte; sin embargo pueden ocasionar accidentes, como la ca-
lentura, la inflamación del periostio, los abscesos, que pueden ser
seguidos de caries &c. Las sangrías, el régimen, las cataplasmas emo-
lientes y resolutivas, ayudadas de la buena situación de la parte, son
los medios que pueden emplearse para precaver estos accidentes, ó
combatirlos en sus principios. La inutilidad de estos recursos debe
obligarnos á recurrir á la amputación del miembro : este es un par-
tido que no se ha de tomar con ligereza; pero el enfermo puede ser
muy bien víctima de la dilación como de la precipitación. (Véase
AMPUTACION.)
Los huesos del cráneo están sujetos á padecer estas hendeduras
ó fisuras. Las de la cabeza son de dos especies ; las que son aparen-
tes se llaman por los latinos scisura; y la fisura, que es tan peque-
ña que se escapa de la vista, rima capillaris> hendedura capilar. Las
fisuras se forman ordinariamente en el parage donde se ha recibido
algún golpe, ó sobre la parte opuesta; estas se llaman contrafisura,
ó contragolpe. Las personas de una edad ya avanzada, en razón de
la sequedad de sus huesos, están mas dispuestos á padecer las fisuras
que las jóvenes.
140
FLA
Las fisuras son muy difíciles de percibir. Para no exponerse al
engaño de tomar por una fisura una pequeña gotiera causada natu-
ralmente sobre la superficie del hueso para el transito de algún vaso,
se echa tinta en el parage que se presume fracturado; en seguida se
raspa con una legra, y si la mancha negra permanece después que
se ha raspado el hueso, se está ya seguro de que es una hendedura.
Se puede con este mismo procedimiento conocer si se limita solo á
la lámina externa del hueso , y de aquí se toman las indicaciones para
trepanarle , ó para abstenerse de hacer la operación del trépano.
(V. trepanar.) Las fisuras del cráneo son dañosas como todas las
fracturas de esta parte. Se puede decir también que en circunstan-
cias iguales una fisura del cráneo es mas perjudicial que una fractura:
i.° porque es muy difícil de conocer: 2° porque la conmoción es
tanto mas violenta, quanto hay ménos resistencia de parte de la ac-
ción percuciente: 3. 0 en fin, porque las materias que pueden formar-
se entre el cráneo y la dura-mater, no pueden proporcionarse paso
al través de una fisura para indicar, como acaece en las fracturas
aparentes , indicando la necesidad de la pronta aplicación del trépa-
no para dar libre salida á los materiales estancados. Muchos enfermos
han llegado á sufrir la trepanación útilmente, porque esta trasuda-
ción ha precedido á la manifestación de los accidentes consecutivos,
que alguna vez sobrevienen muy tarde, para que el enfermo pueda
ser socorrido eficazmente. En general se deberían mirar todas las
fracturas del cráneo, no solamente como una causa, que puede dar
lugar á la operación del trépano, sino también como una señal que
indica actualmente esta misma operación con independencia de^.odo
accidente. *
FIZES. (Antonio) {Biog.) Célebre Médico de Mompeller,
murió en esta ciudad en 1765 á los setenta y cinco años de su
edad. La facultad de Medicina le cuenta entre uno de los Profesores
que mas la han hecho florecer. Ilustró la práctica de su arte con una
teoría luminosa , y nos ha dexado varias obras que le han dado fama
en Europa. Las principales son: i.° Opera Médica, 1742 en 4. 0 : 2. 0
Lecciones de Química de la Universidad de Mompeller , 1730 en
12. 0 : 3, 0 Tractatus de jloribus, 1749 en 12. 0 Esta excelente obra
ha sido traducida al francés en 1757 en 12. 0 : 4° Tractatus de phi-
siologia, 1750 en 12. 0 : 5. 0 Varias diversiones sobre diversas ma-
terias de Medicina, ciencia que el autor poseia á un grado supre-
mo. Era el Hipócrates de Mompeller , y reunia una gran senci-
llez de costumbres, con unos conocimientos muy extensos y muy
variados. Su vida ha sido escrita por Mr. Esteve, 176)' en 8. 3
FLACIDEZ. (Patol.) Se usa esta voz para manifestar el esta-
do de relaxacion de la fibra , porque ha perdido «u resorte , y así esta
palabra se debe tener como sinónima de laxitud. Se usa también
esta voz para designar el estado laxó del miembro viril , y quando
no hay erecciones. (V. impotencia )
FLATO Y FLATUOSIDAD. ( Med.) Se ha creído, y algu-
nas personas piensan aun que los flatos que se despiden por el ano
son el mismo ayre atmosférico que se desenvuelve en el estómago y
los intestinos. La Química moderna enseña que la flatuosidad no es
otra cosa sino gases que se desprenden en la detención que hacen los
alimentos , y la disolución que sufren con los sucos biliarios , gástri-
cos, salivales &c. , sea en el estómago ó en los intestinos; y así estos
fluidos elásticos ó flatos de ningún modo los forma el ayre atmosfé-
rico. Se sabe también que en el estómago de los animales sanos se halla
siempre mas ó ménos ácido carbónico , el qual parece se desprende en
la primera digestión; y así es que los regüeldos debaxo de recipi.ntes
ó campanas con agua de cal forman en ellas inmediatamente un
precipitado carbonoso. Los flatos que salen por el ano , según la aná-
lisis que se ha hecho de ellos, parece que sen formados de gas infla-
mable, teniendo mas ó ménos gas hidrógeno sulfurado, carbonado,
y algunas vece? gas ázoe.
Se ha observado que en conseqüencia de las digestiones trabajo-
sas y lentas de substancias harinosas y otros vegetales , se desenvuelve
el gas ácido carbónico en el estómago y los intestinos delgados; las
materias animales, y principalmente los pescados, dan el gas ázoe en
las indigestiones que causan. Todo lo que se expondrá con mas ex-
tensión en el género xxxiv de la clase de Fluxos , donde se tratará
de los varios síntomas que producen las flatuosklades &cc. , y cómo
deben tratarse.
Flato. El vulgo llama flato comunmente á los parosismos his-
téricos , hipocondriacos &c. (V. el género xxxiv de la clase de
Fluxos.)
FLATULENTO, FLATOSO. (Hig.) Adjetivos que se apli-
can á los alimentos , que la experiencia enseña que producen gases
ó substancias aeriformes en las primeras vias, como son las legum-
bres en general, algunas verduras y frutas, las que en el acto de la
digestión producen un desenvolvimiento bastante considerable del
ayre que contienen naturalmente estas substancias. (V. flato.)
FLEBOTOMÍA. ( Cir.) Esta voz , que se compone de dos pala-
bras griegas , significa abertura de vena ó sangría. ( V. este articulo.)
También se llama flebotomía un libro pequeño ó cartilla que trata
del modo de hacer la sangría.
FLEMON {Cir.) * Se llama así una inflamación sanguínea , que
se presenta con elevación exteriormente , extendiéndose profunda-
mente en la parte que ocupa. Se detiene ordinariamente el flemón
en un tumor circunscripto con rubicundez, calor, dolor y pulsa-
ción *. En quanto á sus causas, curación &c. (V. el articulo in-
142 FLO
flamacion.); y con respecto á las terminaciones que suele tener
esta enfermedad quirúrgica , esto es , la resolución , supuración , en-
duracion y mortificación ó gangrena, se consultarán todos estos ar-
tículos.
FLEXION. (Anat.) Es la acción de doblar alguna parte por
medio de los músculos que se llaman flexores, como la flexión ó
dobladura del brazo , la pierna , los dedos , la cabeza &c. Este mo-
vimiento es opuesto al de extensión. [V. músculo y articulación.)
FLEXORES, (músculos) [Anat.) Son varios ios músculos que
se emplean en la flexión de algunos órganos, por lo que toman el
nombre de flexores ; como son los flexóres comunes de los dedos,
los propios del pulgar, los flexóres de la pierna &c. (V. músculo,
MANO , PIERNA y PIE.)
FLEXURA. ( Anat.) Es lo mismo que dobladura; pero se lla-
man así también los mismos dobleces que se forman en las articu-
laciones ; pero con mas freqüencia se dice de la del brazo y ante-
brazo.
FLICTENAS, phlyctenas. (Cir.) Se da este nombre y el de
ampollas (V. este artículo.) á unas pústulas ó vesículas que se pre-
sentan en la piel con bastante picor , y algunas veces escozor , que
se hallan llenas de serosidad mas ó ménos acre. Suelen formarse es-
pontáneamente quando hay cierta acrimonia ó vicio en los humores;
otras veces acompañan á varias enfermedades, y son como sintomá-
ticas, como sucede en las quemaduras , en la gangrena &c. (V. que-
madura, VEXIGATORIO / GANGRENA.)
FLOGISTO ó FLOGÍSTICO. (Fis. Méd.) Los Químicos
adoptáron , según Stahl , el que habia un fuego fixo en los cuerpos,
ó un principio de combustión , que llamáron flogisto ó Jiogístico , de
Qhvya, que significa quemar. Macquer ha confundido este principio
con la luz. Los que creian en este principio hipotético pensaban que
siempre que una substancia combustible ardia perdía su flogisto ; y que
quando se rectificaban los oxides metálicos por medio del carbón,
pensaban que este les suministraba el flogístico que habian perdido,
haciéndoles pasar por este medio á su primitivo estado metálico. Se-
gún estos principios explicaban una porción de fenómenos , que en
el dia se han desechado , siguiendo enteramente otra teoría , esto es,
la de la atracción del oxigeno &c. (V. combustión, oxígeno &c.)
En la Medicina se ha conservado aun la palabra flogístico, y de ahí
nacen los antiflogísticos , el régimen antiflogístico , enfermedades
flogísticas &c. ; pero verdaderamente , si hemos de apetecer la exac-
titud, estas voces se deben desechar de la Medicina, del mismo modo
que se van desterrando de la Química , por vagas , y porque expre-
san una cosa que no existe, ó al ménos nuestros sentidos no la per-
ciben, ni se comprehende por el raciocinio.
FLO 143
FLORES. {Mat. Méd.) [Las partes del vegetal en que obra la
fecundación , y que las investigaciones de los Botánicos modernos
nos hacen ver como una especie de lecho nupcial , no serán conside-
radas en el presente artículo baxo el aspecto risueño que presentan á
los naturalistas, porque en la Farmacia apénas se emplean sino quan-
do están desecadas, y por consiguiente privadas de una parte de sus
perfumes y de sus vivos colores. Para formar una idea de su acti-
vidad , es preciso notar que en ellas se halla por lo regular el princi-
pio odorífero y aromático , conocido con el nombre de espíritu rec-
tor , y que contienen muchas variedades que se extraen en Química
por la destilación. Estas partes activas , en que principalmente resi-
den sus virtudes, no solamente se diferencian según los géneros y
especies, sino también según la constitución, ó para hablar con mas
exactitud, según el estado de vigor de la planta. ¿Qué diferencia,
por exemplo, no hay entre las virtudes de hs flores, de las plantas
que crecen en su suelo nativo , expuestas libremente á las influencias
del ayre y de la luz, y entre las de las plantas de la misma especie
que se crian en estufas? Se ve claro que no se deben esperar propie-
dades medicinales de las flores , sino miéntras que las plantas á que
pertenecen han sido alteradas lo menos posible por los gustos y los
caprichos del hombre.
Para hacer la recolección de las plantas enflores titiles en la Me-
dicina , es preciso dirigirse á los parages en que crecen con mas li-
bertad y lozanía. Las plantas cultivadas en los jardines son mas cra-
sas; mas vigorosas las que espontáneamente crecen en los campos;
mas odoríferas las que se encuentran en las montañas; mas acres las
que nacen en los parages aquáticos; las que durante el invierno se
logran por artificio tienen poca virtud , se resienten del riego y del
abono con que se les ha beneficiado. El momento á propósito para
la recolección de las flores es aquel en que empiezan á abrirse; pa-
sando este período, van perdiendo diariamente de sus partes voláti-
les , y por consiguiente de sus virtudes. Se cogerán en un dia claro
hácia las diez de la mañana , tiempo en que ya el rocío se ha desva-
necido. Ya que están bien desecadas se meterán en una vasija: algu-
ñas, como las violetas, los claveles y rosas se conservarán en botellas
bien tapadas--: para otras bastan caxas de madera forradas de papel,
y expuestas en un parage seco para que no se humedezcan. Otras,
como las rosas amarillas y muscadas , pierden su olor secándolas al
ayre libre. Las de borraxa y de buglosa, ó lengua de buey &e. , se
ponen pálidas y pierden su color enteramente con la desecación.
Para evitar este inconveniente basta hacer de ellas unos paquetes pe-
queños con papel, y exponerlos á un calor moderado, ya sea al so],
ó ya en las estufas. Las plantas cruciferas son las únicas que deseca-
das pierden su virtud.
144 FLO
Sabida cosa es que las flores tienen sus estaciones, lo que lia dado
motivo á una disertación que se halla en las Ama nit ates Academice
JLinnai con el título de C al endarium flora. Pero así como no to-
das las plantas florecen en la misma estación y en el mismo mes, del
mismo modo no todas las que florecen en el mismo dia y en el mis-
mo lugar se abren y se cierran á la misma hora. Unas se abren por la
mañana como las lechugas y las labiadas; otras al medio dia como
las malvas; otras por la tarde ó por la noche: de las que se abren
por la mañana hay unas que también se cierran por la mañana , mién-
tras que otras lo hacen por la noche. Y así hay una gran variedad,
cuya causa principal depende del calor , de la luz y de otras muchas
circunstancias de la atmósfera, que no se pueden terminar ó sujetar
á un cálculo general. Sea lo que quiera de estas variedades , es cier-
to que todas las flores deben ser cogidas en el momento que empie-
zan á abrirse.
Para que las flores puedan conservarse , serán desecadas muy rá-
pidamente; porque el movimiento de fermentación que se excita du-
rante una desecación lenta destruiría su texido delicado alterando su
virtud y color ; digo su color , porque de él depende no solamente la
elegancia de la droga, sino porque es una buena señal para conocer
las propiedades activas y la perfección del medicamento. Pierden
casi del todo su color expuestas al sol las flores que tienen un olor
delicado, como la malva, las rosas amarillas, la centaura menor, la
violeta &c ; pero no sufren la menor alteración de color, si entre
la flor y los rayos del sol se interpone un papel por delgado que sea:
hecho d^gno de notarse, y por el qual se distingue el calor de los
rayos del sol , y los efectos de su luz.]
Flores. ( Mit. Méd. Farm.) Se da este nombre en Medicina
y Farmacia á todas las materias secas que se obtienen ó purifican
por la sublimación; tales son los productos volátiles mas ó menos,
regularmente cristalizados por su condensación después de haberse
elevado en vapores. Ya esta denominación no se emplea mas que en
las recetas farmacéuticas.
Flores amoniacales marciales. Se llama así el muríate amo-
niacal sublimado con una décimasexta parte de su peso de hierro,
que tiene un color amarillo por razón del muríate de hierro que se
formó en la sublimación. F.
Flores de antimonio. Se da este nombre al oxide de antimo-
nio quando se sublima , y á todas sus preparaciones. ( Véase anti-
monio.) F.
Flores de benjuí. Quando se calienta el benjuí en vasos cer-
rados, se sublima en agujas blancas una sal olorosa volátil y ácida,
que. se llama en la nueva nomenclatura ácido benzoico , y en otro
tiempo flores de benjuí. (V. benjuí.) Esta preparación es un exce-
FLO
lente expectorante y muy corroborante del pulmón , y parece que
tiene una acción específica sobre dicha entraña, muy apropiada para
los catarros crónicos y otras enfermedades del pecho F.
Flores de bismut. El bismut bien calentado en un crisol da un
oxide amarillento sublimado, que se ha empleado alguna vez con el
nombre de flores de bismut. (V. bismut.) F.
Flores de azufre. Esta preparación no es otra cosa mas que
el azufre sublimado: se ha acostumbrado prescribirlas en las recetas,
porque el azufre sublimado es mucho mas puro que el fundido; pero
es preciso cuidar de usarle lavado, á fin de separar de él la porción
de ácido sulfúrico ó vitriólico que suele contener , y que se forma ín-
terin la sublimación , el que obraría de distinto modo en la econo-
mía animal. (V. azufre.) F.
Flores de zinc. Se llama así el oxide de zinc sublimado, o
mas bien elevado miéntras la combustión rápida 6 deflagración del
zinc, y esta es la misma sublimación que en la nueva nomenclatura
se llama oxide ó sublimado de zinc. Es necesario observar que este
oxide no es volátil por él mismo , sino por una especie de fusión
ínterin la inflamación de este metal, que se eleva en el ayre, con-
virtiéndose en él en una especie de copos blancos y muy ligeros.
Este oxide se emplea con suceso como antiespasmódico en las en-
fermedades convulsivas , y particularmente en las de los niños , que
se da en la dosis de un grano ó dos; pero esta última dosis suele
producir el vómito. F.
Flores blancas. (Med.) Se suele llamar así á la leucorrea.
( Véase este articulo descrito en el género xxix de la clase de
fluxos.)
FLOYER. (Juan) {Biog.) Médico ingles nacido en Hintes en
la Provincia de Staftbrd por los años de 1649, y después de haber-
se graduado en filosofía en la Universidad de Oxfford, estudió en
ella la Medicina, y recibió el grado de Doctor en 168c. Después
pasó á Lichfield á estudiar la naturaleza entre los enfermos. Adqui-
rió inmediatamente la confianza de los principales habitantes: sus ta-
lentos le grangeáron una brillante reputación; y el Rey le distinguió
con el título de Caballero. Este Médico, siendo un grande partidario
de los baños frios , no omitió medio alguno para restablecerlos, y
dar á conocer su utilidad y seguridad. Los alaba mucho para las en-
fermedades de nervios, para el reumatismo, las varices &c. Sus obras
son las siguientes: The tonchstone of medicines , Londres 1687,
1691 en octavo, ó Piedra de toque délos medicamentos sacados
de los reyhos vegeta 1 , mineral y animal; esta piedra de toque, con
relación á las plantas, es el gusto y el olfato.
The preternatural state of animal humors described by their
sensible qualities , ó Estado no natural de los humores animales
tomo iv. T
14S FLU
demostrado por sus qualidades sensibles. Lóndres 1669, 169S en
octavo. En esta obra establece la doctrina de los fermentos.
An enquiry into the right use ofba'hs, ó Investigaciones so-
bre^ el uso y abuso de los baños calientes , fríos y templados.
Lóndres 1697.
A treatise of the asthm.t, ¿Tratado del asma. Lóndres 1696,
17 10, 1726 en octavo, y en francés en París 1761 en 12. 0
The Physicians pulce-ivatch , ó Relox medicinal para to-
mar el pulso. Lóndres 1707, 17 10. El autor determina en esta obra
el número de pulsaciones que se sienten en un tiempo dado , y que
son propias á los sugetos de diferentes edades, sexós , tempera-
mentos &c.
En otra obra intitulada Medicina gerónica of preserviny oíd
mens healtd, Lóndres 1725 en 8.°, propone diferentes medios saca-
dos del régimen para poner á los enfermos al abrigo de las exhala-
ciones que emanan de sus cuerpos, y que pueden ser muy perjudi-
ciales quando no se cuida de purificar las habitaciones (Mr. Gaulin.)
FLUCTUACION. (Cir.) Llamamos así el movimiento que im-
primimos á los fluidos derramados en un tumor , aplicando encima
uno ó dos dedos de cada mano á alguna distancia unos de otros,
apoyándolos alternativamente de modo que los unos aprieten un
poco mientras que los otros están aplicados ligeramente; aquella
presión obliga á la columna de materias sobre que se hace, á que
cargue sobre los dedos que están aplicados ligeramente, y la sensa-
ción que de ahí resulta anuncia la presencia de un fluido derramado.
Quando el foco de un absceso es muy profundo , la fluctuación mu-
chas veces no se percibe: en tal caso nos podremos determinar por
los signos racionales, que anuncian la formación del pus, ó que indi-
can el pus ya formado. ( V. supuración ^absceso.)
También es bastante común sobrevenir un edema en las partes
exteriores que cubren una supuración profunda. Quando la materia
está debaxo de alguna aponeurosis , se siente la fluctuación con dificul-
tad , y el dolor va continuando por la tensión de aquella parte: lo
que sucede es que el dolor muda de carácter y dexade ser pulsativo;
entonces los signos racionales son los que deben indicar al buen Ci-
rujano el partido que debe tomar ; y la experiencia es de un gran
socorro en semejantes circunstancias.
FLUIDOS. Se llaman así en la Fisiología Ja sangre y todos los
humores que salen de ella; en una palabra, todos los líquidos que se
hallan en el cuerpo humano. (V. humores.)
FLUXION. (Med.) Voz vaga y vulgar con que se suelen
expresar , ó la acumulación de un líquido con caracréres de inflama-
ción , edema &c. , ó la evacuación de algún líquido seroso , ó de otra
naturaleza , por alguno de los órganos del cuerpo humano. Es muy
FLU 147
común decir fluxión de ojos, muelas, gangrena &c. ; pero la des-
cripción científica de estas enfermedades se hallará en los artículos
ENFERMEDADES DE OJOS , MUELAS , ANGINA , CATARRO Y REUMA.
FLUXO. {Med.) Se da este nombre á la salida 6 evacuación
de los distintos humores y otras substancias que se arrojan fuera del
cuerpo por diversos sitios. Las varias evacuaciones morbosas á que
está sujeto el hombre , las expondremos con arreglo á la clasificación
de la Nosología de Sauvages.
Exposición de la clase ix de Jluxos 6 enfermedades
evacuatorias.
Si los materiales que deben retenerse en el cuerpo humano para
los usos á que están destinados se expelen con mas prontitud , con
mas freqüencía, ó en mayor cantidad de lo que es natural, consti-
tuyen una evacuación viciosa.
Debe pues considerarse una evacuación como morbosa si se ex-
pele intempestivamente en mas abundancia , mas presto y con mas
incomodidad el material , cuya retención contribuye á conservar la
salud, ó cuya evacuación debe ser mas tarda, mas rara y en épocas
determinadas. Estos materiales son ó sólidos como los fetos ó las
secundinas, ó extraños como cálculos ó insectos, ó fluidos natu-
rales como sangre úotro humor, ó viciosos como pus y sanies: son
ademas excrementicios como las materias fecales , la orina , el sudor,
ó recrementicios como la saliva, la bilis, ó restaurantes como el
quilo, la leche, el semen , ó en fin aeriformes &c.
Las vias por donde se verifican estas evacuaciones son ó natura-
les como la boca , las narices , la uretra , el ano , ó preternaturales
como una herida ó una úlcera. Estas divisiones generales podian
variar infinitamente la de las enfermedades pertenecientes á esta cla-
se; pero atendiendo á la naturaleza del humor expelido , y aun á la
parte, pueden dividirse en Jluxos sanguíneos , Jluxos serosos , Jlu-
xos de vientre , y Jluxos aéreos.
Pueden asimismo considerarse los fluxos como activos y pasivos:
los primeros son aquellos en que las fuerzas de la naturaleza parecen
aumentadas, y se determinan por un exceso de tono: los segundos
sobrevienen en un estado de relaxacion y atonía.
Los fluidos contenidos en nuestro cuerpo salen siempre que la
fuerza expulsiva , qualquiera que sea , supera las fuerzas que los re-
tienen en sus receptáculos ó vasos. Esta fuerza expulsiva depende de
los mismos fluidos ó cuerpos contenidos , 6 de los vasos y partes
adyacentes ; porque en efecto aquellos pueden buscar su salida por
su fuerza de gravedad, quando la parte se halla en una situación de-
clive, como se ve salir la saliva en los que tienen un ptialismo; por
148 FLU
su rarefacción al modo que se verifica el eructo , 6 en parte por su
propia fuerza quando están animados como los fetos del útero , los
insectos del ano , del esófago &c.
Las partes continentes pueden obrar sobre las contenidas , y ex-
pelerlas por la fuerza muscular ó voluntaria, así como la lengua y
labios arrojan fuera la saliva, ó por una fuerza natura!, pero invo-
luntaria ó espontánea, que viene á ser la contractilidad orgánica
sensible inherente en los órganos , como quando la saliva fluye por la
acción de un estímulo puesto en la boca , ó en fin por la elasticidad
vital de las partes, ó contractilidad orgánica insensible, al modo que
salen las agua-s en la puntura del abdomen de un hidrópico aun des-
pués de la muerte.
Las causas ó principios de los fluxos son muy numerosos, como
i.° haberse aumentado la mole del material contenido: así aumenta-
da la cantidad de la orina en la vexiga, excita las fuerzas expulsivas
de esta con su peso: 2° la acrimonia particular del humor, así el
semen algún tanto degenerado ó mas activo , es un estímulo para su
emisión: 3. 0 el hábito que acostumbra á los órganos al movimiento
necesario en sus respectivas evacuaciones: 4. 0 las pasiones de ánimo,
cuya impresión produce el mismo fenómeno en diversas partes; pot
exemplo, la tristeza, que hace derramar lágrimas ; la ira, que produce
el vómito: 5.° el estado espasmódico , como en los epilépticos que
arrojan espuma por la boca , ó en las histéricas /que orinan con fre-
qüencia: 6.° el aumento de sensibilidad en los órganos, agregándose
la presencia de un estímulo qualquiera , como de la inflamación del
estómago resulta el vómito.
Los fluxos pasivos reconocen por principio: i.° todo lo que di-
lata los orificios naturales ; así los excrementos se evacúan por la pa-
rálisis ó relaxacion del esfínter del ano: 2° la formación de orificios
preternaturales como una herida , una úlcera &c. , la qual se conside-
ra en la Patología de cinco modos , á saber , por diabrosis ó cor-
rosión, por rixis ó rotura producida por las partes contenidas, por
diéresis ó solución de continuidad ocasionada por agentes externos,
por anastomosis ó dilatación , y por diapedesis ó separación de
las fibras , que dan lugar á una trasudación.
Todos los fluxos son ó simplemente evacuatorios , ó juntamente
revulsivos, y nunca derivativos : llámanse evacuatorios en quanto
disminuyen la cantidad de fluidos del cuerpo humano ; revulsivos
quando los acompaña una constricción de otras partes distintas de
aquellas por donde se presenta el fluxo, y así en los vasos contrai-
dos de este modo es menor la cantidad de fluido de la que cabe en
su diámetro natural.
El fluxo evacuatorio de qualquiera fluido disminuye poco á poco
la masa de las demás por la comunicación de los vasos, por el au-
FLU 149
mentó de sensibilidad , en los que se presenta el fluxo , o por su situa-
ción, ó en fin por el espasmo de las demás partes. Así es útil en los
pletóricos ; pero en los sanos produce una floxedad viciosa , debilidad ,
languidez en el espíritu , palidez de la piel , sensación de frió , y de
aquí otros muchos males.
El fluxo revulsivo se verifica qnando una parte contraída se
descarga de sus fluidos , y de este modo recibe otros nuevos en mé-
eos proporción de la que admite la capacidad regular de sus vasos.
Así en el vómito habitual se estrechan de tal manera los intestinos,
que quedan en un diámetro quatro veces menor , y sobreviene un
pertinaz estreñimiento de vientre.
Si atendemos á la práctica, los fluxos son saludables y críticos,
ó" perjudiciales; en cuya distinción deben los Médicos poner el ma-
yor cuidado, porque no se han de tener por perniciosos los fluxos,
aunque quiren fuerzas al enfermo, mientras no le priven de las ne-
cesarias para superar el mal. En general la sequedad de la lengua, ei
ruido de oidos, la postración, el abatimiento &c. anuncian el ca-
rácter debilitante y nocivo de un fluxo; y en general conviene con-
tener los fluxos pasivos, intempestivos y copiosos , y abandonar á la
naturaleza los que son moderados, activos, críticos, difíciles y ha-
bituales en sugetos robustos. Excitan un fluxo todos los principios
expuestos anteriormente , y por lo mismo deben elegirse los medios
de destruir estos, ó desvanecer sus efectos, los quales ofrecen la
gimnástica, la dietética, la Cirugía y la Farmacia. Con la quietud
mental y corporal se suspenden todos los fluxos que promueve la
contracción muscular ; pero son mas abundantes en el sueño el su-
dor y menstruación. Asimismo contribuye no poco la postura del
cuerpo para suspender un fluxo quando se opone á la gravedad
del líquido.
En los fluxos en que hay una plétora general deben usarse ali-
mentos poco nutritivos y en corta cantidad, y en los de quaíquier
género debe huirse del uso de los estimulantes espirituosos &c. En
Jos pasivos son muy útiles las ligaduras, faxas, lechinos, tornique-
tes, si alcanzan al origen del mal; y los medicamentos astringentes
aplicados interior y exteriormente con mas ventajas, puesto que á
veces, hallándose aumentada la sensibilidad é irritabilidad del estó-
mago, excitan el vómito, y es necesario combinarlos con los calman-
tes. En los fluxos activos internos son preferibles estos á los astrin-
gentes , y por lo común en el principio de qualquiera fluxo son mas
eficaces usando al mismo tiempo los medicamentos externos y loca-
les , con particularidad el frió actual.
No nos detendremos en exponer aquí la semeyótica de los fluxos
que deduxo Solano del pulso, pues por desgracia los Prácticos de
nuestro tiempo no la han visto en general comprobada en la prác-
FLU
tica. Solamente añadiremos que todos los fluxos, excepto la gonor-
rea, galactirreay leucorrea son periódicos, y por consiguiente podrá
haber varias alteraciones en el pulso, ó en ciertos órganos que anun-
cien la inmediación del paroxismo.
Orden primero. Fluxos sanguíneos.
Son aquellos cuyo principal síntoma es la evacuación de un ma-
terial sanguinolento. Para verificarse estas evacuaciones es necesario
que se aumenten las fuerzas impulsivas , ó se disminuyan las resis-
tencias de parte de la sangre y de los vasos, ó se combinen ambas
circunstancias. Los principios excitantes de la fuerza impulsiva del
corazón son i.° la plétora: 2. 0 los infartos y estancaciones de la
sangre en ciertas partes: 3. 0 la disposición acre ó las varias degene-
raciones de que es susceptible este fluido: finalmente el movimiento
aumentado ya sea en todos los órganos circulatorios, ya en ciertas
partes determinadas.
Por otra parte las causas externas é internas, capaces de debili-
tar los vasos, los disponen particularmente para dar libre salida al
humor que contienen, según queda expuesto en la descripción clásica
de estas enfermedades: debe verse con toda atención el artículo de
la plétora para no confundir los diversos estados diametralmente
opuestos , que pueden dar lugar á los fluxos sanguíneos.
De estas consideraciones generales se deducen las indicaciones
correspondientes, debiéndose anteponer siempre aquellos auxilios
que satisfagan al mayor número de ellas; pero no puede prescribirse
una curación general, atendiendo á los diferentes principios y estados
que los acompañan ; así quando la plétora universal es el agente pri-
mario de un fluxo desangre, convendrán especialmente las sangrías,
ia dieta ténue de substancias vegetales, las bebidas refrescantes, la
quietud de ánimo y cuerpo, y la habitación en parages frescos y
templados: si proviene de la supresión de alguna evacuación, es ne-
cesario restablecer esta por los medios oportunos con respecto á su
especie: si solamente se observa una relaxacion y atonía en el sistema
muscular de la parte afecta, serán muy eficaces los remedios astrin-
gentes y tónicos: si al mismo tiempo hay un aumento de acción, un
exceso de irritabilidad, deberán combinarse con estos los anodinos y
calmantes: finalmente si reyna en toda la masa humoral una de-
generación específica, habrá de combatirse con los auxilios direc-
tos, según que sea escorbútica, venérea &c. ; pero en la exposición
de las especies presentarémos con ménos incertidumbre los métodos
curativos , pues su variedad es tanta como la de las causas que pue-
den producirlas; y por lo mismo se halla en algunos autores Prác-
ticos recomendado, como un remedio eficacísimo en la hemotísis de
FLU 151
cierta especie, el emético, por ser efecto entonces de un aparato
gástrico.
Género 1. Hemorragia , aymatismos del Diccionario universal^
hemorragia de narices.
Baxo la voz hemorragia se ha comprehendido solamente entre
los antiguos el fluxo de sangre por las narices, denominación que
conservamos, como lo han hecho los demás autores hasta el dia: la
membrana pituitaria, los senos frontales y esfenoidales reciben arte-
rias de la maxilar interna, volviendo la sangre por las venas á la
yugular externa, no solo de las arterias congéneres , sino también de
los senos orbitarios y de los de la dura- madre, con los quales co-
munica; por consiguiente quando las causas que determinan un fluxo
obran particularmente sobre estas partes, resulta la hemorragia de
nariz, cuyos síntomas son la pesadez de cabeza, cefalalgia, vaidos,
soñolencia , y la picazón de las narices; y quando es activa la pre-
cede ademas un movimiento febril. Este género consta de 7 especies.
1. Hemorragia fasiva. Es la que producen las caidas , los gol-
pes en la nariz , en la frente, en toda la cabeza, ó la introducción
de cuerpos agudos ó estimulantes dentro de la misma nariz , en cuyo
caso viene por lo común acompañada de estornudos: se cura con la
compresión mecánica , por medio de lechinos de lienzo ó de hilas,
ó con los astringentes introducidos ó sorbidos por la naiiz en forma
líquida ó en polvos, coxno el agua arterial, el alumbre, el vitriolo
verde , el agua de nieve &c. , extrayendo ademas los cuerpos extraños.
2. Hemorragia pletórica. Esta sobreviene á los jóvenes por lo
común en la primavera y principio del estío, y la primera vez re-
gularmente por la mañana; pero después se renueva en qualquiera
época con motivo de una insolación ó de otro exceso en el exercicio
ó en la comida: la preceden pesadez de cabeza, entorpecimiento,
cefalalgia , vaidos y otros síntomas semejantes , que se alivian á me-
dida que va saliendo la sangre; si estos subsisten, á pesar de la eva-
cuación, se debe recurrir a la sangría, y en seguida á los remedios
refrescantes y ácidos, y por último á los astringentes. (F. plétora.)
3. Hemorragia febril. (V. la sintomatologia febril.) Esta
ó es esencial ó sintomática: á la primera acompaña un movimiento
febril intermitente, que observa el tipo de una cotidiana, y que aco-
mete con calosfríos, calor y pesadez de cabeza: la sintomática so-
breviene por lo común en la declinación de las enfermedades febri-
les, y se llama crítica si es saludable, 6 morbosa si es nociva.
4. Hmorragia crítica. Así se denomina la que en una enfer-
medad aguda sobreviene con alivio de los síntomas mas graves ya
des-pues de su estado.
i$2 FLU
5. Hemorragia nociva. Esta se presenta en el aumento de la$
enfermedades agudas sin alivio del enfermo, con delirio , sopor, mo-
vimientos espasmódicos, y pulso blando, pequeño ó desigual; con
arreglo al aumento y gravedad de los síntomas es mayor ó menor su
malignidad.
6. Hemorragia de las enfermedades crónicas. Es freqüente
en los hidrópicos, quartanarios, hipocondriacos, caquécticos y otros
en quienes obstruidas las entrañas del vientre se halla embarazado el
círculo en ellas, y aumentado en las partes superiores: se cura con
los desobstruentes y con los medicamentos propios para combatir la
enfermedad principal: la hemorragia suprimida inoportunamente en
los jóvenes pletóricos produce dolores, inflamaciones, calenturas
agudas, la apoplegía y la epilepsia.
7. Hemorragia causada por sanguijuelas. Es la que se sigue
á la introducción de una sanguijuela en las narices; es muy freqüente
en los que beben aguas cenagosas en el mismo manantial : es necesa-
rio ante todas cosas extraerla con la mano ú otro instrumento si se
halla á su alcance , ó haciéndola desprenderse por medio de los olo-
res fuertes y virosos como de la asafétida &c.
Género n. Hemoptysis, hemoptce de los griegos, esputo de sangre
de los latinos , hemotísis.
El fluxo de sangre por la boca producido por qualquiera afección
del pecho, con una tos mas ó ménos considerable, encendimiento en
las mexillas, sensación incómoda y dolorosa en el pecho, y parti-
cularmente de calor en la extremidad inferior del esternón, y á ve-
ces con disnea y prurito en la garganta, saliendo ademas la sangre
encendida, y regularmente espumosa, constituye la hemotísis. Los
vasos sanguíneos de los pulmones son mas abundantes que los de
ninguna otra parte del cuerpo de igual tamaño. Estos vasos que son
muy gruesos , á su salida del corazón se subdividen mas pronto que
los de ninguna otra parte en vasos de un volumen muy pequeño;
y estos últimos se ramifican cerca de las superficies internas de las ca-
vidades bronquiales, y están situados en un texido celular floxo, y
cubiertos solo de una membrana delgada; así basta considerar con
quanta facilidad y freqüencia se llenan de sangre, p ra compre-
liender por qué su hemorragia es la mas freqüente de todas después
de la de la nariz , y en particular por qué qualquier choque ó golpe
violento que se dé á todo el cuerpo ocasiona con tanta facilidad la
hemotísis.
La hemotísis puede resultar de una impresión violenta externa en
qualquier período de la vida ; y es evidente que en los adultos puede
resultar en todo tiempo por el estado pletórico de los pulmones desde
FLU 153
diez y seis hasta treinta y cinco años: no obstante las mas veces es
efecto de una falta de proporción entre la capacidad de los vasos del
pulmón y la de los demás del cuerpo ; por esto es comunmente enfer-
medad hereditaria dependiente de una conformación particular y de-
fectuosa, la qual consiste en la debilidad de estos órganos, manifies-
ta por la voz afeminada, por la elevación de las escápulas, estrechez
del pecho, rubicundez de las mexillas, pulso lleno y freqüente, cue-
llo largo y respiración difícil: si estas circunstancias se hallan unidas
á un temperamento sanguíneo, en que domina la plétora arterial, ó
en sugetos endebles, delicados, muy sensibles é irritables, de espíri-
tu vivo , que padecen con freqüencia hemorragias de nariz , ó en quie-
nes se han suprimido otras evacuaciones sanguíneas periódicas, ó se
les ha amputado algún miembro considerable , es enfermedad muy
común.
Habiendo pues esta disposición, contribuyen á producirla dife-
rentes causas ocasionales, como son principalmente el calor externo,
la disminución repentina del peso de la atmósfera, el exercicio vio-
lento de la respiración, y en una palabra qualquier grado de vio-
lencia externa: entonces se anuncia por los síntomas indicados, y
á veces se experimenta antes de manifestarse un sabor salado en la
boca.
Poco antes de aparecer la sangre se advierte cierto grado de irri-
tación en la parte superior de la laringe: á fin de moderarla hace el
enfermo esfuerzos para escupir, y arroja un poco de sangre de color
encendido y algo espumoso; así continúa saliendo cada vez que se
renueva la irritación , produciendo algún ruido en la tr?quearteria;
algunas veces viene desde luego la sangre al tiempo de toser, y otras
en poca porción, y desaparece luego del todo. Es indispensable dis-
tinguir quando la sangre viene de la misma superficie interna de la
boca , de lo interior de la garganta ó de las cavidades vecinas de la
nariz, del estómago, de los pulmones: para esto, ademas de los sín-
tomas característicos, importa saber que quando la sangre dimana de
la superficie interna de la boca viene sin ningún esfuerzo ni tos; que
el esputo de sangre de la garganta es mas raro que el de los pulmo-
nes, y las mas veces nos podemos asegurar de su origen , examinando
lo interior de la boca y garganta ; que quando se vierte del estóma-
go se arroja en mayor porción casi siempre, y tiene por lo común
un color mas obscuro, es mas grumosa, y está mezclada con otros
materiales contenidos en esta entraña; y por último que la hemateme-
sis tiene sus síntomas y circunstancias particulares.
Esta enfermedad carece alguna vez de riesgo, como quando es
resultado de la supresión de la menstruación en las mugeres, ó de
alguna videncia externa, sin ninguna señal de disposición primitiva,
ó no se sigue tos, dificultad de respirar ú otra afección de los pul-
TOMO IV. V
i§4 FLU
mones: no obstante, aun en estos casos puede hacerse peligrosa si
la rotura de los vasos es considerable; si queda estancada cierta por-
ción en los bronquios, y particularmente si se determina la circula-
ción con mayor fuerza á estas partes, por cuya razón siempre es
preciso moderarla con los medios oportunos.
El principal es evitar la impresión de las causas determinantes,-
como el calor externo &c. , calmar la tos y la irritación, que for-
zosamente impide se cicatrice la rotura de los vasos , cerrar esta , y
•fortalecer todo el sistema de aquella parte; por tanto no parece
muy útil el uso de los tónicos, como los herrumbrosos y la quina,
que contribuyen á aumentar la acción si antes no se ha moderado, ó
si no se combinan con los calmantes: el diascordio de Fraicatorio en
cantidad de un escrúpulo con la quarta parte de un grano de ipeca-
cuana es en este fluxo como en otros un medicamento muy eficaz,
en quanto disipa el espasmo y calma la irritabilidad excesiva; el opio
en dosis repetidas, y aun los vexigatorios aplicados al pecho ó á la
espalda, que desvanecen el espasmo de los vasos capilares, deben
por lo mismo preferirse para esta indicación : en seguida , ó ya al
mismo tiempo, pueden aplicarse los medicamentos astringentes, con
•particularidad el agua fria, los ácidos minerales, como el ácido sul-
fúrico dilatado en agua ó en la tintura de quina, el alumbre , la agua
vulneraria astringente, que llaman del Papa &c. : durante la cura-
icion se ha de evitar cuidadosamente toda agitación mental y todo
movimiento , sin embargo de que algunas especies de exercicio pasi-
vo, como la navegación estando el mar en calma , y en ruedas por
caminos llanos, se cuentan como remedios muy oportunos para esta
enfermedad. Este género constituye diez y ocho especies.
1. Hemotisis accidental. Es la que proviene de sola la pléto-
ra , sin disposición hereditaria , por la excesiva agitación , por la de-
clamación, el canto &c. : ataca con particularidad á los jóvenes des-
tinados á estos exercicios. Se cura con el plan calmante y refrescan-
te. (V. el género. )
2. Hemotisis habitual. Es la que depende de la debilidad del
pulmón, natural ó adquirida, y de ciertas degeneraciones humora-
les, y viene acompañada de una calentura leve aufimerina: por lo
común termina en la tisis. En esta especie es útilísima sobre todo la
mudanza continua de clima y el plan tónico.
3. Hemotisis por diapedesis. Se distingue por el color rosado
de la sangre, por salir regularmente sin tos, y por las señales que
anuncian su disolución. Es necesario recurrir desde luego á los as-
tringentes, dieta analéptica y tónicos para curarla.
4. Hemolisis periódica. Sobreviene de resultas de la supresión
de las almorranas según un caso que refiere Sauvages. El principal
remedio es restablecer esta evacuación.
FLU i 5S
{. Hemotísis catamenial. Proviene de la supresión de la mens-
truación antes del término acostumbrado, y guarda sus períodos sin
notable daño en la salud. Se cura restableciendo la evacuación su-
primida.
6. Hemotísis escorbíitica. Acompaña á la caquexia escorbúti-
ca. ( V. escorbuto y su curación. )
7. Hemotísis variolosa. Acomete á los de constitución débil,
las mas veces antes de la completa erupción de las viruelas en la es-
pecie de confluentes, y por lo común es síntoma funesto. Están in-
dicados en ella , con preferencia , los ácidos minerales. ( Véase el
género. )
8. Hemotísis catarral. Es la que se observa en la tos ferina , en
la pleuresía , y con mas freqüencia en la pulmonía y otras afeccio-
nes catarrales. Convienen en ella los calmantes, antiespasmódicos y
sudoríficos , no olvidándose de la enfermedad principal que acompa-
ña. ( V. CATARRAL. )
9. Hemotísis tísica. Proviene de un tubérculo ó escirro del
pulmón , y suele ser síntoma de una vómica : al romperse esta arro-
jan los enfermos regularmente pus y sangre con tanta dificultad y
sufocación, que perecen repentinamente. Es incurable por lo común.
( V. tisis. )
10. Hemotísis por tubérculo de los pulmones. ) Viene á ser
una variedad de la anterior.
ir. Hemotísis por esfacelo del pulmón. Por esfacelo se debe
entender la floxedad y blandura del pulmón , que le hacen parecer
casi gangrenado; en tales circunstancias suele presentarse la hemotí-
sis, cuya sangre es negra y disuelta, exprimida, digámoslo así, de la
misma substancia del pulmón: para curarla es menester atender á las
causas morbosas , que han reducido á este estado aquel órgano.
12. Hemotísis traumática. Es consiguiente á una herida exter-
na ó interna por haberse tragado algún cuerpecillo agudo y punzan-
te , de donde resulta una tos violentísima y expectoración de sangre
muy copiosa: á veces es necesario para su extracción recurrir á la
faringotomia. Quando es consiguiente á una herida de los pulmones
se expectora la sangre en abundancia, y sale al mismo tiempo de
la herida mezclada con ayre, y causando cierto silbido.
13. Hemotísis por una sanguijuela. Es semejante á la hemorragia
de esta especie , y Sauvages la funda en la siguiente historia. Quatro
soldados, en el mes de Agosto y Setiembre, expectoraban sangre
con tos ó sin ella , opresión é impedimento en las fauces , habiéndo-
seles mudado la voz , y tenido algunos una sensación de cosquilleo y
de movimiento vermicular en el esófago, y otros en la parte pos-
terior de las narices: se halló que todos tenian una sanguijuela traga-
da en otro tiempo en la bebida , y que nutrida en el esófago, y su-
156 FLU
biendo desde allí á las fauces, se habia adherido á ellas: verificada la
extracción , cesó la hemotísis.
Í4. Hemotísis calculosa. Esta resulta de la introducción de al-
gunos cálculos en la acción de reir, de cantar, de estornudar &c. , ó
de su formación en la misma substancia de los pulmones , como se
observa en los asmáticos y en los que padecen otras afecciones pul-
monales. En esta especia es ante todas cosas muy importante , si es
posible, el atenuar, desprender y expeler los cálculos , administran-
do al mismo tiempo los calmantes.
15. Hemotísis indiana. La causa de esta es el ayre frió y hú-
medo, ó el dormir en habitaciones recien hechas; y es común á los
indios: sus señales son la tos fuerte con silbido, el catarro, los ca-
losfríos, movimientos febriles, aridez, calor y cierta sensación de
peso en el pecho. Se cura con los baños tibios, la triaca ú otros nar-
cóticos.
16. Hemotísis ascítica. Rara vez mueren los hidrópicos sin pa-
decer por algún tiempo antes una tos violenta , á que suele seguirse
Ja hemotísis , regularmente incurable.
17. Hemotísis esf Unica. Así se llama, según Sauvages, la que
sobreviene en las obstrucciones y escirros del bazo y otras entrañas
del vientre, como diximos que se producia la hemorragia de las
enfermedades crónicas. Los remedios mas eficaces contra esta espe-
cie son los desobstruentes , como el xabon <ie Venecia , las aguas mi-
nerales ferruginosas , la cicuta y el mercurio dulce &c.
18. Hemotísis de Helxoig. El manantial de esta parece que
existe en la misma boca : en efecto la sangre sale de las fauces ó de la
nariz, precediendo cierta titilación y ardor cerca de la campanilla,
sin acompañarla tos ni salir la sangre espumosa. Para curarla se admi-
nistran los remedios astringentes en la forma de enxuagatorio ó de
gárgaras.
Género ni. Estomacace.
Es un género de enfermedad , en que no solo sale la sangre de
las encías reblandecidas y sórdidas, sino que se halla en general tan
disuelta , que con facilidad brota de diversos parages del cuerpo. Es-
te género consta de quatro especies.
1. Estomacace escorbútica. Se distingue por el hedor intolera-
ble de la boca, por la expulsión espontánea de sangre de las encías,
la erosión y podredumbre de estas, la caida de los dientes, su ero-
sión y ennegrecimiento , la caries de los huesos maxilares, la lividez
de las mexilias, tendencia á la gangrena y el tialismo fétido; el pul-
so apénas se altera, y el apetito y las demás funciones permanecen
en el mismo estado: las mas veces proviene del abandono y desaseo,
y es freqüente en los muchachos mal nutridos , criados con miseria
FLU 157
y sordidez, y en los adultos que adolecen de escorbuto: debe consi-
derarse como contagiosa , y su curación consiste, á mas de las ope-
raciones quirúrgicas necesarias para la extirpación de las partes esfa-
celadas, en el uso de los antiescorbúticos,
2. Estomacace universal. En esta no solo brota la sangre de la
boca , sino de todo el cuerpo ; y de ella murió Carlos IX, Rey de
Francia.
3. Estomacace por la mordedura del curucucú. La mordedu-
ra de esta serpiente venenosa produce vaidos, temblor, retortijones
de vientre, desmayos y calentura ardiente, á que se sigue un sudor
frió y la muerte en el término de un dia; pero es síntoma peculiar
de su veneno una especie de erosión de las venas, y una inflamación
y ardor tal , que sale sangre de las narices y oidos, y aun de los de-
dos de manos y pies. El xugo de la yerba , llamada colubrina coá-
cica, embebida y aplicada á la herida, se tiene por un medicamento
especílico ; asimismo se usan con ventaja los sudoríficos.
4. Estomacace purulenta. Sobreviene en varias enfermedades
de la dentadura. ( V. el artículo correspondiente. )
Género iv. Hematemesis : ¿¡y matos eccrisis del Diccionario
universal ; vomito de sangre.
Caracterizan á este género las náuseas ó conatos al vómito, con
expulsión de materiales sanguinolentos mezclados con substancias ali-
menticias, quedando al parecer desembarazado el estómago; la san-
gre sale grumosa y negruzca. Las personas que han contraído el há-
bito de los vómitos de sangre padecen en todo tiempo contracciones
espasmódicas en la región precordial , tanto por el exercicio activo
ú otros excesos, como por afecciones morales muy vivas, principal-
mente hacia la época de esta evacuación. Si la cantidad es excesiva,
y se prescriben los astringentes sin moderación, puede sobrevenir el
vómito negro, la hidropesía, la hipocondría y la calentura hética: sus
causas por lo común son la supresión de otras evacuaciones, los gol-
pes violentos en la región epigástrica; y es mas freqüente en las mu-
geres que en los hombres. Su curación debe arreglarse á las causas que
le producen. Este género consta de catorce especies.
X. Hematemesis pletórica. A esta la preceden la disposición pic-
tórica , la supresión de la menstruación ó de las almorranas , la agi-
tación excesiva y el abuso de licores espirituosos. Su curación exige
moderar primeramente la plétora con los auxilios oportunos, resta-
blecer la evacuación suprimida, y usar de las bebidas astringentes,
de substancias vegetales ó minerales , de los embotantes y calmantes.
Es muy útil en estos casos el agua de nieve.
2. Hematemesis por aneurisma. La compresión de los aneuris-
158 FLU
mas formados en arterias inmediatas al estómago ha producido algu-
na vez este vómito de sangre, que debe mirarse como incurable.
3. Hematemesis traumática. Las heridas del estómago constitu-
yen esta especie; por consiguiente pertenece su curación mas bien á
la Cirugía.
4. Hematemesis por una sanguijuela. Se produce del mismo
modo que la hemorragia y hemotísis de esta especie. Para curarla es
necesario ó expeler el insecto por medio de un emético, ó matarle
con los antielmínticos amargos, la sal marina en grandes dosis, la asa-
fétida, el opio &c, y después contener el fluxo con los astrin-
gentes.
5. Hematemesis menstrual. Este vómito observa el mismo pe-
ríodo que la menstruación, y suple por ella regularmente sin grave
incomodidad aun en los primeros meses de la preñez. Su curación
consiste únicamente en restablecer la menstruación en las que no es-
tan embarazadas, siendo su supresión la causa de la enfermedad.
6. Hematemesis del páncreas. Resulta de la ulceración del pan-
creas , de donde la sangre viene á parar al estómago , y sale por la bo-
ca mezclada con algún pus , y parte también por el ano , precedien-
do un dolor lumbar gravativo hacia la región del páncreas. Su cura-
ción está cifrada en la de la enfermedad principal.
7. Hematemesis del bazo. La preceden y acompañan la hincha-
zón y dureza del bazo y las pulsaciones hacia las espaldas en el lado
izquierdo: la sangre, no pudiendo pasar libremente por el bazo, se
acumula en los ramos de la arteria esplénica, y por consiguiente en
los vasos del estómago ; los quales , dilatados por qualquier esfuerzo
natural, la vierten dentro de esta entraña, y sale por el vómito, dis-
minuyéndose entonces algún tanto el tumor del bazo. Se cura con
los desobstruentes , que no exciten demasiado , el exercicio modera-
do , y todo quanto pueda contribuir á curar el infarto del bazo.
8. Hematemesis escorbiítica. {V. la estomacace. )
9. Hematemesis colérica. Se ha observado en los adultos biliosos
pletóricos de resultas de un acceso de ira ó de haber tomado algún
veneno corrosivo: es las mas veces mortal, y los medicamentos mas
seguros son los oleosos, los calmantes, los embotantes, y el anti-
emético de Riverio.
10. Hematemesis fingida. Algunas personas por intereses parti-
culares han fingido esta enfermedad, bebiendo antes una porción de
sangre de qualquiera animal, y excitándose después el vómito. Esta
ficción , que no debe en realidad formar una especie patológica , exi-
ge mucha penetración y sagacidad de parte del Médico.
t r. Hematemesis carnosa cruenta. Por un caso particular deter-
mina esta especie Sauvages.
12. Hematemesis atra 6 enfermedad negra. En esta sale la san-
FLU
gre de color negro, y en gran cantidad al parecer por trasudación del
bazo , y se ha visto curar con los diluentes , laxantes y resolutivos.
13. Hematemesis del hígado. Acompañan á esta especie los sín-
tomas de la hepatalgia ó de la hepatitis, y por lo mismo su cura-
ción depende de la de qualquiera de estas enfermedades que la pro-
duzca.
14. Hematemesis por veneno. Se ha observado esta especie á con-
seqüencia de haberse aplicado tabaco á diversas partes para curar la
sarna; con mas razón pudiera decirse que provenia del retroceso de
la misma sarna, aunque es probable que puedan también ocasionarla
ciertas substancias venenosas, particularmente corrosivas, aplicadas
exteriormente y absorvidas á lo interior. ( V. venenos.)
Género v. Hematnria : orina de sangre.
Se caracteriza por el fluxo de sangre, de orina ó sémen sangui-
nolento por la uretra en ambos sexos: puede traer su origen de un
vicio en los ríñones ó en la vexiga. Si sale la sangre pura en abun-
dancia y sin dolor, se debe presumir que viene de los ríñones: si tie-
ne un color negro, mezclado ó no con materia purulenta, principal-
mente si el fluxo es con dolor y ardor en el pubis, ó se halla mez-
clada con la orina, ó bien sucede á esta excreción, entonces debe
considerarse como señal de lesión ó exulceracion de la vexiga , por-
que los ríñones tienen poca sensibilidad ; quando la sangre, al abrir-
se paso al través de las túnicas de la vexiga , que son muy sensibles,
puede causar los dolores mas crueles, siguiéndose síntomas gravísi-
mos, como síncopes, respiración difícil , pulso obscuro, pequeño y
acelerado, algunas veces náuseas, congojas y sudores frios. Si se pre-
senta simplemente la orina poco teñida de sangre, y á esto se agrega
dolor agudo en la región lumbar, siendo dificultosa y con sedimen-
to calculoso la excreción de la orina, entonces no se puede dudar de
ningún modo que un cálculo voluminoso ó cubierto de asperezas se
halla detenido en uno de los dos uréteres. Las demás señales de la
presencia de un cálculo en la vexiga no permiten equivocarse en
quanto á la verdadera causa de otra especie de fluxo por las vias de
la orina. Para su curación deben distinguirse sus especies. Este géne-
ro consta de quince especies.
1. Hematuria espontanea. Es la orina de sangre pura por con-
gestión en los riñones: en esta no precede dolor agudo en la región
renal; es común en los viejos y pletóricos, y la preceden pesadez
de cuerpo y cierta incomodidad en la vexiga. Si fluye en corta can-
tidad con lentitud, suele adquirir la figura de un gusano en los uré-
teres. Se cura disminuyendo la masa humoral con evacuaciones gene-
rales ó tópicas.
i6o FLU
2. Hematuria violenta. Resulta de una agitación excesiva, del
abuso de las cantáridas ó de diuréticos fuertes, de las caídas violen-
tas, contusiones en los lomos y otras causas semejantes, como las
faxas y vestidos estrechos en los niños. La preceden el lumbago, el
dolor en la región hipogástrica , y particularmente en la vexiga al
arrojar la sangre grumosa : quando la causa ha sido local exige una
curación tópica; si viene de las cantáridas ó diuréticos, el uso del al-
canfor en grandes dosis , y en general los refrescantes y antiespas-
módicos: las leches suelen surtir buen efecto.
3. Hematuria falaz. Resulta de haber comido ciertas frutas,
que dan un color de sangre á la orina , y por consiguiente no necesi-
ta remedio alguno.
4. Hematuria purulenta. Se distingue de las demás por el pus,
que sale mezclado con la sangre, y haber precedido las señales de su-
puración en los riñones. Su curación depende de la de esta afección
primitiva.
5. Hematuria calculosa. Resulta de la presencia de un cálculo
de los riñones ó de la vexiga. ( V. cálculo. )
6. Hematuria exantemática. Sobreviene en enfermedades exan-
temáticas , y entonces es un síntoma de ellas.
La hematuria variolosa es una variedad de esta , que si proviene
de la actividad del virus varioloso es por lo común mortal : entonces
debe usarse el plan antipútrido y corroborante en toda su exten-
sión. ( V. viruelas. )
7. Hematuria eyaculatoria. Es la eyaculacion de semen san-
guinolento en los jóvenes que usan desenfrenadamente de los place-
res del amor , aunque también se ha observado en un sugeto bastan-
te continente. La abstinencia y los calmantes , particularmente el al-
canfor , son sus principales remedios.
8. Hematuria destilaticia. Se diferencia esta especie de las de-
mas en que la sangre sale de la uretra y 110 de la vexiga, y por con-
siguiente no se orina sino que se expele gota á gota. Se cura con las
inyecciones calmantes ó astringentes según el estado de la irritación
6 atonia que la acompaña.
9. Hematuria hemorroidal de Celio Aureliano. Viene de la
vexiga ó de su esfínter, ó de los vasos de la uretra, que se han
puesto varicosos. Ataca por lo común á los viejos ; se hace fácilmen-
te periódica , y entonces carece de dolor y de iscuria. Pueden ser
útiles en este caso las inyecciones astringentes después de desahoga-
dos aquellos vasos.
10. Hematuria espuria. Es la evacuación de orina muy encen-
dida , que parece sangre; pero se distingue de esta en que el sedi-
mento no es grumoso, y toda ella es igualmente encarnada quando
en la de sangre sobrenada siempre la orina clara y limpia. Es síntoma
FLU
de la ascitis , de la disentería , de las calenturas intermitentes y de
las remitentes biliosas; y su curación se reduce á la de su enferme-
dad respectiva. Una variedad suya es la hematuria latericia , ea
que la orina parece cargada de ladrillo molido; pero en los demás
puntos no debe distinguirse.
11. Hematuria negra. También pudiera esta considerarse co-
mo una variedad, puesto que solo se caracteriza por el color diver-
so ó mas intenso. Es asimismo síntoma de la obstrucción de los hi-
pocondrios , de la disenteria maligna, de la hidropesía, de la retro-
pulsion de la sarna &c.
12. Hematuria menstrual. Es la que suple mensualmente por
la evacuación natural periódica.
13. Hematuria por transfusión. El Doctor Denis observó que
de cincuenta animales, á quienes transfundió sangre de otros, á vein-
te les sobrevino una hemorragia; y un maniaco que sufrió la misma
operación, tuvo una hemorragia negra, que le alivió. En estas obser-
vaciones funda Sauvages esta especie.
14. Hematuria traumática. Se ha visto provenir de resultas
de golpes ó contusiones en la región lumbar. Es necesario entonces
combinar los diuréticos con los astringentes.
15. Hematuria verminosa. Se refiere un caso de esta especie en
que después de aplicados en vano muchos remedios, cesó la hematu-
ria arrojando el enfermo con la orina una lombriz pequeña de una
pulgada de largo; pero el observador no refiere ningún síntoma ca-
racterístico de esta especie, ni otra señal fuera de la resistencia á los
demás remedios.
Género vi. Menorragia , apheedros del Diccionario universal;
jlux de sangre.
El carácter de la menorragia consiste en dolores de la espalda,
caderas y vientre, á veces semejantes á los del parto, con fluxo ex-
cesivo de sangre , regularmente del útero, ó también de la vagina.
La causa próxima parece que es el aumento de acción de los vasos
uterinos, ó la relaxacion preternatural de las extremidades arteriosas.
• Las remotas son todas las que aumentan el estado pictórico de aque-
llos vasos, las que determinan á ellos el círculo mas que á las demás
partes &c. El método curativo varía con arreglo á estas causas. Este
género consta de nueve especies.
1. Menorragia difícil. Es la que sobreviene periódicamente en
cada mes con lumbagos , dolores vagos en el hipogastrio y de cabe*
za , cardialgías, vaidos é insultos epilépticos, síntomas que subsisten
.aun después del fluxo. Se observa con freqüencia en las jóvenes pic-
tóricas, sanguíneas, de carácter voluptuoso; y se cura con los .baños
TOMO IV. X
i6% FLU
de pies, friegas en las extremidades inferiores, ligaduras á los mus-
los, exercicio y dieta; usando principalmente de estos medios algu-
nos dias antes de la época de su repetición.
2. Menorragia estilaticia. Es un fluxo de la sangre menstrua,
en que sale esta á gotas, dura mucho tiempo, y ocasiona algunos
dolores. La acompaña el histerismo, y por su continuación llega á
producir una debilidad general. Se cura con los marciales y la qui-
na , combinados con los antiespasmódicos , los baños frios &c.
3. Menorragia inmoderada. Consiste esta especie en el exceso
de la evacuación mensual anunciado por una debilidad y languidez
que la acompaña y la sigue, y puede depender de una constitución
pletórica, ó de una afección local del útero, contraida por los acci-
dentes de la preñez 6 de los malos partos. Todas las mugeres están
expuestas á ella por las varias causas ocasionales que pueden afectar-
las durante la menstruación, como un violento rapto de cólera, un
apetito venéreo desenfrenado, excesivo exercicio &c. ; pero es mas
común en las que ya llegan á la época de cesar la menstruación. El
exceso puede depender tanto de la cantidad de sangre evacuada en
cada mes , durante cierto número de dias , como de la inmediación de
los períodos. El habito del fluxo se va haciendo inveterado de dia
en dia ; puede producir diversos males , con respecto á la fecundi-
dad, á la preñez y al parto. Sauvages distingue justamente esta es-
pecie de menorragia en aguda y crónica , pues según esta circuns-
tancia ha de ser el método curativo refrescante y calmante , ó tónico
y astringente.
4. Menorragia errónea. Es la excreción de la menstruación por
parages distintos de sus vias naturales. Así se ha visto salir de los
ojos, de las narices, del alveolo de un diente, de los oídos, de los
pezones , por vómito, por el ano, por la orina, del ombligo, de un
dedo, de la cutis. Es menester recurrir á los medios indicados en la
especie primera de hemorragia difícil para determinar la plétora
uterina , y relaxar sus vasos á fin de restablecer la evacuación natural.
5. Menorragia por procidencia deliitero. Sus síntomas son una
sensación de peso en la pelvis, dificultad de orinar ó estangurria,
lumbago violento hacia los ligamentos anchos, fluxo copioso san-
guinolento ó blanco de la vagina, y la salida de una mole carnosa
ensangrentada fuera de la vagina. Esta procidencia puede ser per-
fecta si el útero sale fuera de la vagina, ó imperfecta si no llega á
salir de ella. (V. procidencia, del útero y de la vagina.) Su
curación exige primeramente la reposición y retención del útero en
su situación natural por medio de la operación manual de los pesa—
rios , introduciendo una esponja empapada en alguna substancia cor-
roborante y astringente, y administrando interiormente los tónicos
y ferruginosos.
FLU 163
6. Menorragia de las preñadas. Si antes de llegar á su tér-
mino le sobreviene á una embarazada la menorragia por plétora, por
una calentura, una caida ó una pasión de ánimo, es de temer que
aborte, y por consiguiente deben prescribirse las sangrías, dieta re-
frescante , y quietud de ánimo y cuerpo , los quales auxilios suelen
ser suficientes para contenerla en los primeros meses de la preñez. Si
subsiste, es menester recurrir , según Puzos, á una operación manual,
que consiste en dilatar con los dedos el orificio del útero, y romper
las membranas del corion para dar salida á las aguas , y expeler el
feto , á fin de que contraído el útero se suspenda la menorragia. Esta
puede sobrevenir en los primeros tres meses de la preñez , ó en los
tres últimos, y exige diferentes socorros en estas dos épocas. ( Véase
el articulo parto.)
7. Menorragia descolorida. Es en la que aparece la sangre po-
co encarnada, semejante á las lavaduras de carne; suele ser princi-
pio de la clorosis, y siempre anuncia una debilidad general del sis-
tema de la sanguificacion. Se cura con ios marciales, la quina, el
exercicio activo, y una dieta analéptica.
8. Menorragia loquial. Se llama así quando la hemorragia que
se sigue al parto es mas copiosa de lo regular, ó por haber sido el
feto muy corpulento, ó por ser la muger demasiado pletórica. Pe-
ro sí resulta de la retención de las secundinas dentro del útero, es
peligrosa, é igualmente si debilita demasiado á la paciente. En el
primer caso es preciso valerse de la operación manual (V. secundi-
nas ó parias.), y en el segundo aplicar paños empapados en agua
de nieve á las caderas y vientre, usar de los astringentes y del dias-
cordio en dosis de un escrúpulo combinado con medio grano de ipe-
cacuana repetidas veces al dia.
9. Menorragia ulcerosa. Es la que resulta del útero , y viene
acompañada con una leucorrea purulenta, y á veces la preceden do-
lor fixo en el pubis, lumbago, histerismo, y evacuación de un hu-
mor ¡coroso. Convienen para su curación el ácido sulfúrico dilatado
en agua, la tintura de quina, las inyecciones antipútridas astringen-
tes, la cicuta &c.
Género vil. Aborto, ambliosmos, ectresmos , y apophtora
de los griegos ; mal parto.
Es la expulsión del feto fuera del útero quando aun no se halla
en estado de vivir. Se deben colocar entre las causas del aborto to-
do lo que aumenta el ímpetu de la circulación de la sangre, como
el exercicio violento y las pasiones vivas; y todo lo que puede dis-
minuir el tono de los vasos uterinos, como sucede en las que tienen
menstruaciones muy abundantes , ó fluxos blancos; de suerte que las
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causas del aborto son las mismas que las de la menorragia; pero la
gran dificultad consiste en determinar si el aborto depende del ím-
petu de la circulación ó de la relaxacion de los vasos. Los síntomas
que le anuncian son la menorragia , horripilación con ráfagas de calor,
inapetencia , náuseas , lasitud , lumbago , palpitación , desmayos,
síncope , tristeza continua , histeralgia gravativa hacia las ingles,
frió en las partes genitales, tenesmo ó pujo, ciertos esfuerzos espon-
táneos del útero, su elevación visible algunas veces en el hipogastrio,
la repentina depresión ó extenuación de los pechos, con una galac-
tirrea serosa; los quales van creciendo por grados, sobreviene do-
lor vivo de cabeza, se aplana el hipogastrio, se expelen las aguas del
amnios, y finalmente el feto ya inmoble. Luego pues que aparecen
«stos síntomas, se debe poner á dieta á la paciente, colocarla en una
postura horizontal, y mandarla guardar quietud. Si es pletórica le
convienen las sangrías ; pero si hay señales de relaxacion y debilidad,
son útilísimos los apositos fríos y astringentes. (V. aborto.) Quan-
do una hemorragia violenta precede al aborto, pueden ser necesarios
los astringentes y tónicos , mas es muy importante para administrar-
los distinguir sus causas; y quando proviene de otras enfermedades,
como de una tos fuerte y pertinaz, de una convulsión &c, se debe
curar con los remedios adequados para estas enfermedades. En fin
si proviene de la separación de la placenta , de la muerte del feto,
exige el auxilio manual. Debe advertirse por último que el exercicio
en ruedas ha sido generalmente útil para precaver el aborto antes
de que le anuncie ningún síntoma. Este género consta de una sola
especie , y es la siguiente :
i. Aborto simple. Sauvages señala esta especie en el primer mes
después de la concepción, y por variedades suyas los que sobrevie-
nen en los tres primeros meses de la preñez, desde el quarto hasta
el séptimo, y en el octavo , que ya se llama parto prematuro. Con
arreglo á estas distintas épocas, son los síntomas mas ó menos consi-
derables. ( V. el artículo feto.) Su método curativo se halla ya in-
dicado en la exposición del género.
Orden segundo. Fluxos de -vientre } rhoodes de Hipócrates.
Por dos partes únicamente se verifican estas evacuaciones , á sa-
ber, por la boca, desde el esófago, ó por el ano, pudiendo prove-
nir de tantas partes quantas los Médicos comprehenden baxo la
denominación de primeras vias, ó se hallan inmediatas á ellas. Con-
viene tener presente, para la inteligencia de este orden de enferme-
dades», los principios fisiológicos relativos á las propiedades virales
del estómago é intestinos , á sus funciones , secreciones y excrecio-
nes. Ademas puede obrar el estímulo morboso sobre los diferentes
FLU 165
sistemas que componen estos órganos , ó excitando la acción de sus
glándulas, ó debilitando las membranas mucosas, ó aumentando ex-
cesivamente su contractilidad orgánica sensible é insensible , y dis-
minuyendo su tono. Finalmente importa conocer sus diversas sim-
patías con otras partes, por exemplo, con la piel, y el infiuxo que
reciben de los diferentes estados de la atmósfera , como de su se-
quedad ó humedad &c. Según estas consideraciones generales, es cla-
ro que los fluxos de este orden varían en quanto á su cantidad,
qualidad, estado de los sólidos, y conseqüencias que produzcan, y
por lo mismo el plan curativo debe admitir innumerables variaciones.
Uno de los principales objetos de la atención del Médico ha de
ser el régimen dietético, pues los alimentos se han de prescribir en
mayor ó menor cantidad según el estado de las fuerzas digestivas , y
elegirse según el carácter de las evacuaciones , de la degeneración hu-
moral &c. En general los remedios mas eficaces son los calman-
tes y antiespasmódicos combinados con los tónicos , ó administrados
antes que estos, como el diascordio , el opio, el éter, ti licor ano-
dino mineral de Hoífman , y la quina, el hierro, y todos los amar-
gos leñosas. Á veces es necesario recurrir á los vexigatorios , á la
nieve, y á los ácidos y astringentes mas enérgicos; cuya utilidad
respectiva se indicará particularmente en cada espacie.
Género viii. Hepatirrea , aimatera del Diccionario universal,
afonía del hígado de G aleñó , jluxo hepático.
Baxo este nombre comprehendiéron los antiguos la diarrea , di-
senteria y pasión celiaca, producidas por vicio del hígado; pero los
modernos le han limitado á la deposición de sangre , por lo común
disuelta y semejante á las lavaduras de carne , qualquiera que sea la
parte de donde provenga. Este género consta de siete especies.
1. Hepatirrea verdadera. Es un fluxo de vientre seroso , san-
guinolento, purulento, bilioso , con señales de afección en el h gado,
como de un absceso ó una disolución pútrida. Es difícil de curar;
y los remedios mas eficaces son los ácidos minerales, con preferen-
cia el sulfúrico, los antipútridos, la infusión de árnica montana y
demás remedios antisépticos.
2. Hepatirrea intestinal. Es el fluxo de vientre semejante álas
lavaduras de carne, y también sin dolores, cuyo material sale de los
vasos secretorios de los intestinos dilatados por anastomosis , ó de-
bilitados en sus extremidades. Es enfermedad rara, cuyas conseqüen-
cias son la atonia de todo el tubo intestinal , la diarrea perpetua y
la extenuación. El método curativo consiste en el uso de substancias
astringentes y tónicas, y de inyecciones de la misma naturaleza.
3. Hepatirrea por herida. En esta especie hay vómitos y de-
i66
FLU
posiciones de sangre , aun quando la herida no haya pasado del hí-
gado. Se distingue de la disenteria, porque no la acompañan retor-
tijones, y de la hepatirrea legítima, por el color vivo de la sangre,
aun prescindiendo de la causa que la ha producido , y su curación
depende de la misma herida.
4. Hepatirrea mesentSrica. La inspección anatómica ha mani-
festado un absceso en el mesenterio en un sugeto que habia muerto
de hepatirrea, cuya causa era desconocida, y no tenia síntoma nin-
guno particular. En esta observación funda Sauvages la presente
especie; pero en la inspección cadavérica ¿no se confunden muchas
veces los productos secundarios con las causas?
5. Hepatirrea escorbútica. Es la que sobreviene sin retortijo-
nes, sin calentura, sin almorranas, y aun sin cursos en el principio,
según Sauvages; pero con mas razón debia llamarse así á la que
acompañan los síntomas de escorbuto.
6. Hepatirrea cruenta. Se distingue de las demás por salir la
sangre pura sin retortijones. Los embotantes , astringentes y tónicos
del sistema sanguíneo , como el hierro , son los principales remedios.
7. Hepatirrea intermitente. Es síntoma de algunas calenturas
intermitentes perniciosas , y aparece en su invasión ó en su termina-
ción. Si subsiste en el dia de apirexía, anuncia gran riesgo para la ac-
cesión siguiente : se cura con la quina , ácidos &c.
Genero ix. Fluxo hemorroidal , almorranas , sangre
de espaldas.
El fluxo hemorroidal se distingue por fluir la sangre del ano, apa-
reciendo exteriormente en aquella parte unos tumorcillos encarna-
dos, duros y dolorosos, que á veces también están ocultos dentro
del recto. Se distingue de la hepatirrea , de la disenteria y del pujo
por la ausencia de las señales características de estas enfermedades,
y la presencia de otras, que manifiestan la existencia del mal en
el ano.
Sus causas, ya generales, ya locales, son muchísimas, según la
enumeración que hace Haen. ( Ratio med. tom. 4. ) Las mas comu-
nes son la obesidad, la distensión general de las venas, el regalo, la
vida sedentaria, la disposición hereditaria, el uso muy repetido de
los purgantes acres, las afecciones tristes, el exercicio á caballo muy
continuado &c. Síntomas que preceden al jluxo hemorroidal ex-
cesivo. Ligeros calosfríos con constricción espasmódica de lo exte-
rior del cuerpo, dolor gravativo en las espaldas y lomos, algunas
veces torpeza en las extremidades inferiores , pulso duro y compri-
mido, sequedad en lo interior de la boca, orinas poco abundantes y
descoloridas, debilidad de estómago, flatos en los intestinos , fre-
FLU 167
qüentes ganas de orinar, y exonerar el vientre, una especie de pre-
sión desde el ano hasta el periné , alguna vez con fluxo de mucosi-
dad blanca, generalmente variado, tanto en la cantidad de la san-
gre que fluye, quanto en la duración del fluxo. Los efectos de
esta evacuación, si es excesiva, son postración de fuerzas, marasmo,
pesadez en los muslos , sueño trabajoso , presión en la región precor-
dial , inflamación del vientre con borborismos y pulso débil. Si esta
evacuación prosigue inmoderadamente , sobreviene hinchazón en los
pies, ojos y cara, siendo el color de esta cárdeno y aplomado, res-
piración anhelosa, hidropesía, calentura lenta y tabes; es presagio
todavía mas funesto que el hígado ó el bazo estén abultados, que
haya estreñimiento, caquexia incipiente é hidropesía. Su curación
debe arreglarse á las causas que la producen ; en general conviene
desembarazar el círculo del sistema de la vena porta por medio de
los desobstruentes , aguas minerales &c. , y aplicar á la parte los emo-
lientes y anodinos para calmar la irritación local. (V. hemorroides
Ó ALMORRANAS.)
1. Fluxo hemorroidal moderado. Es el que sale en una canti-
dad moderada , que por lo común alivia al paciente.
2. Fluxo hemorroidal inmoderado. Se distingue por ser la eva-
cuación mas abundante. Después de calmar la irritación tópica apli-
cando, por exemplo, el ungüento de populeón mezclado con el
aceyte de yemas y el Láudano líquido, suele ser necesario recurrir á
los astringentes sin olvidarse de la curación metódica ó radical.
3. Fluxo hemorroidal poliposo. Sauvages funda esta especie en
el caso siguiente, que refiere Lieutaud: un joven desde la edad de
quatro años padecia un fluxo de sangre por el ano , que habla ya lle-
gado á extenuarlo; arrojó al fin un pólipo del tamaño de una pera,
evacuando entonces una porción de sangre, y se curó perfectamente.
4. Fluxo hemorroidal por procidencia del ano. {Véase este
artículo.)
Género iv. Disenteria i dificultas intestinorum : formina
de los latinos j disenteria.
Las cámaras freqüentes acompañadas de muchos retortijones, y
seguidas de tenesmo, constituyen la disenteria. Estas cámaras, aun-
que f eqüentes por lo general , son escasas , y la materia evacuada
consiste mas en un material mocoso mezclado alguna vez con sangre.
Mientras que subsiste la enfermedad, rara vez salen verdaderos ex-
crementos, y si salen algunos tienen por lo regular una figura com-
pacta y dura, ksta enfermedad reyna mas en el estío y en el otoño,
al mismo tiempo que las calenturas otoñales intermitentes y remi-
tentes ; y alguna vez se reúne ó complica con estas mismas calenturas.
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FLU
La disenteria se anuncia alguna vez por calosfríos y otros sínto-
mas de pirexia, pero los de afección local se manifiestan por lo co-
mún primero: el vientre está estreñido, y los intestinos muy llenos
de ayre: un grado de diarrea es alguna vez el primer síntoma de la
disenteria; sin embargo esto es raro , pues las mas veces principia por
retortijones y ganas continuas de salir al servicio: el enfermo arroja
muy poco humor cada vez que quiere evacuar ; pero se queja de pu-
jo: las cámaras se hacen por grados mas freqüentes, los retortijo-
nes mas violentos , y el pujo mas considerable. A estos síntomas se
junta la inapetencia; con freqliencia la displicencia, la náusea y el
vómito atormentan también al enfermo. Al mismo tiempo hay siem-
pre mas 6 ménos pirexia , que es alguna vez del género de las remi-
tentes , ú observa el período tercianario. Otras veces la calentura es
inflamatoria , y en muchas ocasiones de un género pútrido. Estos es-
tados febriles acompañan á la enfermedad por toda su carrera, con
especialidad quando se termina con precipitación por la muerte. En
otros casos el estado febril desaparece casi del todo, y no obstante
permanecen largo tiempo después los síntomas propios de la di-
senteria.
Sea la que fuese su duración , la materia evacuada por las cá-
maras mientras su carrera varía mucho. Alguna vez es solo una
materia mucosa , en la que no hay sangre , la que constituye la en-
fermedad que Roederer ha llamado morbus mucosus , y otros di-
senteria alba. No obstante, en las mas ocasiones el moco eva-
cuado está mas ó menos mezclado con sangre. En algunos casos no
se registran en él sino unas hebrillas mezcladas con la materia mo*-
cosa; pero otras veces la sangre es mas abundante, y tiñe toda la
materia evacuada. En otros se depone una porción considerable
de sangre pura y sin mezcla. También varían el color y consis-
tencia de la materia evacuada : por lo común su olor es fuerte y
de una hediondez extraordinaria. Es probable que alguna vez se ar-
roja verdadero podre, y casi siempre una sanies pútrida, que viene
de las partes agangrenadas. Muchísimas veces la materia líquida j está
mezclada con otras materias viscosas , que tienen la apariencia mem-
branosa , y no en pocas ocasiones con pelotillas, que se parecen á
una materia sebosa.
Este mal sobreviene por lo general en el estío ó en el otoña,
-quando han dominado algún tiempo calores considerables , y^ espe-
cialmente en los climas calientes; por consiguiente su principio es
la irritabilidad excesiva del canal intestinal , y mas exaltada en su
síntoma mucoso y sanguíneo. Muchas veces se produce por la apli-
cación del frió , resultando de la simpatía entre los intestinos y la
piel: siempre es contagiosa, con especialidad quando los vapores
de las cámaras de qualquier disentérico obran directamente sobce
FLU 16*9
el ano de una persona sana, como quando usan de un mismo servi-
cio &c. Su curación ha estado también confiada á varios específicos;
pero el método mas seguro es cambiar la acción de los órganos afec-
tos por medio de los eméticos, calmar el exceso de irritación , y
moderar la impresión de los estímulos por medio de los calmantes
y mucilaginosos, como la disolución de la goma arábiga, el diascor-
dio solo ó combinado con la ipecacuana, los semicupios, las lavati-
vas de filonio Romano, de almidón y yema de huevo, y aun á ve-
ces es necesario recurrir á la aplicación al vientre de los estimulan-
tes, vexigatorios &c. Se ha ensayado con algunas ventajas en las di-
senterias la raiz de la planta llamada yalhoy , dada á conocer por
D. Hipólito Ruiz en una Memoria publicada el año de 180 Este
género comprehende veinte especies.
1. Disenteria benigna espontánea. Es la que sobreviene sin
ningún síntoma grave, y que al parecer es útil en quanto evacúa una
porción de bilis redundante: en los niños de pecho suele ocasionar
la procidencia del ano. [V. procidencia ó c aida del amo.)
2. Disenteria catamenial. Es la que proviene de la supresión
de la menstruación , ó de otro fluxo habitual periódico , y se cura
restableciendo la evacuación suprimida. {V. clorosis.)
3. Disenteria Parisiense. Juncker llama así á la que acomete
á los forasteros que van á Paris por la mudanza de aguas ; pero es
aplicable á todos los paises donde se produzca por esta causa ; y en-
tonces conviene guardar cierto régimen en la comida, bebida y elec-
ción de los alimentos.
4. Disenteria de las preñadas. Es consiguiente á la revolu-
ción que experimenta el sistema circulatorio del vientre de resultas
de la preñez; y así su curación es mas bien paliativa que radical.
5. Disenteria atrabiliaria. Es la que acomete á los sugetos
hipocondriacos y melancólicos , que padecen obstrucciones en las en-
trañas del baxo vientre. Sus síntomas son mas graves, y por lo co-
mún febriles, y su curación difícil; porque á los remedios generales
es necesario agregar los que puedan combatir aquella disposición
primitiva , y ademas la calentura degenera con facilidad en una pú-
trida nerviosa.
6. Disenteria epidémica. Es la que proviene de una constitu-
ción epidémica con calentura remitente biliosa , y todos los síntomas
de un aparato gástrico: se cura con los eméticos, las bebidas acidas
y la quina.
7. Disenteria castrense. Es la que se desenvuelve en los cam-
pamentos militares por la corrupción ó escasez de los víveres, por
el desabrigo en la inclemencia de las estaciones, por la exposición al
viento húmedo de la noche: sus síntomas anuncian una degeneración
pútrida en toda la economía; la acompaña una calentura del mismo
TOMO IV. Y
lyo FLXX
carácter , y se propaga con rapidez por medio del contagio ; por con-
siguiente exige un método preservativo , que consiste en la separa-
ción y aislamiento de los enfermos, en la abundancia y buena cali-
dad de los alimentos &c. , y otro curativo, que es el antipútrido y
corroborante en toda su extensión , sin omitir los eméticos, con pre-
ferencia la ipecacuana : su principio suele ser epidémico.
8. Disenteria fingida. Tomando un cocimiento de la- rubia de
tintoreros con agua del mar, han fingido algunos una disenteria, que
no debe tener lugar en nuestras Nosologías como afección morbosa.
9. Disenteria de los ganados. Esta especie perteneced la Ve-
terinaria.
10. Disenteria blanca. Solo se distingue porque en ella no se
evacúa sangre, sino solo un moco blanquecino; parece que en este
caso el estímulo obra únicamente sobre el texido mucoso de los in-
testinos.
11. Disenteria mesentérica. (Véasela hepatirrea mesen-
térica. )
12. Disenteria por abuso de los catárticos. Es la que resulta
del uso excesivo de coloquintidas ú otros purgantes , y su remedio
mas seguro es el opio.
13. Disenteria sifilítica. Es la que está sostenida por un vicio
venéreo: únicamente puede distinguirse por su resistencia á los me-
dicamentos generales, y por las señales de infección sifilítica. Enton-
ces toda su curación consiste en el uso de los mercuriales.
14. Disenteria de los países cálidos. Ataca á los europeos en
los climas cálidos: la debilidad que contrae el órgano cutáneo por la
transpiración excesiva, ocasiona simpáticamente la consunción, ó mas
bien desecación de todo el sistema digestivo; los medios mas opor-
tunos para precaver este accidente deben ser dar resorte al órgano
cutáneo , y oponerse á las excreciones debilitantes: los naturales, por
una experiencia hija de la desgracia y del tiempo, usan de varios mas-
ticatorios , y con mayor ventaja del betel , yerba que preparan con
cal viva , y sazonan sus alimentos con las especias mas estimulantes.
Esta higiene tan provechosa indica desde luego el método curativo
mas oportuno para esta especie.
1 5. Disenteria verminosa. Es aquella á que acompañan las se-
ñales de lombrices existentes en primeras vias, y se cura con los an-
tihelmínticos: alguna vez ha sido epidémica y muy mortífera.
16. Disenteria carnosa. En esta se observan con las deposi-
ciones mucosas y sangrientas ciertas porciones carnosas, formadas por
la linfa y sangre, coaguladas dentro de los intestinos. Esta particula-
ridad no debe hacer variar el método curativo.
17. Disenteria intermitente. Es la que acompaña como sínto-
ma á las calenturas intermitentes, y cede al método curativo de estas.
FLIT 171
18. Disenteria escorbútica. Ciriglí , qae describe esta especie,
no da de ella un carácter particular mas que la presencia de los sín-
tomas escorbúticos, la qual determina principalmente su curación.
19. Disenteria polónica. Sauvages se refiere á Stabel en esta
especie.
20. Disenteria miliar. Es síntoma de las calenturas exantemá-
ticas, y por lo mismo se ha de curar siguiendo las indicaciones que
presente la varia índole de los exantemas.
Genero xi. Melaena, malaina nousos de Hipócrates-, enfermedad
negra ; jiuxo negro.
La melaena es una freqüente deposición de líquidos nigricantes
sin fetor pútrido, con debilidad repentina, notable dolor y náusea.
Algunos creen que este humor proviene del bazo; pero es mas pro-
bable que su causa principal sea la atonia del sistema vascular sanguí-
neo de los intestinos, complicado con la disolución humoral en todo
el sistema circulatorio del vientre: quando sobreviene en las calen-
turas pútridas anuncia el peligro de muerte. Su curación debe diri-
girle á entonar el sistema sanguíneo general y localmente por media
de los ácidos minerales , el cocimiento de simarruba , de Campeche ó
de llantén , las preparaciones del hierro , la quina &c. Este género
consta de siete especies.
1. Melaena esplenética. Es la que ataca á los melancólicos,
principalmente en la convalecencia de una enfermedad aguda , y se
manifiesta con una debilidad y postración general, el pulso débil y
la cara aplomada ; es necesario para curarla usar al momento de los
antipútridos , tónicos y astringentes.
2. Melaena escorbútica. Es la que se complica con el escor-
buto. (V. este artículo.)
3. Melaena atrabílis. Es la que aparece en las enfermedades
agudas, en que hay grave lesión en alguna entraña del vientre, y
por lo común es mortal.
4. Melaena hemorrágica. Es un fluxo de vientre sanguinolento
negro por haberse roto algún vaso sanguíneo en primeras vias, sin
señal de almorranas , y resulta por lo común de un esfuerzo violen-
to : se cura con los astringentes.
5 . Melaena primaria de Hipóc rates. ( V. la descripción que
hace de ella este observador.) El enfermo vomita bilis negra seme-
jante á las heces: algunas veces como sangre ó heces de vino, ó tin-
ta de pólipo: algunas veces ácida corno el vinagre; y quando lo que
vomita es negro y sanguinolento parece que anuncia la muerte: con
el vómito se inflaman las fauces y la boca. Le sobreviene dentera,
y lo que arroja levanta la tierra; se alivia con el vómito; apetece la
i 7 2 FLU
comida, y si la toma en alguna mayor cantidad se halla incómodo;
si está en ayunas le suenan las entrañas, y se pone la saliva aces-
cente. Se cura con los purgantes repetidos; después con suero y le-
che &c. de Mor bis hb. 2.
6. Melaena febricosa. Es la que observa el tipo de una tercia-
na con deposiciones negras y encarnadas. Se cura con la quina.
7. Melania hepatirraica. Se diferencia de la anterior en que
las deposiciones son semejantes á las lavaduras de carne.
Genero xii. Náusea ; náusea de los griegos ; náusea; arcada.
Es un deseo y esfuerzo inútil para vomitar, sin que por él sal^a
material alguno, ó en muy corta porción, ó solamente ayre, con
fastidio é inapetencia. ( V. el artículo náusea y la sintomatologia
febril.) Este género consta de doce especies.
1. Náusea por una tenia. Es la que viene con señales que anun-
cian la presencia de lombrices, y se cura con los antihelminticos.
2. Náusea de las preñadas. Es la que sobreviene en los pri-
meros meses de la preñez, con fastidio y apetitos extraordinarios
por la mudanza que en aquel estado experimentan las entrañas del
vientre, y por lo común se desvanece antes del quinto mes; si llega
á ser muy violenta puede ocasionar el aborto.
3. Náusea por escirro del páncreas. Esta especie es produci-
da por el endurecimiento escirroso del páncreas: se distingue por su
resistencia á los calmantes y demás remedios, y la extenuación: son
útiles en este caso las fricciones mercuriales en la región epigástrica,
é interiormente la cicuta con el mercurio dulce , la miel y las aguas
minerales.
4. Náusea por gastrocele. Proviene de la introducción del es-
tómago en la cavidad del pecho, por haberse roto el diafragma en
las heridas de este gran músculo: pertenece á la Cirugía.
5. Náusea por compresión del estómago. Esta resulta ó de
causas externas como los vestidos muy estrechos hacia la región epi-
gástrica , ó de los tumores preternaturales en alguna de las entrañas
inmediatas al estómago. En el primer caso es fácil su curación; pero
en el segundo difícil, según la naturaleza del tumor.
6. Náusea biliosa. Se conoce por las señales de una saburra
biliosa , como el amargor de boca, el sarro amarillo en la lengua &c,
y entonces el remedio principal es el emético.
7. Náusea nefrítica. Es síntoma de la nefralgia calculosa. [Vea'
se este artículo.)
8. Náusea por corrupción del semen. La inspección anatómica
ha demostrado esta causa en el cadáver de un sugeto, que habiendo
abusado en extremo de los placeres del amor , pasó después á la mas
FLU 173
rigurosa continencia, y empezó á padecer una náusea , que le duró
seis meses; habiendo muerto al fin epiléptico.
9. Nausea por una apostema junto al cardias. También esta
especie se ha distinguido por la inspección de los cadáveres; pero
antes de la muerte pueden sin duda darla á conocer las señales que
anuncian la formación de un absceso.
10. Nausea por gastritis. ( V. gastrÍtts.)
i 1 . Nausea por cacoquilia. Esta especie es la mas freqüente:
proviene del exceso en la comida; y sus síntomas son la sensación
de peso en el epigastrio , principalmente hacia el cardias . pesadez de
cabeza y vaidos , fastidio á la comida, acedía &c. ; y se cura con los
eméticos y purgantes: alguna vez se nota en el principio de las ca-
lenturas malignas.
12. Nausea marina. Es la que padecen los que se embarcan
por la vez primera. (V. vómito marino en el siguiente género.}
Género xiii. Vómito ; hemetos de los griegos ; anatropha,
de Gilbert.
Es el movimiento peristáltico de! estómago, que se hace por un
movimiento retrógrado, estoes, principiando en el duodeno y en el
piloro , y dirigiéndose hácia el esófago , lo qual hace expeler los ma-
teriales contenidos en la primera cavidad. (V. vomito.) Este géne-
ro consta de veinte y nueve especies.
1. Vómito por exceso en comida y bebida. Es el que se sigue á
esta causa harto freqüente. (V. la náusea por cacoquilia.)
2. Vómito por saburra. (V. la nausea biliosa.)
3. Vómito lácteo. Los niños de pecho, llenándose demasiado de
leche, la vomitan con mucha freqüencia; y aunque este vómito es
útil en quanto los liberta de los males que ocasionaría su coagulación
ó putrefacción , también llega á debilitarles el estómago con mucha
facilidad: la lactación moderada es el mejor remedio.
4. Vómito por dentición. Es el que proviene en esta época de
la niñez. ( V. dentición.)
5. Vómito verminoso. Es el que resulta de la presencia de lom-
brices én primeras vias , y se cura con los antihelmínticos. {Véase
lombrices.)
6 Vómito : ruminacion. Se han visto algunos sugetos que, pasado
algún tiempo después de la comida , la volvían á la boca al modo que
los animales rumiantes. Esta enfermedad tiene un carácter convulsi-
vo, en que puede tener algún influxo el hábito.
7 Vómito por veneno. Es consiguiente al uso de ciertas subs-
tancias venenosas , que deben examinarse en sus respectivos artículos
para conocer sus contravenenos.
i 7 4 FL U
8. Vómito por callosidad del piloro. De resultas de los es-
pasmos violentos y permanentes en esta parte llega á ponerse callo-
sa, y producir un vomito rebelde con estreñimiento de vientre , que
al fin , impidiendo absolutamente la nutrición , acarrea la extenuación
y la muerte. Es muy difícil de curar; y los únicos remedios en que
se puede confiar algún tanto, son las fricciones mercuriales, la miel
y enemas irritantes, administrándolas al mismo tiempo nutritivas.
9. Vomito hipocondriaco. Es común en los escorbúticos, quar-
tanarios y caquécticos, y se cura según la afección principal que le
produce.
10. Vómito por úlcera del estómago. Preceden á esta especie
un dolor agudo y constante del estómago, inflamación de este órga-
no, é introducción en él de algunos cuerpecillos punzantes; de suer-
te que sobreviniendo la supuración se alivia el dolor, pero queda
el vómito , y en él aparecen algunos vestigios del pus : se cura con
los ácidos minerales, los antipútridos &c. pero difícilmente.
11. Vómito por mi esteatoma del estómago. Regularmente no
se ha conocido esta especie sino por la inspección anatómica. El
esteatoma puede ocupar el fondo del estómago , el piloro ó el car-
dias , y viene á ser semejante en sus efectos á la callosidad.
12. Vómito de las preñadas. Es el que sobreviene en las pre-
ñadas , y observa un período constante (V. la náusea de esta es-
pecie.)', algunos cuentan por una variedad suya el que guarda el
tipo de las calenturas intermitentes.
13. Vómito bezodrdico. En la colección de la Academia Fran-
cesa se lee el caso de una joven de veinte y un años , que por espa-
cio de dos estuvo vomitando unas concreciónes calculosas, cuya pre-
sencia en el estómago se percibía por el ruido y por el tacto, tal vez
sobrevendría por haber comido yeso ú otras substancias semejantes,
vicio común en algunas cloróticas; en otros se ha visto que prove-
nia de haber usado con exceso de medicamentos absorventes para
curarse una pirosis: parece que en esta especie están indicados los
medicamentos embotantes y eméticos usados sucesivamente.
14. Vómito rabioso , vómito negro , vómito prieto ó chapetona'
da. (V. TIFO HICTERODES J FIEBRE AMARILLA.)
1 5 . Vómito atrabiliario. Se distingue esta especie por el color n¡-
grícante del material , y recae en sugetos melancólicos. Se cura con los
calmantes, sin olvidar la afección ó disposición particular del individuo.
16. Vómito por obstrucción del hígado. Es el que resulta de la
obstrucción de esta entraña, que hace refluir la bilis al estómago en
mayor cantidad. Su curación consiste en disipar la obstrucción por
medio de los desobstruentes.
17. Vómito del páncreas. (V. náusea por escirro pan-
creas.)
FLU 175
1 8. Vómito gastrocilico. Es un vómito habitual , que resulta por
la hernia del estómago formada entre los músculos del abdomen, ó
por haber pasado á la cavidad del pecho en las heridas del diafrag-
ma. (V. GASTROCELE.)
19. Vómito gastrítico. (V. gastrÍtis.)
20. Vómito nefrítico. (V. nefr algia calculosa.)
21. Vómito por obstrucción del esófago Esta especie rara es
consiguiente á la obstrucción y tumefacción de una ó muchas glán-
dulas en el mismo esófago ó en las partes inmediatas , capaz de com-
primirle y cerrarle enteramente, ó también por haberse introducido
y atascado en él algún cuerpo extraño : los enfermos de esta especie
mueren forzosamente de hambre.
22. Vómito por la distorsión ó dislocación del cartílago xi-
foides , vulgarmente por haberse caído la paletilla. Aunque mu-
chos han tenido por fabulosa esta especie, se ha visto alguna vez en
los gallegos y asturianos, que son los que con freqüencia se quejan
de padecerla: la debilidad que contraen por sus alimentos escasos y
poco nutritivos, y la actitud penosa que tienen en sus trabajos cam-
pestres, puede muy bien provenir esta torcedura ó dislocación del
cartílago, y á conseqüencia el vómito; pero sin duda deberá distin-
guirse semejante afección al tacto ; y el remedio mas eficaz será la
aplicación de vexigatorios al epigastrio, la quina y el buen alimento.
23. Vómito cef alálgico. Es un vómito pasagero y momentáneo
consiguiente á un dolor intenso de cabeza, á su contusión ó heridas,
á los raptos de ira &c. Depende de sola la afección nerviosa simpá-
tica entre estas partes , y se cura cesando la causa , por sí solo , ó con
los calmantes.
24. Vómito iliaco. Es el que acompaña al vólvulo y á las her-
nias. (V. estos artículos.)
25. Vómito marino. Es el que acomete á los navegantes con
cardialgía, náusea y postración de fuerzas: es una afección puramen-
te nerviosa, por el vaido que produce el movimiento de la nave; pa«
ra contenerle se debe colocar el enfermo sobre el puente , y en un
parage que diste igualmente de la proa y de la popa; ha de comer
con abundancia , para que en el vómito se fatigue ménos el estóma-
go , y estar mas bien acostado que en pie derecho : algunos aconse-
jan también el uso de los narcóticos de tiempo en tiempo : muchos
se han curado por' este medio de la hipocondría y de la dispepsia,
ya por las evacuaciones que producia , y ya por la mudanza de ac-
ción que resultaba en las entrañas del vientre.
26. Vómito pituitoso. Se observa con freqüencia en los viejos
glotones, que algunas veces vomitan una gran cantidad de moco
viscoso é insípido , regularmente por la mañana , precediéndoles do-
lor de estómago y abundante salivación : se cura con la ipecacuana
176 FLU
en dosis capaz de excitar el vómito, y después en la proporción ne-
cesaria para que obre solo como un antiespasmódico ó un tónico.
27. Vómito urinoso. Resulta de la supresión de la orina, ó por
su retención. (V. los artículos nefralgia é iscuria vesical.)
28. Vómito hemorrdgico. Sauvages forma esta especie por un
caso particular, en que sobrevenia diariamente un vómito complicado
con hemorragia de nariz en una calentura sinoca , sin señales de sa-
burra en primeras vías; y le atribuye á los esfuerzos de la naturale-
za para promover aquella hemorragia crítica.
29. Vómito febricoso. Es síntoma de las calenturas intermiten-
tes, y cede como ellas al uso del emético y de la quina.
Género xiv. Ileon de los griegos ; chordapsos de Celso; pasión
iliaca', miserere; vólvulo.
Sauvages considera á este género como distinto del cólico, aun-
que en realidad no se distingue sino por su mayor grado de inten-
sión , y le coloca impropiamente en la clase de los fluxos de vientre.
El síntoma característico es la expulsión por la boca de materia-
les excrementicios , hallándose invertido el movimiento peristáltico
del canal alimenticio en toda su extensión. Se ha observado en algu-
nos cadáveres que se había formado una intususcepcion de los intes-
tinos; pero no se ha determinado todavía con certeza si esto sucede
siempre en todas las especies de vólvulo. (V. cólico en el géne-
ro xxiJ de la clase séptima en el articulo dolores.) Este género
consta de catorce especies.
1. Vólvulo infamatorio. Es el que resulta de la inflamación de
uno de los intestinos delgados, y se conoce por la presencia de los
síntomas inflamatorios locales y generales juntos con los del vólvulo.
( V. ENTERÍTIS.)
2. Vólvulo por las heces endurecidas. Se caracteriza por pre-
cederle estreñimiento de vientre sin dolor agudo, pesadez y tensión
en el vientre, percibiéndose al tacto el intestino abultado por las he-
ces, con eructos, vómitos biliosos y pituitosos, que al ñn llegan á
ser estercoráceos , y casi nunca hay calentura. Esta especie es mucho
ménos peligrosa y aguda que la anterior. Se cura con los fomentos
emolientes, con las bebidas diluentesy enemas emolientes é irritantes.
3. Vólvulo espasmódico. Es el que únicamente proviene de un
espasmo en algún punto del canal intestinal: se complica alguna vez
con los insultos epilépticos , y suelen arrojar los enfermos por la
boca hasta el líquido de las lavativas. Se cura con el opio, el éter,
el baño tibio y demás antiespasmódicos.
4. Vólvulo por compresión de los intestinos. Una compresión
permanente puede producir esta especie ; cuya curación está princi-
FLU 177
pálmente cifrada en remover la causa de la compresión. Se cuentan
por variedades suyas el que nace de la existencia de un tumor escir-
roso en el páncreas, que comprime el colon , de un cancro en el cie-
go , de hallarse comprimido un intestino en el hipocondrio derecho
debaxo de las costillas falsas , de una mola , de un escirro en el me-
senterio, de una constricción del recto, de su ligadura y de un abs-
ceso. Esta variedad pertenece al vólvulo inflamatorio , y las demás
reducen á un estado crónico esta enfermedad. La curación debe ser
igualmente varia según estas diferentes causas.
f . Vólvulo por un infarto de pituita en el colon. Los síntomas
que asigna Sauvages á esta especie son muy equívocos , pues la can-
tidad que llena y obstruye el colon > reconocida por la inspección
Anatómica , puede ser un producto de la muerte , ó á lo ménos de la
misma enfermedad. Así por su carácter y por las principales indica-
ciones que ofrece podría mas bien ser una variedad del vólvulo pro-
ducido por las heces endurecidas.
6. Vólvulo hernioso. Es el que sobreviene en las hernias estran-
guladas. ( V. hernia.) Sus variedades son tantas quantas son las es-
pecies de las hernias.
7. Vólvulo por intususcepcion de un intestino en otro. Como
este fenómeno puede verificarse en qualquiera de las especies del vól-
vulo quando llega á cierto grado el espasmo ó convulsión de los in-
testinos, parece que debe considerarse solo como una variedad Ade-
mas no hay signos característicos que anuncien determinadamente es-
te estado.
8. Vólvulo indiano. Esta especie se observa con freqiiencia en
Goa, y la acompañan, á mas de sus síntomas generales, vehementes
retortijones de tripas y ofuscación de los sentidos. Acostumbran cu-
rarle los naturales aplicando un cauterio actual á lo c pies.
9. Vólvulo fisodes. Se distingue por el rugido de tripas , freqüen-
tes eructos en lugar de vómitos , y meteorismo. Se cura con los car-
minantes y antiespasmódicos.
10. Volvido calculoso. Se ha visto alguna vez un vólvulo vio-
lento y rebelde á todos los remedios, que cedió luego, deponiendo
el enfermo un cálculo de una pulgada de largo y media de grueso.
Si es que esta especie puede distinguirse , no habiendo un síntoma
característico, convendrá usar de los embotantes litontrípticos y
drásticos.
11. Vólvulo por una constricción callosa del colon. Sola la ins-
pección cadavérica es la que ha manifestado esta causa : ¿ no debería
tenerse por una variedad de la especie de vólvulo por compresión de
los intestinos?
12. Vólvulo de los imperforados. Resulta de la imperforacion
del recto y retención del meconio en los recien nacidos. Se cura des-
TOMO IV. Z
178 FLU
truyendo la membrana, que forma su cerramiento con el faringoto-
mo ó con el trocar, dirigiéndolo con el dedo índice. (V. imper-
foracion.)
13. Vólvulo verminoso. El que producen las lombrices, cuyas
señales le caracterizan , y se cura con los antihelmínticos.
14. Vólvulo por veneno. Es el que se ha observado á conse-
qüencia de haber tomado interiormente una porción de arsénico : en-
tonces aparecen todos los síntomas del envenenamiento , y es necesa-
rio recurrir al momento á los oleosos y mucilaginosos en gran can-
tidad.
Género xv. Cólera; pasa cólica; cólera morbo.
La cólera morbo está caracterizada por vómitos de materia bi-
liosa y por cursos freqüentes de la misma naturaleza, acompañados
de anxíedad , retortijones y calambres en las extremidades inferiores.
Reyna en los calores mas fuertes en los meses de Julio y Agosto,
aunque en los climas muy calientes puede manifestarse en todos los
tiempos del año. Por todas sus circunstancias parece que esta enfer-
medad es efecto del calor de la atm Esfera , que hace mas irritables
los órganos secretorios y excretorios de la bilis y todo el canal in-
testinal junto con la degeneración y secreción abundante de la mis-
ma bilis. Todas las partes expuestas entonces á su acción inmediata-
mente se hallan en un estado de espasmo, que desde los intestinos se
comunica á los músculos del abdomen , y con mucha freqüencia á los
de las extremidades.
La enfermedad recorre sus períodos con la mayor violencia y
rapidez, hasta que las fuerzas del enfermo se abaten en extremo, y
las mas veces repentinamente. Quando sobrevienen sudores frios, sín-
copes, frialdad de las extremidades y todas las señales de una debili-
dad general, suele perecer el paciente en el espacio de un dia ó an-
tes: en otros casos es menos violenta, continúa uno ó dos dias , y
entonces se disipa por grados; pero rara vez desaparece de este mo-
do sin el socorro de los remedios: los mas seguros , y que casi pue-
den mirarse como específicos , son el opio y el agua de nieve interior-
mente, y aun la misma nieve aplicada al abdomen, executado todo
con la mayor prontitud. Este género consta de diez especies.
1. Cólera morbo espontánea. Es la que sobreviene sin otra cau-
sa conocida mas que el inrluxo de una estación calorosa á principios
ó fines del estío: sus síntomas y curación quedan comprehendidos en
la exposición del género.
2. Cólera morbo seca de Sidenham, ó flatulenta. Resulta del
desprendimiento de gases consiguiente á un cúmulo de bilis degene-
rada en primeras vias: hay rugido de tripas, meteorismo y dolor
hacia los costados y lomos sin ninguna deposición de vientre: se cu-
FLU 179
ra con los carminantes &c. Una variedad de esta especie es la cólera
morbo que resulta de haber comido hongos venenosos ; y en quanto á
su curación véase el artículo hongos. V ogel reduce esta especie á la
afección hipocondriaca y al dolor cólico; advirtiendo juiciosamente,
que no siendo la cólera morbo seca , antes bien todo lo contrario, de
ningún modo le conviene el nombre de cólera morbo.
3. Cólera morbo por los venenos minerales. {Véase el vólvulo
por un veneno en el género anterior, especie 14.) La producen
igualmente el vitriolo t los antimoniales y las preparaciones de arsé-
nico y mercurio.
4. Cólera morbo por un veneno animal. Se ha visto alguna vez
resultar la cólera morbo por haber comido huevos del pez lucio ó
la tinta de la xibia; pero tal vez esta observación carece de exac-
titud.
j. Cólera morbo intermitente. Es la que acompaña á los paro-
xismos de las calenturas intermitentes malignas. Se cura con la qui-
na en grandes dosis, y el opio.
6. Cólera morbo indiana. Se observa con freqiiencia esta espe-
cie en las Indias orientales , y sus síntomas son sed ardiente, cefalal-
gia , inquietud, calentura, delirio , fluxo de vientre y vómitos, pul-
so fuerte y desigual , orinas encendidas y blancas , pero siempre cla-
ras: los naturales usan empíricamente, pero con feliz suceso, para
curarla de la aplicación del cauterio actual al talón en su parte mas
callosa , hasta que los enfermos sienten dolor.
7. Cólera morbo inflamatoria. Es la que sobreviene en la ente-
ritis ó en la gastritis. (V. estos artículos. )
8. Cólera morbo verminosa. La ocasionan las lombrices en orí-
meras vias , cuyos síntomas la caracterizan , y se cura con los anti-
helmínticos.
9. Cólera morbo artrítica. Es la que resulta de la retropulsion
ó mala situación de la materia artrítica. ( V. artritis en el géne~
ro i, en la clase séptima de dolores. )
10. Cólera morbo por exceso en comida y bebida. Esta especie,
cuyo carácter indica su misma denominación , es pasagera y saluda-
ble en quanto liberta á las primeras vias de su infarto.
Cullen reduce las mas de estas especies á la diarrea.
Genero xvi. Diarrea; reuma gastros de Galeno;
cursos; diarrea.
El carácter de la diarrea consiste en las deposiciones freqüentes de
vientre, de materiales recrementicios, por lo común líquidos: se dis-
tingue de la pasión celiaca y de la lienteria, en que no se arrojan los
alimentos crudos ó convertidos en quilo : del tenesmo ó pujo , en que
iSo FLU
á los esfuerzos para deponer se sigue evacuación ; de la hepatirrea y de
la disenteria en que el material no es sanguinolento, y de la melaena,
en no ser negro. Parece que esta enfermedad proviene del aumento
de irritabilidad y de movimiento peristáltico en el canal intestinal
junto con la atonía de las membranas mucosas. Este estado particu-
lar de los órganos puede provenir de diferentes causas, que es fácil
reducir á dos claves generales: la primera incluye las enfermedades
de ciertas partes del cuerpo, que ya por razón de la simpatía de los
intestinos con estas partes, ó de la relación de los intestinos con to-
do el sistema, producen un aumento de acción, sin que ninguna ma-
teria estimulante se transporte á ellos de la parte primitivamente
afecta: la segunda clave de las causas del aumento de acción de los
intestinos contiene los estimulantes de diferentes géneros, que obran
en derechura sobre los mismos intestinos. Según esto es claro que no
puede determinarse una curación general, puesto que es necesario re-
mover las causas ocasionales, ó mudar el diverso estado morboso pa-
ra curarla. Nos limitaremos pues á indicar el me'todo curativo en ca-
da una de las especies. Sin embargo son útiles en general los cáusti-
cos, y principalmente la ipecacuana en quanto á cambiar la acción
de los intestinos, los calmantes y antiespasmódicos , los ácidos, y
con particularidad todos los que llaman directamente á la piel. Este _
género consta de veinte y una especies.
1. Diarrea estercorosa. Es la que resulta del exceso en la co-
mida y bebida ó de su indigestión: es útil, y debe promoverse con
los purgantes , á no llegar á ser excesiva ó demasiado duradera.
2. Diarrea vulgar. Se diferencia de la anterior en ser mas gra-
ve y de mas duración , y en que no se excretan solamente la materia
excrementicia, sino también los varios humores gástricos segregados
en mas abundancia, por el exceso de irritación y la atonia. Se cura
con los ácidos, astringentes, tónicos, la triaca, el diascordio solo, ó
con dosis cortísimas de ipecacuana &c.
3. Diarrea febril. [Véase la sintomatologia febril ¡ artícu-
lo CALENTURAS. )
4. Diarrea pituitosa. Es freqüente entre los indios , y se atri-
buye á la supresión de la transpiración ; acomete mas bien en el tiem-
po lluvioso de invierno que en el estío: se usa para curarla de la ipe-
cacuana con buen éxito en cocimiento.
5 . Diarrea carnosa. Es aquella en que se expelen algunas por-
ciones como membranosas, y así pertenece á la disenteria ó es resul-
tado de ella. (V. disenteria.)
6. Diarrea variolosa. Es la que sobreviene en las viruelas, no-
civa en las discretas y útil en las confluentes ; por lo qual no se la de-
be contener, sino impedir únicamente que llegue á debilitar por me-
dio de los cordiales y corroborantes.
FLU 181
7. Diarrea involuntaria 6 incontinencia de -vientre. Se verifi-
ca en los muchachos y aun en algunos adultos , que intespestivamen-
te y por descuido 'deponen en la cama: debiera omitirse esta espe-
cie , puesto que solo es un vicio y no una enfermedad.
8. Diarrea biliosa. Es producida por un aparato bilioso en pri-
meras vias, cuyos síntomas la caracterizan, como son el calor au-
mentado hácia los hipocondrios, la sed y la sequedad de la boca , la
lengua amarillenta y amarga , el color amarillo de los excremen-
tos &c. Siendo en una estación cálida y en sugetos de constitución
biliosa, se cura con los eméticos, principalmente con la ipecacuana,
y suele ser terminación de una terciana ó de una calentura remiten-
te del mismo carácter.
9. Diarrea artrítica. Es la que resulta del virus de la materia
artrítica retropulsa ó mal situada: la primera indicación es resta-
blecer el paroxismo artrítico en las partes que ataca regularmente.
( V. artritis en la clase de dolores. )
10. Diarrea serosa. Se distingue por ser el material seroso; á
veces es útil en varias afecciones del cerebro , ó quando sobreviene
en las hidropesías; y si es perjudicial, se modera con los calmantes
y tónicos.
Una variedad de esta es la diarrea urinosa t que sobreviene en
la iscuria. (V. este articulo.)
11. Diarrea purulenta. Es consiguiente á una supuración en el
mesenterio : aparece periódicamente á medida que se va formando y
acumulando la supuración: la preceden los síntomas de esta en aque-
lla parte; y en las excreciones se advierte una porción de pus , algu-
na vez mezclado con sangre ; por lo común los enfermos sienten con
ella algún alivio de su principal dolencia.
12. Diarrea de los chilenos. Es endémica en Chile. Su causa
parece ser una inflamación del intestino recto , y sus síntoma* son
calentura aguda, tensión en el ano y deposiciones freqüentes. Se cu-
ra con las enemas emolientes , anodinas &c.
13. Diarrea coliquativa. Es la que acompaña á las calenturas
agudas de mal carácter, ó á las anfimerinas lentas: en ella se expelen
los materiales muy líquidos, de color negro ú obscuro, fétidos, pú-
tridos y oleosos, de donde se sigue gran postración de fuerzas y ex-
tenuación. Casi siempre es incurable, como lo es la enfermedad prin-
cipal que la produce.
14. Diarrea verminosa. Se conoce por las señales de las lom-
brices. ( V. lombrices. )
15. Diarrea por la dentición. Es la que acomete á los ni-
ños en la época de la dentición , y los liberta por lo regular de
las convulsiones: muchas veces se complica entonces con las lom-
brices.
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FLU
16. Diarrea por hipercatarsis. Es la que se origina del uso
excesivo ó intempestivo de medicamentos purgantes , quales son el
diagridio, las coloquíntidas &c, y desaparece con el uso de los cal-
mantes.
17. Diarrea coleriodes. Acompañan á esta especie retortijones
y dolores vehementes, y aun calentura: es común en las recien pari-
das por un rapto de ira ó por supresión de los loquios. Se cura con
los calmantes y diluentes, la ipecacuana en cortas dosis &c.
18. Diarrea adiposa. Es aquella en que sale el material oleoso,
parecido á la manteca derretida , y se distingue de la coliquativa en
que no viene con la calentura lenta. A un hombre le sobrevino una
diarrea, cuyo material era semejante al esperma de ranas, y en can-
tidad de diez libras, de resultas de haberse cortado unas almor-
ranas.
La diarrea adiposa se cura con los incrasantes y tónicos com-
binados con los calmantes.
19. Diarrea de los lactantes. Es una deposición propia de los
niños de pecho, y mas líquida de lo regular: resulta por lo común de
darles alimentos todavía indigestos para ellos , como las papillas muy
crasas, frutas &c: se distingue de la que viene por la dentición por-
que faltan las señales de esta ; y se cura dándole al niño algunas cu-
charadas de xarabe de chicorias con ruibarbo , ó el agua emetizada,
y absteniéndose del uso de semejantes alimentos.
20. Diarrea fe tricosa. Es la que acompaña ó se sigue á las ca-
lenturas intermitentes, que, si en vez de aliviar al enfermo, como al-
guna vez sucede , le debilita , se debe curar con la quina.
21. Diarrea de los pleuríticos. Generalmente tienen todos por
perniciosa la diarrea que sobreviene en las pleuresías ; pero es induda-
ble que si no produce debilidad , y hay al mismo tiempo un aparato
bilioso , ó la enfermedad participa de este carácter , será provechosa.
Género xvii. Celiaca ; pasión celiaca.
La acumulación de substancias alimenticias ó de otras materias,
que los diferentes manantiales de que hemos hablado mas arriba vier-
ten en los intestinos , puede ocasionar con particularidad la diarrea
quando la absorción que se debe hacer por los vasos lácteos , ó por
los otros vasos absorventes, no se puede efectuar por razón de la obs-
trucción de sus oriíicios ó de las glándulas mesentéricas , que pueden
solas dar paso á los fluidos que se han absorvido. Hay un caso de es-
ta especie, en que el quilo, preparado en el estómago y el duodeno,
no se absorve, atravesando los intestinos, y sale en gran porción
por el ano: se ha llamado esta enfermedad morbus coeliacus, 6 sim-
plemente ó con mas propiedad cceliaca , que por consiguiente mira-
FLU 183
mos como una especie de diarrea. Macbiide dice que son tan pocos
los exemplos bien circunstanciados , que con razón podemos tenerla
por variedades de una diarrea inveterada; ni es necesario proponer
curación particular de ellas , porque no se diferencia en nada de la
que hemos recomendado para la diarrea que sobreviene á la disente-
ria. Este género consta de quatro especies.
x. Ce Haca quilosa. Es la deposición del alimento líquido y sin
cocer , y por lo común degenerado en quanto á su olor , color y
consistencia, blanquecino, fétido y fangoso, con eructos, dolor ob-
tuso en el estómago , o con latidos , debilidad y extenuación. Es en-
fermedad crónica , muy larga y difícil de curar. Parece que en su
Eroduccion tiene parte alguna afección del órgano excretorio de la
ílis , la qual no fluye para elaborar el quilo , y sostener la acción
intestinal.
2. Celiaca purulenta. Se han visto evacuarse tumores forma-
dos en las caderas, en el codo y otras partes por fluxos de vientre;
y esta circunstancia es la que constituye esta especie, que se distin-
gue de la diarrea coliquativa en el color blanquecino del pujo y en
la falta de peligro , ó mas bien en su salubridad.
3. Celiaca mucosa. Es en la que se evacúa una porción de inoco
intestinal, que alguna vez se ha confundido con el pus: se cura con
los incrasantes, tónicos &c.
4. Celiaca láctea. Mas bien parece una variedad , pues solo se
diferencia por ser el humor semejante á la leche.
Genero xviii. Lienteriaj laxitas intestinorum de Celso.
Decimos de este género lo mismo que del anterior. Los mas de
los Nosologistas le colocan en la diarrea. Su carácter consiste en
evacuar los alimentos, casi sin ninguna alteración, inmediatamente
después de haber comido ó á muy poco rato ; por lo qual se cree
que el estado de relaxacion y exceso de sensibilidad orgánica empie-
za en el estómago , y se propaga á todo el canal intestinal. Este gé-
nero consta de cinco especies.
1. Lienteria por ulcera del estómago. Se conoce por las seña-
les de esta afección primitiva , y se cura con los detergentes y dese-
cantes.
2. Lienteria espontanea. Es la que proviene de la irritación del
estómago , y se manifiesta apénas toma el enfermo algún alimento.
La triaca y la quina ó el cocimiento de menta piperita son los reme-
dios mas eficaces en este caso.
3. Lienteria escorbútica. Resulta en los que padecen escorbuto
de la irritación que produce el humor sanioso de sus encías, tragado,
en el estómago. Se cura procurando no tragar la saliva, y usando de
i8 4 FLU
los antiescorbúticos. ( Véanse los artículos escorbuto y anties-
corbúticos. )
4. Lienteria a/tosa. Se origina de la formación de aftas en el
mismo estómago. ( V. aftas. )
5. Lienteria secundaria. Es la que sobreviene á una disenteria
ó diarrea inveterada. Su curación se cifra en la de la enfermedad pri-
maria.
Genero xix. Tenesmo : pujos.
El carácter de este género consiste en la deposición mucosa y es-
casa, con grandes y continuos estímulos á deponer el vientre y es-
fuerzos proporcionados á estos. Su principio ó la irritación morbosa
existe en el mismo intestino recto, y por tanto debe dirigirse mas
bien localmente la curación. Este género consta de diez especies.
x. Tenesmo espontaneo. Pende del mismo material excrementi-
cio ó de un humor acre segregado en las glándulas del ano. Es sín-
toma constante de la disenteria , y cede con los enemas y apositos
oleosos, emolientes , anodinos , como las lavativas de leche, almi-
dón , yemas de huevo y filonio romano , usando al mismo tiempo
algún purgante suave.
2. Tenesmo por cálculo de la vexiga. Es el que resulta de la
inflamación del cuello de la vexiga , que se comunica al esfínter del
ano. Se calma con los semicupios tibios y narcóticos ; pero su cura-
ción radical depende de la del cálculo. (V. este articulo. )
3. Tenesmo indiano. Es endémico en las Indias, y crónico: vul-
garmente se llama per se , y en el Brasil bicho.
4. Tenesmo por ascárides. Se distingue por los síntomas, que
manifiestan la presencia de las lombrices de esta especie en el ano,
qual es la picazón , que cede después de deponer el vientre , ó ven-
toseando; y repite todos los dias regularmente por la tarde y en la
cama. ( V. ascárides. )
5. Tenesmo hemorroidal. Esta especie resulta de la irritación
excitada en el ano por las almorranas; es la misma que padecen las
mugeres preñadas. Los enfermos sienten cierta incomodidad como si
tuviesen un hueso de abridor en aquella parte. ( V. hemorroides. )
6. Tenesmo ulceroso. Según los antiguos el tenesmo proviene de
una exulceracion del ano ; pero se han visto fístulas de esta parte sin
sobrevenir el tenesmo. Tal vez el moco degenerado se ha tenido por
pus entre los patronos de esta opinión.
7. Tenesmo por carcinoma. Trae su origen esta especie de los
carcinomas formados entre la vexiga y el recto , y cuyo humor ico-
roso estimula el recto. (V. carcinoma.)
8. Tenesmo disentérico. Es el que acompaña á la disenteria , y
ademas trae como ella su origen de los intestinos delgados. El ca-
FLU 185
rácter de esta especie es muy antiguo, y apénas debe distinguirse de
la disenteria.
9. Tenesmo por durezas. Se observa en los hipocondriacos, y
otros sugetos naturalmente estreñidos, que usan de la leche por co-
mún alimento, o sudan con exceso, cuyo excremento , figurado en
bolitas duras, irrita al intestino recto á su salida , y á veces es nece-
sario recurrir á alguna operación manual para desalojarlas.
10. Tenesmo orienta/. Fué este antiguamente endémico en An-
gola , y después se propagó al Brasil. Es secundario, esto es, efecto
de la disenteria mal curada, ó primario. El dolor en esta especie es
atroz , con estreñimiento de vientre, ó saliendo los excrementos tan
endurecidos, que atormentan cruelmente al enfermo, de donde se
siguen vigilia, calentura, postración, náuseas, dolor y ardor de ca-
beza. Á veces se anuncia de antemano con laxitud , dolores genera-
les , inapetencia , picazón al ano , y algún conato á deponer el vien-
tre; el orificio del ano se abre en extremo, y aparece de color aplo-
mado y cárdeno, arrojando después sangre y aun algunas lombrices
pequeñas , que son muy comunes entre los naturales del Brasil.
Se precave con los continuos lavatorios de agua fria en el ano,
enemas , baños &x. Suele corregirse en un principio con el vapor del
cocimiento de limones recibido en el ano, ó introduciendo en él al-
gunas rajas de limón; y se cura con las enemas calmantes, con los
eméticos, diluentes, subácidos &c. En Angola, á mas de los sínto-
mas referidos, se observa una hinchazón tan grande de los ojos , que
parece van á salirse de sus órbitas, y una profunda tristeza; y suele
seguirse la convulsión llamada beriberia.
Orden tercero. Fluxos serosos.
Baxo esta denominación se comprehenden los fluxos que no son
sanguinolentos ni de vientre, sino mucosos, urinosos, purulentos,
lácteos , aquosos ó linfáticos; de los quales unos salen del órgano cu-
táneo, como la efidrosis ; otros de las narices, como el romadizo,
la flegmatorragia ; otros de los ojos, como la epifora ; algunos de la
boca , como el tialismo ; del pecho , como la anacatarsis ; ó de las
partes genitales, como la leucorrea, la gonorrea, la enuresis y la
diabetes.
Es imposible explicar en una misma teoría los fluxos que Sauva-
ges comprehende en esta clase, porque á veces dependen de partes
diversas, por su organización y naturaleza; ni las causas que tantos
autores han inventado para explicar sus diferentes afecciones pueden
ser en una parte las mismas que en otra, ú obrar de un modo idén-
tico. Así nos proponemos en la explicación de cada género ilustrar
algún tanto sobre esta teoría.
TOMO IV. A A
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Baste pues recordar aquí que las membranas mucosas y serosas
gozan de una vida aislada , por decirlo así , que solo tienen una sensi-
bilidad orgánica , y que reciben fácilmente las impresiones morbosas
de otros órganos , con los quales pueden tener comunicación por
una simpatía de texido , ó por la de sus propiedades vitales, ó en fin
por las correspondencias de su sistema nervioso. Así qualquier estí-
mulo , que directa ó simpáticamente aumente con exceso su sensibili-
dad orgánica , disminuyendo juntamente su fuerza tónica , debe con-
siderarse como el principio de las enfermedades de este orden ; pero
es sobre todo necesario conocer quál es la parte que primitivamente
padece y produce el fluxo, para restablecer su curación radical. Los
efectos de este principio son mas enérgicos y manifiestos por el con-
curso de otras causas ocasionales , como las pasiones de ánimo , los
malos alimentos &c. En general están indicados los tónicos, astrin-
gentes y antiespasmódicos.
Género xx. Efidrosis : sudor excesivo.
La efidrosis es una evacuación de sudor preternatural , y notable
por su quantidad y qualidad , y por sobrevenir intempestivamente.
Para conocer el exceso de cantidad en esta evacuación es necesario
tener presente la naturaleza del paciente , las causas que obran en él,
y distinguir los efectos que produce, y los 1 síntomas que la acompa-
ñan : asimismo, por medio de los sentidos, podemos reconocer su
qualidad viciosa, comparando todos sus fenómenos con los que pre-
senta en el estado natural.
Es claro que en las enfermedades de este género se combina cier-
to grado de atonía del sistema exhalante cutáneo con un aumento
de acción y de contractilidad en lo restante del capilar y de los ra-
mos mayores ; pero á veces también sale el sudor sin otro impulso
que el de las fuerzas naturales del sistema vascular, habiendo una
gran relaxacion en los orificios de la periferia. Es también indudable
que algunas veces están atacados de espasmo los órganos destinados
á otras evacuaciones análogas, por lo qual se hallan estas suprimidas,
y sus humores dirigidos con mayor energía á otros puntos diferen-
tes. Todas estas consideraciones indican que, á mas de fortificar el
sistema exhalante cutáneo, es indispensable moderar la acción au-
mentada de los vasos y el espasmo de otras partes. La primera in-
dicación puede desde luego satisfacerse con las friegas secas, los ba-
ños frios &c; pero en quanto á las demás debemos examinar en ca-
da especie los diversos estados morbosos en que se fundan. I os que
habitan en regiones calurosas se untan todo el cuerpo conaceyte, y
después entran en baños frios , cuyos auxilios son sin duda eficaces
para evitar el sudor. Este género consta de veinte especies.
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t. Efidrosis espontánea. Sauvages refiere haber observado esta
especie en tres 6 quatro sugetos , que sin causa manifiesta y sin ca-
lentura padecían sudores copiosos, que les duraban por espacio de
algunos meses, y acometían particularmente por la noche, de donde
resultaba la inapetencia , la debilidad y la extenuación. Se cura coa
la tintura de quina mezclada con el ácido sulfúrico , poniendo un es-
crúpulo de este en cada libra de aquella, con los baños frios, y tam-
bién con el opio dado en la corta dosis de la tercera ó quarta parte
de un grano.
2. Efidrosis escorbútica. Es síntoma del escorbuto. {Véase
este artículo.)
3. Efidrosis febril. Esta especie sobreviene en la termina-
ción de las calenturas, con alivio de todos los síntomas, ó duran-
te su vigor, y entonces es un síntoma febril. ( V. la sint ornato-
logia febril, artículo calentura, y también la efémera su-
datoria. )
4. Efidrosis sincóptica. Es un síntoma del síncope. ( V. este ar-*
tic u lo. )
5 . Efidrosis hética. Esta especie acompaña como síntoma á la
tisis, á la tabes y á las calenturas lentas anfimerinas. Se manifiesta por
lo común en las madrugadas en la cabeza, cuello y pecho: el mejor
medio para moderarla es salir de la cama al ayre fresco.
6. Efidrosis exantemática. Es la que acompaña al sarampión,
á la escarlata , á las calenturas miliares y á otras enfermedades exan-
temáticas: en la miliar tiene el sudor un olor ácido.
7. Efidrosis febricosa. Triteofia elodet de los griegos. Así se
llama el sudor que aparece en las calenturas intermitentes y remiten-
tes , y que en vez de aliviar el mal trae tras sí otros síntomas gra-
ves: anuncia regularmente la duración de la enfermedad.
8. Efidrosis lateral. En la Colección Académica se lee la ob-
servación de una muger, que sudaba siempre por el lado izquierdo,
excepto en el tiempo de la preñez. Las especies 9. Efidrosis lác-
tea, 10. Efidrosis melosa f 11. Efidrosis vinosa, 12. Efidrosis
verde t 13. Efidrosis negra , 14. Efidrosis lucida, 15. Efidrosis
urinosa , 16. Efidrosis sanguinolenta y 17. Efidrosis azul de-
ben considerarse como variedades , sin embargo que Sauvages las dis-
tingue específicamente, pues su diferencia solo consiste en la seme-
janza que tiene con la leche, con la miel&c, ó en su color, y siem-
pre es necesario atender á los demás síntomas para establecer su cu-
ración.
18. Efidrosis por saburra. Es la que sobreviene á conseqiiencia
de haber comido ó bebido con exceso ; por lo qual se cura con un
emético ó un purgante.
19. Efidrosis ácida. Es síntoma de la calentura miliar, de la
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FLU
raquialgia vegetal , de la efémera láctea y de la anfimerina verminosa.
(V. los artículos respectivos de estas enfermedades.)
20. Efidrosis arenosa. En esta se presenta en el sudor una es-
pecie de arenillas, que sin duda depende de la cristalización de algu-
na sal predominante.
Genero xxi. Epifora; Reuma ophtalmon de Galeno; lagrimeo.
El carácter de este género es un fluxo constante y copioso por
los ojos de un humor por lo común seroso : fluye regularmente de la
glándula lagrimal. (V. enfermedades de ojos.) Este género cons-
ta de trece especies.
1. Epifora por pasión de ánimo. Esta especie acompaña al his-
terismo, y proviene también de la tristeza , de la conmiseración ó de
otras pasiones análogas; por lo qual cesa ó disipado el histerismo con
una bebida antihistérica , ó excitando la pasión contraria.
2. Epifora por rhyades. ( V. este artículo. )
3. Epifora oftálmica. (V. oftalmía.)
4. Epifora de las viruelas. Es la que sobreviene en las virue-
las , que obstruye el conducto nasal.
5 • m Epifora por una fístula lagrimal. ( V. el artículo corres-
pondiente d esta enfermedad. )
6. Epifora por distorsión del parpado. ( V. ectropio en las
enfermedades de los ojos.)
7. Epifora por anchilope. ( V. anchilope en las enfermeda-
des de los ojos.)
8. Epifora fría de Senerto. Es un fluxo involuntario de lágrimas
serosas , sin picazón , dolor ni calor , á lo ménos notables : es con-
siguiente á las oftalmías crónicas, aun después de curadas, de resul-
ta también de la aplicación excesiva al estudio. Acomete por lo co-
mún hácia la edad de cincuenta años; se propaga en el invierno, y
con dificultad se cura ; aunque se alivia considerablemente abstenién-
dose del estudio, y resguardándose del viento, del humo, de los
manjares salados y de los licores espirituosos, y aplicándose algunas
fomentaciones corroborantes.
9. Epifora calida de Senerto. Es una destilación de humor se-
roso dé los ojos, acompañada de calor mordaz, picazón, rubicun-
dez y dolor ; y así es síntoma de varias especies de oftalmia , y prin-
cipalmente de la ulcerosa y fistulosa: son útiles en este caso los pur-
gantes repetidos, y aun los eméticos en dosis nauseabunda; los ve-
xigatorios aplicados á la nuca ó detras de las orejas ; destilar dentro
del ojo algunas gotas de una disolución de opio y goma arábiga en
agua de rosas, y poner paños con aguardiente por fuera del ojo, con
•el fin de hacer un desprendimiento de calórico.
FLU 189
10. Epifora sanguinolenta. Esta especie por lo comun ha sido
efecto de una supresión de la menstruación. (V. menorragia er-
rónea en el género vi , orden primero de esta clase.)
11. Epifora sebácea. Es el fluxo copioso del humor sebáceo,
que separan las glándulas sebáceas situadas en la margen de los pár-
pados, que en el estado sano sale en muy corta cantidad; el mejor
remedio para esta especie es la pomada de Stoll , que se compone del
precipitado roxo y la manteca fresca.
12. Epifora artrítica. Es la que proviene de la retropulsion del
humor artrítico: ademas de los remedios directos, que son los mis-
mos que hemos indicado en la especie nueve, es necesario renovar
el paroxismo artrítico en la parte correspondiente con los pedilu-
vios de ácido sulfúrico dilatado en agua, vexigatorios &c; igual-
mente convienen los eméticos.
13. Epifora láctea. Se ha observado esta especie en un niño
recien nacido; pero no consta su curación ni otra particularidad por
la historia del observador.
Género xxn. Coriza de Hipócrates \ catastagmo de otros auto-
res ; catarro de las narices ; jluxion ; destilación ; romadizo.
Es un fluxo por las narices de un humor diáfano, mucoso ó visco-
so, que viene de la membrana pituitaria, que reviste los senos fron-
tales esfenoidales y maxilares, y suministra en el estado natural un
liumor de poca consistencia y en corta cantidad , que pasa á la parte
posterior de la nariz y al esófago, y un moco viscoso, que barniza
continuamente la misma membrana. Se cura moderando el espasmo
y la irritación de la misma membrana pituitaria con los vahos calien-
tes y emolientes , ó tomando interiormente algún antiespasmódico,
la quietud &c. Este género consta de seis especies.
1. Romadizo catarral ; destemple de cabeza. Resulta de las
alteraciones de la atmósfera , y principalmente de la impresión del
frió estando el cuerpo caliente; sus síntomas son dolor gravativo de
la frente, estornudos, pérdida pasagera del olfato, la voz gangosa,
tos, y alguna vez dificultad de respirar; la destilación del humor,
que al principio era claro, se vuelve después mucosa y viscosa, con
lo qual termina la enfermedad : es mas incómoda quando ataca la
parte posterior de la nariz: se cura con la dieta, bebidas teiformes,
sudoríferas, vapores de leche tibia &c. (V. catarro.)
2. Romadizo jlematorragia. Se distingue del anterior en que
no le acompañan los síntomas generales del catarro.
3. Romadizo virulento. Esta especie pertenece á la Veterinaria.
4. Romadizo varioloso. Esta especie aparece en la invasión de
las viruelas y sarampión , y aun es uno de sus síntomas precursores
190 FLU
la acompañan estornudos, dificultad de tragar, tos y lagrimeo.
5. Romadizo purulento Es en el que el humor, que fluye de la
nariz , sale mezclado con pus. Si proviene de una úlcera de los senos
frontales deben usarse las inyecciones detergentes, y aun desahogar-
los del foco purulento por medio de una operación quirúrgica; y
si este se halla en uno de los senos maxilares, se le da salida arrancan-
do el colmillo correspondiente.
6. Romadizo febricoso. Se ha observado este fluxo periódico,
y guardando el tipo de una calentura intermitente cotidiana , el qual
en efecto se curó con el uso de la quina combinada con los pur-
gantes.
Genero xxiii. Ptialismo anabexh de Galeno j anacrompsis
de Hesychio'y salivación \ babeo.
Es un fluxo de saliva ó de un humor mucoso por la boca , sin ex-
pectoración ni vómito: es necesario tener presente, para Conocer el
carácter de este género, que á la boca fluyen diferentes humores,
quales son: i.° la saliva: 1° el humor claro y mucoso que de las na-
rices pasa á las fauces; y 3. 0 el moco viscoso, que suministran las aga-
llas y las glándulas sebáceas de las fauces. Así un estímulo aplicado
á qualquiera de estas partes excita simpáticamente las demás , y pro-
duce una excreción mas abundante de sus humores. Considerando
pues el origen primitivo del mal, y las causas que hayan determina-
do particularmente esta afección, se hallará el método curativo, que
por lo mismo no puede establecerse en general. Este género consta
de veinte especies.
1. Ptialismo nauseoso. Es el que resulta de las náuseas , ya ex-
citadas por un aparato saburroso de primeras vias , ya por la acción
de un emético , ó por qualquiera substancia de sabor nauseoso , como
el acónito &c. Su curación consiste en desvanecer la causa que exci-
ta la náusea. (V. el género xii de esta misma clase.)
2. Ptialismo por pirosis 6 rescoldera. Se distingue de la ante-
rior por la sensación de ardor y erosión que sube desde el estómago
á la boca. (V. pirosis.)
3. Ptialismo lapónico. Es síntoma del cólico de los lapones , y
se distingue por los dolores atroces al rededor del ombligo.
4. Ptialismo por laxitud. Esta especie se observa en los estú-
pidos, en los paralíticos, y en los que padecen una relaxacion de la
mandíbula inferior.
5 . Ptialismo mercurial. Es el que sobreviene en el uso de las
fricciones mercuriales , ó de qualquier otra preparación del mercurio,
por la acción que este «tiene sobre las glándulas salivales: se evita
usando de los calmantes al tiempo de las fricciones , y purgando á
FLU 191
los enfermos con freqüencia, y en general evitando todas las causas
que puedan influir en la supresión de la transpiración. Se modera con
los enxuagatorios emolientes, espasmódicos y calmantes, suspendien-
do el uso del mercurio, empleando los mismos medios preservati-
vos que hemos indicado, y aumentando su dosis.
6. P tialismo -varioloso. Es el que sobreviene en las viruelas.
( V. VIRUELAS.)
7. P tialismo escorbútico. Esta especie es síntoma del escorbu-
to, cuyas señales la caracterizan. (V. escorbuto.)
8. Ptialismo hipocondriaco. Se observa en los hipocondriaeos
y melancólicos, sin duda por hallarse embarazado el círculo en el
vientre por los espasmos y obstrucciones que padecen. {Véase hi-
pocondría.)
9. Ptialismo artrítico. Se distingue esta especie por haberse ob-
servado alguna vez en los gotosos; tal vez resulta de la debilidad del
estómago, propia de los artríticos.
10. Ptialismo tísico. Es la excreción abundante de un material
viscoso, salado y acre, principalmente por las madrugadas, en los
sugetos que tienen una disposición constitucional á la tisis : suele ma-
nifestarse muchos años antes que esta, y en su último grado vuelve
á aparecer en mayor abundancia.
1 1. Ptialismo verde. Se funda esta especie en el caso que refie-
re Huxham de un hombre de quarenta años , que se curó de una ic-
tericia y un cólico, con un ptialismo muy copioso de color verde,
resultado tal vez de los remedios que le habian suministrado.
12. Ptialismo purulento. Sauvages forma esta especie por la
observación de un muchacho que por espacio de mas de tres años
estuvo arrojando por la salivación un pus sanioso, que provenia de
los senos maxilares , cariados y abiertos en la cavidad de la boca.
(V. para su curación la especie quinta del género xxit coriza.)
13. Ptialismo a/toso. Es el que resulta de las aftas. (V. este
artículo.)
14. Ptialismo de las preñadas. Consiste en la excreción abun-
dante de saliva viscosa, con alguna sensación de acidez, dolor de
estómago ó náusea común en los tres ó quatro primeros meses de la
preñez.
15. Ptialismo catarral. Es el que sobreviene en la odontalgia
ó en la angina catarral, y se cura como estas enfermedades.
16. Ptialismo por caries. Es el que se sigue á la caries de los
huesos maxilares ó de los dientes, y alguna vez llega á producir una
consunción héciica. Parece que en esta especie hay una perforación
del seno de Hygmoro ó de los maxilares; se ha observado este mis-
mo ptialismo en un trismo.
17. Ptialismo por cálculo. Se ha visto resultar esta especie de
19a FLU
la presencia de ün cálculo en el conducto salival , ó de su forma-
ción debaxo de la lengua; la acompañan al principio una ligera difi-
cultad de tragar, dolor vivo debaxo de la lengua y calentura, sín-
tomas que cesan con la extracción del cálculo.
18. P tialismo febril. Es el que se ha observado alguna vez en
ciertas calenturas remitentes epidémicas, según refiere bidenham en
su tratado de la Calentura variolosa.
19. Ptialismo sifilítico. Aparece en los que tienen úlceras ve-
néreas en la garganta sin haber usado del mercurio. (V. el artículo
correspondiente en las enfermedades venéreas.)
20. Ptialismo urinoso. En esta especie la saliva es semejante por
algunas circunstancias ála orina; pero no tenemos una historia exac-
ta de ella.
Genero xxiv. Anacatarsis; anaptysis de Hipócrates;
tos húmeda; expectoración.
Es una expectoración constante y notable de moco, linfa , ú otro
qualquier humor, con tos; rara vez es una enfermedad esencial, y las
mas es síntoma de la tisis , del asma húmeda ó del catarro. Así su
curación depende de la de estas enfermedades. Este género consta
de cinco especies.
1. Anacatarsis biliosa. Esta especie fué observada por Hu-
xam, y en ella la saliva tenia el color y sabor de la bilis; sin duda
habia algún espasmo en el duodeno, que impedia su tránsito por los
intestinos, porque al mismo tiempo salían los excrementos de color
gris: convienen en esta especie los xabonosos, purgantes, amargos,
el tártaro soluble &c.
2. Anacatarsis tísica. (V. la tisis húmeda en la clase de
CAQUEXIAS.)
3. Anacatarsis por vómica. {V. vómica.)
4. Anacatarsis puriforme. Consiste en la expectoración de un
material viscoso de color gris semejante al pus, y suele sobrevenir
en la terminación de la perineumonia , en cuyo caso es útil la leche
con los tónicos, ó después de las calenturas pútridas; y entonces
debe continuarse el plan corroborante y antipútrido hasta que des-
aparezca.
5. Anacatarsis asmática. (V. asma húmeda.)
Género xxv. Diabetes ; dipsacus de Galeno ; fluxo de orina.
Baxo este nombre comprehende Sauvages los fluxos de orina , en
que se evacúa inmediatamente toda la bebida, y a>in mas', coa exte-
nuación, calentura lenta y sed insaciable; aunque modernamente los
FLU 193
nías de los autores entiendan por diabetes solamente una de las es-
pecies de que hablaremos inmediatamente; las causas comunes de
estas evacuaciones superabundantes son la debilidad ocasionada por
grandes hemorragias y supuraciones , por sangrías freqüentes , ó por
haber precedido largas enfermedades; el abuso de los licores espi-
rituosos, ó de bebidas aquosas calientes ó tibias; el vivir en parages
húmedos y trios; la vida sedentaria; los alimentos mal sanos ó poco
nutritivos, y las vehementes pasiones del ánimo, que producen una
melancolía habitual : para producirla se reúne la debilidad y exceso
de irritabilidad en los órganos destinados á la secreción y excreción
de la orina, con la falta de asimilación en la masa humoral, atonia y
espasmo de otros órganos; y así estas consideraciones suministran des-
de luego las ideas relativas al plan curativo. Este género consta de
siete especies.
1. Diabetes legítima. Es la necesidad continua é incorregible
de orinar; y siendo la evacuación mayor en su cantidad que el líquido
que se bebe , resulta la extenuación , la sed , el fastidio , y á veces
una hidropesía urinosa , si por algún accidente llega á haber una re-
tención , ó por lo ménos produce la tabes , calentura lenta &c. : con-
vienen para su curación, que es difícil , las aguas ferruginosas, el al-
canfor, y en general todos los tónicos.
2. Diabetes inglesa sacarina. La orina está siempre muy clara
en esta especie, y á la primera vista parece del todo sin color; pero
si se mira con atención , y á una cierta luz, se percibe casi siempre
en ella un ligero matiz de un verde amarillento , lo que hace habér-
sela comparado con mucha razón á una disolución de miel en una
gran porción de agua. La orina por lo general es mas ó ménos dul-
ce al paladar , y se ha reconocido por muchas observaciones hechas
poco ha en diferentes personas afectas de diabetes, que esta orina
contenia una cantidad considerable de materia azucarada, y que pa-
rece ser de la naturaleza del azúcar común ; puede considerarse en
ella tres períodos: en el ademas de los síntomas generales, sale la
orina clara, sin olor, y casi sin sabor ni sedimento: en el 2.° se au-
meutan los síntomas, aparece la desecación en todo el cuerpo, y las
orinas salen ya blanquecinas, ya amarillentas , y semejantes al agua-
miel, de sabor dulce y azucarado, con sedimento copioso cenicien-
to , y alguna vez se alternan la hinchazón del vientre y el excesivo
fluxo de orina: en el 3. 0 el marasmo es completo; y el pulso peque-
ño, irregular é intermitente, junto con las demás señales de la ato-
nia, y lesión de todas las entrañas, anuncia la muerte mas ó ménos
próxima.
La experiencia manifiesta que la materia azucarada es uno de los
elementos que recibimos con el quilo; y que depositándose en todas
partes con el albumen, gelatina y sales neutras , contribuye á la asi—
TOMO IV. BB
194 FLU
milacion y nutrición , según las proporciones necesarias al estado de
salud. Luego si por una superabundancia de esta materia azucarada,
<5 por un desvio particular , se dirige hácia los órganos secretorios de
la orina , puede determinar el fluxo excesivo de un líquido sabroso,
que constituye el carácter de los diabetes, y ocasiona el aniquila-
miento y el marasmo. Las indicaciones curativas que se han propues-
to hasta aquí son relativas á las diferentes teorías que se han admiti-
do; pero como la enfermedad es efecto casi siempre de la falta de
asimilación, deben ser en todo caso provechosos los alimentos nutri-
tivos y de fácil digestión, la quina y los marciales, el exercicio ac-
tivo , la mudanza de clima , los baños &c. ; advirtiendo que quando
la diabetes está sostenida por otra afección particular , no se debe
olvidar la curación de esta , como que es la enfermedad primitiva.
3. Diabetes histérica. Esta especie es freqüente en las mugeres
histéricas ; y en los raptos de ira la orina sale como agua clara , y á
veces ha durado por espacio de algunos dias ; pero por lo común se
calma con qualquier antiespasmódico.
4. Diabetes artificial. Sauvages establece esta especie inoportuna
é infundadamente; pues solo se verifica quando se ligan los vasos del
bazo en un perro , como lo executó Malpighio en sus experimentos.
5. Diabetes por el abuso del vino y licores espirituosos. Esta
especie se ha observado en los sugetos que habian abusado del vino,
de los licores y de las substancias aromáticas: la abstinencia, los
buenos alimentos y los ferruginosos son sus remedios mas seguros.
6. Diabetes artrítica. Es síntoma de la artritis inveterada : aco-
mete fuera del paroxismo, en que la orina siempre es en corta can-
tidad y con color; pero fuera de ellos es abundante y aquosa. Su
curación consiste en la de la enfermedad principal.
7. Diabetes febricosa. Esta especie es consiguiente en los vie-
jos á las tercianas intermitentes y cotidianas curadas con método de-
bilitante , por lo que exige el uso de los tónicos en general.
Género xxvi. Ennresis ; perirrhea de Hipócrates ; paresis de
Areteo ; est angarria de Galeno ; fluxo de orina ú incontinencia
de orina.
Consiste este género de enfermedad en la excreción involun-
taria é intempestiva de orina , sin estímulo alguno de la vexiga , y
las mas veces sin sentirlo los enfermos: se distingue de la diabetes en
que la cantidad de orina no es mayor de la regular, ni el color di-
verso del estado sano; y de la disuria, en que se verifica sin estímu-
lo ni ardor: en la ennresis, ya las fuerzas expulsivas estén aumen-
tadas por un exceso de la contractilidad , ya no salgan del tono
natural, siempre suponemos relaxacion en el esíinter de la vexiga;
FLU 19$
y muchas veces suele también depender de haberse achicado la ve-
xiga por un tumor ú otra qualquiera causa &c. Baxo esta conside-
ración será siempre una indicación directa en las enfermedades de
este género el entonar el esfínter de la vexiga, y remover las causas
que determinan la excreción freqüente del líquido que contiene; pe-
ro debiendo ser diferentes los remedios, con arreglo á la variedad
de estas causas , nos remitimos á la exposición de las especies. Este
género consta de nueve.
1. Enuresis de los niños. Esta especie no es una enfermedad,
pues el orinar con freqüencia, y á veces sin sentirlo, ó en sueños,
es un vicio de omisión en los niños. (V. la diarrea acrasia en
el género xvi del orden 11 de esta clase.)
2. Enuresis de los paralíticos. Consiste en la parálisis del
esfínter de la vexiga en los apoplécticos, hemiplécticos , y las mas
veces en los que padecen la paraplegia, ó han recibido una com-
presión, contusión ú herida de los nervios sacros y lumbares: en es-
ta especie está goteando la orina continuamente y sin sentirlo el en-
fermo : se cura con los mismos remedios que las enfermedades que
las ocasionan. [V. sus respectivos artículos.) En los hombres no es
tan incómoda , porque pudiendo usar orinales de vidrio portátiles,
se evita la escoriación y el hedor que produce el derrame de la orina;
pero en ambos sexós es muy difícil de curar.
3. Enuresis de los quebrados. Es la que resulta de qualquiera
hernia, capaz de dilatar con exceso el esfínter de la vexiga, é impe-
dir su constricción: se cura según la enfermedad principal.
4. Ennresis de las preñadas. Es la que se observa en las pre-
ñadas, no solo en los últimos meses de la preñez , por la presión que
hace el útero en la vexiga , y que se alivia sosteniendo el vientre con
una faxa , sino también en las que han parido ya muchas veces , por
la mas leve inflexión del cuerpo, por un esfuerzo de risa ó de tos, y
en las recien paridas por la relaxacion de las partes. En estos casos
convienen los baños de vapores aromáticos , como del romero , de
la manzanilla &c.
5. Ennresis de las puérperas. Esta especie depende de la lar-
ga detención del feto al pasar por el orificio del útero, que compri-
me y contunde el cuello de la vexiga, resultando una inflamación y
perforación de la misma vexiga: es incurable.
6. Ennresis catamenial. Se funda en un caso particular de una
doncella de veinte y ocho años, que desde su nacimiento hasta la pu-
bertad padeció una incontinencia de orina , y habiendo comenzado á
menstruar , estuvo libre de aquella dolencia por espacio de tres años;
pero suprimida al fin de ellos la menstruación , padecía todos los me-
ses la enuresis, que le duraba tres dias, siempre en las horas de la
noche, con pervigilio , habiendo precedido cefalalgia, hinchazón de
196 FLU
los hipocondrios y de los pies, y aun hemotísis. Parece que esta en-
fermedad depende de la detención de la sangre menstrua en el sis-
tema vascular del vientre, que produce mayor excreción de orina,
y determina una excesiva irritación en este órgano. Debe curarse res-
tableciendo la menstruación con los remedios oportunos.
7. Enuresis calculosa. Es la que sobreviene por la presencia de
un cálculo de la vexiga ; y también puede reducirse á esta especie
la que proviene de la sección ó debilidad del esfínter de la vexiga
en la operación de la litotomia , ó también del encanecimiento de la
vexiga por el cálculo.
8. Enuresis por fístula. Esta especie trae su origen de las fís-
tulas que interesan á la vexiga ó á su esfínter , y son consiguientes á
la supuración de las almorranas, á las gonorreas virulentas , á los cál-
culos de la vexiga, ó á ciertas operaciones quirúrgicas, como de la
fístula del ano &c. Esta especie se cura del mismo modo que la
fístula.
9. Ennresis láctea. Es la que acomete á las recien paridas , por
haberse suprimido la leche; y se cura con los catárticos suaves y diu-
réticos, como el arcano duplicado; y restableciendo la secreción de
la misma leche en los pechos , con los baños locales calientes.
Genero xxvii. Disuria; est angurria de Paulo de Eginetaj
ardor de orina.
Su carácter consiste en salir la orina con dificultad y dolor, y las
mas veces con una sensación de ardor muy incómoda: se llama estan-
gurria de la voz griega strangos gota , porque no fluye la orina li-
bremente sino á gotas. En las enfermedades de este género el esta-
do morboso es opuesto á las del anterior, pues se nota un exceso de
sensibilidad y de irritación espasmódica desde la vexiga hasta la ure-
tra ; por eso convienen con preferencia los refrescantes, antiespasmó-
dicos y calmantes , como los semicupios , particularmente el alcanfor;
la emulsión arábiga es un buen remedio. Este género consta de diez
y siete especies.
1. Disuria histérica. Es la que acompaña al histerismo; y al-
guna vez la irritación ha sido tan violenta y constante , que no han
faltado Profesores que la hayan confundido con la disuria calculosa.
Se cura con qualquier antiespasmódico.
2. Disuria hermética. Resulta de las herpes de la vexiga: se
conoce por haber precedido el retroceso de herpes cutáneas, ó por
su existencia en la vagina, y por salir la orina mezclada con una
substancia furfurácea: es muy rebelde y dolorosa; y se cura con los
baños, aguas acídulas, y mejor diremos con los remedios capaces
de restablecer la antigua afección cutánea.
FLU 197
3. Disuria nefrdlgica. Es la que resulta de la nefralgia calcu-
losa , ó de la acrimonia de la orina , que estimula los riñones , pro-
pagándose la iiritacion por los uréteres hasta la vexiga. (V. nefral-
gia y CÁLCULOS.)
4. Disuria venérea. Esta especie es la mas freqüente en adultos
y viejos: en ella el caño de la orina sale ahorquillado; la preceden
siempre gonorreas virulentas mal curadas, y la acompañan varios
síntomas venéreos locales. (V. gonorrea.) Una variedad de esta
especie es la disuria que producen las carnosidades de la uretra , con-
siguientes á las gonorreas inveteradas, ó al abuso de ciertas inyeccio-
nes. En este caso es muy recomendable el uso de las candelillas y
bordones. (V. estos dos artículos.)
5 . Disuria primaria. Es la que se origina por la impresión de
varios agentes estimulantes en la economía, como los alimentos muy
picantes y salados, y el uso inmoderado de licores fermentados y de
cerveza, y aun la aplicación de las cantáridas. Se cura con los ene-
mas emolientes, simicupios, alcanfor, la emulsión arábiga de Fuller,
y otros remedios de esta clase.
6. Disuria hemorroidal. Es la que ocasionan las almorranas
hinchadas, y particularmente estando dislocadas. (Véase hemor-
roides.)
7. Disuria ardiente. Esta especie se observó hacia el siglo xiv,
principalmente entre los ingleses que cohabitáron con mugeres lepro-
sas, ó que habían cohabitado anteriormente con un leproso. (V.para
su curación el artículo elefantiasis.)
8. Disuria por cistocele ó hernia de la vexiga. Se conoce por
el tumor blando de la vexiga, como en el escroto, en el perineo &c,
y resulta de su compresión ; no se distingue de la enuresis de los que-
brados , sino porque en esta hay irritación y exceso de sensibilidad.
9. Disuria por la injlamacion del útero. Á veces basta para
producirla una ligera inflamación en algún punto del útero, y se
cura principalmente con los baños tibios, inyecciones emolientes &c.
10. Disuria por hister algia. Acompaña á esta especie un con-
tinuo conato á orinar y deponer el vientre; pero no es constante.
(V. H1STER ALGIA.)
xi. Disuria raquidlgica. Es síntoma de la raquialgia. (V. este
Artículo.)
12. Disuria calculosa. Se conoce por el deseo de orinar fre-
qüente, periódico, continuo y doloroso; por el dolor vivo en la ex-
tremidad de la glande , que se recrudece al tiempo de orinar ; por el
endurecimiento freqüente y desagradable del miembro, sin erección
ni tumefacción; por la sensación continua de un peso en el perineo;
por la supresión repentina de la orina, á veces en el momento de
evacuarla ; por la facilidad de orinar abriendo las piernas, ó estando
i 9 3 FLU
en postura supina; por el tacto ó por la introducción del catéter; y
por la exacerbación de los dolores con el exercicio , y principalmen-
te en ruedas por parages empedrados. (V. los artículos cálculos
DE LOS RIÑONES Y DE LA VEXIGA, Y LITOTOMIA.)
13. Disuria de las preñadas. No se distingue de la enuresis
de esta especie sino por la irritación , ardor y freqüencia de orinar:
también puede provenir de la histerostosis &c.
14. Disuria de las recien casadas. Resulta del uso desenfre-
nado de los placeres del amor en las jóvenes casadas con hombres
muy vigorosos , sobreviniéndoles un ligero encendimiento de la vulva
y de las ninfas; y se disipa con la continencia y el uso de fomentos
emolientes : suele acometer también á los hombres , pero es mas pa-
sagera.
15. Disuria por insectos. Se ha visto cesar alguna vez una di-
suria rebelde , arrojando el enfermo una lombriz por la uretra. ( Véase
LOMBRICES.)
16. Disuria de las imperforadas. Es la que se observa en las
que tienen imperforacion de la vagina en la época de la menstrua-
ción , por la compresión que produce la sangre allí acumulada ; y se
cura dividiendo verticalmente con el bisturí la membrana que oca-
siona la imperforacion. (V. imperforacion.)
i 7. Disuria diabética. Esta especie , es respecto de la vexiga,
lo que la lienteria en el vientre; acomete inmediatamente después
de haber tomado qualquiera alimento, sin que se aumente la canti-
dad de orina , ni sea mas freqiiente su excreción ; sale aquosa, cruda,
y alguna vez ha durado muchos meses: se cura con tónicos, como
las aguas ferruginosas y los antiespasmódicos , con preferencia el
alcanfor.
Género xxviii. Piuría.
Es la evacuación de un material purulento , blanco , amarillo ú
viscoso, mucoso, mezclado con la orina; se distingue de la gonor-
rea , en que no fluye como en esta continuamente de la uretra y á
gotas ; y así parece que depende de un foco de supuración existente
en la vexiga , en los uréteres ó en los ríñones, y por lo mismo debe
atenderse siempre á la afección primitiva , tanto para su conocimien-
to , como para su curación. Este género consta de doce especies.
1. Piuría renal. Proviene de una supuración en los ríñones, y
se conoce por salir la orina de color gris amarillento, crasa y muy
fétida , y por haber precedido las señales de la nefritis ó de la ne-
fralgia calculosa. Es mas peligrosa , sí la supuración de los ríñones
nace de algún cálculo, 6 de una degeneración humoral, que si se
origina de otras causas mecánicas de una herida ó de una contusión.
(V. ¿os artículos nefritis / nbfralgia calculosa.)
FLU 199
2. Piuría vesical. Depende de la ulceración del cuello de la
vexiga , ó de su mismo cuerpo; si está en el cuello preceden una di-
suria muy incómoda, estangurria, dolor atroz hácia el periné con
hinchazón y calor, y el pus sale en abundancia mezclado con un
moco viscoso y tenaz ; si ocupa lo restante de la vexiga , hay dolor
hácia el hipogastrio, y la preceden las señales de la cistitis, fluyen-
do juntamente con la orina, que es sanguinolenta, purulenta y féti-
da, un material craso , furfuráceo y laminoso. Es muy difícil de cu-
rar , porque la disuria que acompaña á esta especie impide el uso de
las inyecciones , mayormente si en la vexiga se ha formado una car-
nosidad fungosa, en cuyo caso son los dolores mas crueles.
3. Piuría del corazón. Consta por dos observaciones de Bonet,
que en los cadáveres de los sugetos que habian padecido una piuría
crónica, con nefralgia tenida por ulcerosa, no se vio mas que un
absceso y ulceración del corazón con muchos cálculos.
4. Piuría del pecho. Es la que sobreviene en los empiemáticos.
( V. EMTIEMA.)
5. Piuría viscosa. Acomete á los de edad avanzada que han
padecido gonorreas , y por lo común está sostenida por un vicio ve-
néreo, ó solamente por la atonia de la membrana mucosa de la ve-
xiga. En el primer caso exige el uso de los mercuriales , y en el se-
gundo el de inyecciones tónicas.
6. Piuría mucosa ; catarro de la vexiga. Todavía no está bien
determinada esta especie ; pero parece que la afección de la membra-
na mucosa de la vexiga que la produce, no se distingue de la que
padecen las demás membranas mucosas en el catarro. Sauvages la
funda en un caso particular; pero es claro que su carácter es mas ge-
neral: que su excreción depende de una irritación tópica, y que esta
puede explicarse muy bien por las simpatías de la piel , con las de-
mas membranas mucosas , bien demostradas por las dolencias que es-
tas padecen de resultas de suprimirse la transpiración.
7. Piuría láctea. Es el fluxo de un material lácteo ó quiloso por
las vías de la orina; puede considerarse como una variedad, mayor-
mente quando los autores no han explicado bien su carácter específico.
8. Piuría oxilosa. Puede considerarse igualmente como una va-
riedad. Se observa en los muchachos , y consiste en la evacuación de
orina turbia y blanquecina , que por lo común se disipa espontánea-
mente. Vieusens cree que este color proviene del quilo , que pasa á
la vexiga, por estar sus conductos secretorios muy dilatados.
9. Piuría artrítica. Se observa esta especie en los que tienen
una disposición artrítica; la orina sale blanquecina, turbia y muco-
sa, é indica la descomposición de la materia calcárea: los mejores
remedios son los corroborantes usados interiormente con energía, y
los baños fríos.
200
FLU
10. Piuría del tnesenterio. Se ha visto sobrevenir 4 esta especie
en una supuración del mesenterio , en que una porción de pus pasó á
los riñones , y segregándose en ellos salia juntamente con la orina.
11. Piuría negra. Sauvages toma esta especie de la observación
de Denis , inserta en las Transacciones filosóficas , en que refiere ha-
berse notado la orina de color negro , por haber transfundido sangre
de ternera á un maniaco ; pero la causa de este fenómeno se halla
exactamente explicada en los experimentos que cita Bichat en las in-
vestigaciones fisiológicas sobre la vida y la muerte.
12. Piuría verdosa. Se ha visto en los que comen tortuga ma-
rina expeler inmediatamente la orina verdosa y como aceytosa. No
siendo realmente una enfermedad , debe excluirse esta especie de la
Nosología.
Género xxix. Leucorrea ; fiuxo blanco ; flores blancas.
Se caracteriza esta enfermedad por la evacuación de un humor
seroso, amarillento, que sale del útero ó de la vagina. Sin embargo,
estos fluxos pueden ser varios, y venir de diferentes manantiales , que
no están todavía bien determinados; pero nos limitamos á tratar solo
del que se puede presumir viene de los mismos vasos , que en su esta-
do natural suministran la sangre menstrual. El fluxo de la vagina es
de este género: i.° quando acomete á las mugeres sujetas al fluxo
inmoderado del menstruo, y en las que este se origina de las cau-
sas que debilitan los vasos del útero: i.° quando aparece en parti-
cular , y las mas veces un poco antes del fluxo menstrual , ó poco
después: 3. 0 quando el fluxo menstrual se disminuye, á proporción
de lo que se aumenta el fluxo blanco: 4* quando los fluxos blancos
continúan después que ha cesado del todo el menstruo , y parecen
observar en algún modo un retorno periódico: 5. 0 quando están
acompañados de los efectos de la menorragia: 6.° quando el fluxo
no está ni precedido ni acompañado de síntomas que indican algunas
afecciones locales del útero: 7. 0 quando la leucorrea de ningún mo-
do ha parecido inmediatamente después de haber tenido comercio
con alguno, que se podria sospechar haber comunicado la infección,
y que no ha estado acompañada en sus principios de ninguna afec-
ción inflamatoria de las partes de la generación.
La materia que sale en la leucorrea varía mucho en quanto á sa
consistencia y á su color ; pero no siempre es posible determinar por
estas exterioridades qual es su naturaleza , quai su manantial parti-
cular , y de donde trae su orfgen.
La leucorrea caracterizada por las diferentes circunstancias indi-
cadas , parece dimanar de las mismas causas que la especie de me-
norragia, que se supone proviene de la relaxacion de la extremidad
FLU
2CI
de los vasos del latero ; por consiguiente las mas veces signe ó acom-
paña á esta menorragia. Sin embargo, aunque la leucorrea depende en
particular de la relaxacion indicada, se puede producir por irritacio-
nes capaces de motivar esta relaxacion ; y parece aumentarse siempre
por toda especie de irritación , que obra en el útero.
Algunos autores han defendido que diferentes circunstancias, en
que se hallaban las otras partes del cuerpo, podían contribuir á pro-
ducir y mantener esta afección del útero; pero no se puede asegurar
la realidad de estas causas, y parece que quando esta leucorrea no
depende de la debilidad general del sistema, es siempre una afección
primitiva del útero ; y las afecciones de las otras partes del cuerpo,
que pueden acompañar á los fluxos blancos, deben considerarse co-
mo sus efectos mas bien que como sus causas.
Los efectos de la leucorrea se parecen mucho á los de la menor-
ragia: acarrean una debilidad general, que se manifiesta mas en las
funciones del estómago. Sin embargo, si la leucorrea es moderada, y
no está acompañada de un grado considerable de menorragia , pue-
de muchas veces continuar largo tiempo sin producir un alto grado
de debilidad , y solo quando el fluxo ha sido muy copioso y continuo
son muy notables sus efectos en este género.
Pero se puede suponer , aun quando los esfuerzos de la leucorrea
en todo el cuerpo no son muy considerables, que debilita el sistema
de la generación; y parece bastante probable que este fluxo contri-
buye en muchas ocasiones á producir la esterilidad.
La materia evacuada en la leucorrea es al principio casi siempre
dulce; pero quando la enfermedad ha continuado algún tiempo, es-
ta materia alguna vez se pone ácre , y puede irritar y aun corroer la
superficie de las partes por donde pasa, y producir diferentes altera-
ciones acompañadas de dolor.
Suponemos que la leucorrea se produce por las mismas causas que
la especie de menorragia , que en particular depende de la relaxacion
de los vasos uterinos ; y por consiguiente se debe dirigir y tentar su
curación por los medios indicados para la de la menorragia , y tener
ménos reserva en el uso de los astringentes.
Como la leucorrea depende por lo general de una pérdida consi-
derable de tono en los vasos del útero, se ha conseguido moderarla
y curarla alguna vez con ciertos medicamentos estimulantes , que
obran en las vias de la orina, y que por razón de la proximidad de
estas partes comunican con freqüencia su acción al útero. Estos me-
dicamentos estimulantes son las cantáridas, la trementina, y otros
bálsamos de semejante naturaleza. Los remedios generales son el aza-
frán de Marte astringente, el diascordio con la ipecacuana, la quina,
las aguas ferruginosas, las del oro en Extremadura , y todas las de su
especie; las inyecciones del cocimiento de quina, y otros tónicos y
TOMO IV. CG
202
FLU
astringentes suaves se recomiendan con utilidad; pero á pesar de esto
se resiste infinito esta enfermedad, siendo pocos los casos en que se
consigue su total curación. Este género consta de ocho especies.
1. Leucorrea ulcerosa. Es un fluxo seroso mucoso muy escaso,
casi sin ningún dolor, que sobreviene, después de las señales de una
herida ó qualquiera inflamación ligera en el útero : regularmente las
causas primitivas de estas afecciones son las pústulas formadas en el
útero, las operaciones obstetricias en los partos, y la expulsión vio-
lenta del feto &c. Se cura con las inyecciones detergentes.
2. Leucorrea fungosa. Depende de una úlcera fungosa del úte-
ro, la qual se conoce por el fluxo casi continuo de una linfa diáfana
gomosa ó sanguinolenta , mezclada á veces con algunas carúnculas , pe-
ro sin mal olor , por la dureza y desigualdad del cuello del útero en
todo su ámbito, como se percibe al tacto, é igualmente por la si-
tuación de la úlcera fungosa &c. Esta especie tiene dos variedades:
la primera es la incrustación y adherencia del hongo con el cuello del
latero; y la segunda es su vegetación, creciendo su cabeza en la va-
gina sin adherirse al útero. La primera es fácil de curar en sus prin-
cipios; pero siendo inveterada, presenta mas dificultad, y general-
mente hay mas esperanzas si no sostienen la enfermedad el virus sifi-
lítico ó algún carcinoma. ( V. el artículo hongo en la Cirugía. )
3. Leucorrea sifilítica. Es la que resulta del contagio venéreo;
y por consiguiente se cura con los mercuriales. ( V. enfermedades
VENÉREAS. )
4. Leucorrea cancrosa. Se distingue por las señales que anun-
cian la existencia de un cancro del útero, y es como él las mas veces
incurable. ( V. cancro. )
5. Leucorrea americana. Tiene los mismos principios que la
astenia americana. Se cura con los baños frios , los astringentes y tó-
nicos, como el azafrán de Marte.
6. Leucorrea indiana. Es endémica en la isla de Borbon 6 de
jMascareñas , y se atribuye al uso continuo de los baños aun en tiem-
po de la menstruación, y al continuo riego de sus casas: regular-
mente no padecen esta enfermedad las vírgenes y las casadas que son
estériles.
7. Leucorrea escirros a. Es la que resulta de una dureza escir-
rosa del útero, y en las que menstruan aparece en los intervalos de
su menstruación: algunas veces produce una menstruación vaga en
las de edad avanzada, y muy abundante en las jóvenes, que se lla-
ma sangre lluvia. Se anuncia con las señales de la clorosis , y se cu-
ra con sus mismos remedios , añadiendo el uso de la cicuta quando es-
tá bien reconocido el escirro del útero.
8. Leucorrea de las preñadas. Así se llama el fluxo del humor
contenido en el amnios,ya sea repentinamente, ya con lentitud, por
FLU 203
qualquiera causa externa , de donde se sigue el aborto ó un parto di-
fícil y peligroso: para evitar este inconveniente los Comadrones bar-
nizan con manteca fresca todas aquellas vias (V. los artículos abor-
to y parto.) ; pero si la leucorrea proviniese de las glándulas del úte-
ro , por su debilidad ó por la mala constitución de la paciente, no
son tanto de temer ni el aborto ni el parto laborioso , y pueden evi-
tarse con el uso de los corroborantes y astringentes.
Género xxx. Gonorrea , propiamente blenorragia;
purgaciones.
Los autores han hecho mención de esta enfermedad baxo los di-
versos nombres de gonorrea virulenta , gonorrea maligna, gonor-
rea venérea , aunque esta voz por sí sola no indique mas que el Jlu-
xo de semen', pero aunque esta significación impropia sea capaz de
inducir á error en quanto á la naturaleza y curación del mal , la con-
servaremos en la exposición de este género; entendiendo por ella
el fiuxo de un material puriforme por el orificio de la uretra 6
del prepucio en los hombres, y por el de la vagina en las muge-
res, con ardor 6 escozor, dolor punzante y quemante, principal-
mente al orinar, producido por la acción del vicio sifilítico 6 de
qualquier otro agente irritante aplicado d estas partes. La di-
versidad de estas causas es generalmente la que constituye sus dife-
rentes especies.
Estos síntomas, también con arreglo al principio de la enferme-
dad, varían en quanto á su violencia, extensión y progresos. En al-
gunas personas se hinchan las glándulas inguinales , se ponen dolori-
das , y sobreviene una calentura sintomática : en otras la hinchazón
ocupa todo el miembro, y se perciben al tacto varias durezas nudo-
sas en todo el canal de la uretra : algunos sienten al mismo tiempo
una tensión dolorosa en los cordones espermáticos y en los testes,
disminuyéndose algún tanto el fluxo: en otros la inflamación alcan-
za hasta el perineo, con una titilación incómoda hácia el cuello de la
vexiga, mucho dolor al expeler la orina, y un continuo pujo á eva-
cuarla : las excreciones entonces son freqiientes , y suele sobrevenir
la disuria : muchos arrojan filamentos de sangre ó sangre pura por
la uretra , y aparecen señales evidentes de la ulceración de la uretra:
en una palabra, los síntomas varían y se acrecientan según que el es-
tímulo se propaga mas ó ménos á las partes inmediatas.
Por este orden duran los síntomas una, dos ó tres semanas, y al
cabo de este tiempo comienza poco A poco á disminuirse, adquirien-
do el humor mas consistencia hasta desaparecer enteramente : en otros
casos, que son los mas freqiientes, la inflamación va desapareciendo
por grados; pero el fluxo subsiste todavía por algunas semanas ó me-
ao4 FLU
ses y aun años, resultando de aquí la gonorrea llamada benigna 6
habitual. Á veces también se disipan poco á poco los síntomas in-
flamatorios, quedando una úlcera de la -uretra, que mantiene el flu-
xo de un humor purulento y sanioso , y es la causa de la infección
general: en fin otras veces, por la misma enfermedad ó por el mal
método curativo , queda una estrechez, callosidad ó protuberancia de
la uretra , y no son raros los exemplares de haber sobrevenido sorde-
ra, oftalmías violentas é infección de toda la constitución aun sin el
caso de úlcera.
El foco principal de la gonorrea ó blenorragia es la fosa navicular
en los conductos excretorios de una ó de dos glándulas mucosas , lla-
madas lagunas mucosas de Morgagni^ según la han demostrado los
experimentos y la inspección Anatómica : su causa es el virus vené-
reo ó qualquier otro agente irritante ó estimulante, que, aplicado á
la superficie de la membrana mucosa ó á los orificios de las glándulas
mucosas , las irrita , aumenta su secreción , y altera al mismo tiempo
la consistencia y el color del fluido segregado, produciendo una in-
flamación local. Las causas predisponentes son el abuso de los licores
espirituosos y de substancias estimulantes, el exceso de los placeres
venéreos &c.
Podemos deducir de las exactas observaciones del célebre Swe-
diaur las siguientes proposiciones como otros tantos principios incon-
testables sobre las enfermedades de este género: i. a la blenorragia es
una enfermedad local, que rara vez afecta todo el sistema: 2. a es un
error creer que el fluxo provenga de una úlcera de la uretra , pues
esta solo se forma en algunos casos , y siempre después de unos sín-
tomas inflamatorios muy violentos: 3. a el material del fluxo, aunque
purulento en la apariencia , no es verdadero pus , y ménos un semen
corrompido , sino solo el moco natural segregado en mayor canti-
dad que en el estado natural , y alterado en su color y consisten-
cia : 4. a el estímulo que produce la blenorragia no siempre es el vi-
rus sifilítico ; puede producirla qualquier otro agente irritante.
El pronóstico de esta enfermedad es favorable quando los sínto-
mas de la irritación no son muy violentos ni duraderos; y adverso
quanto mas fuertes son estos , y mas se propagan por la uretra y las
demás partes ; pero es muy difícil y al mismo tiempo muy intere-
sante el decidir quánto tiempo conservará el fluxo el carácter con-
tagioso , y por lo mismo es mas acertado asegurar que toda comu-
nicación es expuesta miéntras dure todavía el mas leve vestigio del
fluxo.
En las mugeres se diferencia esta enfermedad por ser los sínto-
mas menos violentos , á veces levísimos, y por esta razón sin graves
conseqüencias: ni existe en la cavidad de la uretra, como algunos han
creído, sino en el clitoris, al rededor del orificio de la ureira, en las
FLU 20$
ninfas, en la cavidad de la vagina , ó mas abaxo hacia la comisura in-
ferior de los grandes labios.
Para establecer el método curativo debe examinarse: i.° si la en-
fermedad trae su origen de una blenorragia precedente , ó si es una
simple relaxacion de los vasos de la superficie secretoria de la uretra
o de la vagina , ó si la acompaña escoriación ó úlcera : 2. 0 si la enfer-
medad es puramente local: si está acompañada de los síntomas
de una infección venérea en "todo el sistema.
Quando el mal es puramente local puede curarse con los tópi-
cos astringentes, ó con el uso interior de los corroborantes y balsá-
micos después de calmados los síntomas de irritación. El mejor tópi-
co es una disolución saturada de óxido de cobre en amoniaco, mez-
clando algunas gotas de este con una onza de agua, é inyectándose
con ella seis ó siete veces al dia, ó siempre que orine el enfermo:
también es útil para inyección nuestro colirio de Fernandez.
Si la enfermedad es universal, es necesario ademas recurrir al
mercurio, usando en seguida dos ó tres veces al dia una inyección
de una disolución del muriate oxigenado de mercurio y de oxide
de plomo en vinagre diluido con suficiente cantidad de agua.
En la blenorragia ó gonorrea reciente deben administrarse las in-
yecciones tibias ; pero en las blenorragias ó gonorreas inveteradas no
es necesario esta precaución. En estas se han prescrito, á mas de las
inyecciones tónicas , las de otras sumamente estípticas, ó del aceyte
de trementina: se ha aplicado exteriormente un vtxigatorio al para-
ge afecto ; se ha inyectado con una tintura de la fsychotria emética t
y aun se ha empleado felizmente en algunos casos una ligera conmo-
ción eléctrica al través de la uretra. También han sido útiles alguna
vez los baños frios generales ó locales de agua pura ó mezclada con
aguardiente. En el principio de las gonorreas son útilísimas las inyec-
ciones de la disolución de opio y goma arábiga en agua destilada , 6
de alcanfor disuelto en aceyte común.
Entre los remedios internos se cuentan los mercuriales , los balsá-
micos, la emulsión arábiga de Fuller, los corroborantes &c. Mas sin
duda es imposible enumerar aquí con exactitud todos los medicamen-
tos, puesto que en las gonorreas habituales la variedad de causas, ca-
paces de sostenerla, exige muy diferentes auxilios. Debe consultarse
con particular atención la obra de Swediaur , la mas completa y re-
comendable que conocemos , sobre las enfermedades venéreas , y de
Ja qual hemos extractado esta doctrina. De este género hemos for-
mado once especies, añadiendo á las que trae Sauvages algunas que
hemos tomado de la división de Swediaur.
1. Gonorrea simple. Esta especie no está acompañada de sínto-
mas de irriracion : es por lo común benigna , y muchas veces habi-
tual : á ella se reduce el fluxo preternatural ó habitual de verdadero
206
FLU
semen , del humor de las vexiguillas seminales 6 del moco de la pros-
tata, regularmente sin sensación agradable de resultas de la mastur-
bación , del continuo exercicio á caballo &c. Su curación queda ya
indicada en el género.
2. Gonorrea libidinosa. Puede considerarse esta como una va-
riedad de la anterior , pues solo se distingue por la falta de erección,
y sobreviene, aun fuera del sueño, con sensación voluptuosa.
3. Gonorrea oneirogonos. Igualmente es esta especie una varie-
dad , cuyo carácter consiste únicamente en verificarse la eyaculacion
de semen involuntaria en los sueños voluptuosos. El hábito abomina-
ble de la masturbación da por lo común fomento á esta enfermedad;
debe leerse cuidadosamente el Tratado del onanismo por Tissot.
4. Gonorrea sifilítica. Es la que produce el virus sifilítico, ya
comunicado por el coito con una persona infestada , ya aplicado por
un contacto qualquiera, ó depositado de la masa de los humores en la
uretra por las vias de la circulación: exige, ademas de los remedios
generales, el uso del mercurio interiormente, y aun en fricciones al
rafe, al perineo ó á las glándulas inguinales. Se llama gonorrea seca
quando la irritación es tan fuerte , que la superficie interna y el ori-
ficio de las glándulas, que la entapizan, no segregan nada. No se
puede determinar el tiempo que tarda en manifestarse el mal después
del contagio, pues depende de la actividad de este y disposición del
sugeto.
5. Gonorrea espuria. Se observa esta especie quando el virus si-
filítico > ocupando la corona de la glande, excita en ella una secre-
ción abundante de moco puriforme. Son muy útiles en este caso los
lavatorios con una disolución del sublimado corrosivo.
6. Gonorrea del batano. Se distingue por no ocasionarla el vi-
rus venéreo, sino solo la degeneración del humor que vierten las
glándulas sebáceas de la glande: suele escoriar y aun ulcerar toda es-
ta parte si se abandona; pero se corrige fácilmente con los lavato-
rios del agua de vejeto- mineral , y la aplicación de hilas secas.
7. Gonorrea leprosa. El vicio leproso y herpético ataca con
freqüencia el sistema uterino , produciendo una verdadera gonorrea
herpética ó leprosa, contagiosa por el coito: entonces es menester
combatir el virus específico que la produce.
8. Gonorrea artrítica, (de Swediaur) Proviene del humor ar-
trítico, que á veces ataca la uretra. (V. artritis.)
9. Gonorrea por substancias acres, (del mismo autor) Resul-
ta del uso interior ó exterior de substancias capaces por su acrimonia
ó propiedad estimulante de irritar determinadamente la uretra.
10. Gonorrea de los niños. ( del mismo) Es la que se observa
en algunos niños en la época de la dentición, por extenderse la irri-
tación de la membrana mucosa de la boca hasta la de la uretra.
FLU 207
11. Gonorrea por un estímulo mecánico, (del mismo) Es efec-
to de un esfuerzo violento en el coito , y tal vez de la masturbación.
Genero xxxi. Dispermatismo.
Es la eyaculacion lenta, difícil ó nula del licor espermátíco; y
puede dimanar de diferentes vicios orgánicos, que expondremos en
la enumeración de las especies. Por lo general es conseqüencia de la
debilidad de las partes por el abuso de los placeres del amor; y los
principales remedios son los analépticos, los fomentos aromáticos, el
exercicio corporal, los tónicos y excitantes, agregando unas costum-
bres mas arregladas , y oponiendo á la sensualidad la continencia.
Este género consta de nueve especies.
1. Dispermatismo de la uretra. El carácter de esta especie se
deduce de las señales genéricas y del conocimiento del vicio de la
uretra , que puede ser una hinchazón de su mismo texido , ó de sus
glándulas , la existencia de varices ó de úlceras callosas , de cicatrices,
de pliegues membranosos y bridas, ó una contracción de los vasos
eyaculatorios. Muchos de estos vicios se conocen por la introducción
del catéter ó de una candelilla , y por la inspección de la orina. Los
mas se curan por medio de una operación quirúrgica , como la intxo-
duccion de candelillas, de sondas de plomo &c. (V. candelillas.)
2. Dispermatismo nudoso. Resulta de la formación de ciertas
eminencias, semejantes á los ganglios, duras é indolentes, en los cuer-
pos cavernosos; aunque en las erecciones fuertes suele sentirse algún
dolor, pero no impiden el fluxo de la orina Se di: tinguen fácümtn-
te en el estado de erección , y se curan con las embrocaciones repe-
tidas y con los desobstruentes tópicos; y si su origen es venéreo,
con el mercurio.
3. Dispermatismo prepucial. La extremidad del prepucio pue-
de tener el orificio tan estrecho por un vicio natural ó adquirido , que
no solo impida descubrir la glande, sino también estorbe á la eya-
culacion del semen: es necesario para curar este vicio recurrir á la
circuncisión.
4. Dispermatismo mucoso. Resulta de la excesiva cantidad y
espesor del moco que barniza la uretra , y por lo común es conse-
qüencia de una gonorrea habitual. (V. este artículo.)
5. Dispermatismo hipertónico. Depende algunas veces de un
exceso de vigor y tensión del miembro viril; como en el caso de un
joven veneciano que cita Sauvages, el qual se curó con la dieta te-
nue, algunas evacuaciones ligeras, y un método refrescante y hu-
mectante.
6. Dispermatismo epiléptico. Se ha observado alguna vez so-
brevenir el dispermatismo á causa de un insulto epiléptico en el mis-
208
FLU
mo acto venéreo. Sauvages refiere el caso de uno que le padecía , y
se curo con los remedios generales, y guardando continencia por al-
gún tiempo.
7. Dispermatismo apractodes. Es la excreción demasiado tar-
da del semen por debilidad de las partes de la generación. Hay dos
variedades de esta especie: la una quando la emisión del semen se
hace con lentitud , aun quando el miembro se mantenga en erección;
y la otra quando esta es nula ó débil, ó cesa antes de completar el
acto. Se cura con los tónicos; pero es muy difícil conseguirlo quan-
do se manifiesta de resultas del vicio de la masturbación y en sugetos
de edad avanzada.
8. Dispermatismo seroso. Es la eyaculacion de un semen aquo-
so é inepto para la generación: principio muy común de esterilidad
ó de impotencia: sus causas son las mismas que en la anterior, y su
pronóstico y curación semejantes.
9. Dispermatismo refluente. Aspermatismo. Es un refluxo del
semen de la uretra á la vexiga ó á las vexiguillas seminales; de suer-
te, que no expeliéndose nada en el acto venéreo, se arroja des-
pués con la orina: sobreviene por hallar una resistencia en el veru-
montano, como unos escirros, carúnculas &c. ; efectos todos de go-
norreas inveteradas ó mal curadas. Deidier refiere la historia de un
sugeto enfermo de cálculos de la vexiga, el qual padecía una fístula»
que desde las vexiguillas seminales comunicaba con el recto , por
donde se verificaba la emisión del semen.
Género xxxii. Graldctirrea.
Es el fluxo lácteo espontáneo de los pezones , que depende unas
veces de la abundancia de la leche, y otras de sola la relaxacion de
sus órganos secretorios y excretorios ; por lo común es necesario pa-
ra curar este fluxo mover otras evacuaciones, como de la orina, del
vientre &c. : es muy útil el uso del arcano duplicado en dosis cor-
tas, pero repetidas, con qualquier cocimiento aperitivo. Este géne-
ro consta de ocho especies.
1. G-alactirrea de las recien paridas. Sobreviene en estas por
la abundancia de la leche , quando la criatura rehusa tomar el pecho,
de donde resulta la hinchazón de los pechos, la inflamación y otros
males. Se cura con el plan indicado y con la lactación.
2. Galactirrea errónea. Es el fluxo de leche por otras vías di-
versas de las destinadas á su excreción, como por la boca en forma
de saliva, por el ombligo, por la cutis de los pechos semejante al su-
dor, por las vías de la orina, por los ojos, constituyendo una epi-
fora láctea , por una sajadura en el fémur, por la cisura de una ve-
na y otros parages, según puede verse en los autores.
FLU 209
3. Galactirrea Varonil. Se leen muchas historias de hombres
que por los pechos vertian leche pura , á veces por mucho tiempo,
haciendo el oficio de nodrizas; casi todos los recien nacidos vierten
de los pechos un suero blanquecino parecido á la leche.
4. Galactirrea purulenta. En esta especie sale la leche mez-
clada con pus, y proviene de la ulceración de los orificios lácteos ú
otra afección semejante: las especies 5. a , 6. a y 7. a , que Sauvages cita
de la galactirrea negra, lútea y verde , deben considerarse como
variedades, dependientes solo de una diferencia accidental.
8. Galactirrea serosa. Es la excreción abundante de una le-
che aquosa, que se observa en las preñadas quando se les muere la
criatura en el útero, aplanándose al mismo tiempo los pechos: en
algunas nodrizas resulta esta enfermedad de su mala constitución; y
se corrige con los buenos alimentos y el plan tónico.
Género xxiii. Otorrea ; Jluxo de los oidos.
Es un fluxo por lo común seroso , purulento y fétido de la ca-
vidad de la oreja, y á veces de su ámbito ó de la parte posterior;
pueden producirle , ó ciertas lesiones del oido interno , como una su-
puración, ó una alteración particular de las glándulas que segregan
el cerumen , ó una mala constitución sostenida por algún virus par-
ticular: en el primer caso se cura con las inyecciones detergentes, y
en el segundo se debe corregir el virus específico con los remedios
acomodados á su naturaleza. Este género consta de tres especies.
x. Otorrea serosa. Es la humedad que en los muchachos caco-
químicos fluye de las criptas situadas en la inmediación de la oreja;
su repercusión puede producir mayores males, como la oftalmía ó la
transmutación al oido interno: alguna vez ha resultado de una con-
tusión ; los mejores remedios son los analépticos , los corroborantes
y los purgantes.
2. Otorrea purulenta. Es la que proviene de la otalgia infla-
matoria , de una supuración de la parótida, ó de una cefalalgia.
( V. los artículos otalgia^ otitis.)
3. Otorrea menstrua. Sauvages refiere el caso de un hombre que
todos los meses padecía un fluxo por el oido de un humor azafrana-
do y algo fétido; pero esta historia particular no puede darnos ideas
exactas sobre el carácter particular de semejante fluxo; tal vez se
originaria de la supresión de otra evacuación periódica.
Orden quarto. Fluxos aéreos.
Consiste su carácter en la expulsión preternatural de flato 6 de
ayre por diversas vias de nuestro cuerpo; las mas veces con algún
TOMO IV. DD
aio FLU
ruido y con ímpetu. Parece que su causa inmediata es el desprendi-
miento de varios gases de los humores ó substancias contenidas en
las cavidades, y es preciso suponer, para que se verifique, cierta re-
laxacion de las partes continentes, mala elaboración de aquellas
substancias, ó una degeneración particular. Así los flatos que se ex-
pelen de primeras vias traen casi siempre su origen de la dispepsia.
Para curar estos males son muy á propósito los éteres y los aromá-
ticos que evaporan una porción del calórico, los antiespasmódicos y
los corroborantes. También son útilísimas las bebidas heladas por
quanto el frió reduce al ayre á menos volumen, é impide su enrare-
cimiento.
Género xxxiv. Flatulencia.
La flatulencia consiste en la distensión del estómago, que sobre-
viene poco después de haber comido, y se produce por la explosión
del ayre que contienen los alimentos. Este fenómeno depende de la
calidad de ciertos alimentos, que dan mas ayre que otros, ó que es-
tan dispuestos á la fermentación; pero las mas veces es efecto de un
vicio del mismo estómago, que permite este desprendimiento de ga-
ses : si el ayre se desliza en gran porción, una parte se dirige hacia la
boca superior del estómago, y produce un regüeldo; no solo se nota
la flatulencia como síntoma de la dispepsia, sino también se advierte
en las enfermedades agudas y pútridas. Las causas principales de la
flatulencia, á mas de la debilidad de los órganos de primeras vias,
son los movimientos espasmódicos de estas partes, los errores dieté-
ticos que han originado las crudezas y los espasmos , la falta de la
cólera y la obstrucción del vientre: algunas veces la acompaña la pi-
rosis (y. flatulencia.) ; se cura con los antiespasmódicos , corro-
borantes, aromáticos, combinados como la tintura de quina mezcla-
da con el espíritu de canela , el licor anodino mineral y el xarabe
de cidra y otras composiciones de esta especie , en que se pueden
mezclar los corroborantes, antiespasmódicos y carminantes. ( V. es-
tos artículos.) Este género consta de siete especies.
1. Flatulencia acida. Proviene de la crudeza ácida de los ali-
mentos vegetales mal digeridos: conviene para curarla usar de subs-
tancias animales, de los purgantes absorventes, como la magnesia, y
de los tónicos.
2. Flatulencia nidorosa. Los eructos en esta especie tienen el
olor y sabor de huevos podridos; sus síntomas son la inapetencia,
náusea, cardialgía y el sarro blanquecino de la lengua: resulta de la
indigestión de los alimentos de substancias animales; son muy útiles
en su curación los eméticos, la miel y los purgantes subácidos antes
de administrar los tónicos.
3. Flatulencia hipocondriaca ; flato. Es síntoma de la hipo-
FLU 211
condría y del histerismo. (Véanse estos dos artículos.)
4. rlatulencia accidental. Es la que depende de ciertas causas
accidentales y pasageras, como de los alimentos fermentantes, de
ciertas legumbres &c. Se cura con los carminantes, como el te y el
café, el agua de torongil &c.
<j. rlatulencia infantil. Es la que se advierte en los niños por
la acescencia de la leche: se cura con el xarabe de chicorias con rui-
barbo, ó el agua emetízada, entonando el estómago con el agua de
yerbabuena.
^ 6. Flatulencia loquial. Sobreviene en las preñadas y en las re-
cién paridas , por la alteración que en ambos estados experimentan
los órganos de la digestión; por lo común se disipa por sí misma.
7. Flatulencia convulsiva. Es la que guarda un período cons-
tante , y proviene de una convulsión del estómago, ó de los intesti-
nos. Se cura con los antiespasmódicos.
Género xxxv. Edopsofia.
Es la emisión de ayre por las partes de la generación , con ruido,
común en ambos sexos, y dependiente del desprendimiento del ayre
por varias alteraciones de aquellas partes. Para su curación véanse
las especies siguientes:
1. Edopsjia de la uretra. Se ha visto expeler ayre de la ure-
tra á algunos que padecían una perforación del recto y de la vexiga
por una úlcera: esta especie casi es incurable. Zacuto observó á un
sugeto que arrojaba por el pene ayre en el acto venéreo, y dice se
curó con el uso de catárticos, sudoríficos y baños caseros: también
HofTman cita el caso de una edopsofia de la uretra que sobrevenía
en el coito , saliendo el ayre juntamente con el semen.
2. Edopsofia uterina.. Se nota esta especie en ciertas mugeres
quando sufren alguna compresión en el vientre, ó al dobiar el cuer-
po, y suele provenir de la procidencia de la vagina. Bianchi hace
mención de otra que en el rapto de unos zelos ó de una ira vehemen-
te padecía esta enfermedad.
Género xxxvi. Disodia j hedor.
Es una exhalación de vapores fétidos del cuerpo , que proviene
de las narices, de la boca, del estómago, de los sobacos, de los pies,
de la vulva ó de las íi¡gles. Las diferentes degeneraciones que puede
padecer cada uno de nuestros humores son específicas , y por lo
mismo el olor del sudor de los pies se distingue absolutamente del
de los sobacos , del de las ingles &c. Por lo común son síntomas de
otras enfermedades, y á veces dependen de una lesión de las partes
212
FLU
sólidas; por consiguiente para establecer su curación es necesario
desde luego indagar estas causas primarias.
1. Disodia ozena. Es el hedor de las narices acompañado de
un flnxo de humor icoroso pútrido por una úlcera existente en la
membrana pituitaria, la qual puede ser producida, destar sostenida
por un virus canceroso sifilítico ó escorbútico, llegando á producir
la caries de los senos frontales y maxilares, y aun á ser con el tiem-
po peligrosa. Su curación depende de la de la úlcera por medio de
inyecciones detergentes , y de la corrección del virus específico.
2. Disodia de los chatos. Es el hedor de las narices por su es-
trechez , que hace se estanque el moco , y padezca una degeneración
pútrida. La estrechez de las narices puede provenir de su mala con-
formación, de un pólipo, de un sarcoma, ó de ser el moco mas es-
peso de lo regular. En el primer caso es incurable, y solo puede
mitigarse , sorbiendo todos los dias por las narices qualquiera agua
de olor tibia ú otras substancias olorosas; en el último convienen las
inyecciones y lavatorios de agua de malvas y el uso del tabaco de
polvo; quando proviene de un pólipo ó de un sarcoma exige el au-
xilio de la Cirugía. ( V. sus respectivos artículos.)
3. Disodia estomática j hedor del aliento. Es la que proviene
de la caries de los dientes, del escorbuto, ó de las úlceras simples,
gangrenosas ó sifilíticas de la garganta. Para curarla es necesario des-
truir estas causas, según se expone en sus correspondientes artículos.
4. Disodia estomacal. Es la que proviene de una indigestión.
{V. el género flatulencia.)
5. Disodia pulmonar. En esta especie el hedor trae su origen
de los pulmones, y se observa en la tisis y en la anacatarsis. (Véanse
estos artículos.)
6. Disodia por otorrea. Es el mal olor que resulta del flux©
seroso ó purulento de los oidos. (V. otorrea.)
7. Disodia por tina. Es la que proviene no solo de la tiña,
sino de qualquier otra erupción ó enfermedad cutánea de la cabeza;
y debe curarse según la enfermedad primitiva que la produce.
8. Disodia de los sobacos. Es un olor específico, acre, propio
de los trabajadores, y dependiente por lo común del mucho sudor
y del desaseo: no debe comprehenderse entre las enfermedades,
puesto que en nada perjudica á su salud.
9. Disodia hircina j olor chotuno. Es el que naturalmente se
exhala en las partes genitales; y por lo mismo debe también excluir-
se esta especie del número de las enfermedades.
10. Disodia urinosa. Resulta del derrame de orina en las ro-
pas, y de su degeneración en los que padecen una incontinencia de
orina. (V. enuresis.)
11. Disodia de los pes j mal olor de pies. Es el que exhalan
FOM 213
los pies con el sudor, ocasionado particularmente por el desaseo; no
conviene cortar esta excreción con remedios astringentes ú otros se-
mejantes ; pero puede moderarse con los pediluvios de infusiones aro-
máticas. [V. la erudita disertación de Puckner sobre esta materia.)
FOLÍCULO. (Cir.) El folículo es un saco ó kiste semejante á
una membrana que encierra la materia de los abscesos impropios 6
enkistados , tales como el esteatoma , el ateroma y el meliceris.
(V. estas voces y el artículo kiste.)
FOMENTACION. (Mat. Míd. externa) * La fcmentacion
es una especie de epítema caracterizada por la circunstancia de apli-
carse caliente, la qual es líquida ó seca; la primera se compone de
los cocimientos ó infusiones de diversas partes de los vegetales; tam-
bién se hace alguna vez con el vino , el oxícrato, la leche tibia , los
aceytes sacados por expresión, el aguardiente, la orina &c.
Todo el mundo sabe que la mayor parte de los medicamentos
externos se pueden aplicar baxo la forma de fomentos: así es que se
pueden hacer emolientes, resolutivos, fortificantes , estupefacientes
&c. , usándose con bastante freqüencia en su curación para los afec-
tos externos ; y aunque se desprecian en las enfermedades internas,
sin embargo se usan algunas veces en la inflamación del vientre y en
la retención de orina &c. Los fomentos aplicados en el vientre en
las heridas penetrantes de esta parte , ó después de las operaciones
quirúrgicas executadas en las visceras contenidas en dicha cavidad,
como la de la talla, la reducción de las hernias &c, están destinados
para precaver las afecciones internas. La fomentación mas puesta en
uso en este caso se compone de aceyte rosado y vino.
El método de aplicar los fomentos líquidos consiste en empapar
lienzos ó paños , y aplicarlos suavemente sobre la parte. Las fomen-
taciones secas, que son muy poco usadas, se conocen mas bien baxo
la denominación de epítema seca , y mas aun baxo aquellas que lle-
van las especies particulares de epítemas (V. epítema.) *.
Á este artículo pertenecen las fomentaciones , colirios , baños
y lociones. La fomentación ó epitima fluida; es un medicamento
externo líquido que se aplica á varias partes del cuerpo empapado
en lienzos, bayetas ó franelas. Á la fomentación le pertenece mejor
que á ninguna de sus especies el nombre de aposito. Para poder or-
denar y recetar bien la fomentación, se debe tener presente: i.° que
todos los remedios fluidos, y con especialidad el agua simple, las
destiladas, las infusiones, los cocimientos, la leche, el vino, vinagre
y espíritu de vino son proporcionados para esta composición : 2. 0
que se pueden admitir para el mismo fin sin adición de correctivo
las cosas de sabor, olor y color ingrato, siempre que tengan virtud
medicinal : que quando se quiera alterar y remediar las afeccio-
nes de las entrañas y partes colocadas en parages profundos , y se
2i4 FOR
ponen las epítemas en los sitios inmediatos á ellas, se les deben echar
y preferirse los medicamentos tenues, volátiles y penetrantes: 4. 0 que
se debe tener presente quando se ordenan como tópicos por fomen-
taciones las plantas narcóticas, los remedios heroycos, los mercuria-
les y saturninos , ó remedios sacados del plomo , respecto á que toda
la superficie del cuerpo consta de vasos vibulos y absorbentes. La
dosis general de los apositos varía según la parre á que se aplican;
la proporción mutua de los ingredientes de las fomentaciones se ha
de limitar á las indicaciones y á ta virtud conocida de los remedios
que la componen ; y por último, aunque ios vehículos de las fomen-
taciones son los lienzos ó bayetas , en algunas ocasiones se echa ma-
no de una vexiga, en la que se introduce la fomentación: por este
medio se impide la disipación del licor, y se conserva por mas tiem-
po el calor; pero se debe tener cuidado que no se comprima dema-
siado á las partes , ni las moleste , principalmente en las enfermeda-
des doloríficas.
FONTANELA (Anat.) Fontanella , fons pulsatilis , fonti-
citla. Se llama así la grande abertura que se halla en el feto en for-
ma de un rombo , situada entre el coronal y los parietales en el cen-
tro de la cruz , que forman las suturas sagital y transversal. Como
en este sitio se halla tapada la abertura , ó con una membrana ó con
una substancia cartilaginosa en los niños recien nacidos, se sienten en
esta misma parte, quando se aplica la mano, los latidos de las arte-
rias de la dura-mater y el cerebro. La fontanela se va borrando
poco á poco, y con el tiempo queda esta abertura perfectamente
osificada.
FORESTO. (Pedro) ( Biog.) Médico sabio, nació en Alemania
en 1522, de una familia noble. Estudió y practicó la Medicina en
Francia, Italia y en los Países Baxos, donde murió el año 1597. ^ a
dexado varias obras de Medicina impresas en seis volúmenes en 8.°
Francfort 1623 , junto con otros varios escritos muy estimados en su
tiempo. D. H.
FORMULA. (Terap.) Es lo mismo que receta (V. este artícu-
7o.); y así usamos indiferentetmnte de la palabra fórmula como la de
receta , así como decimos formulario lo mismo que recetario , que
una y otra palabra son sinónimas y también la de Farmacopea.
(V. este artículo.)
FORTIFICANTES, (remedios) {Mat. Méd.) Se llaman así
todos ios medicamentos que pueden aumentar las fuerzas de la vida
fortaleciendo la economía animal , lo que se consigue con los ana-
lépticos , corroborantes, tónicos &c. ( V. to ios estos artículos.)
FORÚNCULO ó DIVIESO. {Cir.) Se llama así á un tumor
de carácter inflamatorio , duro , de bastante extensión , aunque cir-
cunscrito, con bastante calor y muy doloroso, principalmente quan-
FOS 215
do se va á supurar; se eleva en punta, y su volumen no suele exce-
der del tamaño de un huevo. Este tumor se forma en diferentes par-
tes del cuerpo en uno ó en varios puntos á la vez. Se ha tenido al
divieso como el producto de un trabajo de la naturaleza para des-
cartarse de un humor extraño que pudiese causar una enfermedad
peligrosa; pero sin embargo vemos con freqüencia que á las perso-
nas sanas les salen forúnculos. Estos suelen presentarse con freqüen-
cia después de una grande enfermedad , al fin délas viruelas &c; de
donde se ha creido producir una depuración de los humores, loque
no es muy violento en creer. La curación del forúnculo ó divieso
consiste en apaciguar los dolores y disminuir la tensión inflamatoria;
lo primero se consigue con las cataplasmas y otros apositos anodinos
y emolientes, y el uso interior de algún ligero calmante ó demul-
cente; lo segundo con los mismos tópicos, la dieta y las sangrías si
la inflamación lo exige. Después se tratará de acelerar la supuración
con los medios propios para ello. (V. supuración y supurantes.)
Por lo regular se abren varios agujeros después de supurado por don-
de sale un humor sanioso que se procura limpiar; después se forma
una especie de escara, que el vulgo llama la raiz , que desprendién-
dose esta suele quedar una úlcera simple qne se curará como tal ; otra
porción del tumor se va resolviendo insensiblemente , que es la que
forma la areola ó circunferencia del forúnculo: por lo regular lo
hace espontáneamente; pero si se quiere se pueden poner algunas
compresas empapadas en algún resolutivo fortificante , como el vino
ó aguardiente &c.
FOSA. (Anat.) Es una de las cavidades que hay en los huesos.
(V. HUE^O.)
FOSFATE. Se da este nombre á la combinación del ácido fos-
fórico con las tierras y los álcalis. (V. fósforo.) Estas sales no tie-
nen ningún uso en la Materia Médica, y su exposición pertenece
excluMvamente á la Química.
FOSFORO. (Mat. Méd.) Se llama así un cuerpo simple que no
se ha podido descomponer aun, que tiene mucha analogía con el
azufre; la naturaleza no le presenta jamas aislado, pero sí combinado
con el oxígeno y la cal en los huesos de los animales, ó como mi-
neralizador de algunos metales, hallándose también en muchas subs-
tancias vegetales; es sin duda la substancia mas combustible de la
naturaleza; tiene un olor particular desagradable; pesa dos veces
mas que el agua; su color es amarillo naranjado semitransparente;
algui is veces está cristalizado en laminitas; es fusible á los veinte y
ocio givdns de calor; es luminoso en la obscuridad Si se conserva
en agua tii.i 3 ia comunica un olor fétido, y se pone al mismo tiempo
ácida, lo que prueba que arde en parte en el agua, y que absorve
una porción ae oxígeno de la atmósfera contenida en ella: tiene una
2l6
FRA
gran tendencia á combinarse con el oxigeno, y pasar al estado de.
ácido. Expuesto al ayre libre, á la temperatura de diez y ocho i
diez y nueve grados, absorve el oxígeno de la atmósfera, y forma
el acido fosforoso , y ¿s lo que se llama combustión lenta. Si al
contrario se le expone í un calor de veinte y ocho grados debaxo
de una campana ó recipiente lleno de ayre, arde con mucha vivaci-
dad, desprendiendo una luz y un calor considerable, que se con-
vierte en un vapor blanco , que se condensa , y forma el ácido fosfó-
rico. El fósforo se une también al hidrógeno, y forma el gas hi¿iro-
geno fosforado. Este gas exhala un olor como de pescado podrido;
se inflama espontáneamente, y se halla con abundancia en las letri-
nas , en los cementerios y otras partes : quando se inflama en estos
lugares, les llaman fuegos fatuos. En la Medicina no tiene uso
hasta ahora: es muy útil para conocer la salubridad del ayre; pues
si consiste, como creen en la cantidad de oxígeno, por el fósfo-
ro se puede determinar exactamente. Si se desease una descripción
mas circunstanciada, puede recurrirse á las obras de Química, á que
con mas propiedad pertenece, pues aquí solo hemos indicado algu-
nas generalidades. Sin embargo, algunos Prácticos investigadores han
ensayado este cuerpo como medicamento, y han sacado por conse-
qüencia que es un poderoso excitante y muy afrodisiaco; pero esta
práctica no se ha generalizado, y puede ser muy arriesgada.
FRACASTORIO. (Gerónimo) {B'og.) Nació en Verona por
el año de 1483 con los dos labios tan pegados, que fué preciso si-
parárselos con un bisturí. Dicen que en su niñez atravesó un rayo á
su madre sin hacerle á él el menor daño , aunque le tenia en brazos.
Sus progresos en las ciencias y bellas artes fuéron muy rápidos; pero
á lo que se dedicó con mas esmero fué á la Poesía y Medicina. Que-
riendo el Papa Pablo ni trasladar á Italia el Concilio de Trento , que
estaba en Alemania, se sirvió de Fracastorio para persuadir á los
Padres presagiando una epidemia ; y entonces fué quando se tras-
ladó á Bolonia. Murió de apoplegía en Casi, cerca de Verona, el
año de 1523 y á los setenta y un años de su vida; y seis años des-
pués sus paisanos le elevaron una estatua. Fracastorio se correspon-
día con los mayores literatos de su tiempo , y particularmente con
el Cardenal Bembo. Se hacia muy apreciaba por las qualidades de
su corazón; exento de ambición, contento con poco, tuvo una vida
sana y risueña. Mas inclinado á alabar que á vituperar, trataba el
amor propio de los otros. Hablaba poco: quando se hallaba en so-
ciedad con sus amigos, su conversación era tan alegre como anima-
da. En la Medicina se dedicaba á la curación de las enfermedades
extraordinarias. Fracastorio es conocido principalmente por la ele-
gancia con que escribía el latin: su Poema intitulado Siphylis sive
de morbo gallico y obra por el gusto de las Qeórgicat de Virgilio ,
\
FRA 217
lio es indigno del autor que ha imitado: su versificación es rica y
armoniosa; sus imágenes vivas y sus pensamientos nobles. Aunque la
materia es delicada, el autor la ha tratado de un modo muy decen-
te ( Mr. Macquer y la Combe han dado en 1 753 , en 1 2. 0 , una Tra-
ducción en trances con notas.): este poeta Médico nos ha dexado
orras muchas obras: se ha hecho una compilación de todas ellas en
Padua en 1735 en dos tomos en 4.° Las Poesías habían sido impresas
separadamente en la misma ciudad en 17 18 en 8.°
FRACTURA. (Cir.) * Es una solución de continuidad, 6
una división hecha rápidamente en el hueso por la violencia de una
causa qualquiera externa y contundente. Se llaman heridas de tor
huesos las divisiones que se hacen en ellos por medio de un instru-
mento cortante. Las fracturas son transversales, obliqüas ó longitu-
dinales. Los Prácticos no admiten la fractura simple del hueso según
su longitud; porque tampoco hay golpe alguno capaz por sí de hen-
dir un hueso á lo largo, que no pueda romperle al través con mucha
mas facilidad. Se encuentran sin embargo, en conseqiiencia de las he-
ridas de armas de fuego, hendidos los huesos, según su longitud,
hasta las articulaciones ; pero estos exemplos no prueban bastante la
posibilidad de la fractura longitudinal simple.
Casi todas las fracturas tienen figuras diferentes. Las transversa-
les vienen á veces con desigualdad , ó bien los huesos se quiebran lim-
piamente como un rábano. Alguna vez una de sus extremidades se
rompe solamente de un golpe, y forma una especie de pico, que se
parece al de una flauta. Las fracturas obliqüas son de dos clases: las
unas son obliqüas en toda su extensión ; y las otras son transversales
en algunas líneas, y después obliqüas en lo restante de su longitud.
Hay también fracturas en las quales los huesos se quiebran por mu-
chas partes, y no es posible determinar aquí todas sus diferentes fi-
guras, que pueden variar sin duda hasta el infinito. Las fracturas se
diferencian entre sí por la distancia de las piezas fracturadas: la se-
paración es mas considerable en las unas que en las otras; ó bien se
suelen desviar según su grueso: acontece freqüentemente esto mis-
mo en el desorden transversal , en que los extremos son llevados en
sentido contrario, sin dexar de tocarse por algunos puntos de las su-
perficies de la fractura.
Con relación á los accidentes se dividen las fracturas en simples,
compuestas y complicadas. La fractura es simple quando no hay mas
que un solo hueso roto, sin otro accidente contrario á la indicación
curativa general, que consiste en la reunión de las partes divididas.
La fractura es compuesta quando al mismo tiempo se encuentran dos
ó tres huesos rotos , sin que por eso se advierta accidente alguno.
La fractura complicada es aquella que viene acompañada de enfer-
medades ó de accidentes, que multiplican las irdicaciones , y exigen
TOMO IV. EE
21$
FRA
el que se empleen diferentes remedios , 6 que se hagan diversas ope-
raciones para conseguir su curación, como son las dislocaciones, las
heridas, los apostemas acompañados de calentura, de dolor, de con-
vulsión &c. Entre estos accidentes hay algunos que piden socorros
mas prontos que los de la fractura. Si la herida con que se complica
la fractura viniese con hemorragia , seria necesario principiar dete-
niendo la efusión de sangre , la qual constituye el accidente mas ur-
gente. Quando se encuentra á un mismo tiempo fractura y dislocación ,
debe reducirse esta la primera , á ménos que la fractura se halle pró-
xima á la articulación , ó haya una tumefacción considerable, y otras
circunstancias que no lo permitan. Por poco inconveniente que halle-
mos en estos casos para reducir primeramente la dislocación, se aten-
derá antes á la fractura , porque nada se puede adelantar en la reduc-
ción de una dislocación antigua. (V. dislocación.)
Se distinguen también las fracturas en completas é incompletas.
La fractura es completa quando el hueso está enteramente roto; y
la incompleta es quando su continuidad se conserva aun en parte por
medio de alguna porción huesosa, que no ha llegado á experimentar
su división : esta fractura no se suele observar mas que en los huesos del
cráneo , en los de las caderas y en los omoplatos. Sin embargo pue-
de verificarse también en los huesos largos en los niños muy jóvenes
ó raquíticos , ó en los adultos en los casos de heridas hechas por ar-
mas de fuego , que pueden ofender el hueso.
Los golpes, las caídas, los esfuerzos violentos, de qualquier na-
turaleza que sean , son las causas mas comunes de las fracturas. Se
llaman fracturas de causa interna las que suelen suceder por una
causa muy ligera en razón de las disposiciones internas , que ponen
los huesos muy frágiles; tales son la caries, el exóstose, la blandura,
y otros estados preternaturales, que estriban en diferentes deprava-
ciones de la linfa y de la sangre, como las viruelas, el escorbuto, el
virus escrofuloso y el canceroso.
Las señales de las fracturas son el dolor, la imposibilidad de mover
el miembro, su mala configuración y la crepitación de las piezas frac-
turadas. Todas estas señales, tomadas con separación, pueden ser equí-
vocas; el dolor y la imposibilidad dicha , siendo efectos ordinarios de
muchos males , nada dan á entender por sí mismos. La mala configu-
ración del miembro es freqüentemente un vicio orgánico de la con-
formación, y se sabe que hay también fracturas sin disformidad apa-
rente. En fin los tumores enfisemáticos hacen que se perciba una es-
pecie de crepitación quando se les comprime, que podría engañar á
los que no fixasen en ellos una grande atención. Un Cirujano , que
pregunta si la deformidad que percibía en un miembro confrontado
con la parte sana es natural, muy poco puede engañarse á simple
YÍsta en una fractura simple sin hinchazón; hay asimismo muy pocos
FRA 219
Casos en que esta pregunta no se tenga por ridicula. Si la mala confi-
guración del miembro no fuese bastante manifiesta para distinguir que
allí hay una fractura, se podrá reconocer por el tacto, sintiendo las
desigualdades que forman las piezas de los huesos divididos. Es me-
nester para este efecto que el enfermo se sujete á sufrir algo, por el
rezelo de que , abandonado á sí mismo, el dolor no le permitiría des-
pués hacer los movimientos, los que podrian serle muy perjudicia-
les. Para reconocer mejor las desigualdades de las piezas fractura-
das se elegirán los sitios en que el hueso roto se halle menos cubierto
de carnes; y resbalando los dedos de un lado al otro, se distinguirá
la una de las crestas ó de las superficies del hueso en toda su longitud.
Se atenderá también, á fin de precaver los efectos de la sensibilidad,
el no tocarlos mas que con mucha suavidad y circunspección en los
sitios en que se percibe hay esquirlas ó puntas huesosas, y tumor ; por-
que comprimiendo fuertemente las partes muy sensibles contra las
puntas y divisiones de los huesos, se le haria sufrir infinito. La crepita-
ción ó ruido que hacen los extremos de los huesos rotos, chocando el
uno contra el otro quando se mueve el miembro, es una de las prin-
cipales señales de la fractura. Para hacer con menos sensación dolo-
rosa esta prueba, casi siempre inevitable, es indispensable mantener
fixa la parte superior del miembro fracturado, á fin de que movien-
do suavemente la parte inferior , ella pueda ocasionar una ligera cre-
pitación: el Cirujano lo distingue por las vibraciones que el choque
ó frotación de los huesos fracturados comunican á sus manos.
El pronóstico de las fracturas se saca de su naturaleza, de las di-
ferencias de sus síntomas , y los accidentes que las acompañan. Las
fracturas obliqüas, aquellas que son en pico de flauta, aquellas en
que hay muchas piezas separadas, son mas dañosas que las fractu-
ras transversales , no solamente porque las puntas y los cortes de los
huesos pueden herir las carnes, y en conseqüencia producir muchos
accidentes , sino también porque son mas difíciles de mantenerlas
exactamente reducidas. Los vicios internos, que acompañan á las
fracturas, las constituyen mas perjudiciales, porque el xugo huesoso
no tiene siempre las condiciones que se requieren para la formación
del callo. (V. este artículo.) La mayor ó menor separación de las
piezas huesosas, y los diferentes accidentes con que se complican las
fracturas, hacen que la curación sea mas ó ménos fácil.
La curación de las fracturas consiste primeramente en reducir los
huesos fracturados á su situación natural ; en segundo lugar en man-
tenerlos reducidos por medio de los aparatos convenientes, y por
último en corregir los accidentes, y precaver aquellos que puedan
acontecer.
La dificultad de reducir las fracturas proviene solo de que los
extremos del hueso no se toquen por los lados; es necesario pues, pa-
220
FRA
ra quitar este inconveniente , el valemos de las extensiones suficien-
tes. Su grado debe medirse según la extensión para la colocación , y
según las fuerzas de los músculos, que tiran de los extremos del hue-
so fracturado , y que los tienen separados. Las manos solas no son
siempre suficientes para hacer las extensiones necesarias; es indispen-
sable á veces el recurrir á los lazos aplicados con método. ( V. la-
zos.) Hay ocasiones en que un solo ayudante hace al mismo tiempo
las extensiones y contraextensiones: la fractura de la clavícula es un
exemplo de esta verdad.
La segunda indicación en la curación de las fracturas es el man-
tener los huesos reducidos; lo que se consigue por medio del aposi-
to y la buena situación. El aparato es diferente según la parte frac-
turada y la especie de fractura. En las fracturas simples de los hue-
sos grandes de las extremidades , que son el muslo y la pierna , el
brazo y el antebrazo, se aplica desde luego sobre la parte una com-
presa sencilla , hendida en dos ó quatro cabos. Esta compresa debe
estar empapada en algún vehículo resolutivo , como lo es el aguar-
diente alcanforado , no solamente para que produzca efecto el medi-
camento, sino también á fin deque se aplique con mas exactitud so-
bre la parte , sin formar pliegue alguno. En seguida se coge una ven-
da arrollada en un globo y empapada en el mismo vehículo: se prin-
cipia haciendo tres circulares iguales con ella sobre la parte fractura-
da^ se continúa empleándola, dando vueltas sobre dicho sitio, vol-
viendo á subir con la venda hasta la atadura de los músculos, que pue-
den hacer mover la parte. Después de esta primera venda se aplica
otra segunda, que tenga una longitud conveniente según para lo que
sirva , con la que se forman desde luego dos circunvoluciones igua-
les sobre el sitio de la fractura; se continúan estas hasta llegar á la
parte inferior de la fractura, y se vuelve á subir á lo mas alto con
dichas vueltas. Las diferentes circunvoluciones de venda no de-
ben dexar á descubierto mas que una tercera parte del rodeo prece-
dente, á fin de que se mantenga reducida con mas exactitud la frac-
tura. El vendaje demasiado floxo no comprime nada; permite á los
músculos la perniciosa facilidad de contraerse; el callo es disforme,
y el miembro puede consolidarse en una dirección que no sea natu-
ral: por otra parte el vendaje demasiado apretado, quando lo está
con exceso , produce la gangrena ; y sin estar á punto de ocasionar
este formidable accidente, puede sin embargo comprimir , y poner
obstáculo á la libre circulación de los humores, y resultar la falta
de nutrición y la atrofia.
Aplicadas las dos primeras vendas, se colocan las compresas y
lengüetas metódicamente. En la curación de la pierna fracturada
algunos Prácticos ocupan la parte inferior , desde lo mas delgado de
la pantorrilla hasta los maléolos, con la aplicación de una compresa
FRA
221
graduada igual. Otros prefieren el dar mas grueso á la extremidad in-
ferior de las lengüetas ; lo que se hace doblándolas á lo largo en to-
do lo que se juzgue conveniente con un simple lienzo, antes de hacer
los pliegues según su anchura, que determinan lo que se quiere dar
á eada una de las compresas ó lengüetas. Se mantienen en seguida
con una tercera venda, cuyas circunvoluciones pueden hacerse en
circulares mas anchos para emplear toda la longitud de la venda. Se
puede sostener todo este aposito entre dos gotieras de hoja de lata ó
de cartón , atadas con unas cintas de hilo: en seguida se aplica la
charpa para la extremidad superior, y los fanones en las fracturas
de la extremidad inferior. (V. charpa * fanón.) Una ligera tu-
mefacción , sin dolor ni rubor , que se distinga por encima y por de—
baxo del vendaje, da á entender que este no se halla ni demasiado
apretado, ni muy floxo. Luego que está ya puesto el aparato conve-
niente, es necesario procurar toda la comodidad del fracturado, que
es muy del caso, y que todo el mundo debe conocer fácilmente;
aunque pocos Facultativos procuran indagaren los libros del arte de
curar. En los primeros dias los enfermos es preciso que guarden ca-
ma: entonces es necesario que se coloquen con la mayor comodi-
dad posible en una dirección , que presente todos los músculos rela-
xados, y sobre una almohada blanda: la pierna estará un poco le-
vantada del lado del pi; para favorecer el regreso de la sangre, y se
apoyará sobre un parage seguro y blando: se sostendrá en una al-
mohada igual puesta sobre unos colchoncitos , que él mismo debe
igualar bien: para este efecto la cama debe estar cubierta de col-
chones solamente, sin que sean de pluma; y asimismo es bueno in-
troducir entre el primero y el segundo una tabla, que ocupe desde
el pie hasta mas arriba de las caderas ; pero como la precisión de es-
tar siempre acostado hace que esta postura sea insoportable al cabo
de mucho tiempo, se deb¿n tomar las precauciones necesarias para
precaver esta incomodidad en quanto sea posible : se pondrá una
cuerda, que baxe del cielo de la cama , y que venga á parar á la ma-
no del enfermo: esta cuerda lesera muy útil para manejarse con fa-
cilidad, y desempeñar sus diferentes necesidades. Se ata al pie de la
cama una tabla, que debe estar firme , y sobre laque se manda cla-
var un colchoncillo ó almohadas , que servirán al enfermo de punto
de apoyo en el pie sano para levantarse en sus necesidades , ayuda-
do de la cuerda , y para mudar la postura de tiempo en tiempo,
quando se resbala hácia la parte inferior de la cama. Para evitar que
se escorien las nalgas, aconseja Mr. Petit el que esté agujereado el
primer colchón , á fin de poder pasar cómodamente una vacinilla
entre el primero y segundo colchón quando el enfermo tenga ganas
de executar sus necesidades: en este caso la sábana de abaxo debe
estar partida, ó componerse de dos piezas, que se puedan separar
222
FRA
para dicho acto en el sitio en que corresponden las nalgas: a pe-
sar de esta precaución se verifica el que la rabadilla se escoria , y en-
tonces es necesario registrarla á menudo, y fomentar esta parte con
el agua vulneraria ó el aguardiente alcanforado para evitar el que re-
sulte una gangrena: pero si se verifica, se remediará este accidente
con la aplicación del ungüento estoraque &c.
En las fracturas complicadas la necesidad de curar á menudo las
heridas exigen grandes movimientos con el uso de los vendajes cir-
culares; y estos movimientos constituirán un grande obstáculo pa-
ra que se verifique la reunión del hueso, la que pide mucha quie-
tud , tanta quanta se pueda procurar. En este caso se halla indicado
el uso del vendaje de diez y ocho cabos. Esto conviene no solo en
esta clase de fracturas de las piernas, sino también en todas las de las
extremidades, siempre que sean complicadas, en las que debe servir,
y asimismo en los casos en que no haya herida alguna. En las gran-
des contusiones, por exemplo, quando no hay necesidad de hacer
incisiones para dar salida á la sangre extravasada, se emplea al prin-
cipio el vendaje de diez y ocho cabos, y después se echa mano de
una venda circular. En estas circunstancias es en las que conviene le-
vantar á menudo el aposito, contra lo que nos enseña la regla gene-
ral, para observar lo que sucede en la fractura, y también con el
objeto de apretar el vendaje á proporción que se resuelve la sangre,
y que se deshincha la parte.
Las fracturas, que vieien con herida, son mas o ménos perjudi-
ciales según la naturaleza de esta y sus accidentes. Algunas veces la
misma causa, que fractura el hueso, ocasiona la herida, como una
rueda de coche, una bala, un casco de bomba &c. Los huesos mis-
mos, que están quebrados, pueden herir las carnes y horadar el te-
gumento : estas heridas están acompañadas de mas ó ménos contu-
sión , y pueden complicarse con hemorragia , cuerpos extraños &c.
Los antiguos echaban mano en estas especies de casos de un ven-
daje abierto , que les permitia curar la herida sin tocar al resto del
aparato. Según Pablo Egineta y Guido de Chauliac nos podemos
servir de vendas arrolladas en la curación de las fracturas complica-
das con soluciones externas, cuidando de no cubrir con las circun-
voluciones de ellas las partes próximas á la herida: esta queda mani-
fiesta y á descubierto á fin de poderla curar todos los dias , y apli-
car los medicamentos convenientes, sin levantar las vendas, ni tocar
á la fractura. Ambrosio Pareo desaprueba mucho esta clase de ven-
daje : si la herida no está comprimida suficientemente, los humores
acudirán allí, dice él, de las partes circunvecinas, que están apreta-
das, y de aquí sobrevendrá después la inflamación y la gangrena.
Marque, célebre Cirujano de París , ha escrito una Disertación muy
sabia sobre Ios-inconvenientes que tiene el uso de este vendaje hendi-
FRA 223
do: hace mención de un precepto de Pareo, que quiere que se eche
mano de una venda en dos ó tres dobleces á modo de compresa , que
no forme masque una sola vuelta: esta compresa, tres veces dobla-
da, está cortada para formar tres cabos á cada lado, y es como
constituye nuestro vendaje de diez y ocho cabos, tan recomendado
en la práctica: comprime con igualdad toda la parte, y se puede,
sin moverle ó levantarle, reiterar las curaciones quanto sea necesa-
rio: Guilleman parece que es su inventor. Cada compresa será de
seis cabos, que no servirá mas que para las fracturas que están en la
mitad de un miembro; y en este caso se pueden mantener quietos los
cabos superiores y los inferiores, contentándose con levantar para
cada curación los cabos del medio para descubrir la herida. Si la frac-
tura se halla pr )xíma á la articulación , será suficiente que cada pie-
za del lienzo esté hendida de cada lado para formar solo quatro ca-
bos, á menos que sirviendo del vendaje con compresas de seis cabos,
no se atan los superiores ó los inferiores por encima ó por debaxo de
la articulación ; es decir , que valiéndose del vendaje de diez y ocho
cabos para una fractura con herida en la parte inferior del muslo,
los seis cabos inferiores se pondrán por debaxo de la rodilla, ó los
superiores por encima de ella en la aplicación que se haga de este
vendaje para una fractura complicada en la paite superior de la pier-
na, lo que me ha parecido muy útil. Mr. Petit describe la curación
y el aposito de las fracturas complicadas de la manera siguiente: se
coloca sobre la herida, cubierta de planchuelas de hilas, una com-
presa, puesta en quatro dobleces, para impedir que los materiales
purulentos no ensucien lo restante del aposito; después dos compre-
sas ó lengüetas, bastante gruesas, una de cada lado; y en lugar del
vendaje de diez y ocho cabos, cosidos juntos, se pueden aplicar mu-
chos cabos de venda separados, los que harán el mismo efecto que
el vendaje ordinario, y tienen la ventaja de poder ser mudados con
separación según las necesidades. Para mantener fixo este vendaje nos
podemos servir de unas gotieras de hoja de lata, atadas con tres la-
zos 6 cintas de hilo; en seguida se pondrá el miembro en la situación
conveniente.
El mismo Mr. Petit ha corregido los fanones para las fracturas
complicadas con herida en la parte posterior del miembro; haciendo
envolver dos porciones de paja en dos pedazos separados de tela, de
manera que quedase hueco en el parage que corresponde á la heri-
da. Este intervalo puede contribuir para facilitar las curaciones, pues
que se puede con el auxilio de estos fanones aliviar al miembro , y
curar la herida después que se han descubierto las compresas.
En las fracturas complicadas del muslo Mr. Petit aconseja que
el primer colchón se halle dividido en muchas piezas, las que se pue-
den ajustary separar según las urgencias que ocurran. Una gran pie-
224 FRA
za se extiende desde la mitad de las nalgas hasta la cabecera de lá ca«
ma, lo restante se reparte en quatro pedazos, dos á cada lado : el
uno del lado enfermo debe comenzar al fin del primero, y extender-
se quatro dedos por debaxo de la fractura: el otro pedazo del mis-
mo lado principia donde aquel acaba, y se extiende hasta los pies de
la cama : los otros dos pedazos de colchón , sobre los que se apoya
el lado sano, estarán puestos de la misma manera, pero con la di-
ferencia de que serán mas largos: la cama ha de estar colocada de
manera que un tercio de su ancho presente solamente aquellas por-
ciones que sostienen el lado enfermo: cada una de estas quatro por-
ciones de colchón estará cubierta de una tela fina para que sirva de
sábana: también se pueden mudar de este modo fácilmente para que
haya limpieza: la parte superior del colchón se vuelve á cubrir con
un lienzo ó una sabanilla, la que no tendrá comunicación alguna con
las piezas de abaxo. He aquí las comodidades que se siguen de estas
diferentes piezas de colchón separadas. Quando se quiere poner el
vaso para que obre el enfermo, se quita la pieza del medio, que cor-
responde ai lado sano. Una parte del muslo y de la nalga se pone
entonces en falso; y el espacio que ocupaba la porción del colchón,
que se ha quitado , dexa sitio para el vaso que se le presenta al en-
fermo , y se saca con facilidad luego que ha depuesto sus excrecio-
nes. Para poder volver á meter fácilmente esta parte de colchón, con-
viene tener cosidas á él dos correas estrechas ó dos cintas de hilo, que
pasen por debaxo de la porción del colchón del lado enfermo. Estas
correas se tiran por qualquiera, de manera que no puedan mudar de
situación, ni remover la porción del colchón sobre la que se apoya
la extremidad fracturada. El enfermo podrá de este modo recibir fá-
cilmente algún alivio si se quitan las dos porciones inferiores que sos-
tienen el lado sano.
Para curar la herida se tira la porción del colchón que está deba-
xo de la fractura, y queda la libertad de pasar las manos por todos
lados para levantar el aparato , y volverle á aplicar sin riesgo de mo-
ver la fractura.
Con respecto á la fractura complicada del muslo Mr. Petit ha
inventado una caxa particular: esta tiene una plantilla, que sostiene
la planta del pie, é impide que cargue sobre la extremidad fractura-
da el peso de la ropa de la cama. En las fracturas simples estamos
obligados á poner una soleta de madera, cubierta de un lienzo, pa-
ra que sirva de punto de apoyo á la planta del pie. Una cinta de hi-
lo abraza á esta soleta, que estará adherida á su parte media : los dos
cabos se cruzan sobre el pie, y se asegurarán á los fanones con unos al-
fileres : estas cintas se dirigen en seguida alternativamente de un lado
y de otro , cruzándolas para formar con igualdad un enlace hasta
la parte superior ; se fixan los fanones oon los alfileres antes de dar
FRA 225
las vueltas para poder pasar los cabos de uno y otro lado: se coloca
la parte sobre una almohada suave, de modo que el talón no cons-
tituya apoyo alguno; si no, podría sobrevenir la inflamación y la
gangrena.
Por medio del arco de fractura, que es un medio círculo, ó de
un medio aro de tambor, se forma una especie de habitación para la
extremidad y el pie , con lo que se Ies defiende del peso de las sá-
banas y demás ropa de la cama. En el invierno, para mantener el ca-
lor de la pierna es preciso cubrirla con servilletas y otros paños ca-
lientes , para suplir la falta de calor que daría la aplicación de las cu-
biertas de la cama.
Después de haber colocado la parte en situación , es necesario
satisfacer la tercera indicación de las fracturas , la qual consiste en
precaver los accidentes, y combatirlos si sobrevienen. En las frac-
turas simples basta prescribir algunas sangrías para procurar la reso-
lución de la sangre extravasada en lo interior , ó al rededor de los
extremos del hueso fracturado. Se hacen fomentaciones resolutivas y
espirituosas, y se manda observar un régimen conveniente por es-
pacio de algunos días. Las fracturas complicadas exigen atenciones
mas seguidas y variadas, según las circunstancias.
Se debe continuar con el aposito dicho sobre las partes fractura-
das hasta que se verifique la perfecta consolidación de las piezas ro-
tas; se suele verificar con mas ó menos prontitud , según la naturaleza
diferente de cada hueso. Hay que tomar algunas precauciones en
quanto mover el miembro por sus articulaciones; por el rezelo de
que si no, después de mucho tiempo , incurrirán en la inacción , y aca-
so no se llegada á espesar la sinovia; lo qual daría lugar á que se
formase un anquilose *.
Hemos expuesto las ideas generales de las fracturas, incluyendo
en ellas las que pertenecen también á la curación , según lo hace Mr.
Luis en su Diccionario , que es el que hemos adoptado para el ramo
de Cirugía ; pero en la exposición de las fracturas en particular lo
hacemos extractando la obra del célebre Desault , publicada y escri-
ta porBichat; y aunque están en contradicion muchos de los prin-
cipios, hemos creído sea esto de alguna utilidad, para que puedan
comparar nuestros lectores los distintos métodos, y seguir el que les
parezca mas útil, y el que en su práctica les presente mas hechos
favorables &c.
Fractura de los cóndilos de la mandíbula inferior.
(Cir.) La exposición anatómica y la estructura de dichos cóndilos,
como también de las partes que los rodean, se tratarán en el artículo
MANDÍBULA.
La fractura del cóndilo de la mandíbula puede sobrevenir por
un contragolpe, como quando la violencia externa, habiendo sido
TOMO IV. FF
226
FRA
aplicada de adelante á atrás, 6 de abaxo á arriba sobre el sinfi-
sis de la barba , y empujando entonces contra los bordes salientes de
su cavidad glenoídes, produce precisamente la rotura. Qualquiera
que sea el modo de hacerse esta división, regularmente se observa
en la parte mas estrecha, que sostiene al cóndilo, y por debaxo de
la inserción del músculo pterigoideo externo. Se conoce su existencia
por un dolor mas ó ménos vivo, efecto inevitable del rompimiento
que experimenta el hueso ; por la dificultad mas ó ménos considera-
ble en los movimientos de dicha parte ; por una crepitación mas ó
ménos sensible, quando estando comprimido hácia adelante el ángu-
lo maxilar, y subiendo y baxando alternativamente la mandíbula,
las superficies divididas se rozan mutuamente; por una desigualdad
á veces sensible en la región del cóndilo fracturado ; por la facilidad
con que se hunde en la fosa cigomática empujándola por delante;
por su inmovilidad en los movimientos de la mandíbula inferior, de
la que está separado: señales en general características; pero ademas
una hinchazón mas ó ménos grande puede añadir un grado mayor ó
menor de certeza. Una separación casi constante es producida en esta
ocasión por la acción muscular; porque implantado en el cóndilo, el
músculo pterigoideo externo violentado hácia adelante, y arriba hácia
la ala externa de la apofise pterigodea , que es el punto fixo de su
inserción. Por otro lado el cuerpo del hueso retirado hácia atrás es
sostenido por el músculo masetero y el pterigoideo externo , cuya
dirección se opone á semejante separación; de suerte que entre las
dos piezas de hueso siempre queda un hueco mas ó ménos sensible.
De aquí resulta que si un medio qualquiera no restituye el contacto
que han perdido los fragmentos huesosos: i.° su consolidación será
mas prolongada , pues que en todo hueso se halla en razón inversa
de la separación de las superficies divididas: 2. 0 tal vez no tendrá
ya lugar , si los movimientos del hueso han hecho una impresión
considerable , como lo he visto en un caso particular en que el cón-
dilo, no habiéndose podido reunir, se exfolió, y salió en parte hácia
afuera: 3. 0 en el caso en que se forme el callo vecino á la articula-
ción , y hecho disforme por la separación de las partes , impedirá la
acción muscular, y las funciones peculiares de la mandíbula.
No siendo todo aposito mas que una resistencia pasiva opuesta á
las potencias activas de la separación , se sigue lo que ya queda di-
cho, que el vendaje está destinado para impedirla, y para preca-
ver por consiguiente los accidentes propuestos , y que debe , ó bien
llevar hácia atrás el cóndilo que está violentado hacia adelante, ó
empujar en esta última dirección el cuerpo del hueso fixado hácia
atrás para ponerle en su postura ordinaria, á fin de atraerle, por de-
cirlo así, al enlace con el cóndilo. El primer método es imposible,
con relación á la situación de los cóndilos , que están cubiertos de mu.
FRA 227
chas partes, y que ofrecen muy poca coyuntura, para que se pueda
maniobrar en ellos. Solo queda pues el segundo medio, que es tanto
mas fácil, quanto el ángulo saliente del maxilar está siempre descu-
bierto debaxo de los tegumentos, y se puede dirigir sin trabajo de
atrás á adelante con una tuerza qualquiera. Los dedos del Cirujano re-
presentan momentáneamente esta fuerza en el instante en que se hace
la reducción ; pero es necesario sostenerla continuamente por medio
del aposito. Se consigue esto del modo siguiente.
Se colocarán por detras del ángulo maxilar empujado hacia ade-
lante unas gruesas compresas, que llenen la escotadura donde está
la glándula parótida, formando una pirámide, cuyo nivel exceda al
de las partes circunvecinas; después se pasarán sobre estas compre-
sas las vueltas obliqüas del vendaje que se suele emplear ordinaria-
mente en las fracturas laterales de dicho hueso, y cuya aplicación
debe siempre en tal caso principiar por el lado opuesto al enfermo.
(V. VENDAJES.)
Las compresas mas salientes que las inmediatas estarán mas com-
primidas, pues que la compresión de un vendaje está en razón de la
prominencia del lugar en que se aplica. Mantenidas sólidamente por
todas partes, sostendrán el cuerpo del hueso en la línea que corres-
ponde al cóndilo. Es necesario añadir á todas las precauciones y
consideraciones el descanso absoluto del hueso fracturado', porque
sino como los músculos pterigodeo interno y masetero permanece-
rán contrayendo el ángulo hácia atrás; sobrepujarán la resistencia
del aposito, y precisamente reproducirán la separación, y dará
lugar á que sobrevengan accidentes.
La mandíbula inferior aproximada exactamente á la superior, no
se separa los primeros dias mas que para la introducción de un pistero,
cuyo pico aplanado dexará pasar á la boca las bebidas alimenti-
cias, ¿cómo se ha de suplir esto? El espacio que él ocupa da lu-
gar , sin perjudicar al hueso , para poder alimentar bien al enfermo;
el que debe evitar el hablar, reir, y todo lo que pueda mover el
cuerpo del hueso, porque se separa el cóndilo. Las descripciones
ulteriores del tratamiento se incluyen en las que son generalmente
aplicables á todas las fracturas de este hueso ; y no hay aquí nada de
particular que añadir.
Fractura del cuerpo de la clavícula. (Cir.) El hombre
tiene la ventaja sobre ciertas clases de quadrúpedos, que la natura-
leza les ha negado á muchos de ellos enteramente, los movimientos de
la extremidad superior. La clavícula, especie de arco, situada entre
el pecho y el hombro, es el centro movible , pero sólido , de ellos ; los
que faltan en el momento mismo en que perdida su continuidad de-
xa de ofrecer un punto de apoyo. Pocas enfermedades de este gé-
nero se encuentran con mas íreqüencia que esta. Las corvaduras na-
223
FRA
turales del hueso; su situación inmediata debaxo de los tegumentos;
la falta de apoyo en su parte media; la proporción excesiva de su
texido esponjoso con respecto al compacto; la salida del hombro
freqüentemente empujada con la acción de los cuerpos externos , todo
contribuye á multiplicarla, sobre todo en la clase de hombres, ex-
puestos por instituto á los movimientos violentos de las extremida-
des superiores. Para presentar aquí con exactitud este punto prác-
tico , examinaremos las causas, variedades y señales de la fractura de
la clavícula , los accidentes de que es susceptible , el modo y causas
de la constante separación de sus piezas, y el modo también de com-
ponerlas, sea después ó en el acto de la reducción. La acción de
cuerpos externos es casi la única causa que conocemos de esta frac-
tura, los quales aplicados al hombro la hieren violentamente; ó sea
que comprimiendo contra el acromion chocan violentamente. De
qualquiera manera que se verifique , la fractura es obliqüa ó trans-
versal, simple ó doble, por la mitad ó por sus extremos, simple ó
complicada.
La fractura obliqüa es mas freqüentemente efecto de un contra-
golpe; la transversal es el resultado mas constante de la acción inme-
diata de causas externas; de un contragolpe se origina casi siempre
una fractura simple; á un golpe directo se deben comunmente las
complicadas. El uno las produce á la mitad del hueso ; y el otro
por lo regular en sus extremidades. La fractura doble se debe atri-
buir mas bien á un golpe que á un contragolpe; es muy obvio el in-
dagar la razón de estas diferencias , que no me detengo á explicar.
El conjunto de los fenómenos de estas fracturas no dexan motivo
de duda sobre su existencia , sobre todo quando son obliqüas. Como
en casi todas las demás hay dolor agudo , á veces siente el enfermo
como un estallido; se imposibilitan al instante los movimientos de
rotación ; quedan solo los que se efectúan de adelante á atrás, pero
son difíciles y dolorosos. Al momento pierde su nivel el hombro, y
se deprime mas ó menos, y se le ve claramente irse hacia adelante y
adentro. En lo alto y al lado interno del hombro se percibe en casi
todos los casos una eminencia formada por la porción externa del
hueso dividido. Sin embargo , el dolor continúa , las tiranteces pe-
nosas, ocasionadas por el peso del brazo, obligan al enfermo, para
evitarlas , á que incline el tronco y la cabeza hácia el lado afecto. En
esta situación faltan los dolores regularmente , y el brazo se encuen-
tra apoyado.
A estas señales, casi todas racionales, se añaden aquellas que
son sensibles , como la movilidad de las piezas del hueso ; la crepi-
tación de ellas ; la tumefacción en el parage de la fractura al pasar
los dedos por la cara superior de la clavícula; la facilidad en ponerla
en su dirección natural llevando el hombro arriba , afuera y atrás,
FRA 229
con loque será difícil el equivocarse sobre su naturaleza ; quandoes
obliqiia ofrece mas claridad el diagnóstico , y ademas de esto una tu-
mefacción muy considerable al rededor del sitio fracturado acaba de
quitar toda duda. Quando la fractura es transversal á veces es
difícil su diagnóstico ; las desigualdades recíprocas de las superficies
divididas pueden encaxarse las unas en las otras, é impedir su sepa-
ración; y si hay todavía duda, se colocan los dedos en la extremi-
dad external y en la escapular , y se manda á un ayudante que
mueva el brazo en todas direcciones; los movimientos se comunica-
rán á la clavícula, y mas á la porción externa.
Del examen de las causas de la separación , tan común en esta
fractura , resulta que en casi todos los casos , la extremidad externa
de la porción humeral es arrastrada desde luego hácia abaxo, y des-
pués adentro y adelante, por una doble potencia. De aquí resultan
estas conseqüencias tan sencillas: i. a que la resistencia que opongan á
aquella los medios de la reducción, y los apositos propios para man-
tenerla , deben obrar en dirección opuesta á la que siguió la causa:
2. a que estas, el peso y la acción muscular, teniendo una tendencia
permanente á ponerse en exercicio, y que por otra parte los movi-
mientos del brazo tienden siempre á separar las piezas fracturadas,
el aparato debe estar obrando constantemente como en el acto de la
reducción ; precepto general aplicable casi á todos los casos, y que
debe ser el término de comparación para juzgar de las diferente*
ventajas ó perjuicios de los vendajes . y de los procedimientos en re-
ducir esta fractura.
Para esta ningún método nuevo nos distingue de la Cirugía de
los árabes; en ellos encontramos el medio casi umversalmente adop-
tado hasta nuestros dias , que consiste el colocar un ayudante sus
rodillas entre las escápulas, y con sus manos tirar fuertemente el
hombro hácia atrás. Desault decia que para reducirla metódicamen-
te era necesario no solo tirar la espalda hácia atrás y arriba , como
regularmente se practicaba, sino también hácia afuera > y que la po-
tencia destinada á arrastrarla en esta última dirección, debia obrar
horizontalmente según la situación de la clavícula , del mismo modo
que se practica en la fractura obliqüa del muslo. Hallado ya el mo-
do de reducirla, resta inferir qué vendaje será apropiado para ase-
gurar su permanencia. Desault piensa que se podría reducir y man-
tener reducida la clavícula á la vez.
Un principio general parece haber dirigido sobre este punto á
todos los autores. Mantener la espalda del lado enfermo: i.° tirán-
dola fuertemente hácia atrás: 2° aproximándola á la del lado sanoj
tal era la práctica de los Médicos griegos en emplear una especie de
espica muy variada , según la separación de la fractura á que se ha-
bían de oponer. Una aplicación de este principio se encuentra prin-
23° FR A
cipalmente en el vendaje de ocho en cifra , que es otro modo parti-
cular de espica recomendada desde la antigüedad.
Pero baxo qualquiera forma que se presente este vendaje, su ac-
ción siempre es la misma, esto es, insuficiente; pues comparándole
con el principio general de todo aposito de la clavícula, se verá que
no puede llenar las tres indicaciones de fixar la porción humeral há-
cia arriba, atrás y afuera. Para llevar el hombro hácia atrás, pierde
Ja mitad de su eficacia ; pues que descompuesto por la obliqüidad
de su dirección, su fuerza se divide en dos, una paralela entera-
mente inútil, la otra perpendicular á la eminencia del hombro, que
es solo la eficaz, de suerte que para obtener un resultado como cinco,
es menester comprimir como ciento. Lejos de llenar el vendaje, la in-
dicación de llevarle hácia afuera obra diametralmente opuesto. Apro^
ximado el omoplato al del lado opuesto acerca también al tronco
^este pedazo de hueso, y le hace sobreponer sobre el interno, y así
el ocho en cifra obra hácia -atrás. El hombro no está sostenido en
■alto, porque la dirección muy obliqüa de los rodeos de la venda es
un obstáculo para conseguirlo; el brazo no teniendo un punto fixo,
puede moverse á cada instante, perjudicarle, y comunicar sus fu-
nestos movimientos á las piezas rotas; y he aquí uno de los princi-
pales inconvenientes de todos los vendajes, porque no es fácil el evi-
tar estos movimientos. Debo añadir aquí á estas desventajas la de
comprimir con todas las vueltas de la venda arrugadas y magullan-
tes los bordes salientes del hueso del sobaco , ocasionando por esto
incomodidades y dolorosas escoriaciones.
De esta relación, entre las indicaciones y el modo de obrar del
ocho en cifra , se deduce que no es útil para satisfacerlas convenien-
temente, y de lo que se pu?de juzgar de los pocos progresos que
en esto ha hecho nuestro arte; la cruz de Heister, la compresa de
Petit , puesta transversalmente sobre las circunvoluciones obliqüas de
la venda, el corsé, con el que Brasdor rodeaba el pecho de sus en-
fermos, y el aparato de cuero, últimamente propuesto por un Prác-
tico alemán , medios variados en su forma , pero idénticos en sus
efectos como puras modificaciones del ocho en cifra , tienen , como
él , el defecto fundamental de no ofrecer á la acción muscular y al
peso del hombro una resistencia diametralmente opuesta á ellas. Pec-
ceti parece haber satisfecho esta indicación quando aconseja en su
Cirugía el dexar una pelota debaxo del brazo ínterin se cura la
fractura ; pero el ocho en cifra, unido á este recurso , contrabalanza
su efecto , le hace nulo , y no ha conseguido con esto mas que
los otros.
Por lo regular hay en esta fractura una sobreposicion mas ó me-
nos sensible , que acompaña i la consolidación , y aquí, como en otros
casos, se quiere explicar lo que no se sabe precaver. La imposibilidad
FRA 231
de rodear, como en otras fracturas, el miembro con circulares, pa-
reció á Heister , á Petit y á Duverney ser la causa de este accidente.
Se supone un callo estancado donde no habia mas que piezas rotas;
vanas hipótesis, que se llegan á desvanecer quando un aposito me-
tódico impide la separación.
Desault busca para esto , como para los otros vendajes suyos , el
multiplicar la aplicación de los medios conocidos sin crearlos de nue-
vo. Las piezas que componen su vendaje son las siguientes : tres ven-
das de tres dedos de ancho , las dos primeras de seis varas de largo,
y la otra de ocho , puestas cada una en un globo ; una almohadilla
en forma de cono hecha con unos pedazos de lienzo usado, de una
longitud igual á la del húmero, de quatro ó cinco pulgadas de ancho,
y cerca de tres de grueso hacia íu base ; dos ó tres compresas en
forma de lengüetas; una pequeña charpa, y un pedazo de lienzo de
un ancho suficiente para envolver todo el vendaje.
Estando todo dispuesto se pasa á aplicarle del modo siguiente , el
que al mismo tiempo sirve de reducción: estando el enfermo en pie,
ó si no puede de este modo sentado en un banco sin respaldo , un
ayudante levanta el brazo del lado enfermo, y le sostiene hasta for-
mar con él un ángulo casi agudo con el cuerpo, entre tanto que ei
Cirujano coloca la parte superior de la almohadilla en la axila , la
que baxa por el lado del pecho , y la que otro ayudante que está al
lado opuesto la sostiene por los dos ángulos superiores. Toma des-
pués el Cirujano una de las primeras vendas; coloca su extremo en
la parte media de la almohadilla, para sujetarla con dos circulares al
rededor del cuerpo. En llegando á la parte posterior del pecho sube
obliqüamente el circular, como se ha hecho anteriormente, por en-
cima, delante y debaxo del hombro sano; cruzando el circular se
lleva la venda por detras del pecho, y concluye con circulares, coa
los que queda enteramente cubierta la almohadilla. La aplicación de
la primera venda tiene solo por objeto el fixar firmemente la almoha-
dilla en dicho parage. En este estado el Cirujano la sostiene con una
mano colocada en su cara externa, y la sostiene en alto, mientras
que la otra mano agarrando el codo después de poner el antebrazo
en media flexión, baxa aquella extremidad, la coloca á lo largo de
la almohadilla, aprieta fuertemente contra el pecho su extremo infe-
rior, entre tanto que se dirige un poco hacia atrás su parte superior.
El tiempo de aplicar el vendaje pertenece todo al acto de la re-
ducción. El húmero, palanca entonces de primera especie, se pro-
longa en lo alto del hombro, á proporción que baxando se aproxi-
ma al pecho. La porción escapular, arrastrada con aquel , se dirige al
mismo tiempo hácia arriba y atrás , se pone en contacto con la es-
ternal, y al momento desaparece la desigualdad del miembro. Es-
tando en esta disposición el brazo sostenido por un ayudante , com-
232 FRA
primiéndole con una mano, y sosteniendo con la otra el antebrazo
puesto en media flexión, y horizontalraente delante del pecho, se
aplica la segunda venda ; se coloca su extremo debaxo del sobaco
sano; se lleva por delante del pecho, sobre la parte superior del
brazo enfermo, detras de aquel, y por debaxo de la axila; se hacen
así dos circulares iguales; después se baxa hasta la parte inferior del
hombro para ir haciendo espirales pequeños, apretándolos un poco
por la parte superior , y aumentando tanto mas la constricción quan-
to nos acerquemos mas á la extremidad inferior; cuya venda sirve
para suplir con ella lo que hacia la mano del ayudante , conserván-
dole en esta posición. Esta compresión, aumentada por grados,
por una parte es mas eficaz , pues obra por mas puntos de superficie;
y por otra es menos incómoda, porque está mas extendida, y es
menos sensible.
Una tercera indicación hay que satisfacer , que consiste en soste-
ner en alto el hombro , y ayudar así á la extensión de las piezas,
que ya se anticipan á baxarse; para esto un ayudante levanta el codo
de una mano , y sostiene con él el del enfermo delante del pecho,
miéntras que el Cirujano llena de hilas los huecos que hay al rede-
dor de la clavícula , y pone en el parage fracturado dos compresas
en forma de lengüetas empapadas en agua vejeto- mine ral, ó en otro
vehículo resolutivo qualquiera; en seguida se toma la última venda,
se pone su extremo debaxo del hombro sano , se conduce obliqüa-
mente por delante del pecho sobre las lengüetas , desciende por de-
tras del hombro , y á lo largo de la parte posterior del brazo ; vi-
niendo á pasar por debaxo del codo, sube con obliqüidad por de-
lante del pecho hasta debaxo de la axila ; después por detras al dor-
so, y se vuelve á repetir lo mismo para cubrir la vuelta anterior, y
desde donde se parte para recorrer aun el camino que acabo de des-
cribir; de lo que resulta un segundo circular, que circunda en parte
al anterior, y una especie de doble triángulo colocado delante del
pecho sobre los circulares. El resto de la venda va de atrás adelante,
haciendo circulares al rededor del brazo y pecho, para impedir la
separación de las otras vueltas de venda ; y para asegurar mejor su
permanencia se ponen unos alfileres en diferentes puntos. Se mete
después la mano en la charpa , unida superiormente á las vueltas que
suben, y no á los circulares, que el peso de la mano haría que se
baxasen. Basta examinar la disposición de esta tercera venda y de la
charpa, para inferir que debe ser muy útil para sostener al nivel las
piezas rotas, que el peso del hombro intenta deprimir, y que suple
el esfuerzo que un ayudante emplea para levantar el codo y sostener
la mano del enfermo, del mismo modo que lo hace la segunda venda
comprimiendo contra el pecho la parte inferior del húmero. Por
otra parte, los circulares que se hacen con el resto de la última
FRA *33
venda , dirigidos de adelante atrás, empujan en esta dirección el bra-
zo y el hombro , que ya están colocados, y los mantienen así. De
aquí se sigue la verdad de la proposición que he querido demostrar,
á saber.: que el vendaje de Desault , conforme con el principio ge-
neral establecido para las fracturas del cuerpo de la clavícula, man-
tiene constantemente, la extremidad externa de la pieza humeral ha-
cia arriba , afuera y atrás.
El conjunto de las circunvoluciones de venda que envuelven el
pecho, aunque ajustadas fuertemente, pueden descomponerse, prin-
cipalmente quando el enfermo está en cama ; lo que se precave cu-
briéndolo todo con una servilleta, sin dexar descubierto mas que el
brazo sano para que execute con él toda clase de movimiento.
El brazo enfermo , unido enteramente al pecho, sigue sus movi-
mientos sin ocasionar su separación. De esto se sigue en esta fractura
la ventaja de no tener que guardar cama, y de evacuar asimismo sus
negocios durante la curación. No me detendré en referir las nume-
rosas objeciones que contra este vendaje han puesto diferentes au-
tores.
Hay pocas observaciones particulares relativas á las diversas com«
plicaciones, que pueden acompañar á esta fractura. La curación es
entonces variada según las circunstancias, comprehendiéndose en las
indicaciones comunes á todas las fracturas de esta especie.
Quando se separan las esquirlas en diversas direcciones, y están
adheridas al hueso , irritan las partes blandas; y si se manifiestan al
exterior, entonces la mayor parte de los Prácticos aconsejan levan-
tarlas , y cortar el extremo excedente del hueso roto antes de la re-
ducción: precepto fundado en los dolores agudos, que en este caso
acompañan á su tratamiento , y que aumentan mas los vendajes de
ocho en cifra, llevando el hombro hácia adentro, y comprimiendo
por consiguiente las partes blandas contra la salida de la pieza rota,
ó de las esquirlas ; pero si estas , adheridas aun entre sí ó al hueso me-
diante el periostio, no se hacen cuerpos extraños, siempre está indi-
cado el reponerlas ; solo aquí conviene en el tiempo de la reducción,
llamado de conformación , que será siempre inútil en los otros caso?.
Una esquirla sale al través de las partes blandas; y si no ha estado
mucho tiempo expuesta al contacto del ayre, se vuelve á meter, y
se coloca por medio de las extensiones dirigidas convenientemente.
Mantenida en seguida en una extensión continuada , no se pueden se-
parar, ni irritar las partes, ni ocasionar dolores; inevitable resulta-
do del vendaje de ocho en cifra.
Fractura de la extremidad escapular de la clavícula.
(C/r. ) Esta fractura, que parece merecer la atención de los Ciruja-
nos, presenta en su diagnóstico una incertidumbre , que freqüente-
mente me ha hecho desconocer su existencia. Así como hay cuer-
TOMO IV. GG
234 FR A
pos que con dificultad se escapan del ojo ménos atento , del mismo
modo , aunque es verdad que es mucho menos freqüente que lo pri-
mero , parece fácil que otros engañen al Práctico mas exacto. Esta
obscuridad corresponde alguna vez á una tumefacción de las partes
blandas vecinas, la qual es originada del choque mismo, que ha pro-
ducido la fractura. Tal es en efecto la disposición del hueso en este
sitio , que su división casi jamas es aquí el resultado de contragolpes,
cuyo influxo se exerce principalmente en su parte media, ó sea á cau-
sa de su corvadura. Siempre es indispensable, para romper el extremo
escapular, la acción inmediata de cuerpos exteriores; ademas se con-
cibe muy bien que, por poco fuerte que sea esta, la afección de los
tegumentos y del texido celular debe coincidir con la del hueso. Du-
verney, en su Tratado de las enfermedades de huesos , cita el exem-
plo de un descuido debido á esta causa; pero hay alguna otra causa,
también mas constante y real , unida siempre á la primera , quando
esta existe, siendo suficiente para determinar la incertidumbre del
diagnóstico quando es aislada. La mayor parte de los autores han ob-
servado este carácter de dicha fractura como opuesto al de la del
cuerpo de la clavícula , á la que acompaña siempre mas ó menos se-
paración; de lo que nadie ha manifestado el motivo de un modo
exacto y riguroso. Petit , Brasdor , Duverney y otros muchos repi-
ten aun hoy dia que el músculo trapecio arrastra con igualdad hacia
arriba la pieza externa y la interna , y opone resistencia al peso del
hombro, que intenta deprimir la primera: esta explicación es vaga é
inadmisible. En efecto, ¿por qué en la fractura de la parte media
del hueso el músculo no sostiene con igualdad al hombro? No hay
entonces proporción alguna entre estas dos fuerzas opuestas, siendo
la primera claramente mas débil para levantar el hombro, que la se-
gunda para arrastrarle á abaxo. ¿El encaxe recíproco de los extre-
mos rotos es una causa mas real? Tampoco, porque la experiencia
ha manifestado muchas veces fracturas obliqüas, cuya pieza externa
era inferior, que debiendo por conseqiiencia estar separadas, supo-
niendo exclusivamente la realidad de esta causa, sin embargo que-
daban puestas en contacto.
La estructura anatómica de ks partes explica este fenómeno. Se
sabe que la clavícula toca al omoplato en dos sitios : i.° en la apofi-
se coracoides por el doble ligamento coracobraquial : 2° á la apofi-
se acromion por una cápsula y fibras accesorias, que son en parte el
enlace de las aponeuroses, de la inserción del deltoides y del trape-
cio : entre estos dos puntos queda un espacio de cerca de pulgada y
media, que comprehende este toda la superficie, en donde se ingie-
re el ligamento coracoclavicular : espacio que forma casi la quarra
parte externa de la clavícula. Esto supuesto , es evidente que la frac-
tura se escapará á todas las causas de su separación todas las vecei
FRA 235
que ocupe un punto qualquiera de este espacio, como se infiere me-
ditando atentamente la estructura , situación y disposición de todas
las partes que la rodean. Estas consideraciones, que me parecen evi-
dentes, deducidas de estos principios, producen otras inducciones
relativas á las descripciones de su tratamiento curativo. Supuesto que
el peso del hombro y la acción de los músculos pectoral, subcla-
vio &c. no pueden tener mas que un influxo muy débil en su sepa-
ración, es evidente que el vendaje de Desault, dirigido principal-
mente contra estas dos causas , debe modificarse para el caso de que
se trata; que, por exemplo , la forma de cono que tenia la almoha-
dilla, y que está destinada principalmente para llevar el hombro há-
cia afuera, contrabalanceando la acción muscular, se hace casi sin
utilidad, yes molesto para el enfermo; que la segunda venda, dis-
puesta triangularmente al rededor del tronco para sostenerle, parece
ser excesiva en el aparato.
¿Pues qué piezas deben componerlo? Para determinarlo, obser-
vemos que la causa mas real de la falta de consolidación parece ser
en esta fractura los movimientos del brazo , que comunicándose ai
omoplato y á la porción escapular, determinan una frotación en los
extremos rotos, sin separarlos, la qual es perjudicial para la forma-
ción del callo. De aquí nace una inducción bien sencilla, á saber:
que el objeto esencial y casi único del vendaje debe ser el mantener
inmóvil el extremo superior. Ademas, para esto bastarán: i.° una
almohadilla, uniforme en su grueso, destinada solo para punto de
apoyo del brazo, y no empujarle hacia afuera: 2.° una venda para
fixarla al rededor del tronco , y sujetar en seguida el brazo sobre
ella : 3.°una charpa para mantener inmóvil el antebrazo. Modifica-
do de esta manera el aposito de Desault, basta para hacer una sola
cosa casi del tronco y del miembro superior del lado enfermo , para
hacer así comunes á este los movimientos del primero, y evitar por
consiguiente todo movimiento solo de cada uno , cuyo influxo se
propagaría inevitablemente á la fractura. El enfermo se libertará así
de esta molestia, soportable á la verdad, pero siempre incómo-
da , que ocasiona sobre todo en los primeros dias la aplicación del
aposito ordinario. La experiencia confirma lo que se ha adelantado
sobre el tratamiento de la fractura de dicha parte. Yo he tenido
ocasión de ver á un hombre, y muchos discípulos de Desault han
observado lo mismo , á quien se habia aplicado el vendaje ordinario
para una fractura vecina al acromion , y que constantemente habia
{mesto la almohadilla, durante toda la curación, de tal manera, que
a parte mas gruesa correspondía al brazo , y la mas delgada hácia
arriba; de suerte, que el principio mas evidente de este vendaje se
encontraba claramente manifiesto ; sin embargo la consolidación era
exacta. Alguna vez puede suceder que la porción externa se separe
236 FRA
un poco hacía abaxo por el movimiento de contrapeso del omopla-
to, cuyo ángulo inferior se dirige adentro y arriba, entre tanto
que el anterior ó humeral, llevado hacia afuera y abaxo, arrastra en
esta dirección la pieza clavicular: entonces la segunda venda del apo-
sito de Desault, añadida al que queda expuesto, remediará este in-
conveniente.
Fractura del acromion. (CVr. ) Ninguna porción del omo-
plato está mas dispuesta á fracturarse que la apofise acromion. Pocas
partes blandas la cubren: la especie de apéndice que representa no
tiene un sólido punto de apoyo en todas las posturas del húmero.
Una fuerza muscular muy grande obra freqüentemente sobre ella
con una energía extremada. Prolongada antes, ofrece mucha resis-
tencia á la acción de cuerpos externos. De aquí se sigue que, si no se
rompe con mas freqüencia, es necesario atribuirlo ménos á su dis-
posición natural que á la postura que tiene en la mayor parte de las
caldas. Casi siempre es transversal esta fractura, sea en su punta ó
en la base de dicha apofise , efecto el mas ordinario , ó de un choque
violento de un cuerpo que cae sobre el hombro, ó de un golpe que
se recibe en este sitio &c. ; pero qualquiera que sea el lugar que ocu-
pe , guarda una manifiesta relación con la fractura de la extremidad
humeral de la clavícula , de la que solo parece ser continuación el
acromion; así es que tiene una grande analogía en los fenómenos, las
conseqüencias, y el tratamiento curativo de ambas.
Se distingue esta: i.° por el dolor agudo que experimenta el en-
fermo en el sitio fracturado , el que se aumenta levantando el brazo,
el que comunmente queda inmóvil á lo largo del pecho: 2 ° si se se-
para el brazo del tronco , aplicando la mano en el acromion , se no-
ta como se hunde la extremidad de esta apofise , y dexa una depre-
sión decidida: 3. 0 por lo regular las dos piezas pierden voluntaria-
mente su unión; y sin la precaución que acabo de indicar, se siente
su separación , lo que es producido principalmente con el peso del
brazo y la contracción del músculo deltoides 5 4. 0 la cabeza está in-
clinada sobre el lado enfermo.
El arte tiene hace ya mucho tiempo dos procedimientos diferen-
tes para reducir las fracturas dichas: el uno consiste en colocar el bra-
zo en un ángulo casi recto con el tronco, á fin de poner en relaxa-
cion el músculo deltoides, como lo indica Heister, para poder en
seguida hacer la conformación de las piezas con los dedos : emplean-
do el otro, se dexa el húmero en la situación que tiene, es decir,
puesto junto al pecho ; se le empuja , cogiéndole el codo vertical-
mente de abaxo á arriba , de manera que su cabeza, comprimida
contra el acromion, se levanta, y se vuelve á colocar. Petit parece
adopta indistintamente estos dos métodos , da los quaks el uno , sin
embargo, presenta ventajas mucho mas reales.. En efecto es evidente,
FRA 237
que si se separa del tronco el brazo , su cabeza se hunde en la cavi-
dad glenoides, prolonga la apofise rota, debaxo de ella dexa un hue-
co , en el qual se meterá el pedazo si las circunvoluciones de venda
pasan por él: entonces la aplicación del aposito se comprimirá preci-
samente. Por el contrario, si el brazo está fixo junto al pecho, será
empujado hácia arriba, y ofrecerá al acromion un sólido punto de
apoyo , que durante la aplicación del aparato , evitará su separación
hácia abaxo: consideración sin duda útil para la reducción; pero que
debe mas particularmente fixar la atención de un Práctico en la elec-
ción de los medios destinados á mantenerla reducida.
Como la desunión de esta fractura es por lo común hácia abaxo,
es menester que una resistencia continuada se oponga á este resulta-
do. De esto se sigue, que la indicación precisa de todo aposito, des-
tinado para mantener las fracturas de la apofise acromion , es: i.° el
tener constantemente levantada la cabeza del húmero: 2° el preve-
nir con cuidado todos los movimientos del brazo y del hombro. Si
se examinan los medios hasta aquí empleados en esta fractura , se ve-
rá que ninguno satisface estas dos indicaciones.
Una compresa puesta en el parage de la división, una venda arro-
llada al rededor de ella para sostenerla , una pelota puesta en la ma-
no, el antebrazo puesto en su charpa; este es el aposito recomenda-
do por Petit. Duverney añade á esto el juicioso precepto de tener
levantada la charpa , para aplicar sobre las piezas fracturadas la ca-
beza del húmero: también se emplea el vendaje espica , tan alabado
deHeister; pero en estos casos , no estando sujeto el brazo contra el
tronco, puede moverse con facilidad, y separar las piezas, y baxo
esta condición no satisface la segunda indicación. La primera ¿será
suficiente? No, pues la charpa inmediatamente se desordena por los
movimientos freqüentes involuntarios del brazo, que le permite des-
cender de nuevo; y entonces, no estando sostenidas por mas tiem-
po las piezas rotas, se separan. Se evitarán estos inconvenientes fixan-
do el brazo de un modo invariable contra el tronco , como lo reco-
mendaba Desault , no haciendo , por decirlo así , mas que una sola
pieza de ambas; de manera, que no teniendo el húmero mas movi-
mientos que los que son comunes al pecho, no pueden imprimir nin-
guno á las piezas que se apoyan sobre su cabeza: ventaja , que es fá-
cil conseguir por medio del vendaje propuesto para la fractura de la
clavícula, pero modificado según vamos á exponer.
Se coloca debaxo del sobaco una almohadilla , de un grueso igual
en todos sus puntos: el brazo se sujeta contra ella como diximos an-
tes; se cubre la apofise fracturada con dos compresas; la una se ex-
tiende desde la. clavícula hasta las apofises espinosas de las vertebras^,
la otra se pone encima, y viene con una dirección contraria á cruzar-
se en ei sitio de la fractura: todo esto se sostiene después con un ven-
238 FRA
daje, que pasando desde la axila sana á la enferma , sigue casi el tra-
yecto del vendaje descrito para la clavícula , para mantener el hom-
bro en alto. Por este medio hallamos claramente satisfecha la doble
indicación de la inmovilidad del húmero , y de su dirección hácia
arriba , con lo que se podrá obtener una consolidación sin deformi-
dad alguna , como lo comprueba, la observación.
Fractura del ángulo inferior del omoplato. {Cir.) El
ángulo inferior del omoplato es, después del acromion, la porción
de él , que se fractura con mas facilidad. Una caida en el lado y un
golpe recibido en este sitio son sus causas comunes: se caracteriza
siempre por una separación sensible. Por una parte la porción carno-
sa considerable, que viene á implatarse en la pieza inferior, pertene-
ce al 2¡ran serrato, y le tira directamente hacia adelante, entre tan-
to que es arrastrada hácia arriba por el músculo gran redondo y por
algunas hebras del gran dorsal. Por otra parte el cuerpo mismo del
hueso queda hácia atrás, sostenido por el músculo romboideo. De
aquí nace una separación, que indica claramente la fractura. Si que-
dasen aun después de esto algunas dudas, se lleva el hombro hácia
atrás , y también el omoplato; y colocando al mismo tiempo los de-
dos sobre dicho ángulo inferior , se examina si este obedece á los mo-
vimientos del hueso, y en este caso no hay fractura; pero si, por
el contrario, queda inmóvil , es evidente su existencia.
Los medios de reducción, debiendo ser calculados aquí como en
todas las fracturas según las causas de la separación , es evidente la
necesidad, ó de empujar hácia atrás y abaxo el ángulo separado en
dirección contraria, á fin de atraer hácia el cuerpo del hueso, ó bien
conducirá este hácia adelante y arriba, para que se aproxime á su
ángulo roto: á poco tiempo después, como en la fractura del cóndi-
lo , se atrae el cuerpo de la escápula para colocarle con la pieza. El
primer modo de reducirla es difícil ; los medios de mantenerla redu-
cida son imposibles: es indispensable pues recurrir al segundo, cuya
execucion es tanto mas fácil, quanto el hueso sigue todos los movi-
mientos del brazo; y que llevando el miembro hácia adelante, y se-
parándole del codo , se prolonga este hueso de las apofises espinosas,
y se dirige con el objeto de reunirse con su pieza inferior : situación
tanto mas favorable por otra parte, quanto que por ella los múscu-
los que tienden á separarla se hallan en un estado de relaxacion. De
aquí se sigue: i° que en esta fractura, como en la de la clavícula , no
es sobre el mismo hueso roto sobre el que debe obrar , sino sobre
el húmero: 2. 0 que durante el tratamiento curativo debe permanecer
enteramente inmóvil, porque sus movimientos, comunicados al omo-
plato , desordenarían inmediatamente el contacto de las piezas rotas,
tan necesario para efectuaise la consolidación.
Baxo estos principios estriba el aposito de Desault , y su modo
FRA 239
de reducirla , que consiste: i.° en llevar el brazo delante del pecho,
separándole de él un poco : 2. 0 en poner el antebrazo en flexión,
formando un ángulo agudo, para que la mano venga á parar sobre
la eminencia del hombro opuesto: 3. 0 á executar en seguida la con-
formación entre las piezas que este primer movimiento habia desarre-
glado. Es necesario, para mantenerla reducida, fixar el brazo y el an-
tebrazo en esta posición ; se coloca una almohadilla en forma de co-
no entre el pecho y el brazo , de manera que su punta corresponda
al sobaco, para que ofrezca la doble ventaja de separar el codo del
tronco , y de hacer menos incómoda la postura del brazo , á la que
servia de punto de apoyo : algunas compresas empapadas en un vehí-
culo resolutivo, se aplicarán sobre el sitio correspondiente á la frac-
tura : todo esto se sostiene con una venda puesta en un solo globo,
de seis á siete varas de largo , cuyas primeras circunvoluciones se di-
rigirán sobre el hombro sano: la mano , que estaba aplicada durante
la reducción , y que iba después de adelante á atrás para pasar sobre
el sitio fracturado, á fin de sujetar las compresas , se mantiene junto
al pecho , y con dos circulares se abraza la almohadilla dicha \ pues
que pasando por debaxo de la axila sana, después de haber hecho los
circulares , se conduce obliqüamente sobre el hombro del lado enfer-
mo á lo largo de la parte anterior del brazo , por debaxo del codo
y detras del pecho, desde donde pasa obliqüamente para venir á pa-
sar de nuevo por debaxo de la axila sana;, vuelve en seguida á subir
anteriormente sobre el hombro enfermo, á lo largo de la parte pos-
terior del brazo sobre el codo, y llegar otra vez debaxo del soba-
co ; y por ultimo se concluye haciendo circulares al rededor del tron-
co y del brazo , que deben estar unidos.
De aquí se infiere: i.° que impedidos enteramente los movi-
mientos del brazo , no pueden ocasionar los del hombro , y que baxo
este primer motivo las piezas rotas permanecen en contacto : 2° los
músculos gran serrato y gran redondo, sostenidos habitualmente
en flexión, no pueden llevarse mas hácia adelántela porción inferior,
que entonces no se separaría del cuerpo del hueso: 3. 0 sostenida
constantemente en esta dirección , este no podrá alejarse mas de la
pieza inferior , y por esta doble razón se evita aun la separación , re-
sultando una triple ventaja, que no ofrecen los diversos apositos has-
ta aquí propuestos, como la charpa y «l vendaje quadriga de Petir,
que siempre tienen el inconveniente de permitir los movimientos del
brazo hácia atrás , de dexar al omoplato la libertad de separarse de
solo su ángulo , de retardar por esta causa la curación , y por lo mis-
mo impedirla enteramente, entre tanto que con el método indica-
do ordinariamente se completa la curación en el término de trein-
ta dias.
Fractura, del cuello del humero. (G'r. ) El lenguage qui-
240 FRA
rurgico no guarda en este punto relación con el anatómico , pues ba-
xo la denominación de fractura del cuello del humero se entiende, no
la de aquella depresión ciicular , apenas sensible, que separa la cabe-
za del hueso de sus tuberosidades, sino la estrechez, sobre la que se
elevan estas, y de la que continúa el cuerpo del hueso, debaxo de
la qual se implantan los tendones de los músculos gran pectoral,
gran dorsal y gran redondo, y que muchos Prácticos extienden
también hasta la inserción del deltoides. La acción de ios cuerpos
externos, activa quando son empujados contra el hombro, pasiva
guando este ó el brazo tropiezan contra ellos, es la causa constante
de esta especie de fractura , cuyo mecanismo representa ya una solu-
ción directa, ya un verdadero contragolpe: la una sucede casi siem-
pre en una caida sobre la eminencia del hombro; y entonces el movi-
miento debe s¿r muy grande para obrar en suficiente cantidad mas
alia de lo que permite el grueso colchón que ofrece el deltoides, el
qual á veces es contundido, y constituye un equimosis, porque U
sangre se puede escapar de algunos vasos, y formar una extravasa-
ción , que ocurre siempre en el instante de abrirse : la otra es el re-
rultado de una caida sobre el codo , separado del tronco en el mo-
mento de verificada aquella, ó sobre la mano, quando por un ins-
tinto natural dirigimos hácia delante las extremidades para no hacer-
nos daño quando nos caemos.
Las variedades de esta especie de fractura íe sacan: i.° del lugar
que ocupa, esto es, el medio, la parte mas baxa, y rara vez lo alto
del cuello del húmero: 2. 0 del estado de las partes blandas circun-
vecinas , ya queden en el estado que «es es natural , ó hinchadas y en-
tumecidas: circunstancia que añade siempre para su diagnóstico un
grado mayor ó menor de incertidumbre: 3. 0 de la dirección de la
fractura, pues alguna vez es transversal, pero regularmente es obli-
qüa: 4. a con relación á sus piezas rotas, las que pueden quedar en
contacto, lo que es raro, ó separarse hácia adentro ó hácia arri-
ba: 5 .° de las diferentes complicaciones que pueden acompañarla.
El conjunto de las señales de esta fractura caracteriza eviden-
temente su existencia; pero no es siempre fácil el deducirle; y en es-
ta fractura, mas que en ninguna otra, se hallan mayores dificultades
para su diagnóstico. En el momento de recibir el golpe se percibe un
dolor agudo, y alguna vez se nota una crepitación ó ruido sensible.
Siempre hay una pronta imposibilidad de mover el miembro , que
abandonado á su suerte, le hace inmóvil; pero si en seguida una
fuerza externa qualquiera obra sobre él, cede á su impulso sin resis-
tencia, yes llevado con suma facilidad hácia todas partes. En estos
movimientos siempre hay un vivo dolor ; y si se ,hacen con exce-
so , pueden producir accidentes peligrosos , como se ha observado en
muchos enfermos, en quienes esta fractura ha sido tenida por una
FRA 2 4 r
luxación. Por debaxo del acromion se advierte un hueco, situado
siempre mas abaxo que loque se observa en este último accidente. Si
se pone una mano en la cabeza del húmero, y con la otra se mueve
el hueso por abaxo en diversas direcciones , ó poniendo el brazo en
extensión un ayudante, hace una especie de rotación: i.°se per-
cibe que la cabeza está inmóvil: 2.° la frotación de los dos extre-
mos divididos produce una crepitación mas ó menos manifiesta: se-
ñal doble , que siempre es característica , pero que la hinchazón arti-
cular no dexa bien el distinguirla.
Alguna vez quedan en contacto las piezas rotas : entonces no se
divisa la mayor parte de estas señales, y el diagnóstico es difícil,
aunque no es lo regular que suceda así, sino el que se separen , obran-
do sobre ellas las potencias musculares. La separación es en general
muy poco sensible según su longitud , á no ser que la fractura, muy
obliqiia, presente puntas , que irriten los músculos, determinando su
contracción, y multiplicando sus fuerzas, ó que un golpe muy vio-
lento, obrando en el hueso después de roto, haga que se sobrepongan
los extremos; pero regularmente, como lo observa Petit , el peso
del miembro, puesto á lo largo del tronco, opone á la acción mus-
cular una resistencia bastante grande, y entonces existe la separación
según el grueso del hueso ; y en este caso la pieza inferior se dirige
solo por lo común hacia adentro ó hacia afuera.
La fractura del cuello del húmero presenta un aspecto poco fa-
vorable , no tanto por la naturaleza y lugar de la enfermedad, co-
mo por razón de la dificultad en mantener en contacto las piezas di-
vididas. La experiencia ha confirmado que rara vez se observan acci-
dentes en conseqüencia de esta fractura, pero que su consolidación
es mucho mas tarda que en todas las demás; pero está observado co-
munmente que necesita para reunirse de veinte y seis á treinta dias.
Es menester evitar estos accidentes y sus incomodidades , porque si
no se forma el callo con uniformidad, ó impide los movimientos del
brazo, ó manteniendo la tumefacción habitual del miembro, for-
ma una eminencia en el hueco del sobaco , que impide en parte la
abducción.
La reducción presenta ordinariamente aquí pocas dificultades , y
la abundancia de medios, varias veces empleados para conseguirla,
no sirve mas que de comprobar la inutilidad de los recursos del arte.
La mayor parte de las máquinas destinadas para la luxación del hú-
mero sirven para su fractura ; así es que la escala, la puerta, el bas-
tón , puestos debaxo del sobaco, sirven al mismo tiempo para la con-
traextension y la conformación , miéntras que se hace la extensión
por el codo, y rara vez por la muñeca. Así es que Hipócrates reco-
mendaba el uso del travesaño de madera , cuyo efecto y modo de
obrar son casi los misinos: medios en general, á los quales, ademas
TOMO IV. HH
242 FR A
de su inutilidad , se debe atribuir la desventaja de obrar sobre los bor-
des de los músculos referidos, los que arrastrando hacia arriba la
pieza á que están adheridos, impiden la reducción. (V. ambi. ) A las
máquinas sucedió el uso de los lazos, de los pesos suspendidos del
miembro , y otros : procedimientos inútiles , que solo tienen por ob-
jeto el aumentar las fuerzas naturales, pero siempre ineficazmente.
Petit propone reducirla, colocando desde luego el brazo en un án-
gulo recto con el cuerpo, aplicando después para la extensión sobre
el codo las manos de un ayudante y las de otro en el hombro para
hacer la contraextension : método al que se debe atribuir ademas el
tercer inconveniente de fatigar mucho, y hacer sufrir al enfermo,
disminuir las fuerzas extensivas, acercándolas al punto movible, de
dirigir hácia arriba los músculos que tiran de la pieza inferior, y de
determinar su contracción : de aquí alguna vez las dificultades para
la reducción, siempre sencilla, quando estando fixo el tronco se ha-
cen ligeras extensiones por el antebrazo en media flexión.
Desault hacia esta reducción del modo siguiente: el enfermo se
sentaba indiferentemente , ó en un banquillo ó á la orilla de Ja cama;
separaba un poco el brazo del tronco, llevándole ligeramente hácia
adelante: un ayudante se encargaba de fixar el cuerpo del enfermo,
llevándose hácia sí la extremidad sana, que cogia con su mano, y
que mantenia en una dirección perpendicular al exe del cuerpo : mo-
do de hacer la contraextension, preferible en general al que se em-
plea vulgarmente, que consiste en aplicar la maco en la parte supe-
rior del hombro enfermo: en efecto, por una parte mas distante de
la resistencia no hay necesidad de que la potencia sea tan considera-
ble ; por otra parte el cuerpo , puesto del todo al descubierto , dexa
al Cirujano la facilidad de aplicar el vendaje, sin disipar las extensio-
nes. Un segundo ayudante forma la extensión por el antebrazo en
media flexión , del que se sirve como de una palanca , en donde una
mano, puesta por detras de la muñeca, forma el punto de apoyo; la
otra se coloca en la parte anterior y media del antebrazo, la que re-
presenta la potencia , comprimiendo de arriba á abaxo. La relaxacion
de los músculos, producida por la media flexión dicha, y la postura
del brazo un poco separado del tronco, favorecen mucho á este mo-
do de hacer las extensiones. Una corta cantidad de fuerza es suficien-
te quando está metódicamente dirigida , según que la separación sea
hácia adentro ó hácia afuera, para obtener la reducción, que se efec-
túa ella misma empleando este método. Si el Cirujano coloca las dos
manos en el sitio fracturado, es mas bien para reconocer el estad»
de las piezas, que para ayudar á su reunión.
No siendo todos los apositos de fractura mas que unas resisten-
cias opuestas por el arte á las potencias que la ocasionan , se sigue
que todos deben obrar precisamente en un sentido inverso al de sus
FRA 243
causas , que será : 1 .° mantener inmóviles el brazo y el hombro : 2. 0 se-
gún la dirección de la fractura llevar el extremo de la pieza inferior
hacia afuera ó hacia adentro: 3. 0 arrastrar esta hacia abaxo. Estas son
las tres indicaciones que debe satisfacer todo vendaje destinado para
esta fractura: la tercera merece mas atención que las otras, porque,
como he dicho ya, el peso solo del miembro casi es suficiente para
executarlo.
Si las circunstancias de esta obra me lo permitiesen, me detendría
con sumo gusto en manifestar la inutilidad de la mayor parte de los
vendajes propuestos para esta fractura desde la remota antigüedad;
pero los sucesos felices obtenidos con el vendaje inventado por De-
sault comprueban su utilidad , que satisface nuestros deseos. Las pie-
zas de que se compone son : dos vendas, una de cinco áseis varas de
largo , otra de ocho á diez , y ambas de tres dedos de ancho ; tres
fuertes lengüetas, desiguales en su longitud, de tres dedos de an-
cho; una almohadilla de lienzo, de tres á quatro pulgadas de grueso
en uno de sus extremos, que termine en cono por el otro, de una
longitud suficiente para que se extienda desde la axila hasta el codo;
una charpa para sostener el antebrazo , y una servilleta para envol-
ver todo el aposito. Estando todo dispuesto, y hecha la reducción
como queda dicho , los ayudantes continúan sosteniéndolo todo del
modo propuesto. El Cirujano toma la primera venda , empapada en
agua vejeto-mineral, la fixa con dos circulares en la parte superior
del antebrazo, para subir á lo largo del brazo , haciendo circulares
desiguales pequeños, medianamente apretados: en llegando á lo al-
to de la extremidad se hacen unos inversos, para evitar que los plie-
gues molesten al enfermo; se hacen pasar después dos vueltas por de-
baxo de la axila opuesta , y volviendo con la venda al hombro , se
le confia á un ayudante que la sostenga: la primera de las lengüetas
se coloca por delante desde el pliegue del brazo hasta el nivel del
acromion; la segunda hacia afuera , desde el cóndilo externo hasta el
mismo nivel ; la tercera por detras , desde el olecranon hasta por en-
cima del pliegue del sobaco: la almohadilla, interpuesta entre el bra-
zo y el pecho , hace oficio de la quarta.,,Un ayudante lo sostiene to-
do , abrazándolo con la mano hacia el pliegue del codo , á fin de no
servir de estorbo para el resto de la aplicación del vendaje. El Ciru-
jano vuelve á coger la venda, y con circulares é inversos un poco
apretados se baxa, sujetando las lengüetas, para concluirla en el ante-
brazo en el mismo sitio donde comenzó. Los ayudantes continúan
siempre con las extensiones; pero la almohadilla se coloca con la
precaución de que si la fractura es hacia adentro , la extremidad mas
gruesa ha de estar hacia arriba , y al contrario si fuese al revés , lo
que es mas común ; y dos alfileres le sujetan después al extremo de la
venda superior : se aproxima el brazo contra el tronco y la almona-
244 FRA
dilla, y se afianza por medio de la segunda venda, puesta como se
hizo en la fractura de la clavícula; pero con la diferencia de que las
circunvoluciones deben estar mas apretadas por abaxo que por arriba
si la separación fuese hacia adentro, y vice versa si fuese al contrario:
se sostiene el antebrazo con una charpa , y en seguida se envuelve to-
do el aparato con una servilleta, con la que se impide que no se des-
arreglen las vueltas de venda.
Los dolores cesan al momento en que se aplica el aposito, por-
que tocándose exactamente las piezas, no pueden irritar las partes.
Es raro el que sobrevenga accidente alguno en conseqüencia de esta
fractura; y entre los numerosos casos que ha visto Desault, casi ja-
mas se ha visto en precisión de tener que combatirlos; así es que me-
nospreciaba en general todos los remedios internos, ordinariamente
combinados con los externos: freqiientemente no se mudaba nada del
régimen habitual. En el caso solamente de que una tumefacción con-
siderable ocupase la parte superior de la articulación , síntoma que se
ofrece alguna vez en la práctica , una ó dos sangrías , una dieta mas ó
ménos exacta y el uso de algunas bebidas diluentes componían el plan
interno.
Las fracturas complicadas del cuello del húmero entran en la cla-
se de todas las enfermedades análogas; y seria dificultoso delinear
aquí las reglas jue son generalmente aplicables. Las circunstancias de-
ciden al Práctico, obligado á veces á procedimientos árduos, pero
calculados sobre las fuerzas de la naturaleza, y que comprobando los
recursos del arte , honran el ingenio del que le exercita.
Fractura de la extremidad inferior del húmero coit
separación de los cóndilos. (Cir.) Las fracturas del húmero, con
separación de los cóndilos , parecen haberse ocultado á la mayor par-
te de los autores que han escrito de las enfermedades de huesos. Los
antiguos nada nos han dexado sobre este punto: entre los modernos
Petit , Duverney y Bell no hacen mención alguna de ellas: Heister
solo habla de ellas para formar un pronóstico funesto ; pero entre
todos Desault en particular ha tenido mas ocasiones de observar-
las. Estas fracturas rara vez son el resultado de un contragolpe;
casi siempre la acción aplicada inmediatamente de cuerpos externos,
las producen, por exemploen una caida sobre la articulación del bra-
zo, la tueda de un carruage que pase sobre esta parre &c. Qualquiera
que sea su causa , ella se verifica regularmente de tal manera , que una
fractura longitudinal, separada la una de la otra en sus dos cóndilos,
y propagándose mas ó ménos hacia arriba, se limita por alguna otra
división transversal ú obliqüa, que ocupa todo el grueso del cuerpo
del hueso, de suerte que entonces hay tres piezas y dos fracturas. Al-
guna vez la fractura es simple ; y entonces, dirigida hácia afuera ó hacia
adentro, atraviesa obüqüamente de alto abaxo la extremidad inferior
FRA 245
del húmero, y viene á terminar en la articulación, y solo queda sepa-
rado uno de los dos cóndilos; el otro permanece continuo. En el pri-
mer caso la deformidad es mas considerable en la extremidad fractura-
da del hueso, y se observa allí mas movilidad. Si colocados los dedos
por delante ó detras comprimimos el miembro en su trayecto y en
ia dirección de la fractura longitudinal, los dos cóndilos se separan,
yéndose el uno hacia afuera y el otro hacia adentro, dexan entre sí
una ranura: el antebrazo está casi siempre en pronacion. Quando se
coge con una mano cada uno de los cóndilos, y se percibe que se
mueven en sentido contrario , se pueden llevar alternativamente ha-
cia adelante ó hácia atrás; y si se tocan sus superficies, hay una cre-
pitación manifiesta con estos movimientos. En el segundo caso la se-
paración de los cóndilos es mas difícil; pero se puede conseguir siem-
pre la crepitación, indicio de la fractura, cogiendo lo que se separa
del cuerpo del hueso, y moviéndole de adelante á atrás. Un dolor agu-
do , tfecto casi inevitable de los movimientos de flexión ó de exten-
sión del antebrazo, la media flexión habitual de este miembro, algu-
na vez su tumefacción consecutiva , y una hinchazón mas ó ménos
crnsider.ible al rededor de la articulación , se observan en una y otra
especie de fractura , la que se puede complicar también con heridas,
esquinas &c. , quando el golpe ha sido muy fuerte, ó que una pieza
puntiaguda sale al través de las carnes &c.
El conjunto de estas señales precedentes dexan en general poco
que dudar sobre el diagnóstico de esta fractura; pero ¿es también
fácil establecer un sólido pronóstico? Si se consulta á los autores, to-
dos están acordes en considerar , como una funesta complicación de
las fracturas, el que se propaguen hasta la articulación: la hinchazón
de las partes inmediatas, su inflamación , los dolores prolongados des-
pués de hecha la reducción , la gangrena misma de las partes blandas,
los grandes abscesos, la caries del hueso; tres son las conseqüencias
casi inevitables de tales fracturas , pues el solo anquilose es la ménos
mala terminación.
La separaciones en general en este caso poco considerable, por-
que tirada en dirección contraria, ya por los músculos del brazo, ó
por los del antebrazo, los cóndilos solos del hueso quedan inmóviles
entre estas dos fuerzas. Una caida, una percusión y toda otra causa
externa podrían por sí hacer la separación , imprimiendo un movi-
miento qualquiera á las piezas rotas. Por otra parte, después de lo
que queda dicho antes , los cóndilos pueden entonces irse hácia ade-
lante ó hácia atrás, ó bien separarse el uno del otro, dexando entre
ellos un hueco ; luego el ap5sito debe oponer una resistencia en es-
tos quatro sentidos: hácia adentro, afuera, adelante, y atrás: resis-
tencia, que será fácil conseguir con quatro lengüetas puestas de este
modo , y sostenidas con un vendaje circular. Es inútil que el aposito
246 FRA
ascienda tanto como en la fractura del brazo. ¿Qué servirían , en efec-
to, para contener las piezas las circunvoluciones de venda colocadas
sobre el cuerpo del hueso ó por encima de su división? Limitar, com-
primiéndolas, la acción del músculo braquial y del tríceps seria su
única ventaja. Por otra parte es necesario que se prolongue sobre el
antebrazo , sea á fin de que la articulación corresponda á la mitad
del vendaje mas sólido en general en su parte media que en ningún
otro sitio, sea quizá también para exercer una ligera compresión
sobre los músculos , que están atados á los cóndilos.
Las piezas que componen el aposito son : una venda de cinco va-
ras de largo y de tres dedos de ancho , hecha de un lienzo medio
usado, y puesta en un solo globo; quatro lengüetas, de las quales
dos son flexibles en su parte media , la que debe corresponder la fle-
xura del brazo y al codo , y las otras dos son mas fuertes é inflexi-
bles, destinadas á colocarlas lateralmente. Estando todo dispuesto,
se hace la reducción del modo siguiente: un ayudante se encarga
de hacer la contraextension por la parte superior del brazo, cogién-
dole con las dos manos; otro hace la extensión por el antebrazo,
puesto en media flexión , del que se sirve como de una palanca de se-
gunda especie , y en donde una de las manos , puesta sobre la mu-
ñeca, forma el punto de apoyo; la otra, aplicada hacia el pliegue
del brazo, representa la potencia. La aproximación de los cóndilos
corresponde entre tanto al Cirujano; restablece su nivel, sea entre
ellos, ó sea con el cuerpo del hueso, y se pasa á poner el vendaje,
conservando el miembro su postura en media flexión. Se fixa por uno
de sus extremos, hácia el tercio inferior del antebrazo, la venda, em-
papada en agua vejeto- mineral , lo que facilita su aplicación , y pre-
cave la hinchazón de la parte , y se sube con ella dando circulares é
inversos hasta llegar á la articulación : después hace que pase de la
parte anterior y superior del antebrazo á la parte posterior é inferior
del brazo, y vuelve á baxar con un circular obliqüo, opuesto al de
antes , sobre el antebrazo , y volviendo también á repetir lo mismo,
forma una especie de ocho en cifra al rededor de la articulación para
cubrirla enteramente; después asciende de nuevo hasta llegar á la par-
te media del brazo , en donde se confia la venda á un ayudante: la
primera lengüeta se pone anteriormente sobre el brazo y antebrazo;
y si no la hay á mano encorvada para acomodarla á la flexura, se
llena esta de compresas , puestas las unas sobre las otras , á fin de ha-
cer una compresión uniforme: la segunda se pone en la parte poste-
rior , y se amolda á la eminencia del codo ; las otras dos ocupan las
partes laterales ; y un ayudante las sujeta por abaxo , miéntras que
el Cirujano, cogiendo" de nuevo la venda, pasa á cubrirlas por me-
dio de circulares hechos en el brazo y antebrazo. El miembro se co-
loca después sobre una almohada , dispuesta de manera , que la mano
FRA 247
esté mas levantada que el codo, á fin de precaver la tumefacción se-
cundaria , que suele causar la fractura. El efecto de este vendaje es sen-
cillo , y calculado siempre según las direcciones que puede tomar la
separación. Las dos lengüetas laterales se oponen á la desunión de los
cóndilos: la anterior y la posterior impiden que no se vayan hácia
adelante ó hácia atrás, como lo executan alguna vez ; los músculos es-
tan comprimidos, la articulación carece de todo movimiento, y por
lo común la consolidación no es muy tarda.
Fractura del antebrazo. (Cir.) El antebrazo consta de dos
huesos , cada uno poco resistentes, cubiertos por abaxo con una por-
ción de partes blandas, y expuestos, aun mas que el húmero, á la
acción de los cuerpos extraños. Pasaremos en silencio Ja disposición
de ellos, su forma irregularmente prismática, su grueso desigual, su
dirección diferente, sus movimientos diversamente combinados &c. :
todo esto supuesto, nos contentamos con saber que las fracturas del
antebrazo pueden estar, ó en los dos huesos á la vez, ó en cada uno
separado, tres especies de soluciones, mas ó ménos diferentes según
sus fenómenos, conseqüencias y tratamiento curativo, de las que tra-
taremos separadamente según el orden propuesto.
La fractura de ambos huesos del antebrazo puede acaecer ó en
los extremos, ó en su parte media: estas son mas freqüentes, las in-
feriores son también bastante comunes ; pero las superiores ocurren
rara vez, en donde las numerosas faxas de músculos y su grueso
considerable resisten á la impresión de los cuerpos que intentan rom-
perlos. Es bastante común el que los dos huesos se rompan en una
misma línea, aunque también suelen á veces estar en distintas direc-
ciones ; casi siempre la fractura es simple, aunque hay también casos
en que se ha visto la compuesta. Como todas las demás enfermedades
análogas, pueden complicarse con heridas, esquirlas &c. : circunstan-
cias en que no nos detendremos , porque están incluidas en la regla
generaL Acontecen en general de dos maneras, y son el resultado
ya de la acción de cuerpos externos aplicados inmediatamente , ya
como efecto de un contragolpe. La percusión de un cuerpo qualquiera
sobre el antebrazo forma el exemplo del primer caso, mucho mas
freqüente, generalmente hablando, que el otro que ocurre regular-
mente en una caida sobre la muñeca j pero como entonces la mano
corresponde mas bien á la unión del radio, con quien se articula por
la mayor parte de su superficie , este hueso solo es el que principal-
mente sufre toda la violencia deL golpe , y el que por lo común se
rompe.
Es difícil equivocarse en el diagnostico de las señales que carac-
terizan estas fracturas. La movilidad del miembro, en donde antes
no la había; la crepitación , casi siempre fácil de percibir; la depre-
sión , alguna vez bien decidida en el sitio de la fractura ; la salida po-
248 FRA
co freqüente de las piezas rotas por dtbaxo de la piel ; el dolor pro-
ducido por los movimientos , que se imprimen en la parte ; el chas-
quido que alguna vez percibe el mismo enfermo al ocurrir la fractu-
ra ; la imposibilidad de los movimientos de pronacion y supinación,
y su situación casi constante en media flexión, son las señales que, con
las demás propias de toda fractura, caracterizan la existencia real de
esta , y las que quitan todas las dudas que la extrema tumefacción del
miembro podrían producir. Sin embargo ocurre la circunstancia de
que la proximidad á la articulación del carpo pueda aparentar una
luxación de esta parte en lugar de la fractura; pues entonces se con-
funden en tener una convexidad hacia atrás , una depresión hácia ade-
lante, ó se perciben recíprocamente en ambos lados; pero las apofi-
ses estiloides, examinadas atentamente, y registradas por encima ó
por debaxo de la deformidad , indicarán desde luego á quál de estas
dos causas se debe esta: por otra parte, la movilidad mayor en una
enfermedad que en otra y la crepitación deben disiparnos el error en
que pudiéramos caer.
La mayor parte de los fenómenos qne acompañan á estas fracturas
son el resultado evidente de la separación de las piezas, la que en ge-
neral es bien poco sensible quando se verifica según su longitud , por-
que en esta dirección pocas son las fuerzas musculares que pueden con-
tribuir á producirla; y quando llega á verificarse de este modo , por
lo regular proviene de un golpe. No es lo mismo la fractura según el
grueso del hueso : aquí la causa de la separación de los extremos rotos
puede ser la misma que la de la división ; así es como se verifica al pa-
sar por encima de él una rueda , en las caídas ó golpes , y entonces
las piezas se desunen de adelante atrás , ó ai contrario ; por eso hay
una eminencia en un lado del miembro, y una depresión en el otro,
ó bien son empujados el uno contra el otro extremo; y de aquí la
desigualdad que ofrece el miembro de afuera adentro en el sitio frac-
turado , el ligero hundimiento que se presenta en sus partes laterales,
y el grueso de sus caras anterior y posterior, por la masa de músculos,
que procuran la aproximación de las piezas.
Una reducción metódica hace que desaparezca la primera especie
de separación según el grueso del hueso; y á no ser que se aplique
allí otra nueva tuerza externa, no se desune jamas; por el contrario,
por muy exacta que haya sido la reducción en la segunda especie,
inmediatamente se ve de nuevo el que se separa: por arriba el mús-
culo redondo pronador, comprimido contra la pieza superior del cu-
bito y radio , y por abaxo los dos extremos fracturados se aproxi-
man mutuamente por las contracciones del quadrado pronador; y
de este modo se verifica la separación , como lo comprueba la expe-
riencia.
Resulta de lo que acabamos de decir sobre la desunión de las
FRA 249
piezas , y sobre las causas que constantemente tienden á desunirlas,
que las fuerzas extensivas , destinadas á hacerla desaparecer , deben
ser en general menores que en la mayor parte de las otras fractu-
ras, porque tienen por objeto principal el volver al miembro su lon-
gitud natural , la que en este caso está muy poco viciada. Antes de
executar esto es necesario poner el antebrazo en un estado medio en-
tre la pronacion y la supinación, la flexión y la extensión: posición
muy favorable para la relaxacion de los músculos , y la que se puede
conservar por mucho tiempo sin grave incomodidad. Colocado en
esta disposición un ayudante, forma la extensión agarrando los qua-
tro últimos dedos: Petit manda que se tire por la muñeca ; pero no
es tan útil , supuesto que siempre la fuerza de una potencia es en
razón inversa de su distancia á la resistencia: al mismo tiempo otro
ayudante hace la contraextension , sosteniendo el brazo, cogiéndole
con ambas manos, puestas de modo que los dedos pulgares corres-
pondan á la parte posterior , y los demás dedos vengan á cruzarse
por delante. Se sigue también de lo que acabamos de decir , que la
conformación , tan regularmente inútil y aun perjudicial en las otras
fracturas, es aquí necesaria para restablecer á las piezas el exacto
contacto que han perdido según su grueso ; y después el Cirujano,
enterado de la disposición y dirección que tiene la fractura, debe
hacer la reunión, caminando en sentido opuesto al que tenia.
Nuestros apositos no son mas que unos medios de mantener por
mucho tiempo lo que en el acto de la reducción han producido mo-
mentáneamente las extensiones y la conformación: principio general-
mente reconocido , pero olvidado en particular en esta clase de frac-
tura hasta el tiempo de Petit. Pasaremos en silencio , en obsequio de
la brevedad, el número de vendajes inventados para esta fractura
desde el tiempo de Hipócrates, como la mayor ó menor ventaja ó
perjuicio de los unos con respecto á los otros; y solo nos contenta-
remos con referir el de Desault , porque este , después de haber cor-
regido los inconvenientes que tenían los de los demás , y reunido una
gran facilidad en su execucion para el enfermo, con mucha sencillez,
como le ha manifestado la experiencia de los muchos enfermos que ha
tratado, ha visto que es ventajoso para restablecer los libres movimien-
tos del miembro. Las piezas de que se compone son ; dos compresas
graduadas igualando en longitud, la una el espacio que media desde el
codo hasta la muñeca, la otra la extensión desde esta hasta la doblez
del brazo , formada cada una de un solo pedazo de lienzo , doblado
sobre él mismo siete ú ocho veces; de manera que el pliegue inferior
tenga una pulgada de ancho , y que los otros vayan cada vez en dis-
minución, aumentándose mutuamente hasta llegar al último: su grue-
so debe ser menor para las personas muy obesas , en los que las par-
tes anterior y posterior del antebrazo son mas convexas ; una venda
TOMO IV. II
250 FRA
de poco mas de quatro varas de largo y de quatro pulgadas de an-
cho; quatro tablillas de una madera delgada, pero resistente, para
ponerlas, la primera desde el doblez del brazo hasta la muñeca, la
segunda desde el intervalo del olecranon y el cóndilo hasta la misma
parte % la tercera desde el cóndilo interno del húmero hasta la apofi-
se estiloides del cubito , y la quarta desde el cóndilo externo de di-
cho hueso hasta la apofise estiloides del radio : el ancho de las dos
primeras debe ser doble que el de las restantes.
Estando todo dispuesto , y hecha la reducción del modo dicho,
el Cirujano empapa en un vehículo qualquiera resolutivo, como en
el agua vejeto-mineral , las compresas dichas , y las pone en su res-
pectivo lugar, mantenidas constantemente entre la pronacion y la su-
pinación , de manera que su parte mas ancha corresponda al miem-
bro; se sujetan después estas con la venda, embebida en el mismo
líquido, la que principia con vueltas en el parage fracturado, y lue-
go va baxando con circulares hasta llegar á la mano ; se pasa entre
el pulgar y el índice para venir á cruzarse sobre su dorso, y se vuel-
ve á subir hasta llegar al parage mismo por donde se comenzó, ha-
ciendo los inversos que sean necesarios según las desigualdades del an-
tebrazo: allí suelta la venda el Cirujano, y se la entrega á un ayu-
dante; coloca las tablillas en los parages indicados; un ayudante las
mantiene sujetas , abrazándolas todas por su parte inferior cerca de
la muñeca ; y tomando de nuevo la venda , baxa con ella haciendo
circulares hasta llegar á la mano , en donde se concluye. En la apli-
cación de este vendaje hay una precaución esencial , y es que á cada
vuelta de venda que pasa sobre una de las compresas graduadas, el
Cirujano debe apretarlas con los dedos pulgar é índice de la mano
izquierda, á fin de que, hendidas entre los huesos, los músculos se
opongan á que se junten estos, lo que podria resultar de la compre-
sión desigual del vendaje. Aplicado ya el aposito, si el enfermo de-
be guardar cama , pondrá el antebrazo extendido sobre una almoha-
da , con la precaución de tenerle siempre en media flexión , y se le
defiende, de que le toquen las ropas por medio de un arco de fractu-
ra; pero si no sobreviene accidente alguno, si no acaece ningún tras-
torno en la constitución , es inútil sujetarle á una postura molesta, á
veces insoportable para muchas personas: en este caso se coloca el
miembro en una charpa , la que por lo común es suficiente para man-
tenerle fixo. El tratamiento que debe seguirse es sencillo y fácil , pues
se rociará todos los dias en los primeros tiempos el aparato con el agua
vejeto-mineral; combatiendo con los medios apropiados los accidentes
que pueden sobrevenir ; renovando cada ocho dias la aplicación del
vendaje, ó mas ó ménos tarde según el grado de su relaxacion; reite-
rando dos ó tres veces, durante todo el tiempo de la curación , esta
renovación j no permitiendo al principio mas que alimentos ligeros,
FRA 251
después darlos ya mas consistentes, y aumentar también su cantidad.
Alguna vez, después de la aplicación de este vendaje, se presenta
una tumefacción considerable en el dorso y palma de la mano ; tam-
bién se observan flictenas éntrelos dedos; el enfermo experimenta do-
lores á todo lo largo del antebrazo, y aun otras flictenas en varios
puntos de él. Entonces es necesario levantar el aposito, curarle con
unos paños cubiertos de cerato; se abren las flictenas, desprendien-
do la epidermis , volviendo á poner las piezas del aposito , apretán-
dolas mucho ménos que antes, cuidando de renovarlas, hasta que no
quede indicio alguno de escoriación. Este accidente , poco grave en
sí mismo , es demasiado freqüente en la práctica, aun quando el ven-
daje no estuviese muy apretado desde el principio.
La consolidación se verifica por lo común entre los veinte y qua-
tro á treinta dias : á este tiempo suele tener el miembro alguna rigi-
dez , efecto de haberle tenido inmoble ; pero los movimientos de pro-
nacion y supinación se executan , aunque no con toda perfección.
Esto se disipa exercitándole freqüentemente, ya sea por su unión
con el húmero, ya en sus propias articulaciones; y generalmente ha-
blando, al cabo de quince ó veinte dias de haber levantado el aposi-
to, todo queda en el mismo estado que tenia antes de verificarse la
fractura.
Fractura del radio. {Cir.) El radio movible, y casi el úni-
co que sostiene la mano , recibe en los golpes una cantidad de movi-
miento mucho mayor que el cúbito, el que no la toca mas que por
una pequeña superficie; de aquí sin duda el ser mas freqiientes en él
las fracturas, lasque en tales circunstancias son el resultado evidente
de un contragolpe. Por eso regularmente la acción de cuerpos exter-
nos rompen al instante este hueso, que por abaxo se halla cubierto
de unos músculos muy delgados. Qualquiera que sea el modo de divi-
dirse el radio, suele verificarse en su parte media ó en sus extremos; es
bastante rara en las inmediaciones de su articulación con el húmero,
mas común en su mitad , y mas freqüente aun en su parte inferior: di-
ferencia, que consiste probablemente en que en una caida sobre la
muñeca se pierde el movimiento á medida que se propague mas arri-
ba. En este caso se observa una separación casi constante según el
grueso del hueso: efecto el mas común de la acción de los músculos
pronadores, que tienden aproximando las piezas rotas á disminuir el
espacio interhuesoso.
El diagnóstico de esta especie de fractura en general es fácil
quando ocupa la parte media ó la inferior del radio. En estos dos
casos el hundimiento mas ó ménos sensible es en la parte externa del
antebrazo , la imposibilidad en la pronacion y supinación por medio
de las fuerzas musculares , un dolor vivo , inevitable resultado de los
movimientos que se imprimen al hueso en esta acción ; tales son las
2$2 FRA
señales particulares, que indican desde luego la existencia y shio de
esta fractura, la que ademas confirman las señales generales de esta
enfermedad, como la flexibilidad del hueso, la crepitación de las pie-
zas en el acto de mover el cubito &c. Desault encargaba que no se
confundiese esta última señal con una especie de ruido que se perci-
be alguna vez en la vayna de los tendones de los músculos largo y
corto, extensores y largo abductor, sea que resulte de una infiltra-
ción de sinovia en ella , ó que lo ocasione otra causa qualquiera ; pe*-
ro por otra parte este fenómeno es bastante raro; es siempre fácil el
distinguirle de la crepitación , porque lo uno se consigue comprimien-
do las partes, y para lo otro es necesario mover las superficies hue-
sosas la una contra la otra; ademas que el oido no es fácil que se
equivoque en estos sonidos. Si la fractura es superior, el número
grande de músculos que allí se encuentran confunden en parte su
diagnóstico, sobre lo qual Petit tomó algún dia el precepto juicioso
de colocar una mano en la extremidad superior del radio , y con la
otra hacer unos movimientos de rotación : si en este acto la cabeza
del hueso permanece inmóvil, es evidente la existencia de la fractura.
La reducción de esta fractura se hace con corta diferencia del mis-
mo modo que se propuso para la de los dos huesos del antebrazo , so-
lo que en esta las extensiones deben ser menores, porque no hay mas
que una separación según la longitud. Para remediar la que es según
su grueso, el ayudante, encargado de hacer la extensión, pone la
mano en la abducción , á fin de separar hácia afuera la pieza inferior
por una especie de movimiento de contrapeso: precepto, cuyo resul<-
íado es poco sensible si la división es superior á causa del ligamento
interhuesoso. Al mismo tiempo el Cirujano cuida de poner en un con-
tacto inmediato los extremos del hueso , empujándolos en una direc-
ción opuesta á la de su separación; y quando se ha logrado esto, se
hace la aplicación del vendaje propuesto anteriormente; pero con
esta diferencia, de que, estando intacto el cúbito, hace el oficio de
una tablilla: por tanto es inútil poner una artificial en el espacio corn»
prehendido entre el cóndilo interno del húmero y la apofise estiloí-
des del cúbito. La consolidación es aquí siempre mas pronta que en
el caso precedente, donde la naturaleza, con el mismo cúmulo de
medios, tiene un trabajo duplicado para conseguirlo, y donde ella
suple por la potencia , que la falta el tiempo que emplea. Regular-
mente está curada entre los veinte y veinte y quatro dias. Quando
la fractura ocupa la parte superior del radio , es esencial, después que
se ha levantado el aposito , el imprimir al miembro unos movimien-
tos reiterados á menudo, para que no se infarten las partes, ó so-
brevenga el anquilose del antebrazo , como lo observó Ambrosio Pa-
reo , el que dice en su libro de fracturas haber visto muchos acciden-
tes de esta especie.
FRA 253
Fractura del cubito. (Cir.) El cubito, por lo común mo-
rios expuesto á fracturarse que el radio, no acontece esto en él sino
en el acto de una caida sobre la muñeca: lo mas común es que su ro-
tura sea directa; y acontece principalmente quando cayéndose sobre
el antebrazo , extendido para sostenernos , su parte media choca con
un cuerpo resistente. Se observa en general en todas las partes del
hueso; sin embargo acaece con mas freqüencia en su extremidad in-
ferior, donde hay menos masa carnosa con relación á la superior: una
situación mas saliente y unas cubiertas ménos gruesas son sus causas
predisponentes. Qualquiera que sea el lugar que ocupe esta fractura,
el tacto la distingue fácilmente, quando pasando los dedos por la ca^
ra interna del cubito, casi inmediatamente pegado á los tegumentos,
se llevan en diversas direcciones las piezas rotas, y de este modo se
manifiesta su movilidad y su crepitación. Se nota en la parte interna
del antebrazo una depresión mas ó ménos sensible , efecto de la se-
paración de las piezas que se dirigen hácia el radio; y principalmen-
te lo hace así la inferior, como lo observó muy bien Petit; la de
arriba queda casi inmóvil.
La reducción no se diferencia de la del radio sino en que el ayu-
dante , encargado de hacer las extensiones , debe llevar la mano en
dirección opuesta , es decir, hácia la abducción , á fin de que un mo-
vimiento de contrapeso, semejante al anterior, ponga en contacto las
piezas fracturadas, entre tanto que el Cirujano ayudará á esta acción
llevándolas en dirección opuesta. En esta fractura, del mismo modo
que en la del radio, se necesitan solo para el aposito tres tablillas,
porque este hueso, estando entero, hace el oficio de quarto. El exer-
citar el miembro, después de hecha la consolidación , no es de me-
nor necesidad que en la fractura del radio, porque el cubito, punto
fixo de apoyo en sus movimientos de rotación, no concurre á ellos
mas que pasivamente.
Fractura del olecranon. ( Cir. ) El cubito tiene en su ex-
tremidad superior un apéndice considerable, que corresponde á la
articulación del antebrazo, encorvada hácia adelante y convexa por
detras , adonde se adhiere íntimamente el tendón del músculo trí-
ceps , cuya eminencia se llama olecranon 6 punta del codo , la que
tiene una grande analogía con la rodilla en su estructura , forma y
uso; de modo que no se notaría diferencia alguna si , osificado el li-
gamento inferior de esta, estableciese una continuidad entre ella y
la tibia. Dicha eminencia está expuesta á fracturarse como la otra,
en lo que también son análogas , y se diferencian esencialmente de las
demás fracturas; por tanto merece el que se trate de ella con separa-
ción. Los antiguos parece que no conociéron esta fractura , pues que
nádanos han dexado escrito: la mayor parte de los modernos han
hablado de ella de un modo vago; ninguno ha descrito con exactitud
2$4 FRA
las señales que la caracterizan, siendo así que se pueden presentar
ideas satisfactorias, pues no es una enfermedad tan rara que merezca
tanto silencio: -su tratado merece por otra parte atenciones, que son
superfluas en la mayor parte de otros males de esta especie.
£1 olecranon se fractura en su base ó en su punta ; lo primero es
mas freqiiente que lo segundo: su división casi siempre es transversal,
y alguna vez obliqüa. Las causas que la producen son : ó la acción
muscular, lo que no es freqiiente; ó la acción de cuerpos externos
aplicados directamente sobre él. El codo, separado del cubito en el
momento en que una piedra es arrojada con fuerza, ha dado en algu-
nas ocasiones un exemplo del primer caso , cuyo agente inmediato es
evidentemente entonces el músculo tríceps extensor. El segundo mo-
do se verifica quando un golpe violento cae sobre el codo, ó princi-
palmente en una caida sobre esta parte: por exemplo, si deslizándo-
se sobre el talón, nos caemos hacia atrás al baxar una escalera, y po-
nemos el brazo hacia arras para defender el cuerpo, el olecranon,
chocando violentamente contra un escalón , se encuentra comprimi-
do entre él y el peso del cuerpo , que sostiene , y se rompe ; y esta
es la manera mas común como se verifica esta fractura.
Acontece en este caso que, no encontrando ya el tríceps exten-
sor en la continuidad del cubito la resistencia para sus contracciones,
arrastra hacia arriba la pieza corta á que está adherido, ydexa entre
ella y la parte inferior un intervalo mas ó ménos sensible, y da lugar
á un gran número de señales características, que son: este intervalo,
que puede aumentarse ó disminuirse, permite el que el antebrazo for-
me una flexión mayor que antes : la imposibilidad del movimiento
espontáneo del antebrazo sobre el brazo resulta necesariamente de la
separación del músculo tríceps de con el cubito ; la media flexión
constante del antebrazo , efecto de las contracciones del bíceps y
del braquial interno , á los que no se opone entonces ningún antago-
nista ; la elevación mas ó ménos sensible del olecranon por encima de
los cóndilos, lo que estaba en una situación inversa en el estado na-
tural quando el antebrazo se hallaba en media flexión; la facilidad
de mover la pieza superior hacia todas partes , sin que contribuya á
ello el cúbito; una especie de sensación que tiene el enfermo, al que
le parece que se desprende del codo un cuerpo para caminar hácia
arriba quando se esfuerza en extender el brazo. Se puede asegurar la
uniformidad de esta señal comparando lo que se experimenta quando
se quiere extender dicha parte en dirección opuesta estando en la
misma posición. Si á estas señales añadimos las circunstancias que
acompañan á este accidente, del dolor vivo que siempre se experi-
menta , el chasquido que á veces percibe el enfermo , la posibilidad
de hacer una crepitación manifiesta , llevando recíprocamente las pie-
zas , cada una en dirección opuesta al tiempo de frotarlas , será muy
FRA 255
dificultoso el equivocarse sobre la existencia de una fractura , que so-
lo U tumefacción de la parte podría engañar á un Práctico; pero en-
tonces se disipa esta espontáneamente , ó por la acción de los reso-
lutivos, dexando desde luego á descubierto la parte para que se pue-
da distinguir este conjunto de señales. Á la hinchazón se allega, con
sobrada freqüencia , un equimosis mas ó menos considerable quando
la fractura ha sido producida por un golpe en el codo; pero por esto
no muda sus caracteres, ojie la distinguen siempre de una luxación
hácia atrás, con lo que se ha confundido alguna vez.
No hay fractura alguna cuyo tratamiento curativo ofrezca mas
á menudo mas dificultades que la del olecranon. Aquí el arte no
puede nada, ni como en otras oponer al poder, siempre activo, de
los músculos naturales. Los medios de mantener reducida esta frac-
tura son tan variados como los Prácticos que han tratado de ella:
unos han propuesto el de una media flexión del brazo para que for-
me el antebrazo un ángulo recto; pero entonces, chocando el prin-
cipio general de la reunión de las partes que deben estar en un con-
tacto mutuo, se expone al doble inconveniente de no conseguirla al
cabo de mucho tiempo; y si se consigue,, el que el miembro pierda,
una gran pane de su movimiento , porque el callo es tanto mas lento
en su formación, quanto ocupa un espacio mucho mayor: por tanto¿
entre este extremo y el opuesto, que siguen otros, se puede tomar un
medio , y será la situación mas ventajosa para eL antebrazo eL tener-
le entre la media flexión y la extensión ; de este modo , puestas pa-
ralelamente las piezas , no sufren obstáculo alguno para su reunión ; la.
que será pronta y uniforme; pero seria inútil dar al miembro una.
posición conveniente si ninguna cosa le obliga á conservarla : sujeto
al influxo de un cúmulo de causas, la perderá ; y desordenado el tra-
bajo de la naturaleza, se retardará la consolidación. De aquí resulta
la necesidad de un cuerpo sólido , colocado por delante de toda la
extremidad para oponerse á la flexión , y la ineficacia de todos los
apositos propuestos hasta aquí para este objeto , como, por exemplo,
del de Duverney, que recomendaba poner encima de la fractura una
gruesa compresa, envolver después el codo con un circular para te-
nerlo todo con una especie de vendaje de ocho en cifra , y de colo-
car eL miembro sobre, una almohada sin otra precaución.
Desault buscó un medio , que siendo mas eficaz que los otros,
pudo satisfacer mejor esta indicación. Estando el antebrazo puesto
en la situación indicada, dos ayudantes le mantienen así sujeto, en-
tre tanto que el Cirujano, aplica en su parte inferior el extremo de
una venda , de cinco varas de largo y quatro dedos de ancho, em-
papada en un líquido resolutivo qualquiera, y se hacen uno ó dos
circulares; después se sigue con ellos de abaxo á arriba, cubrien-
do todo el miembro con ellos , haciendo los inversos medianamente.
256 FRA
compresivos. En llegando á la articulación , se manda á un ayudan-
te que tire el tegumento del codo, el que, arrugado y relaxado en
la extensión, podría, metiéndose entre las piezas rotas, perjudicar
mas ó menos á su consolidación: se coge el olecranon , inclinándole
hacia el cubito; se hace pasar una vuelta de venda por detras de ella
para sujetar loque los dedos sostenían con firmeza; se conduce á la
parte anterior del antebrazo , y se vuelve á repetir lo mismo hasta
cubrir así toda la articulación con una especie de ocho en cifra: en
seguida continúa el Cirujano con las vueltas hasta llegar á la parte
superior del antebrazo; y después de haber hecho allí un circular,
alarga la venda un ayudante para poner á lo largo de toda la extre-
midad una tablilla muy fuerte, pero un poco encorvada, en donde
corresponde la articulación , á fin de evitar que haga una grande ex-
tensión ; y 'después , volviendo á coger la venda , se hacen con ella
circulares hasta abaxo para sujetarla. Hecho esto, se pone el miem-
bro sobre una almohadilla , que ofrezca un apoyo igual , y se cubre
con un arco de fractura para que no incomode la impresión de la ro-
pa. Las ventajas que presenta este aposito no son nada dudosas; el
miembro se mantiene constantemente fixo en la extensión por la ta-
blilla anterior, y por este motivo no puede verificarse la separación
de parte de la pieza inferior: el vendaje, que envuelve exactamente
todo el miembro , impide la acción de los músculos comprimiéndo-
los ; precave en parte las contracciones del músculo tríceps ; las vuel-
tas del ocho en cifra, aplicadas exactamente, mantienen abaxo la
pieza inferior, y de aquí resulta que esta no se puede separar.
El tiempo en que se llega á consolidar el olecranon varía según
que el vendaje ha estado mas ó ménos exactamente sostenido ; pero
la experiencia ha enseñado, que por un término medio se verifica en-
tre los veinte y seis á treinta dias. Conseguido esto, el principal pun-
to es hacer al miembro los movimientos de flexión y extensión, au-
mentados graduadamente por dia , para evitar de este modo que re-
sulte el anquilose ó la rigidez. El exercicio comunicado al brazo pa-
rece obrar principalmente, procurando el desinfarto de las par-
tes blancas, que rodean la articulación, y que desde luego, irri-
tadas con la fractura, se entumecen consecutivamente, disipando
también una especie de tumefacción, en que se encuentran los mús-
culos como producto del mucho descanso ; pero al fin , qualquiera
que sea su acción, se debe siempre aumentar por grados según que
las partes estén mas ó ménos sensibles, y continuar así por veinte
dias.: tiempo al que por lo común el miembro ha recuperado ya sus
movimientos naturales; y guardando este método, es muy raro que
el sugeto llegue á padecer el anquilose.
Fractura del cuerpo del fémur. (Cir. ) El fémur, apoyo
movible del peso de todo el tronco en el hombre, parece estar mas
FRA 2 $7
defendido que ningún otro hueso de las enfermedades que dañan su
continuidad. Los numerosos colchones musculares puestos al rede-
dor de él, las láminas gruesas del texido compacto forman en su
parte externa un firme envoltorio; una articulación vaga, pronta á
ceder en todas direcciones á los movimientos que recibe, todo pare-
ce contribuir á defenderle; pero por otra parte, encorvado en su
parte media, torcido superiormente en un ángulo casi recto, mas
largo proporcionalmente en el hombre que en los quadrúpedos , co-
locado en la mayor parte de las caidas entre el suelo que resiste , y
el peso del tronco que gravita sobre él , debe ofrecer por estos mo-
tivos ménos resistencia; y si á estas consideraciones añadimos las de
las causas, que tienen sobre él una acción inmediata, será fácil con-'
cebir que en el cálculo comparativo de los huesos el mas expuesto á
fracturarse después de los de la pierna es el fémur.
Este hueso puede indiferentemente romperse en todos los puntos
intermedios desde el cuello hasta sus cóndilos. Sin embargo, donde
ocurre con mas freqüencia es en el tercio medio de su longitud. Qual-
quiera que sea el lugar que ocupe esta fractura , su dirección unas ve-
ces es perpendicular; lo mas común es que sea obliqüa : variedad
accidental á la naturaleza del mal , pero que tiene mucho influxo so-
bre sus conseqüencias. Ya sea solo el hueso el interesado como en to-
das las enfermedades de la misma especie, ya á su lesión simple 6
oompuesta, con diversas esquirlas, se una la de las partes blandas
circunvecinas , y se hagan entonces las fracturas complicadas , varían
según la naturaleza de las partes afectas, la extensión y el modo de su
lesión. Sin embargo este hueso se rompe comunmente en ménos pie-
zas que los que están situados superficialmente, como lo observa
Petit.
Qualquiera que sea el modo como esté dicha fractura , en ella se
presentan las señales siguientes, que son las que caracterizan su exis-
tencia; dolor tópico y agudo en el instante de ocurrir esta enferme-
dad, pronta imposibilidad de mover el miembro, movilidad preter-
natural existente en una de sus partes, crepitación á veces percepti-
ble frotando un extremo de la fractura contra el otro, y una disfor-
midad , que se puede mirar baxo tres aspectos según su lor gitud , su
grueso y su dirección. Las señales comunes á la mayor parte de las
fracturas ofrecen en la del fémur pocas particularidades, si se excep-
túala deformidad, sobre la que es esencial tener ¡deas exactas, por-
que estando constantemente dispuesto á reproducirse, principalmente
en las fracturas obliqüas , es la que sobre todo debe estar á la vista en
la curación. Se puede establecer como principio general que todas las
fracturas del fémur vienen con deformidad, como lo comprueban la
mayor parte de los casos. Si se considera esta deformidad con rela-
ción á su longitud, se ve que en las fracturas obliqüas es siempre ei
TOMO IV. KK
258 FRA
miembro mas corto que el del lado opuesto: fenómeno que acredita
claramente una sobreposicion de las piezas.
Las fracturas transversales están menos expuestas á la separación
según la longitud del hueso, porque una vez puestas en contacto las
piezis,se sostienen mutuamente: retirada por los músculos la infe-
rior, encuentra una resistencia en la superior, y esta, empujada há-
cia abaxo por el peso del tronco, quiere ir delante de la otra, y de
este modo las dos mantienen su situación. La deformidad del fémur
fracturado, considerado con relación á su grueso, le acompaña siem-
pre en quanto á su Longitud, y aun alguna vez se le ve existir solo,
esto es, quando en una fractura transversal los dos extremos hueso-
sos pierden su mutuo contacto, dirigiéndose el uno hácia adentro y
el otro hácia afuera, ó quedándose el uno colocado miéntras se se-
para el otro.
Estas fracturas rara vez son peligrosas en los casos ordinarios; pe-
ro por los accidentes que las acompañan, y la incomodidad que se si-
gue quando son obliqüas, pueden serlo. La mayor parte de los anti-
guos dixéroncon Celso que el acortamiento del muslo era el resulta-
do de esta fractura; pero la autoridad de otros Prácticos y la expe-
riencia confirman , que este accidente es producto á veces de la mala
disposición del vendaje , y que también se puede establecer un equi-
librio tal, que queden bien en contacto las piezas: luego al uso bien
combinado de estos dos medios para la extensión y compresión de los
músculos es á quien se debe este suceso. Los accidentes relativos á
las complicaciones de esta fractura, como las esquirlas, las heri-
das &c, entran en la clase general de las complicaciones, y por tan-
to no hablamos aquí de ellos.
Dos grandes indicaciones dividen en general el tratamiento de las
fracturas, y el de la del fémur en particular; reducir las piezas, y
mantenerlas reducidas. Examinemos aquí cada una con separación.
Para lo primero tenemos desde la remota antigüedad las extensiones,
contraextensiones y conformación, tres medios, que ha establecido
ía costumbre, pero que no siempre son necesarios en la práctica,
como diremos después. Antes de todo esto es necesario poner al en-
fermo en buena situación, la que varía: la mayor parte, siguiendo
el uso antiguo, adoptan la postura horizontal, de modo que la nal-
ga esté extendida sobre el tronco, y la pierna sobre aquella: prácti-
ca muy recomendada en Francia. Pott es de opinión contraria , esto
es, que se ponga en media flexión el miembro: los músculos , estan-
do mas relaxados, se prestan con mas facilidad á la acción de las ex-
tensiones; propone pues doblar la pierna sobre la nalga, y esta sobre
el vacío, y acostar al enfermo de lado: situación que, usada ya pa-
ra la reducción , debe continuarse con ella en todo el tiempo de la
curación. Bell adopta este mismo método , que parece ser admitido
FRA 259
de los Ingleses ; pero estando colocado el miembro en semejante dis-
posición; la dificultad para hacer las extensiones y contraextensio-
nes ; la necesidad de aplicarlas entonces sobre el mismo hueso roto,
y no en un parage distante de la fractura; la imposibilidad de com-
parar exactamente la nalga enferma con la sana para juzgar de la re-
gularidad de la conformación; el obstáculo que ocasiona esta postu-
ra continuada largo tiempo , aunque á primera vista parezca la mas
natural ; la compresiou incómoda y dolorosa de una parte del tron-
co sobre el gran trocánter del lado enfermo ; los desarreglos á que
el miembro está expuesto quando el enfermo va á mudarse la ropa;
la dificultad de fixar sólidamente la pierna para evitar el efecto de
sus movimientos sobre el fémur; la evidente imposibilidad de este
método quando están fracturados ambos muslos; y en fin la expe-
riencia poco favorable, fuéron los motivos que determinaron á De-
sault á no recurrir á tal postura, después de haberla ensiyado en dos
enfermos, de los quales el uno tenia un acortamiento considerable,
á pesar de haberlos cuidado escrupulosamente. Por otra parte, lo que
se gana con la relaxacion de algunos músculos, se pierde con la ten-
sión de otros muchos; pues la rodilla no puede estar en flexión sin
que el músculo triceps flexor esté violentado: inconveniente tanto
mas real , quanto que su acción se exerce inmediatamente sobre las
dos piezas rotas; y por consiguiente el método de los Ingleses ofre-
ce siempre un cúmulo de inconvenientes mayor que el de sus ven-
tajas; por tanto es mas útil el que seguían los antiguos. Determinada
ya la postura, se pasa á hacer las extensiones y contraextensiones se-
gún la dirección que tenga el miembro en el estado de fractura, y
después se siguen según la que es natural al muslo. Ha habido dispu-
tas sobre el parage por donde se han de hacer las extensiones : unos
quieren que por encima de la rodilla, y otros que por los maléolos;
esto último es mas ventajoso, porque haciéndolo del otro modo, la
presión que experimentan los músculos irritan y determinan su con-
tracción, multiplicando los obstáculos de la reducción, al paso que
es menester emplear una fuerza mayor : luego para las extensiones
nos valdremos mejor del pie como una palanca de primera especie;
pues abrazando las dos manos de un ayudante al pie , de modo que
sus dedos se crucen sobre el dorso, miéntras que los pulgares corres-
ponden á la planta, y representan la potencia, la articulaciones el
centro del movimiento, y la pierna con la pieza inferior es la resis-
tencia. Un movimiento de contrapeso en el pie de abaxo á arriba
arrastra en dirección contraria á esta resistencia; y así se hace la ex-
tensión , método mas útil que el que regularmente se usa, poniendo
las manos en el extremo inferior de la pantorrilla , porque la fuerza
de las potencias extensivas es en general en razón inversa de su dis-
tancia al centro. Lo mismo es aplicable al acto de las contraextensio-
26o
FRA
nes; para las que Desault se contenta con hacer sostener el tronco
por unos ayudantes , ya sea por las caderas, ya sea al mismo tiempo
por debaxo del sobaco de cada lado. La sujeción con la palma de la
mano, tan recomendada de los Griegos , es aquí un recurso muy dé-
bil para la reducción ; y si acaso tiene alguna ventaja , es en el acto
de una fractura según el grueso del hueso, y que esto ha de ser diri-
giendo bien las extensiones , y calculando las fuerzas musculares pa-
ra llegar á poner paralelas las piezas fracturadas.
Si la pieza inferior ha experimentado sobre su exe un movimien-
to de rotación hacia afuera ó hacia adentro , el ayudante , encar-
gado de las extensiones, debe llamar "poco á poco el miembro en
una dirección inversa al tiempo de executarlas. En el dia de hoy no
hay ya las dificultades que antiguamente presentaban á veces las ex-
tensiones.
Hay casos en que , irritados los enfermos por las puntas huesosas,
por los esfuerzos que han sufrido y por la dislaceracion de los ner-
vios, los músculos aumentan su contracción hasta el punto de no
encontrarse potencia alguna capaz de poner paralelos los extremos
fracturados. ¿Qué medios se emplearán entonces? Todos los que en
general disminuyan la irritabilidad , variándolos según las circunstan-
cias, como la dieta, las sangrías &c. En este caso Desault conseguía
los mas felices efectos poniendo el miembro en una extensión conti-
nuada : los músculos, molestados por el estado permanente de tensión
en que entonces se encontraban, se relaxaban poco á poco, su fuer-
za se disminuía, cedian por último, y se lograba la reducción.
Hasta aquí no hemos hecho mas que dar un paso en quanto á la
reducción de la fractura; pero en esta, mejor que en ninguna otra,
hay causas poderosísimas, que intentan destruir lo que ha hecho el
arte: luego aquí es principalmente donde se debe tratar de los me-
dios de mantenerla reducida.
El primero de estos medios será la situación conveniente; para
esto se acostará el enfermo horizontalrnente sobre un plano exacto,
y poco susceptible de baxarse por el peso del cuerpo: inconveniente
que se evita poniendo unos colchones un poco duros, y que resistan
bastante á la presión que sufren. El segundo medio , no menos eficaz
que el anterior, consiste en los apositos en que se coloca el miem-
bro, y los que, variados según los diferentes autores que los han in-
ventado, ofrecen un conjunto de tablillas, fanones, compresas &c.
Para apreciar exactamente sus ventajas ó inconvenientes , establecien-
do desde luego las indicaciones curativas, que deben satisfacer, com*
pararemos en seguida su modo de obrar para ellas , y de aquí nace-
rán, como otras tantas conseqüencias , los objetos que buscamos.
Siendo el intento de qualquier aposito el evitar la separación de las
piezas rotas con un mecanismo, debe calcularse según las causas que
FRA 261
roduzcan esta desunión. Estas son aquí la acción muscular, tirando
ácu arriba la pieza inferior; el peso del tronco, empujando abaxo la
superior; de lo que se sigue que todo aposito destinado á este intento
debe arrastrar y mantener hácia abaxo el extremo inferior; llevar
arriba, y tener así el extremo superiormente: principio generalmen-
te aplicable, y sujeto solo á algunas excepciones en las fracturas
transversales, en las que la fractura es según su grueso: es necesario
también que en el aposito se encuentre una resistencia, que impida
la rotación de la pieza inferior, y que asegure la inmovilidad del
miembro, que los sacudimientos podrian desarreglar.
Si comparamos , con relación á lo dicho , el modo de obrar de
diferentes piezas, que entran en los aparatos ordinarios, sin una ex-
tensión permanente, como los vendajes, las tablillas, las compre-
sas &c. , se verá que son poco eficaces para completar nuestros de-
seos: que se emplea el vendaje circular , el de diez y ocho cabos, ó
los vendoletes, y todos tienen un modo común de obrar, que es aña-
dir un segundo envoltorio al muslo sobre el cutáneo y aponeurótico
que él tiene ya; de comprimir contra la fractura los músculos, que
la forman entonces una especie de eaxa natural en que encerrarla, y
de aumentar con esta presión la resistencia lateral de las partes: lue-
go de este modo evitaremos muy bien la desunión por los lados, y
baxo este respecto estas vendas serán muy ventajosas en las fracturas
transversales. Pero ¿qué impedirá que los dos planos inclinados de la
división obliqüa no obren el uno sobre el otro ? ¿ Qué fuerza se opon-
drá á que el miembro no experimente el efecto de los sacudimientos,
que accidentalmente se le imprimen? La acción muscular ¿no encon-
trará una resistencia? La fuerza muscular ¿no se disminuirá con la
presión exercitada sobre ellos mismos? Esta no es la ventaja princi-
pal de los vendajes. Pero esta compresión ¿será eficaz para precaver
la separación según la longitud del hueso, principalmente si no se
aprietan mucho las vendas, como lo encargaban ciertos Prácticos,
que creian que con la constricción muy fuerte venia la hinchazón del
periostio, único agente, según ellos, de la formación del callo? En-
tonces valdria mas no usarlos, pues su acción solo es útil por la com-
resion que exercen sobre el miembro , cuya tumefacción evitan so-
re los músculos, cuya contracción disminuyen un poco, y esto no
lo hacen si no se aprieta contra el hueso roto. Esto mismo se aplica
igualmente al uso de las compresas, que forman un recurso mas pe-
queño para estas circunstancias; pero que sin embargo los Cirujanos,
que son ciegos imitadores de lo que aprenden, como serviles de lo
que viéron en un arte, que debían ilustrar mas, ponen en execucion
su uso sin reparo alguno. Como la aplicación de un vendaje circular
proporciona que cada circunvolución de venda sea un nuevo motivo
¿q la desunión de la fractura, se inventó el ingenioso medio de aplicar
2Ó2
FRA
en las fracturas simples de las extremidades inferiores el vendaje de
diez y ocho cabos, como también en todas las que son compli-
cadas.
Las tablillas y los fanones, segunda parte de las piezas de aposito,
cuya descripción se ha hecho en su lugar propio, usados en las fractu-
ras del fémur, tienen la ventaja de fixar con solidez el miembro, de
mantenerle resguardado de la perniciosa separación, que podian pro-
ducir los sacudimientos extraños, ó la contracción muscular debida á
la inadvertencia de los enfermos: evita también esto quando es según
el grueso de la parte, y por esto son suficientes para las fracturas
transversales , y pueden con preferencia las tablillas oponerse á la ro-
tación del muslo hacia afuera ó hácia adentro ; pero si la división es
obliqüa, no evitarán el que una pieza cavalgue sobre la otra, y so-
brevenga el acortamiento del miembro, pues esto solo se evitaria
apretándolas contra él, que podría detener el círculo, y ocasionar
la muerte de la parte; finalmente, ellas no sirven mas que de evitar
la separación según el grueso del hueso , y asegurar mejor que los
vendajes La inmovilidad del miembro. Antiguamente se usáron mu-
cho los fanones , los que , colocados á los lados del sitio fractura*
do , solo se tocan por un punto de su longitud , y le aseguran bien
poco ; por lo que se da la preferencia á las tablillas , y como que son
de madera, son mas sólidas y muy resistentes. De lo expuesto hasta
aquí se sigue que los vendajes y tablillas, con lo demás que entra en
los apositos ordinarios, solo pueden obrar quizá en los casos bastante
raros de que las fracturas sean transversales; pero siempre se consti-
tuyen inútiles quando son obliqüas, porque no llenan las dos indica-
ciones, de llevar hácia abaxo la pieza inferior, y de mantener ea alto
la superior.
¿Qué medio pues será eficaz para producir una extensión conti-
nuada? Este será aquel que sostenga los medios de la reducción du-
rante todo el tratamiento ; que á la potencia , siempre activa de los
músculos, oponga una constante resistencia; que formando al exterior
del muslo una especie de músculo artificial, se haga antagonista de los
naturales , y neutralice sus esfuerzos obrando en sentido inverso.
Á dos clases generales se pueden reducir estos medios propuestos por
diversos autores: en la una se incluyen los medios simples propuestos
desde la antigüedad, como los lazos, tablillas, compresas &c. ; y
en la otra se comprehenden los que son mas complicados , y cons-
tan de diferentes máquinas. Con una simple ojeada que se dé sobre
todos estos medios , se ve sin duda alguna la preferencia que se debe
dar á los medios sencillos, pues una ligera resistencia, continuada
por largo tiempo , es suficiente para vencer la potencia , desde luego
mas activa, de los músculos, prescindiendo de las ventajas particu-
lares que tiene cada máquina, las que es imposible referir aquí , y
FRA 263
viéndolas, nos convenceremos de ello, y solo nos contentaremos
con reflrir el de Desault , el que se compone de un pedazo de fanón
falso, doblado en su ángulo superior é interno, para acomodarle á
la grande di tancia de las tablillas, un vendaje de cuerpo y un ven-
dolcte para asegurarle al lado opuesto de la fractura; tres tablillas
firmes, de pulgada y media de ancho, de las que la externa, mas
sólida que las otras, debe ser tan larga, que coja desde la cresta del
hueso íleon hasta quatro pulgadas mas abaxo de la planta del pie: en
su parte inferior tendrá una escotadura , y un poco mas arriba una
muesca: la superior ocupa el espacio intermedio entre el pliegue de
la ingle y la parte superior de la rodilla; y la interna desde el pliegue
interno y superior del muslo hasta la planta del pie; tres colchonci-
llos llenos de paja de avena, uno externo, otro interno, y otro su-
perior; un vendaje formado de un número incierto de vencfoletes
sueltos, de tres pulgadas de ancho, de una longitud doble de lo que
es el grueso del miembro, puestos de abaxo á arriba, y forrados en
cada tercio de su longitud; una compresa lengüeta y dos circulares
para envolver inmediatamente la extremidad ; dos vendas fuertes,
destinadas á la extensión y contraextension, de vara y media lo me-
nos de largo, y una compresa gruesa ó lengüeta, y un número su-
ficiente de vendoletes. Estando todo dispuesto, y colocado todo
el aparato en la cama del enfermo, en el lado que corresponde al
muslo fracturado , y con el orden sucesivo con que se han de apli-
car , situado también ya el enfermo, se levanta el miembro con pre-
caución; y haciendo la extensión , se mete con suavidad, por deba-
xo de él, cada pieza del aposito, dexándolo en la misma disposición
con que se ha de cubrir la fractura. Después se pasa á efectuar las ex«
tensiones del modo propuesto : se pone el Cirujano al lado externo
de la fractura; y un asistente se encarga de ayudarle desde el otro
lado para aplicar el vendaje. Primeramente se ponen las compresas,,
lengüeta y circulares bien extendidas sobre la parte para que no for-
men arruga alguna, y empapadas antes en agua vejeto-mineral ; al
rededor de ellas se aplican sucesivamente y de abaxo arriba cada ven-
dolete , medianamente comprimidos por el vendaje; el extremo de la
pierna se envuelve con una gruesa compresa, para evitar la impre-
sión de la venda , que se fixa de manera que su mitad se pone por en-
cima del talón; los dos rollos se cruzan después sobre el pie ; van la-
teralmente á la planta; vuelven á cruzarse de nuevo, y no se sueltan
hasta que esté aplicado todo el aposito; se ponen lateralmente á lo
largo del muslo dos almohadillas, cuyo grueso pueda aumentarse ó
disminuirse, y se amoldan en las desigualdades del miembro; al re-
dedor de las dos tablillas laterales, entre el Cirujano y el ayudante,,
se arrollan los dos bordes del fanón hasta que el uno y el otro com-
priman uniformemente toda la parte ; la tercera almohadilla se pone
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en la parte anterior del miembro, y sobre ella una tablilla; los ven-
doletes, en número de quatro para el muslo y tres para la pierna, se
anudan sobre la tablilla externa para que no incomoden los nudos
con su contacto; se principia por el que está próximo á la fractura,
apretándole todo lo posible , sin perjudicar demasiado al enfermo;
después se pone por encima de las caderas el vendaje de cuerpo , su-
jetándole lateralmente en la tablilla externa, y se extiende por enci-
ma del muslo: una gruesa compresa, colocada debaxo de la tubero-
sidad esciática, sirve como de colchón contra la compresión que ha-
ce la venda, la que pasada desde luego por debaxo del aposito, se
lleva obliqüamente de adentro á afuera y de alto á abaxo, para que
forme su punto de apoyo, por una parte sobre la tuberosidad del ís-
quion , y por la otra sobre la extremidad superior de la tablilla ex-
terna , y se anuda en el pliegue de la nalga.
Si se compara el modo de obrar de este vendaje con las indica-
ciones generales establecidas anteriormente para todas las fracturas
obliqüas del fémur, será fácil comprehender que, según ellas, sirve
para llevar hácia abaxo la pieza inferior , sostener en alto la superior,
evitar la rotación de la inferior, y asegurar la inmovilidad del miem-
bro: finalmente, no hemos de perder de vista el que no quede disfor-
midad; y si acaso fuese inevitable, el segundo objeto del arte es el
disminuirla quanto sea posible.
Fractura del gran trocánter del fémur. ( Cir. ) Las
fracturas del extremo superior del fémur comprehenden la del gran
trocánter, y las del cuello. Ya se verifiquen á un tiempo ó con sepa-
ración, siguen proporciones muy diferentes: la una es muy rara, y
ha merecido poco la atención de los Prácticos, al paso que la otra
ha tenido muchos observadores, principalmente en estos últimos
tiempos.
Las fracturas del gran trocánter son el efecto ó de caldas sobre
esta eminencia, ó de la acción de un cuerpo agitado sobre ella: son
obliqüas ó transversales, situadas unas veces en la punta, y otras en
la base de esta eminencia; pueden ser simples ó complicadas, ya con
esquirlas ó hinchazón, como acontece quando la produce una bala, ya
con la división del cuello de este hueso, como se ha observado alguna
vez. Qualesquiera que sean estas variedades, se caracteriza esta frac-
tura por la facilidad con que se mueve en todas direcciones el gran
trocánter del fémur , entre tanto que la parte inferior del cuerpo y
el muslo permanecen inmóviles ; por la crepitación , efecto del cho-
que que experimentan en estos movimientos las superficies divididas;
por el defecto del acortamiento del miembro qnando la fractura
existe sola ; por la aproximación de las piezas en la abducción , y
por su prolongación en ella ; y por la postura freqüentemente mas
alta y mas adelante del gran trocánter , como lo comprueba la expe-
FRA 26$
rienda. La presencia de estas señales son tanto mas fáciles de conce-
bir, quanto que esta eminencia, situada superficialmente, puedes er
cogida con facilidad , y seguir los movimientos que entonces se le
imprimen.
La reducción de esta fractura se efectúa comprimiendo la pieza
separada en sentido opuesto al de su separación, atrayéndola á su ni-
vel ordinario, llevando en ocasiones el muslo un poco hácia afuera:
se mantiene de este modo por medio de algunas compresas puestas
por los lados, y sujetas con un vendaje obliqüamente desde la cade-
ra sana hácia la parte de la nalga á que corresponde la fractura, re-
presentando una verdadera espica. La fractura, producto de una ar-
ma de fuego, necesita siempre de que se hagan grandes incisiones, ya
para extraer cuerpos extraños, ya para desbridar la aponeurosis de la
fascialata, muy tensa en este parage, y que podria producir un fu-
nesto resultado si no se dilatase. La fractura con esquirlas, pero sin
herida externa, y producida por un cuerpo común contundente, ra-
ra vez exige un aposito particular , porque aunque estén adheridas al
periostio las porciones solas del fémur, pueden reunirse, sea entre sí
ó con las dos piezas.
Fractura del cuello del fémur. (Cir.) El cuello de este
hueso, rodeado de una gran cantidad de partes biandas, defendido
por el gran trocánter, que le termina por afuera, está casi siempre
libre de la acción inmediata de los cuerpos externos, y por conse-
qüencia de las fracturas directas. Siempre que se llegue á romper el
hueso es efecto de un verdadero contragolpe por una caida, ya sobre
el gran trocánter, ya sobre la planta del pie ó la rodilla. El primer
modo se observa en la práctica con mas freqüencia que el segundo,
acaso porque en este el movimiento es débil por razón de las partes
en que se distribuye antes de llegar al cuello del fémur.
Esta fractura puede ser en la parte media, sitio donde se ha-
lla un mediano grueso, y donde la naturaleza no amontona una gran
cantidad de substancia compacta , como lo hace en la parte media del
hueso, que tan expuesta es á romperse; en su extremo alto, donde
se suelda con la cabeza del fémur; y en su reunión con el gran tro-
canter : circunstancia, en que la solución de continuidad puede estar
fuera de la articulación , lo que sin duda acaece con mas freqüencia
de lo que se habia creído. Esta división es siempre transveisal , rara
vez obliqüa; alguna vez queda el cuello del hueso como encaxado en
el cuerpo de este, fracturado de manera, que representa una escota-
dura mas ó ménos profunda, de lo que se citan algunos casos: la hay
simple por lo común, y se complica á veces con la del gran tro-
canter.
Qualquiera que sea , ya el modo y ya el lugar de esta fractura,
su diagnóstico presenta dificultades, que la experiencia y la costum-
TOMO IV.
FRA
bre la allanan sin duda , pero que con demasiada freqüencia dexan en
una gran incertidumbre al Práctico mas diestro: por tanto describa-
mos por su orden sucesivo los síntomas que la caracterizan.
En el momento en que se verifica el golpe se percibe un dolor agu-
do; alguna vez se percibe un chasquido sensible ; hay una pronta im-
posibilidad al movimiento, y el enfermo no puede levantarse; aunque
esta circunstancia no siempre se verifica. El quarto volumen de las
Memorias de la Academia de Cirugía ofrece un caso en que el enfer-
mo se echó él mismo después del golpe, y él mismo se levantó al dia
siguiente, pero esto es muy raro. Casi siempre se advierte el acorta-
miento del miembro fracturado, según que el extremo de las piezas
esté contenido en la cápsula, ó que estando la división fuera de la
articulación, no ofrezca resistencia alguna á su separación. La acción
muscular arrastra arriba la pieza inferior, el peso del cuerpo empu-
ja hácia abaxo la superior , y esta es la doble causa de dicho acorta-
miento; y se observa que en esta tiene mayor influxo la fuerza mus-
cular , porque es mucho mas larga , y el extremo inferior da atadu-
ra á un crecido número de fibras musculares. Un ligero esfuerzo es
suficiente para disipar este acortamiento , pero que luego vuelve á
comparecer inmediatamente. Se manifiesta una tumefacción en la par-
te anterior y superior del muslo , la que casi siempre es proporciona-
da al acortamiento del miembro, y del que parece ser resultado. Des-
aparece casi del todo la salida del gran trocánter, cuya eminencia,
dirigida hácia arriba y atrás , se acerca á la cresta del íleon ; pero si
toma una dirección inversa, obedece fácilmente, vuelve á tomar su
nivel, y permite al enfermo que mueva el muslo. La rodilla está un
poco en flexión. Al tiempo de efectuar con el miembro los movi-
mientos de la abducción hay siempre un dolor agudo. Si apoyando
la mano sobre el gran trocánter se le hace á la extremidad inferior
que execute algún movimiento de rotación sobre su exe, se advierte
que la salida huesosa gira sobre ella misma como sobre su exe, en lu-
gar de describir como en el estado natural un arco de círculo, del
que el cuello del fémur es el rayo; pero esta señal, observada prin-
cipalmente por Desault, es muy manifiesta quando la fractura está
en la base del cuello ; ménos si está en su parte media , y muy poco
quando existe hácia la cabeza del hueso. En los movimientos de ro-
tación la pieza inferior roza contraía superior, produciendo una cre-
pitación clara; pero este fenómeno no es siempre constante. La pun-
ta del pie está regularmente vuelta hácia afuera; la opinión común
atribuye esta postura á los músculos rodadores; pero si eso fuese
cierto , debería encontrarse siempre esta señal , que no se verrfica así:
todos los músculos, que desde el tronco baxan al trocánter, se ha-
llan, a excepción del quadrado, en un estado de relaxacion por apro-
ximarse el fémur con el punto de su inserción , y los músculos con-
FRA 267
traídos no permiten con tanta Facilidad el llevar la punta del pie ha-
cia adentro : luego ¿ no será mas probable que el peso mismo de esta
parte la arrastrará en esta postura , en que regularmente la hallamos?
De lo que acabamos de manifestar se evidencia , que ninguna de las
señales de esta fractura nos proporciona su carácter exclusivo, por-
que ellas, separadas, nada indican; pero, reunidas, pueden propor-
cionar algunas luces á los Prácticos para deducir su diagnóstico , pues
al fin es necesario, en caso de duda, tomar el partido mas seguro, y
aplicar el aposito inútil , pero no perjudicial, si no existe tal fractu-
ra; pero indispensablemente es necesario si la hay.
Para que podamos dar á entender quál es el pronóstico de este
mal , bastará el que resolvamos brevemente estas qiiestiones particu-
lares. ¿Qué accidentes acompañan á esta fractura en su principio?
¿Qué fenómenos se manifiestan en el acto de su reunión? ¿Qué in-
convenientes resultan para la progresión después?
Si se consulta á lo que han escrito los autores sobre esta fractu-
ra , se verá que pocas se presentan con unos caracteres tan funestos,
pues los mas graves accidentes son su inevitable resultado. La infla-
mación de las partes circunvecinas; los abscesos numerosos, que se
propagan al exterior, y se comunican á lo interior de la articulación;
la gangrena misma, observada una vez por Morgagni; los movimien-
tos convulsivos del miembro; el edema que sobreviene, y la calen-
tura lenta que se apodera poco á poco del enfermo ; estos son en ge-
neral los accidentes exagerados sin duda alguna por la opinión que
se ha tenido por largo tiempo de las fracturas en lo interior de las ar-
ticulaciones ; pero tratadas metódicamente estas fracturas, no tienen
los resultados tan funestos como se ha creido hasta aquí.
La reducción presenta aquí en general pocas dificultades: tendido
el enfermo de espaldas , unos ayudantes hacen las contraextensiones
por la axila y la cadera, sin necesidad de pasar lazos por el muslo sano
como se ha recomendado; otro ayudante hace la extensión del modo
dicho anteriormente, llevando poco á poco la punta del pie en una
dirección inversa á la que tenia, y haciendo que el muslo execute
un pequeño movimiento de rotación sobre él mismo: el menor es-
fuerzo es suficiente , estando todo dispuesto , para poner en contacto
las piezas rotas, y dar al miembro su configuración natural, al paso
que esta facilidad en reducirse es uno de sus caractéres ; pero hemos
de advertir, que lo que el arte hace sin trabajo en un instante, es
muy difícil el mantenerlo así con constancia , y regularmente nues-
tros procedimientos curativos son insuficientes , ios quales se pueden
reducir en general á tres clases, á saber: á la situación, á los venda-
jes y á los apositos para la extensión continuada.
En la primera clase se comprehende sobre todo el método em-
pleado desde la antigüedad , que consiste en poner al enfermo sobre
268
FRA
un plano horizontal ; la extremidad sujetada con unos simples fano-
nes, y el pie con una suela; pero inmediatamente la acción muscu-
lar, á la que nada se resiste, arrastra hacia arriba la pieza inferior, y
el peso del cuerpo inclina abaxo la superior; entonces es necesaria
una nueva reducción ; se vuelve á verificar la separación , y así acae-
ce sucesivamente ; pero sin embargo estaba generalmente adoptado
en estos últimos tiempos: mas de todos modos, qualquiera que sea
la situación , por sí sola de nada sirve si no entran á contribuir los
otros dos medios.
La segunda clase de medios curativos incluye los diferentes apo-
sitos simplemente extensivos: unos, como Petit, aconsejan la espica
del ano como la mas ventajosa ; pero esta, si está floxa , de nada sir-
ve , y si está muy apretada, los músculos se comprimen desigualmen-
te , se determina su contracción, y esto será causa del acortamiento
del miembro. Por estos motivos pues se hallan sin la menor duda
ventajas mas reales en la gotiera de hoja de lata guarnecida de algo-
don, en que Fabricio Hildano colocaba la parte externa del muslo;
la que después se ha renovado por los ilustres Prácticos alemanes, en
los cartones propuestos por Duverney, en el escudo de búfalo em-
pleado por Arnaud , en las tablillas adoptadas por el mayor número
de los Prácticos, y en otros ; pero ya en el artículo anterior hicimos
ver que todos estos medios no resistían suficientemente á la acción
muscular, ni satisfacían completamente las indicaciones, porque eran
ineficaces , lo que estriba en que no atienden bien á aquel principio
general de toda fractura, á saber: que los medios destinados á pre-
caver la separación deben arreglarse según las causas que la produ-
cen ; estas son la acción muscular , que tira hácia arriba la pieza su-
perior; el peso del cuerpo que empuja abaxo el resto de la máquina;
la gravedad, y la dirección del pie y de la pierna, que se inclinaa
á volver su punta hácia afuera, con un movimiento de rotación: lue-
go las tres indicaciones, que tiene que llenar todo vendaje, son las
que se oponen á dichas tres especies de motivos; y esta primera con-
seqüencia nos conduce á sacar esta otra: luego los medios destinados
á conseguirla deben estar obrando sin cesar, supuesto que las causas
que combaten están siempre puestas en acción ; y de aquí la necesi-
dad de los aparatos para la extensión permanente, cuyo mecanismo
es el mismo que para la fractura del cuerpo del hueso- La extremi-
dad se sujeta en una fuerte tablilla ; á los dos extremos de ella hay
dos vendoletes, de los quales el uno va á atarse fuertemente á las ca-
deras , y el otro al pie ,■ de este modo , sosteniendo el primero en al-
to, y tirando el 'segundo hácia abaxo» se satisfacen las dos prime-
ras indicaciones: la tercera lo es también por la extensión misma del
miembro, que impedirá su rotación hácia afuera con la tablilla exter-
na, que pasa al nivel del pie>y ie sostiene. Los vendoletes y las com-
FRA 269
presas , que en las fracturas del cuerpo del hueso servían primera-
mente de envolver el miembro , y se oponian mas ó menos á los mo-
vimientos laterales, son aquí enteramente inútiles, porque solo sir-
ven para comprimir los músculos , y disminuir así la fuerza de su
contracción; pero solo la extensión consigue por sí esto mismo. Aquí,
mejor que en las fracturas del cuerpo del fémur, debe sostenerse
exactamente la extensión, porque, como ya hemos observado, el nu-
mero mucho mayor de músculos, que baxan á la pieza inferior, du-
plica y triplica las potencias que ocasionan la separación; de aquí
la necesidad de registrar cada dia los apositos, de ver si acaece al-
gún ligero acortamienro, de volver á apretar las vendas á propor-
ción que se afloxen , y renovar la aplicación del aposito luego que
esté ya un poco descompuesto.
Fractura de la extremidad inferior del fémur. (Cir.)
La extremidad inferior del fémur, mas ancha que el resto del hueso,
y prolongada de agentes externos mediante una buena masa de par-
tes blandas, se halla, no obstante esto, mas defendida de poderse
fracturar que otras partes; porque los contragolpes, modos tan co-
munes de romper su cuerpo y cuello, rara vez tienen poder para ha-
cerlo en esta parte, pues siendo mas movible el fémur á medida que
se aleja del centro de sus movimientos, cede con mas facilidad á los
que se le imprimen ; y porque los movimientos, distribuidos por una
masa mas grande , tienen ménos fuerza para destruir su continuidad.
Quando llegan á ocurrir estas fracturas, pueden ofrecer dos estados
muy diferentes; ya estén por encima de los cóndilos del hueso, que
no hacen mas que separarlos de su cuerpo; ya interesen estas emi-
nencias, entonces penetran su articulación» De esto último solo tra-
taremos, porque lo otro está sujeto á las reglas generales de toda
fractura. La mayor parte de los autores han hecho un artículo parti-
cular de estas dos especies de fracturas , persuadidos á que su comu-
nicación con la articulación debia colocarse 'entre las mas complica-
das, y que necesitaban un tratamiento del todo diferente; pero no-
sotros diremos después lo que es necesario saber de esta opinión con-
sagrada desde la antigüedad.
La fractura se presenta aquí , generalmente hablando , baxo dos
modos diferentes; dirigida obliqüamente de arriba abaxo , de dentro
afuera , 6 vice versa, y puede comprehender del resto del hueso una
porción mas órnenos grande de uno de los cóndilos: estas dos salidas
huesosas pueden estar desunidas por una fractura longitudinal , reca-
yendo sobre alguna otra fractura obliqüa d transversal , que cogien-
do todo el diámetro del hueso, les separa en dos partes, oque, li-
mitándose á la mitad de su grueso, no aparenta mas que una solución :
en el primer caso la división es simple , en el segundo es doble ; esta
ocurre en la práctica con mas freqüencia que la otra, y ambas son el
270 FRA
resultado ordinario de una acción de cuerpos extraños aplicados in-
mediatamente. Sin embargo también hay la probabilidad de que pue-
de provenir de un contragolpe.
Qualquiera que sea el mecanismo de esta fractura, sus señales son
fáciles de percibir: freqüentemente se encuentra entre los dos cóndi-
los una sensible separación; de aquí la figura de la rodilla mas pro-
longada transversalmente. En esta separación se hunde la rótula ; y de
aquí la forma mas aplanada de adelante á atrás que lo que está en su
estado natural. Los cóndilos se alargan con ventaja el uno del otro:
si se apoyan , por el contrario , de cada lado sobre la parte inferior
del fémur , los cóndilos se aproximan , y la rodilla vuelve á recobrar
su figura ordinaria. Si se coge con una mano cada una de estas emi-
nencias , será muy fácil el moverlas alternativamente la una sobre la
otra , y de hacer una crepitación evidentemente característica de es-
ta fractura. Si la división superior es obliqüa, resulta siempre un
acortamiento mas ó ménos manifiesto; y aquí es donde principalmen-
te parece que el peso del cuerpo empuja hácia abaxo la pieza supe-
rior, y que la acción muscular sube á las inferiores. Se ha visto en
este caso inclinarse la pieza superior hácia los tegumentos, pasar al
través agujereándolos , y producir algún desorden. Desault ha publi-
cado un exemplo análogo á esto. Un efecto semejante se observa en
la pieza inferior, pero no es tan freqüente, y entonces el ayre entra
en la articulación, produciendo una funesta comunicación. Alguna
vez, quando la fractura superior interesa todo el cuerpo del hueso,
la extremidad del fémur se pone redonda , el cóndilo externo se in-
clina hácia atrás, y el interno hácia adelante, la rótula hácia afuera,
como también la punta del pie. Hundido en la separación de los cón-
dilos el cuerpo del hueso, puede impedir su reunión empujándolos
hácia afuera , y ocasionar de este modo diferentes accidentes. La ma-
yor parte de estos fenómenos no tienen lugar quando la división su-
perior, limitándose á la mitad del grueso del hueso, no dexa solo
mas que un cóndilo, ó que comprehendiendo todo su diámetro, es
exáctameute transversal; aunque estos dos casos son bastante raros en
la práctica.
•Poco tenemos que añadir aquí del pronóstico de esta fractura si
hacemos mención de lo que dexamos dicho de la de los cóndilos del
húmero , pues todo ello es aplicable á estas circunstancias ; como que
en estas especies de fracturas las opiniones de los autores han estado
demasiado exageradas por una falsa doctrina , que se ha seguido sobre
las lesiones articulares ; pero la razón y la experiencia se hallan uná-
nimes para disiparlas.
Quando la fractura superior es obliqüa, el aposito debe estar
arreglado según estas mismas causas ; es decir , arrastrar hácia abaxo
los cóndilos, y sostener en alto la cadera, y con ella la pieza supe-
FRA 271
rior : doble indicación , que no tiene claramente relación mas que
con la división superior en quanto aquella que separa los cóndilos;
y es necesario oponerse á la tendencia que podrian tener de separar-
se. La extensión constante , hecha del modo propuesto, satisface am-
bas indicaciones : las dos tablillas laterales y el vendaje de vendole-
tes llenan la tercera. Desault habia pues aplicado á este caso particu-
lar su aparato de extensión , modificado solamente ; de manera , que en
lugar de que el vendaje de vendoletes concluyese en la rodilla, se
prolongaba hasta el tercio superior de la pierna , á fin de que su acción
fuese mas eficaz: se sabe en efecto que la mayor solidez y firmeza
de un vendaje está en su parte media, porque las vueltas de las ven-
das superior é inferior afianzan las del medio: la tablilla superior,
visto que es inútil, se debe suprimir.
Si la fractura superior es transversal , los cóndilos encuentran con-
tra el cuerpo del hueso una resistencia, como ya queda dicho, y
ellos mismos le oponen otra, que impiden el que se baxe, empujado
por el peso del cuerpo, sobre el plano inclinado, que cruzan las nal-
gas. Aquí pues en general es inútil la extensión permanente, pues es
suficiente que una compresión lateral detenga á los cóndilos, y pre-
venga su separación: entonces se echa mano del mismo aposito, pe-
ro con la precaución de suprimir las dos vendas que sirven para ex-
tender el miembro. Si la fractura está complicada con una herida de
las partes blandas, sea que provenga del mismo motivo , sea que re-
sulte de la acción de una de las piezas, que se ha abierto camino at
través de los tegumentos , que se comunique ó no á la articulación,,
es indispensable , quando está hecha la supinación , reiterar todos los
dias ó cada dos dias esta curación , con la precaución de suplir con
las manos de un ayudante la falta de extensión que hacía el aposito,
mientras que se compone este.
Luego que está ya concluida la consolidación de las piezas , se
empieza á mover el miembro con prudencia y graduación , emplean-
do en esta maniobra dos ó tres horas cada dia , mudando todos los
dias la dirección de la pierna. Es necesario también mover la rótula en
todas direcciones; y luego que el enfermo se pueda levantar, que la
exercite: precauciones mas necesarias en esta fractura que en ninguna
otra, porque la mucha quietud del miembro ocasiona por último in-
evitablemente la rigidez de las partes vecinas. Y sin duda ninguna los
autores no hubieran mirado al anquilose como la mas feliz termina-
ción de estas fracturas, si hubieran conocido bien el efecto del des-
canso y del exercicio en este caso particular.
Fractura de la rodilla. (CYr. ) La rótula, especie de pro-
ducción huesosa del género de los sesamoideos , sostenida por el ten-
don del extensor común de la pierna, polea movible destinada á des-
lizarse, sobre la que la forman la separación que hay entre, los con-
272 FRA
dilos del fémur, y defender la articulación que cubre, presenta las
relaciones mas inmediatas de estructura , usos y posición con el ole-
cranon, del quedólo se diferencia en no constituir una continuidad
con la tibia, como aquel lo está con el cubito, pues no tiene mas que
un ligamento fuerte y grueso, que va á insertarse en la tuberosidad
de este hueso para estar sostenida. De aquí se sigue que debe exis-
tir una grande analogía entre la lesión de una parte y la de la otra;
y en efecto, la mayor parte de las señales características de las frac-
turas de la una lo son igualmente de las de la otra, y el tratamien-
to curativo que en este caso conviene á la primera se diferencia muy
poco del que conviene á la segunda.
La fractura de la rótula puede en general seguir toda clase de di-
rección, como transversal, longitudinal úobliqüa, aunque la prime-
ra se observa con mucha mas freqüencia que las demás en la prácti-
ca; y tal es su disposición, que casi ella sola ha merecido la atención
dejlos autores |por los apositos numerosos imaginados para sostener
sus piezas divididas.
El magullamiento del hueso, producto de un golpe violento ; una
contusión; un equimosis; una estancación sanguínea en las partes
blandas inmediatas; una ó muchas heridas de estas mismas partes, in-
teresando ó no la articulación; un infarto, cuyo grado varía al in-
finito según el modo de la fractura y la disposición del sugeto , pe-
ro que se observa aquí constantemente ; una doble división del hue-
so , de la que la longitudinal corresponde al ángulo de la otra , que
se dirige transversahnente; la fractura simultánea de los cóndilos del
fémur ó de los de la tibia ; tales son ya las variedades , ya las com-
plicaciones de que es susceptible la fractura de que tratamos. Por
otra parte puede verificarse por dos motivos, ó por la acción de cuer-
pos externos, ó por la de los músculos extensores. El primer modo
de fractura acontece en una caida sobre la rodilla, ó quando , puesto
en movimiento un cuerpo qualquiera, viene á chocar con ella, y en
este caso jamas hay en ella un contragolpe; la rótula ofrece poca ex-
tensión, y siempre se rompe por el sitio en donde se recibió el golpe.
En el segundo caso la caida no es mas que una conseqüencia de la
fractura, ó por mejor decir en algunas, es por lo regular su resulta-
do. Por exemplo , la línea de gravedad de cuerpo se inclina hacia
atrás por una causa qualquiera; los músculos anteriores se contraen
para atraerle hacia adelante ; los extensores obran sobre la rótula ; es-
ta se rompe verificada la caida: la pierna se ve repentinamente en
una extensión muy fuerte , los extensores se contraen violentamente,
se verifica la fractura , y se cae el enfermo. La acción sola de cuerpos
externos puede ocasionar una fractura longitudinal, como quando
nos damos un golpe contra el ángulo saliente de una viga , aunque de
esto se puede seguir la fractura transversal. Por el contrario, la acción
FRA 273
muscular no puede producir esta última, porque su dirección está en
ángulo recto con el de los extensores. La fractura de lo uno es fre-
qüentemente con herida , contusión y magullamiento : la que provie-
ne de lo otro , viene siempre con una hinchazón casi al rededor de
la articulación. Esta puede, en lugar de producir la división del hue-
so, ocasionar la rotura del tendón común de los extensores, ó, lo
que es lo mismo , la del ligamento inferior. Petit habia observado
ya esto.
El d ¡agnóstico de las fracturas longitudinales presenta siempre
mayores ó menores dificultades , porque en sus contracciones los
músculos extensores , tirando igualmente hácia arriba las dos piezas,
que mantiene baxas el ligamento inferior , se dirigen á ponerlas pa-
ralelas , y evitar su separación. Alguna vez también la producción li-
gamentosa, que cubre la rótula, queda intacta, y sirve de medio de
unión: por último, quando viene acompañada de herida, lo que aquí
es bastante común , el diagnóstico es ménos incierto. Si la fractura es
transversal, las señales son mas obvias que en el caso anterior. En-
tonces hay una separación considerable entre las dos piezas, la que es
sensible al tacto quando se coloca la mano sobre la rodilla. En ella
las piezas se separan de la misma manera , abrazada la superior por
los extensores , estirada en alto por una fuerza extremada por los mis-
mos músculos , que se adhieren á ella , la qual , según el cálculo de
Camper, es muy considerable. La pieza inferior, abrazada solo por
el ligamento inferior, ningún músculo la mueve, y solo se puédese-
parar mediante los movimientos de la pierna , á la que queda contigua.
De esto se sigue : i.° que en la extensión se separa la fractura todo
lo ménos posible , pues que solo el extremo superior de ella es el que
entonces ocasiona la separación: 2. 0 que en la flexión es en la que se
dividen todo quanto es dable, concurriendo las dos igualmente para
ello : 3 ; ° el aumentarlas ó disminuirlas variando los grados de la fle-
xión. A esta separación se añade aquí para este diagnóstico la posi-
bilidad de mover las piezas en dirección inversa y transversalmente,
y sentirse por este medio una crepitación mas ó ménos manifiesta , si
de antemano se mantienen aproximadas : el dolor que acompañará á
estos movimientos; la tumefacción regular de toda especie de fractu-
ra de la rótula, la que, unida á las demás señales, puede establecer
mas ó ménos grados de certeza; la dificultad en moverse; la imposi-
bilidad casi total para la progresión , y los extensores, casi no pue-
den comunicar movimiento alguno á la pierna , á no ser que, no obs-
tante esto, la fractura no se halle muy baxa hácia el ángulo inferior.
El tacto distinguirá siempre qué parte del hueso ocupa la solución , y
que si es obliqiia , participará mas ó ménos de los caractéres de la
longitudinal ó de la transversal según que ella se aproxime ó se
separe.
TOMO IV. MM
274 FRA
Muchos autores han pretendido que las fracturas de la rótula nó
se podian curar , cuya doctrina parece haber sido admitida por la
Academia de Cirugía, según se ve en una Memoria que presentó un
Médico flamenco, cuyas conclusiones apoyaron Pibrac y Luis, y en
donde las muchas observaciones se dirigieron á comprobar esto mis-
mo; pero todos estos autores han asegurado funestamente en gene-
ral el pronóstico de las fracturas de la rótula, las que se incluyen en
las reglas generales que corresponden á las demás enfermedades de
esta especie.
Supuestas ya las causas que ocasionan la separación de esta frac-
tura , sin necesidad de volverlas á repetir , se deduce que los medios*
de contacto entre las piezas rotas son: i.° todos los que sean ade-
quados para sobrepujar á la acción muscular: 2. 0 los que puedan
mantener inmóvil la pieza en extensión ; y de aquí dos grandes indi-
caciones curativas en el vendaje destinado para esta división : la se-
gunda rara vez ofrece dificultades, y es lo mismo que la otra. Para
satisfacerla es necesario desde luego debilitar la fuerza contráctil de
los músculos, y con ella disminuir el esfuerzo que estos emplean pa-
ra arrastrar en alto la pieza superior, pues se opone una resistencia
mecánica , que obrando en dirección diametralmente opuesta , vuel-
ve inútil su esfuerzo. Por otra parte se disminuye la fuerza de con-
tracción poniendo en relaxacion las hebras musculares , lo que es fá-
cil de conseguir doblando el muslo sobre la cadera y las partes que
están intermedias , y exerciendo sobre todo el miembro una com-
presión por medio de un vendaje circular, que constriña á los mús-
culos , y los debilite , como se puede observar quando se hace una
igual sobre los gemelos. En este caso efectivamente están menos li-
bres los movimientos del pie : por otra parte se sabe que la utilidad
del vendaje , actualmente empleado para reunir las heridas transver-
sales, está en dicha compresión , que impide la retracción de sus bor-
des , disminuyendo la fuerza muscular. Alguna otra utilidad resulta
también en este caso , y es el de oponerse á la tumefacción , que pro-
viene de que las vendas no formen una presión igual. En quanto á la
resistencia mecánica que debe obrar en dirección opuesta de la con-
tracción de los músculos , y por la que se impide la separación de la
pieza superior, puede ser la misma que se usa en otras fracturas. Es-
ta resistencia será pues un cuerpo qualquiera colocado y sostenido
por debaxo de dicha pieza con una fuerza suficiente para impedir que
vuelva á subir. No nos detendremos en hacer una explicación exten-
sa de la disposición y aplicación de los muchos vendajes que los au-
tores han inventado para esta fractura , como ni tampoco de la ma-
yor ó menor inutilidad de todos ellos por no dilatar demasiado este
artículo, y pertenecer esto mejor á una obra difusa: por tanto nos
contentaremos aquí con insinuar el que inventó Desault.
FRA 27$
El vendaje que este autor empleaba era muy análogo con el que
usaba para la fractura del olecranon, y el que se compone de una
tablilla larga , suficiente para comprehender con ella desde por deba-
xo de la tuberosidad del ísqulon hasta por encima del talón, de dos
pulgadas de ancho; dos vendas de quatro á cinco varas de largo y
tres dedos de ancho ; y una venda hendida en su parte media , de
una longitud suficiente para seguir con ella un poco mas allá de la
extremidad inferior , por delante de la que debe extenderse.
Estando todo debidamente dispuesto para aplicarlo , un ayudan-
te sujeta la extremidad como en las demás fracturas de estas partes,
otro se encarga de mantener la pierna en una extensión perfecta so-
re el muslo, y este sobre la cadera. El Cirujano, colocado al lado
del miembro fracturado, extiende la venda hendida en la parte an-
terior de la pierna y muslo, empapada en agua vejeto-mineral, con
la precaución de que correspondan las dos aberturas á las partes late-
rales de la rótula , á fin de que se amolde mejor á su figura , y no for-
me pliegue alguno. Principia á sujetarla por el dorso del pie con tres
circulares ¡guales, de modo que pase por encima de tres ó quatro
pulgadas de la extremidad, formando después ranversos de abaxo
arriba ; y entre tanto que un ayudante mantiene por arriba la com-
presa , se sigue cubriendo toda la pierna con circulares ó ranversos
según las desigualdades de la parte. En llegando á la parte inferior de
la rodilla, se empuja la pieza de abaxo para unirla con la superior ; y
ara sujetarla se forman en ella dos ó tres circulares; entrega el glo-
o de la venda á un ayudante , manda al que tiene la compresa len-
güeta que tire fuertemente hácia arriba , retirando en la misma direc-
ción los tegumentos de la rodilla, para que no se interpongan entre
la fractura, é impidan la reunión; y pasados los dedos de la mano
izquierda por las aberturas de la compresa, los coloca detras de la
pieza superior, de la que empuja fuertemente hácia abaxo.
Quando la reunión es exacta , sin quedar hueco alguno interme-
dio , toma de nuevo la venda , pasa con ella obliqüamente por deba-
xo de la corva, sube por detras de la pieza superior, retira los de-
dos, que la mantenían baxada, lo que se suple con dos ó tres circu-
lares apretados; se sigue formando un ocho en cifra sobre la rodilla
hasta cubrirla toda, y luego se sube por el muslo haciendo circulares
hasta concluir la venda.
Quando llega á la parte superior del miembro, el ayudante, que
sostiene la venda, la tira hácia arriba con fuerza, dobla después el
extremo sobre los circulares , el que sujeta el Cirujano con varios cir-
culares ; baxa de nuevo á todo lo largo del muslo , se vuelve á cu-
brir la rodilla con nuevas vueltas obliqüas, y se concluye la venda
sobre la pierna. Esta primera parte del vendaje satisface evidente-
mente la tercera y quarta indicación: la compresión efectuada con la
FRA
venda sobre los músculos, debilita su acción, impide sus movimien-
tos, disminuye y previene su tendencia á arrastrar en alto la pieza su-
perior : por otra parte los circulares colocados detras de esta se opo-
nen á los efectos de las contracciones musculares, impidiendo que
ellas se opongan en acción. La venda larga , extendida por delante
del miembro, le sujeta desde luego hacia abaxo; y retirada fuerte-
mente hácia arriba, comprime sus vueltas unas con otras, impidien-
do que las que corresponden al muslo se sobrepongan , y de este mo-
do abandonen la pieza superior, y que las aplicadas sobre la pierna
se baxen, y por consiguiente no afiancen la inferior. No queda hue-
co alguno al través de los circulares; su compresión es por todas par-
tes uniforme, y por tanto no puede resultar tumefacción alguna; pe-
ro queda aun que cumplir con la primera y segunda indicación : es
necesario evitar la separación de la pieza inferior con la extensión de
la pierna sobre el muslo, y obtener la relaxacion de los músculos, y
mantener continuamente con el aparato esta doble porción , que el
ayudante sostiene por un momento.
Para conseguir el primer efecto recomiendan los autores el po-
ner la extremidad en unos fanones falsos; y Petit empleaba una es-
pecie de bastidor de cuero de Hungría cubierto de gamuza ; pero
ningún medio es seguro, ni proporciona mejor la inmovilidad del
miembro en la extensión que una larga y fuerte tablilla, puesta, co-
mo lo hacia Desault después de aplicar la primera parte del venda-
je, en la parte posterior del muslo. Un ayudante sostiene la extre-
midad, entre tanto que el Cirujano le sujeta por medio de la segun-
da venda puesta al rededor del miembro, y de este modo se hace la
extensión perfecta de la pierna. Para conseguir la del muslo se ponen
dos ó tres almohadillas llenas de paja de avena , las unas encima de
las otras, dispuestas de manera que resulte un plano inclinado, mas
levantado hácia el talón por encima del plano horizontal de la ca-
ma; y que viniendo insensiblemente á confundirse con ella hácia la
tuberosidad esciática, forma un punto de apoyo, sobre el que des-
cansa uniformemente todo el miembro. Por esta doble extensión de
la pierna y muslo, la pieza inferior se fixa en alto , sin movimiento,
y los músculos están relaxados; y de aquí se ¡-igue que este vendaje
satisface muy bien las indicaciones propuestas , por lo que debe pre-
ferirse á los demás que se han inventado para este caso, por incluir
todos alguna imperfección.
Fractura de la pierna. (Cir.) Habiendo ya tratado con
toda extensión de la fractura del antebrazo, considerada, ya la de los
dos huesos á la vez , ya la de cada uno con separación , poco hay
que añadir ya para trarar de la de la pierna, pues si atendemos á su
diagnóstico, poco se puede decir de mas, ó por mejor decir, es mas
obvio aquí que en el antebrazo ; ambas reconocen unas mismas cau-
FUA 277
sas : el método de reducirla, y mantenerla reducida , los medios que
se emplean para esto, como la atención que merecen los accidentes,
que pueden ser consecutivos, son casi idénticamente los mismos en
uiu que en otra clase de fractura: por tanto solo insinuaremos aquí,
como de paso, alguna cosa de ella para seguir el orden que hemos
establecido.
Viene esta fractura con un dolor vivo en el sitio fracturado, el
que es menor en el descanso, y mas fuerte en los movimientos que
experimenta el miembro; una imposibilidad absoluta de sostenerse
sobre aquella pierna, ni moverla para nada desde el momento que
ocurre la fractura ; desigualdades en ella perceptibles por el recono-
cimiento sobre la cara anterior de la tibia; un acortamiento de la ex-
tremidad, de cerca de media pulgada; una movilidad preternatural
en el sitio de la solución; una crepitación manifiesta, efecto del ro-
ce que las dos piezas experimentan entre sí , dirigidas en sentidos
opuestos, y una mudanza de dirección en la pieza inferior quando es
conducida hácia afuera. El conjunto de estas señales, reunidas á las
circunstancias del suceso , caracterizan evidentemente una solución
de continuidad simple ó de ambos huesos. La reducción se efectúa
del modo siguiente: un ayudante hace la contraextension abrazan-
do la parte inferior del muslo, con las manos cruzadas en su parte
posterior, y los dedos pulgares por delante: otro executa las exten-
siones, no, como lo encargan los autores, por la parte inferior de la
pierna , sino por el mismo pie , abrazado de manera , que los dedos se
reúnan sobre el dorso, y los pulgares vayan á cruzarse en la planta.
De este modo resulta la potencia de una palanca de primera especie,
cuya resistencia está en colocar la pieza inferior y el centro del mo-
vimiento en la articulación. Las extensiones , dirigidas desde luego se-
gún el sentido de la separación hasta que la pierna adquiera su longi-
tud ordinaria, hacen que ellas vayan á buscar la dirección que les es
natural. De este modo se ponen paralelas las piezas, se reúnen con
exactitud , sin necesidad de sujeción ; y antes de poner el aposito, es
menester prevenir este sobre una almohada por el orden siguiente:
quatro lienzos fuertes, y dispuestos con igual distancia los unos de
los otros ; un fanón falso, de una extensión suficiente, que coja des-
de la rodilla hasta la planta del pie; un vendaje de vendoletts, pa-
recido al que sirve para la fractura del muslo , y cada venda superior
se cubrirá por la inferior en dos tercios de su ancho ; dos compresas
largas, una mayor que otra; tres almohadillas, formadas del conjun-
to de muchos pedazos de lienzo usados, añadidos los unos á los otros,
y de u-edia pulgada de gruesas; la una, destinada á ponerla ante-
riormente, debe ser la mas larga; las otras dos, laterales, son mas
e^tre:has, pero un poco mas largas, á fin de que se doblen sobre ellas
miMnas, y se puedan aplicar á las desigualdades del miembro} y por
278 FRA
último dos tablillas, de una pulgada de ancho, tres líneas de grueso,
y de una longitud igual á la del fanón falso.
Estando todo dispuesto de esta manera, manteniendo siempre los
ayudantes las extensiones, y levantando la pierna, se mete debaxo
de ella la almohada, que le servia de un punto de apoyo uniforme
en toda su extensión , y sobre la que se coloca de manera, que corres*
ponda exactamente á la mitad del aposito, el que se humedecerá con
agua vejeto- mineral. Se principia en seguida á aplicar en. la parte an-
terior del miembro una compresa lengüeta, extendida desde la rodi-
lla hasta la garganta del pie: sobre ella misma se redoblan , cruzándo-
se por sus cabos, las otras dos dispuestas ya en el aparato: se mantie-
nen así con el vendaje de vendoletes , cuya aplicación. principia por
el vendolete inferior, y se hace sucesivamente lo mismo con los de-
mas , cruzándolos á la parte anterior de la pierna: por los lados se
colocan las almohadillas, dobladas hacia los maléolos, para evitar la
compresión que podrían estos sufrir de lo contrario. Envuelto todo
después en el fanón falso, de manera que comprima ligeramente las
almohadillas , se aplican las tablillas á lo largo de su cara externa : por
delante de la pierna se extiende la mas larga de todas, y todo esto se
sostiene con quatro vendoletes , anudados sobre la tablilla externa , y
apretados lo suficiente para asegurar la inmovilidad de las piezas
fracturadas : una compresa empapada en agua vejeto-mineral envuel-
ve el pie, y se sostiene con una venda, cuyo plano se aplica debaxo
de la planta; los cabos vienen á cruzarse sobre el dorso, y pasan
después lateralmente á fixarse en cada tablilla. La pierna, fixada só-
lidamente con este aposito, y- colocada en una ligera flexión por me-
dio de una almohada , se la defiende del roce de la ropa de la cama
con un arco de fractura , y desde entonces , unidas paralelamente las
piezas, no irritarán las partes, ni producirán dolor. De este modo,
descansando el enfermo en cama , pasa el resto de los días necesarios
para la curación.
Este método es sin duda simple para la práctica , pues nos ofrece
en los casos mas comunes el modo de hacer la reducción, y los me-
dios de mantenerla reducida. El vendaje de muchos cabos , ventajo-
so en quanto persiste el poner el sitio fracturado á descubierto , sin
menearle ni desarreglarle , está hoy dia generalmente recibido para
las fracturas de las extremidades inferiores. Las anchas y fuertes ta-
blillas, substituidas en el aposito á los fanones de los antiguos y de
los modernos, tienen sobre estos un cúmulo de ventajas: i.° el de
aplicarlas en el miembro por un número mayor de puntos de con-
tacto: 2. 0 el de mantener por consiguiente con mas firmeza los dos
extremos rotos en una mutua relación: 3. 0 el precaver la rotación
del pie hacia afuera ; accidente muy común en las fracturas comple-
tas de la pierna: 4. 0 de conservarla constantemente fixa, sin permi-
FRA 279
tir que el miembro se vaya adelante ó atrás, como se verifica con
sobrada freqüencia con los fanones, los que, por su forma redonda,
no permiten que el miembro esté en contacto con ellos mas que por
un solo punto. Petit recomienda, para sostener el pie, el uso de una
suela de madera aplicada inmediatamente á la planta del pie , y sos-
tenidas con dos cordonetes atados á las tablillas: práctica bastante
generalmente adoptada hoy dia; pero, para satisfacer esta idea, es
suficiente una simple venda dispuesta del modo dicho, al paso que
jamas es tanta la tendencia del pie á torcerse , que ella no pueda re-
sistir su fuerza: por otra parte, por poco que esté verticalmente co-
locada la suela, esta se adhiere al pie, formando una flexión incó-
moda para este, y al mismo tiempo dolorosa.
Fractura del calcáneo. (Cir.) El calcáneo, que es un hueso
corto y grueso, ofrece tal resistencia, que casi siempre está defendí--
do de padecer fracturas. Sin embargo suele verificarse alguna vez, y
quando llega á acaecer, se puede producir por una de estas dos cau-
sas: i. a Ja acción de cuerpos externos, lo que no es freqüente: 2. a la
contracción de los gemelos y el solar, lo que se observa mas comun-
mente. La acción de los extensores en la rótula, mejor que los gol-
pes recibidos sobre este hueso, determinan sin duda la solución de
continuidad; sin embargo hay esta diferencia entre los efectos de la
contracción muscular en uno y otro caso: que en lo primero la ro-
tura del tendón de Aquiles es común, siendo muy rara la fractura
del calcáneo: en el segundo, por el contrario, la rótula se rompe
por lo común , quedando casi siempre intacto el tendón de los exten-
sores: fenómeno que explica la diferencia de grueso entre los dos
huesos , de longitud entre ambos tendones, y de intensidad entre las
dos causas. Qualquiera que sea la causa de esta fractura , acontece
regularmente en esta porción del calcáneo, que se llama su gruesa
tuberosidad, el que se halla sobresaliente por detras del astrága-
lo, y en donde se encuentra por arriba y por abaxo mucho texido
celular, por dentro la grande muesca del hueso, por fuera algu-
nas ataduras ligamentosas , y por detras la inserción del tendón de
Aquiles.
Esta fractura se distingue por una desigualdad manifiesta debaxo
del talón ; por la elevación sensible al tacto de la pieza posterior por
encima de su nivel ordinario; por la imposibilidad casi absoluta de
la progresión, y el movimiento; por los vivos dolores, causas inevi-
tables de ellos los movimientos que se imprimen en el pie ; por la
imposibilidad de aumentar la separación, forzando los movimientos
de la flexión, y de disminuirla, dirigiendo el miembro hácia la ex-
tensión ; por la facilidad en mover en todas direcciones la pieza pos-
terior , cogiéndola por un lado con la mano, entre tanto que por
el otro se sujeta el pie ; y por una tumefacción mas ó ménos con-
FRA
siderable, que se manifiesta con sobrada freqüencia al rededor de las
superficies divididas.
Los antiguos hacían en general un pronóstico bastante infausto
de esta especie de fractura. Hipócrates temia la lesión de las partes cir-
cunvecinas. Pareo reputaba este caso por mortal con relación á los
muchos vasos que se dislaceran al romperse el hueso. La mayor par-
te de los modernos adoptan estos principios, no por las razones pre-
cedentes , sino por causa de la vecindad de la articulación del pie;
y aunque la práctica de Desault no pueda establecer aquí una gran-
de autoridad, porque solo ha tenido una ó dos veces la ocasión de
tratar de estas divisiones , sin embargo la analogía de otras fracturas,
que están próximas á estas articulaciones; y aunque las llegan á pene-
trar, nos conduce á presumir, que tratada debidamente la solución
del calcáneo , no ofrecerá un aspecto tan funesto como las otras, ni
como nos pintan.
Si atendemos á las señales propuestas, se verá que casi todas son
el resultado de la separación de las piezas. Por otra parte, ¿ de dón-
de se origina esta separación? Para la porción superior los movimien-
tos de flexión del pie son los que la producen ó aumentan ; para la
posterior la contracción de los músculos que se adhieren al tendón
de Aquiles, implantados al mismo tiempo á dicha pieza. De aquí re-
sulta, que el aposito destinado á impedir la separación debe: i.° su-
jetar el píe en una extensión perfecta sobre la pierna; 2. 0 precaver el
estuerzo de los músculos, sea manteniéndolos en una relaxacion con-
tinuada , y fácil de conseguir aquí con la flexión de la pierna sobre el
muslo; sea exerciendo sobre ambos, de los que resultaban las con-
tracciones, una compresión metódica, que impida estas, las dismi-
nuya ó disipe; sea en fin colocando por debaxo de la pieza poste-
rior una resistencia qualquiera, que se oponga á su subida.
Si se compara para estas indicaciones el vendaje que expondre-
mos quando tratemos de la rotura del tendón de Aquiles, será fácil
el observar: i.° que satisface completamente la que es relativa á la
pieza anterior: 2.°que las que respetan á la posterior, toserán igual-
mente satisfechas , ya con la media flexión de la pierna , ya con la
compresión exercitada sobre los músculos , ya con una compresa
gruesa, poco ancha, colocada transversalmente por encima de esta
pieza, sujetada con el vendaje largo, y en seguida con el circular, el
que debe formar aquí , como en la fractura de la rótula , unas espe-
cies de ocho en cifra al rededor de esta división. Esta compresa es la
sola modificación del aparato para el caso particular de que tratamos
aquí : en lo demás es lo mismo.
Sin embargo, aquí nos podríamos contentar como en la de la ró-
tula , para estorbar la subida de la pieza, con las vueltas que consti-
tuyen el ocho en cifra, que se debe aplicar siempre, con la principal
FRE
2S1
precaución de tirar por arriba y por abaxola fractura los tegumen-
tos, pues pueden meterse entre las piezas, y manteniéndolas sepa-
radas, impedir su reunión.
FRAGOSO (Juan) (Biog.), natural de Toledo, y gran Ciru-
jano, muy estimado de Felipe II: dio á luz un libro de Cirugía,
Antidotarlo délas Evacuaciones : Madrid 15 81, folio: Cirugía
universal, enmendada y añadida. Alcalá 1601 , folio: esta obra
fué traducida en italiano, y salió á luz con tres Tratados del joven
Fragoso: i.° Suma de ciertas proposiciones quirúrgicas contra
algunos avisos de un Doctor de la Facultad, el año 1 5 84 : 2. 0 Las
declaraciones ó pronósticos que deben hacer los Cirujanos sobre
diversas enfermedades ó muertes que suceden: 3. 0 Aforismos de
Hipócrates , que tocan día Cirugía , con declaración breve. De
succedaneis medicamentis , cum animadver sionibus in quam plu-
ra medicamenta composita , quorum est usus in his pañis ofpci-
nis. Ibid. 1575 , 8.°, y 1583, 4. 0 : Sevilla 1632 , 8.° De medicamen-
torum compositione. Ibid. 1575, 4. 0 : Discursos de las cosas aro-
máticas , árboles, frutas y medicinas simples de la India. Ma-
drid 1572, 8.°: Erotemas quiritrgicas , en que se enseña lo mas
principal de la Cirugía, con su glosa. Madrid 1570. Los Por-
tugueses aseguran que es de su nación.
FRANCO (Francisco) (Biog.), Valenciano: aprendió y en-
señó la Medicina en Alcalá por los años de 1593. Habiendo pasado
á Portugal , el Rey Juan III le confió el cuidado de su salud. Algu-
nos años después vino á Sevilla; y en la Universidad , erigida por
Rodrigo de Santaella, obtuvo la primera cátedra. Por este tiempo
escribió el libro de Enfermedades contagiosas, y de la preserva-
ción de ellas y con un Apéndice De la Nieve, y del uso de ella,
Sevilla 1 569 , 4. 0
FRAXINELA. ( V. díctamo blanco. )
FREILAS ( Alfonso de ) , Doctor y Médico de Cámara del Ar-
zobispo de Toledo D. Bernardo deSandoval: escribió Conocimien-
to , curación y preservación de la peste; y juntamente un Tratado
Del arte de descontagiar las ropas de seda , oro, plata, tapice^
rías y otras cosas. Un Discurso: Si los melancólicos pueden saber
lo que está por venir con la fuerza de la imaginación. 1606, 4. 0
FRENILLO. (Anat.) Se llama así un ligamento pequeño cu-
táneo, que ata interiormente la lengua (V. este artículo.) ; llamán-
dose igualmente así otro ligamentillo , que ata el prepucio al glan-
de. (V". MIEMBRO VIRIL.)
La Cirugía tiene muchas veces que cortar estos dos ligamentos:
el primero quando impide mamar á los niños, y quando de este vi-
cio de conformación se teme que puedan quedar también balbucien-
tes: en este caso se toman unas tixeras bien cortantes; y haciendo
TOMO IV. NN
282
FRI
llorar al niño, se aplican las puntas al frenillo, y con un golpe da-
do con ligereza y cuidado se corta la parte excesiva de dicho liga-
mento, sin necesidad de mas diligencia, pues aunque vierten una cor-
ta cantidad de sangre, después se detiene espontáneamente, y se ci-
catriza la solución. El frenillo del miembro viril hay que cortarlo al-
gunas veces, porque suele ser un impedimento para el uso del matri-
monio: la sencillez con que se hace esta operación no exige descrip-
ción alguna.
FRENTE. ( Anat. ) Es la parte superior de la cara. ( V. este
artículo.)
FRICCIONES. (F. venéreo y mercurio, y asimismo el ar-
tículo siguiente. )
FRIEGAS Ó FRICCIONES. ( Mat. Méd. é Hig. ) [Se en-
tiende por estas palabras un frotamiento voluntario de todas ó de al-
gunas partes del cuerpo para abrirlos poros, conseguir mayor trans-
piración , y aumentar el calor. Algunas veces se pretende solamente
suavizar, por medio de fricciones muy suaves, ciertas partes, y se
hacen con substancias untuosas y emolientes. Los atiguos usaron las
fricciones del mismo modo que los modernos. Hipócrates observa
que una fuerte fricción aquieta , y que una ligera resuelve. Con efec-
to , sí reflexionamos sobre el mecanismo y efecto de las fricciones,
advertiremos que producen una especie de relaxacion y de compre-
sión alternativas, cuyas ventajas son relativas al modo mas ó menos
fuerte de emplearlas. Una friega ligera comprime las venas ; una al-
go mas fuerte comprime ademas las arterias; la irritación producida
en la piel se comunica inmediatamente á los vasos , y atrae hacia ella
los fluidos mas viscosos: un movimiento, que precipita su circula-
ción, irrita el sistema de la sensibilidad por la acción que se imprime
á los nervios.
El calor y las fuerzas vitales se aumentan seguramente con el au-
xilio de las friegas, sin que haya necesidad de recurrir á la Farma-
cia. Se ha observado que es posible evitar por este medio una calen-
tura en los hidrópicos.
Se ve quán útiles son las fricciones quando en las enfermedades
crónicas se trata de producir, por decirlo así, artificialmente la ca-
lentura, para destruir las hinchazones, y promover excreciones sa-
ludables á la naturaleza débil y lenta. Quando el designio es de
dar fuerza á ciertas partes débiles , se consigue haciendo las friegas
con un paño nuevo y caliente, con esponjas, ó, lo que es mejor, con
una bayeta ó franela ; y tienen mas fuerza y energía quando se les
impregna de vapores , de substancias resinosas aromáticas, como el
ámbar amarillo, la almáciga, el benjuí, el estoraque &c. ; porque
abriendo los poros de la parte que se frota, se introduce mas fácil-
mente este vapor aromático y corroborante. No pocas veces se ha
FRI 283
empleado útilmente este medio en ¡os reumatismos rebeldes, en las
ciáticas y en los reumatismos gotosos.
Se debe tener cuidado de no frotar con mucha fuerza, no sea
que se originen irritaciones dolorosas ; y se hará con mucha delicade-
za y suavidad, para poder continuar este exercicio mas tiempo, no
excitar prontamente demasiado calor , y no exponerse á romper al-
gunos vasos.
Las Centurias de Ribera presentan el exemplo de una ascitis cu-
rada con friegas fuertes hechas al sol , después de haberse tentado en
vano otros remedios. Se podrían referir otros efectos felices produci-
dos por las fricciones en diferentes circunstancias de debilidad ó de
atonia , de espasmo, de obstrucción, y de condensación de los flui-
dos. Á vista de esto no debe causar admiración de que los antiguos
hiciesen tan gran caso de las friegas, no solamente para la cura-
ción de las enfermedades , mas también para la conservación de la
salud.
Uno de los casos en que son mas útiles las fricciones quando uno
se halla con mucho frió, y principalmente con humedad, entonces
son un excelente medio para oponerse á una repercusión casi segura
y á un cerramiento inevitable de los poros de la piel , de que se ori-
ginan males cuya causa apénas se puede adivinar: sirven también pa-
ra evitar reumas, fluxiones, males de garganta &c.
La fricción, uno de los exercicios mas saludables á la salud, y
que ha sido llamada impropiamente por algunos no natural baxo el
nombre de movimiento, ha sido muy descuidada en nuestros dias, de-
biendo ser empleada freqüentemente en las personas que , por razón
de las circunstancias particulares, no pueden andar, correr, montar
á caballo, ni jugar á la pelota &c. ; en una palabra , en las que se ha-
llan imposibilitadas de hacer exercicios convenientes á su salud.
En las Efemérides de los observadores de la naturaleza se lee,
que habiendo sospechado un Médico no estar muerto un hombre pri-
vado de respiración y de pulso , le frotó la planta de los pies , por
espacio de tres quartos de hora, con una tela hecha de orin y un sa-
humerio muy fuerte, con lo qual le volvió á la vida. Las friegas da-
das con un lienzo caliente en la superficie del cuerpo de los ahogados
son uno de los mas poderosos auxilios que se pueden emplear para
volverlos de una muerte aparente al exercicio de las funciones vita-
les. En este caso calientan, y llaman el movimiento desde el centro á
la circunferencia. (V. asfixia.) Los mas acreditados Facultativos
aconsejan para la curación del letargo friegas sobre el occipital y el
cuello, dirigidas de alto á baxo, las quales serán tanto mas fuertes,
quanto mas profundo sea el entorpecimiento.
Las friegas suaves son útiles para reblandecer y suavizar la piel,
quando algunos miembros están debilitados por la incomodidad , ó
284 FPvI
opresión ó inacción que experimentan á causa de los vendajes duran-
te la curación de las fracturas y de grandes heridas. La< personas se-
dentarias, y las que se aplican al estudio, se hallan ordinariamente
muy bien, haciéndose frotar diariamente por mañana y noche con
un cepillo suave para abrir los poros de la piel, facilitar la transpi-
ración , y suplir por este medio á los ejercicios exteriores.
Para llamar la sangre, excitar el movimiento y el calor en las par-
tes atróftcas se emplean friegas un poco mas fuertes , las quales dan
alimento á las partes, como deuan los antiguos: se ha logrado tam-
bién rixar la g >ta que andaba errante en las extremidades inferiores,
frotándolas sucesivamente desde los muslos hasta las extremidades in-
feriores con una franela de tres en tres horas, y por espacio de un
quarto de hora cada vez. Las friegas moderadas hechas con lienzos
calientes sirven para preparar útilmente á la eficacia de la prepara-
ción de las ventosas, vexigatorios, cauterios potenciales, á la de los
fomentos resolutivos, de los emplastos de la misma virtud, y de to-
dos los remedios incisivos ó estimulantes que se aplican sobre los tu-
mores edematosos , ú otras congestiones de materias frias é indolen-
tes, para darles el calor y movimiento.
Petit en su tratado de las enfermedades de los huesos dice ha-
blando del anquilose, que las friegas con lienzos calientes pueden
usarse para suplir con utilidad al movimiento de las articulaciones;
y que si ellas solas no bastan para resolver la sinovia y disipar la
hinchazón , sirven por lo menos para asegurar el efecto de los otros
remedios, que por esta causa obran con mas eficacia.
En las calenturas continuas y crónicas, en que los enfermos tie-
nen casi siempre frias las extremidades , ademas de los lienzos ca-
lientes que se renuevan con freqüencia se hacen friegas suaves con
lienzos, y después se dan unturas con aceytes de lirio, de manzani-
lla , de almendras dulces &c. para evitar el calor.
En los sudores que sobrevienen , ya sea espontáneamente, ya
por la acción de los remedios sudoríficos, ó bien por un exercicio
violento, como el juego de pelota, conviene antes de mudar de
camisa hacerse frotar moderadamente con lienzos calientes: esta frie-
ga no solamente limpia el cuerpo absorviendo su humedad, sino que
ademas da resorte á las partes que lo han perdido. Por este medio
precave la lasitud que es el efecto ordinario del descaecimiento.
En general las friegas para ser administradas con cordura exigen
las mismas precauciones que los otros exercicios: conviene por tan-
to atender al tiempo, á la duración, á la fuerza de los que la reci-
ben , y á las substancias que al mismo tiempo se pueden aplicar so-
bre la piel.]
FRIO. (Hig. y Med. Prdct.) [Se puede considerar al frió, ó
como una modificación particular de la sensibilidad de nuestros ór-
FRI
ganos , ó como una propiedad accidental de la materia que excita en
nuestros sentidos una sensación opuesta á la del calor ( V. este arti-
culo.) ; de suerte, que se puede mirar el frió como una diminución
relativa del calor, pues no se conoce de ninguna manera la ausencia
total del calor ó frió absoluto. Los cuerpos en general se enrarecen
calentándose, esto es, que el calor aumenta su volumen y disminu-
ye su peladez específica ; el frió al contrario , los condensa, ó lo que
es lo mismo , los pone mas compactos y mas pesados, según los gra-
dos de intensidad. Los cuerpos mas compactos y pesados, como los
metales , las piedras duras , según se van enfriando se reducen como
los otros cuerpos á menor volumen ; el agua y los líquidos aquosos
siguen esta ley hasta el momento que precede la congelación ; pero
en helándose parece que se apartan de esta regla; se dilatan sensi-
blemente, y disminuyen de peso, con relación al espacio que ocu-
pan: su dilatación es tanto mas fuerte, según que experimentan un
grado de frió mas violento. Los aceytes, las grasas, la cera se con-
densa también por el frió; de suerte que el frió da firmeza y consis-
tencia á ciertos cuerpos aumentándoles la solidez, disminuyendo la
fluidez en otros, haciendo algunos de estos últimos enteramente sd-
lidos. El frió sin duda detiene el movimiento intestino de los líqui-
dos , disminuyendo su acción del mismo modo que su fluidez: con
respecto á la evaporación de los cuerpos no produce en ellos sino
la disminución, porque estos están enteramente privados de calor.
Lo que hemos dicho en el artículo calor explica en parte lo que
se puede decir del frió, que es precisamente lo contrario, cuyos
efectos mecánicos son directamente opuestos.
Si examinamos el frió relativamente á la economía animal , vere-
mos, según hemos dicho, que no es otra cosa mas que una modifi-
cación de los cuerpos; y aunque no se quiera conceder la ausencia
del fuego , á lo ménos se percibe la diminución de sus efectos. La
acción del frió en el cuerpo humano es ó mecánica ó relativa á la
sensibilidad: se ha visto, tratando del calor, las diferencias que de-
be haber entre la acción mecánica y la que obra en los cuerpos sen-
sibles: con respecto al frió sus efectos varían según sus diferentes
grados, que dividiremos en tres, sin embargo que entre los quales
se pueden distinguir otros muchos intermediarios. El primer grado
de frió será el que se puede mirar como absolutamente relativo , co-
mo el de una noche fresca del estío, el de un sitio sombrío, en don-
de no penetra nunca los rayos del sol, ó el que en invierno designa
por encima del grado de congelación en el termómetro. El segundo
será el de una fuerte congelación, como acontece en los inviernos
rigurosos. El tercero debe comprehender el frió mas violento, sea
en una impresión pasagera ó constante.
Las causas generales del frió exterior que afecta á los hombres en
a86
FRI
su estado de salud , se reducen á la obliqíüdad de los rayos del sol
que nos ilumina y calienta, las nubes que interceptan los rayos de
este astro , los vientos trios &c. y otras causas que corresponde ex-
plicar mas bien á la Física.
Los efectos repentinos y sensibles del primer grado del frió fon
una especie de temblor y calosfríos que se excita en todo el cuerpo,
y que parece que penetra de lo exterior á lo interior: cesa inmedia-
tamente quando se expone por mucho tiempo al ayre. La sensación
que excita es viva y picante , mezclada de trio y calor; este último
es bien manifiesto después, pero se ha de estorbar el choque del
ayre exterior. Si el frió es seco, aunque sea grande su pesadez, á ex-
cepción de la sensación que es viva y dolorosa, todo el resto de la
economía animal parece que aumenta su vigor, y que adquiere una
fuerza ó una acción tónica mas grande, mas vibrátil y activa en to-
dos los nervios, la cara como que toma un ayre de alegría, los
miembros mas actividad; el espíritu parece que está mas pronto y
mas dispuesto á su exercicio ; esto se entiende con las personas sanas
y bien constituidas; pero los sugetos delicados se resienten del frío,
y suele ser este un estimulante nocivo. El frió repentino produce los
fenómenos que hemos expuesto; pero si es continuado pierde sus
efectos agradables , y conserva su acción mecánica.
La acción física del frió en los cuerpos es la constricción ó estre-
chamiento que produce en los sólidos y en los fluidos, que como mé-
nos densos se condensan mas prontamente y con mas fuerza ; pero
la contracción general del diámetro de una infinidad de vasos capi-
lares cierra á la sangre una parte del camino que halla mas libre con
el calor; pero también la resistencia que hallan los líquidos para ca-
minar por sus vasos capilares , es mayor el roce ó choque mas con-
siderable, y la generación del calor efectiva. Si al constreñimiento ó
compresión mecánica se añade la acción tónica aumentada por el
frió, ¿no se hallará en su acción sobre la piel los elementos de la in-
flamación ? La cara de los que han estado expuestos al frió quema y
no puede sufrir la acción del fuego. Estos dos excesos opuestos re-
corren rápidamente en las fibras , pues pasan de la contracción á la
relaxacion. El temblor que se sigue al frió y los calosfríos dependen
de la intercepción de la circulación de los vasos pequeños, sobre
quienes el frió obra vivamente. Si se disminuye la causa de la cons-
tricción vuelve á tomar su curso con vivacidad; por causa de la
constricción resulta el calor aumentado por razón del choque de la
sangre &c. Esta es la teoría por que se excita el frió y el calor en
las fibras , aunque sea en una atmósfera fria y seca. Se sabe también
que la transpiración disminuye por la constricción de los vasos; el
peso real del cuerpo aumenta, aumentándose también la fuerza de
las fibras, y disminuyéndose la gravedad específica; la orina arrastra
FRI 2S7
el residuo de la transpiración; el apetito es mayor; la primera di"
gestión se hace mejor &c. Algunas veces este frió , al parecer salu-
dable , proporciona cierta plétora que ocasiona algunas hemorragias
de narices y fluxos hemorroydales , y otros males.
Estos principios que hemos establecido nos darán sin duda luces
para establecer un método dietético qual conviene, incluyendo en
él el abrigo, exercicio &c, y nos servirán igualmente para hacer
aplicaciones útiles en su práctica.
El segundo grado de frió que debemos examinar es el de una
fuerte congelación ó hielo que solemos experimentar en un invierno
riguroso. Este frió es siempre seco, respecto que congela y hace
los cuerpos sólidos, aunque sean aquosos. El primer efecto de este
frió es fruncir é irritar las fibras nerviosas. Todos estos fenómenos
son sin duda contrarios á los del calor; si este las relaxa, el frío las
irrita y entorpece violentamente. Según Hipócrates el calor es el
amigo de los nervios , el frió es el enemigo mortal ; quando su inva-
sión es repentina excita una sensación dolorosa como de quemadura
mezclada de cierto entorpecimiento y de inacción. La acción mecá-
nica del frió considerada en este grado sobre los sólidos y los flui-
dos, es la misma que la del frió mediano, de que ya hemos tratado;
siu embargo la condensación es mas considerable, la contracción de
los vasos mayor, y el espacio en donde ha de correr la sangre mas
limitad© ; en fin todos los fenómenos expuestos anteriormente en un
grado mayor de energía. Sin embargo de todo lo dicho es necesario
distinguir los efectos relativos de los absolutos y el hábito, pues sa-
bemos que los habitantes del norte , aunque viven con un frió muy
considerable, son muy fuertes y de muy buena estatura, sufren mé-
nos enfermedades , y aun se puede añadir que viven mas años; pero
todo esto es debido al poder del hábito, pues es preciso convenir
con Santorio, que en general el frió es el enemigo de la debilidad,
pues esta tiene que combatir con los efectos violentos de este irri-
tante que entorpece los nervios &c. , por lo que los enfermos deben
defenderse del frió en el invierno: compárense los enfermos crónicos
que mueren en esta estación con los del verano , se hallará una no-
table diferencia: estos hechos responden á los teóricos. Por esta ra-
zón los antiguos han dicho siempre que los robustos están mas fuer-
tes en el invierno, y los débiles al contrario. Las reglas de precau-
ción que han de servir para defenderse de esta intemperie son bas-
tante conocidos, que estriban principalmrnte en dormir en una ha-
bitación abrigada , defender el pecho y las vias de la respiración de
la impresión violenta , el exercicio modera-do, la comida y bebida
que vaya acompañada de substancias aromáticas &c, que puedan
mantener la transpiración libre, y corrientes las demás excreciones.
£1 último grado del frió es el extremo , tal como el que expe-
a88
FRI
rimentáron los Holandeses en su navegación al norte en 1556, ó
como el que se ha experimentado algunas veces en los paises septen-
trionales de la Europa. Este frió tan violento puede dividirse tam-
bién en diferentes grados termométricos; pero sus efectos siempre
son violentos y destructores. La condensación de los fluidos y la
constricción de los sólidos llegan á un punto tan considerable, que
se sigue precisamente una incapacidad de obrar extremadamente,
pues no se puede ni escribir ni tener las armas &c. Este entorpeci-
miento, esta inacción puede llegar hasta la gangrena, lo que sucede
con bastante freqüencia en muchos paises del norte, donde los pies,
las manos y las narices se gangrenan con mucha facilidad estando
expuestos algún tiempo á riguroso frió. (V. el artículo gangrena.)
Todo cesa en la naturaleza con este frió excesivo, la que se halla
como entorpecida matando los vegetales y destruyendo otros seres:
efectivamente, los Holandeses no halláron ninguna planta en su vía-
ge , ni aun vestigios de vegetación ni de putrefacción , ni fermenta-
ción en aquellos paises inhabitados. Los cadáveres aun después de
algunos años parece que conservaban su frescura y su figura. En
estos paises desgraciados no se hallaban mas que zorras y osos de
una altura y una fuerza extraordinaria, que al abrigo de una gruesa
piel y del calor que engendra su cuerpo, podian soportar su vida.
Sin este rigor hay muchos pueblos en el norte que no son fértiles;
sus habitantes son pequeños, los animales son flacos &c. (V. lo que
hemos dicho sobre este punto en el artículo atmosfera.) Todos
estos defectos son compensados con algunas ventajas, pues no se co-
nocen allí las enfermedades contagiosas; los viejos suelen conservar
su actividad en la edad mas avanzada.
Todo quanto hemos dicho de los demás grados del frió se debe
referir aquí ; y se puede añadir que quanto mas extremado es el frió,
es mayor la constricción de los vasos capilares , y los humores están
mas dispuestos á la coagulación &c. ; y así para oponerse á todos
estos efectos, es necesario evitar la impresión, actividad del ayre
libre, y que este no afecte mucho tiempo, usando de un método
alimentario correspondiente.
Si el agua , el ayre ó qualquiera otro cuerpo frió, se aplica repen-
tinamente á la superficie de qualquiera parte del cuerpo que esté mas
caliente, se produce en él una sensación viva de trio, que causa
una constricción espasmódica, no solo en el sitio del contacto , sino
también en lo interior, en las visceras &c. Se sabe también que las
mugeres que están con la menstruación , que pasan de un lugar ca-
liente al frió, se les suprime, y que á estas y á ios hombres también
les acomete las afecciones catarrales y otros males por las mismas
causas. (V. catarro j' catarral.) No trataremos aquí del frió
que proviene de algunas causas internas, como el de la calentura,
FRU ac>9
por haberse explicado en la sintomatológia febril (V. calenturas.);
ni el de los viejos, que es la conseqüencia de los espasmos internos
por el influxo irregular de los nervios, ni tampoco el que se sigue á
las pasiones de ánimo, y otros que se han explicado en sus respecti-
vos artículos. Ext. J
Se ha suscitado en estos últimos tiempos una disputa, principal-
mente por la escuela de Brown, sobre si el frióse debe tener por un
debilitante ó por un tónico. Se alegan razones por una y otra parte,
que al parecer decidan la materia; pero aunque el frió en cierto gra-
do es un destructor &c, como hemos dicho anteriormente, en otro
fortifica ; y creemos que estas disputas consisten en que forman los
argumentos por los extremos: consúltese el artículo Doctrina de
Brown , adonde nos remitimos , y á las obras de dicho autor, por-
que ocuparíamos muchas páginas , y acaso no aclararíamos la materia.
FRONDA. (Cir.) Palabra francesa, que se ha introducido en la
Cirugía, que equivale á La castellana honda, con la que se suele llamar
una venda de quatro cabos muy semejante á la honda, la que se usa
con mucha freqüencia en la Cirugía para contener compresas, medi-
camentos &c. Este sencillo vendaje se aplica á varias partes del cuer-
po, como á los labios, la quixada , axila &c. El medio ó centro de
la honda se aplica regularmente sobre las compresas y la parte enfer-
ma, y los quatro cabos se atan en la parte opuesta , dándoles la di-
rección mas oportuna.
FRONTAL, (hueso) Se da este nombre también al hueso co-
ronal. ( V. este articulo.)
FRUGALIDAD. {Hig.) [Se entiende por frugalidad la sobrie-
dad ó la templanza, no solamente en la comida y en la bebida, sino
también en las costumbres del hombre , de quien es el mas firme
apoyo, fundando su felicidad así física como moral; porque con la
frugalidad asegura su salud, arrostra una infinidad de males que pro-
vienen de la intemperancia , conserva toda la presencia de espíritu y
la pureza de corazón que distinguieron á los grandes hombres , cu-
yas virtudes nos dexó la antigüedad por modelos. Los Curdos, los
Camilos, los Sócrates, los Fociones y los Lacedemonios tenían tan-
ta fuerza corporal y vigor de espíritu á causa de vivir habituaimente
con frugalidad. Ella es la virtud de los hombres sencillos, que la nue-
va so-iedad no ha podido corromper. Á los que no siguen las reglas
de la templanza, ni limitan sus deseos á lo necesario, castiga siempre
la naturaleza con melancolías , achaques , enfermedades , y no pocas
veces con una muerte prematura. ]
FRUTAS. ( Hig.) [Se da el nombre de fruta ó fruto con par-
ticularidad á una parte pasagera de los vegetales , producida por el
germen encerrado en el ovario de las flores, fecundada por el polvo
seminal de los estambres, engruesada y desenvuelta hasta cierto pun-
TOMO IV. CO
290 FRU
to, prescrito por la naturaleza, para ponerse en estado de germinar
y de reproducir otra planta. Así toda grana es un verdadero fruto,
aun quando no esté cubierta de substancia mole y pulposa.
Se notan en las frutas las mismas partes esenciales que en las plan-
tas, á saber: una corteza ó película, membranas, pulpas ó carnes,
y un cuerpo leñoso. Se distinguen los frutos de pepita como las na-
ranjas y los melones; los de hueso como los albérchigos y cerezas,
los de cascara como las nueces y avellanas, y los de vayna espinosa
como las castañas. Se da el nombre de frutas de estío á las que se
cogen en esta estación y en el otoño, y de invierno á las que se con-
servan en él y aun para la primavera. Se mantienen los frutos en los
parages llamados fruterías , tal es una cueva ó sótano quando no
está húmedo, es decir, quando el termómetro de Reaumur se man-
tiene invariablemente entre los diez y once grados. Las grandes va-
riaciones de la atmósfera los alteran , descomponen y corrompen
muy freqiientemente. Se colocan del modo que mejor parece en ta-
blas, con un borde de hoja de lata , sostenidas por dos escalas do-
bles ; y se visitan con freqiiencia para examinar los que se pudren.
No siendo muy comunes las buenas cuevas, conviene buscar otros
lugares á propóíito para conservar la fruta. En el norte es temible
la humedad y el frió , y en el mediodía la humedad pasagera, pero
excesiva por algunos momentos, y los inviernos muy blandos y ven-
tosos. En general el lugar donde se coloca la fruta debe estar exac-
tamente cerrado por todas partes ; expuesto al mediodia y á levan-
te; al abrigo de toda humedad y de las variaciones atmosféricas; dis-
tante de los parages donde hay estiércol, caballerizas, olores fuer-
tesó licores en fermentación; últimamente, que se cierre la puerta
inmediatamente que se entre en él. Cada fruto pulposo debe eítar
aislado, ó separado uno de otro, colocándole en suelos de madera,
en caxones ó en armarios: el suelo ó pavimento estará cubierto de
esteras, de junco ó de paja, no debiéndose jamas dexar fruto algu-
no amontonado para hacerle sudar, porque es un método detes-
table.
Antes de colocar las frutas en el parage en que se quieren con-
servar se enxugarán perfectamente, y á las que se hayan de cuidar
con mas esmero se les ata por el rabo, cuyo extremo se ata con
un hilo, que se cuelgan después de haberlos cubierto de papel: de
este modo se conservan largo tiempo. Los que tienen mucha fruta,
h cubren de heno ó de paja quando temen los hielos. En Paris los
fruteros ponen sóbrela paja un paño mojado, que intercepta el ay-
re, recibe la helada , y liberta el fruto, que se visita después para se-
parar el que se ha corrompido: también se dice que se conserva muy
bien en caxones cubiertos y llenos de salvado lecho por lecho, ó en
heno bien seco. Para tener en ciertas ocasiones frutas , que por los
FUE 291
medios indicados no se conservarían, se secan al horno. Así es como
se guardan en todas las estaciones uvas, albérchigos, albaricoques,
ciruelas, cerezas, peras, manzanas, higos, castañas &c. , que son de
un gusto exquisito. También se confitan con azúcar las frutas pulpo-
sas , y de ellas se hacen dulces , conservas y pastas , que son de un
grande recurso, ó bien se las coloca en grandes vasos de vidrio con
aguardiente, y así duran años enteros sin sufrir alteración.
Hemos hecho aquí estas reflexiones sobre el modo de conservar
los frutos, porque sirviendo al alimento del hombre, no se debe des-
cuidar nada que pueda dar luz sobre los medios de velar en su con-
servación , para poderlos comer en épocas mas distantes, y conser-
var al mismo tiempo sus qualidades. Por lo que hace á las distincio-
nes generales de frutas y á sus qualidades no repetiremos en este ar-
tículo lo que ya se dirá en otros, y se ha tratado en ia palabra ali-
mento.
Se sabe que las frutas, si se comen con exceso, especialmente si
no están bien maduras, si se crian en malos terrenos, habitualmente
húmedos, pueden causar indigestiones, ñatos, diarreas, calenturas
intermitentes, obstrucciones, disenterias &c. Se debe cuidar de que
no comai mucho los niños, y que no c e permita la venta de las que
no estén maduras, y de las podridas. Si se cuecen las frutas, aunque
estén inmaduras, no son del todo malas; lo mismo si se echan en
azúcar 6 almíbar, porque se suple lo que debía darles la naturaleza
para la madurez , y se impiden todos los efectos de la crudeza. ]
FUEGO. (Fís. Méd. Hig. y Mat. Méd.) Se da este nombre
por ios Físicos á una materia sutil, que con su acción produce á lo
menos calor (V. calórico.), incendio y otros fenómenos, los qua-
les , y el examen de su naturaleza , pertenecen á la física , adonde
nos remitimos, contentándonos con exponer los que tienen relación
con la Medicina.
[El fuego, con respecto á la Higiene, comprehende todas las
materias en combustión en su estado de incendio ó ignición, pues-
tas cerca del hombre para defenderse de las impresiones de un ayre
demasiado frió. Hasta ahora no se ha podido fixar el grado preciso
del ayre exterior, que produzca una sensación dolorosa de frió
( V, este artículo.) , porque depende del 'hábito, del vigor indivi-
dual de la vida activa &c. ; pero se puede decir en genred que el ca-
lor humano ofrece un punto hxo, ó á lo menos poco variable, sien-
do así que en los paises que comprehende la Zona templada y gla-
cial el ayre de la atmósfera experimenta grandes variaciones de ca-
lor y de frió , por lo que era preciso que el hombre se precaviese de
semejantes impresiones violentas, que solo lo logra en una atmósfera
caliente, que se consigue quemando varias materias, y manteniendo
un incendio, para que por este medio haya un gran desprendimienti
292 FUE
de calórico. De aquí ha nacido la invención de chimeneas y estufas
para calentar las habitaciones, y disfrutar de esta calefacción los hom-
bres mismos: estas invenciones, con respecto á la salud, tienen sus
ventajas é inconvenientes. El fuego de las chimeneas produce por su
acción inmediata y demasiado violenta sobre ciertas partes del cuer-
po, como son las piernas, la cara&c, un calor demasiado ardiente,
que las marchita y deseca , y á veces las pone en un estado de caute-
rización , particularmente en los sugetos frioleros, que se arriman de-
masiado al fuego: se sigue pues que unas partes, demasiado calientes
por este medio, al paso que otras experimentan una sensación opues-
ta, ponen sin duda por esta causa á los que hacen abuso de esto llenos
de fluxiones, afecciones catarrales &c. Las estufas, al contrario, ca-
lientan las habitaciones uniformemente, distribuyéndose el calórico
con igualdad, no afectando en una parte del cuerpo mas que en otra,
por lo que no nos exponemos á recibir las dos sensaciones opuestas
de frió y calor; pero por otra parte el ayre de las habitaciones, ca-
lentado por las chimeneas, es mas sano, porque se renueva continua-
mente, en lugar de que el ayre , que se calienta por las estufas, está
estancado y cargado de vapores poco saludables (V. ayre y atmos-
fera. ) , siendo por consiguiente poco saludable para la respiración,
como lo enseña la experiencia, particularmente en los paises del nor-
te, que tanto uso se hace de las estufas.
Los que deseen conservar una salud robusta, deben siempre sa-
ber que el hombre no ha de tener una vida sedentaria y abrigada ,
pues debe pasar una gran parte de la vida al ayre libre y á las vicisi-
tudes de las estaciones para endurecerse y habituarse á sus impresio-
nes, aunque sean algo violentas, pues de otro modo estará expuesto
á cada paso á enfermar, principalmente quando no pueda defenderse
de las inevitables alteraciones de la atmósfera. Aunque el calor pare-
ce ser el principio que anima toda naturaleza orgánica, sin embargo
hay muchos grados del que pueden perjudicar , y no se debe por di-
cho principio conceder que el frió ha de ser lo opuesto , pues algu-
nos grados de él son sumamente provechosos. (V. frió.)
Del fuego con respecto á la Materia Médica.
La Física considera en general los fenómenos que ofrece el fuego
quando se dirige su acción á los diversos cuerpos de la naturaleza;
pero la Med'cina, suponiendo estos fenómenos conocidos, se limita
á exponer los que el fuego produce por su impresión inmediata en el
cuerpo humano. Si se compara la práctica antigua del arte de curar
con la moderna, se percibirá inmediatamente una gran diferencia en
la aplicación del fuego, que con tanta freqüencia se usaba antes.
(V. CAUTERIZACION y CÁUSTICOS.)
FUE 293
Al gunos autores modernos han hecho en los Tratados generales
de Cirugía que han publicado varias descripciones de las diferentes
formas de cauterios, indicando su uso en la caries, en el escirro, en
el cancro, las excrecencias, los carbunclos, la gangrena, para abrir
las fuentes , para detener las hemorragias &c. ; por lo que se ve que
apenas se apartan de la práctica de los antiguos, sin embargo que ex-
presan el terror que este remedio imprime en los enfermos , y los do-
lores que produce , lo que manifiesta claramente que solo han copia-
do libros, y no han raciocinado ni han consultado la experiencia. Otros
autores, y entre ellos Gerengeot, han descrito y aun han hecho gra-
bar muchas especies de cauterios, y apenas se servian de ellos. Seria
muy largo referir las varias opiniones sobre la aplicación del fuego ó
los cáusticos actuales ; pero el resultado de todo es que , si se excep-
túa la moxa, los demás medios de cauterizar se van desterrando
enteramente. La razón de esto es que la doctrina fundamental del
arte de curar ha recibido grandes mudanzas desde que se ha descu-
bierto la circulación de la sangre, desde que se conocen mejor las le-
yes de la sensibilidad y la irritabilidad, y también el sistema glandu-
íoso y linfático. Estos sublimes conocimientos no solo han desterra-
do la práctica cruel de los cáusticos, sino también la antigua gerigon-
za fisiológica del calor innato, húmedo radical, restos de la anti-
gua filosofía. Los Cirujanos han cultivado la anatomía; el arte de
operar se ha perfeccionado , porque se conoce mejor el cuerpo hu-
mano y las enfermedades que le acometen, para las que se han in-
ventado muchos instrumentos útiles ; y como el fuego inspira tanta
repugnancia , se suelen valer con preferencia de cauterios potenciales
en todos los casos donde no puede servir el instrumento cortante;
ademas los progresos de la Química han contribuido á la preferencia
de los cáusticos potenciales, porque ha multiplicado estos remedios.
Sin embargo expondremos los casos en que se debe preferir el caute-
rio actual.
i.° Se debe preferir el cauterio actual quando hay necesidad de
quemar inmediata y prontamente, por exemplo quando hay una he-
rida infectada de veneno, ó quando la salida de la sangre y de la lin-
fa es muy freqiiente por la extremidad de los vasos, y no se puede
detener de ningún modo por los estípticos &c: 2° quando es nece-
sario disipar humores aquosos, y excitar al mismo tiempo la acción
de los vasos para proporcionar una laudable supuración, por lo que
es útil esta especie de cauterio en los tumores aquosos y gelatinosos:
3. 0 quando es necesario prescribir límites exactos á la cauterización, lo
que no se conseguirá con los cáusticos potenciales, porque se extiende
siempre mas de lo que se desea. De todo esto se debe deducir que el
cauterio actual no se debe proscribir enteramente , pues hay casos en
que es aun útil 3 pero no se ha de generalizar, ni se ha de hacer abu-
294 FUE
so; y que para usarlo es preciso muchas veces conducirlo por una
cánula para evitar el terror al enfermo, y disminuirle la incomodi-
dad. Ext. ]
FUENTE. (Cir.) * Se llama así á una úlcera pequeña, que se
hace artificialmente por la Cirugía en diferentes partes del cuerpo , ya
sea para precaver una enfermedad, ó para curarla. Los Cirujanos,
quando abren una fuente, se proponen imitar á la naturaleza, la que
produce algunas veces ella misma úlceras de esta especie , por las qua-
les salen las materias abundantes y viciosas, que si no fuera por su
evacuación, causarían males funestos. Las partes donde suelen abrir-
se estas úlceras artificiales, y que pueden soportar con menos inco-
modidad , son : i. a la parte superior de la cabeza : 2. a el cuello : 3. a los
brazos, eligiendo lo mas baxo hacia la extremidad inferior del deltoi-
des y del bíceps, buscando siempre los intersticios de los músculos:
4. a sobre la rodilla hácia la parte inferior é interna del músculo , don-
de se percibe como un hoyo con la simple vista y con los dedos:
5. a debaxo de la misma rodilla al lado interno y superior de la pier-
na, donde se observa otra especie de cavidad , que forman los inters-
ticios de los gemelos y el solar, esto es , entre el borde del principio
de la pantorrilla y la elevación de la tibia.
El método mas sencillo y mas pronto para formar la fuente 6 úl-
cera artificial es aquel por el qual, después de haber elegido el sitio,
se coge un pliegue de los tegumentos con los dedos de un ayudante,
y con los del Cirujano se hace una incisión con un bisturí , que inte-
rese solo la piel hasta el texido celular, en términos que pueda co-
locarse después un guisante, un garbanzo ó una bolita de cera; des-
pués que 5e ha colocado qualquiera de estos cuerpos se cubre con'
un empLsto, y encima una compresa y una venda: á los tres ó quatro
días la ulcerita se halla ya formada; se limpia, y se vuelve á poner
la bolita ó guisante , y se hace esta curación diaria y sucesiva por to-
do el tiempo que se ha de tener abierta la fuente, la que destilará
un humor purulento ó sanioso. También se abren estas úlceras artifi-
ciales por medio de un cauterio actual, y también el potencial. (V. cau-
terio potencial. ) Este último medióse prefiere al primero, que
apenas se usa ; pero siempre se deberá preferir el método de la incisión.
Desde que se ha extendido el uso de las moxas y las cantáridas,
y se ha simplificado su método curativo, esto es, que no se hace con
tanta crueldad (V. cantáridas ) , se va proscribiendo el uso de las
fuentes; sin embargo se hallan recomendadas por muchos autores
para la epilepsia, la tisis y otras muchas enfermedades de cabeza,
ojos, oídos &c. Pero si examinamos los admirables efectos de la moxa
(V. este artículo y el de cáustico actual.), hallaremos la preferen-
cia que merece este remedio, aunque en algún caso puede convenir la
fuente, principalmente quando haya necesidad de verter humores.
FUE 295
FUERZA. {Hig.) [ La fuerza es el primer móvil de la exis-
tencia , la que sobrepuja á todos los obstáculos , resiste ¿ las injurias
de las estaciones, y á los efectos de la intemperancia, luchando con
el trabajo, y combatiendo con el sueño: la fuerza es la que sostiene
el entusiasmo del hombre para la guerra y otros actos de valor, sien-
do sin duda uno de los mas bellos atributos de todos los animales.
En quanto al hombre se observa en general, que quanto mas civil, es
menos vigoroso, pero al mismo tiempo tiene mas talento; pero aun-
que la fuerza corporal no es lo que le hace distinguirle mas en so-
ciedad , sin embargo no se debe despreciar esta propiedad , la que
contribuye á mantener la salud , concurriendo á su felicidad. Como
el número de los que se ocupan en los trabajos intelectuales es infi-
nitamente menor que los que se ocupan en los trabajos corporales,
es preciso convenir que una de las riquezas de un Estado es el que
haya hombres robustos y vigorosos. Es difícil en general medir la
fuerza humana, pues es relativa siempre á varias circunstancias que
la hacen variar infinito. Se sabe que depende de los músculos y de la
posición del que obra, por lo que se sigue que las palancas y puntos
de apoyo aumentan ó disminuyen la fuerza individual. Des^guller y
otros Físicos han construido varias máquinas para computar la fuer-
za del hombre por cálculos , por aproximación , y de lo que es sus-
ceptible de mover; pero dexemos á los Físicos estas investigaciones,
y tratemos de saber, que los sugetos de temperamento bilioso y
melancólico son en general los mas fuertes, porque sus músculos son
mas robustos por estar sus fibras mas reunidas, teniendo mas resorte y
elasticidad ; y así los que tienen las carnes blandas , como los hom-
bres gruesos Scc. tienen mucha ménos fuerza y energía para todo gé-
nero de trabajo.
Para adquirir la fuerza y conservarla nada hay mas á propósito
que el exercicio activo y repetido alternado de un moderado des-
canso. (V. exercicio.) El movimiento disipa los humores excesivos,
deseca las fibras aumentando su resorte. El hábito de exercitar los
músculos hace que se fortifiquen y que adquieran energía; de este
modo la fuerza no puede perder, y la debilidad puede disminuirse,
y el hábito puede ser para los músculos lo que estos serán para los
hombres. En la niñez es quando se ha de preparar esta riqueza in-
agotable á los hombres, preparándoles por este medio, esto es, con-
vidándolos al exercicio, y por consiguiente el que tengan una larga
y robusta existencia; pero se ha de tener presente que no se toque
en el exceso, porque entonces en lugar de adquirir fuerzas se con-
seguirán debilidades. Ext. ]
Fuerza, vital. Es la que resulta del conjunto y equilibrio de
todas las propiedades vitales, que rige y ordena la forma, la composi-
ción , la proporción , la textura , y el movimiento de todas las partes.
296 FUN
FUMARIA. (Mat. Méd.) [Se da este nombre á una planta de
las que tienen mas uso en la Medicina, que Linneo llama f tonaría offi'
cinalis , y á la que se le atribuyen una porción de propiedades para
curar varias enfermedades. Su amargor manifiesta sus propiedades
tónicas y antiescorbúticas ; y así es que se suele prescribir en la ca-
quexia , en el escorbuto, la ictericia, y en casi todas las afecciones
cutáneas; pero no solo se ha de usar este vegetal para curarlas, es
necesario añadir el buen régimen dietético &c. Para lo que parece
tiene mas uso esta planta es para las enfermedades cutáneas dada en
infusión ó su xarabe en suero &c. El autor de este artículo refiere
la curación de una herpe rebelde en un brazo, con solo el uso de la
infusión de fumaria tomada en leche por espacio de seis meses, y la-
vando la parte con la misma preparación. El suco de esta planta se
suele prescribir para el escorbuto , mezclándole con el de codearía
y los demás remedios antiescorbúticos. Se hace un xarabe con el su-
co de esta planta, que lleva el mismo nombre, entra también la fu-
maria en el de chicorias compuesto y en otras preparaciones farma-
céuticas, como en el electuario depsyllium, las pildoras angélicas &c.J
FUMIGACION. [Hig. y Mat. Méd.) La fumigación ó sahume-
rio es una emanación ó volatilización de alguna substancia activa y
olorosa, cuyos vapores sean húmedos ó secos, los recibe el hombre
para precaverse de algún mal ó para curarle. La Medicina emplea
las fumigaciones, ó para corroborar ciertas partes, ó para dar al
ayre , que debemos respirar, propiedades que no poseía , ó acaso cor-
regir alguna mala qualidad. (V. desinfección, donde se explican
los varios medios de fumigar.)
Hemos dicho que hay fumigaciones húmedas y secas ; las prime-
ras consiste en hacer hervir al fuego vinagre solo ó con algunas subs-
tancias ó tinturas aromáticas &c. ; en las segundas solo se reduce á
quemar azúcar, benjuí, estoraque, espliego, romero y otras subs-
tancias aromáticas, y también fétidas, como el papel, la lana, plu-
mas &c. , principalmente en caso de histerismo. Los varios simples
ó substancias de que se echa mano para las fumigaciones, lo indicarán
las enfermedades para que se aplican, el estado de la atmósfera y de
los hombres que las han de recibir. (V. epidemia, peste y fiebre
amarilla y otros artículos de Medicina practica , donde pres-
cribimos sahumerios y fumigaciones deidas, aromáticas &c.
FUNCION. (Fisiol.) Se da este nombre en Fisiología al exer-
cicio de una acción que se exeree en conseqüencia de la extructura
y de la disposición particular de las partes que componen al hombre.
En toda función hay que considerar la facultad y la acción. La fa-
cultad es la disposición mecánica para que los órganos obren; y la
acción es el resultado del movimiento particular de las partes en
conseqüencia de su disposición; por lo que se sigue que toda función
FUN 297
supone una facultad, la que produce una acción. Las funciones, se-
gún algunos Fisiologistas , se diferencian en vitales, naturales y ani-
males.
Las funciones vitales son aquellas que mantienen la vida , sin las
quales no se podria existir, y se cuentan tres, la acción del cerebro,
la del corazón , la circulación de la sangre, y la acción de los pulmo-
nes y la respiración. Las funciones naturales son aquellas que no son
necesarias para la conservación del individuo en todos los instantes
de su vida; pero sin embargo le son esenciales para su conservación
en general , para crecer y propagar su especie. Se cuentan siete: i.°
digestión y quilificacion: 2. 0 sanguificacion : 3.°las secreciones: 4. 0 la
nutrición: 5 .° el crecimiento: 6.° la generación: 7. 0 el parto. Las
funciones animales son las que dependen del sensorio común; y ver-
daderamente no son absolutamente necesarias para vivir, pues sub-
sisten muchos con su razón depravada, y turbadas las funciones in-
telectuales.
Los Fisiologistas modernos hacen otras varias divisiones de las
funciones, clasificándolas ya en orgánicas y animales, ó ya en in-
ternas y externas , ó según se cuentan los sistemas , esto es , funciones
del sistema nervioso, muscular &c. : nosotros , aunque conocemos
todas estas divisiones, dexamos á nuestros lectores la libertad de
que hagan las que gusten, consultando las obras de Dumas, Gri-
maud , Richerand &c. , omitiendo la división antigua de vitales , ani-
males y naturales, que aunque falte algo á la exactitud, está sin
embargo mas generalizada hasta ahora.
FUNDENTES. ( Mat. Méd.) Se da el nombre de fundentes
de la linfa á los atenuantes que tienen la facultad de obrar de un mo-
do particular sobre este humor, y de resolver con facilidad sus
concreciones. Existe un gran número de enfermedades crónicas en
que la linfa se altera con especialidad. La mayor parte de estas al-
teraciones depende , según se cree , de una acrimonia diversa con-
traída por xugos alimenticios mal elaborados, por la detención que
experimenta en sus vasos, ó por un virus extraño introducido en el
sistema absorvente. Esta acrimonia va constantemente acompañada
de una condensación notable que da nacimiento á los infartos de los
vasos y las glándulas linfáticas, los quales se observan por detras y
por baxo de las orejas , baxo las quixadas , en el cuello , baxo los so-
bacos, en las ingles, en conseqüencia de las afecciones vene'reas, es-
crofulosas, raquíticas &c. Se sabe por la observación que ciertos me-
dicamentos tienen la propiedad de disolver esta linfa engruesada y
como coagulada, y de destruir las obstrucciones que produce.
En esta clase se colocan particularmente los álcaíis puros 6 cáus-
ticos; las mismas sales suavizadas por el ácido carbónico ó los car-
bonates alcalinos; el muríate amoniacal, el azufre de antimonio, ó
TOMO iv. pp
298 FUN
antimonio crudo, el kermes, el tártaro estiviado , el antimonio dia-
forético no lavado ó fundente de Rotron. También pertenecen á
esta clase el mercurio, los precipitados mercuriales, el etiope mine-
ral, los hígados de azufre, las aguas minerales alcalinas, las raices y
leños sudoríficos, la raíz de china, la zarzaparrilla, el guayaco ó
palo santo, las gomas, resinas, fundentes, elgdbano, la goma amo-
niaca, el sagapeno, el asafétida y los xabones medicinales. Estos
remedios, que son los mas activos de los atenuantes, se administran
Gon mucha precaución, empezando por dosis muy moderadas; y se
les asocian los suavizantes y calmantes, para que sus efectos sean
mas benignos. Se aplican con fruto en las enfermedades de la piel y
de las glándulas producidas por la degeneración de algún humor ó
de algún virus ya radicado: son por lo regular muy cálidos, y per-
judican á los temperamentos secos y melancólicos, á las personas que
padecen debilidad de pecho, á las de una debilidad y sensibilidad
extremas , y á las que tienen una disposición á la diátesis inflamatoria.
Los enfermos se preparan con los relaxantes, los baños, el régi-
men dulce y refrigerante un poco antes de prescribirles el uso de los
remedios citados. Es preciso que los vasos estén bien abiertos y pe-
netrables, á fin de que los fundentes, después de exercer su acción
en los órganos, puedan salir fácilmente del cuerpo: no olvidando que
estos medicamentos son muy perjudiciales á nuestra naturaleza por
tener grande actividad; y conviene que no estén detenidos mucho
tiempo en nuestro cuerpo. Estas observaciones son relativas princi-
palmente á la administración del mercurio, el mas poderoso y enér-
gico de todos los fundentes de la linfa; por lo qual se conoce que
un uso inconsiderado ó muy continuo de estos medicamentos pro-
duce todos los males que dependen de la disolución de los humo-
res, y especialmente la debilidad, la palidez, hidropesías, escorbu-
to, hemorragia &c.
Ultimamente, administrando los fundentes de la linfa para des-
truir la viscosidad y la condensación de los xugos, es preciso alterar-
los, y agregarles de quando en quando los evacuantes, y especial-
mente los purgantes suaves diuréticos, á fin de que se expelan del
cuerpo los humores atenuados y disueltos, y no perjudiquen por la
acrimonia que adquieren, no aument ando por esta razón los ate-
nuantes activos.
Tal es el fundamento de las ideas que han formado los Médi-
cos acerca de la naturaleza y efectos de los fundentes; las quales, s¡
bien parecen sencillas y naturales, no están demostradas de un mo-
do que satisfaga del todo á los Físicos exactos. No se sabe positi-
vamente si en muchas afecciones existe en realidad una coagulación
ó condensación de la linfa, como se asegura en las obras de prácti-
ca y en las consultas: así la teoría no está probada exactamente; pero
FUS 299
no hay duda , que los fundentes activos hacen desaparecer las hin-
chazones de las glándulas y las obstrucciones de los vasos linfa -
ticos: de este principio es necesario partir para aconsejar su uso en
las enfermedades en que la experiencia ha demostrado su eficacia. F.
FUNGO. (Cir.) * Excrecencia en forma de hongo que sobre-
viene en qualquier parte del cuerpo, y particularmente en el ano.
A esta enfermedad se la llama también higo. (V. esta voz.) El fun-
go es unas veces esquirroso y otras carcinomatoso. La curación de
los fungos consiste en destruirlos con algún instrumento cortante,
con los cáusticos, ó por medio de la ligadura. (V. excrecencia,
LUPIA, CONDILOMA, SARCOMA &C.) *.
FUNGOSO. (Cir.) * Llamamos carnes fungosas á las que son
blandas, babosas, superfluas, y que sobresalen á manera de hongos
en las partes ulceradas. (V. hipersarcosis.) *.
FUROR. (Hig.) [ Es el último grado de colera, y que conduce
á la pérdida de la razón, independientemente de los excesos funes-
tos á que arrebata la violencia de las pasiones, degenerada en furor;
produce ademas en las personas poseídas de él una agitación fe-
bril momentánea, que estira las fibras de toda la máquina, y causa
transpiraciones forzadas, espasmos y eretismos, seguidos siempre
de una fatiga mas incómoda que la que puede causar el violento
exercicio.
Las personas de una constitución biliosa y melancólica son las
mas expuestas á las pasiones vivas, y se enfurecen con facilidad. No
son á propósito para resistir largas fatigas, porque su vivacidad les
consume; y si no se acostumbran á moderar , desfallecen , porque
conducidas al exceso, la transpiración forzada, la exaltación de los
fluidos y la tensión de los sólidos, causada por una pasión tan violen-
ta, pone la máquina humana semejante á la cuerda de un instrumen-
to, la qual por haber estado muy tirante se rompe ó se afloxa de-
bilitándose. Así las personas furiosas están expuestas á hemorragias,
á vértigos y aun á demencia.
Los que están muy próximos, 6 tienen disposición á la cólera y
al furor, es necesario que observen un régimen refrescante, usando
de alimentos ligeros, bañándose con freqüencia , y bebiendo agua
con abundancia mezclada con un poco de vino ó con ácidos.]
Furor uterino. (Med.) (V. ninfomanía.)
FUSION. ( Mat. Méd.) Se llama así el ablandamiento y li-
quidación producida en los cuerpos salinos, sulfurosos y metálicos,,
por la fixacion del calórico. (V. este artículo.) Esta operación es
muy freqüente en la Farmacia para la preparación de varios medi-
camentos. F.
300 GAL
GALACTIRREA. (Mea/.) Se da este nombre al fluxo invo-
luntario de leche. Esta enfermedad constituye el género xxii de la
Nosología de Sauvages. (V. fluxos.)
GALACTÓFORO. (Anat.) Adjetivo yahxKTocpofos- de y*K* f
leche, y de ?íf« llegó, esto es, que conduce leche. Este epíteto se
da á los canales ó vasos, que parece conducen la leche á los pechos,
ó mas bien á los pezones. (V. techos ó mamas.)
GALANGA. (Mat. Méd.) [ Se da este nombre á una raíz que
viene de la isla de Java y de las costas del Malabar, que Linneo lla-
ma mar anta galanga , de la qual hay dos especies, la pequeña lla-
mada galanga minar , ó sinensis ojjicinarum , y la grande, que se
llama galanga mayor , 6 jabanensis officinarion. Estas dos especies
tienen en Medicina las mismas propiedades; pero la primera en un
grado menor , por lo que se prefiere la segunda. Los indios se sir-
ven de esta raiz como condimento en sus comidas; nuestros vina-
greros la usan pira aumentar la tuerza y el vigor al vinagre. Se cree
que este medicamento facilita la digestión y fortifica el estómago,
hace que se despidan los flatos , y que promueva la regla. En caso de
disposición inflamatoria, la raiz de galanga, del mismo modo que los
demás remedios cálidos y estimulantes será dañosa ; pero vendrá
bien esta raiz estomacal quando hay debilidad en el estómago, y el
suco gástrico no tiene energía. La dosis en que se administra esta raiz
es desde doce granos hasta treinta y seis tomada en substancia, y
media dracma hasta dos infundida en vino ó agua. La raiz de galan-
ga entra en varios electuarios como en el cr bit ano, la benedicta
laxativa &c. Ext.]
GALBaNISMO. ( Fisiol. y Mat. Méd.) La propiedad que
se ha observado tienen los nervios de los animales de irritarse con
las substancias metálicas ó carbonosas, ofrece una serie de fenómenos
que se llaman galbanic&s , y á esta propiedad de excitar movimien-
tos espasmódicos en los nervios y en los músculos , en que parecia que
estaba extinguido el principio vital han llamado galbanismo: algu-
nos llaman también á esta propiedad irritación metálica 6 galbá-
nica , usando de la voz qalbanizar para expresar la acción que pro-
duce. La excitabilidad es en general una propiedad de las substan-
cias animales y vegetales, prerogativa de que goza la materia orga-
nizada. La irritación galbánica no obra manifiestamente mas que so-
bre las partes orgánicas dotadas de fibras sensibles ; supone la reac-
ción de la fuerza vital, y pertenece á lo que Hufeland llama acción
vital. Quando esta irritación se exerce en los nervios, que se distri-
buyen por los músculos ú órganos dotados de fibras musculares,
excita en estos contracciones y movimientos muy notables: en los
nervios destinados á ciertos sentidos produce impresiones semejantes
á las sensaciones : aumenta también las secreciones alterando la na-
GAL 301
turaleza de los fluidos segregados, y produciendo otras mudanzas
que veremos mas adelante.
Galbani, Profesor de Medicina en Bolonia, fué el primero que
experimentó la existencia y fuerza de naturaleza eléctrica en la ac-
ción muscular ; descubrimiento, que repetido en otras partes, recibió
nuevo impulso que aceleró la propagación de tan importante descu-
brimiento, debido sin duda al Profesor de Bolonia, cuyo nombre
conserva ; y aunque su teoría no está conforme con la de otros sabios
que han ilustrado mucho mas esta materia, sin embargo se pueden
conformar los principios á pesar de que Galbani tiene la electricidad
por fundamento como observaremos mas adelante.
El galbanismo , que tuvo el humilde origen en la observación
de unas convulsiones de la rana , mereció la atención de los sabios,
y un distinguido lugar entre los mas sólidos conocimientos , pues que
los brillantes fenómenos que de ellos pueden deducirse, nos condu-
cen al conocimiento de la animalidad y de la vida ; dándonos á co-
nocer que las acciones musculares se propagan , y actúan mucho
tiempo después de la muerte. Una casualidad dió á conocer el pri-
mer impulso al conocimiento de los fenómenos que nos ofrece el
galbanismo. En el gabinete de Galbani estaban sobre la mesa de una
máquina eléctrica al tiempo de hacer varios experimentos unas ranas
desolladas: un discípulo acercó por casualidad la punta de un escal-
pelo á una rana, que al momento se convelió fuertemente. La esposa
de Galbani, que observó con sorpresa este fenómeno, dió inmedia-
tamente parte de él á su marido, quien lo repitió y varió de muchos
modos, observando que la rana se convelia siempre que se sacaban
chispas del conductor de la máquina eléctrica, á pesar de la distan-
cia que mediaba entre la rana y el expresado conductor. El espíritu
indagador de Galbani no se contentó con esto, y quiso averiguar la
causa de tan portentosos efectos , lo que le empeñó en un laberinto
de disputas, y en una multitud de experimentos. Creyendo, como
luego diremos, que una electricidad animal, desigualmente repartida
entre los órganos, era la causa de tan admirables fenómenos, pensó
en establecer entre ellos una comunicación que restableciese el equi-
librio de electricidad , para lo qual se valió de un arco de metal ho-
mogéneo ; y tocando con un extremo el nervio crural de una rana , y
con el otro la pierna correspondiente á dicho nervio, vió con admira-
ción que se convelia la pierna: substituyó al arco de metal otro ar-
co de materia idioeléctrica , ó no conductora: estableció la misma
comunicación ; mas las convulsiones no se verificaron. Alentado con
estos sucesos , quiso ver el efecto que podria producir su arco forma-
do de dos metales; y hecho el mismo experimento, observó que su
acción era mas valiente que con uno solo; y habiendo combinado
de varias maneras los diferentes metales, pudo apreciar la diferente
302 GAL
virtud de que gozaban unos respecto de los otros, en excitar mas ó
ménos la fibra animal, y producir mas ó ménos enérgicas convulsio-
nes. Ya tenemos pues aquí, sin el concurso de las maquinas eléctri-
cas, los miembros de un animal muerto, y separados del todo á que
pertenecen, que se ponen en acción y en movimiento mucho tiempo
después de la muerte por solo el contacto de los metales: fenómeno
asombroso que admiró y excitó la curiosidad de los mayores Físicos
de la Europa, como que parece conducía á descubrir el gran secreto
de la vida : así es que se afanaron á repetir á porfía los experimentos
de Galbani , á variarlos, y á hacer otros nuevos según los resultados;
y las ideas diferentes que cada uno concibió acerca de sus causas y
naturaleza. No solamente la acción de los metales obra sobre los ór-
ganos del movimiento, sino también se extiende á afectar los de las
sensaciones. Mucho antes del descubrimiento de Galbani , habia ob-
servado Sulcer, que juntas una lámina de zinc y otra de plata, y
aplicadas así unidas á la lengua, se producia en esta una sensación que
no causaban separadas ni la lámina de plata ni la de zinc; pero esto
se miró como mero divertimiento, y no se pensó en deducir conse-
qúencia alguna de este hecho: mucho ménos se sospechó la grande
acción de los metales sobre la economía animal ; pero después del
descubrimiento del galbanismo , se repitió con otros conocimien-
tos este experimento, y se vió que los metales no solo afectaban
el órgano del gusto, sino también el de la vista; produciendo ráfagas
luminosas; y el de la sensibilidad, excitando sensaciones dolorosas
en las partes de sus epidermis á que se aplicáron los metales, aumen-
tando considerablemente sus secreciones, y aun alterando de un mo-
do singular y pronto la naturaleza de los fluidos segregados. La re-
petición de los experimentos ha manifestado después que no eran
exclusivas de los metales las referidas propiedades, siéndolo igual-
mente también por medio de substancias carbonosas , y aun en algu-
nos casos solo por el contacto de otros órganos vivientes.
Son varias las teorías que los Físicos han formado para explicar
los fenómenos del galbanismo: expondremos brevemente algunas de
ellas, principiando por las de Galbani, quien supone los nervios y
músculos vivientes enteramente semejantes á las botellas eléctricas
diferentemente cargadas: suposición que con ulteriores experimen-
tos se ha falsificado, pues se ha hecho ver que un cuerpo excitador,
puesto solamente en contacto con la armadura de un nervio, excita
también contracciones en los músculos. La teoría de Volta , fundada
en la tendencia que tiene la electricidad contenida en los cuerpos que
componen la cadena galbánica á equilibrarse entre ellos, se refuta con
otro experimento y por consiguiente homogéneo , por exemploel
I Estos experimentos se describen en la obra de HumbolJt, intitulada Experi-
mentas acerca del galbanismo, que se halla traducido a nuestro idioma.
•GAL 303
mercurio puesto en contacto con un nervio y con el músculo en
que se distribuye puede ocasionar en este contracciones muy mani-
fiestas. Humboldt pretende que sin metales hay galbanismo , y que
estos solo sirven para aumentar la eficacia galbánica, quando la ir-
ritabilidad escasea. Para probar su modo de pensar supone que la
materia gslbánica acumulada en los músculos se desprende de ellos
en razón directa de los obstáculos que encuentra en la cadena, de io
que deduce varios corolarios. Creve opina que los metales por la
mayor afinidad que tienen con el oxígeno que con el hidrógeno del
agua, la descomponen, lo que produce una irritación en las fibras
musculares, seguida de movimientos convulsivos. Alargaríamos de-
masiado este artículo si nos ocupásemos en exponer todas las teorías
y las discusiones que se han suscitado sobre este objeto ; y así solo
nos contentamos con indicarlas , remitiendo á nuestros lectores á
la obra de Humboldt y otras que se han escrito sobre esta materia;
y para abreviar este artículo y concluirlo trasladaremos algunos tro-
zos de los nuevos elementos de Física que ha publicado el Dr. Civar,
en donde reúno lo mas interesante de la doctrina del galbanismo.
,, La electricidad, enriquecida por los trabajos de los Físicos dis-
tinguidos, es quizá aquella parte de la ciencia natural, que goza de
la mayor influencia por su general y útil aplicación. La pura curio-
sidad en que consistiéron los primeros ensayos de los Físicos elec-
tricistas , se ha tran; formado en un objeto interesante de meditacio-
nes profundas , de aplicaciones útiles , y en una larga serie de hechos,
que nos pueden conducir al gran conocimiento de la causa de la
vitalidad física y movimiento muscular. Las partes de nuestro cuer-
po, al paso que son formadas por la combinación de los principios
siempre tales como el calórico, lumínico, fluido eléctrico, oxígeno,
ázoe, carbone , fósforo y cal, reciben por ella una vida química,
efecto de la equiponderancia, 6 justa proporción de los principios
combinados : la vida química dexaria de seguir con aquel orden cons-
tante á ella esencial, siempre que el oxígeno, el calórico, lumínico
y fluido eléctrico no modificaran á la materia de un modo á noso-
tros desconocido, que organizándola le dan una vida física; y pues-
tas en dicho estado las propiedades vitales, se exercen con libertad
las funciones materiales de los seres orgánico- físicos. Al tratar del
lumínico, calórico y oxígeno, ya diximos el influxo decidido que
estos fluidos tienen en la organización , vegetación y sensación de
los animales y vegetales que pueblan el universo; y puesto que es
igual, si no mayor que la influencia y poderío que tiene en ellas el
fluido eléctrico modificado por la animalizacion y vitalidad, debe-
mos exponer los conocimientos y conjeturas que fundadamente se
pueden aventurar sobre el particular. En las ciencias de observación,
como la Medicina y Física, hay leyes fundamentales que indican la
304 GAL*
relación de los fenómenos con las causas que los producen ; pero al-
gunas veces solo podemos deducirlas por analogía : por exemplo,
vemos que los miembros torpes se alivian en sus acciones por los
baños, chispas, corrientes y conmociones eléctricas. Observamos que
un miembro que se extenúa engorda por los citados medios: que
los infartos de las articulaciones y las induraciones, efectos de infla-
mación, se corrigen por la electricidad y galbanismo; y por analo-
gía decimos, que si se logra corregir estas dolencias, aplicando el
fluido eléctrico ó galbánico á las partes que lo habían perdido, ten-
dremos autoridad para afirmar que goza una influencia ó poderío de-
cidido en el exercicio de las funciones de los animales, puesto que
les hace cobrar el estado de vitalidad que les corresponde y es ne-
cesario para exercer libremente las funciones á que la naturaleza les
destinó. Sabemos igualmente por la experiencia que el fluido eléc-
trico estimula é irrita los órganos sensibles. ¿Por qué razón pues he-
mos de creer que está desposeído de la misma propiedad el que hace
parte constitutiva de nuestro cuerpo, quando está modificado por
los procederes orgánico- físicos , ó sea por la vitalidad? Las arma-
curas de dos metales, y las de uno solo, vemos que hacen pasar á
los músculos que conservan el poder orgánico, del estado de quie-
tud al de movimiento, esto es, que se contraen, y que los nervios
de los órganos de la vista y tacto se excitan para aquellas sensacio-
nes á ellas propias y particulares; y si se aplican armaduras de me-
tales diferentes, que comuniquen entre una parte cubierta de los te-
gumentos comunes, y otra que por una cantárida ú otro medio esté
descubierta, se promueve en los vasos, que en ella se distribuyen,
la secreción de unos líquidos de índole particular. Los Físicos dis-
putan quál sea el estimulante que produce estos fenómenos. Unos
piensan que es una substancia extraña á los órganos, que se une á
ellos quando practicamos los referidos ensayos. Otros creen que es
uno de los principios de que se componen , modificados por los pro-
cederes orgánico- químicos ; pero nosotros nos inclinamos á que es
una materia eléctrica animal , ó una materia eléctrica modificada por
los procederes de la vitalidad, por quanto vemos que las corrientes
eléctricas no producen efectos iguales á los del fluido galbánico.
Conocemos muy bien que seria arriesgar nuestro concepto si decla-
rábamos nuestro modo de pensar sin reserva alguna acerca de las
causas del movimiento muscular, sensibilidad é irritabilidad de los
animales, por quanto parecen en algún modo enigmáticas y desco-
nocidas; pero por lo que nos ha enseñado nuestra atenta observa-
ción, creemos poder sostener que el fluido eléctrico animal es la
causa de estos efectos , y esperamos que la sucesión de los tiempos
y 1¿ aplicación de los sabios corroborará nuestra opinión. Nuestro
modo de pensar acerca de la causa del movimiento muscular, sen-
GAL 3°$
sibilidad é irritabilidad de la fibra sensible tiene toda la apariencia
de estar bien fundado, por ser una conseqüencia inmediatamente de-
ducida de los experimentos generales y particulares expuestos. Si el
estado de nuestros conocimientos en física y en historia natural per-
mitiera remontarnos á la averiguación de la combinación intrínseca
de los principios constitutivos de nuestro cuerpo , de su organismo y
de la influencia de sus excitantes directos, podríamos deducir un gran
numero de corolarios los mas exactos , que darian á conocer al hom-
bre en estado de salud y de enfermedad. Mas por desgracia de las
ciencias, desviados los hombres de la analogía, se ocuparon inútil-
mente en fingir hipótesis, y dieron crédito á varias teorías en vez de
observar y experimentar. Unos espíritus animales ó un fluido etéreo,
á quien atribuían todas las qualidades posibles é imposibles, un hú-
mido innato y un cálido animal , ó ciertos mecanismos , á que atri-
buían otros las funciones de los animales , fueron los juguetes ó sue-
ños en que se ocuparon nuestros mayores. Quando la física de los
cuerpos organizados haya hecho los adelantamientos que ha conse-
guido la de la naturaleza muerta, podremos simplificar nuestras ideas,
y dar explicaciones satisfactorias acerca de las fuerzas orgánicas y del
exercicio de las funciones de los animales: entre tanto nos limitare-
mos á decir que es ya cosa probada que los órganos de los animales
ó los músculos y nervios contienen un fluido de la naturaleza del eléc-
trico, acumulado con desigualdad en sus dos superficies, ó que son
unos órganos desigualmente cargados de fluido eléctrico animal , 6
sea galbánico.
Esta desigualdad de carga y difusión de fluido eléctrico animal
es muy conforme y compatible con la conexión orgánica que existe
entre las fibras sensibles é irritantes durante la vida. Los procedi-
mientos físico-químicos de la vitalidad de estos órganos se modifican
en cada uno de ellos de un modo diferente: en ellos son continuadas
las combinaciones y descomposiciones; sus superficies exteriores se
hallan cubiertas de unas membranas eléctricas, que aislan el fluido
galbánico que se acumula en las anteriores: razón por qué se distri-
buye con desigualdad dicho fluido, que al pasar por el imperio de la
voluntad, ó por otra causa, desde una de las superficies délos mús-
culos á la otra, es decir de la interiora la exterior, se contraen y
mueven. La ciencia físico-química, borrando las hipóteses y vagas
teorías de nuestros mayores, ha dado nuevo será los conocimientos
humanos: por ella tenemos ideas mas exactas del oxígeno y del ayre
atmosférico en los pulmones. ( V. respiración.) Á ella se debe igual-
mente el conocer los efectos de vitalidad, que reciban los alimentos
puestos en el estómago; la animalizacion del xugo blanco, que co-
nocemos con el nombre de quilo, que contrae, al separarse en los
intestinos, y entrar en los vasos quilíferos, la asimulacion de dicho
TOMO IV. QQ
306 GAL
humor en sangre puesto en el torrente de la circulación : los princi-
pios de que consta esta , y cada uno de los humores y demás partes de
los animales , en qué proporciones se combinan los elementos necesa-
rios para formar huesos, músculos, membranas, cartílagos &c. &c.
El celebro creemos que es el disco de la máquina eléctrica ani-
mal , y los nervios los conductores: su capacidad para acumularlo se
aumenta al llegar estos á los músculos , cuya superficie interior tiene
tanta afinidad con el fluido galbánico, que en el actual estado de co-
nocimientos físicos no está decidido quál de los dos es el que contie-
ne habitualmente mayor cantidad de dicho fluido, esto es, si el mús-
culo, ó el nervio. Cargados naturalmente los nervios y músculos del
referido fluido, y puesto el celebro por la voluntad en acción, trans-
mite por los nervios, con la velocidad que es natural al fluido gal-
bánico , las cantidades suficientes y necesarias para vencer el poder
aislante de la membrana propia de los músculos, y verificarse por la
tendencia que este tiene al equilibrio de las debidas descargas galbá-
nicas, y contracciones y movimientos musculares. Continuando á
obrar la voluntad , siguen igualmente las citadas descargas y movi-
mientos , hasta tanto que cansada la máquina , ó empobrecida del
fluido eléctrico animal, pierde la aptitud de accionar. Este modo de
concebir los procederes de la naturaleza en el movimiento muscular,
abre un nuevo campo para reflexionar acerca de los estados fisiológi-
cos y patológicos de los nervios. Como el principio vital no acaba
con la muerte de los animales, á diferencia del animalizante, que es
destruido luego que falta la vida, sucede que los músculos de los ani-
males se contraen después de la muerte por las excitaciones galbáni-
cas. Esta reflexión, y otras muchas que omitimos, nos obligan á
creer que en los fenómenos galbánicos tiene mucho imperio la vita-
lidad, al paso que nos evidencia el cómo puede la voluntad producir
movimientos musculares por medio del fluido galbánico; porque si la
acción de la voluntad puede producir en la máquina animal un pro-
cedimiento, por el que se manifieste una grande secreción de fluido
galbánico , que, transmitida del celebro por los nervioso los múscu-
los en que se distribuyen, recibiéndola estos por comunicación, sus
contracciones serán mas ó ménos fuertes según sean mayores ó me-
nores las cargas y descargas de dicho fluido. Si el imperio de la vo-
luntad continúa en sus designios , y el celebro sigue segregando y
conduciendo por los nervios á los músculos el fluido galbánico, se
prolongará su movimiento , hasta tanto que , volatilizado el fluido gal-
binico, y empobrecida la electricidad animal, se relaxarán los mús-
culos, y por último llegarán á extinguirse, conforme lo observamos
en las convulsiones. La voluntad obra con imperio en los movimien-
tos musculares, regulares y ordenados de la economía animal; pero
sin su arbitrio y por unas causas extrañas á ellas , se excitan á veces
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los músculos , y se mueven sin orden y tumultuosamente , cerno su-
cede en los casos en que adolece la máquina animal de convulsiones.
Las contracciones musculares son á veces seguidas de laxitudes ; pero
á veces es constante y perenne la contracción , por cuya razón los
físicos han dividido las convulsiones en clónicas y tónicas.
De los varios modos de galbanizar.
Los remedios mas heroycos son los que mas prontamente han
decaido del concepto que se merecen, por haberse generalizado sin
orden y método, ó sin conocimiento de causas y efectos: buena
prueba tenemos de ello en la aplicación de la electricidad para la cu-
ración de varias enfermedades. Nació el galbanismo ; y no bien co-
nocida la naturaleza de este fluido, se aplicó indiscretamente para
curar á todas las parálisis, mudeces, disfagias &c; y muchos de los
que han hecho uso de él no sabian lo que se habia escrito de la ma-
teria en qiiestion , ni conocian los respetos con que deben mirarse las
causas de las dolencias, los estados de constitución, edad, sexo,
temperamento y susceptibilidad de los sugetos que les confian la cu-
ración de sus males. Creemos que el galbanismo es un remedio j pero
no debemos precipitarnos en hacer uso de él quando se nos pida si
conviene ó no el galbanizar, para que los Profesores del arte de cu-
rar y los pacientes no se desalienten, y desconfien de sus efectos.
Analizados debidamente los estados morbosos de los pacientes y sus
causas, y comparando lo conocido por las análisis con los efectos
que puede producir el galbanismo, no desacreditaremos un remedio
que por todas razones merece distinguidos elogios. El que quiera ha-
cer uso del galbanismo debe saber su modo de obrar, y conocer los
varios medios de galbanizar, para que comparando las circunstancias
de los casos que estén confiados á su cargo con los felices resultados
que en otros iguales se habrán logrado , pueda aliviar á sus semejan-
tes , y ver coronados de laureles sus deseos y afanes. En este artícu-
lo no explicaremos los casos en que convenga galbanizar; pero sien-
do el fluido galbánico de la naturaleza del eléctrico, y obrando de
la misma manera , bien que con mas fuerza y eficacia según lo ha
acreditado la experiencia, aconsejaremos á nuestros lectores que lean
antes de decidirse á su aplicación lo que diximos acerca de los efec-
tos del fluido eléctrico (V. este articulo.) aplicado á la economía
animal, y los varios modos de electrizar. Tampoco referiremos la
historia de hechos maravillosos y curaciones desesperadas que los au-
tores nos refieren del galbanismo, y nos contentaremos con decir
que hemos hecho todos los experimentos de Humboldt, Volta, Al-
dini y demás que se han publicado, y llegado á nuestra noticia: he-
mos aplicado el galbanismo con feliz éxito para sorderas, y nos he-
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mos visto con la plausible satisfacción de haber dado á muchos sor-
dos un oido fino ; mereciendo entre ellos contarse el caso de Eulalia
Poc , labradora de Cornelia , á quien no pudiendo confesarla los Pár-
rocos de su villa en la sacristía quando habia gente en la iglesia , en
el día la confiesan en el confesonario estando rodeado de gentes , por
tener un oido tan fino como los demás. Un oficial de correos de Bar-
celona era tan sordo , que sentía los cañonazos mas por los pies que
por los oídos , y hoy día se halla en disposición de conversar sin que
sea necesario levantar mas la voz de lo regular. Por ahora no hemos
curado á ningún sordo-mudo de nación ; hemos logrado sí el librar
de una mudez accidental , por medio del galbanísmo, á una señora con
solo galbanizarla una vez. Podríamos dar razón de dos disfagias que
hemos curado completamente por medio del galbanismo, otras tan-
tas parálisis incompletas y un infarto de articulación. No nos atreve-
remos á explicar las causas de los fenómenos que observamos duran-
te la curación de dichas dolencias : nos proponemos que las conse-
qüencias que se deducian de las teorías y conocimientos que nos fa-
cilita la ciencia del fluido eléctrico animal ó galbánico correrán el
velo de las confusas ideas que tenemos de los procederes de la na-
turaleza en el exercicio de sus funciones en estado de salud y en el
de enfermedad, y que podremos dar auxilios á la humanidad afligí-
da por sus dolencias. Esta dulce esperanza , animada por los hechos
que dexamos referidos , al paso que nos hará trepar por jas sendas
mas escabrosas, aliviará los sinsabores del desagradecimiento con
que algunos pagan los favores y desvelos de aquellos que consagran
sus talentos á la felicidad pública.
En las historias de los progresos del galbanismo apénas se ha-
lla un solo observador que no haya conseguido curaciones de enfer-
medades por medio del galbanismo. Nuestros nacionales se han de-
dicado muy poco á su aplicación. La envidia ha sufocado los deseos
con qne algunos habían emprendido esta importante obra. La in-
acción de estos miserables rivales les condena á negar los hechos que
tienen delante de sus propios ojos ; y su indolencia de no querer au-
mentar conocimientos , de que se hallan escasos , les hace despreciar
lo mismo que ignoran, contentándose de no ver por no tener el tra-
bajo de abrir los ojos. El galbanismo está indicado en la debilidad de
vista y gota serena, quando dichas dolencias son efectos de falta de
debilidad nerviosa en ciertas especies de tinnitus aurium, en la ron-
quera y afonía , en las disfagias, asfixias , mudeces esenciales y acci-
dentales, demencias, parálisis de las extremidades, clorosis, infartos,
tumores blancos de articulaciones ; en una palabra , obrando el flui-
do galbánico como el fluido eléctrico , convendrá galbanizar en to-
dos aquellos casos que dexamos dicho que era útil electrizar. Basta el
aparato galbánico simple , que consiste en dos planchas , una de pla~
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ta , y otra de zinc , y un excitador ó conductor de uno de dichos
metales para curar algunas de dichas dolencias ; pero si se resisten á
este medio , debemos valemos de la columna ó pila de Volta , cu no
número de planchas debe graduarse en razón de todas las circunsta -
cias que ocurran en el paciente ; es decir , de las causas de la enfer-
medad , de su estado , y de la fuerza que ella exija se aplique el re-
medio. En la parálisis de las extremidades se aplicarán los conduc-
tores sobre la piel, simplemente humedecida, ó quitada la epidermis
por medio de un vexigatorio , haciendo que el polo superior de la
columna de zinc corresponda al tronco nervioso , y el inferior de
plata á las principales ramificaciones. En la demencia el arco debe
formarse con la cabeza : en la asfixia , causada por un gas deletéreo
ó por el rayo, después de levantada la epiglotis, se aplica el arco á
la laringe; y si esto no basta, se aplican los conductores, el que cor-
responda al polo de zinc á la laringe , y el inferior de plata al ano.
Sabiéndose la simpatía que hay entre el nervio nasal y el nervio ópti-
co , para estimular este último , el polo de plata se pone en contacto
con las narices, y el polo de zinc en la parte por donde se distribuye
el nervio frontal, pudiendo igualmente aplicarse sobre la córnea,
usando de las precauciones que exige la delicadeza de este órgano.
En la parálisis de la vexiga el conductor del polo de zinc debe colo-
carse en los hombres en el recto , y en las mugeresen la vagina, y
el otro sobre el pubis. En las sorderas de ambos oidos se pone el
primer conductor en uno , y el segundo en el otro , aislándolos de-
bidamente con un tubo de vidrio, y se dexan por espacio de algunos
minutos, repitiendo este ensayo algunas veces al día; y si solo un oído
es el sordo , se pone un conductor en el oido , y el otro en la trompa
de Eustaquio. Por último las circunstancias de las partes que se han
de galbanizar , y sus simpatías inmediatas , son las que deciden del mé-
todo y de la fuerza con que deben dirigirse las corrientes galbánicas;
de manera , que si creemos suficiente el aparato simple , no debemos
valemos de la batería ó columna si podemos pasar sin vexigatorio;
no debemos aplicarlo , pues que la prudencia exige que , de lo mas
fácil y ménos sensible , pasemos á lo mas difícil y mas doloroso , te-
nida razón de las alteraciones que puede causar el galbanismo en los
diferentes principios de la vida."
GÁLBANO. (Mat. Méd.) [Se da este nombre á una goma-
resina que se extrae de un arbusto de África , que Linneo y otros Bo-
tánicos llaman bubón galbanum. Esta substancia, reducida á masa,
es tan dúctil como la cera , pegándose á los dedos como las resinas:
su color es ceniciento , y sus pedazos relucientes como los de la co-
lofonia. El gálbano tiene un olor fuerte, muy semejante al de la go-
ma amoniaco; tiene un ligero amargor; arde si se aproxima á un
cuerpo inflamado, produciendo una llama blanca y mucho humo
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aromático , dexando después una substancia carbonosa. Se disuelve
en el espíritu de vino , en el agua y el vinagre ; pero en los acey tes
el mejor modo de disolverlo es ponerlo en un menstruo dedos partes
de espíritu de vino y una de agua. Este medicamento se emplea co-
mo las demás gomas- resinas, para las afecciones histéricas; disipa las
flatuosidades, y calma los dolores de los intestinos, que provienen
de ellas. Se tiene también el gálbano como un remedio atenuante
para el asma y la tos inveterada, empleándose asimismo como un
tónico en las afecciones nerviosas.]
GALENO (Claudias Galenas) (Biog.), Médico célebre del
tiempo de Antonino, Marco Aurelio, y de algunos otros Emperado-
res: nació en Pérgamo hacia el año 131 de la era de Jesucristo: era
hijo de un famoso arquitecto: no se omitió nada en su educación.
Cultivó igualmente las bellas letras, las Matemáticas y la Filosofía;
pero en la Medicina tuvo su gusto y talento principal : recorrió todas
las Escuelas de la Grecia y del Egipto para perfeccionarse baxo la
dirección de los mas hábiles ó sobresalientes maestros. Se detuvo en
Alexandría, punto de reunión de todos los sabios, y la mejor délas
Escuelas que se conocía entonces. De Alexandría pasó á Roma,
donde se hizo admirar ; sin embargo tuvo algunos envidiosos. Sus
contemporáneos, sentidos de su gloria en el arte de pronosticar, atri-
buyeron sus aciertos á la mágia. Toda la mágia de Galeno era un es-
tudio profundo de los escritos de Hipócrates , y sobre todo de la na-
turaleza. Una peste cruel, que asoló una parte del mundo, le obligó
á volver á su patria; pero fue llamado por cartas muy corteses y
obligatorias de Marco Aurelio. Este Emperador tenia una ciega con-
fianza en él; lo que prueba un hecho que el mismo Galeno cuenta
de si. „ Habiendo sido atacado, dice, este Príncipe improvisamente
una noche de grandes dolores de vientre , de una grande indigestión ó
ahito , del que le sobrevino ó resultó calentura , sus Médicos le or-
denaron que estuviera quieto, y no le diéron en el espacio de nue-
ve horas mas que un poco de caldo. Estos Médicos se juntáron
de nuevo en el palacio del Emperador , donde me encontré con ellos,
y por su pulso juzgáron que entraba en una accesión de calentura;
pero yo quedé sin decir nada , y aun mas sin tomarle el pulso , hasta
que llegó mi turno. Esto obligó al Emperador, volviéndose á mí, á
preguntarme ¿por qué no me acercaba? A lo que yo respondí, que
habiéndole ya sus Médicos tomado dos veces el pulso , me atenia á
lo que habian dispuesto , no dudando que juzgasen mejor que yo del
estado del pulso ; pero este Príncipe, habiéndome presentado su ma-
no , le tomé el pulso ; y habiéndole examinado con mucha atención,
sostuve que era una entrada de accesión, y que su estómago, estan-
do cargado de algún alimento, que no se habia digerido bien, era
sin duda la causa de la calentura. Lo que acababa de referir persua-
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dio tanto á Marco Aurelio , que exclamó ó prorumpió en alta voz,
diciendo: ¡eso mismo es! vos habéis conocido el mal; siento que
tengo el estómago cargado, repitiendo por tres veces las mismas pa-
labras. Y después me preguntó, ¿qué habia de hacer para su alivio?
Si fuese otra persona , respondí , el que se hallase en el estado en que
se halla el Emperador, le daria un poco de pimienta en vino , como
lo he practicado en muchas ocasiones ; pero como no se ha acostum-
brado á dar á los Príncipes sino remedios muy suaves, será útil poner
sobre el estómago del Emperador lana mojada ó empapada en acey-
te de nardo caliente. Marco Aurelio (continúa Galeno ) no dexó de
hacer uno y otro remedio; y dirigiéndose después á Pitholoni , ayo
de su hijo , díxo , hablando de mí: no tenemos sino un Médico ; es el
único hombre de bien. ,, Después de la muerte de este Príncipe, Ga-
leno volvió á su patria, donde murió en una edad avanzada hacia el
año de 210 de la era cristiana de Jesucristo: debió su larga vida á
su frugalidad , á pesar de que era de un temperamento delicado; tenia
máxima, y la que debe ser de qualquiera que aprecia su salud, que
era levantarse de la mesa con algún apetito. Sus costumbres y ca-
rácter correspondían á su ciencia, lo que aumentaban su reputación,
pues su freqüente asistencia á los enfermos , su atenta observa-
ción , examen de su estado , y el cuidado que tenia en que no se ma-
lograsen los socorros que prcscribia á los enfermos , son los grandes
exemplos que ha dexado á los que exercen su profesión. Á mas de
los principios de la Medicina habia profundizado los de todas las sec-
tas filosóficas. Este grande hombre erró , faltó ó se engañó en las
ideas que habia formado de los cristianos: los confundía con los ju-
díos, á quienes acusaba de ciegos y obstinados , creyentes de las fá-
bulas mas absurdas, y fue su enemigo declarado. Una parte de los
escritos de este ilustre Médico pereció en un incendio que sucedió en
su tiempo en Roma * : los que nos han quedado han sido publica-
dos en Basilea en 1 5 38 , seis tomos , que se hallan impresos en quarto:
esta edición fue seguida de otra en Venecia en el año de 162 5 , en seis
tomos impresos en griego y en latin ; y ella ha sido eclipsada por la
de Chatier con Hipócrates en Paris año de 1639 , tres tomos en nueve
volúmenes en folio. (V. el artículo medicinar el de antigüe-
dad.) D. H.
GALLEGO DE LA SERNA. (Juan) Natural de Málaga,
Médico de Cámara de Felipe 111 y iv. Dió á luz Opera Physica,
Medica , Ethica, quinqué tractatibus comprehensa, á saber: De
generationis principiis omnium vhentium. De conserva time in-
f antis in útero , et de bono et malo pariendi modo , ac de summo
naturce artificio, quod servat inpartu: necnon de obstetrkis of-
* Este incendio consumió el templo de la Paz, donde se hallaban depositados.
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ficto. De piterorum alendi ratione , et sanitate tuenda , ubi et de
calculiy et epilepsia preecautione et curatione. De communi pue-
rorum educandi ratione. León de Francia 1634, en folio. De na-
turali animar um origine invectiva adversus Danielem Senner-
tur. Brusélas 1640, en 4° De principiis generationis. Venecia 1636.
GANGLIO. (Anat.) Se da este nombre á cierta reunión de ner-
vios, que producen en varios sitios una especie de nudos ó tumorcitos
regularmente oblongos , de los quales salen otros ramos. Todos los
nervios que nacen de la medula espinal, excepto el accesorio, luego
que sus filamentos nerviosos atraviesan la dura-mater , se unen y
forman ganglios; pero después en todo su curso no tienen ganglio
alguno, como tampoco le tienen, ni el nervio frénico , ni los de las
extremidades superiores é inferiores. De los nervios que vienen de
la medula celebral algunos forman ganglios, y sobre todos tiene
muchísimos el intercostal. Los ganglios son la parte mas dura del
nervio. La estructura de los ganglios espinales es algo diferente de la
que tienen los demás ganglios del cuerpo humano. Estos son mucho
mas compuestos que aquellos; por lo que á los espinales llama Scar-
pa ganglios simples, y á los demás compuestos. Los espinales tie-
nen una figura mas constante y mas parecida á la de una aceytuna,
y están vestidos de la dura-mater, como veremos quando se trate
de los nervios espinales. A los ganglios compuestos los envuelven dos
telas celulares. La externa, que viene de las partes vecinas, al paso
que sujeta á los ganglios en su sitio, los envuelve floxamente, junto
con los nervios que entran y salen de ellos. La interna, que es pro-
pia del ganglio, es sutil, mas fina, mas pegada al ganglio, y sem-
brada de vasos sanguíneos , que penetran la substancia del ganglio,
y suministran el vapor que humedece ambas túnicas. Del diferente
espesor de estas túnicas pende la mayor ó menor densidad y firme-
za que tienen los ganglios , según la necesitan por razón del sitio que
ocupan. Lancisio creyó que esta vayna era muscular y tendínea; pe-
ro los experimentos de Mekel y del Barón de Haller desmienten se-
mejante estructura. Quitadas las membranas que visten los ganglios,
se presenta una substancia blanda, xugosa, de color como ceniciento
ó amarillento, que llena todos los intersticios que dexan entre sí los
filamentos en que se separan los nervios que entran en el ganglio.
Macerada esta substancia en agua clara, se ve que es enteramente ce-
lular , y que sus celdillas están llenas en los sugetos extenuados de
un humor tenue y ceniciento ; pero en los obesos contienen un hu-
mor oleoso, craso, algo amarillo, y que algunos es una verdadera
gordura. Si se continúa la maceracion del ganglio hasta destruir en-
teramente este texido celular pulposo, se descubre entonces un cú-
mulo de innumerables estambres nerviosos sutilísimos, que son otros
tantos filamentos en que se han dividido los nervios que entráron en
GAN 313
el ganglio, los quales filamentos corren por el interior del ganglio
en diferentes direcciones, y forman diversas combinaciones, para
componer los nervios que salen de él según el distinto parage de su
salida y su diferente número^ que siempre suele ser mayor que el de
los nervios que concurren á formar un ganglio compuesto. La sepa-
ración de estos nervios en filamentos , cuyos intersticios ocupa el te-
xido celular pulposo, hace que el volumen de los ganglios'sea cons-
tantemente mayor que el de los nervios que los formaron. B.
Ganglio. (Cir. ) * Se llama ganglio un tumor circunscripto
movible sin dolor, y sin mudanza de color en la piel, que suele
salir eu las partes membranosas sobre las articulaciones de los huesos
del carpo y del tarso. Estos tumores son del género de los enkista-
dos , y comunmente se forman sin que haya precedido ningún acci-
dente. Si no se desvanecen por sí mismos, como sucede algunas ve-
ces, ó que no los destruyamos con los socorros convenientes, quan-
do todavía están recientes, llegan á hacerse de un tamaño conside-
rable: entonces incomodan mucho, estorbando el movimiento de la
f>arte, ó haciéndolo penoso. La causa de estos tumores suele ser una
infa detenida en las celdillas del tejido foüculoso que está entre los
tendones y los huesos del carpo. Las contusiones , las distensiones
violentas, los golpes ó las caídas son regularmente sus causas ocasio-
nales. La movilidad del tumor demuestra bien que en su origen no
está adicto ni á los huesos ni á los tendones.
Los remedios resolutivos discucientes y fundentes no son de
grande utilidad en la curación de esta enfermedad, aunque varios
autores aseguran haberles producido buenos efectos en los ganglios
recientes: la compresión suele tener comunmente mejor éxito: las
personas que tengan semejantes tumores deben frotarlos, haciendo
alguna fuerza con el dedo pulgar varias veces al dia, y con aque-
llas frotaciones repetidas se irá gastando el kiste, y probablemente
se disipará del todo el tumor; para favorecer la abertura del kiste y
la evacuación del humor linfático , se suele poner una plancha de
plomo , bien apretada sobre el tumor: por el lado que toca á la piel
se le da de azogue; pero esto no parece pueda comunicarla mas ni
menos virtud. Hay exemplos de haberse curado repentinamente va<
rios ganglios solo con una fuerte compresión, que ha roto ó hecho re-
ventar el kiste. Muís queria que esta frotación se hiciese con el dedo
pulgar; Job de Meechren dice que la mano debe estar puesta fobre
una mesa, y que se deben dar varias puñadas sobre el ganglio; hay
otros que se han servido con buen suceso de un martillo de palo para
esta operación: Solin^er, famoso Cirujano de Llolanda, propone la
extirpación de ¡os ganglios; otros autores desechan aquella operación
que no dexa de tener sus inconvenientes respecto de las partes inme-
diatas ; pero como es constante por todas las curaciones que han he-
tomo IV. RR
3 í4 GAN
cho comprimiendo, que basta que la membrana esté abierta en un
punto qualquiera de su circunferencia para que salga el humor que
contiene, creo que no haya riesgo ninguno en picar el kiste con una
lanceta, como se hace en una vena para sangrar. Mr. Warnet ha pu-
blicado en una colección de observaciones de Cirugía la historia in-
dividualizada de dos curaciones de ganglios muy considerables que
creyó conveniente extirpar. Aquelios tumores se habían llegado á
hacer adherentes á los tendones de los dedos, y por consiguiente se
vio precisado á cortar el ligamento transversal del carpo, con lo qual
los enfermos que ya no podian cerrar la mano, ni mover los dedos,
recobraron perfectamente el uso de aquellas partes al cabo de los
quarenta dias que duró la cura. El autor conviene en que aquellas
operaciones pueden ser seguidas de inflamaciones y de abscesos ; pero
añade que hasta ahora no se ha verificado una sola vez que hayan
terminado mal. *
GANGRENA. (Cir.) * Se llama así la muerte de una parte,
esto es, la extinción ó la abolición perfecta de sentir y de toda la
acción orgánica de la parte gangrenada. Los autores colocan comun-
mente la gangrena entre los tumores preternaturales, aunque haya
gangrena sin tumefacción , como lo ha observado Ambrosio Pareo;
por lo que los modernos han dividido la gangrena en húmeda y se-
ca, y también se ha confundido con la putrefacción, por lo que las
partes pueden estar muertas sin haber putrefacción ; es verdad que
esta en muchos casos sucede inmediatamente á la mortificación. La
putridez tiene signos muy ciertos y sensibles , que son su disolución
pútrida, y el olor cadaveroso que no se halla en todas las especies
de gangrena ; y así es muy interesante examinar estos varios estados
tan diferentes, que traen por lo regular origen de distintas causas;
siendo por consiguiente distintos los efectos, y las indicaciones cura-
tivas deberán variar también. La causa próxima de la gangrena es la
extinción del principio vital en el sitio que se presenta. Si hay infar-
to 6 tumefacción, la gangrena es húmeda. La abundancia de humo-
res detenidos en las partes que están afectadas de mortificación, es
el carácter distintivo de esta gangrena, y el infarto que le hace sus-
ceptible de putrefacción es el principal origen de las indicaciones
particulares que exige este género de gangrena. Las causas remotas
de la gangrena húmeda son la inflamación, la estrangulación, la in-
filtración, las contusiones, la mordedura de animales venenosos, el
frió excesivo, las quemaduras y la putrefacción. La gangrena seca
viene ordinariamente por falta de sucos nutricios.
Con respecto á la gangrena por inflamación es preciso saber que
la vida no subsiste si los fluidos no corren por las arterias y las ve-
nas. Toda inflamación supone un obstáculo en los vasos, que impide
el iibre tránsito de líquidos que deben correr por ellos. Quando este
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obstáculo se halla en todos los vasos de una parte, el movimiento
vital de ella está enteramente abolido, y por consiguiente cae en
gangrena; los signos que caracterizan esta especie son bastante fáci-
les de percibir. La inflamación, que era el estado primitivo de ia
enfermedad , se disminuye á proporción que el atascamiento é infar-
to se hace excesivo ; y así es que el calor se va disminuyendo, el tu-
mor se aplana, el color roxo se vuelve lívido, los fluidos estancados
se pudren, exhalando la parte un olor fétido y cadaveroso (que es
especílico ) , que suele ser efecto de la putrefacción que destruye las
partes sólidas.
La curación que exige una inflamación (V. este artículo ), que
amenaza gangrena por la mucha repleción de los vasos &c, se redu-
ce á la dieta , las sangrías y demás medios conocidos ;, pero si, á pe-
sar de esto va degenerando en gangrena, las sangrías ya son inúti-
les, porque los vasos han perdido entonces toda su acción, y no son
capacesde hacer que tomen su curso ordinario los humores detenidos;
y así es que las escarificaciones producen entonces un desahogo ó
desembarazo eflcaz; los tópicos resolutivos y antipútridos dan á los
vasos el tono necesario para desprenderse las partes mortificadas, si-
guiéndose después en las partes vivas una supuración purulenta ; las
carnes animadas se deterguen y siguen los demás tramites de la úl-
cera. (V. este articulo.)
Mr. Quesnay cree que no siempre debe seguirse la gangrena por
un exceso de inflamación; y así piensa que esta se verifica mas bien
por la malignidad que suele acompañará dicha inflamación, ó las
compresiones que produce, principalmente si hay partes nerviosas en
las inmediaciones. Con respecto á la malignidad que acompaña á las
inflamaciones , se observa muchas veces que se declara inmediata-
mente por haberse extinguido el principio vital , como sucede en
muchas afecciones nerviosas. Los enfermos en este caso pierden casi
de repente la sensibilidad, el pulso es pequeño y débil, hay una
postración y debilidad general &c La indicación que se presenta en
estos casos, la mas natural es fortificar y reanimar el principio vital
para que pueda hacerse una reacción saludable, y resistir al princi-
pio mortífero, que gangrena y extingue el principio de la vida, y así
tienen tugarlos tónicos, estimulantes , corroborantes &c. Las sangrías
y el plan debilitante no conviene, porque disminuyen la fuerza de
la acción orgánica, y aumentan la enfermedad; y así Quesnay y
Boerhaave dicen que en ciertas inflamaciones epidémicas morían los
enfermos luego que se sangraban.
La estrangulación es una de las principales causas de la gangre-
na, y es la que ha sido ignorada hasta que Quesnay ha tratado sa-
biamente de ella: se entiende por estrangulación todas las causas ca-
paces de comprimir y estrechar los vasos en términos que pueda
3 i6 GAN
detenerse el libre curso de los fluidos en ellos; y así se puede te-
ner presente toda clase de hinchazones , contusiones, heridas, aneu-
rismas &c. (V. todos estos artículos y el de obstrucciones.) Aun
después de curadas qualesquiera de las enfermedades que producen la
estrangulación, suele quedar la gangrena, que es necesario tratar con
el método ya indicado. Si la mortificación ha hecho progresos irre-
parables, y que todo un miembro está atacado, esto es, que ha in^
teresado la gangrena todas las partes, siendo una muerte completa,
entonces se llama esf arelo , y no hay mas remedio que la amputación.
El estupor es un efecto de los cuerpos contundentes que hieren
con mucha violencia. Este accidente se verifica con mas freqüencia
en las heridas de armas de fuego, al qual suele seguirse la gangrena,
la que exige remedios mas penetrantes y fortificantes. ( El opio se ha
dado con grandes ventajas en estos últimos tiempos combinado con
los cordiales.) La mordedura de animales venenosos produce tam-
bién la gangrena por la facultad deletérea del veneno. ( V. el artí-
culo venen os.) El frió causa igualmente la gangrena, coagulando
los sucos en los vasos; y así es que no es necesario mas que una
parte se exponga á un frió excesivo para que los líquidos se detengan.
Los repercusivos usados indiscretamente sobre una parte inflamada
causan en ella la gangrena. En las regiones muy frias , como la Rusia
y otros países del Norte, se gangrenan las orejas y las narices, como
ya hemos dicho antes. Las quemaduras, siendo algo profundas , suelen
á veces causar la gangrena por haber producido un trastorno funesto
en la circulación. Por último, las úlceras escorbúticas y las hernias
suelen terminar en gangrena, como se puede ver en los artículos de
cada una de estas enfermedades, que hemos indicado son causa de ella.
La gangrena seca es aquella que no viene acompañada de infar-
tos , y que es seguida de cierta sequedad , que preserva la parte
muerta de incurrir en disolución pútrida: la parte se pone fria, ce-
sando casi enteramente el calor y la acción de las arterias, cerrán-
dose estos vasos por su propio resorte ; las carnes mortificadas se
ponen mas duras, mas correosas, y mas difíciles de cortar que las
vivas. Las partes se mortifican antes que se secan. Los enfermos no
sienten nada, hallándose las carnes sin putrefacción, como las de un
hombre recien muerto, quando mas sale alguna sangre nigricante.
Alguna vez sienten los enfermos una sensación de calor quemante,
aunque la parte esté fria, y otras un frió doloroso, y á veces ni uno
ni otro, sintiendo solo como una pesadez ó estupor. Los progresos
de la gangrena seca por lo común son lentos; pero alguna vez son
muy rápidos. Las causas que producen la extinción de la acción or-
gánica de los vasos arteriales producen también esta especie de gan-
grena; el uso de pan de trigo con tizón parece que causa esta enfer-
medad , como también el virus venéreo y el escorbútico j y en fin
GAR 317
todas las enfermedades agudas pueden terminar en gangrena seca,
como se ve freqüentemente en la práctica, sin ningún infarto ni in-
flamación.
Esta enfermedad presenta tres indicaciones generales, que son
precaver el mal , detener los accidentes, y curar la gangrena quando
se veriñca. En la gran debilidad é inercia que suele haber en los
viejos, no puede de ningún modo emplear la Medicina otros auxi-
lios, para precaverlos de la gangrena seca, que algunos fortificantes,
que casi siempre son inútiles. El vicio venéreo se puede corregir con
su específico, y evitar de este modo la gangrena. También se pueden
combatir con ventaja las causas que dependen de otros vicios que
pueden debilitar la acción de los vasos, valiéndonos de la quina,
remedio que no solo precave sino también cura, pues su uso en el
acto de la gangrena está recomendado por todos los prácticos.
Ext. *.
GARCÍA (Marcos), (Biog.) Cirujano del hospital general de
Madrid , y Maestro de este arte. Dio á luz Honor de la Medicina,
y aplauso de la Cirugía castellana , y la flema de Pedro Her-
nández , obra joco-seria. Madrid 1657, en %°
García (Matías), (Biog.) Médico Doctor de Valencia, Pro-
fesor en aquella universidad de teórica, y después de Anatomía: es-
cribió Disputaíiones Medicina selecta, es decir: De venenis. De
antidotis. De opio. De compositionibus opiatis. De venenis in
particulari. De motu cordis. De motil arteriarum. De motu san-
guinis. León de Francia 1677 , en (olio. Disputaiiones fisiología.
Valencia 1681, en folio.
García carrero (Pedro), de Calahorra, Doctor de Medi-
cina, célebre profesor de ella en Alcalá, y Médico de Felipe ur,
dió á luz las obras siguientes: Disputaiiones Medica , et commen-
íaria in uno fen. libri 4. Avicena , in quibus non solum qua per-
tinent ad theoricam , sed etiam ad praxim, locupletissime repe-
riuntur. Disputationes Medica , et commentaria ad fen. j, li-
bro i. Avicena, hoc est , de febribus. Alcalá 1612 , en folio. Dis-
putationes Medica , et commentaria in omnes libros Q-aleni de
locis afectis. Alcalá 1605 y 1612, en folio.
GARGARIZAR. (Cir.) Es la acción de lavarse la boca y la
entrada del esófago con algún líquido: se suele gargarizar con el agua
común para limpiar los materiales limosos ¿kc. que se forman de no-
che en la cámara anterior y posterior de la boca: otras veces se ha-
ce para curar algunas enfermedades del fondo de la boca; entonces
se suele poner la cabeza inclinada atrás , habiendo tomado en la bo-
ca el líquido apropiado, y se le agita con el ayre para formar gor-
goritos: esta práctica la suelen reprobar algunos prácticos, porque
el movimiento del ayre con el del agua puede irritar las partes y
3 i8 GAR
dañar á la acción del medicamento, el qual obrará nías eficazmente
si se mantiene en la boca, bañando la parte enferma sin agitarse.
GARGARISMO. {Mat. Mecí.) Se da este nombre y el de
gárgaras á un medicamento líquido mas ó menos compuesto, des-
tinado para lavar la boca y las fauces en las diferentes afecciones de
estas partes. Los autores suelen dividir este medicamento en enjua-
gatorio y gargarismo, llamando al primero quando solo sirve para
enjuagar sin gargarizar (V. este artículo.), y al contrario para nom-
brar al segundo. La división mas interesante es por razón á sus pro-
piedades, esto es, en emolientes, resolutivos, detergentes, anties-
corbúticos &c. , que se suelen formar de cocimientos de las plantas
y otras substancias de las mismas propiedades, que se emplearán se-
gún las diversas indicaciones que se presenten en las varias afecciones
á que se aplican. (V. angina, aftas, escorbuto &c.) Se debe
evitar en la composición de las gárgaras el que entren substancias,
que seria peligroso el tragar, y también los medicamentos nauseosos,
porque excitan el vomito. Son varias las fórmulas ó recetas de los
gargarismos que se bailan en los libros de Materia Médica y en las
Farmacopeas, que nos parece inútil trasladar aquí, porque el facul-
tativo sabrá elegir de las plantas emolientes y otras substancias de
esta especie, las que le parezcan mejor, y disponer un cocimiento
con algún xarabe ó miel &c. si la indicación es laxar; valiéndose de
los resolutivos, antisépticos &c. si las enfermedades los exigen. ( V.
el articulo inyecciones, cuyos medicamentos pueden servir de
gargarismos .)
£1 gargarismo compuesto de berros ó antiescorbútico de la His-
pana , que es el único que trae, se reduce á una onza de raiz de ru-
bia de tintoreros, de berros, salvia, becabunga, aquilegia, raiz de
pelitre y corteza winteriana, de cada cosa dos dracmas; agua re-
ciente de cal , libra y media. Se cuece todo á lumbre mansa en una
vasija bien tapada por espacio de un quarto de hora, y después de
colado se añade media onza de alcohol ó espíritu de codearía, y
quatro onzas de miel rosada.
GARROTILLO. (Cir. y Med.) Voz castiza castellana que
se expresa con ella la hinchazón ó inflamación de las fauces, y que
se suele usar indistintamente esta, y la de angina (V. este artículo.),
para nombrar dicha enfermedad. Nuestros Médicos antiguos han
escrito mucho del garrotillo, y los extrangeros han tenido á esta
enfermedad como una modificación particular de la angina, y entre
ellos es muy célebre el garrotillo español, sin duda porque esta en-
fermedad ha sido freqüentemente epidémica en algunas provincias
de España. Nuestros escritores antiguos no están muy acordes so-
bre la naturaleza del garrotillo maligno; unos quieren que sea un
carbunco en las fauces, otros una ulceración, y otros una inflama-
GAS 3 J 9
cion gangrenosa; pero todos convienen en que vienen síntomas ge-
nerales de malignidad ó nerviosos acompañando á esta enfermedad
local; ¿pero s'eria extraño pensar que el garrotillo, según se ha pre-
sentado en varias epidemias, fuese un síntoma accidental de la ca-
lentura maligna ó nerviosa que le acompaña, como los bubones y
carbuncos en la peste? De qualquiera manera el garrotillo español,
sea epidémico y aun contagioso como quieren algunos, sea una en-
fermedad local, esencial ó sintomática, se tratará siempre como una
angina maligna gangrenosa (V. angina.); y si se presentase con ca-
rácter actuoso ó con úlceras ó con inflamación, se seguirán las indi-
caciones adjuntas á estas enfermedades. {V. aftas y úlceras.) La
quina interiormente , y en los remedios locales, es el principal re-
medio ; el que han usado siempre nuestros Médicos antiguos , á pesar
de carecer de las ideas patológicas del dia; y los que han escrito de
esta enfermedad antes del descubrimiento de la quina, recomiendan
los cordiales y alexífarmácos, reprobando las sangrías muchos de ellos.
Los que quieran instruirse mas por menor, y adquirir una erudición
prolixa del garrotillo, que no es de este lugar, pueden ver las obras
de Juan de Sotoca, las de Gerónimo Gil, de Nuñez, Pérez, Fon-
techa &c.
GAS. ( Mat. Méd.) Habiendo influido el conocimiento de los
fluidos elásticos ó de los gases en la Materia Médica, y sobre todas
las otras partes de la Física, es indispensable considerar las propie-
dades de estos cuerpos baxo el aspecto que dice relación con la Me-
dicina. Se sabe ya que el gas es una disolución de un cuerpo simple
ó compuesto en el calórico, que el carácter esencial de esta disolu-
ción es de ser perfectamente transparente ó invisible, y muy elásti-
co ó compresible; siendo cierto que este estado, que muda y modi-
fica la mayor parte de las propiedades de los cuerpos , se debe al di-
solvente ó calórico. Quando por las leyes de las atracciones se se-
paran los cuerpos disueltos en el calórico, se desaparece la forma
gaseosa, y el calórico libre se reconoce por la sensación de calor
que produce. Así es como calentando los cuerpos, introduciendo
entre sus moléculas masó ménos calórico , se consigue darles la for-
ma de "as; así es también como se hace tomar el estado gaseoso al
amoniaco, á los ácidos carbónico, fluórico, sulfúreo y muriático;
por esta razón siempre que se forma gas se emplea el calórico, y por
consiguiente el enfriamiento, consideración importante para la Ma-
teria Médica. Hay con efecto substancias medicinales, que recibidas
en el estómago , ó aplicadas en la piel , toman prontamente la forma de
gas, substrayendo á los órganos una parte mas ó ménos considerable
del calórico, que contienen por el enfriamiento que se ocasiona, por
lo que se concibe que pueden disminuir el calor muy fuerte , y calmar
iodos los síntomas que de él provienen; así aplicando en la piel lo
32o GAS
licores alcohólicos producen en ella una sensación de frió debido á
su evaporación; el éter también debe tener un efecto análogo en el
estómago. (V. la palabra Éter.) Otra consideración no menos
importante, por !o que hace á las acciones medicinales debidas á la
forma gaseosa de los medicamentos, es que los remedios suscepti-
bles de tomar esta forma deben obrar de una vez sobre una gran
superficie , y llevar su energía por casi todo el sistema nervioso , vas-
cular, irritable &c. Por esta razón sin duda la clase de los remedios
volátiles, perteneciendo por otra parte á diferentes órdenes de ac-
ciones medicinales, como los narcóticos, los cordiales, los anties-
pasmódicos, los estimulantes &c, ofrecen á los Médicos efectos tan-
to mas prontos y menos durables, quanto mas fácilmente se reducen
á vapores. Tales son los puntos principales que deben considerar los
Médicos en la historia de los medicamentos, con relación á la pro-
piedad gaseosa de ellos. Por lo que hace á los pormenores pertene-
cientes á las propiedades de los diversos gases, conocidos y emplea-
dos en su estado gaseoso, hablaremos alguna cosa en los artículos
siguientes F.
Gases ácidos. [Mat. Méd.) Los gases ácidos en general (pues
hay muchas de estas sales que pueden tomar la forma de gas) son
irritantes, acres, y aun corrosivos quando pertenecen á minerales po-
derosos. Los del reyno vegetal y del animal, que freqüentemente
aparecen baxo la forma de vapores ó de gas no permanentes, pueden
ser disueltos en el ayre, y comunicarle algunas propiedades medici-
nales útiles, señaladamente la qualidad antipútrida: así el vinagre en
vapor se emplea generalmente con suceso para corregir los malos olo-
res y oponerse al 'efecto de los vapores pútridos, y aun también
produce el efecto cordial , pero no se debe confiar demasiado en este
medio. No esá propósito, como se cree comunmente, para destruir
el virus contagioso, la peste y las viruelas, ni ménos opone, co-
mo se ha dicho sin razón, una barrera tan insuperable á la actividad
deletérea de estos miasmas , que no se deban temer efectos peligrosos,
ni tomar contra ellos las mayores y mas seguras precauciones. [Véase
desinfección.) También debemos saber que para volatilizar ó va-
porizar el ácido acetoso ó qualquiera otro vegetal y animal, no
se deben echar en palas hechas ascuas ó en brasas. Por este me-
dio se descomponen , se queman , y se les quita la mayor parte de
su virtud antiséptica. Para volatilizarlos sin destruirlos, y sin que to-
quen en el estado empireumático, se calentarán en vasijas de vidrio
ó tierra lo necesario para reducirlos á vapor, y mantenerlos en la
ebullición ligera, que basta para ellos. Freqüentemente se toma pa-
ra este fin vinagre, que tiene en disolución la parte aromática y- ex-
tractiva de las plantas odoríferas ó cordiales, creyendo hallar en-
tonces dos medios juntamente para opone/se al riesgo de los vapo-
GAS 321
res pútridos ; pero esto es solo cierto en los casos en que se dexan
vaporizar los vinagres compuestos á la temperatura delayre, que los
disuelve con mas ó ménos eficacia: si se les calienta, se queman mu-
cho mas fácilmente que el vinagre puro, en razón del extracto que
este ácido tiene en disolución F. En el artículo fumigación y des-
infección se trata de los efectos de los gases ácidos.
Gas ácido carbónico. {Mat. Méd.) Sabido es ya que el gas
ácido carbónico quando es puro sufoca con mucha prontitud los ani-
males , y les causa la mas peligrosa de todas las asfixias ; pero nada
de esto produce , y aun puede dar un movimiento muy útil quando
se mezcla con el ayre atmosférico en la proporción de una octava 6
de una séptima parte (V. atmósfera.); fuera de esta dosis el ayre
empieza á ser de muy difícil respiración. Los ingleses son los prime-
ros que imaginaron mezclar con el ayre atmosférico porciones pe-
queñas del gas ácido carbónico para hacerle medicinal , cuya mezcla
se ha recomendado, especialmente en las afecciones de pecho, y se
pretende que sea uno de los mas poderosos remedios en la tisis pulmo-
nal ; y no es inverosímil que el ayre mezclado de gas ácido carbónico
obre como antiséptico, y pueda producir buenos efectos en todas
las enfermedades pútridas. Pero no se debe olvidar que hay ciertas
personas cuyos pulmones muy sensibles no pueden soportar la mez-
cla de gas ácido carbónico en el ayre , y que para ellos se debe dis-
minuir la dosis de este ácido gaseoso: llegando á la proporción indi-
cada poco á poco , y por grados insensibles, se ignora de qué mane-
ra obra en el cuerpo humano la adición de este gas; si es después de
haber sido absorvido por las venas pulmonales y en lo interior del
sistema vascular, ó si la proporción menor de ayre vital y la mayor
de gas no respirable es de la que se deduce la verdadera razón de estos
efectos en la economía animal. En Francia no se han adoptado las
propiedades medicinales delayre mezclado de ácido carbónico, y los
ensayos hechos en Inglaterra no han correspondido á todas las espe-
ranzas que se habían concebido F. En el artículo respiración se
indicarán algunas ideas fisiológicas de este gas, como lo hemos he-
cho también en el de ayre y atmósfera.
Gas ácido fluórico. (Mat. Méd.) No es de uso ninguno en
Medicina este gas, pero es muy notable por la propiedad de tener al
pedernal en disolución líquida ; como disuelve el vidrio , se puede
emplear para hacer escalas de diferentes instrumentos útiles á la Far-
macia &c. F.
Gas Ácido müriÁtico. {Mat. Méd.) El ácido muriático que
tiene la propiedad de adquirir fácilmente la forma de gas , aunque
baxo de ella no ha sido empleado en Medicina, puede no obstante
servir de un estimulante muy activo en el caso de desfallecimiento 6
de asfixia. Por los experimentos que Bucquet ha hecho sobre diver-
TOMO IV. SS
322 GAS
sos animales asfixiados, se ve que se les puede volver á la vida por
el vapor del ácido muriático aplicando á sus narices un frasco lleno
de este ácido concentrado, del que sin cesar se desprende el gas
ácido muriático. Un largo contacto de este gas en la piel la pone
roxa, caliente, y excita todos los fenómenos de inflamación: podría
servir para producir en algunas regiones exteriores una irritación rá-
pida para llamar un humor extraviado, concentrar la acción ner-
viosa, y hacer desaparecer los espasmos en la misma proporción. F.
Gas Ácido muriático oxigenado. (Mat. Mé¿L y Med.
Prdct.) El descubrimiento de este cuerpo ha influido en casi todas
las ciencias físicas, y se espera que algún dia sacará de él la Medici-
na grandes ventajas. El gas ácido muriático oxigenado , descubierto
por Scheele, se prepara poniendo el ácido muriático líquido en con-
tacto con el óxíde de manganesa , y destilando su mezcla á un fue-
go manso. También se puede obtener calentando con un aparato
conveniente muriate de sosa ó sal marina, ácido sulfúrico concen-
trado, y óxíde de manganesa; ó bien calentando ligeramente una
mezcla de ácido nítrico y de ácido muriático. En todos estos casos
el ácido muriático quita el oxígeno al oxide de manganesa ó al áci-
do nítrico, y pasa al estado de gas ácido muriático oxigenado. Este
gas es notable por el color amarillo verdoso * por el olor acre y
fuerte muy particular, y por la singular energía que tiene sobre la
economía animal, como veremos en el párrafo siguiente. Inflama el
fósforo, el azufre y los metales muy divididos; destruye los colores
vegetales, á lo ménos los amarillos ; apénas toca á los colores anima-
les , y convierte los blancos en amarillo. Todos los efectos que le ca-
racterizan provienen del oxígeno que contiene , y que se desprende
para unirse á los cuerpos combustibles, y para quemarlos con mas ó
ménos energía: después de producir estos efectos, vuelve á tomar
los caracteres de ácido muriático ordinario.
Una de las. consideraciones mas importantes para la Medicina es
relativa á la energía con que obra este gas en los animales. Recibién-
dole en las narices y en la boca excita una sensación de compresión y
de astricción, que comprimiendo las fibras parece desecar las mem-
branas. Esta sensación se hace inmediatamente una especie de estran-
gulación , una sufocación seguida de una tos al principio seca , después
acompañada de salivación. Semejante acción se desvanece después
que se ha mezclado con el ayre el gas ácido muriático oxigenado;
porque si se obligase á los animales á respirarle solo y s¡n mezcla de
ayre atmosférico, como quando se les mete en una campana llena
de este gas, serian prontísimamente asfixiados y muertos. No hay
un Químico que no conozca por experiencia el efecto del gas ácido
muriático oxigenado. Después de la compresión en las narices y en
la garganta, el efecto consecutivo de esta acción es un verdadero-
GAS 323
romadizo muy fuerte , que se fixa ya sea en los agujeros de las narices,
ya sea en la traquiarteria , ó bien en Jos bronquios , á proporción de
la energía con que ha obrado el gas en qualquiera de estos órganos. Se
separa por el estornudo ó por la tos un humor espeso, blanco , ama-
rillento , verdoso , semejante al que se produce en los romadizos; y se
siente una calentura local, un dolor y una fatiga análogos á los que
se experimentan en las enfermedades conocidas con este nombre; los
quales accidentes duran y terminan como los que provienen de qual-
quiera otra causa. Por esto he pensado que los romadizos pueden pro-
venir de la acción del oxígeno atmosférico muy concentrado y muy
acre , por decirlo así , como sucede en las estaciones en que sobre-
viene el frió repentinamente, y en que pasa el ayre rápidamente á
un estado de condensación muy considerable. La condensación pro-
ducida en los humores animales por el contacto del gas ácido muriá-
tico oxigenado, anuncia que es efecto de la fixacion del oxigeno; y
por un mecanismo semejante parece que se condensan el moco, la
cera de los oidos, las légañas, el pus, las materias catarrosas, y to-
das las evacuaciones críticas. De estas primeras observaciones sobre
el efecto del gas ácido muriático oxigenado , parece que se ha debi-
do concluir que goza de las propiedades astringente y antiséptica ; y
es muy verosímil que así sea; pero aun no se ha verificado. Por un
número bastante considerable de experimentos, se ha administrado
por consejo mió en las úlceras envejecidas, % y en los cancros ulcera-
dos en los pechos , y ha producido en algunos días de aplicación ex-
terior una calma bastante sensible, espesando el humor de las úlce-
ras, avivando las carnes, y condensando su fondo demasiado blan-
do ; pero no habiéndose sostenido este alivio , mis esperanzas no han
quedado satisfechas enteramente. Ya se ha empezado á dar este cuer-
po interiormente, pero baxo la forma líquida, como se debe presu-
mir, porque no se puede introducir con seguridad este gas en el es-
tómago.
Es difícil de poder fundar una grande esperanza en las propieda-
des medicinales del ácido muriático oxigenado; y aunque en el pre-
sente artículo no debe tratarse mas que del gas, se ha hablado tan
poco sobre este punto en la palabra ácido, que me veo en la obli-
gación de comunicar aquí las ideas que de él he formado. No es
permitido dudar que el oxigeno no sea la materia activa de un gran
número de preparaciones farmacéuticas, y que este principio tenga
en la economía animal una energía y un poder medicinal muy con-
siderable. Si consideramos el conjunto de las mas importantes con-
sideraciones químicas para la práctica de la medicina, veremos que
casi todas consisten en oxigenar los cuerpos combustibles. Los áci-
dos no son otra cosa que' materias quemadas; las quales sin la pre-
sencia del oxígeno tendrán poco ó ningún sabor y virtudes ; los me-
324 GAS
tales que suministran tantos medicamentos preciosos, se logra única-
mente después de haber sido mas ó ménos oxidados. Una gran dosis
de oxígeno los hace también tomar el estado de cáusticos: estas con-
sideraciones son igualmente aplicables a la plata, al hierro, al anti-
monio y al mercurio. En estas substancias oxigenadas á diferentes
grados se hallan tónicos, disolventes, eméticos, purgantes acres y
cáusticos venenosos. Los metales no tienen pe r sí mismos ninguna ó
casi ninguna de estas virtudes; pero absorviendo el oxigeno , las ad-
quieren en grados, tanto mas fuertes, quanto son cargados de ma-
yor cantidad de este principio. Parece pues que se puede atribuir al
oxígeno la virtud emética, purgante, disolvente, tónica, y aun la
acritud ó la fuerza de los cáusticos: si esto es así , como lo estable-
cen tantos hechos para los hombres igualmente instruidos en los fe-
nómenos de la economía animal, y en los de las atracciones quími-
cas, se concibe quantas esperanzas se pueden fundar de una substan-
cia que contiene oxígeno en tanta abundancia , y tan próximo al es-
tado elástico: se ve que los Médicos y los Químicos no solamente
hallarán un agente muy poderoso en el gas ácido muriático oxige-
nado para el tratamiento de muchas enfermedades, y señaladamente
de las crónicas, sino también un medio para adelantar la teoría de la
Terapéutica ó de las acciones medicinales. Ya se divisa que la pro-
piedad antivenérea pertenece en el oxígeno fixado en el mercurio,
puesto que este metal exerce semejante virtud , tanto mas pronta-
mente, quanto está mas cargado de él , así no es imposible hallar el
mas poderoso de los antivenéreos en el gas ácido muriático oxigena-
do , ó en el agua que le tiene en disolución ó en algunos compuestos
de este ácido.
Hay una propiedad medicinal mucho mas probada , y por con-
siguiente mas inmediata ó mas propiamente útil en el gas ácido mu-
riático oxigenado : esta es la de oponerse á los arriesgados efectos del
virus contagioso, de los miasmas pútridos , de los efluvios infestados,
y de purificar en general, destruyendo ó mudando enteramente el
orden de composición de este virus. Así es como he concebido y
expuesto esta idea en mi Diario de los descubrimientos en Medicina
tomo 2, pág. 89. El arte de precaver los males que producen los
lugares infestados por materias animales en putrefacción , es uno de
los beneficios que la Medicina debe agotar en los recursos que le
ofrece la Química. Sabido es ya que el vapor del ácido muriático des-
prendido del muríate de sosa ó sal marina por el ácido sulfúrico
concentrado ha llenado este objeto, y que ha salido perfectamente
bien á Mr. Morbeau. Hoy se posee un agente mucho mas poderosa
en el ácido muriático oxigenado, ó ácido marino deflogisticado de
Scheele. Este instrumento tan útil en las manos de los Químicos mo-
dernos tiene la propiedad de destruir los olores, y de aniquilar las
GAS 325
impresiones desagradables ó incómodas que causa en las personas
nerviosas y sensibles. Es pues de esperar que el ácido muriático oxi-
genado podrá servir ventajosamente para purificar los cementerios^
las bóvedas para enterrar, los establos habitados por animales afec-
tados de entermedades contagiosas &c. Es muy sencillo el medio de
obtener este ácido , y se halla descrito en todas las obras moder-
nas de Química; pero para desinfestar los lugares indicados, basta
un solo procedimiento ménos compuesto que el que se emplea para
obtener el ácido muriático líquido. Quatro onzas de oxide de man-
ganesa cristalizada y pulverizada; una libra de sal marina; media
de ácido sulfúrico concentrado, mezclado con otra media de agua
( V. desinfección.); tales son las materias necesarias para producir
el deseado efecto. Se pondrán secas en una olla ó en un plato hondo
colocado en un hornillo, y se verterá sobre la mezcla el ácido: se
desprenderá gas ácido muriático oxigenado , que se esparcirá en el
lugar infestado , y manifestará su acción en el vapor dañoso.
En fin , el gas ácido muriático oxigenado puede ser también útil
á la Medicina, ya sea como un medio de conocer las propiedades
de las materias animales (lo qual puede servir para ilustrar la Fisio-
logía), ó ya sea suministrando un instrumento precioso para reco-
nocer la naturaleza de las materias minerales, vegetales ó animales
medicamentosas. Casi no hay parte en la Medicina que no pueda
sacar algunas ventajas del gas ácido muriático oxigenado: por cuya
razón los Médicos deben dedicarse á conocer exactamente todas sus
propiedades. F.
Gas ácido sulfuroso. (Mat. Méd.) Como en el artículo de
los ácidos se ha tratado de las principales propiedades del ácido sul-
furoso, dexaremos de repetir lo que en él se ha dicho; y nos con-
tentaremos solamente con anunciar lo que puede ser particular á su
forma gaseosa. El ácido sulfuroso toma con prontitud, y fácilmente
la forma fluida y elástica: para desprenderle del agua y reducirle á gas
basta un calor moderado, ó se recoge sobre el mercurio. Es nota-
ble por su olor vivo y sofocante, por su propiedad colorante, que
obra aun en las substancias animales; por la de asfixiar los animales
quando se hallan expuestos al contacto de este gas puro: haciéndose
por el contrario un estimulante pronto y activo quando forma vapor,
mezclado con el ayre, da súbitamente en las narices, y lleva la irri-
tación hasta en el diafragma , cuyas contracciones excita. Bucquet
ka hecho volver en sí á animales asfixiados con el contacto del va-
por del azufre ardiendo ó del gas ácido sulfuroso. Tal es el único uso
medicinal que hasta ahora se ha hecho de este gas. Se podrá emplear
por el medio sencillo y fácil de una pajuela encendida , colocada á
alguna distancia de la nariz para reanimar á los animales asfixiados.
( V. la palabra ácido sulfuroso.) F.
326 GAS
Gas alcalino. (Mat. Méd.) (V. gas amoniaco.)
Gas amoniaco. (Mat. Méd.) El gas amoniaco ó gas amonia-
cal es el vapor del amoniaco ó álcali volátil. Esta especie de álcali,
derritiéndose en el calórico se hace un fluido elástico comprensible &c;
toma la forma de gas por una pequeña dosis de calórico: para disol-
ver una parte de él , y hacer que tome el estado de gas ó de vapor
basta el contacto del ayre : esto es lo que acontece quando el amo-
niaco líquido se pone en contacto con la atmósfera , ó quando se abre
un frasco lleno de esta especie de álcali. Este gas es el que al abrir
los frascos irrita las narices de un modo fuerte y picante , como sa-
ben todos, desde que se ha introducido la costumbre de llevar con-
sigo frasquitos llenos de álcali volátil fluido ó amoniaco. Sus propie-
dades y usos han sido tratados en las palabras álcalis y y en uno de
estos artículos se ha hablado también del gas alcalino ó amoniaco.
Nos contentaremos con referir aquí que la acción estimulante del
gas amoniaco, mezclada con el ayre, es muy á propósito para volver
en sí á los asfixiados; y seria de desear que no se emplease mas que
el gas ; que no se expusiese tan generalmente como lo está para cau«
sar males mas ó ménos graves , porque es peligroso hacer tragar á
algunos enfermos amoniaco líquido. Para evitar los inconvenientes
causados por la ignorancia , convendría llevar consigo solamente es-
ponjas impregnadas de gas amoniaco, ó de un poco de amoniaco lí-
quido ; estas esponjas metidas en braserillos metálicos muy bien cer-
radas bastarían para reanimar á los asfíticos , y no permitir el
amoniaco líquido á las personas que caen en desfallecimiento por
qualquiera causa que sea. El mismo medio serviria ventajosamente
para precaver los efectos violentos del gas ácido muriático oxigena-
do, si este se emplease en Medicina. Se sabe que estos dos gases se
descomponen uno con otro; que el ácido muriático oxigenado vuel-
ve al estado de ácido muriático ordinario ; que se forma del agua , y
que el amoniaco privado de su hidrógeno por esta formación de agua,
se reduce á gas ázoe otro principio de esta especie de álcali. F.
Gas Ázoe. (Mat. Méd. é Hig.) El gas ázoe es uno de los que
componen la atmósfera, y constituye la 37 centésima parte de ella.
Es mas ligero que el ayre vital ; no puede servir para la combustión ni
para la respiración, como se ha dicho mas por menor en el artículo
ayre atmosférico. La base de este gas interesa á la historia de la
Materia Médica , únicamente porque entra en la composición del ácido
nítrico y del amoniaco. El ázoe debe ser conocido de los Médicos
como uno de los que componen las materias animales , y no se dife-
rencian de las substancias vegetales, cuya presencia los hace sus-
ceptibles de dar amoniaco por la destilación , de podrirse prontamen-
te, dando con abundancia el mismo producto, y de suministrar tam-
bién por la putrefacción ácido nítrico. F.
GAS 327
Gas hidrógeno. (Mat. Méd.) Se ha dado este nombre al
gas inflamable doble puro , porque es uno de los principios que com-
ponen el agua. Los fenómenos y las propiedades de este gas puro in-
teresan únicamente la Materia Médica, porque es uno de. los princi-
pios del agua, y porque se separa de ella siempre que el oxígeno,,
otro principio de este cuerpo , se fixa en una materia combustible
que se descompone. (V. el articulo agua.) F.
Gas hidrógeno carbonado. {Mat. Méd.) El gas hidrógeno,
teniendo carbono en disolución , es uno de los principios que se ob-
tienen con mas freqüencia y abundancia en la análisis de las substan-
cias vegetales, y también en las de las materias minerales, así por-
que el carbono se contiene en muchos cuerpos, como porque se di-
suelve fácilmente en el gas hidrógeno; y esta disolución hace muy
pesado á este gas, y susceptible de dar ácido carbónico durante su
combustión. Esio es lo que debe tener presente un Médico con res-
pecto a la naturaleza del gas hidrógeno carbonado, porque su his-
toria influye muy poco en la Medicina. Debe sin embargo saber que
el gas hidrogeno carbonado mata á los animales con mas prontitud
que el gas hidrógeno puro; que este gas peligroso se desprende, se-
ñaladamente en los tiempos de la combustión del carbón , quando
este cuerpo mas ó ménos penetrado de humedad empieza á descom-
poner el agua; cuyo hidrógeno separándose de ella baxo la forma de
gas, lleva consigo en disolución una cantidad bastante grande de
carbono; por lo que es tan peligroso el carbón en los parages po-
co espaciosos y cerrados, especialmente en el principio de su infla-
mación. ( V. las palabras ayre inflamable, carbón, hidró-
geno &c.) F.
Gas hidrógeno fosforado. (Mat. Méd.) El fósforo es diso-
luble en el gas hidrógeno , así como el carbono y el azufre. De esta
disolución resulta un gas singular de un olor muy fétido, notable por
la propiedad de inflamarse espontáneamente con el contacto del ayre
•viul y del atmosférico, y de arder con una llama blanca muy bri-
llante. Este gas no interesa á la Medicina, sino porque algunas veces
se forman y desprenden en corta cantidad de las materias animales
que se pudren, especialmente peces en putrefacción. A su desprendi-
miento y putrefacción se puede atribuir la fosforescencia de los pe-
ces, de las carnes, y en general de todas las substancias animales;
pero esto necesita ser confirmado por experiencias exactas. F.
Gas hidrógeno sulfurado. ( Mac. Méd.) Es uno de los flui-
dos elásticos que tienen mas relación con la Materia Médica; que ya
se ha empleado en ella freqinntemente , y que lo será mucho mas en
lo sucesivo, porque Bergman ha hecho ver, que se puede obtener
este gas con grande abundancia de los azufres sólidos tratados por
los ácidos, y disolverle después en agua; imitando de manera por
328 GAS
esta disolución las aguas minerales sulfurosas , que ya se barí emplea-
do muchas de estas artificiales, así interior como exteriormente ; el
arte de prepararlas es muy sencillo, y se ha indicado en el artículo
aguas minerales artificiales. Baste decir aquí , con relación
al gas hidrógeno sulfurado, que su disolución en agua presenta la
ventaja de poder hacerse muy fuerte ó débil ; por manera que cor-
responda á todas las indicaciones y casos que puedan ofrecerse en la
práctica. Conviene observar que este gastan útil disuelto en agua es
un veneno muy peligroso baxosu forma gaseosa; que mata á los aní-
males con mucha energía; que esparcido aun en el ayre afecta los
nervios muy fuertemente, y que produce desfallecimiento y debili-
dad de nervios muy molesta, como muchos Químicos han obser-
vado F.
Gas nitroso. {Hig. y Mat.Méd.) El gas nitroso es una com-
binación de ázoe y de oxigeno , igualmente que el ácido nitroso , del
qual se diferencia por una proporción menor del principio acidifi-
cante ; á este defecto de oxigeno debe la pérdida de su acidez, y no
es mas que un óxido que proviene de la descomposición del ácido
nítrico por cuerpos combustibles que le han substraído una parte de
su oxigeno. Lo que particularmente caracteriza este gas es la pro-
piedad de hacerse ácido quando se le presenta gas oxigeno , ó un gas
que le contiene, como el ayre atmosférico y el gas ácido muriá-
tico oxigenado. Mr. Priestley, que descubrió esta propiedad en el
gas nitroso, creyó que podría ser útil para conocer la pureza ó el
estado respirable del ayre. Si se mezcla ayre común con gas nitroso,
este absorve todo el ayre vital ú oxigeno que contiene aquel; se con-
vierte inmediatamente en un vapor roxo disoluble en agua , de mo-
do que una porción de la mezcla de los gases desaparece conden-
sándose en el agua ; y se juzga de la pureza del ayre examinándolo
por la quantidad de gas nitroso que absorve, ó por el volumen de
los gases disminuidos. Se debe saber que es defectuoso el procedi-
miento del gas nitroso si se hacen ensayos eudiométricos: i.° porque
este gas no es siempre el mismo, y contiene proporciones diferentes
de gas ázoe, según el estado de descomposición del ácido , del nitro,
de la naturaleza y de la cantidad del cuerpo combustible, que ha
servido para descomponer este ácido la temperatura á que se ha hecho
esta descomposición, y el tiempo que ha durado: 2° porque aun
quando fuese posible conseguir siempre un gas nitroso idéntico , la
manera de obrar, y todas las circunstancias que puedan variar en esta
operación , son otros tantos medios de hacer diferenciar los resulta-
dos de las mezclas. Mr. Fontana, que ha perfeccionado maravillo-
samente el instrumento eudiométrico de Priestley, por la exactitud
que ha observado en apreciar las cantidades de gas mezclado , y del
resto que dexan después de su mezcla, anuncia 24 principales fuentes
Je errores en la operación ; por manera que muchos de estos reuni-
dos, como casi siempre, es imposible evitar puedan producir dife-
rencias muy notables en los resultados. Por lo qual se ha preferido
el eudicmetro de Volta , que consiste en quemar gas hidrógeno con
el ayre que se quiere examinar en un aparato cerrado destinado á
medir exactamente no solo las cantidades mezcladas de gas, sino
también la que resta después de la combustión. En fin, subsistiendo
igualmente en el aparato de Volta una parte de las mismas difi-
cultades, los Químicos han adoptado para sus procedimientos eu-
diométricos ó el fósforo, ó la acción de un azufre alcalino líquido
en el ayre.
Fuera del uso del gas nitroso en la Eudiometría, se han fundado
algunas esperanzas en la propiedad astringente y en la virtud anti-
séptica de este gas; pero sus usos se limitarán siempre á la conser-
vación de algunas preparaciones anatómicas , porque no se puede
emplear este gas en el estómago ni en la piel, visto que encontran-
do ayre en las dos partes, es de temer que forme ácido nitroso, y
por consiguiente que se haga un cáustico arriesgado. F.
Gas oxígeno. [Hig. y Mat. Méd.) Es lo mismo que ayre
vital : le han dado este nombre los Químicos modernos , porque la
base de este gas, unida al cuerpo combustible, forma ácidos, exis-
tiendo siempre en el ayre comunmente en la dosis de veinte y siete
centésimas: es uno de los principios de la vida de los animales. El
mantiene su calor por la respiración ( V. este artículo.), y se preci-
pita en sus fluidos, á los quales parece dar la propiedad plástica y con-
crescible. Se ha creído hallar en él un medicamento contra la tisis
pulmonar y las úlceras cancrosas; pero ha salido frustrada la e.'pe-
ranza de los Médicos, y parece que el ayre vital respirado será
mas bien útil en las enfermedades, donde hay debilidad, inercia, y
resfriamiento de las afecciones febriles; por lo que hace á su apli-
cación exterior como antiséptico en las úlceras viejas , en los cánceres,
y en las caries no es inverosímil que podrá producir ventajosos efec-
tos. ( V. AYRE VITAL Y OXIGENO.) F.
GASTRICO Ó GASTRICA. (Anat.) Adjetivo que se aplica
á varias partes que tienen relación con el estómago; trae origen de
la voz griega y*?»? , que significa estómago.
Las arterias gástricas son ramas de la hepática y de la esplénica;
se distribuyen en el estómago , se las distingue en derecha é izquierda,
y en grande y pequeña. Las glándulas gástricas son unos pequeños
granos glandulosos que se hallan colocados en el estómago. (V. este
artículo.) En el texido celular de su tercera túnica se cree que fil-
tran el licor gástrico. La vena gástrica derecha viene del tronco in-
ferior de la vena porta , y algunas veces de un ramo que sale de una
rama de la vena meseraycaj esta vena se distribuye principalmente
I TOMO IV. TT
33o GAS
en la parte derecha del estómago. Las dos venas gástricas izquier-
das que se distinguen en grande y pequeña forman con la gástrica
superior derecha la coronaria estomática que rodea el estomago.
Gástrico, (xugo ó licor) (Fisiol.) Sin embargo que hemos he-
cho ya descripción de este interesante humor en el artículo diges-
tión , adonde nos remitimos , expondremos en este su análisis quí-
mica. Es un xugo claro, que secretan las arterias en la cavidad del
estómago su órgano secretorio , son las boquillas exhalantes de las'
numerosísimas arterias, que riegan todos los puntos del estómago al
modo de una especie de rocío. Se mezcla continuamente con los ali-
mentos; pero quando el estómago está vacío es impelido á los intes-
tinos delgados, y absorvido por las boquillas de los vasos lácteos:
otras veces regurgita por el esófago á la cavidad de la boca si el
cuerpo se dobla mucho hácia adelante. En el estado sano no tiene
olor alguno ; el sabor es algo salado ; el color tan claro como el
agua , á menos que regurgitando la bilis al estómago no le tiña al-
gún tanto de su color amarillo. La gravedad específica es menor
que la de la sangre , pues mezclando con ella sube luego hácia la
superficie. La consistencia es algún tanto plástica por la mezcla del
moco estomacal; pero por sí sola es meramente aquosa. La cantidad
parece ser considerable, si atendemos á la amplitud de la superficie
del estómago y á su continua secreción. Mas esta secreción parece
ser mayor quando el estómago es estimulado por la presencia de los
alimentos. El xugo gástrico de los animales rumiantes, fitófagos, y
de quatro estómagos , principalmente de los adultos , se corrompe
muy pronto, y tiñe de verde el xarabe de violetas. El xugo gástrico
de los animales carnívoros y herbívoros, pero de un solo estómago,
es ácido, y tiñe de encarnado al xarabe de violetas. El xugo gástrico
de los animales omnívoros y del hombre es neutro, y no muda el
color del xarabe de violetas. Se une facilísimamente con el agua ; pe-
ro de ningún modo con la sangre. Ni los ácidos ni los álcalis lo
coagulan ; pero el alcohol precipita una pequeña porción en forma
de una masa albuminosa. Abandonado á sí mismo no se corrompe,
antes bien se opone á la putrefacción animal y á la fermentación
acida de los vegetales, por cuya propiedad se diferencia principal-
mente de la saliva. Todo xugo gástrico coagula la leche. Esta fuer-
za ó potencia de coagulación es propia del estómago, no solo de los
fitófagos, sino también de los sarcófagos, ruminantes y no rumban-
tes. De ella también goza el estómago humano, y basta el del feto
abortivo. La parte caseosa de la leche misma ó cuajo, habiendo es-
tado por algún tiempo en el estómago del ternero, coagula leche;
y lo que es todavía mas particular , el mismo estómago húmedo , ó
secándolo con precaución sin el socorro de ningún calor artificial , ó
lavado en lexia de potasa, la coagula también. Seis granos de la
GAS 331
membrana interna de un estómago infundidos en agua coagulan mas
de cien onzas de leche ; pero en los animales rumiantes solo el xugo
del quarto estómago goza de esta facultad de coagular la leche. £1
buche ó papo de las aves , que no parece contener sino un xugo sa-
lival, carece de esta facultad coagulante.
Los principios constitutivos del xugo gástrico son: i.° el agua
que constituye su mayor parte: 2° el principio albuminoso , que es
precipitado por el alcohol: 3. 0 el muriatede sosa, que se extrae por
la análisis química: 4. 0 el ácido gástrico, que se cree ser un ácido de
su especie única, y según otros el ácido fosfórico mezclado con un
poco de álcali volátil. No falta quien asegura , que poniendo un poco
de carne fresca en maceracion con muriate de sosa en agua se puede
sacar un xugo gástrico artificial semejante al natural. El xugo gástri-
co destilado hasta su desecación da un agua que ni es ácida ni alca-
lina: alguna vez un poco de álcali volátil y de aceyte empireumáti-
co , que parecen ser productos del albumen. La masa restante cons-
ta de muriate de sosa y muriate amoniacal. Los usos del xugo gástri-
co son: i.° gozar de la facultad admirable de digerir ó mudar en
quimo los alimentos, tanto animales como vegetales, recibidos en el
estómago. En un cisne recien muerto se encontró una culebra atra-
vesada parte en el esófago, y la otra parte en el estómago; la que
correspondía al garguero estaba todavía cruda; pero la contenida en
el estómago se halló digerida como una masa pultácea. Los alimen-
tos, aunque estén metidos entre láminas de oro son digeridos en el
estómago, y por consiguiente no es el estómago, sino el xugo gás-
trico, el agente verdadero de la digestión : 2° mas la facultad mens-
trua ó disolvente del xugo gástrico es adaptada á la diversidad de los
alimentos convenientes á cada clase de animales; de manera que la
de digerir en los carnívoros carnes solamente y no vegetales , es diver-
sa de la de digerir en los herbívoros vegetales tan solo , y no carnes;
pero en el hombre, que vive de vegetales y animales, puede obrar
sobre ambas clases de alimentos. El xugo gástrico de los perros llega
á disolver poco á poco hasta los mismos huesos que tragáron. No
obra sobre el estómago mientras que este goza de fuerza vital , ni
sobre las lombrices vivas; mas en el cadáver parece macerar y casi
digerir esta entraña misma privada ya de su vitalidad: 3. 0 resiste por
una virtud antiséptica peculiar á la putrefacción de los alimentos
animales. De aquí es que los hombres y algunos animales han toma-
do ó comido algunas veces carnes ya podridas sin peligro de indi-
gestión: 5.° después de coagulada la leche ligeramente en el estóma-
go , la disuelve insensiblemente de nuevo. El xugo gástrico extraído
del estómago, y mezclado con los alimentos, los reduce también á
quimo mediante el calor del horno: 6.° el xugo gástrico, ácido ó
alcalino dado interiormente, ha curado la dispepsia y algunas calen-
332 GAS
turas intermitentes; pero en la calentura pútrida el ácido fué el in-
eficaz , y el alcalino dañoso Aplicado exteriormente el ácido en forma
de fomento cura las úlcera pútridas, y particularmente las escrofu-
losas, como he visto algunas veces con admiración. Algunas ocasiones
también disipa felizmente los tumores frios é inflamatorios. Al prin-
cipio de su uso ó aplicación irrita un poco y aumenta los dolores de
las úlceras; pero el alcalino en la curación de las úlceras, ó ha sido
ineficaz, ó las ha puesto de peor calidad. Plenk.
GASTRÍTIS. ( Med. ) Se da este nombre á la inflamación del
estómago. (V. el género gastritis en la clase de inflamaciones.)
GASTROCOLICO. (Anat.) Adjetivo que tiene relación con
el estomago y el colon , y así se llama una parte del omento ó re-
daño, que se extiende desde el estómago hasta el intestino colon.
Gastrof.piployco. (Anat.) Adjetivo que tiene relación con el
estómago y el epiploon ó redaño. Las arterias gastroepiploycas sa-
len de la rama derecha de la celiaca, y se distribuyen en el estóma-
go y el epiploon. Las venas gastroepiploycas vienen de la esplénica,.
y se distribuyen en el epiploon y el estómago.
Gastrodinia. (Mea.) Se llama así el dolor notable y cons-
tante en la región del estómago, que no está acompañado de sínco-
pe &c. Constituye esta enfermedad el género xxi de la clase de Do-
lores. (V. este artículo.)
Gastronemios. (Anat.) Se llaman así también los músculos ge-
melos de la pierna , porque tienen dos vientres.
Gastrorafia. (Cir.) * La gastrorafia es una sutura que se
hace para reunir las heridas penetrantes de vientre ; esta voz es
griega y significa costura del vientre. La reunión de las heridas pe-
netrantes de vientre no es practicable , hasta haber hecho la reduc-
ción de las partes contenidas en él, en caso de haberse salido. Para
aquella reunión se hacen tantos puntos como se juzgue necesario,
según la extensión de la herida: es menester preparar para cada pun-
to dos agujas corvas enhebradas con un mismo torzalito, compuesto
de varias hebras de hilo encerado , unidas y achatadas, de modo que
estén en forma de una cinta de pie y medio ó dos pies de largo. Una
de las agujas estará en medio de aquel hilo , y los dos cabos estarán
enhebrados en la otra , que es la que se debe tener en la mano , y con
la qual debe principiarse cada punto.
Para practicar la gastrorafia , el operante pone el índice de su
mano derecha baxo el labio mas distante del centro de la herida:
este dedo estará contra el peritoneo para apartar y levantar todas las
partes continentes , juntamente con el pulgar que apoya exterior-
mente sobre la piel. Con la otra mano introduce una de las agujas
en el vientre, llevando su punta sobre el dedo índice para evitar el
que pique los intestinos ó* el epiploon : se pasará después de dentro
GAS 353
para fuera del borde de la herida á cosa de una pulgada de distan-
cia mas ó ménos , según el grueso de las partes, apretando la aguja
con los dedos de la mano derecha, mientras el pulgar de la mano
izquierda, apoyado en la parte exterior, facilita el paso de la punta.
Quando ha salido ya lo bastante se acaba de tirar con la mano de-
recha; para esto dexa la parte del ojo y toma la de la punta. Sin
quitar del vientre el índice de la mano izquierda, se le vuelve hacia
el otro lado de la herida; con la mano derecha se toma la aguja que
contiene la asa del hilo , y se conduce aquella aguja á lo largo del
dedo índice , pasando con ella el otro labio de la herida desde den-
tro hacia afuera , y á la misma distancia que se hizo con el primero,
mediante el dedo pulgar que apoya exteriormente la piel contra la
punta de la aguja. Quando el hilo ha pasado por ambos labios de la
herida se quitan las agujas. Entonces el ayudante ó practicante aprie-
ta con los dedos los labios de la herida para que se unan, y el ope-
rador anuda los dos hilos. No debemos detenerlos á uno de los labios
de la herida por medio de un nudo simple, sostenido de una roseta,
pues esto formaría una sutura entrecortada , y porque la acción con-
tinua de los músculos del vientre podria rasgar las partes compre-
hendidas en lo que coge el hilo, mayormente en el labio opuesto á
la parte en que se hiciese el nudo , reuniendo las dos extremidades
del torzalito. Es mejor dividir en dos cada uno de los cabos de la
ligadura, poniendo entre uno y otro un rodillo de tafetán encera-
do ó lienzo engomado, que se sujeta con otro nudo á cada lado de
la herida: de este modo no hay peligro que falte la sutura ; pues la
acción de los músculos no puede violentarla , haciendo el hilo toda
la fuerza contra las clavijas de tafetán ó lienzo engomado.
Esta sutura se llama enclavijada , y fué muy usada de los anti-
guos; pero en lugar de los rollitos flexibles que nosotros empleamos,
tenían ellos unas verdaderas clavijas de palos, á los quales se substi-
tuyen después unos cañoncitos de pluma. Es evidente que aquellos
cuerpos podian producir contusiones y otros accidentes por razón
de su dureza y falta de flexibilidad.
La cura consiste en la apli ación de los remedios y del aparato:
sobre la herida se pone un lechino mojado en un bálsamo vulnerario;
y se hace una embrocación de aceyte rosado tibio en todo el vien-
tre. Se tienen tres compresas del largo de la herida , y que tengan de
ancho la distancia que hay entre las dos clavijas; dos de ellas deben
ser algo mas gruesas que las clavijas para ponerse á cada lado en la
parte de afuera, y la tercera ha de tener un poco ménos de grueso
para ponerse entre las dos. Se aplican una ó dos compresas de un pie
quadrado sobre la herida , y una mas larga y mas ancha , que llaman
ventrera; todo sostenido por el vendaje de cuerpo y por el escapu-
lario. La cura exige diferentes atenciones, según las complicaciones.
334 GAS
diversas de la herida. Qnando el enfermo quiera mudar de situación
en la cama , para estar con mas comodidad , no debe hacer el menor
esfuerzo por su parte, sino dexarse mover por hombres que tengan
bastante fuerza y destreza. Hecha ya la reunión, se quitan los pun-
tos de sutura cortando con unas tixeras los hilos que cogen una de
las clavijas, y se quita el asa sostenida por la clavija opuesta. Algu-
nas veces se forma una hernia ventral en seguida de aquellas heridas
penetrantes, porque las partes continentes no pueden resistir tanto
en aquel parage como en otros en razón del peritoneo, que no se
cicatriza consigo mismo, y cada labio de la herida contrae adheren-
cia con las partes musculares mas inmediatas. Regularmente se hace
la gastrorafia después de la operación cesárea. *
Gastrotomia. (CYr.) * La gastrotomia es una abertura que
hacemos en el vientre con una incisión que penetra en su capacidad,
ya para extraer algún cuerpo, ó para hacer entrar otra vez en él al-
guna parte que se habia salido. Esta operación se ha practicado con
buen suceso para dar salida á la sangre derramada en el vientre de
resultas de alguna herida penetrante en aquella parte. La operación
cesárea y la litotomia son dos especies de la gastrotomia- En el pri-
mer caso se hace la abertura del vientre para que se pueda hacer
incisión en la matriz, y sacar de ella un feto que no ha podido pa-
sar por las vias regulares. (V. operación cesárea.) En el segundo
caso se penetra la vexiga por cima del hueso pubis, y se extrae de
ella la piedra. (V. litotomia.)
La gastrotomia se ha usado para sacar por medio de una inci-
sión en el estomago algunos cuerpos extraños detenidos en aquella
viscera. La historia de Prusia y varios autores refieren que un labra-
dor de aquel pais sintiéndose con dolor de estómago , se introduxo
muy adentro del esófago el mango de una navaja para excitar el vo-
mito ; la navaja se le escapó de los dedos y se le introduxo en el
estómago. Todos los Médicos y Cirujanos del pais creyéron que
para evitar los accidentes á que se hallaba expuesto aquel hombre
era preciso hacer una incisión en las partes continentes del vientre y
en el estómago para sacar de allí aquel cuerpo extraño: efectiva-
mente Daniel Schwaben, Cirujaao litotómico, hizo aquella opera-
ción , y el enfermo sanó dentro de muy poco tiempo. En la biblio-
teca Electoral de Konisberg se conserva la navaja y el retrato del
paisano á quien le sucedió aquel accidente. Hay otros varios exem-
plares de haber sido practicada felizmente la gastrotomia. Mr. He-
vin , después de haber establecido la posibilidad y la necesidad de
aquella abertura , fundado en varias experiencias, da reglas sacadas del
mecanismo del estómago para asegurar el buen éxito de la opera-
ción. Las observaciones juiciosas que hace sobre el estado de pleni-
tud , ó de vaciedad del estómago , son muy importantes , y el mé-
GEL 335
todo que prescribe es de la mayor seguridad. (V. el primer tomo
de las Memorias de la Real Academia de Cirugía de París , ar-
tículo de los cuerpos extraños detenidos en el esófago.) La inci-
sión del vientre puede tener uso también para extraer algún cuerpo
extraño detenido en los intestinos. *
GAUBIO. (Gerónimo David ) (Biog.) [Discípulo del célebre
Boerhaave , que él mismo le hizo Doctor y Catedrático de Medici-
na en la Universidad de Leyden , donde tomó Gaubio la borla el
año de 1725. Este Médico escribió varias obras que han merecido
mucho aprecio, y que su Maestro no hubiera desaprobado, y son
las siguientes: 1. a Disertatio inauguralis de solidis humani cor-
poris partibus. Leyden 1725 , en 4. 0 : 2. a Libellus de methodo
concinandi formulas medie amentar um. Leyden 1739 y 1767, en
8.°, en francés. Paris 1749, en 12. 0 : 3. a De regimine mentís quod
Medicorum est. Leyden 1747: 4- a Institutiones palhologice medi-
cinalis. Lugduni Batavorum 1758, 1767, 1775 en 8.° Mr. Sue el
joven, Cirujano de Paris, ha traducido esta obra en francés, y la ha
impreso en dicha ciudad en 1770, en 8.°: 5. a Adversarium varii
argumenti líber unus. Leyden 1 77 1 , en 4. 0 ]
GELATINA. (Mat. Méd.) Se llama así en Química una subs-
tancia que se extrae de las materias animales por medio del agua hir-
viendo , y que disuelta en este líquido caliente le comunica la propie-
dad de convertirse por el enfriamiento en una masa homogénea de una
consistencia blanda mas ó ménos transparente , de un sabor insípido
ó dulce derretible por el calor y disoluble en agua, especialmente
caliente, formando lo que se llama jalea quando está blanda, aunque
coerente , y lo que se llama cola quando está espesa y desecada. Es-
ta gelatina se agria espontáneamente al ay re caliente, da poco amo-
niaco en la destilación, y al contrario cierta cantidad de ácido piro-
mucoso; pero su carácter mas interesante, así para la Medicina co-
mo para la Materia Médica , es de ser alimenticia, y de convertirse
pronto y fácilmente en nuestra substancia. Baxo este punto de vista
la gelatina y todas las substancias animales que la contienen y sumi-
nistran en gran abundancia, se emplean ventajosamente como ali-
mento dulce, relaxante &c. Este conocimiento ilustra al Médico
acerca del uso y la prescripción de las carnes blancas de los anima-
les tiernos acerca de la preparación de los caldos medicinales, y de
la relación de propiedades entre estos diferentes medicamentos.
(V. las palabras alimentos, animales, caldos, carne &c.) F.
Las gelatinas medicinales que se hallan en nuestra Farmacopea son
las siguientes.
Gelatina de cuerno de ciervo. ly Raspaduras muy finas
de cuerno de ciervo y lavadas, media libra; agua quatro libras. Se
cuecen en un vaso de barro vidriado, hasta que el vehículo referido
33^ GEL
se pegue á los dedos. A cada libra de este líquido colado por ex-
presión, se añade onza y media de azúcar blanca , y un escrúpulo de
tartrite acídulo de potasa. Se clarifica con clara de huevo.
Gelatina de grosella. ly. Azúcar blanco dos libras; agua
diez libras. Se clarifica y cuece hasta que tome la consistencia de
trociscos. Se añade del xugo de las bayas de grosella recien expri-
mido, y de agua pura, de cada cosa una libra. Se vuelve á cocer de
nuevo hasta que tenga la dureza de gelatina, y secuela. Del mi«mo
modo se hacen las gelatinas de los frutos de la sangüesa , de los mem-
brillos , de la fresa y otras semejantes.
Gelatina animal. ( Fistol.) Se da este nombre á un xugo
plástico disoluble en el agua, que llena los intersticios de todas las
fibras , así en las partes blandas como en las duras ; pues la gelatina
animal puede sacarse por medio de la cocción fuerte, no solamente
de los cuernos, huesos y cartílagos, sino también de las carnes, ten-
dones, ligamentos, cút ; s, membranas, vasos, nervios, glándulas, y
todas las visceras. También se encuentra en el suero de la sangre, en
la linfa de los vasos linfáticos y otros humores no excrementicios.
Quando está en forma fluida se le da el nombre de caldo, quando
en forma seca cola , y quando ha ido preparada esta por la cocción de
las vexiguillas y otras partes de los pescados mayores, se llama iztio-
cola, cola de pescado ó cola de peces. Las propiedades de la gelatina
animal son, olor ninguno: sa-bor blando , simple: color blanquecino:
su consistencia quando la gelatina todavía es algo fluida , puesta al
ambiente se reduce á una masa plástica, espesa, trémula y transpa-
rente. Es enteramente soluble en el agua , y también en los ácidos;
pero no en el alcohol ó espíritu de vino. Los ácidos la espesan algún
tanto; pero sin embargo queda mezclada con el agua. Los álcalis
puros la disuelven; pero descomponiéndose al mismo tiempo, exhala
una gran porción de álcali volátil. Al grado de calor del agua hir-
viendo no se coagula como el albúmen del suero , y no se inflama
al fuego seco. No contrae combinaciones con los aceytes y resinas.
La cola ó gelatina seca atrae precipitadamente el agua de la atmós-
fera, y se reblandece, como lo prueban en el tiempo húmedo las
tablillas de los escritorios pegadas con cola. Hay degeneración es-
pontánea con el caldo y la gelatina puestos al ayre atmosférico, prin-
cipalmente en verano, pues principian desde luego á acedarse un po-
co , á causa del principio azucarado que contienen ; pero después se
corrompen, y despiden un fetor insoportable.
Los principios constitutivos parecen ser: i.°el agua, de 20 onzas
de este líquido salen por la destilación 18 de agua insípida que se
corrompe fácilmente: 2, 0 el azúcar, pues la gelatina seca cocida con
dos partes de ácido nitroso da el ácido oxálico y el málico: 3. 0 el
gluten gelatinoso , pues mezclándola con el ácido nítrico exhala
GEN 337
una gran cantidad de ázoe; y la cola da por la destilación seca los
productos ígneos del gluten animal, á saber, el álcali volátil, el
aceyte empireumático, y el carbón animal, que consta de tierra ani-
mal y carbón: 4. 0 el muríate de sosa y la cal fosfórica: el carbón
dexa estos dos principios por la incineración.
Los usos de esta gelatina son suministrar el xugo nutritivo á to-
do el cuerpo ; por cuya razón es llevada por las arterias mínimas
con la sangre á todas las partes del cuerpo, así duras como blandas,
y depositada en los intersticios de las fibras, que constituyen el pa-
renquima propio de cada parte: á los huesos llega impregnada de
tierra animal. La circulación de esta gelatina es lenta, pero conti-
nua, como lo prueba el tinte encarnado que adquieren los huesos de
los animales que pastan la rubia, cuyo color desaparece insensible-
mente si se interrumpe el pasto de esta raiz. Plenk.
GELATINOSO. {Mat. Méd. ) Esta palabra se emplea para de-
signar los medicamentos que contienen gelatina , ya sea naturalmente
como en los alimentos de naturaleza animal, las carnes y todas las
partes blandas de los animales jóvenes, ya sea por una preparación
artificial , como en los caldos , la jalea , los extractos de carnes &c. F.
GEMELOS, (músculos) (Anat.)So, da este nombre á dos mús-
culos bastante parecidos el uno al otro, que forman la mayor parte
de la pantorrilla, que ios griegos llaman gastroenemia , y por lo que
se suelen llamar por los Anatómicos también á estos músculos gas-
tronemios. Están situados debaxo de los tegumentos uno al lado del
otro, y se extienden desde los cóndilos del lémur hasta la parte pos-
terior del calcáneo. Sus ataduras son á las impresiones musculares,
que están un poco mas arriba de la parte posterior de ambos cóndi-
los del fémur, y después terminan con un tendón común en la tu-
berosidad del calcáneo. Sus usos son extender rectamente la pierna.
GENCIANA. ( Mat. Méd.) Llamada por Linneo gentiana. lú-
tea. [Esta planta, que se cria con abundancia en los Alpes y en otras
partes, es una de aquellas cuyas virtudes son ménos dudosas: su raiz,
que es la parte de que se hace uso en Medicina , es cilindrica del
grueso de un dedo ó de una pulgada , y su parenquima es de un roxo
amarillento, su olor baxo, y su sabor muy amargo.
Le sirven de disolvente el agua, el vino, la cerveza y el espíritu
de vino , pero un menstruo espirituoso es mas á propósito para obte-
ner su extracto, que entonces sale mas acre que el que se obtiene por
medio del agua. Las virtudes tónicas, vermífugas y antisépticas de
3a genciana son muy conocidas , y hay muy pocos vegetales de Eu-
ropa que se asemejen en sus propiedades á la quina como este; y así
es que se puede emplear con utilidad en la atonía, las enfermedades
caquécticas, la gota, la ictericia, las calenturas intermitentes &c]
GENERACION. (Fisiol.) Damos este nombre á una función
TOMO IV. VV
33 8 GEN
por la qual un animal produce á otro semejante suyo; y para veri-
ficarse se hace absolutamente precisa la cópula 6 unión del macho
con la hembra, y el nuevo ser resulta de los agentes y operaciones
de uno y otro sexo. Por estoserá necesario, para conocer mejor lo
que pasa en la generación , tener á lo menos una tintura de las par-
tes, que el autor de la naturaleza ha dado á uno y otro sexo para
perpetuar la especie, sin entrar en grandes pormenores; contentán-
donos con exponer brevemente de cada una de las partes que sirven
para la generación lo mas preciso de su estructura, á fin deque esta
leve descripción pueda facilitar el conocimiento de la importante
función de que vamos á tratar.
De las partes del hombre que sirven para la generación.
Estas pueden dividirse en las que separan el semen , las que lo
conservan después de separado, y las que están destinadas á trans-
mitirlo afuera. Algunos las dividen en cinco clases: en las que re-
ciben y llevan la materia del semen; en las que lo separan; en las
que lo conducen quando está separado; en las que lo conservan al-
gún tiempo, y finalmente en las que lo conducen afuera. Las arte-
rias espermáticas están en la primera clase; la segunda pertenece á
los testículos ; la tercera al canal deferente ; la quarta á las vesículas
seminales; y finalmente el miembro viril es el que compone la quin-
ta clase.
Los testículos están reconocidos generalmente como los órganos
secretorios del licor seminal. Estos cuerpos ovales, achatados por los
lados, que regularmente son dos, algunas veces tres, y rara vez uno
solo, están situados en la parte inferior del abdomen, y mantenidos
en su lugar por el cordón espermático, y por diferentes túnicas, que
las unas sirven á los dos testículos juntos, y las otras están destina-
das para cada testículo en particular. El escroto y el dartos están
en la primera clase. El escroto es aquella bolsa formada por la pro-
longación del cutis y texido celular , y dividido en parte derecha y
en parte izquierda , por una línea llamada rafe , que se siente y per-
cibe fácilmente. El dartos , situado baxo del escroto, es una membra-
na carnosa, ó un músculo cutáneo, que es susceptible de contrac-
ción en las diferentes circunstancias , arruga la piel á que se halla unida.
Estas arrugas se notan particularmente con el frió, que lo condensa
todo, y en el acto venéreo, en que el músculo se pone en contrac-
ción. Esta tela da á cada testículo una casilla particular, lo que no
hace el escroto. ( V. escroto y dartos.)
Las túnicas propias de los testículos son: i.° la musculosa for-
mada por la expansión del músculo cremaster (V. este artículo.) , y
destinada á comprimir el testículo: 2. 0 la túnica vaginal así llamada,
GEN 339
porque envuelve el cordón espermático y el testículo á modo de
una vayna: está formada por la prolongación del peritoneo : 3. 0 la
túnica albugínea, así llamada por su blancura, cubre inmediatamen-
te el testículo y el epidídimo sin extenderse mas allá.
La substancia de los testículos se compone de unos vasos peque-
ños doblados y amontonados á manera de un ovillo, separado sin em-
bargo por unas membranas que salen de la túnica inmediata del tes-
tículo. Estos vasos pequeños son la continuación de las arterias es-
permáticas, y de esto se puede juzgar de su delicadeza. Aquellos fi-
lamentos y los vasos se distinguen mejor en un testículo macerado;
y la preparación anatómica prueba, por un cálculo sencillo, que to-
da la substancia de un testículo regular puede dar un hilo de cien
leguas de largo. La reunión de aquellos pequeños vasos forma en
cada testículo unos doce vasos mayores, que llegando á la cabeza
del epidídimo se reúnen en un solo conducto , y este va á formar
de cada lado el conducto ó canal deferente. Este se une al cordón
espermático, y lo acompaña hasta después de haber pasado el ani-
llo del músculo grande obliqüo , que es donde se separa, y de allí
baxa á la parte posterior de la vexiga. El canal deferente de cada
lado va finalmente á las vesículas seminales donde deposita el licor
prolífico , y continúa luego hasta en medio de la próstata , donde for-
ma un conducto» eyaculatorio.
Las vesículas seminales deben mirarse como depósitos, cuya fi-
gura imita bastante á una pera achatada, cuya punta va á atravesar
la próstata por un conducto bastante estrecho que se une al canal
eyaculator, y va á parar en medio del veru-montano.
Si por el canal deferente inyectamos las vesículas seminales , ve-
mos que las circunvoluciones de aquellos pequeños depósitos no imitan
mal las circunvoluciones de nuestros intestinos; aquellos contornos
favorecen mucho la detención del semen , que llegando á las vesícu-
las puede ir adelante , pero no tiene la libertad de retroceder.
La próstata es una glándula situada en el cuello de la vexiga,
que toca la parta posterior de la uretra, y sirve para separar de la
sangre un humor grueso y blanquecino destinado á moderar la acti-
vidad del semen, con el qual no dexa de unirse en la eyaculacion.
Solo nos falta hablar de las partes destinadas á transmitir el se-
men hácia fuera, esto es, del miembro y la uretra.
El miembro viril, conocido también con el nombre de priapo,
se compone de dos cuerpos cavernosos ó dos especies de cañones,
mas ó menos largos, según la diversidad de los sugetos. La substan-
cia de estos cuerpos es un texido esponjoso guarnecido de casillas 6
celdillas que se comunican no solo entre sí , sino también con las del
cuerpo inmediato, como lo comprueba la inyección del miembro
viril y la erección natural. Estos cuerpos están arrimados uno á otro,
3p GEN
y como su figura es casi cilindrica, dexan dos intervalos, el uno su-
perior y lleno de vasos sanguíneos, el otro interior, mayor y ocu-
pado por la uretra, que también hace parte del miembro. Los cuer-
pos cavernosos están fuertemente pegados por su raíz á la rama del
hueso isquion y á la rama inferior del hueso púbis hasta la sínhsis,
donde se encuentran y se unen.
La uretra es un canal situado baxo los dos cuerpos cavernosos,
contiguo á la vexiga , para dar salida á la orina , y también da paso al
semen. Este canal membranoso en su origen, en donde es mas an-
cho, ofrece en lo demás de su extensión el diámetro de una pluma
de escribir algo gruesa. Aunque interiormente sea liso, se notan sin
embargo algunos claros destinados á suministrar un humor viscoso
y pegajoso que lubrifica el canal. Finalmente este conducto termina
con una eminencia algo redondeada y cónica , que se llama la glande.
El miembro viril tiene seis músculos, tres de cada lado; á saber,
los erectores, los aceleradores y ios transversales. Algunos anatómi-
cos le dan quatro aceleradores , y algunas veces quatro transversa-
les, lo que haria el número de diez músculos para el miembro quan-
do se encuentran los quatro transversales. Los primeros vienen del
lado interno de la tuberosidad del isquion , y terminan en los cuer-
pos cavernosos que abrazan. Los segundos están pecados delante del
esfinter del ano, abrazan la vulva de la uretra, baxo la qual pasan y
se terminan en las partes laterales externas de los cuerpos caverno-
sos de los ramos del hueso púbis. Los músculos transversales nacen
baxo la forma de unos pequeños planos carnosos de la parte superior
de la rama del isquion , y van á terminar en la parte posterior del
vulvo de la uretra para ensancharla quando obran.
El miembro viril recibe sus arterias de las hipogástricas y de las
crurales: las venas van á parar á los vasos del mismo nombre: los
nervios le vienen de los pares sacros, de los últimos pares lumbares,
y recibe también algunos filamentos del intercostal, que vienen del
plano renal. No hablaremos aquí del uso de las partes que acabamos
de describir; pues que nuestro designio es entrar en el por menor
de las funciones de estos órganos , después de haber hablado de las
partes genitales de la muger.
De las partes genitales de la muger.
Estas partes se han dividido comunmente en externas é internas*
á saber, el púbis ó empeyne, el monte de venus, los grandes labios
de la vulva, la horquilla, la fosa navicular, el perineo, las ninfas
el clítoris; el meato ú orificio orinario, y el orificio de la vagina es-
tan comprehendidos en la primera clase: ia matriz y sus dependen-
cias son las partes internas , y de estas importa mas principalmente
GEN 341
estar instruido para comprehender la generación. Sin embargo di-
remos dos palabras sobre las partes externas.
El empeyne es aquella parte inferior del vientre, ó aquella re-
gión del pubis que se llena de pelo en la edad de pubertad. En esta
región se observa una eminencia á manera de un coxin, formada por
la gordura que tienen los tegumentos de esta parte: algunos le han
dado el nombre de monte de venus, aunque sea la misma región que
la del pubis. Algo mas abaxo se observan dos dobleces del cutis,
que llamamos los grandes labios; y di espacio que hay entre ellos se
le ha puesto el nombre de vulva. Estos se unen en la parte inferior,
y el ángulo que forman se llama la horquilla. Allí se halla un peque-
ño ligamento con una ligera cavidad, que toma el nombre de fosa ó
hoya navicular. Entre la unión de los grandes labios por su parte
interior y el ano se ve un espacio que se llama el perineo. Separan-
do los grandes labios se perciben dos cuerpos esponjosos de figura
triangular, y á estos se les ha llamado las ninfas. El clítoris es aque-
lla eminencia que puede notarse fácilmente baxo la unión superior
de los grandes labios, y este cuerpo cónico parece que tiene la mis-
ma substancia del miembro viril del hombre. Baxo el clítoris hay
una abertura que se conduce á la vexiga, y que se llama el meato
orinario, que es el orificio de la uretra de la muger , que es mas
corta y mas ancha que la del hombre , y así es mucho mas fácil el
sondear á una muger ; un poco mas abaxo se nota la vagina ó el
principio de aquel conducto que comunica á la matriz. Las vírge-
nes tienen el todo ó parte de aquella abertura cerrada por un círcu-
lo membranoso, que se llama el himen, y que toma el nombre de
carúnculas mirtiformes quando por una causa qualquiera ha sido
dividido.
La matriz , que es necesario conocer bien para comprehender el
mecanismo de la generación, es una viscera propia de la muger, si-
tuada en la región hipogástrica del abdomen, entre el recto y la
vexiga. Su figura imita poco mas ó menos á una pera achatada por
delante y por detras; pero esta figura varía según la edad y los di-
ferentes estados en que se halla la muger. Lo mismo sucede en su
volumen , que es muy diferente en una muger preñcda que en una
virgen. La substancia de la matriz es un tejido espeso de un prodi-
gioso número de vasos de todo género, y sobre todo sanguíneos,
acompañados de muchas fibras musculares, que según un Anatómico
moderno , tienen las direcciones contorneadas , y forman unos
planos carnosos capaces de fortificar considerablemente aquella visce-
ra, y favorecer á su acción. Los nervios, que se distribuyen en gran
número en esta viscera vienen del intercostal y los pares lumbares,
que le dan mucha sensibilidad : las arterias le vienen de las espermáticas
y de las hipogástricas: las venas llevan la sangre superfina á los troncos
342 GE N
del mismo nombre. Aunque la cavidad de la matriz es considerable
en una preñez adelantada, sin embargo en el estado actual y ordi-
nario , es bastante pequeña , de figura poco mas ó ménos triangular,
y un poco prolongada hacia el cuello. De las partes superiores y la-
terales de esta viscera salen dos conductos llamados las trompas de
Falopio , estrechos en su origen, y que luego se van ensanchando al
paso que se apartan del cuerpo de la matriz, y están colocados en
el doblez del peritoneo, que forma el ligamento ancho de la matriz.
Cada trompa se termina en una especie de franja en forma de un
embudo: á esta franja se da los nombres de porción franjada , ma-
nos de la trompa , pabellón de la trompa , morsus diaboli &c. Una
porción de esta franja se halla unida al ovario por medio de los li-
gamentos anchos.
Los ovarios , en número de dos , uno de cada lado , son dos cuer-
pos algo ovales y achatados , situados en la cara interna de los hue-
sos íleos, pegados á las partes laterales y superiores de la matriz
por un ligamento, que los antiguos habian llamado impropiamente
vaso deferente, pues en él no se descubre cavidad ninguna. En los
ovarios se notan varias vesículas, poco mas ó ménos semejantes á los
huevos de carpa, y estos huevos se cree que son las partes que con-
tienen en compendio el animal, de modo que no se hace casi diferen-
cia entre la generación de los ovíparos y la de los vivíparos. Luego
se tratará de esto largamente.
Llamamos ligamentos redondos á dos prolongaciones, una de
cada lado, ó á dos especies de cordones celulares y vasculares que
vienen de las partes laterales del fondo de la matriz , que salen del
abdomen por los anillos de los músculos obliqüos, y vienen á termi-
narse en forma de pie de ganso al cútis de los grandes labios.
En fin , la matriz por su cuello ó por su parte inferior se abre
en la vagina, que es un conducto carnoso y membranoso, guarne-
cido de un gran número de arrugas que van desapareciendo al paso
que el feto va creciendo en la matriz, y que están continuamente
bañadas por un humor viscoso filtrado por unos pequeños granos
glandulosos de que está guarnecido el interior de la vagina.
Del semen.
El semen , como todos los demás humores de nuestro cuerpo, está
contenido en la sangre, y es una parte de ella: tiene, como los demás
fluidos, sus órganos destinados á separarlo de la sangre, no permi-
tiendo aquella secreción á los demás humores del cuerpo, que para
esto tienen también sus vasos propios. Las arterias espermáticas, es
decir, las arterias que llevan la sangre al testículo, vienen inmedia-
tamente de la parte anterior de la aorta , un poco mas abaxo de las
GEN 343
arterias emulgentes. AI baxar andan un cierto trámite acompañando
á las venas espermáticas , con las quales se hallan unidas por el texi-
do celular. Hacia el anillo de los músculos obliqüos externos del
abdomen encuentran los nervios de los testículos y los conductos
deferentes que vuelven de allí, y con los quales se unen por medio
de la túnica vaginal , formando el cordón llamado de los vasos es-
permáticos. (V. cordón.) Cerca del testículo se dividen las arte-
rias en varios ramos, que los unos se distribuyen en el testículo, y
los otros van á parar al epidídimo, que no es mas que una conti-
nuación ó una prolongación del testículo. Las venas espermáticas,
volviendo de allí cargadas de la sangre superflua , se dividen en un
gran número de ramitas , que se reúnen luego en varias ramas , cuyo
enlace forma una especie de cuerpo piramidal , que se llama pampi-
niforme. El tronco de la vena cava inferior recibe regularmente la,
vena espermática derecha mas abaxo de la emulgente, y la vena,
emulgente izquierda recibe la vena espermática izquierda.
La sangre , llevada por las arterias al testículo, halla en su substan-
cia un prodigioso número de vasos plegados sobre sí mismos, y amon-
tonados unos sobre otros. Estos vasos muy sutiles y muy largos
pueden tomar de la sangre las partes mas finas, mas sutiles y mas
espirituosas; y como se necesita bastante tiempo para recorrer aque-
lla multitud de circunvoluciones de los vasos , puede creerse que el
semen separado puede en parte perfeccionarse en aquella larga con-
tinuación de vasos: digo en parte, porque saliendo del testículo y del
epidídimo, que está contiguo á él, pasa al canal deferente que va
á depositarle en las vesículas seminales; y en este depósito es en
donde recibe todas las qualidades que pueden hacerle verdadera-
mente prolífico. También en este lugar es donde se puede juzgar me-
jor del color y de la naturaleza del semen , pues aunque al salir de
la uretra le veamos blanquecino, pegajoso y espeso, no debemos mi-
rarlo como tal en su naturaleza, porque el humor que sale de la
próstata se mezcla siempre con el semen , y le sirve de vehículo ; y
así no todo lo que sale en una eyaculacion es semen puro, pues este
nombre solo conviene á la materia contenida en las vesículas se-
minales.
Á la edad de pubertad, es decir, cerca los doce ó catorce años
poco mas ó ménos , según la naturaleza de los sugetos , es quando
la acción de la materia prolífica se hace sentir y produce en nosotros
variaciones muy notables. Empieza á crecer pelo en las partes geni-
tales, y sentimos cierto movimiento, que nos anima y nos excita:
la memoria y la imaginación toma mas actividad; y la voz, ponién-
dose mas grave . puede baxar á dos octavas. Quando alguna enferme-
dad obliga á cortar los testículos á un hombre robusto , y que se
hace la operación sin atacar lo restante del cuerpo, el hombre ex-
344 GEN
perimenta efectos muy singulares: se cae la barba; se muda y adel-
gaza la voz , y varían considerablemente todas las afecciones del
alma. Es cierto que la operación de la castración impide que el se-
men refluya en la sangre, como acostumbra hacerlo en el estado na-
tural ; y con esto es fácil explicar las mudanzas de que hemos ha-
blado.
Como á la edad de pubertad sale una gran porción de pelo, po-
dría concluirse de ahí, que una persona será masó menos inclinada
á los placeres de la venus, según tenga mas ó menos pelo, si la ex-
periencia no desmintiese esto muchas veces.
El semen bien formado y perfeccionado deteniéndose en las ve-
sículas, tiene la libertad, según se cree comunmente, de volver en
parte á la masa de la sangre por medio de unos vasos muy finos y
delgados, que van á parar á las vesículas: circulando con la sangre
y regando todas nuestras partes, obra todas las mudanzas de que
hemos hablado; observando no obstante medidas y términos mas ó
menos extensos , según la diversidad de los temperamentos. Esta
diversidad puede también contribuir á hacernos mas ó ménos sensi-
bles á los placeres de la venus.
Á la edad de pubertad es quando empezamos á sentir que somos
capaces de perpetuar la especie humana, y esto se manifiesta en la
erección del miembro. Para explicar tísica y mecánicamente este
fenómeno, es menester atender á que la sangre, llevada por las ar-
terias á la substancia del miembro viril, esto es, á los cuerpos ca-
vernosos ( V. este artículo. ) , hincha dichos cuerpos cavernosos,
porque las venas no tienen la libertad de desocupar inmediatamente
el miembro viril , que se halla también sobrecargado de una influen-
cia considerable del influxo nervioso, que la idea del placer ha
llevado sobre aquella parte. El miembro en erección se afianza en
su parte anterior sóbrelos huesos pubis, que comprimen la vena, im-
pidiendo que se desocupe de una cantidad de sangre tan grande co-
mo le llevan las arterias. Aquella sangie superflua se coloca en las
celdillas de la substancia esponjosa del miembro, y por consiguiente
aumenta su volumen. Por otra parte el influxo de los nervios obran-
do sobre los músculos erectores, y estos produciendo también so-
bre la parte el movimiento , á que los ha destinado el autor de la
naturaleza. Este influxo nervioso puede obrar también en la subs-
tancia del miembro , sea que lo dirija allí el acto de la voluntad,
sea que dicho influxo siga el camino trazado , y que vaya á espar-
cirse en el miembro: quando la erección ha durado algún tiempo,
sucede muchas veces que el semen sale de las vesículas, y atravie-
sa la próstata, donde se mezcla con el humor de aquella glándula,
y sigue su camino por el canal de la uretra. Los músculos acelera-
dores obran entonces con fuerza, y tiran á expeler aquella materia
GEN 345
espirituosa , que produce en todo el cuerpo aquel eretismo y movi-
miento convulsivo en los órganos destinados para inclinarnos á per-
etuar la especie. El sueño, aquel estado en que parecemos insensi-
les á todo, no está exento de las evacuaciones del semen: las ve-
sículas seminales , demasiado cargadas de materia prolífica , inten-
tan entonces descargarse de ella para que se reponga otra. El se-
men toma entonces naturalmente el conducto que debe darle sali-
da; al pasar suministra espíritus que pueden dar tensión á las par-
tes , y se sale afuera.
El miembro viril puesto en erección tiene la tensión y la tesu-
ra conveniente para ser introducido en el vagin , y recibir en aque-
lla estrecha cárcel las frotaciones que deben hacer salir el semen,
según se explicará en el artículo siguiente.
De la concepción.
El nacimiento de un hombre, de un insecto ó de un animal qual-
quiera , y la aparición de una planta, que taladra la tierra para cu-
brirla con su verdura , han suministrado á todos los hombres que
piensan un problema, cuya solución debia interesar singularmente su
curiosidad. Desde los tiempos mas remotos se han hecho tentativas
para averiguar el proceder de la naturaleza en esta materia; pero
en vano una multitud de hombres ingeniosos y profundos han pro-
curado recoger observaciones sobre este punto ; en vano los genios
mas arriesgados han analizado este hecho capital: la sucesión de los
siglos no presenta mas que una sucesión de errores ; y mientras
que las tinieblas mas espesas encubrian siempre á los ojos de los
Fisiologistas razonables el secreto de la generación, las ideas mas
extravagantes, las mayores contradicciones, y el disfraz mas inco-
herente de la naturaleza eran toda la ciencia de los que se preciaban
de explicar sus fenómenos.
Algunos pensaron que el humor que un placer voluptuoso hace
derramar á la muger, exprimiendo aquellas glándulas cuyos orifi-
cios corresponden á la matriz y á la vagina, eran un verdadero se-
men igualmente prolíñeo, y semejante al del hombre; y de ahí
concluían que de la mezcla de las dos semillas por el coito ó có-
pula se formaba el nuevo animal dentro del útero.
Hipócrates creyó que el concurso y mezcla de los dos sémenes
era absolutamente necesario para la formación del feto; y se funda-
ba en las siguientes razones: i. a la muger tiene semen como el hom-
bre (esto lo daba por averiguado): 2. a siente el mismo placer;. 3. a la
ternura hácia los hijos es igual por ambas partes: 4. a los hijos se pa-
recen igualmente al padre y á la madre en la figura y en el carácter.
Este sistema ha durado varios siglos sin el menor obstáculo; en estos
TOMO IV. XX
346 GEN
últimos tiempos es quando varios Fisiologistas empezaron á decla-
rarse contra él; pero los mas de ellos conservando todavía el espí-
ritu de las escuelas , no abandonáron un sistema sino para abrazar ó
formar otro mas ridículo.
Los mas han convenido que la muger no tiene verdadero semen,
y que el humor que se habia llamado tal ,no es mas que un licor des-
tinado á lubrificar ó humedecer el interior de las partes genitales,
que sin esta precaución se destruirian por medio de la frotación. Han
convenido también en admitir una especie de huevo existente en el
cuerpo de la muger , y unos animalillos espermáticos contenidos
en el semen del hombre , declarando á unos y otros como absolu-
tamente necesarios para la generación. Al ir á combinar estos com-
ponentes es quando se han separado en mil sistemas.
Hartsoeker y Loubenek aseguraban que con su microscopio habían
descubierto millares de animales en la pequeñísima porción de se-
men que cabe en la punta de una aguja muy delgada : este delirio
ha parecido tal por la sola circunstancia de citarse el microscopio,
pues seguramente si aquellos facultativos, en lugar de apoyar su
opinión en los microscopios , la hubiesen apoyado en tres ó quatro
palabrotas insignificantes, se les hubiera creído baxo su palabra, y se
les habrían admitido quantos millares de animales hubiesen queri-
do. Seguramente no hay como hablar á los hombres con obscuri-
dad , y al mismo tiempo con un tono decisivo , para hacerles admitir
sin repugnancia los mayores absurdos.
El sistema de Loubenoek era que el animal vivo contenido en
el semen se introducía en el huevo de la muger, y lo conducía por
la trompa hasta la matriz, donde se iba alimentando, y adquiría los
varios grados de acrecentamiento. Andry, Hartsoeker, Dalempazio,
HofFman y otros adoptaron este sistema , esmerándose cada uno en
añadirle nuevas extravagancias, que han sido refutadas sucesivamente
por Lister , Vallisnieri , Carnerario, Bourguet, Verheyen , Blayer,
Lionet y algunos otros ; fundándose entre otras razones en que otros
varios líquidos animales y vegetales contienen animalillos enteramen-
te semejantes á los que efectivamente contiene el semen.
El sistema deBuífon, despojado de todo el aparato filosófico, se
reduce á que la materia que sirve de alimento á un animal qualquie-
ra , y lo mismo á un vegetal , introduciéndose en todas las partes del
cuerpo, halla en cada una de ellas un molde que la convierte en una
substancia semejante á aquella parte ; de modo que todas las partí-
culas que van á un brazo, por exemplo, quedan convertidas en
otros tantos brazos; las que van á una oreja en otras tantas orejas,
y así de todos los demás miembros. Luego el sobrante de esta ma-
teria pasa á un cierto receptáculo, y allí poniéndose cada miembro
en su lugar, forman un cuerpo enteramente semejante al que les ha
GEN 347
servido de molde. Este es el sistema de Buífon, que no ha parecido
claro y convincente sino por lo mismo que era inteligible.
Creeríamos perder el tiempo inútilmente si nos detuviésemos en
refutarlo seriamente , haciendo ver los errores groseros en que ha
caido el autor , ignorando hasta los primeros principios de la Ana-
tomía , fundándose en cosas que no existen, tales como por exem-
plo , el semen de las hembras; y negando redondamente la existen-
cia de otras, tal como el himen,que si en algunas mugeres no exis-
te no es por culpa de la naturaleza; pero dexemos á un lado to-
dos los sistemáticos , y veamos lo que nos dicen los verdaderos Fi-
lósofos, esto es, aquellos que estudian y observan antes de enseñar,
y que tienen bastante franqueza para confesar su ignorancia quando
la naturaleza no se descubre á sus ojos. Los trabajos de algunos bue-
nos observadores han aclarado algo esta parte tan interesante de la
naturaleza; pero es menester confesar que en este punto de Fisio-
logía es todavía muy poco lo que se sabe.
Bonnet, por medio de una análisis profunda, habia adivinado el
modo de obrar de la naturaleza en esta parte; Haller lo descubrió
en su excelente trabajo sobre el pollo en el huevo, y Spalanzani lo
ha puesto á toda luz en las asombrosas Memorias que ha publicado
sobre este asunto. El c iglo de estos tres observadores es el que pre-
senta un ensayo precioso sobre la historia de la generación , en lu-
gar de las Novelas que hasta ahora habían ocupado su lugar. Sobre
todo el grande Spalanzani es el que ha sabido luchar victoriosamen-
te con la naturaleza, y producir artificialmente los mismos efectos
que ella nos manifiesta continuamente, y cuyos medios nos habia
ocultado hasta ahora. Con la exactitud de sus imitaciones prueba la
solidez de sus descubrimientos; y demuestra las verdades que ense-
ña, poniendo baxo los sentidos los elementos de su demostración.
Para dar mejor á conocer el valor de los trabajos y descubri-
mientos de Spalanzani, me parece necesario dar una idea del pro-
blema fisiológico , que se acaba de resolver; de las dificultades que
ha tenido que vencer, y de los buenos resultados que ha logrado.
Aunque el número de los sistemas imaginados para explicar el
fenómeno de la generación sea mas considerable, pues así como no
hay mas que un camino que nos conduzca á la verdad , son infini-
tos los que pueden desviarnos de ella; sin embargo todos ellos pue-
den reducirse á dos principales , considerando á los demás como mo-
dificaciones de aquellos. Primeramente podemos considerar el ser
que resulta de la generación , como formado enteramente por el
acto que ha dado lugar á su nacimiento ; suponiendo que antes no
existia de ningún modo, y que ha recibido todas sus partes con su
coordinación y sus propiedades, quando ha sido producido; del mis-
mo modo que un relox no puede existir sino en quanto se fabrican
348 GEN
separadamente todas sus piezas, y se reúnen de un modo relativo al
efecto que deben producir : tal es el sistema de las moléculas orgá-
nicas de que acabamos de hacer mención.
En segundo lugar lo que resulta de la generación es un ser ya
existente , que el acto del coito ha sacado únicamente del estado
de torpeza en que se hallaba, y le ha dado una vida mas activa,
haciendo visible lo que antes era invisible , y dándole una energía
suficiente para recibir un acrecentamiento rápido y propio para ha-
cerle pasar por las vicisitudes de la vida.
Después de haber leido las obras de Haller, de Bonet y de
Spalanzani, se reconoce inmediatamente la imposibilidad del primer
sistema, y se ve que los medios con que se establece son entera-
mente extraños á la naturaleza ; que las bases de aquel mecanismo
se vienen abaxo en el momento que se quiere probar su fuerza; que
las partes necesarias para formar aquel edificio no pueden ponerse
baxo los sentidos, y que todo lo que se habia imaginado que podia
representarlas, no era de ningún modo lo que se habia creído, sino
únicamente unos seres extraños al fenómeno , que no hacían ningún
papel en la generación , ó que á lo menos podian perfectamente
imprimirse , sin que aquella dexase de verificarse.
No creo que haya habido sistema mas sólidamente refutado que
este. Bonet y Spalanzani lo han destruido hasta no dexar vestigio
ninguno ; y poniéndole delante la naturaleza en sus fórmulas, se han
reunido siempre una multitud de hechos para hacer ver su incohe-
rencia , y separar cada una de sus partes, que ni física ni metafísica-
mente podian coexistir, ni por consiguiente formar un todo armó-
nico; pero aun quando un exámen metódico, y unas observaciones
decisivas no hubiesen proscripto aquel sistema , la razón sola hu-
biera debido contener á los que se habían empeñado en seguirlo. En«
norabuena que la Física en aquellos puntos en que falten observa-
ciones y experimentos forme algunas suposiciones , que recibidas
como tales, puedan servir de guia para nuevas observaciones; pero
quando un fenómeno supuesto choca absolutamente contra los prin-
cipios ya demostrados , y quando repugna á aquellas leyes que la
naturaleza parece seguir constantemente, me parece que entonces se
debe á lo ménos suspender el juicio, contener la imaginación, exa-
minar baxo todos sus aspectos el hecho supuesto, y ver si es un fe-
nómeno del observador ó de la naturaleza.
Por consiguiente era preciso abandonar aquella hipótesi repro-
bada por la naturaleza, y condenada por la razón ; pero el hombre
inquieto y ocupado en averiguar un hecho interesante, no pierde la
esperanza de descubrir su causa. Algunos Físicos supusiéron que ei
feto preexistia á la fecundación , y que la generación no era una
creación, sino una extensión ó desenvolvimiento de un ser ya exis-
GEN 349
tente. Todo se explica sin dificultad en este sistema , según se ha
manifestado; pero sin embargo de su sencillez, se presenta desde
luego una dificultad que importaba resolver. Ya que el macho y la
hembra cooperan á la generación , el feto primordial podia existir lo
mismo en el uno que en el otro: de ahí se formaron las dos opinio-
nes que quedan expuestas , esto es , la de los ovarios y la de los in-
sectos seminales. Si estas opiniones se hubiesen dexado en toda
su generalidad , sin extenderse á por menores ridículos ni á conse-
qüencias absurdas ; realmente no dexaban de tener algunas verosimi-
litudes, y siempre merecían que se hiciesen experimentos para com-
probarlas.
Spalanzanl es el único que dando á las probabilidades y á las hi-
pótesis el lugar que merecían, y fundando toda su doctrina en la
observación y en los experimentos, ha pronunciado la ley de la na-
turaleza , cuyas primeras líneas tomó de la doctrina de Haller : hace
ver constantemente los fetos en el seno de las hembras antes de su
fecundación , y prueba con ello que siempre son con todo rigor las
engendradoras de sus hijos. Este hecho es ya indudable; pues nues-
tro penetrante observador ha probado que los insectos espermáticos
del licor seminal , que se miraban como aquellos fetos depositados
por el macho en el seno de la hembra , no son esenciales á la gene-
ración: á lo ménos él ha fecundado una multitud de renacuajos con
una parte de licor seminal de un sapo y de una rana, en que no
habia ninguno de aquellos insectos.
Pasó mas adelante nuestro sabio observador, y en el útero de
una rana aquática verde, no solo vió todos los renacuajillos ó cor-
púsculos oviformes, que debían baxar desde el ovario para ser fe-
cundados , sino que observó también en los mismos ovarios otra
porción de renacuajillos ó corpúsculos oviformes mucho mas pe-
queños, que no debian desenvolverse y baxar al útero hasta el año
siguiente. Las hembras del sapo terrestre hediondo, de las salaman-
dras aquáticas , y de otros varios anfibios , le han presentado el mis-
mo fenómeno. De este hecho resulta claramente , que aquellos fetos
existen en el seno de las hembras, á lo ménos un año antes de su
fecundación ; y por lo mismo es evidente que el macho no los ha
introducido , tanto mas que en aquellos anfibios se hace la fecunda-
ción fuera del cuerpo de la hembra.
Excluidos todos los demás sistemas, solo falta examinar este que
han comprobado los experimentos, esto es, el de la preexistencia
de los fetos dentro de la hembra. Entre todos los partidarios de este
sistema, nadie lo habia tratado con la solidez que Bonet y Haller.
Este último probó que el feto pertenecía á la hembra, manifes-
tando que la membrana que reviste interiormente la yema del hue-
ro es una continuación de la que cubre los intestinos delgados del
350 GEN
pollo, y que se prolonga sobre el estómago y la boca. Habla hecho
ver del mismo modo que la membrana externa del intestino se
une con el mesenterio &c. ; pero la yema tiene sus arterias y sus
venas , que se comunican con las venas y con las arterias mesentéri-
cas del pollo: la misma sangre que circula en las unas circula también
en las otras; viene del mismo origen, que es el corazón del pollo;
está impelida por la misma fuerza, que es la impulsión dada al co-
razón; mantiene la vida del uno, é impide la destrucción del otro
para hacerlo útil al primero. De aquí se infiere , que la yema es una
parte esencial del pollo en el huevo, pues forma con él un mismo
sistema de vasos: por consiguiente existiendo esta yema, tanto en
el huevo que no está fecundado , como en el que lo está , es abso-
lutamente necesario que exista con aquel sistema de vasos que lo
une al pollo después de la fecundación. Pero existiendo en la yema
este sistema de vasos, es evidente que no puede existir sin el pollo,
que es su fin , ó mas bien su continuación ; ni las membranas del
huevo que forman los intestinos del pollo se puede suponer que exis-
tan sin el mismo pollo, de que son una parte esencial. Estos fenóme-
nos hiciéron tal impresión en el entendimiento de Haller , que le
obligaron á dexar la opinión que habia seguido hasta entonces, y
que era diametralmente opuesta á la de la preexistencia de los fetos.
Finalmente , si consideramos el pollo en el huevo como en una
cuna donde reposa hasta estar enteramente fecundado, ¿pedemos
imaginar que esté allí sin las partes que constituyen esencialmente
su existencia? Si esto fuese no seria verdaderamente pollo, y ningu-
na fuerza de la naturaleza parece que seria suficiente para convertir-
lo en pollo ; pero si se admite una sola parte de aquel animal , se
han de admitir todas las demás como conseqüencias rigurosas. Las
observaciones rigurosas de Haller manifiestan claramente el estóma-
go y los intestinos del pollo como una prolongación de las mem-
branas de la yema; pero no puede reconocerse su existencia sin su-
poner la del hígado, la de los vasos lácteos, la de las venas, de las
arterias del corazón, de los huesos, de los músculos y de los ner-
vios, partes que realmente no se presentan aun baxo una forma só-
lida, como se observa en el pollo acabado de formar, pero cuya
solidez está en proporción con la que tendrá cada una de sus par-
tes en el estado de perfección.
Las experiencias de Spalanzani esparcen todavía mas luz en esta
materia, haciendo ver claramente que los renacuajos de las ranas,
de los sapos y de las salamandras, que falsamente se habían tenido
por unos huevos , son real y verdaderamente unos fetos existentes
baxo un volumen mas pequeño en los ovarios de las hembras an-
tes que baxen al útero, y por consiguiente mucho tiempo an-
tes de ser fecundados. Manifiesta por medio del análisis mas rigurosa
GEN 351
?|ue aquellos fetos no fecundados que existen en los ovarios son per-
ectamente semejantes á los que han sido fecundados; de modo que
tanto los primeros como los segundos tienen las partes esenciales á
los renacuajos , ó mas bien son unos y otros unos perfectos renacua-
jos, y que por consiguiente baxo la forma de tales contienen todas
las partes de la rana, del sapo ó de la salamandra , así como la oru-
ga en el huevo encierra con ella todas las partes de la mariposa.
Pasa todavía mas adelante nuestro penetrante observador; y no
solo demuestra que aquellos renacuajos preexísten á la fecundación,
sino que hace ver que el amnios y el cordón umbilical preexísten
también con ellos. Finalmente ha podido probar que el mayor des-
envolvimiento de aquellos fetos se verifica después de la fecunda-
ción; pero que se observa uno muy sensible en el año que debe
preceder á la fecundación.
Estas verdades no ofrecen ya la menor duda ; Spalanzani las ha
comprobado con toda suerte de experiencias , y por consiguiente ha
establecido sin réplica la preexistencia de los fetos de aquellos ani-
males á su fecundación: para esto supo aprovecharse de una circuns-
tancia muy favorable. Habia observado repetidas veces, que la fe-
cundación de los renacuajos se hacia fuera del cuerpo de las hem-
bras ; y que el macho juntándose con la hembra únicamente bañaba
los fetos que salian del útero con el licor seminal , y que los fe-
tos puestos en el útero, que casualmente no habían sido tocados por
aquel licor , no se desenvolvían , y perecían lo mismo que los
que parían las hembras sin haber precedido coito: esta experien-
cia capital se hizo de un modo decisivo. Los fetos unidos sepa-
radamente al mismo cordón salen uno tras otro del útero de la
hembra , y esta algunas veces echa ó pare algunos antes de juntarse
con el macho. Según esto, cortando una parte de aquel cordón
quando salia del útero antes del coito , cortando luego una parte
semejante del mismo cordón salida del cuerpo de la hembra des-
pués del coito, y poniendo á las dos con sus fetos respectivos en
una agua semejante, y en circunstancias iguales , se podría saber fá-
cilmente qual seria la porción que adquiriria vida. Esto es lo que
hizo Spalanzani; y así, á pesar de la perfecta semejanza que habia
entre aquellos fetos, y aunque no se diferenciaban sino en la fecun-
dación , solo la parte fecundada produxo ranas ó sapos ; la otra par-
te se corrompía siempre, y perecia luego después.
Aunque esta prueba no tenia réplica , Spalanzani quiso hacerla
todavía mas brillante, obrando sobre los fetos de aquellos anfibios
con el licor seminal de los machos , que sacaba de las vesículas es-
permáticas, lo que los machos obraban por el coito. Con esto for-
mó el atrevido proyecto de las fecundaciones artificiales, que Mal-
pigio y otros inútilmente habían procurado realizar; pero, mas afor-
352 GEN
tunado que aquellos naturalistas, logró sujetar la naturaleza á sus
experimentos; y por primera vez varios sapos, ranas y salaman-
dras vieron la luz del dia sin deberlo á un macho que hubiese coope-
rado á darles la vida. Nuestro naturalista examinó y volvió á exa-
minar qual era la suerte de los fetos no fecundados; pero constante-
mente observó que solo los que habian sido fecundados natural ó
artificialmente lograban desenvolverse, y que los demás perecían
todos infaliblemente.
Haciendo estos experimentos verdaderamente originales y asom-
brosos, quiso Spalanzani conocer la energía prolífica del licor semi-
nal de aquellos anfibios. Á este fin hizo varias tentativas procurando
disminuir la acción de aquel licor, mezclándolo con mayor ó menor
cantidad de agua, ó usándolo en cantidades sumamente pequeñas.
La fecundación de los fetos se hacia igualmente bien , quando se los
tocaba únicamente en un punto con el licor seminal, que quando
se les hacia nadar en él: aquella gota imperceptible, cuyo diámetro
no era mayor que la punta de un alfiler , tenia la misma virtud fe-
cundante que otra porción mucho mas considerable de aquel licor,
y conservaba toda su virtud , aunque atravesase una masa mucilagi-
nosa bastante considerable. Finalmente, tres granos del licor semi-
nal de un sapo conservaron toda su potencia después de mezclados
en libra y media de agua ; y esta pequeña cantidad de licor seminal
no perdió toda su aficacia en veinte y dos libras. Si en el primer
caso todos los renacuajos metidos en el agua fueron fecundados; en
el segundo solo se fecundáron algunos; pero no es solo una porción
de aquella agua la que adquirió la virtud fecundante, sino toda la
masa de ella ; pues un número prodigioso de fecundaciones freqüen-
temente repetidas en la misma agua espermatizada, no le hicieron
perder jamas su energía fecundante.
Estas experiencias habrian podido hacer creer que el vapor es-
permático era la causa de la fecundación; pero Spalanzani ha de-
mostrado que la parte material del licor seminal era la única que
podia producir la fecundación. Finalmente , aquel sabio naturalista
fecundó artificialmente con el mismo éxito los huevos de un gusano
de seda; y hasta llegó á fecundar artificialmente una perra con el
licor espermático de un perro : esta última experiencia ha sido re-
petida con el mismo éxito por un Profesor de la ciudad de Pisa.
Según lo demostrado hasta aquí el coito ó la unión de los dos
sexos no es la que crea ni la que forma el ser que debe salir á luz, ni
tampoco la que le da la vida, pues lo que únicamente hace es poner-
lo en estado de desenvolverse. Para esto no se necesita mas que un
cierto grado de calor y un poco de licor seminal que toque al feto
por un punto infinitamente pequeño, según lo prueban las experien-
cias de Spalanzani con los renacuajos de las ranas y de los lagartos;
GEN 353
6 á lo ménos luego que una pequeñísima cantidad de aquel licor
seminal haya llegado al feto, como no permite dudarlo la fecunda-
ción artificial de la perra.
Parece demostrado que el contacto inmediato del licor seminal
del macho es absolutamente necesario para desenvolver el feto,
pues las experiencias de Spalanzani no dexan duda en que el vapor
de aquel líquido es absolutamente inútil para la fecundación de los
renacuajos, que se le arriman tanto como es posible sin contacto:
también parece que la parte espesa del semen es la única que sea
fecundante , pues el agua común mezclada con aquel licor hace que
pierda toda su energía fecundante luego que ha sido filtrada varias
veces, y que por consiguiente la parte espesa del semen ha quedado
en el filtro.
Según esto solo faltaba descubrir de qué modo puede el licor
seminal penetrar el feto y obrar sobre él de un modo propio á darle
la vida. El Abate Spalanzani ha descubierto, que la tela que en-
vuelve los fetos de los sapos y de las ranas tenia una multitud de
poros, por los quales el licor seminal puede sin duda penetrar has-
ta el animal vivo.
¿Quál es según esto la acción del licor seminal sobre el feto
después que lo ha penetrado? Si consideramos los efectos produci-
dos, no dudaremos del modo de obrar de la causa. El Abate Spa-
lanzani ha observado, que los latidos del corazón en los renacua-
jos precedían en mucho á la apariencia del movimiento en las de-
mas visceras , al desenvolvimiento de un órgano y al del animal,
con que es menester que el licor seminal obre primeramente sobre
el corazón; pero aunque demuestre su efecto sobre esta parte, no
es porque ella sola ha sido tocada , sino porque ella sola ha sido
afectada, y era el único órgano bastante irritable para recibir im-
presiones considerables: esto hace muy verosímil la opinión de Ha-
11er y Bonet, de que el licor seminal es un estimulante, que au-
menta la irritabilidad del corazón , y que obrando con mas fuerza
sobre este grande resorte de toda la máquina, comunica su movi-
miento á todas las partes; sin duda que es excitando aquella irritabili-
dad , que el calor produce tan poderosamente en el desenvolvimiento
de los renacuajos fecundados, como lo ha observado Spalanzani: así
es que los huevos de los insectos y de las aves necesitan calor para
avivarse, ya sea porque el calor aumenta la energía del licor semi-
nal, favoreciendo la evaporación de las partes aquosas, ya sea por-
que pone el músculo en circunstancias mas convenientes para ser ir-
ritado. Sea como fuere, el frió suspende mucho el desenvolvimien-
to de los renacuajos y de los huevos ; y es bien sabido que solo
quando los órganos de la generación de las plantas han sido calen-
tados por el sol, puede hacerse en ellas la generación. Pero lo que
TOMO IV. YY
354 GEN
demuestra la necesidad del calor, para dar al licor seminal su virtud
fecundante, y así es que si empleamos este licor, puesto por un quar-
to de hora en un lugar en que experimente el trio del hielo , no fe-
cundará ningún renacuajo mientras esté frió, y al contrario será
fecundante después de haber pasado este frió durante media hora , con
tal que se le dexe volver á tomar la temperatura del ayre durante
el mes de Mayo.
De ahí resulta claramente que los fetos perecerían si no fuesen
calentados , y la experiencia justifica este resultado. Por esto la pro-
videncia ha colocado los fetos en el seno de sus madres donde ha-
llan un calor conveniente, ó bien les ha facilitado una nueva vida
en la incubación natural ó artificial, que se la conserva quando la han
recibido por la fecundación , como se observa en los huevos de las
aves; ó bien comunicándoles este calor por medio de la temperatu-
ra de la estación, que obra sobre ellos, y produce el mismo efecto
que la incubación , como se observa en los huevos de los insectos y
de los renacuajos que se avivan á un grado dado del calor del ayre.
Parece claro que entonces obra el calor como un medio de di-
latación , que favorece la acción del licor seminal por la abertura de
los poros del feto, como un medio de evaporación que le quita
una parte fluida nociva á la irritabilidad que debe tener, y finalmen-
te como un medio de irritabilidad que contribuye á hacerlo nacer y
á mantenerlo: sin duda es por esto que el licor seminal necesita un
cierto grado de calor para ser prolífico.
De todo lo dicho resulta: i.° que las hembras no tienen licor
seminal, sino un licor aquoso, que verosímilmente no tiene otro des-
tino que refrescar la parte enrarecida con la frotación, de donde
resulta el placer del derramamiento: 2.° que los gusanos seminales
no son esenciales á la generación: 3. 0 que los fetos preexísten (sin
duda con todas sus partes) en el seno de las hembras mucho antes
de su fecundación : 4. 0 que estos van creciendo y desenvolviéndose
por su propia virtud hasta que se desprenden y baxan al útero, que
es donde suelen ser fecundados por el macho en la mayor parte de
las especies: 5. 0 que por esto basta que una pequeñísima parte de
semen toque en un solo punto del feto, qualquiera que este sea: 6.°
que el semen conserva toda su virtud fecundante, aunque atraviese
una gran masa mucilaginosa , ó aunque se disuelva en una gran por-
ción de agua: 7.° que sin embargo el vapor espermático es infruc-
tuoso ; y que la parte espesa ó mucilaginosa del semen es absoluta-
mente necesaria para que se verifique la fecundación. Es cierto que
estos experimentos no se han hecho hasta ahora sino en un corto nú-
mero de especies; y aunque la analogía constante, que suele guardar
la naturaleza en todas sus obras, nos autoriza en cierto modo á que
de la semejanza de la organización deduzcamos la semejanza de su
GEN 355
producción y desenvolvimiento; sin embargo era de desear que los
fisiólogos continuasen estos importantes experimentos, y repitién-
dolos en varias especies de género y orden diverso, comprobasen
esta regularidad de la naturaleza, que hasta ahora no hacemos mas
que sospechar.
Sin embargo , todos estos descubrimientos no hacen mas que
correr un pequeño velo, y manifestarnos nuestra pequenez en lo
mucho que queda que descubrir. Efectivamente, todavía se ignora
la naturaleza del semen, el modo con que obra sobre los fetos, la
producción de estos últimos , y otra infinidad de cosas igualmente
esenciales; de modo, que, por exemplo, las fecundaciones artificiales
de Spalanzani no son propiamente tales, pues en ellas no ha habido
mas artificio que el de la natural aplicación del semen.
I Quándo se llegará á hacer una fecundación con un semen arti-
ficial, y en un útero artificial? ¿Quándo se adelantará otro paso; y
llegando á conocer la naturaleza y producción de los fetos, llegare-
mos á conseguir aquella en su raiz, y aun á hacer ovarios artificia-
les? Nunca probablemente: la naturaleza conservará siempre sus pri-
vilegios, y la generación será siempre un misterio, que confundirá á
los espíritus vanos y atrevidos, llenando de admiración y asombro
á los verdaderos sabios, que en ella adorarán al autor de la na-
turaleza.
GENGIBRE. ( Hig. y Mat. Méd.) Se llama así una planta
á quien Linneo ha llamado amomum scapo nudo, spica ovata:
tiene uso freqüente en varios países como condimento, y aun como
alimento , pues en algunas partes se confita y hacen otras prepara-
ciones en azúcar de la raiz de esta planta. La Materia Médica la co-
loca entre los remedios estimulantes, atenuantes, estomacales, car-
minativos, y aun afrodisiacos ; y así se ha creído útil quando el mo-
vimiento peristáltico de los intestinos y otras partes se han debilita-
do , quando hay materias viscosas y flatulentas; pero no se debe
usar en sugetos débiles é irritables. El gengibre es una de las subs-
tancias que mas se ha empleado en las preparaciones monstruosas de
la Farmacia, y así es que en las opiatas, pildoras estomacales y cor-
diales de la antigua Medicina , era uno de los principales ingredien-
tes , lo mismo que en las infusiones vinosas y otras preparaciones
farmacéuticas; pero en el dia apénas le usan los Médicos, sin em-
bargo que creemos pueda ser alguna vez útil.
GENIOGLOSOS. ( Anat.) Se llaman así dos músculos de la
lengua. (V. lengua.)
GENITALES. ( partes ) Se da este nombre á los órganos de la
generación. (V. este artículo.)
GENITURA. {Fisiología.) genitura, yovn , yóyof , semen es-
yerma. Se conoce con estos nombres el huevo fecundado en el úte-
356 GER
ro de la madre, quando no es mas que una masa informe , y sin que
haya aun vestigio de organización. Hipócrates aplicaba esta voz al
germen del sexto dia , y después le llamaba ya embrión, y lue-
go feto.
GEOFFROY. (Esteban Francisco) (Biog.) Nació en Paris
en el año de 1672, fué hijo de un Boticario: viajó por Francia, In-
glaterra , Holanda é Italia para perfeccionarse en el conocimiento
de la Medicina , de la Química y de la Botánica. De vuelta á su pa-
tria recibió la borla ó grado de Doctor; obtuvo el empleo de Ca-
tedrático de Química en el jardin del Rey , y de Medicina en el Co-
legio Real; fué asociado de la Academia de Paris, y de la Sociedad
Real de Londres. Este hombre célebre murió en el año de 1731;
su carácter, que era amable, circunspecto, moderado, y aun un
poco tímido, le hacia ser atento , y que á nadie negase su socorro,
lo que le perjudicó á los principios, pues se aficionó demasiado á
sus enfermos , y su situación le causaba mucho disgusto. Las obras de
este sabio Médico son : De Materia Médica , sive de medicamen-
torum simplicium historia, virtute , delecta et usu , en 8.°, tres
tomos. Esta importante obra, de las mas completas, ha sido traduci-
da en francés en siete tomos en 12. 0 , por Bergier, Médico de Paris;
después ha parecido una continuación en tres tomos por Mr. de No-
bleville, el que ha añadido también una historia de los animales en
seis tomos; y en fin una tabla general, los que hacen en todo diez
y siete tomos en 12. 0 Las teses de Geoífroy han sido muy buscadas
de los extrangeros. D H.
GERMEN. (Fisiol.) Se llama así la parte del semen que prin-
cipia á producir el animal. (V. generación.)
GERÓNIMO DE SANTA FE. (Biog.) Judío español , llama-
do antes Josué Lurchi , reconoció por la lectura de los libros hebreos,
que Jesucristo era verdadero Mesías , predicho por los Profetas;
abrazó el cristianismo, y recibió en su bautismo el nombre de Ge-
rónimo de Santa Fe. Luego fué Médico de Pedro de Luna, cono-
cido también por Benedicto xiii. Este Antipapa, estando en el reyno
de Aragón en 141 2, Gerónimo le inspiró el designio de atacar á los
judíos con una conferencia pública, que habia de celebrarse en Tor-
tosa en Cataluña. Esta empezó el 7 de Febrero de 1413 en presen-
cia del Papa, de muchos Cardenales, de un gran número de Obis-
pos, y Teólogos sabios. El Nasi ó gefe de las sinagogas de Ara-
gón se hallaba presente con los mas sabios rabinos de este reyno.
Gerónimo de Santa Fe les hizo ver que el Mesías habia venido, y
que Jesucristo habia cumplido* perfectamente los veinte y quatro
caractéres ; la conferencia no se concluyó hasta el dia 10 de Mayo
de 1413. Gerónimo de Santa Fe presentó el dia 10 de Noviembre
del mismo año al Antipapa su tratado sobre los Errores peligrosos
GLA 357
que se hallan en el t almud contra la ley de Moyses y contra los
cristianos. Este libro hizo tanta impresión á los judíos, que se
convirtieron al cristianismo cerca de 5000 (véase Josef Albo). El
tratado de Gerónimo de Santa Fe ha sido impreso en Francfort en
1602, é insertado en la biblioteca de los Padres. D. H.
GINGLIMO. (Anat.) Se da este nombre á una de las arti-
culaciones , que es una especie de diartrosis ; se llama también de
charnela ó gozne: esta articulación consiste en que dos huesos anti-
guos articulados por sus extremos, pueden, formando diferentes
ángulos, executar dos movimientos opuestos, quales son los de la
flexión y extensión , como sucede con la articulación del húmero,
con los huesos del antebrazo, la del fémur con la tibia &c. Algu-
nos anatómicos subdividen todavía el ginglimo angular en perfecto
é imperfecto. Llaman perfecto aquel en que ambos huesos presentan
eminencias que son recibidas, y cavidades que reciben y citan, por
exemplo, la articulación del húmero con los huesos del antebrazo.
Llaman imperfecto aquel en que solo uno de los dos huesos pre-
senta eminencias que son recibidas en cavidades del otro ; tal es la
articulación del fémur con la tibia. El ginglimo lateral es aquel en
que dos huesos executan movimientos de rotación el uno sobre el
otro, y se subdivide en simple y doble. Es simple quando un hue-
so rueda sobre otro en un solo parage , como en la articulación del
arco anterior de la primera vertebra cervical con la apófisis cdon-
toides ; de la segunda, la que se llama también articulación de
gozne. Es doble quando dos huesos articulados lateralmente están
dispuestos de modo que en un sitio se vuelve primero al rededor
del segundo, miéntras que en otro sitio el segundo gira al rededor
del primero ; tal es la articulación de los dos huesos del antebrazo
entre sí. B.
GILLEMEAU. (Santiago) {Biog.) Natural de Orleans, Ci-
rujano ordinario de los Reyes Carlos y Henrique iv: fué uno de
los mas célebres discípulos de Ambrosio Pareo ; poseia la Cirugía
sabiamente; habia cultivado mucho las bellas letras j las lenguas
sabias le eran familiares , las que le facilitaban la lectura de obras de
los antiguos. Estas guias ayudadas de las de la experiencia, le hi-
ciéron uno de los hombres mas hábiles de su tiempo: de todas sus
obras se hizo una colección que se imprimió en Rúan en el año
de 1649, en folio. Las principales son: i.° la Cirugía de Ambrosio
Pareo, traducida del francés en latín , con tanta felicidad como ele-
gancia: 2° tablas anatómicas con estampas: 3. 0 un tratado de ope-
raciones escrito con mucha exactitud: murió en Paris en 1612.
GLANDE. (Anat.) Se llama así, y también balano la extre-
midad del miembro viril. (V. este artículo y el de generación.)
GLANDULOSO. (Anat.) Adjetivo que pertenece á las glán-
3$3 GLA
dulas; y así varias partes del cuerpo, que se componen de nuestras
glándulas, se dicen glandulosas, como las mamas, el páncreas &c.
GLÁNDULAS. (Anat.) Damos este nombre á ciertos órganos
destinados á separar de la masa de la sangre algún humor particular,
ó á contribuir á la formación de la linfa nutritiva. Ha dado motivo
al nombre glándulas la semejanza que algunos de estos órganos tie-
nen por su figura á las bellotas llamadas glandes en latín. Diví-
dense las glándulas en mucosas, conglobadas y conglomeradas.
Las glándulas mucosas , conocidas también con el nombre de
criptas ó folículos, y con el de senos por su figura cilindrica, son
todas membranosas, interiormente excavadas y sembradas de vasos
sanguíneos , por cuyos poros ó tubos exhalantes se separa en la ca-
vidad de la glándula un humor mucoso, que sale por el conducto
ó conductos excretorios , que regularmente nacen de aquella cavi-
dad. Estas glándulas son simples ó compuestas: las simples carecen
á veces de conducto excretorio, y entonces se encuentra en ellas
una abertura mayor, por la qual sale su mucosidad: de esta especie
se hallan muchas en la raiz de la lengua. Otras , y son las mas, tie-
nen un conducto excretorio muy angosto formado por la prolon-
gación de la membrana, como las que se ven en los carrillos, la-
bios , paredes del esófago, traquea, intestinos &c. Las glándulas
mucosas compuestas están formadas de muchas glándulas simples,
reunidas por un texido celular bastante floxo; pero con la diferencia
de que en unas cada glandulilla simple tiene su abertura excretoria
separada, como las glándulas de la laringe, que Morgani llama ari-
tenoides; en otras muchas de las glandulillas de que se componen
se abren en su receptáculo común, donde depositan el humor que
han filtrado, como en las agallas; en otras en fin cada folículo tiene
su conducto excretorio propio; pero todos estos conductos vierten
su mucosidad en un agujero común , como en el agujero ciego de la
lengua, en el tabique de la nariz &c. Los senos mucosos son tam-
bién simples ó compuestos. Los primeros se ven en la uretra del
hombre y de la muger , en la vagina , en la basa del tabique de la
nariz &c. Los segundos en el intestino recto, y también en la ure-
retra viril.
La mucosidad que todas estas glándulas segregan sirve para bar-
nizar la superficie interna de casi todas las visceras huecas , y hu-
medecer ciertas cavidades, como la de la boca, de la nariz &c.,
como veremos quando se trate de todas estas partes. En el espesor
de la piel se encuentran muchas pequeñas glándulas mucosas , que
otros llaman sebáceas, porque la mucosidad que algunas contienen
se aproxima á la consistencia del sebo. El uso general de estas glán-
dulas es precaver la sequedad que contraería la piel por el contacto
del ayre y la frotación de los cuerpos externos, á cuyo fin segregan
GLA 3$9
todas un humor vicioso, pero de diferente naturaleza, según las di-
ferentes partes que debe untar: así los folículos membranosos sim-
ples de la piel cabelluda segregan un humor oleoso, blando y visco-
so, que unge los cabellos; semejante humor mantecoso filtra las glán-
dulas de detras de las orejas, de los sobacos &x. : otra especie de
mucosidad mas espesa, mas seca, blanca y pastosa, que á veces se
configura en gusanillos, segrega las glándulas simples, y algunas
compuestas, que se hallan en la piel de debaxo de los ojos, en las
mexillas, nariz, orejas , cuello, dorso, área del pezón, circunferen-
cia del ano, perineo, escroto &c. , y quizá en toda la extensión de
la piel, si se exceptúan la planta del pie, la palma de las manos y
el pulpejo de los dedos.
Las glándulas conglobadas son unas partes constitutivas del
sistema absorvente, como los ganglios lo son del sistema nervioso;
por consiguiente su historia no puede separarse de la de los vasos
absorventes que están íntimamente conexas Gon ellas, y las atravie-
san repetidas veces antes de terminarse en las venas. (V. absorven-
tes.) La figura de estas glándulas unas veces es oval , otras redon-
da , globulosa, chata é irregular. Su tamaño y consistencia varían
igualmente; las que están situadas entre músculos son tan pequeñas,
que á veces apenas igualan á una lenteja ; pero algunas de las que
están en las ingles, en los sobacos, en el cuello y en las cavidades
del vientre y del pecho, son del tamaño de una bellota. Comunmen-
te tienen una cierta blandura; pero en las que están en las corvas y
en los intersticios de los músculos, es mayor que en las que se ha-
llan debaxo de la piel. Su color en los niños es mas roxo que en los
adultos, y con la edad se vuelve pálido. Las subcutáneas son mas
roxizas que las que están encerradas en el vientre ó en el pecho.
Las que se hallan á la raiz de los pulmones son comunmente azula-
das ó negras, sin que sepamos á qué atribuir este color; pues las del
rnesenterio son blancas quando están llenas de quilo, y las que se
encuentran en los alrededores del hígado , se ven freqüentemente
amarillas en la ictericia por razón de la bilis que sus vasos absorven
del sistema biliario; pero en el pulmón no sabemos qué humor pue-
de ponerlas negras ó azules. En diferentes partes del cuerpo se ha-
llan ya solitarias, ya dobles, ya triples, ya acinadas y rodeadas de
gordura. Su número es casi igual en los niños que en los adultos.
En la mocedad suelen ser globulosas y llenas de humor ; pero en
la vejez menguan , se apartan, y casi se secan, lo que induxo á Mor-
gani, Ruischio, Haller y otros grandes Anatómicos á caer en el er-
ror de que las glándulas linfáticas desaparecían en la vejez. Aunque
estas glándulas tienen una superficie lisa, sin embargo se notan cons-
tantemente en su cara anterior ó posterior , ó á los lados , algunos
surcos superficiales, por quienes entran y salen de ellas los principa-
360 GLA
les troncos de los vasos absorventes. Viste exteriormente á estas
glándulas una membrana compuesta de ramificaciones de vasos ab-
sorventes y sanguíneos enredados entre sí , que abraza y acompaña
á todos los troncos de estos mismos vasos que se introducen en ellas,
y son los que dando varias vueltas, y enredándose unos con otros,
la componen enteramente. Así Mascagni como Cruikshank dicen,
que nunca han visto nervios en las glándulas linfáticas, y creen que
el dolor que ocasionan quando están inflamadas, por razón del qual
admite Hewsoa en ellas algunos pequeños ramos nerviosos, proviene
mas bien de la de presión , que estas glándulas inflamadas ocasionan
en los nervios de las partes vecinas, que de sus nervios propios.
Malpigio y Nuck admiten una segunda membrana compuesta de fi-
bras musculares y situada debaxo de la membrana vascular referida;
pero el Barón de Haller dice , que no ha podido encontrar tal mem-
brana muscular , y Cruikshank y Mascagni no reconocen en las glán-
dulas conglobadas otra membrana que la vasculosa. En quanto á la
estructura de las glándulas linfáticas, han estado muy divididos los
anatómicos, defendiendo unos la opinión de Malpigio, y otros la de
Ruischio ; pero al paso que se ha perfeccionado la inyección de di-
chas glándulas, se ha visto que ni son enteramente celulosas como
quería Malpigio, ni puramente vasculosas, según Ruischio las pinta-
ba; por lo que daremos la descripción que Mascagni hace de su es-
tructura, por ser la mas exacta. En una glándula cuyos vasos absor-
ventes se hayan perfectamente inyectado, tanto las que se van y
vienen de ella, como los que la constituyen, se ven muchas eminen-
cias en toda su superficie antes lisa, y se descubre del modo como
los vasos absorventes junto á las glándulas se dividen en manojos de
ramitos, de los quales los mayores se introducen en la substancia
de la glándula luego que llegan á los surcos superficiales de ella;
pero los menores corren antes un cierto trecho por su superficie, di-
diviéndose en otros mas y mas pequeños. Estos se terminan, parte
en las eminencias que forman los ramos mayores dilatados en celdi-
llas, y parte metiéndose por entre dichas eminencias, van á buscar
otras celdillas mas profundas. Todos estos ramos que entran en las
glándulas se llaman conductores absorventes. De los absorventes
que nacen de las glándulas conglobadas, los mayores salen por los
mismos surcos de la superficie, y los menores y mínimos vienen de
las eminencias celulosas, ó de los intersticios de las celdillas, así su-
perficiales como profundas. Estos ramos menores, serpeando por la
superficie de la glándula, y juntándose entre sí, forman ramos ma-
yores , que inxiriéndose en los que salen de los surcos , producen los
troncos absorventes llamados extractores. Los ramos absorventes
mayores , heredados y reunidos, antes de entrar en las glándulas,
dan comunmente origen á los plexos que los abrazan , y lo mismo
GLA 361
hacen , aun con mas freqüencia , los ramos que salen de ellas. Si se
observan con un buen microscopio las eminencias de una glándula,
preparada como hemos dicho, se ve que están compuestas de los
mismos vasos absorventes, que ya angostándose, y* dilatándose en
celdillas, dan muchas vueltas y se cruzan formando varios ángulos.
En las dilataciones ó células de los ramos mayores se introducen
por todas partes otros ramitos menores , que vierten en ellas el
humor que traen, ó se llevan el que otros habían vertido, y de este
modo establecen una comunicación general entre todas las partes de
las glándulas conglobadas. Para destruir su estructura interna deben
inyectarse los absorventes que entran en ellas, no con azogue, sino
con cera , cola ó yeso ; porque como estas materias con el frió y la
quietud se condensan y endurecen, se pueden con paciencia desen-
redar con la punta del escalpelo, ó con un alfiler, los pelotoncillos
de vasos absorventes, y apartar los superficiales para descubrir los
profundos; y de esta suerte se ve que las ramificaciones de los vasos
absorventes se distribuyen por el interior de la glándula del mismo
modo que por su superficie , esto es, que se dividen, se juntan, se
doblan, se adelgazan , se dilatan, forman celdillas, vuelven á es-
trecharse, y con las mutuas anastomosis de sus ramitos, particular-
mente de los que entran y salen de las celdillas, establecen una di-
latada comunicación. Como la estructura de los vasos absorventes
es en las glándulas la misma que en las demás partes, tienen tam-
bién estos en su membrana externa muchas células adiposas, que
Hewson las tomó , según cree Mascagni , por células peculiares de
estas glándulas, y les atribuyó un uso imaginario. Si después de
llenar exactamente los vasos absorventes, que componen las glándu-
las conglobadas, se inyectan sus vasos sanguíneos con cola teñida
con cinabrio, se ve por medio de una lente fuerte, que los vasos
sanguíneos, así arteriosos como venosos, numerosísimos, enredado!
entre sí , y dispuestos á pelotones, abrazan no solo todos los troncos
absorventes que entran en las glándulas, sino también todas sus rami-
ficaciones; y de este modo se introducen con ellos en las glándulas,
siguiendo y abrazando en su interior á cada tronco, ramo y ramifi-
cación absorvente, mayormente al rededor de las celdillas de los
vasos absorventes mayores. Mekel pretende haber demostrado, que
los vasos sanguíneos de las glándulas linfáticas tienen comunicación
con los vasos absorventes que las componen ; pero Mascagni ha he-
cho ver con repetidos experimentos que no hay comunicación nin-
guna entre estas dos clases de vasos; y que si alguna vez la inyec-
ción pasa de los vasos absorventes á los sanguíneos , es por medio
de roturas que se hacen en unos y en otros. La descripción que aca-
bamos de hacer 'de las glándulas linfáticas, según Mascagni, no se
diferencia de la de Cruikshank , sino en que este , por no haber lie—
TOMO IV. z *
$6% GLA
gado á inyectarlas con tanta perfección como Mascagni, no cono-
ció también la naturaleza de las celdillas que en dichas glándulas se
observan, ni descubrió su comunicación por medio de sutilísimas
ramificaciones de vasos absorventes, que de unos ramos se introdu-
cen en las celdillas de los otros.
Las glándulas conglomeradas , mayores que las conglobadas,
toman su nombre de ser cada una un montón de glandulillas unidas
por una tela celular, por cuyos intervalos pasan los vasos sanguí-
neos y nerviosos. La maceracion en el agua, ó la inyección de esta en
las arterias, demuestran que cada glándula se compone de otras
menores, y cada una de estas de otras todavía mas pequeñas, hasta
llegar después de repetidas subdivisiones á los últimos granos per-
ceptibles á simple vista, tanto mas firmes quanto menores son, por
atarlos mas estrechamente un texido celular mas corto. Estos gra-
nos, por entre los quales pasan los vasos menores, son en general
redondos, pulidos, y destituidos de fibras rectas; pero si se exami-
nan con una buena lente, se ve que todavía los dividen en granitos
menores, pequeñas líneas celulares y vasos tenuísimos, de modo que
es imposible llegar al término de esta división. La consistencia del
texido celular que une los granos glandulosos no solo es menor
quanto mayores son los granitos que enlaza, sino que también es
ménos firme en unas glándulas que en otras, según la magnitud de
las glandulillas que las componen. Las arterias que se distribuyen
por las glándulas conglomeradas son muy considerables , y se divi-
den al infinito entre las glandulillas y los granos que mantienen sus-
pensos á modo de racimos. Las venas son también muy gruesas, y
se dividen igualmente en innumerables ramificaciones. Los conduc-
tos excretorios de las glándulas conglomeradas , por las quales sale
el humor que estas glándulas segregan y preparan , están formados
de pequeños tubos, que vienen cada uno de ellos de su grano glan-
duloso simple , y se reúnen todos al modo que las venas , para for-
mar un tronco común, compuesto de una membrana celular bastante
densa y tenaz, que se continúa con la que viste la cavidad en que
desagua. Los nervios de estas glándulas son por lo ordinario muy
pequeños; pues si algunas, como las parótidas, las maxilares, las
lagrimales &c. , reciben nervios grandes , no hacen estos mas que
atravesarlas para ir á distribuirse á otras partes ; por lo que las glán-
dulas conglomeradas son en el estado natural poco sensibles y de
ningún modo irritables. Para averiguar la última estructura de los
granos que componen las glándulas conglomeradas, tan controver-
tida entre los anatómicos , inyectó Mascagni todas las arterias de
'varios de estos, órganos con una disolución de cola , como se ha di-
cho. Estas observaciones de Mascagni destruyen los sistemas de
Malpigio y de Ruischio , que hasta aquí habian tenido divididos á
GLA 363
los anatómicos, pues demuestran, que ni las arterias rematan en las
cavidades glandulosas , como creyó Malpigio, ni se continúan con
los conductos excretorios sin intermedio de cavidad alguna, como
pretendió Ruischio , sino que los granos glandulosos son verdadera-
mente cabos ; que las arterias capilares de estos se continúan direc-
tamente con las venas; que el humor que en esta cavidad se deposi-
ta le segregan los poros ó tubos exhalantes de las arterias ; que los
vasos absorventes chupan gran parte de este humor; y que solo pasa
y sale por los conductos excretorios el humor á cuya preparación y
evacuación están destinadas aquellas glándulas. Las diferentes glán-
dulas conglomeradas que se hallan en varias partes de la cabeza y
del vientre , las explicaremos quando se trate de las visceras á que
pertenecen.
De las glándulas sinoviales de las articulaciones*
Como estas glándulas están situadas dentro, ó á los alrededores
de las articulaciones diartrodiales en el espesor de las orillas de los
ligamentos capsulares , pueden considerarse como partes pertene-
cientes á los ligamentos. Estas glándulas, cuyo descubrimiento se
atribuye á Clopton Havers, las suponen los anatómicos contenidas
dentro de unas masas pingüedinosas, esponjosas, y de un color que
tira á roxo, embutidas en las cápsulas articulares, ó situadas dentro
de la articulación , como en la cavidad cotiloidea del innominado;
pero Desault cree que no hay tales glándulas sinoviales, sino que
las masas pingüedinosas son las que segregan la sinovia. La figura de
estas masas la determinan el espacio que ocupan; su tamaño, que
varía mucho, no excede en algunas al de un grano de mijo; su color
en el feto es de un gris , que tira á roxo ; pero en los adultos y viejos
se arrima mas á blanco : su texido es celular , atravesado de un gran
número de vasos sanguíneos y linfáticos, y sus celdillas están llenas
de gordura mezclada, según Desault, con sinovia. La estructura
propia de las glándulas sinoviales se ignora todavía si existe; pero
en caso de haberlas , debemos creer que será la misma que la de las
demás glándulas secretorias que se han expuesto mas arriba. El hu-
mor que estas glándulas ó masas pingüedinosas segregan , llamado
sinovia , es de un blanco, que tira á gris, coagulable, de la consis-
tencia y viscosidad de un cocimiento fuerte de linaza, y cuya con-
sistencia crece con la edad y después con violentos exercicios. Se
separa este humor de la sangre en las glándulas sinoviales ó masas
adiposas, y se filtra dentro de las articulaciones, donde se junta
con una porción de xugo medular, que trasuda de lo interior de los
huesos por los poros de las ternillas que visten las eminencias y
cavidades articulares , y de donde le absorvcn los vasos absorven-
364 GLO
tes que nacen de la superficie interna de dichas cavidades. El uso
pues de las glándulas sinoviales ó masas pingüedinosas, es segregar
la sinovia; y el uso de estas conservar en las ternillas y ligamentos
la flexibilidad que necesitan , y sobre todo hacer las superficies ar-
ticulares mas lisas y resvalizadas, para que los movimientos se eje-
cuten con mas facilidad , y suavizando la frotación no se gasten
las hojas cartilaginosas. B.
GLAUBERO. (Juan Rodolfo) (Biog.) Alemán, se aplicó á
la Química en el siglo decimoséptimo , y se fixó en Amsterdam : des-
pués de haber viajado mucho compuso diferentes tratados , de los
q U ales algunos han sido traducidos en latin y en francés. Todas sus
obras se han impreso en un tomo en alemán, inritulado Glauberus
concentrabas. Este libro ha sido después traducido en ingles, é
impreso en folio en Londres año de 1089. Obra útil; pero lo seria
mucho mas si el autor no hubiese mezclado sus teorías con sus expe-
riencias. Hay de él en latin Furni philosophia 1658, dos tomos en
8.° traducidos en francés también en dos tomos en 8.° Glaubero
tenia el defecto de todos los charlatanes, pues alababa sus secretos,
y hacia un vil tráfico de ellos. D. H.
GLENOIDES ó GLENOIDALES- (Anat.) Se da este nom-
bre á varias cavidades articulares de los huesos, que parece tienen
semejanza á un vaso que usaban los griegos , que llamaban glene;
como la cavidad articular de la escápula que recibe al hueso del
brazo que llamamos glenoidal , la que hay detras de la apofise ci-
gomática en el hueso temporal, que la damos el mismo nombre, que
recibe al cóndilo de la mandíbula y otras varias.
GLISON. (Francisco) {Biog.) Profesor real de Medicina en
Cambridge: hizo muchos descubrimientos anatómicos, que le gran-
geáron una grande reputación. El principal es el del canal que con-
duce la bilis del hígado á la vexiga de la hiél: murió en Londres el
año de 1677: hay muchos escritos suyos muy estimados , los prin-
cipales son: 1 0 De morbo puerili, impreso en Ley den año de 1671,
en 8.°: 2. 0 De -ventrículo é intestinis, impreso en Londres año de
1677, en 4. 0 : 3. 0 Anatomía hepatis , en Amsterdam año de 1665,
en 12. 0 : los dos últimos libros se hallan también en la biblioteca ana-
tómica de Mangeto. D. H.
GLOBULO, GLOBULOSAS. (Anat.) Voz bastante usada
en la Anatomía y en la Fisiología para designar ciertas partes pe-
queñas y redondas en forma de esferas ó de globos, que nadan en la
serosidad que constituye el vehículo de la sangre, de la linfa, de la
leche, del quilo &c. ; siendo estos glóbulos una de las partes cons-
titutivas de dichos humores. (V. sangre , linfa, quilo &c.)
. GLOSA. ( Anat.) Han dado este nombre y también el áe^lota
^\«(T<ra, ó yKQTja. á la lengua. (V. este artículo.)
GLU 365
GLOSO PALATINO, GLOSO FARINGEO, y GLOSO
ESTAFILINO. ( Anat.) Todos estos tres términos pertenecen á
varios músculos de la lengua. (V. este artículo.)
GLOTIS. (Anat.) Se da este nombre á la abertura superior 6
hendidura que se observa en medio de la laringe por donde entra
el ayre que respiramos. (V. laringe.) Esta palabra es derivada de
¿¿ota, lengua, y se puede decir muy bien la abertura de la laringe,
que pertenece á la lengua; en dicha abertura, como se verá en su
respectivo lugar, se forman en parte los sonidos, y por consiguiente
las palabras. (V, el artículo voz.)
GLUTEN. (Mat. Méd.) [Se da este nombre en Materia Mé-
dica á las substancias que se extraen del reyno vegetal ó animal,
que son insípidas , y que disueltas en los líquidos aquosos les comu-
nican una cierta viscosidad y densidad, los quales introducidos en
el estómago, y pasando después á los humores del cuerpo, son con-
siderados como tales, produciendo la misma mudanza por una com-
binación inmediata, una interposición, ó una verdadera disolución.
Las substancias á quienes se les atribuye estas propiedades son los
cocimientos de los vegetales suaves y dulces como la regaliz, el
malvavisco, los higos, las pasas &c. la jalea de cuerno de ciervo, de
tortuga &c. ; pero si se atiende á las mudanzas que experimentan
estas en la quilificacion y sanguificacion se puede dudar que puedan
ser estas substancias unos medicamentos incrasantes. Esta discusión
debe aclararse en el artículo incrasantes, adonde nos remitimos.]
En el artículo alimentos hemos expuesto mas extensamente
del gluten y el mucilago que se halla en varias substancias , y los
efectos que produce en el estómago y el resto de la economía
animal.
Gluten animal de las fibras. (Fistol.) Se llama así un
xugo plástico, indisoluble en el agua, que constituye la ba<e de las
fibras en todas las partes sólidas. En efecto, de qualquiera parte
blanda que se extrayga por medio del agua hirviendo la gelatina
que contiene, queda siempre una masa plástica, fibrosa, blanca y
tenaz. Los huesos mismos macerados por bastante tiempo en los
ácidos, abandonan su tierra animal, y se convierten en una masa
blanda y fibrosa. Este gluten no tiene olor ni sabor; su color es
blanco, y su consistencia es plástica y fibrosa. Esta masa, secándola
al ayre, se convierte en una substancia córnea , que en la combustión
se pone negra, y despide un olor como de cuerno de ciervo quema-
do ; pero humedecida y abandonada á sí misma se corrompe inme-
diatamente. No puede disolverse ni por el agua, ni por el aceyte ni
por el alcohol ; pero sí por los álcalis y por el acetite de sosa.
Los principios elementales de este gluten parecen ser: i.° un po-
co de agua que sale por destilación: 2. 0 carbón, porque la cora-
366 GOM
bustion le pone negro: 3. 0 ázoe, pues cocido con el ácido nítrico
exhala una gran porción de gas azótico: 4. 0 un poco de tierra ani-
mal ó cal fosfórica. Conviene pues mucho el gluten animal de las
ñbras en las propiedades y principios elementales con el gluten
fibroso del crúor, con la parte albuminosa del huevo, del suero de
la sangre y de la linfa, con la parte caseosa de la leche, y parte
glutinosa de la harina. Uso. Todas las partes blandas de nuestro
cuerpo son formadas por este glúten animal de las fibras. Así vemos
freqüentemente que el suero albuminoso , trasudado de los pulmones
inflamados, se muda en una verdadera y orgánica tela celulosa, por
medio de la qual los pulmones se pegan ó adhieren muchas veces
con la pléura. Plenk.
GOMA en general gummi. (Mat. Méd.) [Se da este nombre
á uno de los productos vegetales mas conocidos: es una substancia
concreta bastante transparente, de un sabor dulce; se disuelve fá-
cilmente en el agua no siendo inflamable. Para dar una idea justa
de esta substancia, es necesario examinar su origen, y referir bre-
vemente el orden de la vegetación y la elaboración del suco de
las plantas.
El desarrollo del gérmen de la raíz, del tronco ó tallo, de las
ramas, de las flores y dejos frutos, es el que ocasiona todos los pe-
ríodos del crecimiento y de la vida vegetal. A esta sucesión gradua-
da de formas exteriores corresponde la de la estructura interna, en
donde se forman diferentes sucos nutricios. Las partes mas simples
de las plantas son sus fibras; el texido celular que llena los intersti-
cios y las cavidades de los vasos; estos mismos vasos y la cutícula.
Las partes mas compuestas que resultan de las dichas son el paren-
quima , su corteza , el cuerpo leñoso y la medula. Se sabe que las
plantas por medio de la raiz chupan muchos sucos que se conducen
al tronco, en donde suministran varias preparaciones, y resultan
ciertas mudanzas, cuyos resultados se depositan y se arrojan de nue-
vo á la atmósfera. Los vegetales no tienen visceras como los ani-
males; pero en su lugar tienen vasos de diferente naturaleza, y que
según su calibre, la consistencia mas ó ménos grande de sus pare-
des, su número, el lugar que ocupan, preparan los sucos, cuyas
qualidades se diferencian también, por la influencia de la luz, del
ayre ( V. atmósfera.) y del fluido que chupan por las raices. Por
estas propiedades misteriosas de la naturaleza se forman los aceytes
esenciales, los grasos, los sucos resinosos, los gomosos &c. , de los
quales la proporción y los caractéres distintivos varían no sola-
mente según los diversos géneros y las varias especies de los ve-
getales, sino también según sus diversas partes.
Los cuerpos gomosos diluidos en lo que se llama agua de vege-
tación de las plantas, forma el mucilago que sirve para nutrirlas, ó
GOM 3 6 7
que se presenta en varias formas para combinarse con otros prin-
cipios. Hay algunos vegetales que tienen bastante cantidad de este
mucilago, el qual siendo espeso, ya sea por la organización parti-
cular de sus vasos , ó por la evaporación de las pactes mas líquidas
de dicho xugo; lo cierto es que se trasuda por los vasos que se rom-
pen , presentándose exteriormente en forma de un xugo concreto,
que toma entonces el nombre de goma. Estos vegetales particulares
adquieren también el nombre de pomíferos ó gomosos ; pero es ne-
cesario saber que todas las plantas, qualquiera que sea la variedad
de sus sucos, se extrae siempre de ellas, por la decocción, una
substancia gomosa , que los Químicos distinguen con el nombre de
extracto gomoso»
Omitiendo la descripción de la análisis química por el fuego y
otras experiencias, que dan á conocer la naturaleza íntima de esta
substancia, que pertenece mas bien á una erudición química, pasare-
mos á exponer los usos que pueden hacerse en Medicina del mucila-
go , la goma y los extractos gomosos.
Los cuerpos gomosos son al parecer en el reyno vegetal lo que
la linfa ó los cuerpos gelatinosos en el reyno animal, esto es, que
sirven no solamente para nutrir los vegetales, sino también sufren
en el alcohol las mismas mudanzas que las substancias animales y
nutritivas, como la sangre, la leche, la linfa, la clara de huevo &c.
Es preciso saber en qué enfermedades se han de emplear; pero co-
mo los cuerpos gomosos se pueden presentar en diferentes formas,
es necesario distinguir los casos en que se han de preferir en Medi-
cina el mucilago, la goma ó el extracto gomoso. Los muciiagos
obran mas eficazmente por su ácido que la goma, y se suelen em-
plear útilmente como substancias nutritivas en las enfermedades pú-
tridas inflamatorias; pero es necesario también que la Medicina ha-
ga una justa distinción de los muciiagos, pues unos son mas aceyto-
sos, y otros son mas aquosos. Los primeros tienen qualidades emo-
lientes lubrificantes, y así es que se les puede administrar en los
movimientos convulsivos para los movimientos que provienen de
grande rigidez de los sólidos; en las epilepsias idiopáticas, en las
afecciones artríticas, en los dolores nefríticos, en el ardor de orina,
ía estangurria &c. Los muciiagos aquosos se emplean con utilidad
en el escorbuto, en la disenteria y en ciertas diarreas; en las enfer-
medades de los riñones, que provienen de un moco tenaz &. Estos
mismos muciiagos convienen también en las afecciones biliosas.
Las gomas que disueltas en el agua dan un fluido viscoso, y que
no ofrecen ningún ácido manifiesto , producen efectos análogos á los
muciiagos aceytosos, pero deben preferirse en las enfermedades en
que se teme el efecto de los ácidos y estimulantes ; y así es que
conviene principalmente en las afecciones que provienen de humo-
368 GOM
res venenosos y acres , para la tos , la cardialgía , el hipo &c. Se puede
emplear igualmente para suplir al moco del esófago y del canal ali-
menticio quando estos órganos están con dicho moco alterado ó sin
él, por lo que es útil en las disenterias, en el ardor de orina &c.
Los extractos gomosos abundan en partes heterogéneas, y re-
tienen siempre la mezcla y la combinación de los principios , que
son propios del extracto, conteniendo también mas ó ménos prin-
cipios salinos y aceytosos, lo que les hace susceptibles de un gran
número de variedades. Estos extractos producen muy buenos efec-
tos en todas las enfermedades que exigen fortificantes y resolutivos
suaves; siendo muy útiles para consolidar las heridas y las úlceras
internas, para la epilepsia, la diabetes, las afecciones crónicas del
pecho Scc. ; haciendo una elección juiciosa de los extractos para ca-
da una de las enfermedades referidas.
Se puede hacer uso también exteriormente de los mucilaginososy
gomosos con el título de laxántes, detergentes y lubrificantes, y así
es que se pueden preparar con ellos las lavativas, epitemas, las cata-
plasmas, los fomentos, los baños, los colirios &c. Los cuerpos go-
mosos que se extraen de los vegetales por el arte pueden ademas
llenar varias indicaciones como objeto dietético y medicinal en las
enfermedades agudas y crónicas: i.° quando es insípido, como el
que se extrae de la simiente de lino de la raiz de malvavisco &c:
2.° quando es con exceso ácido como el suco de la grosella, del
membrillo, la frambuesa, la cereza &c: 3. 0 quando está combinado
con los cuerpos azucarados como el maná, la miel, el suco de pe-
ras, manzanas &c. : 4. 0 quando está en la forma de cuerpos gomo-
sos ó mocosos, harinosos, como la cebada para la cerveza &c. De
esta manera se pueden lograr extractos mas ó ménos nutritivos ( V.
alimentos.), y mas ó ménos propios para satisfacer varias indica-
ciones en las enfermedades agudas y crónicas.] Ext.
Goma, amoniaco. (Mat. Alé i.) (V. amoniaco.)
Goma arábiga. (Mat. Méd.) [Se da este nombre á un suco
gomoso que corre por las incisiones, que se hacen al tronco de un
árbol que Linneo llama mimosa nilótica, que se cria en los desier-
tos de la Libia. Luego que sale del árbol es líquida y tenaz; pero
después que se dexa al ayre toma la consistencia de goma , la que no
tiene olor ni sabor : su disolución en el agua es mucilaginosa ; pero
no se disuelve en espíritu de vino ni en los aceytes. Se sabe que esta
goma tiene propiedades alimenticias; porque los de la carabana, que
va todos los años á la Avisinia por el Cayro, emplean con freqüen-
cia la goma arábiga para alimentarse: lo mismo hacen los moros que
habitan en Siria y los árabes bedoinos, como refieren varios via-
geros; pero sin embargo las experiencias exactas manifiestan que la
goma arábiga solo no puede ser nutritiva, porque no es susceptible
GOM 369
de la fermentación espirituosa, estando desprovista de materia azu-
carada, que es esencialmente el principio nutritivo por excelencia;
puede ser que aunque no tenga la propiedad nutritiva , á lo menos
envuelva con su viscosidad los humores que el hambre pondría acres*.
La goma arábiga reducida á raucilago y triturada con los aceytes
forma una emulsión: esta substancia hace igualmente miscibles con
agua las resinas sólidas , produciendo una solución imperfecta. Ex.]
Goma copal. (V. copal.)
Goma elemi. (V. elemi.)
Goma de guayaco. (Mat. Méd.) Este producto vegetal se
extrae en América de un árbol que Linneo llama guayacum offici-
nale: se recoge la resina de guayaco de dos maneras, o por la in-
cisión de la corteza, ó por una eflorescencia espontánea producida
por el calor del sol. En quanto á sus propiedades medicinales se
hallarán en el artículo guayaco.
Goma resina. (Mat. Méd.) [Se ha expuesto en el artículo
goma las propiedades de este producto vegetal , y se debe recurrir
al artículo resina para la exposición de las propiedades que carac-
terizan esta otra substancia; pero sin embargo indicaremos breve-
mente lo que constituye propiamente la resina. En la primavera va-
rios árboles en su corteza interior y exterior se penetran ó llenan de
suco, que algunas veces la corteza se abre para darle salida, como
se ve en el ciruelo, cerezo &c. Esta trasudación es aun mas abun-
dante en los pinos y los sabinos, que producen una materia resino-
sa , que se llama trementina. Las resinas quando se queman , como
los aceytes, se convierten en humo y se consumen desando muy
poco carbón; su menstruo natural es el espíritu de vino ó alcohol y
el aceyte. Si se destilan , forman en parte un principio volátil, y flui-
do como el agua, y es seguramente un verdadero aceyte esencial.
Después de la entera evaporación, la materia que queda es seca. Si
se hace la destilación de la trementina en agua hirviendo, este calor
basta para que se eleve el aceyte esencial con el principio aromáti-
co. Este aceyte es muy fluido y muy penetrante, y es lo que se
llama espíritu de trementina: lo que queda en el destilatorio después
de la destilación es la resina, que se pone opaca y blanquecina, y
forma lo que se llama la trementina cocida.
Se concebirá fácilmente lo que se entiende por goma resina, esto
es, una substancia que participa de propiedades de la goma y de la
resina , según las propiedades respectivas de la una y de la otra. Se
ha dado el exemplo de esto en el artículo goma, y tratando del
extracto de quina &c. Los extractos mas simples, ó propiamente
dichos, no son solubles sino en el agua; otros son mas compuestos;
y entonces son mas ó ménos solubles en el agua y el espíritu de vi-
no , como son el de quina , el opio , acíbar &c. Se ha citado algunas
TOMO IV. AAA
37° GON
veces, por exemplo, de la goma resina, la de la tacamaca; pero
esta substancia es una verdadera resina. Si se quieren conocer las
propiedades específicas de algunas gomas resinas particulares, y sus
usos medicinales, se consultarán en los artículos goma , amoniaco,
gÁlrano &c. Una multitud de exemplos particulares de gomas re-
sinas hacen ver que este es un producto vegetal mixto bastantemen-
te esparcido en la naturaleza.] Ext.
GOMEZ. ( Alfonso ) ( Biog.) Doctor de Alc&lá , y Médico de
Sevilla: escribió De humorum pneparatione adversas árabes.
Sevilla 1 548 , en 8.°
Gómez de la parra y arevalo. ( Alfonso ) ( Biog. ) Médi-
eo de Tembleque (Arzobispado de Toledo): escribió la obra inti-
tulada Polia thea Mediéis speciosa, Chirurgis mirifica , Mirep-
sicis valde utilis et necessaria. Madrid 1625 , en 4. 0
Gómez miedes. (Bernardino) (Biog.) Aragonés, de Alcañices,
hombre muy célebre y erudito: escribió entre otras obras Dias-
cepseon de sale physico, medico, geniali, et mystico. Valen-
cia 1572. Enchiridion 6 Manual instrumento de salud contra el
morbo articular que llaman gota, y las demás enfermedades, que
por catarro y destilación de la cabeza se engendran &c.
Gómez. (Gregorio) (Biog.) Médico de Toledo: escribió De
ratione minuendi sanguinem in morbo laterali. Toledo 1539,
en 4. 0
Gómez de pamplona. (Martin) (Biog.) Interpretó, recogió y
dio á luz los siguientes tratados de peste: i.° La preservación de
la peste de Mar si lio Fisino: 2° Consejo contra la peste del Doc-
tor Garbo: 3. 0 Tratado de la peste del Tar entino , Protomédico
del Rey de Francia-, 4. 0 Lo que hay contra la peste en las Epís-
tolas de Nicolás Monardes. Pamplona 1598, en 8.°
GONFOSIS. (Anat.) Se da este nombre, que trae origen
griego de yo^oatf gomphos , que significa clavos , á una articulación,
que es una especie de sinartrosis (V. articulación.), en la qual
los huesos están metidos unos en otros, é inmóviles, como si estu-
vieran clavados, como sucede en la articulación que tienen los
dientes con las quixadas.
GONORREA. (Med.) Se da este nombre y el de blenorra-
gia al género xxx de la clase de Fluxos (V. este articulo.) , que en
castellano llama el vulgo purgaciones. En la exposición de dicho
género se trata esta enfermedad con extensión.
GONZALEZ. (Alfonso) (Biog.) Médico de Priego: publicó
Carta al Dr. Pedro de Parraba Palomino , Médico de Grana-
da , en que trata del arte y orden para conservar la salud y
dilatar nuestra vida , y buen uso del beber con nieve. Granada
1612 , en 4. 0
GRA 371
GORDURA. (Anat.) Se da este nombre al aceyte animal que
se halla contenido en el texido adiposo ó celular: este humor, que
tanto uso tiene en la economía animal, se llama también pingüedo t
y se halla descrito en el artículo adiposo adonde nos remitimos.
Gordura. [Hig. y Mat. Méd.) Se da este nombre y el de
grasa al aceyte animal ó pingüedo, que se extrae de los animales
para los condimentos y usos medicinales. (V. manteca, sebo &c.)
Sin entrar en descripciones fisiológicas de la gordura, porque ya he-
mos dicho lo principal en el articulo adiposo , nos limitaremos á
decir que los alimentos crasos, ó que tienen mucha gordura, en ge-
neral cansan el estómago, quando este no está muy fuerte, pues son
sin disputa muy difíciles de digerir; pero por lo mismo son bastan-
te nutritivos , y así los sugetos que pueden soportarlos engordan por
lo general mucho. La Materia Médica externa se vale de las grasas
para formar los ungüentos, emplastos, cataplasmas &c. (V. todos
estos artículos.)
GOTA. ( V. el artículo artrítis y el género i de la clase de
dolores.)
Gota serena. Es lo mismo que amaurosis-, esta enfermedad
constituye el género iv de la clase de Debilidades. (V. dicha clase
y el artículo enfermedades de los ojos.)
GOTIERA. (Cir.) Se ha solido usar en la Cirugía esta palabra
afrancesada para designar unos canales ó medias cañas de cartón,
madera ó de hoja de lata, que se acomodan en las fracturas. [Véase
fracturas.) También se ha usado impropiamente en la Anatomía
paranombrar loque nosotros llamaremos correderas. (V. hueso.)
GOZO. {Hig.) [El gozo es una afección agradable infinita-
mente ventajosa para la conservación de la salud: los que tienen la
dicha de poseerle habitualmente logran que todos sus humores cir-
culen mejor, y que sus funciones se hagan con mas facilidad. Pero
es menester que el gozo tenga sus límites, pues llevado al exceso,
los fluidos circulan irregularmente, y el espíritu se halla en una es-
pecie de delirio ; en tales circunstancias se han observado síncopes,
insomnios, temblores, palpitaciones, espasmos, apoplegía.y aun á
veces locura. Según esto no conviene entregarse á un gozo inmode-
rado , y no lo es ménos dar sin mas ni mas una noticia agradable á
los sugetos muy sensibles: en tal caso es menester llegar por grados á
la entera explicación de loque queremos hacerles saber, para evitar
que las sobrecoja un gozo repentino y desenfrenado, y acarree las
conseqüencias funestas que se han notado algunas veces hasta matar
repentinamente.]
GRAAF Ó GRAEF. (Reynier) (Biog.) Médico Holandés:
nació en Eschoonaver , en Holanda, en el año de 1641 : su padre se
hizo célebre por muchas máquinas hidráulicas, y descubrimientos
372 GRE
anatómicos. Después de haber estudiado en Leyden y en Francia,
se retiró á Delft, donde murió en el año de 1673 á los treinta y
dos años de edad: se adquirió en una edad tan corta una gran repu-
tación por sus obras: i.° De suco pancreático, impreso en Leyden
año de 1664, en 12. °, y en 1671, en 8.°: 2° De virorum organis
generationi inservientibus. Roterdam año de 1668 y 1672 : 3. 0 Un
tratado sobre los órganos de las mugeres , Leyden año de 1672,
en 8.° Pretende en estos escritos que todos los animales traen su orí-
gen de los huevos. Hornius se declaró contra su sistema. Todas las
obras de Graaf fueron impresas en colección en Leyden en los años
de 1673 y 1705, en 8.° D. H.
GRAMA. (Mat. Méd.) Es una raiz de la qual se distinguen
dos especies, la que llaman loliacea y la dactilon. Una y otra se
cuentan entre las raices atemperantes, refrigerantes, aperitivas y
diuréticas. Su agua destilada se considera como un antihelmíntico
poderoso para los niños. Se cree también tiene una virtud conocida
para los hipocondriacos , los que adolecen de atrofia y obstruccio-
nes del mesenterio; y se piensa sacude las arenillas de los ríñones y
uréteres, queriendo sea litontrífica. Los autores de Materia Médica
antiguos han exagerado demasiado las virtudes de la grama ; pero
en el dia se limita demasiado su uso, y hay muchas obras de Mate-
ria Médica que ni aun hacen mención de esta raiz , á pesar de que
muchos Médicos la usan demasiado en su práctica para las hidro-
pesías &c, prefiriendo su cocimiento á las escilas y otros diuréti-
cos mas poderosos que no envuelven tanta agua. Si se examina aten-
tamente esta raiz con los sentidos, se concebirá quan poca virtud
puede tener , pues sus qualidades no se hacen muy sensibles.
GRANADA. (Mat. Méd.) Fruta bastante conocida, de cuyo
xugo se hace algún uso en la Medicina, como uno de los ácidos ve-
getales ( V. Ácidos.) , con el que se forma un xarabe ( V. xarabes.),
que se usa con freqüencia en las afecciones de garganta. La corteza
y las flores del árbol que da este fruto son bastante astringentes
(V. este artículo.) , pero la corteza mas que las flores; á estas se les
suele dar el nombre de balaostres.
GRAVE, (enfermedad ó síntoma) (Pat.) Una enfermedad
grave se dice quando se supone un gran peligro, y lo mismo se de-
be entender con respecto al síntoma, el que puede caracterizar una
enfermedad funesta, como sucede con el delirio, sopor &c.
GREW. (Nehem) (Biog.) Médico de Londres: murió de
repente en el año de 1711: es conocido por muchos escritos: i.°
Anatomía de las plantas , en ingles, é impreso en Londres año
de 1682, en folio, traducido al francés, é impreso en Paris año de
1765, en 12. 0 : 2. 0 Descripción del Gabinete Real de Londres,
en ingles , é impreso en Londres en folio con láminas : 3 ,° Cronolo-
GUS 373
gfa sagrada, impresa en Londres año de 1701 , en folio. En esta
hace buenas reflexiones sobre la providencia, sobre el gobierno di-
vino, el mundo material, animal y razonable, y sobre la excelen-
cia de la sagrada Escritura. En calidad de Médico exerció su facul-
tad con tanta inteligencia como felicidad.
GROSELLA. ( Mat. Méd. é Hig.) Fruta bastante conocida,
que produce un xugo de un ácido dulce , con el que se forman aguas
acídulas refrescantes que se suelen usar en el estío por placer , y
también por medicina, pues disfrutan de todas las propiedades de
los ácidos vegetales. (V. Ácidos.) También se hacen jaleas y otras
preparaciones de este producto vegetal, que se sirven en las me-
sas , como también el fruto mismo.
GUAYACO. (Mat. Méd.) Se da este nombre á un árbol que
Linneo llama guayacum officinale, que se parece al nogal , y que
se cria en América. Por la análisis química se sabe que da esta plan-
ta un espíritu ácido muy ligero, y también un aceyte esencial
igualmente ligero, y otro que es mas pesado, y una gran cantidad
de álcali volátil. Este leño (V. leSíos.) contiene pocas partes espi-
rituosas; pero sí un principio gomoso resinoso, bastante abundante,
principalmente el resinoso que se halla con mas abundancia que el
gomoso. El guayaco se emplea con bastante freqiiencia en la Me-
dicina, y con razón; pues es un excelente sudorífico, atenuante,
estimulante, fundente, muy útil en las enfermedades escrofulosas,
en las pituitosas y lácteas, y también en las infiltraciones de la piel
y de otros órganos; también se usa en las parálisis incipientes con
mucha utilidad. Se recomienda también en las enfermedades vené-
reas antiguas , siendo muy provechoso en las afecciones reumáticas
lentas, y principalmente en la gota , y también en varias enferme-
dades de la piel. En América y en África se usa para curar el fian.
La madera ó el leño del guayaco se usa en raspaduras para hacer
cocimientos en la dosis de media , una ó dos onzas en cosa de una
azumbre de agua, hasta que se reduzca á media. Este cocimiento
es bastante amargo y aromático, y se toma dos, tres ó quatro ve-
ces al dia de él. Las raiduras ó polvo del guayaco se suelen mezclar
con las pildoras y otras composiciones ; pero no es tan eficaz. El
vino de guayaco se usa poco; pero usamos mas de su tintura di-
suelta en un vehículo apropiado, pues de otro modo estimularía
demasiado. Esta tintura se la tiene como específica del reumatismo
y la gota (su tintura no es mas que una infusión en frió del guaya-
co en aguardiente.) La dosis es una cucharada en una porción amar-
ga, ya sea de centaura ó genciana. Al exterior se emplea también
el guayaco para limpiar la boca, precaver el dolor de muelas &c. R.
GUSTO. ( Fisiol.) El sentido del gusto tiene tanta analogía y
semejanza con el del tacto, que no es en sí mismo otra cosa que un
374 GUS
tacto mas penetrante y mas perfecto. Ambos tienen de común ex-
citar sus sensaciones por la aplicación inmediata de un cuerpo extra-
ño á la superficie de los órganos empleados en su exercicio; pero se
diferencian en que las partículas de los cuerpos sabrosos deben in-
troducirse profundamente para estimular el sentido del gusto , en
lugar que el contacto superficial de los objetos tangibles basta para
poner en acción el del tacto. Las qualidades buenas ó malas de las
substancias destinadas á alimentar los animales, tienen mas ó ménos
relación con los sabores que el gusto distingue en ellas. El uso de
este sentido nos interesa muy de cerca, por las luces que nos sumi-
nistra sobre la naturaleza de los alimentos invertidos en reparar las
pérdidas de nuestros cuerpos, y por la elección que aquellas nos
inspiran en el número de las substancias nutritivas que debemos ad-
mitir ó desechar. El asiento principal del gusto es la lengua, con
especialidad hácia su punta y hacia sus bordes. Este sentido es mé-
nos vivo en el dorso de ella, y se debilita mas en las partes cercanas
á la epiglotis. Sin embargo, todo el interior déla boca contribuye á
este género de sensaciones quando son exactas y completas: hay sa-
bores que no afectan mas que la lengua , como el del azúcar y la
mayor parte de las sales, cuya impresión no se siente ni en labios,
ni en la boca , ni en el esófago : hay otros que estas mismas partes
perciben vivamente como el sabor del eléboro, que obra en los la-
bios , el de la belladona en el paladar , el del axenjo en el esófago &c;
pero la lengua sola es la que tiene el privilegio especial de ser igual-
mente sensible á todas las especies de sabores. (V. lengua.)
Hemos comparado el gusto á una especie de tacto particular á la
lengua y partes inmediatas á ella ; ahora añadimos que la exactitud,
la pureza de este sentido están subordinadas á ciertas condiciones
indispensables, sin las quales seria infiel y falaz su testimonio. Por
parte del órgano es necesario que la túnica membranosa de la len-
gua no sea ni demasiado densa, ni demasiado seca, ni demasiado
delgada, ni demasiado blanda; así es que la mayor parte de las en-
fermedades, que tienen por síntomas algunos de estos vicios, depra-
van ó suprimen totalmente el gusto. En segundo lugar es preciso
que la saliva tenga todas sus qualidades naturales; porque las alte-
raciones de este líquido se transmiten á las substancias que se im-
pregnan de él; de modo que los alimentos causan una sensación de
amargura si la saliva es amarga ; un sabor fastidioso y simple si es
dulce; un gusto ácido si es acida &c. De parte de los cuerpos se
requiere que estén reducidos al estado de fluidez, porque la disolu-
ción debe preceder siempre á la percepción de los sabores. No bas-
ta que estos cuerpos sean fluidos y se disuelvan en el agua; es nece»
sario ademas que contengan el principio de los sabores, cuya natu-
raleza ha sido asemejada, ya á la de las sales , ya á la de los espíritus.
GUS 375
Es común doctrina que las sales son solamente las que poseen la
propiedad de afectar el sentido del gusto, y se han encontrado Fí-
sicos que han sentado como tesis, que la sal es el principio de los
sabores , como la luz lo es de los colores. Los cuerpos son insípi-
dos, según ellos, porque no admiten sales en su composición, ó si
admiten algunas son mezcladas con otros principios tan fuertemen-
te unidos entre sí, que es imposible extraerlos por el movimiento de
la lengua y acción de la saliva. Bellini aseguró que la forma y la
figura de cada especie de sales determinaba el sabor de las substan-
cias que estaban saturadas de ellas. Los cuerpos sabrosos obran en
el órgano del gusto de muy diferente modo , según que sacaban sus
virtudes, ó de la sal marina (muríate de potasa) en cristales cúbi-
cos, ó del nitro (nitrate de potasa) en prismas hexágonos, ó de alu-
mine (sulfate de alumine) en prismas octaedros. La primera difi-
cultad que se presenta contra esta hipótesis es que la acción de un
cuerpo sobre el órgano en que obra, no tiene con la disposición de
sus partes materiales ninguna relación sensible. Otra objeción contra
ella es la diferencia de forma y figura, de que es susceptible en una
misma especie de sal , y la inconstancia y variabilidad de este fenó-
meno comparativamente al de los sabores ; porque el gusto propio
de las sales se conserva siempre el mismo, aunque su configuración
se mude con la diversidad de circunstancias en que se hace su cris-
talización; así es que los cristales del muríate de potasa pueden ser
ó cubos llenos y salidos, ó pirámides huecas, compuestas de qua^
driláteros ajustados unos sobre otros, según los diferentes métodos
que se hayan empleado para prepararlas. Por otra parte se sabe que
las menores causas alteran las cristalizaciones salinas, y las hacen
pasar por estados muy diferentes. Finalmente hay cuerpos que se
diferencian esencialmente por sus propiedades y sus sabores , aun-
que se produzcan baxo formas semejantes. El arsénico , el azúcar,
la sal de axenjos, la de acedera y el zumo de manzanas, se compo-
nen igualmente de cubos pequeñísimos; la endivia, la lechuga, el
romero y el eléboro dan sales prismáticas; y sin embargo está muy
lejos de que todas estas substancias exciten al gusto las mismas sen-
saciones. Añádese á esto que hay cristales figurados análogos en
muchos cuerpos , que no tienen sabor á nada , como los prismas de
cristal de roca, del diamante, de la ametista, coronados por una
pirámide , los prismas decaedros , octaedros del rubí , del za-
firo &c.
La análisis química no ha llegado todavía á demostrar quales son
los elementos primitivos de tal ó tal sabor. Sin embargo, es proba-
ble que dirigiendo nuestras investigaciones hácia esta parte , logra-
remos algún dia descubrir el principio de los sabores entre las ma-
terias inertes con que se halla combinado. Hasta entonces es nece-
376 GUS
sario abstenernos de formar conjeturas sobre esta materia , porque
no estamos aun en estado de pronunciar con certeza si el sabor
de los alimentos se debe á un principio simple y distinto , ó si tal
vez será mejor una emanación de toda su substancia. Desde Plaller
y Linneo se contentan los Físicos con seguir y modificar su clasifi-
cación de los sabores. Entre estos se cuentan por los mas notables
y sobresalientes el ácido , el dulce , el amargo , el salado y el acre;
todos los demás son compuestos© mixtos, cuyas impresiones ménos
fuertes y determinadas , parecen depender de los primeros como las
especies de su género. Boerhaave añadia al número de los sabores,
que él llama primitivos , los alcalinos , los vinosos , los espirituosos,
los aromáticos y los acerbos. El sabor ácido pertenece al reyno ve-
getal; es ménos notable en las substancias animales, si se exceptúa
la gordura , la leche y algunos humores en que se desenvuelve con
facilidad. El amargo es propio de ciertas plantas, y se halla tam-
bién en la bilis y cerumen de los animales. El dulce es un producto
común á los tres reynos de la naturaleza, y el salado se encuentra
lo mismo en los minerales que en los seres animados y vegetales.
El hombre tiene el órgano del gusto ménos perfecto y exquisito
que la mayor parte de los animales. El hábito de vivir en sociedad
opone un obstáculo continuo á su perfección, multiplicando sus er-
rores con mil gustos depravados y otros tantos apetitos facticios.
Así los salvages entregados á sus inclinaciones naturales, reducidos
á las luces que sacan de sí mismos, y no teniendo nada que espe-
rar de sus semejantes, exercitan el gusto tan á menudo como los
animales , y de este modo le emplean con tanta actividad y delica-
deza como ellos. La edad, el sexo, el temperamento, el hábito y
las enfermedades modifican la impresión de los sabores , obedecien-
do en esto á una de las leyes generales de la sensibilidad. Á los ni-
ños les gusta singularmente lo dulce, y á los viejos les agrada mu-
cho mas el vino; las mugeres gustan de ciertos objetos determinados
de que no gustarian los hombres; las personas de constitución irri-
table y cálida sienten vivamente las impresiones de ciertos sabores,
que no tendrían fuerza alguna para otros individuos mas templados.
Finalmente, la costumbre altera ó deprava este sentido en algunas
naciones, al punto de inspirarles mas inclinaciones hácij los alimentos
medio podridos, que á los manjares suculentos y deliciosos. Dumas.
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